«Si crees de todo corazón, bien puedes»

25 de agosto

«Si crees de todo corazón, bien puedes».

Hechos 8:37

Estas palabras, devoto lector, pueden responder a tus dudas en cuanto al bautismo y la Cena del Señor. Quizá digas: «Tengo miedo de ser bautizado, ya que es un acto muy solemne el declarar que muero con Cristo y soy sepultado con él. No me siento con libertad para acercarme a la mesa del Señor; temo comer y beber juicio para mí, no discerniendo el cuerpo del Señor». ¡Ah, pobre temeroso, Jesús te ha dado libertad; no temas! Si un extraño fuese a tu casa, permanecería a la puerta o esperaría en el vestíbulo; no se atrevería a entrar en tu sala de estar sin haber sido invitado, porque no se encuentra en su propia casa. En cambio, tu hijo se siente muy libre en el hogar; y lo mismo sucede con los hijos de Dios. Un extraño no puede introducirse allí donde le es posible hacerlo a un hijo. Cuando el Espíritu Santo nos ha concedido experimentar el espíritu de adopción, no debemos temer ser bautizados y participar de la Cena del Señor. La misma regla se aplica a los privilegios íntimos del cristiano. Tú crees, pobre buscador, que no se te permite regocijarte con gozo inefable y glorioso: con que se te deje trasponer la puerta de Cristo o sentarte al fondo de su mesa te sentirás satisfecho. ¡Ah, pero no vas a tener menos privilegios de los que tienen los más ilustres! Dios no hace diferencia en su amor para con sus hijos. Un hijo suyo es un hijo, y no hará de él un sirviente; sino que le pondrá a que coma del becerro gordo y goce de la música y de las danzas como si nunca se hubiese extraviado. Cuando Jesús entra en el corazón, decreta una autorización general para que este se goce en el Señor. En la corte del Rey Jesús no se utiliza ninguna cadena. Nuestra admisión a la plenitud de los privilegios puede ser gradual, pero es segura. Quizá el lector esté pensando: «Yo quisiera poder gozar de las promesas y andar libremente en los mandamientos de mi Señor». «Si crees de todo corazón, bien puedes». Desata las cadenas de tu cuello, oh hija cautiva, porque Jesús te hace libre.

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 248). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.


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