El andar en rectitud es muy menospreciado

29 de agosto

«Todo el tiempo de su nazareato, de todo lo que se hace de la vid, desde los granillos hasta el hollejo, no comerá».

Números 6:4

Entre otros votos, los nazareos hacían uno que los privaba del uso del vino. Para que no violasen ese voto se les prohibía beber vinagre de vino o bebidas fuertes, y para que la orden resultase aún más clara, no tenían siquiera que gustar el zumo no fermentado de la uva, ni tampoco comer uvas frescas ni secas. Para garantizar del todo la integridad de su voto, no se les permitía probar ninguna cosa que tuviese relación con el vino. En realidad, los nazareos tenían que evitar aun la apariencia del mal. Es esta, sin duda, una lección para los nazareos del Señor, que les enseña a apartarse del pecado en todas sus formas, a evitar no meramente sus manifestaciones más groseras, sino hasta su espíritu y apariencia. El andar en rectitud es muy menospreciado en nuestros días, pero ten la seguridad, querido lector, de que ese andar es el más seguro y el más dichoso. Quien cede al mundo en uno o dos puntos corre un tremendo peligro. El que come las uvas de Sodoma pronto beberá del vino de Gomorra. Una pequeña hendidura en los diques holandeses dejaría entrar el mar y, al ensancharse rápidamente la misma, las aguas anegarían toda una provincia. La conformidad con el mundo (en el grado que sea) es un lazo para el alma, que la expone cada vez más a las soberbias (cf. Sal. 19:13). Además, el nazareo que bebía zumo de uva no podía estar demasiado seguro de que ese zumo no hubiera experimentado algún grado de fermentación y, en consecuencia, tener la certeza en su corazón de que su voto se estaba cumpliendo. De la misma manera, el cristiano que cede y contemporiza no tendrá una conciencia libre de pecado, sino que sentirá que su monitor interno titubea en cuanto al mismo. No tenemos por qué titubear acerca las cosas dudosas, porque son malas para nosotros. No debemos entretenernos en cuestiones tentadoras, sino huir de ellas con rapidez. Mejor es ser objeto de la burla por puritano que el que se nos desprecie como hipócritas. Andar prudentemente puede implicar mucha negación de nosotros mismos, pero produce satisfacciones que constituyen una recompensa más que suficiente.

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 252). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.


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