¿Deberías quedarte o irte? | Mark Dever

¿Deberías quedarte o irte? | Mark Dever

Para cumplir la Gran Comisión, los primeros discípulos fueron. Pero no estaban continuamente yendo y viniendo.

Algunas veces, los jóvenes cristianos escuchan el mandato de «ir» y lo tratan como el mandato básico de la vida cristiana. Esa es una forma bastante miope de pensar. Una vez que vas, tienes que quedarte. Si estas yendo siempre, nada se hará excepto la acumulación de más millas de viajero frecuente. Para que el viaje tenga algún significado, debes quedarte durante una cantidad significativa de tiempo: algunas semanas, algunos años, tal vez el resto de tu vida.

La pregunta que todo cristiano enfrenta es, ¿debería mudarme a un lugar donde ahora no se sabe que el evangelio es parte de un equipo de plantación de iglesias allí? ¿O debo unirme a un equipo que plante una nueva iglesia o ayude a recuperar una iglesia cercana? ¿O debo quedarme en mi iglesia actual, adorando, discipulando y evangelizando mientras apoyo a otros que salen?

Las tres opciones pueden ser buenas. Dependen de quién eres y de lo que el Señor te está llamando a hacer.


Quiero sugerirte 12 factores a considerar al decidir si vas a permanecer en tu iglesia actual o te vas a mover a otra congregación local o internacional. Deberías considerar:

  1. El propósito de tu mudanza

Si está pensando en irte, ¿sería tu propósito mayormente negativo: irte por algo que no te gusta en tu iglesia actual? ¿O tu propósito sería mayormente positivo: edificar una obra evangélica en otro lugar? Si vas, tiene que ser por razones positivas. Además, no debes irte basado en un sentimiento de culpa o falsos ideales sobre lo que haría un cristiano «maduro». Los propósitos negativos, la culpa fuera de lugar y los falsos ideales no te sostendrán a través de los desafíos de apoyar un trabajo nuevo o revitalizante.

  1. La teología y filosofía del ministerio

¿La iglesia o el equipo de plantación que estás considerando cree y enseña correctamente la Palabra de Dios? ¿Tienen un entendimiento bíblico tanto del evangelio como de lo que es una iglesia?

  1. Evangelismo

¿Es la iglesia a la que te diriges una a la que puedes llevar a tus amigos no cristianos porque sabes que escucharán el evangelio y verán el evangelio fielmente vivido? (Obviamente, este puede no ser el caso en un proyecto revitalizante, al menos al principio).

  1. Edificación

Está bien que quieras crecer como cristiano. Por tanto, deberías trabajar para estar en una iglesia que te ayude a crecer espiritualmente. ¿Estás prosperando en tu iglesia actual? ¿Crees que prosperarías en la otra? ¿Irte sería espiritualmente dañino para ti o para otra persona? Piensa en cómo las asistentes de vuelo de un avión te dicen que te pongas la máscara sobre tu cara antes de colocarla sobre la cara de la persona que viaja contigo. De la misma manera, está bien que te ocupes primero de tu propia salud espiritual. Necesitas poder respirar y crecer espiritualmente si quieres ayudar a los demás.

Hay tres categorías diferentes de personas en la iglesia: las personas infelices, las personas que están bien y las personas que están creciendo azarosamente. Las personas infelices generalmente no deberían unirse a un equipo de plantación o revitalización de iglesias. ¡Ahora, en plena confesión, mi tentación como pastor es enviar precisamente a estas personas! Pero eso no es sabio. Si no estás satisfecho con tu iglesia actual, probablemente sea mejor para ti permanecer entre las personas que te conocen bien y pueden ayudarte a trabajar en los orígenes de esa infelicidad. Además, podrías llevarte la infelicidad contigo a la nueva iglesia que necesita tu ayuda.

Si perteneces al tercer grupo de personas, — actualmente estás creciendo vertiginosamente—es posible que desees también permanecer en tu iglesia actual por un tiempo. ¡Estás creciendo! ¡No dejes de hacer lo que estás haciendo! Ahora, si este crecimiento ha perdurado por algún tiempo, tal vez hables con un anciano y analicen el asunto juntos.

Las mejores personas para unirse a una plantación o un proyecto de revitalización suelen ser personas del grupo intermedio. Esta es la mayoría de la gente en una iglesia, después de todo. Si ese eres tú, lo estás haciendo bien. Estás creciendo, pero lentamente, nada excepcional. Eres estable y puedes ser de gran ayuda para una nueva obra. ¡Incluso podría darte una pequeña sacudida!

  1. La naturaleza estratégica del trabajo de la iglesia

¿Es este un trabajo que te parece particularmente importante, al que te gustaría contribuir y sientes que puedes hacerlo? ¿Existe una oportunidad vocacional estratégica dada por Dios que brindaría oportunidades para apoyar a una iglesia en particular, particularmente en el extranjero? ¿Hay algún grupo de personas al que quieras alcanzar con el evangelio?

  1. El ministerio que tienes actualmente en tu iglesia

Considera el ministerio que ya Dios te dio, y ten mucho cuidado de no irte si un ministerio en particular depende de ti. Quizá tus habilidades de enseñanza o discipulado ya se están utilizando bien, o tal vez podrías darles un mejor uso en un nuevo proyecto. Tal vez formes relaciones rápidamente y eso se trasplantaría bien a una nueva ubicación. O tal vez te lleve mucho tiempo formar relaciones de tal manera que desees pensar un poco más antes de mudarte. Si tú no eres un «exportador neto» del ministerio en su iglesia actual—evangelizar, discipular, animar—hay pocas razones para pensar que podrías estar en otra iglesia.

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  1. Los pastores en particular que estarías apoyando

Puede tener una relación personal con un hombre o su familia. O tal vez te has encontrado creciendo de manera marcada bajo su enseñanza. Esas son buenas razones para ir y apoyar el trabajo, ¡y qué maravilloso estímulo podrías ser para los líderes y otros!

  1. Geografía

¿A qué distancia vives actualmente de donde se reúne tu iglesia y vive la mayoría de sus miembros? ¿Su proximidad se presta a la asistencia regular, el voluntariado fácil y la integración de tu vida con la vida de otros miembros? ¿Cómo impacta el lugar donde vives el ministerio evangelístico que tienes en la vida de tus vecinos, o en la vida de tus compañeros de trabajo? Si vives más lejos, ¿podrías ser usado para establecer o fomentar un buen trabajo más cerca de dónde vives? Si vives cerca, te podría disuadir de unirte a un nuevo proyecto a menos que estés dispuesto a mudarte a donde sea que el nuevo proyecto se realice.

  1. Etapa de vida

La etapa de tu vida es algo legítimo en lo que pensar. ¿Eres soltero? ¿Quieres encontrar un cónyuge que esté de acuerdo contigo en forma práctica y teológica en tu comprensión de la vida cristiana? Si eres padre, ¿será la futura iglesia un buen lugar para discipular a tu esposa e hijos?

  1. El estado de tus finanzas

Otra vez, es completamente legítimo que consideres si no puedes pagar tu status actual o cualquier situación futura posible. ¿Podrás pagar el alquiler? ¿La educación para tus hijos? ¿Otros gastos de manutención? Pablo observa que «si alguno no provee para…su propia casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo» (1 Timoteo 5:8). Por otro parte, ¿has considerado si realmente necesitas todo lo que se supuso que necesitabas? Ten cuidado sobre tus suposiciones.

  1. El estado de tus relaciones con los otros

Deberías dejar un lugar cuando tus relaciones estén en buena forma, no en mala forma. No deberías irte para evitar lidiar con problemas relacionales difíciles.

  1. Oración

¿Piensas que Dios quiere que vayas a otra iglesia o que te quedes en tu iglesia actual? Tenemos libertad en Cristo. Frecuentemente hay más de una buena opción frente a nosotros. Alabado sea Dios por la libertad que tenemos.

ALGUNOS DEBERÍAN IRSE, ALGUNOS DEBERÍAN QUEDARSE
El hecho de que una mudanza pueda ser costosa no significa que no deberías irte. Ha sido costoso para la mayoría de los santos que obedecieron el mandato de Jesús de ir. Y a menos que vivas en Jerusalén, ¡alabado sea Dios porque alguien pagó ese costo y llevó el evangelio a tu nación y tu ciudad y tu casa para que creas!

¿El punto de todo esto es decir que algunos de ustedes deberían dejar sus iglesias? Más o menos. Algunos deberían ir a ayudar a las iglesias que luchan. Algunos deberían plantar otras. Algunos deberían irse al extranjero. Y algunos deberían quedarse.

Por supuesto, la gente tiene que quedarse para que una congregación determinada siga siendo una congregación. Toda iglesia necesita coherencia en el liderazgo, el discipulado y las amistades a largo plazo. De hecho, permanecer en nuestra cultura es a menudo algo contracultural, especialmente entre la generación más joven. Con todas las transiciones profesionales o educativas que caracterizan la vida urbana moderna, lo radical para algunos será permanecer en un mismo lugar durante décadas.

Cualquier cosa que hagas, no tomes esas decisiones en forma acelerada. Y no tomes tales decisiones de forma aislada, sino tómalas en oración y en conversación con tus amigos que te conocen bien, y con al menos un anciano que te conozca.

Traducido por Renso Bello

Nota del editor: El siguiente es un extracto de la próxima publicación de Mark Dever Entendiendo la Gran Comisión , en la serie Church Basics (B&H, abril de 2016). Reimpreso con permiso de B&H.

Cómo interpretar la Biblia: Diez principios

Andrés Birch

PREDICACIÓN EXPOSITIVA
Cómo interpretar la Biblia: Diez principios


La Biblia es la Palabra de Dios y la base de las creencias cristianas. Precisamente por eso es vital que interpretemos la Biblia de manera correcta. Creemos en “el libre examen”, pero no en “la libre interpretación”. “El libre examen” es el derecho y el deber de todo el mundo de leer y estudiar la Biblia. “La libre interpretación” es el derecho de todo el mundo de interpretar la Biblia como sea, como si todas las interpretaciones fuesen igualmente válidas. Pues, no es así; se puede interpretar la Biblia bien o mal, y para interpretarla bien, hay que conocer y respetar una serie de principios. ¿Cuáles son esos principios? Pues, aquí van diez principios básicos:

  1. La interpretación de la Biblia es una tarea espiritual

Ya que la Biblia no es un libro cualquiera, sino la Palabra de Dios escrita, aunque hay que usar la mente, la inteligencia, para interpretarla bien, no se trata de un ejercicio meramente intelectual, sino también de una tarea espiritual. Conviene una actitud de reverencia, humildad y fe. Y conviene orar antes, durante y después del trabajo de interpretar la Biblia.

  1. Hay que empezar buscando el sentido más natural
    Normalmente, ¡la Biblia significa lo que parece significar! No hay que buscar otro significado distinto del significado más natural, a no ser que exista alguna razón de peso para hacerlo. Algunas de las excepciones a esta regla son: (1) Cuando lo que parece significar contradice el resto de la Biblia; (2) Cuando lo que parece significar no tiene ningún sentido; y: (3) Cuando el lenguaje no es literal, sino metafórico (etc.). Pero hay que empezar buscando el sentido más natural de cada texto o pasaje.
  2. Cada parte de la Biblia debe ser interpretada a la luz de toda la Biblia
    Aunque los sesenta y seis libros que componen la Biblia fueron escritos por unas cuarenta personas diferentes, en lugares diferentes, a lo largo del milenio y medio entre Moisés y el apóstol Juan, en otro sentido hay un solo Autor divino de toda la Biblia. Por eso, y sin negar las características propias de cada autor humano, hay en la Biblia una coherencia interna que refleja la coherencia de Dios mismo. En la Biblia hay paradojas y aparentes contradicciones, pero no puede haber contradicciones en el sentido de afirmaciones o enseñanzas totalmente incompatibles entre sí, porque si las hubiera, serían contradicciones dentro del ser de Dios. A la hora de interpretar cualquier parte de la Biblia, debemos tener en cuenta la Biblia como un todo.
  3. Hay que interpretar cada texto dentro de su contexto histórico
    Cada libro de la Biblia fue escrito por un autor humano en particular (o por más de uno, como en el caso de Salmos y Proverbios), en un lugar en particular, en un momento de la historia en particular y con un propósito en particular. Por lo tanto, sería irresponsable pretender interpretar un pasaje bíblico sin tener en cuenta estos factores. Por eso tenemos que hacernos preguntas como: (1) ¿Quién escribió esto?; (2) ¿Cuándo lo escribió?; (3) ¿Para quién(es) lo escribió; (4) ¿En qué circunstancias lo escribió?; (5) ¿Con qué intención o propósito lo escribió?; y: (6) ¿Cómo lo entenderían aquellos primeros oyentes o lectores?
  4. Hay que interpretar cada texto dentro de su contexto literario
    Si conoces el programa de ordenador Google Earth y si sabes cómo funciona, sabrás que de ver el planeta en su totalidad te puedes ir acercando a tu continente, a tu país, a tu ciudad, a tu barrio, a tu calle ¡y hasta a tu casa! Ahora, imagínate que lo hicieras al revés; que empezaras fijándote en tu casa, luego en tu calle, luego en tu barrio, luego en tu ciudad, etc. Pues, eso sería como analizar un texto bíblico en su contexto literario. Por ejemplo, si el texto fuese Juan 3:16, empezarías fijándote en el contexto inmediato: Juan 3:16-21; luego te alejarías un poquito y mirarías Juan 3:16 como un versículo clave en la sección de Juan 3:1-21; luego te fijarías en el capítulo entero, y después en esa sección del Evangelio según Juan: Juan 2:12 – Juan 4:54; y así, sucesivamente. ¿Ves la diferencia entre el contexto histórico y el contexto literario? Es importante tener en cuenta ambos contextos.
  5. Hay que tener en cuenta el tipo de lenguaje de cada texto
    En la Biblia hay diferentes tipos de lenguaje. Por ejemplo, hay lenguaje narrativo, metafórico, poético, profético y apocalíptico. Y hay todo tipo de figuras del lenguaje: (1) Símiles (comparaciones explícitas): “¿No es mi palabra como fuego –declara el Señor– y como martillo que despedaza la roca?” (Jer. 23:29); (2) Metáforas (comparaciones implícitas): “Lámpara es a mis pies tu palabra” (Sal. 119:105); (3) Parábolas (metáforas más extensas): El buen samaritano; (4) Alegorías (metáforas más extensas y más complejas): El Sembrador y las cuatro tierras; etc. Son algunos ejemplos de los diferentes tipos de lenguaje que se encuentran en la Biblia, y hay que reconocerlos para interpretarlos correctamente.
  6. Hay que tener en cuenta las palabras de conexión
    Me refiero a esas palabras, muchas veces pequeñas y (aparentemente) sin mucha importancia, que hacen de puente entre dos frases, versículos, párrafos, secciones, etc. Con respecto a las palabras de conexión, existen dos peligros opuestos: (1) Darles más importancia de la que tienen; y: (2) Pasar por alto la importancia que sí pueden tener. Entre las muchas palabras de conexión que encontramos en la Biblia están las siguientes: “porque”, “por lo tanto”, “entonces”, “si”, “pues”, etc. En no pocas ocasiones estas palabras son parte de la clave para la correcta interpretación del texto.
  7. Hay que interpretar los textos menos claros a la luz de otros más claros
    No toda la Biblia es igualmente clara al intérprete. Es verdad que la Biblia es clara en sí misma, pero no siempre nos resulta tan clara a nosotros: (1) Porque nuestras mentes están afectadas por las consecuencias de la Caída; y: (2) Por la distancia (histórica, geográfica, cultural, etc.) entre el texto y nosotros. El apóstol Pedro habló de las cosas “difíciles de entender” en los escritos de Pablo (2 P. 3:15 y 16). (¡Gracias, Pedro!) Pues, debemos interpretar los textos más difíciles a la luz de otros más fáciles de entender, y no al revés. Un ejemplo sería: Mateo 16:18. Otros textos que arrojan luz sobre este texto (muy discutido) son: 1ª de Corintios 3:11; Efesios 2:20; Hebreos 6:1-2; 1ª de Pedro 2:4-8. Estos textos aclaran el tema de sobre qué fundamento se edifica la Iglesia.
  8. Hay que tener en cuenta la versión original de cada texto
    Las Biblias que usamos son traducciones de las lenguas originales, ¡y a veces son traducciones de otras traducciones! Hay muchas versiones de la Biblia que son muy fiables, pero creemos en la inspiración de los documentos originales. Y hay bastantes ocasiones cuando el original nos puede ayudar a interpretar la Biblia correctamente. Pero hay dos problemas: (1) No tenemos acceso a los originales; y: (2) Hay pocos expertos en las lenguas originales. Pero, por parte positiva: (1) Existen versiones de la Biblia muy fieles a los originales; (2) Existen tantos manuscritos de la Biblia (¡miles!) que podemos tener mucha confianza en las (buenas) Biblias que usamos; y: (3) Existen cada vez más ayudas –comentarios bíblicos, diccionarios bíblicos, Biblias interlineales, etc.– que nos pueden acercar más al texto original.
  9. Hay que tener en cuenta la dimensión cristológica
    A pesar de las características concretas de cada libro, hay un solo mensaje principal a lo largo de toda la Biblia: ¡Cristo, el evangelio, la salvación! El Antiguo Testamento apunta hacia el Cristo que va a venir y el Nuevo Testamento apunta hacia el Cristo que ya vino. Y hay que tener en cuenta esta dimensión cristológica a la hora de interpretar cualquier parte de la Biblia. Hay que evitar dos peligros: (1) El peligro de no ver a Cristo donde está; y: (2) El peligro de creer ver a Cristo donde quizás no esté. ¿Cómo podemos evitar estos dos peligros? (1) Aplicar los demás principios de interpretación; (2) Ver cómo los escritores del Nuevo Testamento interpretan el Antiguo Testamento; (3) Evitar la alegorización gratuita, la que no tenga ninguna base sólida; (4) Buscar paralelos verbales claros entre textos bíblicos y el Señor Jesucristo; (5) Distinguir entre la intención del autor, el significado para los lectores originales y una posible dimensión cristológica; etc. Hay muchos paralelismos entre José y Cristo para que sea pura coincidencia. Pablo da una interpretación cristológica a una serie de acontecimientos de tiempos de Moisés y los israelitas (1 Co. 10). Pero no hay pruebas claras de que el cordón de grana de Rahab (Jos. 2:17-22) se refiera a la sangre de Cristo. Y el libro de Cantar de los Cantares parece referirse –en primer lugar– al amor entre un hombre y una mujer.

Conclusión
Esto no es más que una breve introducción al tema. Pero creo que estos principios nos ayudarán a “[usar] bien la palabra de verdad” (2 Ti. 2:15).

Andrés Birch es un misionero británico afincado en España desde 1983. Actualmente es pastor de la Iglesia Bautista Reformada de Palma de Mallorca, España. Puedes seguir a Andrés en Twitter.

¿Existe tal cosa como la autoridad eclesiástica?

Por Greg Gilbert

En nuestros días, es al menos ligeramente controvertido decir que la iglesia local no es solo una asociación voluntaria de cristianos, o un centro de recursos para tu vida cristiana, o un medio de confraternidad del que eres libre de aprovecharte si quieres. Probablemente sea igualmente controvertido decir que, de hecho, la iglesia local desempeña un papel único y vital en la obra de redención de Dios, porque es la embajada del reino de los cielos en este mundo oscuro y caído.

En otras palabras, la iglesia local fue creada por el mismo Rey Jesús, comisionada para hacer una cosa particular en el mundo, y dotada de autoridad para hablar en su nombre. Eso es lo que Jesús quiso decir cuando dijo: «Les doy las llaves del reino». Así que, ustedes —es decir, los creyentes que han afirmado mutuamente la solidez y autenticidad de la lealtad de cada uno al Rey, y se han reconocido unos a otros como miembros de un solo cuerpo— ustedes juntos, como iglesia, tienen ahora autoridad para hablar por mí con respecto al qué y al quién del evangelio, tanto lo que es el evangelio, como quién lo confiesa correctamente. Esas son las llaves [1].

Sin embargo, ¿cómo funciona todo esto en la práctica? ¿Cómo hace una iglesia local individual para utilizar estas llaves y ejercer esta autoridad que Jesús ha dado? Algunos dicen que la Biblia no habla del tema y, por tanto, nos queda el pragmatismo (lo que funciona); otros dicen que sí habla. También hay quienes defienden todo tipo de estructuras de gobierno eclesiástico: el episcopado (obispos con un papa a la cabeza), el presbiterio (conjunto de tribunales interconectados), el presbiterianismo modificado, en el que no hay jerarquía, pero la iglesia sigue siendo gobernada por sus ancianos, y el congregacionalismo.

Pero incluso entre los congregacionalistas, algunos dicen que una iglesia está dirigida por el pastor y los diáconos como una junta directiva; o una democracia pura; o incluso que una iglesia puede estar repartida en varios lugares en toda una ciudad o incluso estado o nación o en todo el mundo y dirigida por una persona o grupo de personas centralizado.

Entonces, ¿cómo podemos dar sentido a todo esto?

En primer lugar, quiero argumentar que la Biblia sí habla de este tema, y de hecho dice bastante. El Rey Jesús no ha dejado su embajada sin instrucciones sobre cómo debe organizarse y funcionar. De hecho, las instrucciones que da son de una forma de gobierno que podríamos llamar congregacionalismo dirigido por los ancianos, donde la iglesia reunida en su conjunto tiene y ejerce la autoridad de las llaves del reino, pero es dirigida y enseñada en ese uso de la autoridad por sus ancianos.

En pocas palabras, el Rey Jesús ha dado a todas las iglesias locales dos cosas: las llaves del reino y los ancianos para dirigir y enseñar cómo usarlas.

Espero que lo que sigue te sea útil para entender mejor por qué la iglesia es tan importante, no sólo para ti como cristiano individual, aunque eso es cierto, sino en la realización del propósito de Dios en el mundo de crear una nueva nación santa centrada en su Hijo.

Con ese fin, aquí hay siete puntos relacionados con las llaves del reino, y cómo las iglesias locales ejercen la autoridad a través de su uso.

  1. Jesús da las llaves del Reino a asambleas reales de creyentes: grupos de ellos que se reúnen regularmente

Si asistieras a la iglesia que pastoreo, entre las primeras cosas que escucharías es a nuestro líder de servicio decir: «Bienvenidos a esta reunión de la Third Avenue Baptist Church». Este lenguaje es importante. ¿Por qué? Porque el hecho de reunirnos —nuestra reunión— no es algo accesorio a nuestra identidad como iglesia. De hecho, es esencial para ella, y hay varias razones bíblicas para pensar así. Brevemente, aquí hay tres.

Es justo lo que la palabra traducida como «iglesia» significa

«Iglesia» en sí es una palabra terrible: es una palabra del inglés antiguo tomada de la palabra griega kyrikon, que significa la casa del Señor, que significa, literalmente: «el edificio en el que vivía un señor». Este es un uso horrible, y me gustaría que dejáramos de usarlo. Después de todo, esa palabra kyrikon nunca se usa en la Biblia; lo que se usa en la Biblia es la palabra ekklesia, que significa «asamblea o reunión». Esa es la palabra que Jesús eligió para describirnos: un grupo de creyentes que se reúne para hacer ciertas cosas.

  1. 2. Las imágenes que la Biblia utiliza para describir la iglesia apuntan a esta unió.

Un edificio hecho de piedras vivas, un cuerpo con sus miembros, un rebaño de ovejas. Todas ellas apuntan a algo que está literalmente unido, que tiene una ubicación geográfica física literal.

  1. 3. Las responsabilidades que Jesús da a la iglesia suponen esta unión

Si hemos de afirmarnos, protegernos y discipularnos los unos a los otros, como dice Jesús, y hacerlo con algún conocimiento real de los demás, eso supone que estaremos juntos con regularidad para construir el tipo de conocimiento relacional que permite que todo eso ocurra.

Por todo ello, la Third Avenue Baptist Church nunca será lo que se ha dado en llamar recientemente una «iglesia» multisitio. De hecho, es por lo que —para ser muy precisos— no existe realmente una iglesia multisitio, al igual que no puede haber un edificio multisitio o un cuerpo multisitio.

Esta es la cuestión: Una iglesia no se define solo por un nombre compartido o un liderazgo o un presupuesto o unas oficinas. Es un grupo de cristianos que regularmente —la Biblia diría que semanalmente, en el día del Señor— se reúnen para llevar a cabo las funciones de una embajada del Rey Jesús. Eso es exactamente lo que hizo la primera iglesia de Jerusalén: los diez mil se reunían en el pórtico de Salomón hasta que la persecución les obligó a dispersarse, y entonces no se convirtieron en franquicias o brazos o campus de un «pórtico de Jerusalén» centralizado; se convirtieron en nuevas embajadas o iglesias propias que funcionaban plenamente.

Así que Jesús da llaves a las asambleas reales de creyentes.

  1. Jesús da las llaves del Reino a la congregación reunida, a nadie más

Este es un punto bastante simple, pero crucial, y si lo entiendes, responderá a mil preguntas de una sola vez con respecto a cómo se supone que debe organizarse y funcionar la iglesia. Jesús da autoridad a la congregación reunida, no a un grupo de ancianos o presbiterio u obispo o papa.

Mira Mateo 18:15-17. El último paso que menciona Jesús es «decírselo a la iglesia», no «decírselo a los ancianos» o apelar al colegio de cardenales o al papa. Lo que dice la iglesia es válido. También se puede ver en la carta de Pablo a las iglesias de Galacia. Han sido enseñados por falsos maestros, pero Pablo no hace responsables a esos maestros en última instancia; ¡hace responsables a las iglesias por aceptar la enseñanza! Incluso dice que tienen el derecho de rechazarlo a él o a un ángel del cielo si está enseñando algo contrario al evangelio. Ellos —no él, ni los maestros, ni los ángeles— tienen las llaves y el derecho de hablar en nombre de Jesús.

Así que eso es lo que quiero decir cuando digo que las iglesias deben ser «congregacionales». Significa que, bajo el Rey mismo, el último tribunal terrenal de apelación en asuntos relacionados con el quién y el qué del evangelio es la congregación reunida. No los ancianos, no el presbiterio o el papa o la junta de diáconos, y no tú como individuo, sino toda la congregación.

Por tanto, cada miembro de mi iglesia tiene actualmente 1/423 de responsabilidad en asegurarse de que el evangelio se predique fielmente. Y no solo por el tiempo que estén aquí, sino por los siglos venideros. Cientos de santos lo hicieron durante más de 130 años, y si Jesús no vuelve, deben asegurarse de que esta embajada del Rey esté aquí durante 130 años más.

  1. El poder de las llaves es la autoridad para proteger a la iglesia y su testimonio, y para extender el alcance del Reino de Jesús

Proteger y extender. ¿De dónde viene esto?

Puedes verlo en lugares particulares del Nuevo Testamento, pero primero quiero que veas que esta autoridad para proteger y extender no se construye sólo a partir de algunos textos de prueba. En realidad, es la culminación de una historia que se viene desarrollando desde el Huerto de Edén.

Para ir al grano, Dios le dio a Adán cierto trabajo en el Edén, cierto oficio que debía desempeñar. Este oficio tenía dos partes: debía ser sacerdote y rey en el Edén. Como rey, debía tener dominio, multiplicarse y expandirse y, en última instancia, someter la tierra bajo él y, en última instancia, bajo Dios. Como sacerdote, al igual que los sacerdotes posteriores en el Templo, debía guardar el Huerto, protegiéndolo de la impureza y el mal. Pero, por supuesto, fracasa completamente. En lugar de proteger el Huerto, de Satanás, se une a la rebelión de Satanás.

Toda la historia de la Biblia es la historia de cómo Dios restauraría esos dos oficios enviando a alguien que actuaría como rey y como sacerdote en todas las formas en que Adán falló. Y a través de los altibajos, las esperanzas y las desesperaciones, esa promesa finalmente llega a descansar sobre los hombros de Jesús. Él es el rey que Adán debería haber sido y que somete al mundo; él es el sacerdote que Adán debería haber sido y que destruye a Satanás.

Pero aquí está lo mejor: cuando reconoces tu pecado, confías en Jesús, te arrodillas ante él y te unes a él por la fe, la Biblia dice que también tú asumes esos dos cargos. Asumes las responsabilidades de la realeza y el sacerdocio, de proteger el lugar de la morada de Dios y de extender el alcance de su Reino. Pero no puedes quedarte ahí y afirmarlo por ti mismo; alguien tiene que afirmar que realmente tienes esos cargos, que realmente estás unido a Jesús.

Eso es lo que hacen el bautismo y la membresía. Es la iglesia diciendo al mundo: «Sí, por lo que vemos, eres cristiano. Así que ahora, únete a nosotros en el ejercicio de esta autoridad y responsabilidad para proteger y extender el Reino».

Los miembros de la iglesia tienen la tarea de proteger su testimonio y extender el alcance del Reino de Dios. Veamos cada una de ellas individualmente.

  1. La iglesia ejerce su autoridad real para extender el conocimiento y el reconocimiento del Reino de Jesús mediante la evangelización

En otras palabras, la Gran Comisión define muy particularmente esa autoridad. Esto no es terriblemente controvertido, pero fíjate que he llamado al evangelismo una autoridad, no solo una responsabilidad. Es una responsabilidad, pero también es una autoridad, un derecho que nos ha dado el Rey Jesús. Quiero decir, piensa en la redacción: «Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id».

Es por eso que ninguna frontera nacional o programa de persecución y supresión detendrá jamás a la iglesia en su trabajo de proclamar el evangelio y hacer discípulos. Porque es una obra respaldada por la autoridad del Rey del universo.

  1. La iglesia ejerce su autoridad sacerdotal para proteger la integridad del Reino de Jesús a través de la membresía y la disciplina eclesial

Cuando una iglesia trae a alguien a la membresía, está diciendo: «Sí, pareces entender el evangelio y realmente creerlo; pareces estar sometido y unido a Jesús». Este es un tipo de protección ofensiva, marcando los límites en la parte delantera.

Pero también hay otro tipo de protección, una defensiva. Esto sucede cuando una iglesia tiene que decir a uno de sus miembros: «Ahora, tu vida no parece la de un cristiano, y si vas a aferrarte a tu pecado y a abandonar a Cristo, no podemos dejar que sigas viviendo así mientras te llamas cristiano». En otras palabras, la iglesia invalida o desafía la pretensión de ese individuo de ser cristiano. Históricamente, esa acción se ha llamado disciplina eclesial.

Jesús habla de esto en Mateo 18, donde dice que debe ser tratado como un extraño. Pablo habla de esto en 1 Corintios 5, donde Pablo dice que hay que quitar al hombre pecador, juzgarlo, limpiarlo, incluso purgarlo-amputarlo del cuerpo como un miembro gangrenado.

Entonces, ¿qué significa eso? ¿Qué sucede realmente? Esto no es en absoluto la idea católica romana de la excomunión, donde se argumenta que a través de la excomunión la iglesia está realmente enviando a alguien al infierno. Solo el Rey Jesús tiene esa autoridad. Pero es decir: «No vamos a seguir afirmando tu profesión de fe porque tu vida no se ajusta a lo que significa ser cristiano». Así que no afirmamos tu bautismo; ya no te damos la bienvenida a la Cena del Señor. Esto no es poca cosa, e incluso si las iglesias locales no tienen la autoridad para enviar a los impenitentes al infierno, cuando se dicta esa clase de juicio considerado, debería hacer que una persona temiera que el mismo Rey Jesús dijera un día: «Nunca te conocí».

Observa también que las iglesias locales no toman esta acción por cualquier cosa. Todos los cristianos pecan, y las iglesias no deben perseguir la excomunión solo porque un miembro tuvo un pensamiento codicioso o dijo algo demasiado brusco. No, las iglesias ejercen esta autoridad por pecados que son graves, externos y sin arrepentimiento.

Graves

Los pecados graves son aquellos que son poco comunes para los cristianos, aquellos que, ya sea por su naturaleza o por su patrón repetido, hacen que se cuestione si una persona realmente es un cristiano que está en guerra contra la carne.

Externos

Una iglesia no debe ejercer la disciplina por cosas como el orgullo, sino solo por pecados externos y visibles.

Sin arrepentimiento

En cada acto de disciplina, la meta es el arrepentimiento, por lo que una iglesia nunca debe excomulgar a un cristiano que profesa arrepentimiento por un pecado particular. Por supuesto, el arrepentimiento no significa solo decir lo siento. Puedo imaginar situaciones en las que las simples profesiones verbales de arrepentimiento no son inmediatamente creíbles, lo que lleva a la iglesia a tomarse un tiempo para determinar si el arrepentimiento es genuino (por ejemplo, después de una temporada de mentiras habituales o de un pecado particularmente escandaloso).

La disciplina eclesial confunde con demasiada frecuencia a la gente. Piensan que es mezquina, o que su propósito es humillar y avergonzar. Pero eso no es cierto en absoluto; la Biblia tiene varios propósitos para la disciplina en la iglesia y, lejos de ser un acto de mezquindad u odio, es en realidad un profundo acto de amor.

Amor por el individuo, porque la meta es siempre el arrepentimiento. En Mateo 18, Jesús habla de «ganar a tu hermano». En 1 Corintios 5, Pablo anima a la iglesia a disciplinar «para que se arrepienta y se salve», lo que tal vez ocurra (2 Co. 2:6-7). La disciplina es la iglesia diciéndole a un hombre o mujer: «Si persistes, es peligroso».

Amor por la iglesia, porque advierte y protege a los demás miembros, diciéndoles también: «¡No hagas esto!».

Amor por el mundo que nos observa, porque permite a la iglesia hablar con claridad acerca de cómo es el cristianismo.

Amor por Jesús, porque nos tomamos en serio su honor y su reputación.

En este punto, sin embargo, surge una pregunta: ¿No puede la iglesia equivocarse? ¿No puede disciplinar equivocadamente? Sí, por supuesto. Y existen al menos dos remedios para eso. El primero es que el Rey Jesús arreglará todo al final. El otro es que las iglesias locales son libres de no estar de acuerdo y actuar para recibir a una persona previamente disciplinada como miembro.

Aunque la disciplina eclesial es siempre una acción pesada y triste, es una acción que en última instancia nace del amor y tiene como objetivo el bien de la persona disciplinada. No se trata de decir: «te odiamos», sino «te amamos y queremos que te arrepientas y seas restaurado».

  1. Los ancianos dirigen a la iglesia en su ejercicio de las llaves

Donde hay una iglesia en la Biblia, hay ancianos. Y esos ancianos tienen un papel específico: dirigir a la iglesia en su ejercicio de la autoridad que Jesús ha dado. Observa que los ancianos no poseen las llaves; la iglesia sí. Pero los ancianos dirigen a la iglesia cuando ésta las usa. No se trata solamente de un papel de asesoramiento. Hay una autoridad real en ese liderazgo.

Por eso hay lugares en la Biblia como Hebreos 13:17: «Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos». O, Hechos 20:28 donde Pablo los llama «obispos». O 1 Pedro 5 donde Pedro dice que hay que «estar sujetos» a los ancianos.

Este tipo de lenguaje asusta a la gente, porque la autoridad en general y la sumisión a la autoridad suelen tener mala fama, y con justa razón en muchos casos. Pero en toda la Biblia, la autoridad se nos presenta como algo bueno y vivificante cuando se utiliza correctamente.

Esto se aplica a la autoridad que tienen los ancianos en la iglesia. Pero también hay un tipo de autoridad que tienen los ancianos, no tanto una autoridad de mando, sino una autoridad de consejo. Los Estados y los padres tienen autoridad de mando; ellos hablan, y luego tienen autoridad inmediata para hacer cumplir a través de la espada o la vara.

Pero a algunas autoridades, incluso a la mayoría, no se les dan los medios para hacerlos cumplir; en cambio, confían en la rendición de cuentas que se le dará a Jesús al final. Ese es el tipo de autoridad que tienen los ancianos: una autoridad de consejo. Pueden recomendar y explicar, pero no pueden imponer. Es por eso que la Biblia hace tanto hincapié en que los ancianos deben ser capaces de enseñar, porque así es como los ancianos ejercen la autoridad, enseñando la Palabra y persuadiendo.

Algunos podrían escuchar eso y pensar: «Oh, bueno, bien. Eso no es una autoridad real». Pero lo es porque es una autoridad respaldada por Jesús. Si los ancianos aconsejan y tú te niegas, no ha terminado; rendirás cuenta de ello al final. Tal vez tengan razón, tal vez no, pero es sabio ser cuidadosos.

En la práctica, esto se traduce en el mecanismo de que los ancianos recomiendan y la iglesia vota. La iglesia siempre tiene el derecho y la autoridad de rechazar las recomendaciones de los ancianos, e incluso de destituirlos y reemplazarlos. Pero, de nuevo, tiene que estar dispuesta a rendir cuentas, lo que me lleva al último punto.

  1. La relación entre una iglesia y sus ancianos debe ser de confianza, no de escepticismo

A veces la gente piensa que la mejor postura para una iglesia es poner freno a los ancianos, para mantener sus pies en el fuego. Incluso puede haber algo de teología detrás de eso: tienen una naturaleza caída y son pecadores y, por tanto, al igual que el gobierno de Estados Unidos, necesitamos controles y equilibrios para evitar que se descarrilen.

Pero la iglesia no está destinada a funcionar como el gobierno estadounidense. De hecho, el gobierno de los Estados Unidos fue diseñado para operar en el escepticismo mutuo: las ramas del gobierno buscan su propio poder y están en tensión. Está diseñado para que haya controles y equilibrios precisamente porque los Fundadores sabían que la nación estaba formada por personas egoístas.

Pero la iglesia es fundamentalmente diferente, y debemos partir de la base de que, sí, tenemos una naturaleza caída, pero también hemos sido regenerados. Por tanto, las relaciones deben estar marcadas en última instancia por la confianza, no por los controles y el escepticismo.

En la práctica, esto significa que es realmente bueno cuando una iglesia tiene una racha de votos unánimes. Puede ser frustrante para algunos, porque pensarán que es un fracaso del tipo de congregacionalismo robusto que desean. Si los votos son unánimes, lo atribuyen a la apatía de la congregación o, peor aún, a la intimidación de los ancianos.

Aunque podrían ser esas cosas, yo diría que también podría apuntar a una congregación que está confiando en sus ancianos de la manera que Jesús quería. De hecho, si una iglesia tiene demasiados votos divididos, ¡probablemente necesita conseguir nuevos ancianos en los que pueda confiar!

¿Pero qué pasa con el voto negativo? Básicamente, si vas a votar en contra, necesitas hacerlo con total integridad. Lo que quiero decir es que debes desear realmente que la moción contra la que votas fracase. El peor tipo de voto negativo es aquel en el que una persona no quiere realmente que fracase —porque las consecuencias serían demasiado grandes o lo que sea—, pero vota que no de todos modos para hacer una declaración y solo confía en que el resto de la iglesia la apruebe.

Si decide votar en contra, hazlo con integridad, porque realmente piensas que es un mal uso de las llaves, que vale la pena actuar en contra de la recomendación de los ancianos y que estás dispuesto a rendir cuentas ante Jesús algún día.

La intención de Jesús es que la relación entre los ancianos y las iglesias locales no esté cargada de tensiones y conflictos, sino que sea una hermosa relación de confianza y amor. Después de todo, la Biblia dice que los ancianos son regalos para la iglesia, dados por el Rey desde el trono del cielo. También dice que los ancianos deben hacer su trabajo recordando siempre que Jesús compró a estas personas para sí mismo con su sangre, que se identifica con ellos, y que abusar de ellos es abusar de él.

Traducido por Nazareth Bello


Nota del editor: Este artículo ha sido compilado a partir de notas de sermones y una transcripción. Para más información sobre estos temas, considera los libros de Jonathan Leeman: La autoridad de la congregación, La membresía de la iglesia: Cómo sabe el mundo quién representa a Jesús, y La disciplina en la iglesia: Cómo protege la iglesia el nombre de Jesús.

Por Greg Gilbert
Greg Gilbert es el pastor principal de Third Avenue Baptist Church en Louisville, Kentucky. Lo puedes encontrar en Twitter en @greggilbert.

NOTAS A PIE DE PÁGINA:

[1] Para un tratado detallado de «Las llaves del reino», véase el cuarto capítulo de Don’t Fire Your Church Members [No despidas a los miembros de tu iglesia], de Jonathan Leeman.

La iglesia reunida

Serie: La teología de la Iglesia

Introducción

Ilustración de apertura: mi experiencia con el uso de hilo dental. Una vez que entendí por qué se suponía que debía hacerlo (no sólo para limpiar, sino también para estimular las encías) y una vez que he experimentado las consecuencias de no hacerlo como corresponde, yo fui capacitado y motivado para hacerlo mucho mejor.

Ahora haz el difícil cambio de usar el hilo dental a la iglesia. Creo que lo mismo es cierto. Como Iglesia, nos reunimos todas las semanas, al igual que todos los cristianos lo han hecho todos los domingos desde que Jesús se levantó de entre los muertos. Nos reunimos porque la Biblia nos dice que debemos hacerlo. Hebreos 10:24, “Consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, al ver que el Día se acerca”.

Pero tan importante como llenarnos de fe, y tal vez una obediencia ciega, la comprensión de por qué nos congregamos puede ayudarnos a hacerlo mejor. Así que permítanme comenzar presentando esto a usted como una pregunta. ¿Cuál es el propósito de nuestras reuniones semanales como iglesia?

Esa es la pregunta que quiero explorar esta mañana, mientras evaluamos cuidadosamente nuestras reuniones como iglesia. Voy a empezar por refrescar algo de lo que nos ya hemos hablado en nuestra clase de congregacionalismo: que la iglesia existe para proteger el qué y el quién del Evangelio. Es decir, que dice cada persona respecto del Evangelio, si lo entiende, si cree en Cristo y está creciendo en su vida cristiana. Luego vamos a abordar tres implicaciones de nuestras reuniones semanales. Así que vamos a profundizar.

La Iglesia custodia el Qué y Quién del Evangelio

En la clase pasada vimos en Mateo 16 que la tarea de la iglesia local, dada por Jesús, es proteger el “qué” y el “quién” del Evangelio. El “qué” parece bastante claro. Como Pablo escribe en 2 Timoteo 2:2, “lo que has oído de mí… encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.” El “quién” es al principio un poco opaco ya que Jesús confía las “llaves” del reino a los apóstoles. Luego, en Mateo 18 la entrega a la congregación de cada iglesia local. Las “llaves” dan la capacidad de declarar quien es y quien no es cristiano. No es que la iglesia puede “convertir” a alguien en cristiano o deshacer a alguien de serlo. Sino, que tienen la autoridad para declarar quien se ajusta a esa descripción.

Lo que no dije la semana pasada es cuan diferente este punto de vista de la finalidad principal de la iglesia difiere de tantas otras declaraciones de propósito que podríamos escribir. El objetivo principal de la iglesia no es el Gran Mandamiento. Sin duda, la vida evangélica que se desprende de una iglesia que guarda el que y el quien del Evangelio se verá como el Gran Mandamiento de amar al prójimo. Pero el amor no es el objetivo principal. Tampoco es el propósito principal de la iglesia de la Gran Comisión de Mateo 28. Cuando cuidamos el “qué” y “quién” del Evangelio, la Iglesia se convierte en el representante de Dios en la tierra. La comunidad de la iglesia es una muestra de la gloria de Dios. Y queremos que toda la tierra vea esa gloria. Pero, para citar a John Piper, “Las misiones existen porque la adoración no se lleva a cabo.” El Culto, es decir, ver y responder a quien es Dios, es primordial. Porque Dios es primordial. La declaración de propósito último de cualquier iglesia debe ser una muestra de la gloria de Dios guardando el qué y el quién del Evangelio.

Eso significa que las cosas que antes veíamos como de importancia marginal, como el Bautismo, la Cena del Señor, membresía de la iglesia y la disciplina de la Iglesia, cobran una enorme importancia. Porque así es como la iglesia protege el “quién” del Evangelio. Es por esto que hubo hombres que de buena gana se dieron a sí mismos para ser quemados vivos durante la Reforma Protestante sobre cuestiones como las ordenanzas. Vieron lo crítico que eran esas cosas para ser una iglesia.

Como cristianos, entonces, necesitamos la iglesia local. No principalmente como un lugar para escuchar enseñanza. No principalmente como un lugar para ir el domingo por la mañana. No principalmente como una fuente de aliento. Es todo eso, y todas esas cosas están relacionadas con su propósito. Pero necesitamos la iglesia con el fin de aferrarse al Evangelio. Necesitamos la iglesia para recordarnos qué es el evangelio y afirmar que seguimos como la gente del Evangelio. Que nuestras vidas se ajusten a nuestra profesión.

Pero a medida que seguimos esta línea de pensamiento a través del Nuevo Testamento, se obtiene un giro interesante. Si el propósito de la iglesia local es principalmente acerca de guardar el “qué” y “quién” del Evangelio, usted podría pensar en un principio que las reuniones regulares no son tan importantes. Después de todo, lo que más importa es lo que creemos y si vivimos correctamente esas creencias. Y así, lo que nos interesa principalmente es la enseñanza y las relaciones, ¿verdad? Si comienzo con Mateo 16 y construyo desde cero lo que es la iglesia local, creo que podría llegar a algo tipo Baha’i. Donde las Reuniones semanales no son frecuentes, pero la gente está muy interesada en las relaciones, en el servicio, y en la enseñanza.

Sin embargo, eso no es lo que vemos en el Nuevo Testamento. Vemos que la reunión regular de los creyentes en una iglesia local es realmente importante. Una reunión regular rápidamente se convirtió en semanal, en el primer día de la semana como una celebración de la resurrección de Jesús. Es importante porque en esas reuniones oímos la palabra de Dios, para que podamos seguir recordando y reconociendo el verdadero Evangelio. Y en esas reuniones reafirmamos formalmente que nuestra ciudadanía está en el cielo a través de las ordenanzas.

Ahora, la comprensión del propósito principal de la iglesia es crucial para entender por qué nos reunimos. Así que para el resto de nuestro tiempo quiero caminar a través de tres implicaciones de la declaración de propósito de la iglesia local, para nuestras reuniones semanales.

Implicación # 1: nuestras reuniones son diseñadas por Dios

Mencioné hace unos minutos que cada cristiano necesita una iglesia local. Cada uno de nosotros está absolutamente, de manera vital, en necesidad de una iglesia local que va a guardar el qué y quién del Evangelio. Pero no cualquier cosa llamada “iglesia” lo hará. Alguien puede llamar a una caminata semanal en el bosque una iglesia, ya que se reúnen para estar en comunión con Dios en la naturaleza. Pero eso no es la Iglesia que Jesús habla en Mateo 16. ¿Por qué no? Debido a que Dios nos dijo muy específicamente lo que debe hacer una iglesia y caminar en el bosque no está en la lista.

Es como si su médico le ha dicho que necesita terapia de reemplazo de genes. ¿Cuál es su siguiente pregunta para usted? “¿Quién me recomienda para la terapia de reemplazo de genes?” Debido a que usted no quiere conformarse con nada parecido con ese nombre. Quieres lo que el medico se propone. Lo que él piensa, es lo que necesitas.

Si bien es cierto que necesitamos la iglesia, necesitamos la iglesia que Dios quiere para nosotros. Esto nos lleva a algo que los teólogos llaman el principio “regulador”. Cuando se hace la pregunta, “¿Qué debería hacer la iglesia local cuando se reúne”? Algunas personas pueden responder, “cualquier cosa que no esté prohibido en las Escrituras.” Eso se llama el principio “normativo”. Pero una manera más bíblica de responder a esta pregunta es, “sólo lo que Dios nos ha dicho que hagamos en la iglesia local.” Queremos seguir la receta de Dios, por así decirlo.

¿Cuál es su receta? En el Nuevo Testamento, vemos mandamientos para la iglesia para orar (Col 4: 2-4, 1 Tim 2: 1-2), para leer las Escrituras públicamente (1 Tim 4:13; Col. 4:15, 16) , para escuchar la predicación y la enseñanza (Hechos 2:42; 1 Tim 4:13.), para bautizar a los creyentes (Mateo 28:19) y compartir la Cena del Señor (Hechos 2:42;. 1 Cor. 11); para alentarse unos a otros y alabar a Dios en el canto (Ef 5:19, Hebreos 13:15.), y para dar de sus finanzas (1 Cor 16: 1-2). 1 Cor 14:26 es claro: cada una de estas cosas que hacemos juntos, se debe hacer “para el fortalecimiento de la iglesia” – para edificar a otros. Citando a Ligon Duncan, de la orden de una iglesia para hacer algo en su servicio semanal principal “puede venir en forma de directrices explícitas, requisitos implícitos, los principios generales de la Escritura, mandatos positivos, ejemplos, y las cosas derivadas de buena y necesaria consecuencia” (Give Praise to God, 23). En resumen, oramos la Biblia, leemos la Biblia, predicamos la Biblia, cantamos la Biblia, y vemos la Biblia a la manera de las ordenanzas.

Pero si algo no se encuentra en esa lista, no es parte del plan de Dios para nuestro tiempo junto. Una caminata en el bosque puede ser una manera maravillosa de glorificar a Dios para pasar un tiempo junto. Esto podría dar lugar a la adoración. Pero no es lo que debemos hacer cuando la iglesia local se reúne.

Para explorar más esta idea, voy a dar tres razones por las que debemos seguir este “principio regulador” en nuestras reuniones de la iglesia:

No tenemos mandato para obligar a la conciencia del cristiano de maneras en que la Escritura no lo hace. Debido a que los cristianos se les ordena que estar en la iglesia regularmente (Hebreos 10:25), tenemos que tener cuidado con lo que hacemos en ese entorno de formas que no hacemos en otras áreas. Podríamos tener un picnic de la iglesia de manera opcional donde jugaremos voleibol. Pero si cambiamos el voleibol por nuestra reunión de domingo por la mañana, de repente cambia desde algo que alguien puede participar en algo en que deben participar. Y no tenemos ningún derecho a hacer eso. Al igual que aunque usted puede pensar que es aconsejable abstenerse del alcohol, usted no podría poner eso en nuestro pacto de iglesia, ya que estás mandando a alguien a hacer algo que la Escritura no lo hace.
Dios sabe cómo adorarle mejor que nosotros. Cuando se empieza a entender el principio regulador, se empieza a tener la presunción de no operar de esa manera. ¿Quién puede decir que sabemos cómo adorar a Dios mejor que El mismo? Ese es el punto detrás del segundo mandamiento en los Diez Mandamientos. “No te harás una imagen tallada.” Yo podría pensar que tener una imagen tallada de Dios me ayudaría a adorarle. “Oh no,” dice Dios. Así no es como quiero ser adorado. ¿Tenían buenas intenciones los israelitas cuando hacían una imagen de su Dios en forma de un becerro? Quizás. Tal vez querían hacer algo más concreto para que pudieran adorar mejor. ¿Eso funcionó bien? Nop. ¿Tenían Nadab y Abiú buenas intenciones cuando ofrecieron fuego extraño delante del Señor en Levítico 10? Quizás. Pero su aniquilación instantánea es un recordatorio aleccionador de que los mandatos de Dios no son algo con lo que se podía jugar.
El Espíritu Santo tiene buenas razones para el diseño de nuestras reuniones como lo ha hecho. ¿Por qué limitarnos a los elementos que he mencionado antes? ¿La oración, la lectura de las Escrituras, la predicación, las ordenanzas, cantar y dar? Bueno, no sé. Pero sin duda El ha pensado las cosas mejor que yo. Creo que voy a confiar en él en este caso.
Ahora, como se puede ver que hay diversidad de estilos de culto en diferentes iglesias fieles, estos elementos no son muy restrictivos. Y los cristianos a veces pueden estar en desacuerdo sobre lo que está prescrito en la Escritura y lo que no. Pero incluso cuando no estamos de acuerdo, al menos podemos saber que estamos utilizando el mismo marco y el mismo objetivo. Recibamos sólo aquellos elementos en nuestras reuniones semanales que se prescriben para nosotros en las Escrituras.

Ahora, si usted está planeando los servicios de su iglesia, esto tiene alguna relevancia muy práctica para usted. Pero muy pocos de nosotros estamos en esa situación. Así que permítame presentar tres pasos a tener en cuenta de lo que acabo de decir.

1) A Dios gracias, esto le dará un buen marco para encontrar la manera de evaluar los servicios de una iglesia si algún día es necesario encontrar una nueva iglesia. Busque una iglesia que toma en serio su responsabilidad de seguir la receta de Dios para su principal reunión semanal.

2) Esto debería reorientar cómo evaluamos el servicio de nuestra propia iglesia. En lugar de simplemente pensando, “¿Cómo me sentí al salir de este servicio?” o “¿Qué saque de bueno del sermón?”, podríamos ser un poco más centrados en Dios. “¿Lo que pasó esta mañana le agrada a Dios? ¿Logramos sus propósitos para nuestro tiempo juntos? “Sospecho que todos sabemos que el servicio debe ser acerca de El y no de nosotros. Pero escuchar nuestra conversación después con nuestro cónyuge o nuestros amigos o con nosotros mismo, las cosas a menudo suenan muy diferentes.

3) Reconocer que el Espíritu Santo nos dio todos estos elementos, porque necesitamos todos estos elementos. ¿Encuentra que usted ama los sermones, pero no aprecia realmente las oraciones? O ¿Todo lo que importa es sobre el canto, pero no tiene mucha paciencia para la lectura? Cada uno de nosotros podemos crecer en nuestro agradecimiento por todos los elementos de un servicio de la iglesia que la Escritura nos da.

[Si hay tiempo] ¿Cual sería una gran cosa para nosotros hacer en este momento? ¿Cómo ha crecido en su apreciación de los diferentes aspectos de un servicio de la iglesia en los años transcurridos desde su conversión?

¿Preguntas?

Ahora, he estado centrado casi exclusivamente en el culto, como un domingo por la mañana, la actividad de la iglesia. Pero, por supuesto, todos sabemos que el culto en el sentido de Romanos 12:1 es mucho más amplio que eso. Lo que plantea la pregunta, ¿Qué es tan especial acerca de la adoración corporativa? Y eso es una pregunta que podemos responder con una segunda implicación para una iglesia existente para guardar el quién y el qué del Evangelio.

Implicación # 2: Dios tiene propósitos especiales para la adoración corporativa

Para realmente llegar a esto, creo que tenemos que empezar por definir lo que es la adoración. Me gusta la definición de David Peterson: Adoración es “adherirnos con Dios en los términos que El propone y en la forma en que solo El hace posible.” Es la respuesta a quién es El. Es la obra de las palabras de Jesús en Juan 16:14, “[El Espíritu] El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.”

Es importante reconocer tres características acerca de la adoración:

Se trata de una respuesta a Dios mismo. El culto es un correcto y natural asombro a la gloria de quién es Dios.
Abarca toda nuestra vida. Nuestra actividad diaria puede ser adoración, en la medida que sea una respuesta a lo que es El. Y nos puede llevar a la adoración al enseñarnos la gloria de quién es Dios. Por lo tanto en el trabajo podría encontrar ser un buen jefe un poco del sabor de lo mucho que Dios ama usar su autoridad para nuestro bien. Eso me puede llevar a la adoración que me ayuda a apreciar de una manera como nunca antes lo increíble y deleitoso que es Dios. Y luego en la medida que respondo a un Dios tan bueno al tratar de representar a su autoridad como un buen jefe, mi trabajo se convierte en adoración.
Es un deleite en la belleza de Dios en Cristo. La palabra adoración muy a menudo connota nada más que las emociones que experimentamos cuando cantamos acerca de Dios. Pero podemos estar más atrapados en la experiencia que en Dios. En lugar de que la adoración siendo sea una experiencia deleitosa, es deleite en Dios.
Pero mientras toda la vida puede ser adoración, y toda la vida nos puede llevar a la adoración, estamos hablando de algo mucho más preciso que cuando nos fijamos en la adoración colectiva. A lo que me refiero, la reunión principal semanal de una iglesia local donde todos los creyentes son llamados para ser parte de.

Entonces, ¿qué hay de especial en la adoración corporativa? ¿Qué ocurre allí que no sucede cuando oras, cantas, lees y escuchas un sermón en casa? Te voy a dar una respuesta en tres partes:

Hemos oído un mensaje confiable. En un sentido, al menos en el largo plazo, el mensaje que una iglesia proclama en su predicación, sus canciones, sus oraciones, sus lecturas, es sólo tan buena como la vida de esa iglesia. Vidas transformadas por el Evangelio aprecian la predicación del evangelio transformador. Así que cuando se llega a conocer a la gente en una iglesia, se puede tener una mayor confianza en la fidelidad de su mensaje. Este es el “quién” y “qué” del Evangelio trabajando juntos.
Adoramos juntos. Eso significa que la adoración colectiva es una muestra de unidad. Piense en todos los cientos de sacrificios que deben hacerse para que esto suceda. Sacrificar las preferencias en el estilo musical, en el tiempo de servicio, en la longitud del servicio, en el cuidado de los niños. Y la unidad que producen esos sacrificios. ¡Cuán agradable que debe ser para Dios!
Las ordenanzas. ¿Recuerdas que te dije que las ordenanzas son más importantes de lo que a menudo les dan crédito? Bueno, ellas son la estructura alrededor de la cual se forma una comunidad del Evangelio. No tenemos el trabajo relacional de la comunidad en nuestros servicios per se. Después de todo, no nos reunimos a las 10:30 el domingo para charlar durante dos horas. Pero esa comunidad se exhibe en las ordenanzas y las ordenanzas forman las condiciones del contorno que una verdadera comunidad del Evangelio tiene que formar.
Dios es exaltado cuando su verdadero Evangelio es proclamado. Dios es exaltado cuando la unidad de una congregación diversa se nota en su reunión. Dios es exaltado cuando el pueblo del Evangelio que Su Palabra ha creado se revela a través del Bautismo y la Cena del Señor. ¡Comparado con esto, cantar canciones a Dios en el viaje al trabajo parece tan unidimensional! La adoración colectiva es especial debido a cómo, tanto el qué y el quién del Evangelio, se unen para crear un tapiz de adoración que es mucho más profunda y compleja que cualquiera de nosotros podría hacer por nosotros mismos solos.

Entonces, ¿qué debemos hacer con esto? Bueno, esperemos que la comprensión de los propósitos de Dios para la adoración colectiva nos lleve a priorizarla un poco más. Digamos que usted está de vacaciones, por lo que acaba de hacer un tiempo en silencio extra largo el domingo por la mañana para compensar el hecho de que no estás en la iglesia. Ahora, no hay nada malo en eso. En ninguna parte de la Escritura se nos dice que necesitas para estar 52 semanas al año en su propia iglesia. Pero cualquier sugerencia de que su largo tiempo de silencio es de alguna manera similar a estar en la iglesia, es perder totalmente el objetivo. Es un punto de vista demasiado centrado en las personas. Como si la iglesia sólo es importante debido a la nutrición espiritual que salga de ella. Y que yo mismo me puedo dar un “sustituto de la iglesia” para que me ayude dentro de la semana. Pero más allá de eso, no comprendemos todas las formas en que un servicio de iglesia honra a Dios que nunca pueden lograr solo por mi cuenta.

Una iglesia guarda el qué y quién del Evangelio con el fin de mostrar la gloria del Dios Todopoderoso en su vida en conjunto. Y, al hacerlo, son capaces de tocar una nota de adoración mucho más profunda que cualquiera de nosotros pueda lograr por nuestra cuenta. Esa es nuestra segunda implicación.

¿Alguna pregunta?

Ya hemos respondido a la pregunta: “¿Cómo es un servicio de la iglesia diferente de un tiempo de silencio?” Y te habrás dado cuenta de que todas las respuestas que he dado son de naturaleza vertical. Cómo adoramos a Dios de manera diferente juntos que separados. Pero si usted está familiarizado con las enseñanzas del Nuevo Testamento respecto a la iglesia local, se dará cuenta de que he dejado aparte una gran parte de esa respuesta, que es nuestra tercera implicancia. La iglesia reunida se trata de relaciones horizontales entre nosotros.

Implicación # 3: La Iglesia se reúne para edificación

1 Corintios 14:26 es un interesante e inesperado versículo sobre nuestras reuniones corporativas. Esto es lo que Pablo escribe:

“¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación”.

Es fácil pensar que la iglesia debe ser sólo acerca de Dios. Que los servicios de la iglesia deben ser sólo acerca de alabar a Dios. Pero si el propósito de la iglesia es proteger el “qué” y “quién” del Evangelio, entonces ese punto de vista es demasiado limitado. Pablo está tratando de demostrar algo aquí en 1 Corintios. Según él, la edificación es una razón clave por la que nos reunimos cada semana. Y eso significa que nosotros no simplemente nos reunimos en una dirección vertical; hablar a Dios, sino que además en una dirección horizontal; hablar unos con otros. Como Pablo escribe a los Efesios, “hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones”(Ef. 5:19).

Es por eso que tenemos himnos que se dirigen a nosotros mismos y no sólo a Dios. Es por eso que leemos la Escritura en voz alta. Es por eso que tenemos lecturas de respuesta y antifonales entre nosotros. Es por eso que mantenemos las luces encendidas en lugar de oscurecer el lugar, como si lo único importante es lo que dices en tu corazón el uno al otro. Es por eso que, a pesar de que no fue diseñado con esto en mente, que es agradable que nuestro espacio de asientos está diseñado en una disposición circular. Así, podemos ver unos a otros cuando nos reunimos.

Bueno, si este es uno de los propósitos de nuestra reunión semanal principal, yo supongo que debe afectar la forma en que nos reunimos, en términos de nuestra actitud y lo que hacemos cuando nos reunimos. Pero déjame poner eso como una pregunta para ti. ¿Cuáles son algunas de las implicancias de esta idea, que se reúnen en parte, con el fin de hablar el uno al otro? [Pensar en cómo las verdades que cantan / escuchan / leen aplican tanto a usted y a otros; no ser una distracción; cantar en voz alta para que podamos escuchar a los demás; esforzarse en compartir; escuchar a otros; etc.]

Conclusión

Cuando nos reunimos el domingo por la mañana, tenemos una visión de la gloria de la congregación final de Dios en el cielo. Para muchos de nosotros, es cuando el cielo se siente más real, y estimamos las cosas de Dios como más valiosas. Y necesitamos esa imagen, ¿verdad? Necesitamos esa imagen porque, a pesar de lo caído del mundo que nos rodea, estamos hechos para el cielo. Así que gracias a Dios que nos ha dado este recordatorio semanal de nuestro destino eterno. Vamos a añadir todas las cosas por las que le podemos alabar a medida que vamos hacia arriba a unirse en esta imagen del cielo en unos pocos minutos.

Congregacionalismo y Ancianos

Serie: La Teología de La Iglesia

I. Introducción.

Como es el caso, creo que, con estas seis clases, antes de entrar en estas preguntas, tenemos que averiguar por qué son importantes. No puedo decir que el congregacionalismo y los ancianos sean temas importantes para la mayoría de los cristianos hoy en día. Y, a pesar de que hayan decidido que estos temas son lo suficientemente importantes como para justificar venir a la clase de hoy, creo que se beneficiará más si usted entiende por qué son importantes.

¡Buenos días! Bienvenido de nuevo a la Teología del seminario central de la Iglesia. Como ya he mencionado antes, nuestro tema de esta mañana es el liderazgo de la iglesia local y como entendemos el papel de la congregación y de los ancianos, y cómo los dos encajan entre sí.

Así que empecemos con una pregunta. Digamos que usted no ejerce ninguna función en nuestra iglesia, y nunca lo hará. Nunca serás un anciano o un diácono. ¿Por qué es importante que usted entienda el modelo de liderazgo que la Biblia describe para la iglesia local?[Respuestas: Hebreos 13:17 nos dice que debemos ayudar a nuestros líderes a conducir; lo haremos mejor si entendemos cómo se supone que deben conducir; estamos en una iglesia Bautista, por lo que todos reconocen que los miembros de la congregación tienen autoridad para tomar decisiones, además de nuestros líderes; seleccionamos una iglesia, en parte, en función de si son fieles a la Escritura en la forma en que se estructura el liderazgo]

Muy bien. Déjeme darle un esquema para el resto de nuestro tiempo. Vamos a empezar con la autoridad de la congregación. Eso es porque, en Cristo, su autoridad es el nivel más básico de autoridad en una iglesia local que vemos en las Escrituras. A continuación, vamos a ver la autoridad de los ancianos. En ese sentido, estamos colocando la autoridad de los ancianos dentro de la autoridad de la congregación ya que la autoridad de los ancianos existe para ayudar a equipar a la congregación a ejercer su autoridad. Y, por último vamos a ver un poco de la interacción entre los dos.

II. Autoridad de la Congregación

Para mucha gente, “congregacionalismo” es una palabra que produce miedo. ¿De que estamos hablando: tener a toda la iglesia votando acerca de qué tipo de lápices vamos a comprar? ¿Irrumpir en peleas por el color de la alfombra?

Historias como éstas, sin duda dan al congregacionalismo un mal nombre. Pero la pregunta es, ¿Qué dice la Biblia?

Esta es la gran idea central que debemos captar: la Biblia enseña que la membresía de la iglesia es un oficio. Es un trabajo. Y su trabajo como un miembro de la iglesia es proteger el que y el quien del Evangelio.

Es el trabajo de toda la iglesia el responder a las preguntas, “¿Esa es una verdadera confesión respecto al Evangelio? ¿Es un verdadero confesor del Evangelio? “Eso, allí mismo, es el corazón bíblico y la sustancia del congregacionalismo.

Expliquemos esto en cuatro fases:

# 1: Hay diferentes tipos de autoridad en la iglesia.

Las personas a menudo tratan la autoridad con diferentes términos como: O este grupo tiene autoridad, o aquel grupo tiene autoridad. Y en muchas instancias de la vida esto es verdad.

Pero eso no es el caso en la iglesia. Los pastores tienen un tipo de autoridad; la congregación tiene otro tipo de autoridad. Y Jesús hace responsable a cada uno de su parte.

# 2: La autoridad de las llaves del reino pertenecen a la congregación en su conjunto.

Pasamos semanas anteriores explorando el asunto de las llaves del reino, que es una idea que Jesús presenta cuando introduce la iglesia en Mateo 16. Sólo para revisar, Jesús pregunta a Pedro: “¿Quién dicen que soy?” Simón Pedro responde, “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.” Jesús aprueba la respuesta de Pedro, y luego dice,

18 Y os digo, que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. 19 Yo te daré las llaves del reino de los cielos, y lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos “(Mat. 16: 18-19).

Jesús está interesado en un qué y un quién. ¿Qué es una confesión correcta, y quien es un confesor correcto?

Entonces Jesús le da a Pedro y a los apóstoles esta misma autoridad: la autoridad de estar delante de un confesor, para escuchar su confesión, y para anunciar un juicio oficial de parte del cielo.

  • Es o no es una confesión correcta.
  • Y si es o no es un verdadero confesor.

Quiero que nos aseguremos de entender esto: El que está llevando estas llaves del reino tiene la autoridad del cielo, no para hacer un cristiano, sino para declarar quien es un cristiano, lo cual (como hablamos la semana pasada) hacemos a través del bautismo y la Cena del Señor. Usted visitará su embajada si su pasaporte expira pronto para no ser expulsado del país. Ellos no te hacen un ciudadano de ese país, pero tienen la autoridad para renovar su pasaporte y declarar que usted es un ciudadano.

En Mateo 16, se les dice a los apóstoles que tienen las llaves. Luego, en Mateo 18, Jesús pone las llaves en las manos de la iglesia local. Un hombre no se arrepiente de un pecado grave. Entonces Jesús llama a la iglesia a tomar medidas; que hace referencia al lenguaje de las llaves. No se hace mención de los pastores o ancianos aquí. La última instancia de apelación es la iglesia.

La iglesia local tiene la autoridad para vigilar el qué y el quién del Evangelio. Se tienen las llaves.

¿Es entonces el congregacionalismo el poner un micrófono en el pasillo en una “reunión de trabajo” para que los miembros descontentos puedan llegar y decirle al pastor cómo hacer su trabajo? De ninguna manera.

Se trata de proteger y proclamar el Evangelio. Cuando somos bautizados en el nombre de Cristo (Mateo 28), usted se hace responsable por toda la familia. Esta responsabilidad es igualada por una autoridad: donde dos o tres están reunidos en el nombre de Cristo, como iglesia, para ejercer las llaves (por ejemplo, a través de la disciplina de la iglesia), ahí está Cristo (Mateo 18:20.). Su reputación y autoridad están detrás de su ejercicio de las claves.

No me diga que llevo formalmente el nombre de Jesús a las naciones, pero que soy incapaz de proteger su nombre contra la falsa doctrina y falsos profetas. Es por eso que la autoridad de la congregación es importante.

# 3: La membresía de la Iglesia (por lo tanto) es un oficio, o un trabajo.

Responsabilidad de trabajo número 1: ayudar a preservar el Evangelio. A todo el que quiera unirse a su iglesia, debe decirle: “Usted, como miembro ordinario de esta iglesia y habiendo sido bautizado cristiano, es responsable de proteger y preservar el Evangelio.”

Es por eso que Pablo pide a la congregación limpiarse de las falsas enseñanzas sobre el Evangelio en Gálatas 1. Espero que en cada iglesia, alguna vez, en alguna parte de la vida, la congregación tenga la autoridad y la capacidad de despedir a su pastor si alguna vez lo necesitan.

Responsabilidad de trabajo número 2: ayudar a aprobar a los ciudadanos del Evangelio. Cada miembro de su iglesia es responsable de proteger y preservar el Evangelio al aprobar o descartar ciudadanos del Evangelio.

Al igual que vimos hace dos semanas, eso se ve en 1 Corintios 5 y Mateo 18 cuando estudiamos la disciplina. Es la congregación quien debe actuar para aclarar quien representa a Jesús al mundo.

Piense en lo que esto significa: Cuando los pastores o ancianos dicen a los cristianos, “Hey, es nuestro trabajo recibir a los miembros. Es nuestro trabajo la disciplina. Es nuestro trabajo proteger el Evangelio. Usted solo tome asiento,” esto simplemente debilita a los cristianos y promueven la complacencia y el nominalismo. Hola, 1500 años de cristiandad.

Es por eso que ocupamos tanto tiempo en nuestras reuniones de miembros que ven los miembros entrar y salir. No es sólo que nosotros queremos que sepa quienes han de unirse; queremos que se sienta la autoridad que las Escrituras le dan. De lo contrario, le quitamos, como miembros, de las responsabilidades que Jesús le ha asignado.

# 4: La iglesia tiene el oficio de autoridad en la disciplina y la membresía (Mateo 18; 1 Cor. 5) y la doctrina y el liderazgo (Gálatas 1).

Eso por eso que votamos respecto a: membresía, disciplina, la declaración de fe cuando se está uniendo a la Iglesia, y quiénes son los líderes.

Y, simplemente como una cuestión de prudencia, solicitamos a la iglesia para afirmar el presupuesto anual en su conjunto, debido a que un presupuesto determina la dirección de nuestro ministerio evangélico.

Ahora, esto tiene relevancia más allá de la autoridad formal de votar en las reuniones de miembros. Si vamos a ejercer esa responsabilidad, necesitamos conocer el Evangelio, ¿verdad? Más allá de eso, tenemos que entender nuestra Biblia lo suficientemente bien como para que podamos detectar la enseñanza de que, aunque al principio parece atractiva, tiene el potencial de corromper el mensaje del evangelio.

Y necesitamos conocernos unos a otros. Hablamos mucho de eso en esta iglesia. Parte de ser un miembro es conocer y ser conocido. Espero que puedan ver cómo esto se deriva directamente de nuestra descripción de trabajo como congregación. Tenemos autoridad para reconocer si una persona es de hecho un confesor apropiado de Cristo, y tenemos que participar activamente en la vida del otro para hacer eso. Ese es el discurso de una cultura donde el discipulado, la hospitalidad, la gracia y la honestidad son normales.

Eso significa que cuando un amigo está luchando espiritualmente, es su trabajo ayudarle. No sólo el alertar a un anciano de la situación, sino estar en la primera línea de la pastoral. Los ancianos estarán allí para equipar y animar y a veces caminar junto a ti. Pero en última instancia, la atención por los demás es nuestro trabajo, juntos, todos.

Y, para que no suene en absoluto como un regaño: como congregación usted hace un trabajo maravilloso en esto. Eso es parte de lo que hace que en esta iglesia sea una alegría el dirigir. Es raro el caso de que una situación pastoral llegue a los ancianos, donde varios miembros no están ya involucrados, para orar, ayudar, alentar y enseñar. Alabado sea Dios, que es exactamente como debe ser.

III. Autoridad de los ancianos

Si esa es la autoridad de la congregación, ¿Cómo encaja la autoridad de los ancianos dentro de ella? Bueno, ¿recuerda que dije que hay dos tipos de autoridad? La iglesia como autoridad de las llaves. Los ancianos tienen la autoridad de la enseñanza y supervisión. Pablo en Hechos 20: “el Espíritu Santo os ha puesto por obispos”.

Pablo en Tito 1: “[Un anciano]… debe exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen” (1: 9).

Y el autor de Hebreos, “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos, porque ellos velan por vuestras almas”

Eso significa que, salvo en circunstancias extraordinarias, los ancianos utilizan su autoridad de la enseñanza y supervisión para dirigir a la iglesia en el uso de las llaves.

La congregación no puede juzgar sabiamente el qué y el quién del evangelio: no pueden cumplir con sus responsabilidades con prudencia, a menos que tengan maestros del Evangelio que entreguen enseñanza y supervisión.

¡Ellos necesitan Ancianos para hacer su trabajo! Necesitan Ancianos para guiarlos en el ejercicio de las llaves.

¿Cómo los ancianos hacen esto? Bueno, podemos desglosar sus responsabilidades en unas pocas categorías que encontramos en la Escritura.

1. El ministerio de la Palabra

Aparte de no ser un nuevo convertido, la única salvedad que un anciano tiene y un diácono no, es su capacidad o aptitud para enseñar. Por lo tanto, no es sorprendente que los ancianos son para enseñar la Palabra. En público y en privado. Siempre dispuesto a aplicar la Palabra a la situación en cuestión. Así en Hechos 6, cuando los apóstoles por primera vez introducen la idea de los diáconos, uno de los principales papeles de los diáconos era que los apóstoles no distrajesen su atención del ministerio de la Palabra y de la oración. Y lo mismo es cierto hoy en día de los ancianos.

Un anciano debe tener absoluta confianza en la capacidad de la Palabra de Dios para hacer la obra de Dios.

2. El ministerio de la oración

Esas son las otras cosas que vimos que los apóstoles se dedicaban en Hechos 6. Por lo tanto, se deduce que los ancianos también deben orar. Orar por ellos mismos, orar por otros ancianos, orar por las necesidades de los que conocen en la iglesia, y orar por los desafíos más grandes que enfrenta la iglesia.

Usted sabe por experiencia propia la mayor cantidad de sus mejores intenciones para la oración pueden ser frustrados por el ajetreo de la vida. No piense que los ancianos son inmunes a esas mismas tentaciones y presiones. Así que cuando usted ore por los pastores, ore para que vayan a orar. Ore para que Dios los sostenga en la oración. Al igual que Hur levantó los brazos de Moisés en Deuteronomio, sostenga a sus pastores en la oración, para que puedan seguir orando.

3. El Ministerio de reunir y proteger

Una de las principales condenas que Dios levanta contra los malos pastores del Antiguo Testamento es la de haber sido dispersado al rebaño. Sin embargo, Dios promete reunirlo de nuevo (Jer. 50: 623: 1-4).

Efectivamente, Jesús es el Buen Pastor cuya voz y las ovejas escuchan y siguen. Él es quien las reúne. Pero no sólo eso, sino que además las protege. Él es el pastor que deja las 99 ovejas para localizar a una sola que se ha ido por mal camino. Y luego le dice a su Padre que no ha perdido ninguna de las ovejas que el Padre le había dado. El trabajo de un anciano es ser un pastor bajo la tutela de este buen pastor.

Pablo les dice a los ancianos en Hechos, “Tened cuidado de vosotros y de todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos” (Hechos 20:28). Y Pedro dice:

“Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.” (1 Pedro 5:2-4)

Los ancianos deben vigilar a todo el rebaño. Ellos deben tener en cuenta a los débiles y a los que están luchando, a los rebeldes, y a los lobos con piel de oveja.

Casi siempre, los miembros deben someterse y seguir a sus líderes. Ellos deben obedecerles, como dice Hebreos 13:17. Seguir su ejemplo, como dice Hebreos 13:7. Los ancianos están ahí para equiparnos, mediante la enseñanza, la oración y protección, para hacer el trabajo del ministerio y ser fieles a Jesús.

IV. ¿Cómo estos encajan entre sí?

De acuerdo. Así que, una última pregunta: ¿cómo la autoridad de los ancianos encaja con la autoridad de la congregación?

Creo que un buen lugar para comenzar es con la descripción de Pablo acerca del ministerio en Efesios 4. Esto es lo que Pablo escribe, comenzando en el versículo 11:

11 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros,

12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,

13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;

14 para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error,

15 sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo,

16 de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.

Parte de lo que vemos aquí es la primera responsabilidad de la iglesia que vimos en Mateo 16: Para proteger una buena confesión. Se ve en el verso 14: en lugar de ser llevado por cualquier viento de doctrina, estamos estables, basados en un Evangelio que no cambia. Ahora, ¿Cómo sucede esto? ¿Es que los líderes de una iglesia protegen nuestra doctrina? No: es la congregación. Miremos hacia atrás a los versículos 12-13. Es la congregación que hace la obra del ministerio, que madura en la unidad y en la plenitud de Cristo. Nos preocupamos por los demás, y como cada uno de nosotros se mantiene fiel al Evangelio y la Iglesia en su conjunto se mantiene fiel. Eso es algo que incluso la mejor declaración de fe no puede lograr.

Y sin embargo, la congregación no hace esto sola por su cuenta, ¿verdad? Lo hacen mientras están siendo equipados. Equipados por los maestros de la Palabra que Pablo menciona en el versículo 11. Por lo tanto, no es que la autoridad de los ancianos eclipsa el de la congregación, o viceversa. Es que las dos autoridades se apoyan entre sí. Ninguno de ellos puede cumplir con la tarea que Dios les ha dado sin el otro.

No es una congregación pasiva

Así, por un lado, el congregacionalismo no ve la congregación como simplemente para ejercer la autoridad solo en situaciones de emergencia. Puede haber algo de eso, como explicaré en un momento. Pero, en general, la protección del Evangelio es el trabajo del día a día de la congregación, equipado por los ancianos. Pensemos en dos iglesias hipotéticas por un momento.

  • Iglesia 1: los pastores tienen las pesas y la cuerda de saltar. Ellos están haciendo todo el ejercicio. Y la iglesia está sentada en sillas para recostarse alrededor mirando.
  • Iglesia 2: los pastores caminan entre esa multitud de sillas de descanso, dando a la gente un ejemplo, y luego les muestran cómo usar las pesas y las cuerdas de saltar.
  • Por supuesto que no estamos hablando de pesas y cuerdas para saltar; estamos hablando de guardar el qué y el quién del Evangelio. Por lo tanto, ¿que iglesia cree usted que será más saludable internamente y externamente más evangelística?

No es una congregación todo-poderosa.

Pero por otro lado, esto no es democracia representativa tampoco. Especialmente aquí en DC, algunas personas miran la política bautista y piensan, “OK. Lo entiendo. Es como si la congregación es el pueblo y los ancianos son el congreso. Votamos a favor para hacer lo que queremos, y votamos en contra para que no se haga. “No, No, No! No es así en absoluto.

Para ser veraces, la congregación tiene la autoridad más básica bajo la autoridad de Cristo. Sin embargo, la autoridad de los ancianos no es dado a ellos por nosotros (la congregación), sino que se le da a ellos por Cristo, como se ve en pasajes como Hebreos 13:17. Y los ancianos deben utilizar su autoridad para ayudarnos, a la congregación, a ejercer nuestra autoridad.

Eso significa que el 99,9% de las veces, estas dos autoridades trabajan juntas. Luego, en situaciones extremas, la congregación utiliza su autoridad sobre y contra la autoridad de los ancianos, algo así como el poder de veto. Igual que el freno de emergencia. A medida que enseñamos la importancia de la membresía, cuando los ancianos conducen de una manera que es claramente contraria a la Escritura, en un asunto muy importante, la congregación necesita levantarse y deshacerse de los ancianos.

Pero, en general, estas dos autoridades trabajan juntas, no opuestas entre sí. Y, en general ni los ancianos ni la congregación ejerce su autoridad como una carta de triunfo. (“Hagan esto porque lo digo yo”). En su lugar, están viviendo bajo el peso de su responsabilidad ante Dios; la responsabilidad que proviene de esa autoridad. Cuidar, exhortar, animar y enseñar a fin de que, como iglesia, podamos seguir protegiendo el qué y el quién del Evangelio.

V. Conclusión

Me encanta como Charles Spurgeon pensó en su propia vocación en este sentido, tomando prestada una imagen de El Progreso del Peregrino:

Estoy ocupado en mi pequeña vía, como el señor Gran Corazón se empleó en los días de Bunyan. Yo no me comparo con este campeón, pero estoy en la misma línea de negocio. Estoy ocupado en visitas guiadas personalmente al cielo; y tengo conmigo, en la actualidad, querido Padre Viejo Honesto: me alegro de que sigue vivo y activo. Y ahí está Cristiana, y sus hijos. Es mi negocio, hago lo mejor que puedo, para matar a los dragones, y cortar cabezas de gigantes, y guiar a la tímida y a la temblorosa. A menudo me temo perder algunos de los más débiles. Tengo dolor en el corazón por ellos; pero, por la gracia de Dios y su ayuda amable y generosa en el cuidado de unos a otros, confío en que todos vamos a viajar con seguridad hasta la otra orilla del río. Oh, cuántos he tenido que separar de allí! Me he parado en el borde, y los he oído cantar en medio de la corriente, y casi he visto a los más brillantes que les llevan hasta la colina, y a través de las puertas, hasta la Ciudad Celestial.1

Ese es el objetivo de nuestros Ancianos, ¿verdad? Y más en última instancia, esa es la meta de toda nuestra congregación al ser equipados por nuestros Ancianos. Para cuidarnos unos a otros hasta el borde del río, y gozarnos en la recompensa que hay en el otro lado.

Pregunta de Discusión: ¿Qué consecuencias podría tener esto para la forma de trabajar de la pastoral en nuestra congregación? [Respuestas: los miembros son pastoreados principalmente entre ellos mismos. Los Ancianos equipan principalmente a través de la enseñanza pública. Los ancianos deben estar involucrados principalmente como entrenadores, ayudando a los miembros a preocuparse por los demás, etc.]

Ordenanzas

Serie: La Teología de La Iglesia

Ordenanzas

Introducción

¿Por qué son importantes las ordenanzas, es decir, el bautismo y la cena del Señor?

Esto es debido a que muestran de forma visible la comunidad de la iglesia local.

Una forma de describir los problemas de la iglesia evangélica moderna es que hemos olvidado la importancia de ver.

Por un lado, algunas iglesias se han vuelto demasiado centradas en la atracción. Ellos hacen de todo para atraer a una multitud de modo que la gente pueda escuchar el Evangelio. Pero el deseo de la gente para oír se ha traducido en una comunidad que no es digna de ver.
Por otro lado, algunas iglesias creen que debido a que predican la palabra correctamente, han hecho lo más importante. Tal vez a través de impulsos legalistas o conformistas, su comunidad ha perdido la vitalidad que vemos en la Escritura. Por lo que la gloria de lo que oímos desde el púlpito no se refleja en la congregación que está reunida alrededor de esa predicación.
Esta asociación entre oír y ver es fundamental mientras llegamos a la idea de las ordenanzas, porque son lo que destaca a la comunidad de la iglesia; la cual es (como el libro de Mark Dever propone) el Evangelio hecho visible. Muchos historiadores señalan que, incluso más que ser un debate acerca de la justificación con algunas implicaciones para la Cena del Señor y el bautismo, la Reforma fue un debate sobre las ordenanzas; con algunas implicaciones para la justificación. Hoy en día, estas ordenanzas parecen tan periféricas a la iglesia, que pueden parecer extrañas. Espero que para el final de la clase, tengamos una mayor comprensión de por qué la gente estaba dispuesta a morir por estas verdades.

¿Qué son las ordenanzas?

Las “ordenanzas” se refieren al Bautismo y a la Cena del Señor. Exactamente, ¿que son?

El Bautismo se define en nuestra declaración de fe: “Creemos que el bautismo cristiano es la inmersión en agua del creyente, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; para manifestar en un emblema solemne y hermoso, nuestra fe en el Salvador crucificado, sepultado y resucitado, cuyo efecto, es nuestra muerte al pecado y resurrección a una nueva vida.” Se oyen ecos de Romanos 6:3-4, “¿no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida.” El bautismo no salva; se trata de un ” emblema solemne y hermoso” de nuestra fe que salva por la gracia de Dios. Es un cuadro de nuestra muerte, sepultura y resurrección en Cristo.

Nuestra declaración de fe también describe la Cena del Señor: “los miembros de la iglesia por el uso sagrado del pan y el vino, conmemoran juntos el amor de Cristo hasta Su muerte; precedidos siempre por un solemne auto-examen.” Lo llamamos la Cena del Señor; los cristianos también la han llamado la Comunión (del latín communion, compartir en común, a causa de nuestro compartir con Cristo y unos con otros) y la Eucaristía (de la palabra griega “eucharistia” que es “acción de gracias” porque Jesús tomó el pan y “dio gracias “antes de partirlo). Algunos cristianos lo llaman simplemente ” la fracción del pan.” Tiene sus precursores en la cena de la Pascua del Antiguo Testamento, e incluso antes de eso, cuando el sacerdote Melquisedec ofreció pan y vino para Abram como “sacerdote del Dios Altísimo” (Génesis 14:18). Nuestra declaración de fe añade la frase, “siempre precedido por un solemne auto-examen” a causa de la enseñanza de Pablo en 1 Corintios 11:28, “Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa.”

Desde la Asamblea de Westminster en la década de 1640, los cristianos reformados han hablado de las ordenanzas o algunos utilizan el término sacramento; tanto como “señal” y “sello” del pacto. Como “señales” son una indicación externa de una realidad interior. La realidad interior de nuestra fe. Y la señal es muy potente. Para citar Westminster, “Hay en cada sacramento una relación espiritual o unión sacramental entre la señal y la cosa significada; de donde llega a suceder que los hombres y efectos del uno se atribuyen al otro.” Nosotros sabemos esto a partir de la lectura del libro de los Hechos. Así en Hechos 2, Pedro no le dice a la multitud en Pentecostés, “arrepiéntanse y crean” sino “arrepiéntanse y bautícense.” No es que el bautismo salve; eso lo hace la fe. Pero el bautismo está tan estrechamente ligado a la fe que a veces se usa como sinónimo de fe.

Y entonces como “sellos” las ordenanzas verifican las promesas que Dios nos da en el Evangelio. Así es como Juan Calvino lo escribió:

Los sacramentos traen consigo promesas clarísimas; y tienen dé especial, más allá de la Palabra, que nos representan al vivo las promesas como en un cuadro.1

Volviendo a Westminster, la Confesión de Westminster establece cuatro objetivos para las ordenanzas en la Escritura:

Ellos representan a Cristo y sus beneficios para nosotros. Y, como Calvino acaba de recordarnos, lo hacen de una manera única visual y física.
Confirman nuestro interés en él. Nos recuerdan que Cristo ha muerto y resucitado para la remisión de nuestros pecados.
Marcan de forma visible la Iglesia respecto del mundo. Es decir, cuando usted se sienta y mira la Cena del Señor por ejemplo, lo que se está viendo es una instantánea de, lo mejor que podemos saber, la verdadera iglesia.
Nos dedican al servicio de Dios en Cristo, de acuerdo a su Palabra. Que es una de las razones por la que renovamos nuestra Alianza juntos antes de tomar la Cena del Señor como una iglesia.
Para el resto de nuestro tiempo, vamos a trabajar a través del bautismo y la Cena del Señor, respondiendo principalmente a la cuestión de por qué son importantes.

¿Por qué importa el bautismo?

Digamos que me hago cristiano. Pero nunca me bautizo. Todavía puedo ir al cielo, ¿verdad? Entonces, ¿qué daño hace usted como resultado de esta omisión?

[Respuestas: estoy desobedeciendo a Cristo lo que le deshonra; pierdo la oportunidad de anunciarlo públicamente; pierdo la confirmación de una iglesia local de acuerdo a que mi profesión parece genuina; pierdo un recordatorio visual de mi muerte a mí mismo y de la vida nueva en Cristo; otras personas pierden la oportunidad de ver en dicho recordatorio su propia salvación; los no cristianos se pierden una representación visual del Evangelio, etc.]
Ahora, presumiblemente, una comprensión de los beneficios debe informar como hacemos el bautismo como iglesia. ¿Ha visto el bautismo practicado y aplicado de un modo que subvierten estos propósitos? Por el momento, vamos a dejar de lado la cuestión del bautismo de niños y sólo pensar en el bautismo de creyentes.

[Respuestas: iglesias que no requieren el bautismo para ser miembro: ¿Qué están diciendo con esto? Que la obediencia es una parte opcional de seguir a Jesús; iglesias que hacen el bautismo en masa: hacen que sea menos visible el testimonio de lo que Dios ha hecho; no se hace en el marco con conexión a una iglesia: ¿Qué quieren decir con el acto del bautismo?; no es explicado: el signo visual no se traduce para nosotros]
¿Quién debe ser bautizado?

Ahora, se dará cuenta de que toda esa discusión que acabamos de tener asume que el Bautismo es sólo para los creyentes. Pero, por supuesto, esto es algo que ha sido objeto de debate desde hace cientos de años, y trabajamos estrechamente con iglesias que están en desacuerdo en esto con nosotros. Así que ¿por qué creemos que el bautismo es sólo para los creyentes? Bueno, podríamos hablar de esto durante semanas. Pero te voy a dar un breve resumen del argumento.

Argumento a favor del bautismo de niños

Para comenzar, tenemos que entender el argumento del otro lado de este debate. Algunos Bautistas son sorprendidos (algunos que están sin preparación), por lo bueno del argumento. Y nunca nos hace ningún bien discutir desinformados o con un mal entendido de la otra postura que en realidad nadie cree. Ahora, la mayoría de la gente de hoy en día que bautizan a sus bebés lo hacen porque creen que el bautismo quita el pecado original, debido a que son católicos romanos. Y ellos no creen en la salvación por la fe sola. No voy a tratar con ellos en este momento. En su lugar, quiero tratar con aquellos que están de acuerdo con nosotros en el evangelio, como los presbiterianos y anglicanos, y sin embargo todavía bautizan a los niños. Para usar un término técnico, es un “paidobautista.”

En resumen, el argumento es que el bautismo es la continuación del nuevo pacto de la señal y el sello de la circuncisión. Un paidobautista señalará que en el Antiguo Testamento, Dios quiso que los niños fuesen parte del pacto que hizo con Israel, y el signo y el sello de ese pacto era la circuncisión. La circuncisión no era sólo para los niños, pero se aplica principalmente a los niños. Y este rito era tan importante que el Señor dice a Moisés en Éxodo 12 que ningún varón no circuncidado debe participar en la Pascua.

Así que cuando llegamos al Nuevo Testamento, la fuerte presunción es que los niños seguirán siendo incluidos en el pacto, a menos que tengamos clara enseñanza de lo contrario. Pero ahora, el signo y sello del pacto es el bautismo, no la circuncisión. Así que ahora se aplica a todos los niños, no sólo a los bebés varones. No es sorprendente, pues, en Hechos 2 cuando Pedro proclama “Arrepentíos, y bautícese” como he leído antes, él sigue con “Porque la promesa es para ustedes y para sus hijos.” Caso cerrado.

Argumento para el bautismo solo de Creyentes

Entonces, ¿Qué puede decir un bautista a eso? Bueno, permítanme resumir en unos pocos puntos. Y debo mencionar que la controversia no es si los creyentes deben ser bautizados. Prácticamente ninguna persona en la tierra que se hace llamar cristiano no estaría de acuerdo con eso. Se trata de si solos creyentes deben ser bautizados.

Te voy a dar algunas declaraciones sobre esta cuestión.

Cuando el Nuevo Testamento describe lo que representa el bautismo, describe la vida nueva en Cristo. Leamos esos versos de Romanos 6 que acabo de mencionar. Somos resucitados a una nueva vida, se dice. El supuesto es que la persona que está siendo bautizada ha sido cambiada. Ha sido regenerada.
Cuando el Nuevo Testamento pone en paralelo el bautismo y la circuncisión, hace un paralelo del bautismo no con el viejo pacto de la circuncisión de la carne, sino con la circuncisión del corazón. A modo de contexto, es útil recordar que a través del Antiguo Testamento, Dios le recuerda periódicamente a su pueblo que en lo que él está más interesado no es en la circuncisión de la carne, sino la circuncisión del corazón. Miremos cuidadosamente Colosenses 2 para ver donde está el paralelo.
11 En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo;

12 sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.

Cuando alguien dice “en ausencia de cualquier enseñanza en sentido contrario, debemos seguir considerando los bebés que no hayan sido salvos aún como miembros de la alianza.” Pero Colosenses 2 es bastante claro que enseña lo contrario, ¿no es así? La continuidad no es entre la circuncisión y el bautismo, sino entre la circuncisión del corazón y el bautismo. Es entre la fe salvadora y el bautismo.

No existen claros ejemplos de bautismo infantil en el Nuevo Testamento. De hecho, las referencias al bautismo hablan de conversión. Así, Pedro en Hechos 2 que ya he mencionado, habla de “arrepentimiento” y ser bautizado. Afirmamos, como él dice, que esta promesa es para sus hijos: ellos pueden arrepentirse y ser bautizados, sin ningún problema. Pero no ser bautizados, sin arrepentirse. Y, como se lee más adelante, la promesa no es sólo para nuestros hijos. Es “para sus hijos y todos los que están lejos, para todos cuanto el Señor nuestro Dios llama a sí mismo.” Tenemos que pensar en nuestros hijos en la misma categoría de todos los que están lejos, con el deseo de que el Señor nuestro Dios debe llamar a sí mismo.
El único ejemplo de bautismo en el Nuevo Testamento que no describe los destinatarios del bautismo al oír la Palabra o creer es Lidia en Hechos 16. Y como mujer, que viaja siendo comerciante fuera de casa, es la menos probable de haber tenido niños pequeños con ella.

No existen referencias conocidas a bautismo infantil en la iglesia temprana, aunque hay muchas referencias al bautismo de los adultos. La primera referencia que vemos que el bautismo infantil es con Tertuliano alrededor AD200 que es en realidad un argumento en contra de esta practica. La primera defensa del bautismo de niños que tenemos no es hasta Cipriano alrededor de AD250 y que estaba discutiendo por ello si era salvífico o no. No es el argumento para el bautismo de niños que oímos hoy. Uno esperaría que si el bautismo infantil estaba muy extendido y si no era universalmente aceptado (que claramente no lo era), entonces encontráramos muchas referencias a ello en los escritos de los líderes de la iglesia primitiva, pero no es así.
¿Qué es la Cena del Señor?

Para el resto de nuestro tiempo, me gustaría cambiar nuestra atención a la Cena del Señor. Y un buen lugar para comenzar es con la pregunta “¿qué es?”

Pues bien, la Cena del Señor, como hemos visto anteriormente, es una comida de pan y vino para conmemorar la muerte de Cristo, la que nos asegura nuestro perdón por parte de Dios. Esto es lo que Pablo escribe en 1 Corintios 11:

24 y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí.

25 Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí.

26 Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga.

27 De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor.

28 Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa.

Lo que vemos en 1 Corintios 11 es que la cena del Señor tiene un significado que está enraizado con el pasado, el presente y en el futuro.

El pasado

La Cena del Señor es un recuerdo de lo que Cristo hizo en la cruz. Eso es lo que nos dijo que sería: “Haced esto en memoria de mí” Y ese recordatorio es bueno para nuestras almas. Usted puede recordar que los católicos ven la cena del Señor como una “re-presentación” del sacrificio de la cruz de Cristo. El pan y el vino se convierten en el cuerpo físico y la sangre de Jesús en la boca. Eso no es lo que significa “recuerdo”. Lutero enseñó que había una “presencia real” de Cristo en la cena. En contraste con esto, la tradición reformada enseña que de lo que participamos no es más que el pan y el vino. Que Cristo está realmente presente, pero su presencia es espiritual y no física. Por lo tanto hablamos de “alimentarse de él en su corazón por la fe” cuando tomamos la Cena del Señor.

(Nota: Catecismo Católico, 1366. En 1367: el sacrificio de Cristo y el sacrificio de la Eucaristía son un único sacrificio.

“Transubstanciación” se confirmó en el IV Concilio de Letrán en 1215. La idea básica es un concepto Aristotélico que la “sustancia” puede ser una cosa y los “accidentes” (o forma externa) puede ser otra.

“Consubstanciación” enseña que el cuerpo y la sangre de Cristo se unen con los elementos de la Eucaristía.)

¿La creencia de que la Cena del Señor es un “mero memorial” de la muerte de Cristo, como los bautistas han creído generalmente, la convierte en sin importancia? ¡Ciertamente no! En toda la Biblia, Dios llama a su pueblo a recordar. Eso es lo que era la Pascua, después de todo: un tiempo para recordar la salvación del pueblo de Dios. Y la salvación que recordamos en Cristo es mucho mayor que eso. No es la salvación de la esclavitud temporal en Egipto, sino la esclavitud eterna al pecado. Si pensamos que el recordar gran evento en la historia es importante, ¡Cuánto más memoria requiere este! No es apenas un “mero” memorial.

(Nota: Muchos historiadores establecen una distinción entre la idea de “presencia espiritual” de Calvino y Westminster y la idea de “Memorial” de Zwinglio y la mayoría de los bautistas. Los dos están muy cerca, y cualquier diferencia esta, sin duda, envuelta exactamente en cómo los dos defensores de los dos puntos de vista describen su comprensión. Por el bien del tiempo, los he unido en la categoría básica de: la tradición “reformada”.)

El presente

Pero la Cena del Señor no es simplemente mirar al pasado. Pablo lo describe como diciendo algo acerca de una realidad presente. Cuando tomamos la cena, es sólo después de examinarnos a nosotros mismos. Examinarnos a nosotros mismos para estar seguros de que estamos en una relación correcta con Dios, y una relación correcta unos con otros. Más allá de eso, en el versículo 29, dice que comer y beber sin “discernir” el cuerpo, comemos y bebemos juicio sobre nosotros mismos; juicio que al parecer había conducido a la muerte a algunos en la iglesia de Corinto. ¡Esto no es cosa de risa! “Discernir el cuerpo” es algo más que el simple reconocimiento de lo que representan los elementos. Es un reconocimiento de lo que el cuerpo de la congregación representa; que juntos representamos a Cristo mismo, y la forma en que tratamos a los demás representa al mismo Cristo.

Así que la Cena del Señor muestra que en el presente yo, como individuo estoy caminando con el Señor. Y muestra que como un cuerpo, estamos caminando en una unidad que proclama la verdad sobre quién es Cristo. Es una imagen instantánea de la congregación celestial, aunque no sea perfecta, tanto en quién está participando y en cómo nos relacionamos unos con otros.

El futuro

Usted probablemente ha notado el tiempo futuro en la enseñanza de Pablo: en la toma de la cena nosotros “proclamamos la muerte del Señor hasta que El venga.” Es una cena a la espera de su venida final, un ensayo general, por así decirlo, del banquete mesiánico que está por llegar. Es por eso que la Cena del Señor sea alegre y también sombría. Estamos capturando todas estas emociones en esta muestra de lo que Cristo ha hecho, está haciendo, y hará.

Lo que hace la Cena del Señor

Si eso es lo que es, ¿Qué logra la Cena del Señor? En otras palabras, si alguien era cristiano, pero nunca participó de la Cena del Señor, ¿qué se perdía?

He aquí una lista casi exhaustiva de todas las formas en que Dios nos da gracia a través de la Cena del Señor:

Es una oportunidad regular para el auto-examen. Pablo nos dice que nos examinemos a nosotros mismos para ver si estamos en la fe; este es un buen momento para hacerlo.
Es una oportunidad regular para comprobar nuestras relaciones en la iglesia. Es maravilloso ver a los cónyuges, o amigos, acercarse afuera justo antes de la cena del Señor para conciliar algunas diferencias. Eso es exactamente lo que Pablo tiene en mente cuando nos dice que “discernir el cuerpo” mientras comemos y bebemos.
Es un poderoso recordatorio de nuestro perdón. Estamos viendo algo que representa lo que Jesús hizo por nosotros hace muchos cientos de años.
Es un recordatorio de la naturaleza pasajera de lo físico y la naturaleza eterna de lo espiritual. Cuando comemos el pan, recordamos que el hombre no vive sólo de pan. La cena está tendiendo un puente entre lo que es temporal hacia lo eterno.
Es una imagen del cielo. Lo que un estímulo para mirar a su alrededor durante la cena y obtener una visión y una pista de lo que será el cielo. Es muy alentador
Es una advertencia de juicio para aquellos que no participan. Tal vez alguien ha estado disciplinado o “excomulgado”. O tal vez por razones pastorales le han aconsejado no participar. O tal vez usted no puede participar debido a relaciones no resueltas en la iglesia. Lo que podría ser un indicio de los cielos también se convierte en una pista del infierno. Y eso es muy poderoso.
Es un recordatorio de lo que está en juego en nuestra unidad como Congregación. La unidad no es importante sólo porque hace que la vida en una iglesia sea más agradable. Es importante porque es una imagen de Cristo. Y en ninguna parte vemos con más claridad al cuerpo de Cristo que cuando está alrededor del cuerpo de Cristo.
Y estoy seguro de que hay un significado que simplemente no entendemos. Jesús tomó esto muy en serio; fue uno de los últimos actos de su ministerio terrenal. Y Pablo lo tomó en serio también. Cuando estemos en el cielo algún día descubriremos que es un medio de gracia en formas que nunca comprendimos aquí en la tierra.
Así que tomemos nota de algunas de ellas para pensar la próxima vez que se tomemos la Cena del Señor. ¿Cuál de estos has pasado por alto? ¿Qué has infravalorado? Vamos a trabajar juntos para hacer esta cena lo que Cristo quiere para nosotros.

Discusión

Con todo esto dicho, y con las otras clases como telón de fondo, vamos a hablar de algo que puede ser un problema especialmente espinoso en las iglesias bautistas: el número de miembros de creyentes que creen en el bautismo de niños. Nuestra declaración de fe está escrita para excluir a las personas con esta creencia de la membresía. Lo que significa que estamos excluyendo un poco a gente de la familia de Dios que, sin duda, se unirán a nosotros en el cielo. ¿Es esto una cosa permisible y correcta?

1 Calvino, Institución 4.15.5

Disciplina de la Iglesia

Serie: La Teología de La Iglesia

Disciplina de la Iglesia

Introducción

¿Es el amor de Dios incompatible con la disciplina de Dios?

Si Dios permite el dolor en nuestras vidas, ¿quiere decir que Él nos odia?

Ciertamente no. El escritor del libro de Hebreos explica en el capítulo 12, ” y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él; Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?”(Hebreos 12: 5-7)

Aquí, la disciplina de Dios es vista como una expresión de su amor; de hecho, es una de las marcas de que usted es en realidad un hijo de Dios.

S. Lewis dijo una vez: “El problema de conciliar el sufrimiento humano con la existencia de un Dios que ama, sólo es insoluble en tanto que atribuimos significado trivial para la palabra ‘amor’.”1

Dios nos ama mucho para simplemente dejarnos donde estamos – eso se refleja en el Evangelio. Su amor es un amor santo. Lo que es mejor para nosotros no es conseguir siempre nuestros deseos, sino tener nuestro camino alineado con el Suyo.

Entendemos esto en cosas como la crianza de los hijos, en la educación y en la formación. Y sin embargo, cuando llegamos al tema de la disciplina de la Iglesia, muchos se apresuran a descartar la idea como falta de amor, de división, e innecesaria. Nos encanta hablar de la idea de la gracia y la misericordia de Dios. Nos gusta Jesús como Salvador; pero luchamos con Jesús como Señor; es decir, que seguirle significa negarnos a nosotros mismos.

Sin duda, hay historias reales de disciplina de la iglesia que han sido innecesariamente divisorias y con falta de amor. Pero en lugar de rechazar la Disciplina de la Iglesia a causa de los malos ejemplos, tenemos que volvernos de nuevo a la Biblia para tener en cuenta lo que dice.

¿Qué es la disciplina de la iglesia?

¿Cuántos aquí han sido disciplinados por una iglesia antes?

De acuerdo… déjeme preguntarle que de otra manera: ¿Cuántos de aquí alguna vez le han enseñado algo en la iglesia?

Eso es para todos nosotros. La disciplina de la iglesia puede ser formativa, lo que significa que se le está enseñando algo; o la disciplina de la iglesia puede ser correctiva. En el sentido formativo, todos estamos en disciplina en este momento; y cada iglesia hace eso. Pero no en todas las iglesias se hace disciplina correctiva.

Ahora, la mayoría de las veces, la disciplina correctiva ocurre en una pequeña escala en las relaciones personales: un amigo exhortando y animando a los otros en amor; la persona que recibe la corrección y se vuelve más consistente como cristiano.

Esto debería ser normal y una parte normal de la vida de todos los cristianos; es el confesar nuestro pecado el uno al otro, vivir de forma transparente y con amor ayudar a los demás seguir a Jesús.

Es importante comenzar aquí, porque si esto no es normal en la cultura de una iglesia, dar el siguiente paso de un acto de disciplina de la iglesia oficial, o excomunión, parecería confuso o sin amor. Cuando es normal, el santo amor de Dios es evidente, y la disciplina de la Iglesia se ve como una herramienta esencial para la iglesia.

De acuerdo, entonces ¿Qué es la disciplina de la iglesia (y de aquí en adelante, me refiero a ella en el sentido formal de excomunión)?

Vamos a revisar dos importantes textos de la Escritura para responder a esa pregunta.

En primer lugar, Mateo 18: 15-19 “ Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Más si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano. De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo. Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.”

Alguien está en pecado; es confrontado en privado, pero se niega a arrepentirse. A continuación, por 2 o 3 testigos, pero se niega a arrepentirse. A continuación, se llevó ante la iglesia y todavía se niega a arrepentirse, por lo que está excluido o excomulgado; es decir, es tratado como un pagano o publicano.

En segundo lugar, considere 1 Corintios 5:1-5 “De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre. Y vosotros estáis envanecidos. ¿No debierais más bien haberos lamentado, para que fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción? Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosa ha hecho. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.”

Aquí, Pablo no les escribe para advertir a la iglesia, él simplemente anuncia juicio sobre el hombre y les dice que deben tratarlo ya no como miembro de la iglesia, sino para entregarlo a Satanás. Luego, en v12, Pablo incluso lo llama un acto de juicio: “Porque ¿qué razón tendría yo para juzgar a los que están fuera? ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro?” ¿Qué es todo eso?

Aquí está nuestra definición: La disciplina de la iglesia es el acto de excluir a alguien que profesa ser un cristiano, de la membresía de la iglesia y de la participación en la Cena del Señor por graves pecados; pecados impenitentes que se niega a abandonar.

Por lo general, esto es lo que la gente quiere decir cuando se habla de disciplina de la iglesia. Significa excomunión.

¿Por qué debería una iglesia disciplinar?

Podemos mirar a 1 Corintios 5 y discernir una serie de propósitos de disciplina de la iglesia:

1) Para exponer el pecado: el pecado crece en la oscuridad y la disciplina lo expone del porque es lo que podría ser removido (5:2)2

2) Para advertir: la iglesia no hace pública la ira de Dios hacia el pecado, sino que actúa como una imagen tenue del juicio de Dios y la advertencia del gran juicio que está por venir (5:5).

3) Para Salvar: el objetivo de la disciplina es despertar a la persona respecto a la gravedad del pecado. Tenga en cuenta en 5:5, Pablo dice: “entregar a este hombre a Satanás para la destrucción de la carne, y que su espíritu sea salvo.” En la iglesia la disciplina es amorosa.

4) Para proteger: en 5:6 Pablo pregunta: “¿No sabéis que un poco de levadura hace fermentar toda la masa?” ¿Qué está diciendo? Como la levadura se propaga a través de toda la masa, así también el pecado (que no se controla) se extiende a través de una iglesia. Si alguna vez ha visto una iglesia caminar a través de un caso de disciplina de la iglesia, un fruto consistente que se cosecha es que la gente comienza a examinar su propia vida, a tener una sensibilidad renovada y el odio hacia el pecado.

5) Para preservar el testimonio de la Iglesia: Notemos en 5:1 que una parte del impacto es que la iglesia estaba tolerando un pecado que ni siquiera los paganos toleraban. Su testimonio estaba en riesgo de ser arruinado. La tarea de la iglesia es trazar una línea clara entre el mundo y el pueblo de Dios que se pierde si no se promulga la disciplina de la iglesia.

¿Qué pecados requieren la disciplina de la iglesia?

En lugar de hacer una lista de pecados que son disciplinables y los que no lo son, es mejor acercarse a este tema trazando principios desde la Escritura para que nos guíen. En 1 Corintios 5, Pablo llama a la iglesia a hacer un juicio (5:12) basado en la evidencia.

Mientras que Dios ve y conoce todas las cosas, incluidos los motivos de nuestros corazones, nosotros estamos limitados en nuestra perspectiva. Como resultado, la Escritura nos habla de mirar el fruto exterior de la vida de alguien (Mateo 7:16), pero la evaluación no es de tipo omnisciente. Como resultado, una iglesia debe disciplinar a los pecados que son externos o visibles, serios, y sin arrepentimiento.

1) Externos o visibles: Una iglesia no debe disciplinar a alguien cada vez que se sospecha que es orgulloso o codicioso. Al juzgar, debemos ser capaces de ver o escuchar, aunque sea parcialmente, por eso Jesús llama que sea “por dos o tres testigos ” en Mateo 18:16.

2) Grave: es necesario que haya un lugar en la vida de la iglesia en la que “el amor cubra una multitud de transgresiones “(1 P. 4:18). Eso no es para rebajar el pecado, sino reconocer que hay lugar para la compasión y soporte3 de unos con otros a medida que tratamos de seguir a Cristo.

3) Sin arrepentimiento: Jesús expone en Mateo 18, que cuando una persona que profesa a Cristo, pero se niega a dejar de lado el pecado, somos responsables de la disciplina de la iglesia. Sea o no que la persona esté arrepentida es lo que la iglesia necesita hacer para tratar de determinar; que yace en el corazón de la cuestión.

¿Quién debería guiar el proceso? ¿Cuál es nuestro trabajo?

Habiendo dicho esto, vamos a ver si podemos resumir algunas ideas básicas:

1) El proceso debe incluir el menor número posible de personas. Esa parece ser parte de la preocupación de Jesús en Mateo 18: iniciar uno en uno, a continuación, 2 o 3, y sólo después de todo eso, viene la iglesia. Así que hay momentos en que la naturaleza del pecado exige una respuesta más pública, pero donde eso es innecesario, se involucran únicamente a los necesarios en el proceso de protección de la reputación de Cristo y el bienestar del individuo.

2) Los líderes de la Iglesia deben dirigir el proceso – En Gálatas 6:1, Pablo escribe: “si alguno es sorprendido en alguna falta, ustedes que son espirituales deben restaurarlo.” Él reconoce los peligros de que las ovejas más jóvenes puedan ser más propensas a ayudar a otros que se enfrentan a la tentación. Eso no quiere decir que los ancianos de la iglesia son los únicos que son espirituales o solo ellos deberían estar involucrados, sino que a la luz de su responsabilidad de dirigir y llevar la supervisión de la congregación (1 Pe. 5: 2), los ancianos deben desempeñar un papel principal en la dirección del proceso que puede ser muy difícil para la iglesia y para las personas involucradas.

Entonces, ¿qué papel deben desempeñar los miembros de la iglesia?

1) Esforzarse por vivir una vida transparente y decir la verdad a los otros en amor; incluyendo los tiempos que requieren de reproche y corrección (Ef 4:15, 2 Timoteo 3:16). Eso es parte de amarse unos a otros y compartir la palabra de Dios con los demás. La mayoría de la disciplina correctiva ocurre en este nivel.

2) Hay que dar información a los ancianos. Estos son los hombres que la Iglesia ha reconocido para dirigir, enseñar y orar por la iglesia. A menudo tienen una mejor imagen de la totalidad de la iglesia y la información de lo que está pasando en el plano individual.

3) Encarar a la persona en pecado si usted tiene una relación cercana con ella. Si usted no lo conoce ahora, probablemente no es el mejor momento para empezar la amistad.

4) Ore. Incluso si usted no lo conoce bien, ore para que Dios obre en su vida y que le sea concedido arrepentimiento.

¿Cuán rápido debemos actuar?

Que tan rápido una iglesia debe actuar depende del tiempo que se necesite para determinar la característica de falta de arrepentimiento (“característica” en la que está empezando a definirse en lugar de ser un punto de valor atípico en su vida). Así, por ejemplo, en Mateo 18, el proceso podría tomar algún tiempo para que las tres advertencias tengan lugar. 1 Corintios 5 parece ser más rápido, donde Pablo pronuncia juicio y llama a la iglesia a eliminar al hombre. Estos dos textos no ilustran que la iglesia tiene dos enfoques diferentes para diferentes pecados tanto a medida que caen en el proceso en diferentes puntos. En 1 Corintios 5, toda la iglesia sabía sobre el pecado – que eran arrogantes acerca de esto (5: 2). Por lo que el proceso de comenzar en pequeño y luego añadiendo advertencias no era necesario – que ya era público y la característica de falta de arrepentimiento ya estaba clara; por lo que Pablo llama a la excomunión.

Otro ejemplo: En Tito 3:10 Pablo instruye que: “En cuanto a la persona que siembra división, después de advertirle una vez y luego dos veces, no tienen nada más que hacer con él.” Así que el ejemplo en Mateo tiene tres advertencias, 1 Corintios 5 ninguna, y aquí en Tito hay dos. La urgencia de Pablo parece reflejar su interés en proteger al resto de la iglesia, pero de nuevo, el factor determinante es ¿Cuanto tiempo se tarda en determinar uno la característica de falta de arrepentimiento en la persona?

¿Puede una pre-renuncia a la membresía evitar la Disciplina?

Imagine una situación en la que alguien se le enfrenta a su pecado, entiende que puede enfrentarse a la disciplina de la iglesia y luego trata de renunciar para evitar la vergüenza de ella.

Aquí está la otra pregunta que tenemos que pensar para encontrar una respuesta: ¿A quién da Jesús la autoridad de las llaves del reino en Mateo 16 y 18? ¡A la Iglesia!

Es la iglesia quien tiene la autoridad para representar el cielo y hacer que un miembro entre (para atar) y dejar que un miembro se vaya en buenos términos o para la disciplina (desatar).

¿Cómo interactuar con alguien que ha sido disciplinado?

Pablo escribe en 1 Corintios 5:11 “Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis.”.

¿Cómo damos sentido a esto?

1) No creo que esto significa que excluyamos físicamente a la persona de asistir a la iglesia. La excomunión es excluir a una persona de la Cena del Señor que está destinada a indicar a los que están arrepentidos del pecado y confían en Cristo. Pero la reunión de la iglesia es una oportunidad para que se sienten bajo la predicación de la palabra de Dios; debemos acogerles y alentarles en todo tiempo.

2) Cuando Pablo dice que ni siquiera hay que comer con tal persona, no está diciendo que debemos evitar a nuestros amigos no cristianos. ¡Esta lejos de eso! Por el contrario, es para evitar al que “lleva el nombre de hermano” y está en pecado sin arrepentirse. El amor nos obliga a no actuar como si todo estuviera bien, como al compartir una comida. El alma de una persona está en juego así que lo que debe caracterizar nuestra interacción con ellos es conversaciones deliberadas acerca del arrepentimiento.

3) ¿Qué pasa si la persona excomulgada es un miembro de la familia? No creo que las palabras de Pablo se apliquen en esa situación. Al igual que Pedro y Pablo tienen una categoría para vivir con un cónyuge no creyente4, una comida compartida con su cónyuge no tiene la misma implicación de una comida compartida entre amigos.

¿Cuándo y cómo restauramos a una persona en disciplina?

Del mismo modo que la disciplina debe tener lugar cuando la característica de la falta de arrepentimiento se puede determinar, la restauración debe ocurrir tan pronto como la característica del arrepentimiento se pueda determinar. El tiempo que tarde va a variar de una situación a otra, pero cuando se determina, la iglesia debería restaurar a la persona, y perdonar sin hablar de “libertad vigilada” o de “ciudadanía de segunda clase”.

Un ejemplo de esto es en 2 Corintios 2: 5-11 “ Pero si alguno me ha causado tristeza, no me la ha causado a mí solo, sino en cierto modo (por no exagerar) a todos vosotros. Le basta a tal persona esta reprensión hecha por muchos; así que, al contrario, vosotros más bien debéis perdonarle y consolarle, para que no sea consumido de demasiada tristeza. Por lo cual os ruego que confirméis el amor para con él. Porque también para este fin os escribí, para tener la prueba de si vosotros sois obedientes en todo.

Y al que vosotros perdonáis, yo también; porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho en presencia de Cristo, para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones.”

Encuentro el v11 muy instructivo. Hay momentos en que ya sea individualmente o colectivamente, el perdón puede ser costoso y difícil. Pero Pablo alienta al perdón no sólo porque hemos sido perdonados nosotros (Ef. 4:32), sino además debido a que no quiere que nosotros seamos objeto de la burla de Satanás. Con la falta de perdón, la amargura y la ira y la división vendrán en camino.

Si ha estado con nosotros en nuestros últimos encuentros de miembros habrá visto esto. No todos los casos de disciplina terminan de esta manera, pero en esta situación, el individuo que fue excomulgado fue despertado respecto a su situación. Su dolor produjo un arrepentimiento y fue perdonado, no sólo por Dios, sino por la congregación. Se nos dice en Lucas 15 que el cielo celebra con gran alegría por tal arrepentimiento – y el alivio, la alegría y los aplausos que escuchamos esa noche fueron muy apropiados.

La esperanza es que siendo cuidadosos con la membresía de la iglesia y en la práctica de la disciplina de la iglesia, no sólo nos decimos la verdad unos a otros sobre nuestra posición delante de Dios; sino que también decimos la verdad acerca de Dios a un mundo que observa.

Preguntas de discusión

1) Si una iglesia no tiene una historia de la práctica de la disciplina de la iglesia, ¿que sería bueno hacer para asegurarse de que se ha establecido antes de llevarla a cabo?

La enseñanza del Evangelio y el tema de la disciplina, la pertenencia a la congregación, la responsabilidad privada, documentos de la iglesia (pacto, declaración de fe) que reflejen la práctica de la disciplina.

1 The Problem of Pain, (El problema del dolor) pg. 40.

2 Ver tambien Hebreos 3:12-13; 1 Juan 1:5-10

3 Col. 3.13

4 1 Pe. 3, 1 Cor. 7

Membresía de la Iglesia

Serie: La Teología de La Iglesia

Introducción

Si estuvo con nosotros la semana pasada, recordará hablamos de la definición de Iglesia. Eso tiene que ser el punto de partida, ya que necesitamos saber lo que vamos a construir antes de empezar la construcción. Una de las cosas que notamos de la narrativa bíblica es que la intención de Dios ha sido el crear un pueblo para sí que mostraría su gloria, y como señalamos la semana pasada de Efesios 3:10, la iglesia no es una opción, sino la parte central del plan de Dios para mostrar su gloria. ¿Pero qué sucede cuando los que dicen representar a su nombre fallan en hacerlo?

Vaya conmigo a 1 Corintios 5:

1 Corintios 5.1-7: “De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre. 2 Y vosotros estáis envanecidos. ¿No debierais más bien haberos lamentado, para que fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción?

3 Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosa ha hecho. 4 En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, 5 el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús. 6 No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? 7 Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros.”

¿Que está pasando aquí?

Un hombre se acuesta con la mujer de su padre y la congregación lo tolera.

Pablo llama a la iglesia a removerlo, para entregarlo a Satanás – no con el fin de su destrucción final, sino para la restauración (v5).

La pregunta que viene a nuestro estudio de hoy es, ¿de que hay que removerlo?

Bueno, eso es lo que necesitamos aclarar. La respuesta que creo que vamos a encontrar es de ser miembro de la iglesia, pero una vez más, tenemos que escuchar lo que la Escritura enseña en lugar de las ideas del hombre.

La Iglesia representa el cielo

Vamos a Mateo 16. En la primera parte del capítulo, nos encontramos con la advertencia de Jesús a los apóstoles de no confiar en las enseñanzas de los líderes de Israel (Mat. 16: 1-12). Eran justos ante sus propios ojos, y así se perdieron de conocer a Jesús – su orgullosa autosuficiencia los cegó de ver a Jesús realmente como es. Entonces, Jesús le habla a Pedro y dice en Mateo 16:15: “¿Quién decís que soy yo?” Simón Pedro responde “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”, y Jesús afirma respuesta de Pedro:

18 Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.

19 Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.

(Mateo 16.18-19).

Esta es la primera de las dos veces que Jesús habla de la iglesia en los Evangelios. Y observe cómo Él conecta la iglesia (v18) con las llaves del reino de los cielos (v19). La semana pasada observamos que el reino de Dios o el reino de los cielos es el pueblo de Dios en el lugar de Dios bajo el gobierno de Dios. Entonces, ¿cuál es la conexión entre este reino de los cielos que Jesús habla en v19 y la iglesia en v18? Bueno, la iglesia tiene el objetivo de mostrar en la tierra quien está y quien no está en el reino de los cielos.

En concreto, cuando Jesús habla con Pedro, está interesado en un qué y un quién. ¿Qué es una confesión correcta, y quien es un confesor correcto?

Jesús ejerce esa autoridad hacia Pedro, pero luego va un paso más allá. Jesús da a Pedro y a los apóstoles esta misma autoridad: la autoridad delante de un confesor, para escuchar su confesión, y para anunciar un juicio oficial en nombre del cielo.

Es o no es una confesión correcta.
Y eso es o no es un verdadero confesor.
Quiero asegurar que entendamos esto: El que está usando estas llaves del reino tiene la autoridad del cielo, no para hacer un cristiano, sino para declarar que es un cristiano, lo que hacemos a través del bautismo y la Cena del Señor.

En Mateo 16, se dice que los apóstoles tienen las llaves. Luego, en Mateo 18, Jesús pone las llaves en las manos de la iglesia local. Observemos:

Mateo 18.15-18

15 Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano.

16 Más si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra.

17 Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.

18 De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo.

Un hombre ha sido confrontado un par de veces debido a su pecado. Él no escucha. Así que en el verso 17 Jesús dice: “dilo a (Quien? …) La iglesia.” No a un pastor, no a un comité, no a una sesión o presbiterio, sino a la iglesia. La última instancia de apelación es la iglesia.

La iglesia local tiene la autoridad del cielo para proteger el “qué” y el “quién” del Evangelio… quién y qué en la tierra representa al cielo. Se tienen las llaves – y ¿qué hacemos con las llaves? Ellas abren o cierran puertas o – en otras palabras atar y desatar (como en v18).

Jesús ha autorizado a la iglesia local para pararse frente a un confesor, para considerar la confesión del confesor, a considerar su vida, y para anunciar un juicio oficial en nombre del cielo. ¿Es esta confesión correcta? ¿Es este un verdadero confesor? Al igual que hizo Jesús con Pedro.

Las Llaves se ejercen a través del Bautismo y la Cena del Señor

Al atar y desatar… ejercemos las llaves… a través del bautismo y la Cena del Señor. Observe Mateo 18:20. Jesús explica esta actividad de usar las llaves en los versículos 17 y 18 con una explicación del “para” en el versículo 20: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.”

¿Qué significa eso de que se reúnen en su nombre? Jesús está hablando de ese lugar donde se ejerce el bautismo. A su vez a Mateo 28:18: “Toda autoridad en el cielo y la tierra me ha sido dada. Por lo tanto, vayan y hagan discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.” La iglesia, ya que tiene la autoridad de las llaves, tiene la autoridad para bautizar.

El bautismo es un símbolo de una realidad espiritual – una imagen de nuestra unión con Cristo, tanto en su muerte y resurrección. Pero el bautismo no sólo simboliza nuestra unión con Cristo, sino que además es la forma en que el creyente se asocia con el pueblo de Dios.

El bautismo es la puerta por así decirlo y se hace una vez. La Cena del Señor se hace regularmente1. En estas imágenes del Evangelio, estamos dibujando líneas de demarcación del que está dentro y fuera. ¿Recuerda Mateo 18 o 1 Corintios 5? Cuando alguien dice creer en el nombre de Cristo, pero se niega a abandonar su pecado, su afirmación pierde credibilidad y la iglesia está llamada a remover su afirmación de ser cristiano y de excomulgarle; impedirle el acceso a la Cena del Señor. Ahora bien, esto puede ser difícil, pero es importante que la iglesia siga la Escritura en esto porque la iglesia está llamada a representar, a reflejar la imagen de Dios – la gloria de Dios es supremamente importante; y es importante para el individuo, ya que estamos declarándonos unos a otros la verdad sobre nuestro estado ante Dios en lugar de engañar o halagarnos.

El bautismo y la Cena del Señor son signos de juramento por los cuales damos juramentos o votos unos a otros. Profesamos a Cristo, y afirmamos unos a otros como cristianos y miembros unos de otros en la iglesia2.

Es a través del bautismo y la Cena del Señor que nosotros como cristianos individuales trabajando juntos constituimos una iglesia local y sus miembros. Y Jesús autoriza a los cristianos a hacer esto por que nos da las llaves.

¿Recuerdan la definición de la Iglesia local que mencionamos la clase anterior?

“La iglesia local es un grupo de cristianos que se reúne regularmente en el nombre de Jesús para confirmar y supervisar oficialmente la membresía mutua en Jesucristo y en su Reino a través de la predicación del Evangelio y la práctica de las ordenanzas del Evangelio.”

Ahora, un par de cosas están llegando a un mayor enfoque. Es oficial, ya que sólo a la iglesia se le ha concedido la autoridad de las llaves – no a un individuo o a un subcomité. Es una reunión, pero esta reunión se define adicionalmente con el propósito de afirmar y supervisar la membresía de cada uno en Cristo y Su reino. Es a través del Evangelio porque así es como Dios trae a la vida a los cristianos y las ordenanzas porque ese es el instrumento de la iglesia para ejercer las llaves.

¿Para quién es la Membresía de la Iglesia?

Ahora toda esta charla sobre las llaves y atar y desatar plantea una pregunta importante: ¿Cuál es el criterio bíblico para entrar? Y eso es una pregunta importante porque de lo que estamos hablando es de algo más que acomodar – es una cuestión de eternidad. ¿Es igual como un club de campo donde se necesita saber si las personas son adecuadas o conducen un determinado tipo de auto? ¿Es como los militares donde tiene que ser capaz de hacer un cierto número de flexiones y levantamientos de peso? Para responder a esto, vamos a centrar nuestra atención de nuevo al Evangelio de Mateo.

¿A quién, en Mateo, hace Jesús un ciudadano del cielo, es decir, un miembro de la iglesia?

5.3 Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

7.21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

10.32 A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.

18.4 Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos.

Estas son las personas a las que la Iglesia debe recibir: los pobres en espíritu, los que siguen la voluntad de Dios, aquellos que reconocen a Cristo, el que se humilla como un niño pequeño.

¿Ves el patrón? El cristianismo, y por lo tanto, ser miembro de la iglesia, no es para los fuertes. No es para aquellos que tienen sus asuntos ordenados. Y que están decididos a seguir su propia voluntad… hacerlo a su manera. Es para aquellos que han intentado… y han fracasado.

Es para los adolescentes que tenían ciertos ideales morales, pero luego fueron a la universidad y cayeron en pecado.
Es para las madres que han tratado con todas sus fuerzas ser las madres perfectas, y se han decepcionado a si mismas.
Es para los jubilados que están llegando al final de su carrera y al mirar atrás, se dieron cuenta, “Todo giraba en torno a mi mismo, y mis ambiciones egoístas. Y ahora, ¿que tengo?”
El cristianismo, y por lo tanto ser miembro de la iglesia, es para las personas que han llegado al final de sí mismos. Es por eso que en Mateo 9:12 Jesús dijo: “Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos. … Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores”.

El Padre celestial ha elegido, increíblemente, representarse a sí mismo en la tierra no con los moralmente perfectos, sino con los moralmente en bancarrota. Es decir, usa a la persona que sabe que él o ella es un pecador, que odia este hecho, y luego se aparta de ese pecado y pone su confianza en la justicia de Cristo.

Amigos, este es el corazón del cristianismo. Hemos sido creados para el bien. Hicimos el mal. Cristo vivió la vida humilde, mansa, y perfecta que deberíamos haber vivido y, a continuación, murió en la cruz como un sacrificio para pagar el castigo que merecíamos por hacer el mal. Y ahora, llama a cada uno que sea pobre en espíritu, que tenga hambre y sed de su justicia, a abandonar ese pecado, y seguirle como Salvador y Rey.

Triángulo de la Membresía

Muy bien, así que, ¿Qué pasa si después de todo esto de las llaves del reino y atar y desatar todavía tiene preguntas sobre la membresía de la iglesia? Es decir, ¿donde está la membresía de la iglesia de verdad en la Biblia? Una forma útil para responder a esta pregunta es leer a través del NT con esta pregunta en mente: ¿Qué enseña la Biblia acerca de cómo debe relacionarse el cristiano con la iglesia local?

Amarse unos a otros

Romanos 15.1 “Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos.”

Romanos 12.13, 15-16 “compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad.” “Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran. Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión.”

Alentarse unos a otros

Hebreos 10.24-25 “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.”

Cuidarse unos a otros

1 Corintios 5 y Mateo 18.

Obedecer a los líderes

Hebreos 13.17 “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso.”

Entonces, ¿ve usted cómo el NT nos llama a relacionarnos entre nosotros dentro de la iglesia?

Pero esto plantea una pregunta secundaria: ¿a qué iglesia? En otras palabras, Hebreos 13 nos llama a obedecer a nuestros pastores – pero, ¿a que pastores? ¿Cada pastor de cada iglesia? Los ancianos son responsables ante Dios por las almas que velan, pero ¿cuales cristianos? La congregación tiene la responsabilidad de afirmar una profesión de fe y de remover o disciplinar a alguien cuando hay pecado sin arrepentimiento – pero, ¿a que personas se aplica? Lo que todo esto supone es una iglesia local – una membresía donde hay un “dentro” y un “afuera”. La membresía es simplemente un compromiso consciente respecto a los demás cristianos (al amor, cuidado, aliento), una sumisión a su autoridad como congregación y para los ancianos que dan supervisión.

¿Alguna pregunta?

Preguntas de discusión

1) ¿No es todo esto de “dentro” y “afuera” algo sin amor? ¿Cómo debemos pensar en el amor en el contexto de la membresía de la iglesia?

2) ¿Cuáles son las cosas que una iglesia puede hacer para mantener la línea que diferencia la iglesia y el mundo clara?

3) ¿Cómo podemos fomentar una cultura de discipulado?


[1] 1 Cor. 11:26
2 Ver 1 Cor. 10:16-17

Por CHBC
Capitol Hill Baptist Church (CHBC) es una iglesia bautista en Washington, D.C., Estados Unidos

¿Qué es una Iglesia?

Serie: La Teología de La Iglesia

Clase 1

Introducción

En enero de 2012, Jefferson Bethke, un joven de 22 años de edad, de Seattle, publicó un video en YouTube titulado “Por qué odio a la religión, pero amo a Jesús.”1 Rápidamente hizo estallar Internet, llamando la atención de The Washington Post, CNN, CBS, y muchos otros medios de comunicación – a partir de esa semana, ha sido visto más de 28 millones de veces.

¿Por qué toda esta atención? Esto refleja que hoy en día, la espiritualidad es muy popular, pero la religión, no tanto. Cuando pensamos en la religión, pensamos en reglas, dogmas, sacerdotes, instituciones. Queremos a Jesús, pero no todas las restricciones que vienen con él. Para algunos, cuando el tema de la “iglesia” aparece, sus ojos dan vuelta y les deja un mal sabor en la boca.

¿Por qué? Para algunos, la Iglesia ha perdido su camino y ha hecho la vista gorda en la comunidad y el mundo en que vivimos y se ha vuelto irrelevante; el barco se hunde, es hora de bajarse. Para otros, el problema reside no tanto en la institución, sino en su gente. La Iglesia es un lugar lleno de hipócritas, de gente que se cree perfecta, de gente de mente cerrada y enjuiciadora. La Iglesia es aburrida: la gente se aferra a tradiciones que les hacen sentir bien y empujar a otros a través de la culpabilidad legalista.

¿Qué tan importante es la iglesia? ¿No es de Jesús que se trata todo esto de todos modos? ¿Por qué no acabamos de deshacernos de todo el equipaje y volver a pensar cómo hacemos las cosas?, ¿verdad? Además, ¿no era Jesús el que dijo: “Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”2?

Suena correcto decir, “No me gusta la religión, pero amo a Jesús.” No es de extrañar que el video se hiciera viral como lo hizo. Pero ¿es verdad? ¿Es la experiencia de alguien la que nos hace sentir que la iglesia es irrelevante y una pérdida de tiempo? ¿Pueden los cristianos estar bien con Dios, y desestimar la Iglesia?

Para responder a estas preguntas, tenemos que pensar cuidadosamente acerca de lo que la Biblia dice acerca de la iglesia; pensar en la teología de la iglesia. Lo que vamos a encontrar es que lejos de ser opcional, la iglesia es fundamental en el plan de Dios. Lejos de ser algo que está reservado para los estudiosos en torres de marfil, la teología de los asuntos de la iglesia es para ti y para mí, porque Dios ha hablado.

Entonces, ¿hacia dónde nos vamos a dirigir en las próximas 6 semanas? Comenzaremos hoy mirando a la pregunta fundamental: ¿Qué es una iglesia? Si no sabemos lo que estamos construyendo, vamos a hacer un lío; las definiciones son importantes. A partir de ahí vamos a construir definiciones al examinar la membresía de la iglesia (Semana 2), la disciplina (Semana 3), y las ordenanzas (Semana 4).

Si estos asuntos son importantes para una iglesia saludable, entonces tiene sentido que existan personas que les importen esos temas, por lo que en la semana 5 miraremos el gobierno de la iglesia y los roles que tanto la congregación y los líderes de la iglesia tienen.

Por último, vamos a hablar de lo que la iglesia debe hacer cuando se reúne (Semana 6). En todas estas cosas no estamos tan preocupados por lo que el último libro con la última idea que trae; queremos saber la opinión de Dios; para ver lo que dice acerca de la iglesia y cómo debemos organizar nuestras vidas junto. Empecemos…

¿Qué es una iglesia?

Imagine que tomará un vuelo esta próxima semana. Podría ser por el trabajo, para visitar a la familia, o para unas vacaciones. Cualquiera que sea la razón, el avión despega, llega a su altitud de crucero y la luz del cinturón de seguridad se apaga – usted es libre de moverse por la cabina. ¿Qué pasa si usted descubre en ese momento que el piloto está sentado junto a usted y frenéticamente pasa las páginas del manual del avión tratando de averiguar cómo aterrizar una vez que llegue al destino? Puede que aprenda todo lo que necesita en el viaje, pero nunca ha intentado un aterrizaje anteriormente.

A veces estamos tan ansiosos por empezar a trabajar en una actividad que nos emociona, que nos saltamos los detalles que aparecen en el camino; detalles como las definiciones. Sin embargo, las definiciones son importantes. Al igual que estoy seguro de que el deseo del piloto era conocer el plan de cómo se hace un aterrizaje antes de que él se fuera con usted en el asiento del lado, es importante para nosotros considerar la definición de la iglesia antes de despegar.

Así que ¿por dónde empezamos?

La palabra “iglesia” aparece más de 100 veces en el NT3, por lo que puede ser un buen lugar para comenzar y para descartar lo que no es una iglesia.

Una iglesia no es un edificio. Podemos caminar por un edificio y decir: “Esa es una bonita iglesia”, pero esa no es la idea del NT. El edificio podría quemarse de la noche a la mañana y todavía sería una Iglesia. Es por eso que en Romanos 16, Pablo puede saludar a la iglesia que se reunía en la casa de Priscila y de Aquila (Romanos 16: 3-5.) El edificio (la casa) no era la iglesia, sino las personas que se habían reunido. La palabra griega “iglesia” en el NT es “ekklesia” que significa reunión o una asamblea. La iglesia es fundamentalmente un conjunto de personas.
Ahora, si se forma un grupo aleatorio de amigos cristianos que se juntan para ver un partido de fútbol, ¿hace que sean una iglesia? No. La iglesia es una asamblea. La iglesia no es simplemente un grupo aleatorio de cristianos4; es mucho más.
Existe una Iglesia Universal – que es una manera de hablar respecto de todos los verdaderos cristianos de todos los tiempos y de todos los lugares. No podemos ver quienes son en realidad de la iglesia ahora, pero Dios si puede y un día la iglesia universal se juntará5 en un solo lugar – de toda lengua, tribu y nación que juntos adorarán a Dios.

Hay veces que en el NT se usa la palabra “iglesia” en un sentido universal. Por ejemplo, cuando Pablo escribe en Efesios 1 donde dice que Jesús es la cabeza de la Iglesia (Ef. 1: 22-23), no se refiere simplemente a la iglesia en Éfeso, quiere decir, la Iglesia universal. Pero la mayoría de las referencias de la iglesia en el NT tienen a la iglesia local en mente: la iglesia en Éfeso, Corinto, Colosas, en el Ponto, Galacia, Capadocia.

Así que la iglesia no es un edificio, es una asamblea… pero es mucho más que solo una asamblea. Entonces, ¿cómo aclaramos lo que es una iglesia local entonces? Una definición útil que servirá como punto de partida para nosotros es la siguiente:

“Una iglesia local es un grupo de cristianos que se reúnen regularmente en el nombre de Cristo para afirmar y supervisarse unos a otros respecto a su pertenencia en Jesucristo y su reino por medio de la predicación del Evangelio y de las ordenanzas del mismo6“

Ahora, vamos a desempaquetar esta definición con mayor detalle en las próximas semanas, pero quiero destacar un aspecto de ella: “Jesucristo y su reino” ¿Qué tiene que ver el reino de Dios con la iglesia local? ¡Bastante! El Reino de Dios es un tema importante en el NT, en particular en los Evangelios. Ahora, cuando se lee sobre el reino de Dios, una manera de pensar en ello es la siguiente: el pueblo de Dios, en el lugar de Dios, bajo el gobierno de Dios.

El pueblo de Dios, en el lugar de Dios, bajo el gobierno de Dios está en el corazón de la definición de la iglesia. ¿Por qué? Debido a que es otra manera de hablar acerca de la adoración, y amigos, la iglesia existe para el culto. Entonces, ¿cómo adoramos a Dios juntos en una iglesia local?

La iglesia muestra la imagen de Dios

Para responder a esto, voy a caminar a través de la historia de la Escritura para mostrar la forma en que reflejamos la imagen de Dios. Esa es nuestra palabra clave: imagen.

Creación
En primer lugar, la creación. Génesis 1. Dios crea las plantas y los animales “cada uno según su especie.” Cada manzana sigue el modelo de otra manzana; cada cebra según la cebra anterior. Pero luego, en el versículo 26, leemos esto: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza.” “Nosotros tenemos el modelo de Dios. Nosotros representamos de manera única a Dios.

Caída
Paso 2: la caída y Génesis 3. Las personas deciden no representar el gobierno de Dios. Buscaron representar a su propia agenda. Ahora somos culpables (porque hemos quebrantado la ley de Dios), y también somos corruptos. El espejo está doblado, se podría decir, por lo que una falsa imagen de Dios es retratada.

Israel
Paso 3, Israel. Dios, en su misericordia, tenía un plan para salvar y utilizar a un grupo de personas para lograr su propósito original para la creación: mostrar su gloria. En Éxodo 4, incluso se llama a esta nación su “hijo7. ”

¿Por qué un hijo? Debido a que los hijos se parecen a sus padres. Ellos reflejan a sus padres.

Los Diez Mandamientos que le da a este hijo están relacionados con la imagen del hijo de su Padre. No tendrás otros dioses delante de mí. No harás una imagen de Dios. Ustedes deberán actuar de una manera que refleje Mi carácter.

Y si este hijo, Israel, adora a otras imágenes y falla en mostrar la imagen de Dios, el será expulsado de la tierra. Lo cual, como es sabido, es exactamente lo que sucedió.

Cristo
Paso 4. Cristo. En Mateo 3, Jesús es bautizado. Y, ¿qué dice El Padre desde el cielo? “Tú eres mi Hijo, a quien amo; en ti me complazco”.

Ahora, por fin, tenemos el Hijo perfecto que satisface perfectamente a su Padre. Quién perfectamente refleja a su padre. “El que me ha visto, ha visto al Padre” (Juan 14: 9).

De tal palo tal astilla.

Así que no es extraño que los autores del Nuevo Testamento lo llamen la “imagen del Dios invisible” (Col. 1:15) y “la imagen misma de su sustancia” (Hebreos 1: 3). Aquí está un hombre que ahora refleja perfectamente a Dios para todos nosotros.

Iglesia
Piense en Romanos 8:29. “Para aquellos que de antemano conoció, también los predestinó para ser hechos conforme a la imagen de su Hijo.” O 1 Corintios 15:49: “Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del hombre celestial.”

Nuestro trabajo como cristianos es mostrar el carácter, semejanza e imagen y la gloria del Hijo y del Padre en el cielo.

El padre es un pacificador, por lo que, iglesia, seamos pacificadores.
El Padre ama a sus enemigos, por lo que, iglesia, amemos a nuestros enemigos.
El Padre y yo somos uno, por lo que, iglesia, seamos uno.
De tal Padre, tal Hijo, y tales sus hijos.

Gloria
1 Juan 3: 2, “Pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.” Un día Dios va a rehacer la creación, en los cielos nuevos y la tierra nueva. La ciudad donde habita Dios con el hombre, descenderá del cielo, y entonces seremos espejos perfectos que reflejen su imagen.

Aquí está el resumen de la historia:

Dios creó a la humanidad para mostrar la excelencia de quién es.
Adán y Eva no lo hicieron.
Tampoco lo hizo el pueblo de Israel.
Pero Jesús lo hizo. Jesús vino a revelar a Dios, y Jesús vino a salvar.
Ahora la iglesia está llamada a reflejar el carácter y la gloria de Dios a todo el universo. Está llamada a declarar en palabra y acción su gran sabiduría y obra de salvación.
¿Cómo adoramos? ¿Cómo podemos responder a Su excelencia? Tenemos la imagen de él. Reflejemos su gloria.

Volvamos brevemente a nuestra definición:

“Una iglesia local es un grupo de cristianos que se reúnen regularmente en el nombre de Cristo para afirmar y supervisarse unos a otros respecto a su pertenencia en Jesucristo y su reino por medio de la predicación del Evangelio y de las ordenanzas del mismo8“

Si usted lee a través del NT, verá una serie de imágenes que se utilizan para describir a la iglesia local. Podríamos argumentar que también son parte de la definición de la iglesia – por ejemplo, la iglesia se describe como:

Un cuerpo (1 Corintios 12: 12-27)
Una familia (1 Timoteo 5: 1-2)
Un rebaño de ovejas (1 Pedro 5: 2)
Una casa (1 Pedro 2: 5)
Un sacerdocio (1 Pedro 2: 9)
Este es el punto: una iglesia local vive junto con la estructura y el propósito establecido en la definición (reunirse para supervisar la membresía o pertenencia unos a otros en Jesucristo), están preparados para vivir juntos en una forma tal que esas imágenes (cuerpo, familia, rebaño) se conviertan en una realidad. En otras palabras, la iglesia refleja cada vez más diferentes aspectos de la imagen de Dios.

Dos implicancias.

Permítanme mostrar dos lecciones a partir de lo anterior para saber cómo y qué debemos pensar acerca de la iglesia.

Implicancia 1: La iglesia local es el punto focal del gran plan de Dios para mostrar su gloria a las naciones.

Pensemos, por un momento, cómo Pablo construye el libro de Efesios. Comienza, en capítulo 1, con una hermosa descripción de nuestra salvación por gracia solamente, para la sola gloria de Cristo. El capítulo 2 comienza con el evangelio que nos salvó. Y a continuación, a medio camino en el capítulo 2, Pablo lanza el punto de aplicación principal del Evangelio: que judíos y gentiles son uno en Cristo. Dos grupos que por razones étnicas, teológicas, sociales y políticas estaban enemistados están ahora unidos. De hecho, Pablo usa los dos enlaces más comprometidos que conocemos – el vínculo de la familia y de la etnicidad – para describir la iglesia unida. Somos la nueva familia de Dios. Somos la nueva humanidad de Dios.

Personas que no tienen nada en común, pero en Cristo viven juntas como si tuviesen todo en común. ¿Cuál es el propósito de Dios en todo esto? Efesios 3:10,

“… para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales.”

No deje pasar esto. ¿Cómo se va a dar a conocer Dios a un mundo que observa su multiforme sabiduría? A través de la iglesia. Es la obra sobrenatural de Dios en nosotros, no sólo individualmente, sino colectivamente como un cuerpo, como la iglesia, que se convierte en esta plataforma. Lejos de opcional, la iglesia es fundamental en el plan de Dios.

Implicancia 2: La iglesia local debe ser distinta del mundo.

Los propósitos de Dios para la iglesia se llevan a cabo cuando los creyentes son diferentes del mundo. Esto no sólo significa diferentes tipos de personas de diferentes orígenes que aprenden a vivir y se aman. También significa diferente en el sentido de la santidad. En 1 Pedro 1 leemos: “…como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.9” Las iglesias son sólo para los pecadores. Si no eres un pecador, no eres bienvenido en la iglesia. Y sin embargo, las iglesias son sólo para los pecadores arrepentidos. Si la iglesia no es diferente del mundo, ¿Qué tiene de buena? No me importa cuál sea el mensaje que predica; una iglesia que se parece que el mundo sólo difama a ese mensaje.

Preguntas de discusión

1) Si la iglesia está llamada a reflejar a Dios, ¿Qué debería reflejar la iglesia acerca de Dios? ¿Cuáles son las cosas que una iglesia puede mejorar para tratar de reflejar a Dios de esa manera?

2) Sobre la base de lo que hemos hablado esta mañana, ¿Por qué una iglesia decidiría no usar múlti-sitios o multi-servicio?


1 https://www.youtube.com/watch?v=1IAhDGYlpqY

2 Mat. 18:20

3 113 veces en la versión ESV; ekklesia aparece 114 veces.

4 Un ejemplo diferente a esto aparece en Hechos 19:32 donde ekklesia es usada para describir la asamblea (o multitud) que perseguían a los cristianos.

5 e.g. Rev. 7:9

6 Church Membership, por Jonathan Leeman, pg. 52. (Membresía de la Iglesia)

7 Éxodo 4:22

8 Church Membership, por Jonathan Leeman, pg. 52. (Membresía de la Iglesia)

9 1 Pedro 1:15-16

Por CHBC
Capitol Hill Baptist Church (CHBC) es una iglesia bautista en Washington, D.C., Estados Unidos

¿La regeneración precede necesariamente a la conversión?

¿La regeneración precede necesariamente a la conversión?
Por Thomas Schreiner

La respuesta a la pregunta es: «sí», pero antes de explicar por qué esto es así, se debe explicar brevemente qué significan los términos «regeneración» y «conversión».

La regeneración significa nacer de nuevo o nacer de lo alto (Jn. 3:3, 5, 7, 8). El nuevo nacimiento es la obra de Dios, de manera que todos los que han nacido de nuevo, «nacen del Espíritu» (Jn. 3:8). O, como dice 1 Pedro 1:3, es Dios quien «nos hizo renacer para una esperanza viva» (1 P. 1:3). El medio que Dios utiliza para otorgar esa nueva vida es el evangelio, porque los creyentes «han nacido de nuevo, no de simiente perecedera, sino de simiente imperecedera, mediante la palabra de Dios que vive y permanece» (1 P. 1:23; Stg. 1:18). La regeneración, o nacer de nuevo, es un nacimiento sobrenatural. Así como no podemos hacer nada para nacer físicamente —¡simplemente sucede!— tampoco podemos hacer algo para producir nuestro nuevo nacimiento espiritual.

La conversión ocurre cuando los pecadores se vuelven a Dios en arrepentimiento y fe para salvación. Pablo describe la conversión de los tesalonicenses con estas palabras: «porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios para servir al Dios vivo y verdadero» (1 Ts. 1:9). Los pecadores se convierten cuando se arrepienten de sus pecados y se vuelven en fe a Jesucristo, confiando en Él para el perdón de sus pecados.

Pablo afirma que los inconversos están muertos en sus «delitos y pecados» (Ef. 2:1; 2:5). Se encuentran bajo la potestad del mundo, la carne y el diablo (Ef. 2:2-3). Todos nacemos en el mundo como hijos o hijas de Adán (Ro. 5:12-19). Por tanto, todos entramos al mundo siendo esclavos del pecado (Ro. 6:6, 17, 20). Nuestras voluntades están esclavizadas al mal y, por esa razón, no tienen ninguna inclinación o deseo de hacer lo correcto o volverse a Jesucristo. Dios, no obstante, por su increíble gracia «nos dio vida juntamente con Cristo» (Ef. 2:5). Esta es la manera de Pablo de decir que Dios ha regenerado a su pueblo (Tit. 3:5). Él ha soplado aliento de vida en nosotros donde antes no lo había, y el resultado de esta nueva vida es la fe, porque la fe también es «don de Dios» (Ef. 2:8).

Varios textos de 1 Juan demuestran que la regeneración precede a la fe. Los textos son los siguientes:

«Si sabéis que él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de él» (1 Jn. 2:29).
«Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios» (1 Jn. 3:9).
«Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios» (1 Jn. 4:7).
«Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él» (1 Jn. 5:1).
Podemos hacer dos observaciones a partir de estos textos. En primer lugar, en cada ejemplo, el verbo «nacer» (gennaô) se encuentra en el presente perfecto, denotando una acción que precede a la acción humana de practicar la justicia, evitar el pecado, amar o creer.

En segundo lugar, ningún evangélico diría que antes de nacer de nuevo debemos practicar la justicia, porque tal declaración enseñaría una justicia en base a las obras. Tampoco diríamos que primero debemos evitar el pecado, para luego nacer de Dios, porque tal creencia sugeriría que las obras humanas producen el nacimiento espiritual. Tampoco diríamos que primero debemos demostrar un gran amor por Dios, y luego Él nos hace renacer. No, queda claro que practicar la justicia, evitar el pecado y amar son todas consecuencias o resultados del nuevo nacimiento. Pero si este es el caso, entonces debemos interpretar 1 Juan 5:1 de la misma manera, porque la estructura del versículo es la misma que encontramos en los textos relacionados con practicar la justicia (1 Jn. 2:29), evitar el pecado (1 Jn. 3:9) y amar a Dios (1 Jn. 4:7). Se deduce, entonces, que 1 Juan 5:1 enseña que primero Dios nos da nueva vida, y luego creemos que Jesús es el Cristo.

Vemos la misma verdad en Hechos 16:14. Primero, Dios abre el corazón de Lidia y la consecuencia es que ella presta atención y cree en el mensaje proclamado por Pablo. Asimismo, nadie puede ir a Jesús en fe a no ser que Dios haya obrado en su corazón para atraerlo a la fe en Cristo (Jn. 6:44). Pero todos aquellos que el Padre ha atraído o entregado al Hijo ciertamente pondrán su fe en Jesús (Jn. 6:37).

Dios nos regenera y luego creemos, por consiguiente, la regeneración precede a nuestra conversión. Por tal motivo, damos toda gloria Dios por nuestra conversión, ya que el volvernos a Él es completamente una obra de Su gracia.

Este artículo fue publicado por 9Marcas.
Meditando en las bendiciones del año que termina
Thomas Schreiner es profesor de interpretación del Nuevo Testamento en el Southern Baptist Theological Seminary en Louisville, Kentucky, Estados Unidos, y pastor de predicación en Clifton Baptist Church.