“También sus cielos destilarán rocío.” Deuteronomio 33:28.

13 de Septiembre
“También sus cielos destilarán rocío.” Deuteronomio 33:28.

a1Lo que representa el rocío para el mundo de la naturaleza, en el Oriente, así es la influencia del Espíritu en el reino de la gracia. ¡Cuán grandemente la necesito! Sin el Espíritu de Dios soy una planta seca y marchita. Me doblego, desfallezco y me muero. ¡Cuán dulcemente me reanima este rocío! Una vez que soy favorecido con él, me siento feliz, vigoroso, elevado. No necesito nada más. El Espíritu Santo me trae vida, y todo lo que la vida requiere. Sin el rocío del Espíritu, todo lo demás es menos que nada para mí: oigo, leo, oro, canto, me acerco a la mesa de la comunión, y no encuentro ninguna bendición en todo ello, hasta que el Espíritu Santo me visita. Pero cuando Él me riega, todo medio de gracia es dulce y beneficioso.

¡Qué promesa es esta para mí!“ También sus cielos destilarán rocío.” Seré visitado por la gracia. No me quedaré en mi sequía natural, o en el ardiente calor del mundo, o en el simún de la tentación satánica.

¡Oh, que en esta precisa hora sintiera el suave rocío silente y saturador del Señor! ¿Por qué no habría de sentirlo? Aquel que me ha hecho vivir como vive la hierba en el prado, me tratará como trata a la hierba: me refrescará desde lo alto. La hierba no puede pedir el rocío como yo puedo hacerlo. Seguramente, el Señor que visita a la planta que no ora, responderá a Su hijo suplicante.

La Chequera del Banco de la Fe. Traducción de Allan Román.

Spurgeon, C. H. (2008). La Chequera del Banco de la Fe. Bellingham, WA: Logos Bible Software.

“Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.” Hechos 16:31.

12 de Septiembre
“Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.” Hechos 16:31.

a1Este Evangelio propio para un hombre con una espada a su garganta, es el Evangelio adecuado para mí. Me serviría si me estuviese muriendo, y es todo lo que necesito mientras viva. Aparto mi mirada del yo, y del pecado, y de toda idea de mérito personal, y confío en el Señor Jesús como el Salvador que Dios ha dado. Creo en Él, descanso en Él, y lo acepto para que sea mi todo en todo. Señor, yo soy salvo, y seré salvo para toda la eternidad, pues creo en Jesús. Bendito sea Tu nombre por esto. Que yo demuestre diariamente por mi vida que soy salvo del egoísmo, y de la mundanalidad, y de toda forma de mal.

Pero en cuanto a esas últimas palabras acerca de mi “casa”: Señor, no me iré con media promesa cuando Tú ofreces una promesa completa. Te suplico que salves a toda mi familia. Salva a mis allegados más amados. Convierte a los hijos y a los nietos, si tuviera algunos. Derrama Tu gracia sobre mis sirvientes, y todos los que moran bajo mi techo, o que trabajan para mí. Tú me haces esta promesa personalmente, si creo en el Señor Jesús; te suplico que hagas conforme has dicho.

En mi oración diaria voy a mencionar los nombres de todos mis hermanos y hermanas, padres, hijos, amigos, parientes, sirvientes, y no voy a darte descanso hasta que esa palabra sea cumplida: “y tu casa.”

La Chequera del Banco de la Fe. Traducción de Allan Román.

Spurgeon, C. H. (2008). La Chequera del Banco de la Fe. Bellingham, WA: Logos Bible Software.

Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud.” Lamentaciones 3:27.

11 de Septiembre
Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud.” Lamentaciones 3:27.

a1Esta afirmación es tan buena como una promesa. Ha sido bueno, es bueno y será bueno que yo lleve el yugo.

Temprano en la vida tuve que sentir el peso de la convicción, y desde entonces ha evidenciado ser una carga que enriquece el alma. ¿Acaso amaría tanto el Evangelio si no hubiera aprendido, gracias a una profunda experiencia, la necesidad de la salvación por gracia? Jabes fue más ilustre que sus hermanos por cuanto su madre lo dio a luz con dolor, y aquellos que sufren mucho para nacer para Dios, son conformados en sólidos creyentes en la gracia soberana.

El yugo de la censura es enfadoso, pero prepara al hombre para futura honra. Quien no haya sufrido el castigo del desprecio no es idóneo todavía para ser líder. La alabanza intoxica si no va precedida del ultraje. Los hombres que se alzan a la eminencia sin una lucha previa usualmente caen en la deshonra.

El yugo de la aflicción, del desencanto, y del trabajo excesivo no ha de ser buscado de ninguna manera; pero cuando el Señor lo pone sobre nosotros en nuestra juventud, desarrolla con frecuencia un carácter que glorifica a Dios y bendice a la iglesia.

Vamos, alma mía, inclina tu cerviz; toma tu cruz. Fue buena para ti cuando eras joven, y no te hará ningún daño ahora. Sopórtala alegremente, por Jesús nuestro Señor.

La Chequera del Banco de la Fe. Traducción de Allan Román

Spurgeon, C. H. (2008). La Chequera del Banco de la Fe. Bellingham, WA: Logos Bible Software.

Una perspectiva bíblica del laicado.

Por:Van Engen

a1Tanto se ha escrito sobre el laicado que nos limitaremos a mencionar su importancia en relación a las congregaciones misioneras. Es aquí donde las ideas de David Watson nos son de mucha ayuda. Él dedica más de cincuenta páginas, en su libro Creo En La Iglesia, para hablar sobre el ministerio, la membresía y el liderazgo. Watson señala que la idea de dos clases de miembros en la iglesia no se puede justificar a través del Nuevo Testamento: «Todos los cristianos son sacerdotes y ministros, y esto es sumamente crucial si es que deseamos redescubrir los verdaderos conceptos de ministerio y liderazgo dentro de la iglesia».
El vocablo «laico» debe usarse en su sentido bíblico como «el Pueblo (griego laos) de Dios»; con distinción en cuanto a dones, función y manera de ministrar, pero sin distinción en cuanto a la santidad, el prestigio, el poder, el compromiso o la actividad misionera de los miembros. Hoy en día se usa con frecuencia el vocablo «laico» como un concepto opuesto al de «profesional». Si lo tomamos en ese sentido, el «laico» es la persona que solamente es un aficionado, un aprendiz, alguien que trata de hacer lo que puede pero que en verdad carece de conocimiento y experiencia. En cambio, el profesional es el que sabe, es el experto, la persona dedicada a ser competente en tal o cual vocación. No existe base bíblica para esta clase de distinción en la Iglesia. El uso de la palabra «laico» en ese sentido erróneo sólo ha servido para colocar al ministro «profesional» en un pedestal, como si estuviera «más cerca de Dios», más allá de los límites de santidad y de la actividad del Espíritu. La distinción entre el laico y el clero comenzó en el Siglo III, continuó durante la Reforma Protestante, y sigue aún vigente en las denominaciones protestantes hoy en día. Este es uno de los principales motivos de la reducción, la secularización y la pecaminosidad de la Iglesia.
El Nuevo Testamento insiste en que todo el pueblo de Dios es la Iglesia. Todos los miembros se unen para madurar hasta llegar a la estatura de la plenitud de Cristo (Efesios 4:15). Esa plenitud no es posible si sólo el 10 por ciento o unos cuantos miembros ejercen los dones y los ministerios a los cuales han sido llamados. Esa plenitud se logrará cuando el otro 90 por ciento ejerza también su ministerio. El verdadero significado del laicado es que todos los que están en Cristo sean nuevas criaturas. Las cosas viejas (distinciones de género, profesión, raza, cultura y economía) pasaron. Las barreras de separación se han destruido (2 Cor. 5:17). Todo aquel que cree en su corazón y confiesa con su boca que Jesús es el Señor es en verdad parte del laos de Dios. El Concilio Vaticano II enfatizó esta perspectiva de la Iglesia; una visión que ha causado gran impacto en toda la Iglesia Cristiana.

Van Engen, C. (2004). El pueblo misionero de Dios (pp. 165–166). Grand Rapids, Michigan: Libros Desafío.

“Bendito serás en tu entrar, y bendito en tu salir.” Deuteronomio 28:6.

 

10 de Septiembre
“Bendito serás en tu entrar, y bendito en tu salir.” Deuteronomio 28:6.

a1Las bendiciones de la ley están vigentes. Jesús confirmó la promesa cuando soportó el castigo. Si yo guardo los mandamientos de mi Señor, puedo apropiarme de esta promesa sin ninguna duda.

Hoy entraré a mi casa sin temer malas noticias, y entraré a mi aposento esperando oír buenas nuevas de mi Señor. No tendré temor de entrar en mi interior mediante un autoexamen, ni de revisar mis asuntos mediante una diligente inspección de mi actividad. Tengo mucho trabajo por hacer dentro de casa, dentro de mi propia alma; oh, anhelo una bendición en toda ella, la bendición del Señor Jesús, que ha prometido habitar en mí.

También debo salir. La timidez me orilla a desear quedarme adentro, y no salir nunca más al mundo pecador. Pero debo salir para cumplir con mi llamado, y debo salir para poder ser útil a mis hermanos, y útil a los impíos. Debo ser un defensor de la fe y un atacante de la impiedad. ¡Oh, anhelo una bendición para mi salir el día de hoy!
Señor, concédeme ir donde Tú me guíes, y ocuparme en Tus asuntos, bajo Tus órdenes, y en el poder de Tu Espíritu.

Señor Jesús, entra conmigo y sé mi invitado; y luego sal conmigo, y haz que mi corazón arda, cuando hables conmigo en el camino.

La Chequera del Banco de la Fe. Traducción de Allan Román.

Spurgeon, C. H. (2008). La Chequera del Banco de la Fe. Bellingham, WA: Logos Bible Software.

“Bienaventurado el hombre que siempre teme a Dios.” Proverbios 28:14.

9 de Septiembre
“Bienaventurado el hombre que siempre teme a Dios.” Proverbios 28:14.
a1El temor del Señor es el comienzo y el fundamento de toda verdadera religión. Sin un solemne temor y reverencia de Dios, no hay un asidero para las virtudes más resplandecientes. Aquel hombre cuya alma no adora, no vivirá nunca en santidad.

Feliz es quien siente un temor celoso de hacer el mal. El santo temor se fija, no únicamente antes de saltar, sino incluso antes de moverse.

Tiene un temor de errar, temor de descuidar su deber, temor de cometer pecado. Teme las malas compañías, la conversación liviana, y las tendencias cuestionables. Esto no hace desdichado al hombre, sino que le trae felicidad. El sentinela vigilante es más feliz que el soldado que se duerme en su puesto. Quien anticipa el mal y huye de él, es más feliz que quien sigue adelante descuidadamente y es destruido.

El temor de Dios es una gracia tranquila que conduce a un hombre a lo largo de una calzada selecta, de la cual está escrito: “No habrá allí león, ni fiera subirá por él.”

Temer la simple apariencia del mal es un principio purificador que capacita al hombre, por medio del poder del Espíritu Santo, a mantener sus vestiduras inmaculadas de cualquier mancha del mundo. En ambos sentidos el que“iempre teme” es hecho feliz.

Salomón había probado tanto la mundanalidad como el santo temor: en el uno encontró vanidad, y en el otro felicidad. No repitamos su experimento, sino que debemos ajustarnos a su veredicto.

La Chequera del Banco de la Fe. Traducción de Allan Román.

Spurgeon, C. H. (2008). La Chequera del Banco de la Fe. Bellingham, WA: Logos Bible Software.

¿ES SU HOGAR UN PARAÍSO DE FELICIDAD?

Por: Jorge E. Maldonado

a1Cuando éramos niños, mamá nos contaba que el Príncipe Azul encontró a la Princesa Encantada y que, luego de algunas peripecias, los dos se enamoraron, se casaron y «vivieron felices el resto de sus días.» Esto fue creando en muchos de nosotros una idea muy ingenua del matrimonio, que contrasta con las muchas evidencias a nuestro alrededor de matrimonios que no son exactamente como los de los cuentos.
Es posible que ya de grandes todavía sostengamos que el hogar «debe ser un remanso de paz» o «un refugio» o «un paraíso». Con razón muchas parejas se sienten profundamente defraudadas cuando el hogar que han formado se asemeja más bien a un campo de batalla que al soñado paraíso. El creciente índice de divorcios parece indicar la dificultad de los cónyuges en aceptar que el matrimonio no es el paraíso donde descansar, sino solamente el huerto donde trabajar; no es el refugio a dónde huir, sino el camino que hay que recorrer; no es el jardín de rosas hecho para disfrutar, sino la parcela donde laborar.
Un buen hogar requiere esfuerzo

La idea de que un buen hogar se forma por «generación espontánea» o por «buena suerte» ha hecho que no nos preocupemos de prepararnos adecuadamente para la vida hogareña. Nos preparamos durante años para una profesión, para una carrera, para un trabajo, en fin, para casi todo, menos para el hogar y la formación y el desarrollo de la familia. No encuentro en la Biblia que Dios haya prometido hacer de cada hogar un paraíso, cualquiera que sea la connotación que le demos a esta palabra. Lo que sí encuentro es la intención del Creador de poner al ser humano en una red de relaciones familiares a fin de que se pueda desarrollar todo su potencial: en donde el hombre sea más hombre y la mujer más mujer; en donde los hijos crezcan amados y valorados; en donde todos sean cada vez más humanos para beneficio propio y de los demás. Esa es la voluntad revelada de Dios para el hogar y con ella ha comprometido el poder de su Palabra y de su Espíritu.
El hogar, por lo tanto, sí puede llegar a ser un lugar de sosiego, un espacio de amor, un sitio de satisfacción y desafío, pero no sin la dedicación, el trabajo y el esfuerzo necesarios.
El hogar: un lugar para crecer

Cuando me casé, oí que entraba «en el santo estado del matrimonio». Desde entonces, he tenido que luchar contra un concepto estático del matrimonio y procurar percibirlo en su dimensión dinámica. Para muchos, el formar un hogar significa arribar a la meta y… descansar. Con razón hay tanto descuido físico, intelectual y profesional en muchas parejas que creen que el matrimonio es la graduación de la vida.
El hogar tiene que ser percibido como el espacio en donde cada miembro crece y se desarrolla en todo su potencial y sus capacidades. Es en el hogar, más que en ninguna otra parte, donde los valores abstractos, tales como el amor y la bondad, la disciplina y el valor, la paciencia y la entrega, se ponen a prueba. Es allí donde todo lo mejor del ser humano es desafiado a comprometerse.
Varias etapas

Los que hemos estudiado el matrimonio en su desarrollo hemos encontrado varias etapas bastante bien definidas. La primera, la etapa romántica forjada en base a las muchas ilusiones, sueños y promesas grandiosas, no dura toda la vida, al menos en sus dimensiones iniciales. Tarde o temprano, las finanzas, el trabajo, los hijos, hacen que la pareja aterrice en la realidad de un mundo que demanda esfuerzo para sobrevivir y que parece amenazar el sueño de eterno romance y encanto. Aparecen, entonces, las frustraciones, las recriminaciones, los reclamos y la lucha por el poder. Toda pareja, de una forma u otra, atraviesa por esta etapa, no sin dolor y serios cuestionamientos acerca de su relación. Es aquí donde muchas personas que se resisten a crecer y a tomar responsabilidad por su vida, sus actos y sus sentimientos, deciden romper el vínculo matrimonial. Las parejas que deciden mantener el hogar por los hijos, por razones económicas o por las apariencias, pueden encontrarse en una etapa de desilusión y separación física, emocional o mental, que no les permite establecer el hogar que en el fondo anhelan. Las parejas que, en medio de su frustración y desconcierto, no se conforman con una relación mediocre y deciden crecer, experimentan una profunda transformación. Cada uno comienza a tomar responsabilidad por lo que es y por lo que quiere. Cada cual toma en serio la posibilidad de afectar las cosas a su alrededor y no sólo ser afectado. Ambos descubren que juntos pueden hacer más que cada uno por separado y eso los anima en su propósito de compartir toda la vida. Los dos van caminando en la etapa de la estabilidad, la intimidad y el compromiso como nunca antes. Eso les anima a continuar creciendo en su relación, no solo para bien de ellos mismos, sino para beneficio de toda su familia, su comunidad y las futuras generaciones.
Conclusión

Dios no nos ha ofrecido un paraíso o un jardín de rosas cuando formamos un hogar. Eso sí, nos ha entregado un terreno fértil, herramientas, y buenas semillas para que lo trabajemos con su ayuda y cultivemos con interés y esfuerzo las flores más hermosas para bien de muchos y para la gloria de Dios.
Maldonado, J. E. (2003). ¿ES SU HOGAR UN PARAÍSO DE FELICIDAD? En La familia desde una perspectiva bíblica (pp. 25–28). Miami, FL: Editorial Unilit.

La conquista de la muerte (1 Corintios 15:50–58)

Autor: Metz, D. S

La conquista de la muerte (1 Corintios 15:50–58)

a1Pablo ha mostrado que la resurrección del cuerpo es parte esencial del plan redentor de Dios y que “la transformación de lo terrenal en lo celestial, de lo físico en lo pneumático, está envuelta en la constitución actual de las cosas y asciende con las líneas de desarrollo trazables en la naturaleza y la revelación”. Ahora él llega a un magnífico clímax.

En un estallido de gozo ilimitado el apóstol exulta en el triunfo sobre la muerte.
a. El principio (15:50). El principio de la herencia celestial es simplemente que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios. Estas comprenden el aspecto perecedero y transitorio del hombre. Nada transitorio puede entrar en posesión plena del reino eterno de Dios. Carne y sangre es una manera común de referirse a la vida de este mundo. Así se eliminan todas las ideas crudas y mágicas de la resurrección.

b. Presentación de un misterio (15:51–53). El término misterio, como a menudo lo emplea Pablo, no es algo oculto o difícil de entender. Más bien, un misterio es algo que no puede ser discernido por la razón humana, sino que es resultado de la revelación. El misterio del que aquí habla Pablo es el cambio dramático que tendrá lugar en la segunda venida de Cristo.
El apóstol dice que algunos estarán vivos cuando vuelva Cristo: No todos dormiremos (51). No todos los humanos pasarán a través de la muerte, pero todos serán transformados instantáneamente. Este dramático cambio en la naturaleza esencial del hombre tendrá lugar en un abrir y cerrar de ojos (52). La señal para este culminante acontecimiento redentor será el sonido de una trompeta celestial que enviará su llamada alrededor del mundo. Apenas se habrán apagado sus ecos cuando los muertos en Cristo resucitarán con un cuerpo nuevo e incorruptible.
Este cambio no es una renovación o un mero fortalecimiento del cuerpo que existe ahora. “En la resurrección el cuerpo es reorganizado, la casa reconstruida. En la reconstrucción del cuerpo, las partes y funciones que ya no son necesarias son eliminadas, y el todo es organizado sobre una base distinta, adaptada a la vida celestial.” Pero no se pierde la indentidad personal. Podemos tener la certidumbre de que los santos redimidos se reconocerán unos a otros en el cielo.

c. El fin del pecado y la muerte (15:54–57). La resurrección es la victoria final sobre el pecado y la muerte. Estos males gemelos han acosado al hombre desde el Huerto del Edén hasta el presente. Pero la resurrección hará real y experimental la obra redentora final de Dios. Con la aparición de este cuerpo nuevo, sorbida es la muerte en victoria (54).
En la victoria del cuerpo resurrecto, es quitado el aguijón de la muerte, ya que el aguijón de la muerte es el pecado (56). El pecado producía la muerte, y también le agregaba el veneno y la amargura de la desesperación. Pablo declara que el poder del pecado es la ley. La ley intensifica el pecado al hacer que el hombre tenga consciencia de él, acrecienta su poder y su culpa, pero no ofrece nada para vencerlo (Ro. 7:7–13; 8:2–3). Pero Dios… nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo (57); victoria sobre la muerte y el pecado. Todo el plan de la redención estaba destinado a proporcionar este triunfo total.

La victoria sobre el pecado está tan entrelazada con la resurrección, que negar la una es negar la otra. Si no hay resurrección, no hay posibilidad de victoria sobre el pecado. Si ha de haber una victoria total y absoluta sobre el pecado, la resurrección es una necesidad. Para Pablo, la victoria sobre el pecado y la realidad de la resurrección eran las cumbres de la redención.

d. Una exhortación (15:58). En vista de la esperanza fundada en la resurrección, Pablo exhorta a los corintios a estar firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre. Estar firmes se refiere “a la fidelidad personal, el apegarse a ello”. Creciendo significa ir más allá de los requisitos mínimos, y hacer alegremente más de lo que exige la situación.

Pablo estimula a los cristianos al servicio leal sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es vano. Wesley escribó: “Cualquier cosa que hagáis por amor a El tendrá su plena recompensa en aquel día.” Luego agrega su énfasis característico: “Tratemos también, al cultivar la santidad en todas sus ramas, de mantener esta esperanza en todas sus ramas.”51
Para Pablo, la certidumbre de la doctrina de la resurrección, y la lealtad a la misma, eran defensas seguras contra los ataques a la fe y la vida de los cristianos. La seguridad de la vida eterna es el fundamento de todos los que están unidos a Cristo, quien es la Cabeza de un nuevo y victorioso orden de humanidad redimida.

Metz, D. S. (2010). Primera Epístola de Pablo a los Corintios. En Comentario Bíblico Beacon: Romanos hasta 2 Corintios (Tomo 8) (pp. 502–504). Lenexa, KS: Casa Nazarena de Publicaciones.

“No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare.” Isaías 42:3

8 de Septiembre
“No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare.” Isaías 42:3

a1Entonces puedo esperar un trato tierno de parte del Señor. En verdad, me siento estar mi mejor condición siendo tan débil, y tan plegable como un junco. Alguien dijo: “me importas un comino”; y la expresión, aunque poco amable, no dejaba de ser cierta. ¡Ay!, yo soy inferior a una caña que crece junto al río, pues ella al menos puede sostener en alto su cabeza. Yo estoy cascado, grandemente, tristemente cascado. No hay música en mí ahora; hay una rendija que deja escapar toda la melodía. ¡Ay de mí! Sin embargo, Jesús no me quebrará; y si Él no lo hará, entonces poco me importa lo que otros intenten hacer. ¡Oh, dulce y compasivo Señor, yo me acurruco bajo Tu protección, y me olvido de mis heridas!

En verdad es justo que también sea comparado al “pábilo que humeare”, cuya luz se ha extinguido, y sólo su humo permanece. Me temo que soy una molestia más que un beneficio. Mis temores me indican que el diablo ha apagado mi luz, y me ha dejado un molesto humo, y que el Señor me aplicará pronto un extinguidor. Sin embargo, percibo que aunque hubieren despabiladeras bajo la ley, no había extinguidores; y Jesús no me apagará; por tanto, tengo esperanzas. Señor, enciéndeme de nuevo, y hazme brillar para Tu gloria, y para exaltación de Tu ternura.

La Chequera del Bando de la Fe. Traducción de Allan Román.

Spurgeon, C. H. (2008). La Chequera del Banco de la Fe. Bellingham, WA: Logos Bible Software.

Tratando la depresión

Autor: Adams, J.

a1Aunque la depresión es algo muy debilitante, y bastante común entre los cristianos y los no —cristianos, no es un problema tan difícil como de primeras aparenta ser. Lo que usted debe reconocer es que la depresión es el resultado de una falla en su dominio propio y la disciplina personal. Un fruto del Espíritu Santo es la disciplina personal de buscar obedecer la Palabra de Dios, buscando agradar a Dios en vez de cumplir sus propios deseos (Gálatas 5:23). Este es el meollo del asunto. “Pues, no entiendo. Si espera que yo capte todo eso, tiene que explicarse mejor”. Por supuesto. Yo estaba definiendo los términos generales antes de llegar a lo específico, porque quiero que entienda lo más básico antes de proceder.

Pero hablemos concretamente. Los que son especialmente vulnerables a la depresión son las personas que deben fijar su propio horario, como por ejemplo las amas de casa, los predicadores, y los que trabajan en lo propio. Las personas que tienen trabajos con horarios fijos, y tienen sus tareas más o menos programadas, rara vez caen en depresión. La razón de esto es que su trabajo no depende del dominio propio ni de la disciplina personal a tal grado como sí se necesita en las otras vocaciones. Los que tienen horarios fijos y tareas programadas rara vez se atrasan en su trabajo.

Pero la persona que debe fijar su propio horario, y debe ejercer el dominio propio, enfrenta otro desafío. Vivimos en una cultura que no enfatiza el dominio propio. De modo que es fácil atrasarse en el trabajo, y comenzar el descenso a la desesperación y depresión al obsesionarse con los atrasos, y al olvidarse de sus obligaciones. Al desorganizarse su horario, se atrasa más en sus obligaciones, las cuales se acumulan, y rápidamente va rumbo al camino que lleva a la depresión. Si le agregamos algún otro factor tal como los siguientes, obtiene la receta perfecta para una olla espesa de depresión:
Factores adicionales que pueden producir la depresión cuando acompañan la falta del dominio propio

* Una enfermedad.

* Algún pecado no confesado.

* Alguna decepción fuerte en la vida.

* La falta de manejar estos atrasos de la forma que Dios manda.

* Una tendencia de seguir las emociones o los sentimientos en lugar de cumplir las obligaciones.

* La participación con otras personas que alimentan el sentido de ser víctima.

Dios nos ha hecho de manera que cuando fallamos en el manejo de nuestras responsabilidades, nuestra consciencia dispara emociones negativas. Si no le hacemos caso inmediatamente, tarde que temprano llevará a la depresión. David miraba la depresión como una advertencia de Dios cuyo propósito era llevarlo al arrepentimiento y hacia un cambio de actitud o de conducta: “Día y noche se agravó sobre mí tu mano” (Salmo 32:4).
La culpa que acompaña la depresión proviene de la falta de manejar el problema de la forma que Dios especifica. Si intentamos suprimir nuestra conciencia o este sentido de culpa por algún otro método, sólo empeoramos nuestra culpa y los sentimientos dolorosos, y el ciclo se hace peor y peor. Algunos métodos modernos para acallar nuestros sentimientos de culpa son los siguientes:

* Métodos comunes para silenciar nuestra conciencia

* Pastillas para controlar la depresión

* Terapia que incluye golpes eléctricos

* Yoga

* Expulsión del “demonio” de depresión

Adams, J. (2012). Cómo salir de la Depressión (pp. 14–20). Guadalupe, Costa Rica: CLIR.