¿Quién fundó la iglesia de Cristo? ¿Jesucristo o los apóstoles?

Por: David Logacho

La palabra “iglesia” es la traducción de la palabra griega “ekklesía”, la cual significa “llamado afuera”. El significado de este término, tal como se utiliza en el Nuevo Testamento es doble. Se refiere a aquellos que son llamados afuera de entre las naciones como un pueblo para su nombre, los cuales constituyen “la iglesia” el cuerpo de Cristo.

En este sentido, es un organismo. También se refiere a aquellos que son llamados afuera de alguna determinada comunidad. Para poner en práctica los principios y preceptos de Cristo que aparecen en el Nuevo Testamento. Como un cuerpo de cristianos, en este sentido es una organización.

En cuanto a la iglesia como organismo, se le conoce como el cuerpo místico de Cristo. Del cual Él es la cabeza viviente y los creyentes regenerados son los miembros. El Nuevo Testamento describe a este cuerpo místico de Cristo a través de siete figuras, una de las cuales tiene que ver con lo que fue motivo de su consulta.

La figura del templo de Dios. Hablando de todos los creyentes, note lo que dice Efesios 2:20-22. “edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas. siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.”

Según este pasaje bíblico, la iglesia de Cristo se describe como un templo para Dios. Este templo fué edificado sobre el fundamento de los apóstoles y profetas. Esto se refiere a los apóstoles y profetas del Nuevo Testamento, no se puede referir a los profetas del Antiguo Testamento. Porque a ellos no se les reveló absolutamente nada sobre la iglesia de Cristo. El texto no está diciendo que el fundamento de ese templo para Dios son los apóstoles y profetas. Lo que los apóstoles y profetas hicieron fue solamente poner el fundamento del templo para Dios.

El fundamento del templo para Dios es Jesucristo. Note lo que dice Pablo en 1 Corintios 3:11 hablando de los creyentes como templo o edificio para Dios. “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo”. Los apóstoles y profetas del Nuevo Testamento pusieron el fundamento que es Jesucristo por medio de enseñar sobre la persona y obra de Jesucristo.

Cuando Pedro confesó que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Jesús anunció que su iglesia se edificaría sobre esa roca, es decir sobre la solemne verdad que Jesús es el ungido de Dios y el único Hijo de Dios. El fundamento de todo edificio se pone una sola vez. Nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto por los apóstoles y profetas, el cual es Jesucristo. Pero Jesucristo no sólo es el fundamento de este templo para Dios que es la iglesia de Cristo, Sino que también él es la principal piedra del ángulo.

Esto significa que Jesucristo ocupa el lugar de preeminencia en todo lo que es la iglesia de Cristo. Por el hecho que toda la estructura del edificio usa esta piedra como referencia, esta piedra reviste capital importancia para el edificio. Viene a ser así una figura apropiada de lo que es Jesucristo para su iglesia.

De modo que, el fundador y el fundamento de la iglesia de Cristo es Cristo mismo. Los apóstoles y profetas del Nuevo Testamento fueron los encargados de colocar este fundamento y una vez colocado nadie puede cambiarlo.

¿Es pecado ingerir bebidas alcohólicas?

Un creyente debe abstenerse de ingerir cualquier bebida alcohólica.

Como siempre ha sido nuestra práctica, dejemos que la palabra de Dios nos instruya sobre este tan debatido y polémico asunto de conducta cristiana.

Comenzaremos diciendo que la Biblia no contiene ningún mandato en contra de ingerir bebidas alcohólicas. Lo que sí contiene es mandatos en contra de la embriaguez. Note uno de ellos, se encuentra en 1ª Corintios 6:9-10 donde leemos: «¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis, ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios»

De aquí podemos concluir que la palabra de Dios condena la borrachera al ponerla en el mismo plano que la fornicación, el adulterio, la homosexualidad, la idolatría, etc.

¿Será entonces que el creyente puede ingerir cualquier bebida alcohólica siempre y cuando no llegue a emborracharse? Hay muchos que opinan que sí, y se convierten en bebedores sociales, lo cual, según ellos, significa que ingieren bebidas alcohólicas con moderación para cumplir con sus compromisos sociales. Dicen ellos que como la Biblia no contiene un versículo que diga: No seáis un bebedor social, entonces no hay ningún problema con ingerir bebidas alcohólicas siempre y cuando no lleguen a emborracharse.

Pero aquí debemos detenernos y meditar, porque estamos entrando en un campo que debe ser considerado con sumo cuidado antes de decidir que podemos ingerir bebidas alcohólicas con moderación como dicen algunos.

Es necesario considerar la ley del amor gobernando nuestra libertad en Cristo para hacer o dejar de hacer ciertas cosas no legisladas en la Biblia. En esencia lo que esta ley dice es que la libertad que tenemos en Cristo para hacer o dejar de hacer las cosas que no están reguladas en la Biblia está limitada por una ley superior que es el amor a los demás.

Esta ley aparece en textos como Gálatas 5:13 donde dice: «Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servios por amor los unos a los otros»

Según lo que dice este texto, diríamos que efectivamente, el creyente tiene plena libertad para ingerir bebidas alcohólicas con moderación, sin llegar a emborracharse, pero existe el peligro de usar esta libertad como ocasión para la carne.

¿Qué significa esto? Pues que la libertad que tiene el creyente para hacer cierta cosa, se ha tornado en un justificativo para agradarnos a nosotros mismos en detrimento de los demás. Por eso el versículo que leímos termina diciendo: sino servios por amor los unos a los otros.

Esto significa entonces que la libertad del creyente para hacer las cosas no legisladas en la Biblia queda subyugada al servicio a los demás en amor. ¿Cómo serviríamos a otros por amor, en el caso que nos atañe? Pues simple y llanamente cediendo voluntariamente el derecho que tenemos para ingerir bebidas alcohólicas.

Es por esto que Pablo nos deja con un excelente enfoque de su libertad en Cristo en 1ª Corintios 10:23-24 donde dice: «Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica. Ninguno busque su propio bien, sino el del otro.»

Aplicando este texto al caso específico de ingerir o no bebidas alcohólicas con moderación, sin llegar a emborracharse, Pablo diría: Es lícito ingerir bebidas alcohólicas sin llegar a emborracharse, pero no es necesariamente conveniente. Es lícito ingerir bebidas alcohólicas sin emborracharse, pero puede ser que no sea edificante. ¿Cómo saber si es o no conveniente? ¿Cómo saber si es o no edificante? Pues por el efecto que esta conducta va a tener en los otros.

La libertad cristiana está entonces limitada por como va a afectar nuestras acciones sobre otros hermanos. Es en relación a esto que Pablo pronunció las palabras que tenemos en 1ª Corintios 8:13 donde dice: «Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano.»

Aplicando esto a nuestro caso de ingerir bebidas alcohólicas con moderación, Pablo diría: Si ingerir bebidas alcohólicas con moderación afecta negativamente a algún hermano, gustosamente cederé mi derecho de ingerir bebidas alcohólicas con moderación para por amor no hacer tropezar a ese hermano. Esto es la libertad limitada por el amor; y es característica de una verdadera madurez espiritual.

Terminando ya, leamos lo que dice Romanos 15:1-2 «Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos. Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación.»

Resumiendo entonces, la Biblia no ordena abstinencia total de bebidas alcohólicas por parte del creyente. El creyente tiene libertad de hacerlo, pero esta libertad está limitada por el amor a otros hermanos y esto resulta en un ceder el derecho de ingerir bebidas alcohólicas para no herir a otros hermanos. Esta es una conducta propia de la madurez espiritual.

La fuente del gozo es el Señor Jesucristo

Serie: Legado, Ser dueño de mí influencia

David Logacho

Saludos cordiales amigo oyente. Bienvenido al estudio bíblico de hoy. ¿Es posible experimentar gozo en medio de circunstancias difíciles? Bueno, la respuesta depende de lo que sea la fuente de nuestro gozo. Si la fuente de nuestro gozo es una determinada persona o una determinada situación, el gozo estará presente cuando todo marche bien con esa determinada persona o esa determinada situación. Pero si algo va mal con esa determinada persona o esa determinada situación, el gozo dejará de existir. Un hombre de negocios levantó de la nada una cuantiosa fortuna. Su fortuna era la fuente de su gozo, pero en cierta ocasión invirtió casi toda su fortuna comprando acciones muy prometedoras en la bolsa de valores. Desafortunadamente para él, la cotización de esas acciones se vino abajo ante su estupefacta mirada. En cuestión de semanas su cuantiosa fortuna se estaba desvaneciendo. El gozo se había extinguido porque la fuente de su gozo había desaparecido. Se sintió tan frustrado y desesperado que prefirió terminar con su vida a vivir en la miseria. Otro caso, esta vez una mujer, cuya fuente de su gozo era su única hija, a la vez el único recuerdo de su amado esposo quien había fallecido cuando la hija era muy tierna. La madre volcó toda su esperanza e ilusión en su hija, pero cuando la hija llegó a su juventud, se metió en drogas, le expulsaron del colegio y terminó huyendo de la casa con un muchacho. Hoy esa madre vive en permanente tratamiento psiquiátrico. Sus nervios están destrozados, su vida es un tormento. Gozo es una palabra ajena a su vocabulario. ¿Por qué? Porque la fuente de su gozo se esfumó. Así por el estilo podríamos dar ejemplo tras ejemplo de lo peligroso que es depender de la-a personas o las cosas para nuestro gozo. ¿Se puede experimentar gozo en medio de circunstancias adversas? Sí, pero cuando la fuente del gozo no son personas o cosas sino única y exclusivamente el Señor Jesucristo. Justamente de esto tratará el estudio bíblico de hoy.

Abra su Biblia en la epístola del apóstol Pablo a los Filipenses, capitulo 2 versículos 17 y 18.

En este corto pasaje encontramos la excelencia del gozo verdadero y la exhortación a experimentar el Gozo verdadero.

En cuanto a lo primero, la excelencia del gozo verdadero, Filipenses 2:17 dice: «Y aunque sea derramado en libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y regocijo con todos vosotros»

Recuerde que Pablo estaba como prisionero en una cárcel romana mientras escribía estas palabras, no por haber hecho algo indebido, sino porque proclamó el mensaje del evangelio con denuedo. Todavía no había recibido su sentencia porque el juicio no había concluido, pero la posibilidad de una sentencia de muerte era muy real.

Es en estas condiciones que Pablo habla de la excelencia del gozo que había en su ser. Para ello, hace referencia a una ofrenda del Antiguo Testamento, llamada libación.

La libación consistía en derramar vino o aceite sobre el holocausto y la ofrenda de flor de harina, también llamada oblación. La libación simbolizaba a Cristo en su vida inmaculada y muerte voluntaria, lo cual era la fuente del gozo para Dios y para el hombre. Pablo se veía a sí mismo como el vino o el aceite que era derramado sobre el sacrificio y el servicio de la fe de los Filipenses (con lo cual traería gozo a Dios y a los hombres. Interesante que la fe de los Filipenses no era una fe muerta. Era una fe que se manifestaba en sacrificio y servicio).

El sacrificio tiene que ver con una negación de uno mismo para que se manifieste Cristo en nosotros. El sacrificio de la fe de los Filipenses les movió a ceder sus derechos en beneficio de Cristo y de los demás lo cual a su vez resultó en un servicio a Cristo y a los demás. Esta es la manera como se manifiesta una fe genuina.

Cuánto nos hace falta esta manifestación de la fe en la actualidad. En la mayoría de los creyentes vemos una fe barata en el mejor de los casos o una fe muerta en el peor de los casos. Personas que dicen que tienen fe y que son salvos por fe, pero viven como quieren, viven para ellos mismos, hacen respetar sus derechos y miran a los demás como objetos para satisfacer sus intereses personales.

Hablar de servicio a personas así es como lanzar un insulto, porque piensan que están en este mundo para ser servidos por los demás. Jamás se han detenido a pensar que el mismo Señor de la Gloria en sus días en este mundo dijo que no había venido para ser servido sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.

¿Cómo es su fe amigo oyente? Es una fe viva que se manifiesta en sacrificio y servicio o es una fe muerta o enferma de muerte que se manifiesta en buscar su propio beneficio y considera el servicio a los demás como algo indigno.

Los Filipenses tenían una fe viva y por eso se sacrificaron y sirvieron. Cuando Pablo miró aquello, Pablo comparó su posible muerte con la libación u ofrenda de vino o aceite que produciría un grato olor a Dios y a los demás. Este pensamiento traía un gozo indescriptible a Pablo, por eso dice: me gozo y me regocijo con todos vosotros.

¿No le parece algo maravilloso? Allí está Pablo, encarcelado, lejos de su tierra, solo con pocos amigos, enfrentando una posible sentencia de muerte y sin embargo diciendo: Me gozo y como sí eso no fuera suficiente: Me regocijo. ¿Cuál fue su secreto para sentirse así?

Sin lugar a dudas que fue porque la fuente de su gozo era el Señor, su palabra, sus promesas. Cuando la fuente de nuestro gozo es la persona de Cristo, no importa cómo están las circunstancias externas, igual tendremos el gozo que necesitamos para vivir.

Puede ser que no nos vaya bien en los negocios, puede ser que un hijo se descarríe, puede ser que un ser querido enferme, puede ser que las cosas no salgan como esperábamos que salieran, puede ser cualquier cosa, nos afectará en mayor o menor grado, pero no nos quitará el gozo porque simplemente la fuente de nuestro gozo no son las circunstancias sino la persona de Cristo quien es el mismo ayer, hoy y por los siglos.

Una vez que hemos considerado la excelencia del gozo verdadero, consideremos la exhortación a experimentar el gozo verdadero. Filipenses 2:18 dice: «Y asimismo gozaos y regocijaos también vosotros conmigo»

Interesante que el gozo es cuestión de la voluntad de uno, sino no tendríamos mandatos como este. Gozaos y regocijaos está en modo imperativo indicando una orden. Dios no quiere hijos apesadumbrados, derrotados, desanimados, frustrados. Dios quiere hijos que se gozan y se regocijan y por eso nos manda a gozamos y regocijamos.

Quizá Ud. me dirá: Pero hermano, cómo puedo yo gozarme y regocijarme si me acaban de despedir del trabajo, o si mi hija está enferma en un hospital o si los planes que hice se acaban de hacer pedazos. ¿Pero sabe qué, amigo oyente? Pablo está diciendo: Y asimismo gozaos y regocijaos también vosotros conmigo. ¿Cuál fue la fuente del gozo de Pablo? ¿No fueron las circunstancias, verdad? Fue la persona de Cristo. Pablo encontró su gozo en Cristo, asimismo, Ud. y yo tenemos también que encontrar nuestro gozo en Cristo Jesús.

Hace algún tiempo visité a una hermana que tenía serios problemas con su esposo. El esposo no estaba satisfaciendo ninguna de las necesidades de la esposa y esto producía profunda angustia y desesperación en la esposa. Luego de hablar con ella acerca de que la fuente de su satisfacción no tiene que ser exclusivamente su esposo, sino también Cristo Jesús, ella prometió refugiarse en él. Tiempo después, le pregunté cómo le estaba yendo. Me dijo que su esposo seguía igual pero que ella ya no se sentía abatida como antes sino gozosa sabiendo que Dios tiene un propósito para lo que estaba pasando. Esta hermana había aprendido a encontrar en Cristo Jesús la fuente de su gozo. Ud. y yo debemos hacer lo mismo.

Quizá hoy mismo, Ud. amigo, amiga oyente se encuentra en medio del fuego despiadado de la prueba. Su carne tiende al lamento, a la auto conmiseración, a sentirse abandonado, despreciado y confuso. Ha perdido el gozo de vivir. No siga así. Levante la cabeza, refúgiese en Cristo, él es la fuente inagotable de gozo. Búsquelo en su Palabra y en oración, deposite sobre él su ansiedad y le garantizo que el gozo volverá a su vida. Se lo digo porque yo he experimentado exactamente eso. Si funciona conmigo, funciona con cualquier persona.

Gracias por su gentil sintonía. Si lo que hemos compartido le ha ayudado en su vida espiritual que tal si usted nos ayuda con sus oraciones y su ofrenda. Para informarle como hacernos llegar su ofrenda escríbanos a La Biblia Dice… Casilla 1708-8208 Quito Ecuador o al correo electrónico: labiblia@labibliadice.org o visite nuestro sitio en internet: http://www.labibliadice.org Pero antes quiero dejar con ustedes la PREGUNTA DEL DIA.

¿Sabe usted qué es la misión Bautista?

Busque la respuesta en nuestra página a, la dirección en Internet es: labibliadice.org. Bendiciones y le esperamos en nuestra próxima edición.

¿Cómo podemos vivir en santidad?

Generalmente se piensa que para vivir en santidad es necesario cumplir con determinadas reglas. Pero en ningún lugar de la Biblia se sugiere siquiera que podemos llegar a ser santos por medio de la obediencia a determinadas reglas.

Al contrario, el apóstol Pablo reprendió a los gálatas por pretender llegar a la santidad de esta manera. Gálatas 3:3 dice: “¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?” Lo que Pablo está diciendo, en otras palabras, es: Si no fue posible obtener la salvación por medio de guardar la ley, ¿cómo piensan que es posible obtener la santidad por medio de guardar la ley? Por la presencia de la naturaleza pecaminosa, el ser humano desea todo lo que prohíbe la ley.

El problema no es con la ley, el problema es con el pecado que mora en la persona. Así que la vida de santidad basada sobre el principio de someterse a las rígidas leyes está condenada al fracaso.

¿Qué es entonces lo que Dios propone? Pues el camino que Dios propone hacia la santidad práctica en el creyente, no es por la ley sino por la gracia. Es como si Dios dijera: Te he salvado por mi gracia, por tanto, por amor y no por temor, anda y vive de una manera que sea consistente con esto. Te he dado el Espíritu Santo que mora en ti para que te dé el poder para andar de una manera que sea digna de este llamamiento.

Te recompensaré por cada ocasión que resistas la tentación, o cada vez que digas no al pecado. Ahora se presentaría la siguiente inquietud: ¿Cómo sé qué tipo de conducta está acorde con el llamado de un creyente? Dios respondería diciendo: He llenado el Nuevo Testamento con instrucciones prácticas de justicia para ti. Algunas de estas instrucciones inclusive se llaman mandamientos, pero recuerda que no se trata de leyes que contemplan castigos si no se las cumple, sino que son ejemplos del estilo de vida que me agrada. El momento que somos salvos llegamos a tener una posición de santidad ante Dios.

Por el hecho de estar en Cristo, somos santos delante de Dios. Nuestra responsabilidad es procurar que nuestra práctica se acerque lo más posible a nuestra posición. Estando bajo la gracia, la motivación para vivir en santidad es el amor, no el temor. Los creyentes genuinos instintivamente desean ser santos cuando reflexionan sobre el precio que tuvo que pagar el Señor Jesucristo para pagar por el pecado de ellos.

El recuerdo del Calvario es la motivación más fuerte posible para vivir sobriamente, justamente y santamente. Pero alguien podría objetar esta manera de vivir en santidad diciendo: Si ponemos a los creyentes bajo la gracia, inmediatamente se dedicarán a hacer lo que quieran y a vivir como les plazca. En otras palabras, la doctrina de la gracia fomenta el pecado. Bueno, es verdad que la gracia, como cualquier otra cosa puede ser objeto de abuso. Claro que somos libres de la ley, pero eso no significa que vamos a vivir sin ley. Como bien ha dicho el apóstol Pablo en 1 Corintios 9:21: “No estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo”

Es decir que el Señor Jesucristo es la regla de vida para el creyente, no la ley. De modo que, la forma de vivir en santidad es parándonos firmes sobre la gracia, y haciendo todo lo que nos pide la palabra de Dios, no por el miedo de ser castigados o peor de perder nuestra salvación, porque la salvación no se pierde, sino por el amor que tenemos a Dios por cuando Dios primeramente nos ha amado en Cristo.

David Logacho es Ingeniero en Electrónica y Telecomunicaciones, trabajó por años para la NASA, decidió abandonar su carrera profesional para prepararse para servir al Señor en un Instituto Bíblico en Argentina. Dirigió el Ministerio La Biblia Dice… durante más de 2 décadas hasta su retiro en 2015.

Contenido publicado con autorización de La Biblia Dice para: Alimentemos El Alma

Av.Galo Plaza Lasso N63-183 y de los Cedros
Telf. 00593-2-2475563
Quito-Ecuador

¿Puede un creyente ser homosexual?

Gracias por su pregunta. A decir verdad, lo mismo hubiera dado preguntar: ¿Puede un creyente ser ladrón? O ¿Puede un creyente ser adúltero? O ¿Puede un creyente ser mentiroso? ¿Puede un creyente ser borracho? ¿Por qué tenemos que poner a la homosexualidad como un pecado de una categoría especial? ¿Acaso existen categorías de pecado? Todo lo que está en contra de la voluntad de Dios es pecado, no importa si se trata de homosexualidad, robo, adulterio, mentira, borrachera y tantas otras cosas más.

Observe lo que dice 1 Corintios 6:9-10 ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.
Según lo que dice este pasaje bíblico, no solamente los homosexuales están privados de heredar el reino de Dios. También los fornicarios, también los idólatras, también los adúlteros, también los afeminados, también los ladrones, también los avaros, también los borrachos, también los maldicientes, también los estafadores y la lista podría continuar. Por eso es que la palabra de Dios exhorta a los creyentes a abandonar todas estas prácticas que son propias de los incrédulos. Hablando a los creyentes en la iglesia de Corinto, algunos de los cuales cuando eran incrédulos practicaban muchas de las cosas que acabamos de citar, inclusive la homosexualidad, note lo que les dijo el apóstol Pablo según 1 Corintios 6:11 Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.

Esas prácticas como la homosexualidad, la fornicación, la idolatría, el adulterio, el ser afeminados, el robo, la avaricia, la borrachera, el ser maldicientes, la estafa, fueron parte del pasado de la vida de los creyentes de la iglesia en Corinto. Esto erais algunos, dice el texto. Dios espera que haya un cambio radical entre lo que fue la vida en el pasado y lo que es la vida en el presente. Esto es lo que se llama la conversión, lo cual tiene que ver con dar un giro de 180 grados en la conducta.

Mas ya habéis sido lavados, dice el apóstol Pablo. Ya habéis sido santificados, o puestos aparte para Dios. Ya habéis sido justificados o declarados justos en el nombre de nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios. Por eso, con toda autoridad puedo afirmar que Dios no quiere que un creyente practique la homosexualidad, de igual manera como la fornicación, la idolatría, el adulterio, el ser afeminado, el robo, la avaricia, la borrachera, el ser maldiciente, la estafa y en general todo lo que atenta contra la santidad de Dios.

Yo sé que no es fácil, especialmente cuando existen antecedentes de una vida entregada al pecado. Pero Dios nos ha dado el poder para vivir en santidad. Si no fuera así, Dios jamás nos pediría vivir vidas santas. 1 Tesalonicenses 4:3 dice: pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación.

Fornicación tiene que ver con cualquier uso del sexo fuera del marco establecido por Dios. El marco establecido por Dios para el correcto uso del sexo es el matrimonio entre un hombre y una mujer. La homosexualidad cae dentro de la fornicación. La voluntad de Dios es que los creyentes se aparten de la fornicación.

David Logacho es Ingeniero en Electrónica y Telecomunicaciones, trabajó por años para la NASA, decidió abandonar su carrera profesional para prepararse para servir al Señor en un Instituto Bíblico en Argentina. Dirigió el Ministerio La Biblia Dice… durante más de 2 décadas hasta su retiro en 2015.

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El uso y abuso de sustancias químicas que tienen la capacidad de producir adicción – 12

CONSULTORIO BÍBLICO

SERIE: Vida Cristiana

12 – El uso y abuso de sustancias químicas que tienen la capacidad de producir adicción

DAVID LOGACHO

Agradeciendo su atención, le damos la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Prosiguiendo con la serie titulada: La Vida Auténticamente Cristiana, en esta ocasión, David Logacho nos hablará acerca del uso y abuso de sustancias químicas que tienen la capacidad de producir adicción.

Esteban era un joven negociante felizmente casado. Probó la cocaína por primera vez en una fiesta de un amigo. En cuestión de poco tiempo se encontró inmerso en el terrible mundo de la drogadicción. Llegó al punto que para mantener el vicio necesitaba alrededor de 100 dólares diarios. Esto causó un terrible impacto en su negocio y en su hogar.

Como en muchos casos, su historia terminó en conflicto, bancarrota y divorcio. Inclusive los amigos que le iniciaron en el vicio, después le dieron las espaldas. A pesar de que episodios como éste se repiten por millones en el mundo, y son de conocimiento público, sin embargo, las estadísticas nos dicen que los consumidores de drogas están en constante aumento a escala mundial.

¿Por qué? Pues porque nadie puede negar que el consumo de drogas tiene su placer. La Biblia habla justamente de “los deleites temporales del pecado” en Hebreos 11:25.

El deleite es temporal, dura instantes, pero luego del placer vienen las facturas que deben pagarse por el resto de la vida y si no se arregla la situación con Dios, continuarán pagándose por la eternidad. Cada vez que veo una persona atrapada en las drogas, viene a mi mente lo que sucede cada vez que voy de pesca.

Para pescar, me armo de mi caña, anzuelo y carnada. La última vez que fui de pesca, usé camarón como carnada. Las truchas se volvían locas por el camarón. Ni bien llegaba el camarón al agua, las truchas estaban rondando para picar la carnada. Lo que las truchas ignoraban es que dentro del camarón había un anzuelo. Tan pronto una trucha mordía el camarón, quedaba atrapada, lista para ser sacada del agua.

Así son las drogas. Parecen tan atractivas, tan inofensivas. Tanto placer a disposición. Pero lo que no sabe la persona que las toma es que la droga tiene un anzuelo que atrapa para siempre. Alguien dirá: Eso es exageración. Nada pasa si se toma solo un trago de licor, o si se fuma sólo un cigarrillo con marihuana, o si se inhala sólo un poco de cocaína. El asunto está en no dejarse dominar.

Bueno, así es justamente es como pensaban todos aquellos que hoy están en el abismo del alcoholismo o de la drogadicción. Todos ellos pensaron dominar a la droga, pero terminaron dominados por la droga. El pez no necesita sino morder la carnada una sola vez para quedar atrapado para siempre. Igual es con la droga. Sólo hace falta probar una vez para quedar atrapado.

La Biblia condena esto de consumir drogas por placer, porque es necesario reconocer que algunas drogas, no todas, cuando son administradas por un médico responsable pueden ser útiles para el tratamiento de alguna enfermedad.

En Gálatas 5:19-21, el apóstol Pablo hace una lista de lo que se llama las obras de la carne, ponga atención a lo que está en esta lista. Dice así: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a éstas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.”

Dentro de la lista aparece la palabra “hechicerías”, esta palabra es la traducción de la palabra griega “farmakeía” la cual sugiere el uso de drogas, o pociones mágicas, o brebajes, para alterar la personalidad del ser humano, ingrediente indispensable en el culto pagano a algunas deidades.

De modo que el consumo de drogas, no es fenómeno moderno. Ha estado presente en el mundo desde tiempos inmemoriales. La Biblia condena esta práctica.

Si nos proponemos hacer una evaluación de cosas a favor y cosas en contra de la práctica del consumo de drogas, encontraremos que lo único a favor es ese instante de placer o euforia de lo cual ya hemos hablado, en cambio tiene tantas cosas en contra.

Permítame pues citar al menos lo más obvio de lo negativo que es el consumo de las drogas. Al hablar de drogas debemos incluir también lo que ha llamado drogas sociales, es decir el alcohol y el tabaco.

Primero y más importante, el consumo de drogas es contrario a lo que la Biblia enseña. Esto debería ser argumento suficiente para desterrar esta práctica de la vida cristiana, pero existen más razones.

Segundo, el consumo de drogas puede conducir al usuario al campo de lo trascendental y en realidad abrir su vida a la entrada de demonios. Esto explica los innegables vínculos entre la drogadicción y el satanismo. La Biblia dice en Juan 10:10 que Satanás viene para “hurtar, matar y destruir” No es extraño por tanto que el consumo de drogas produzca como una de sus secuelas la violencia extrema con graves pérdidas para el que consume drogas y los que los rodean.

Tercero, el consumo de drogas conduce a sus víctimas a la adicción. No existe droga que esté libre de producir adicción al usuario. Esta característica está presente tanto en el alcohol y el tabaco como en todas las drogas depresoras del sistema nervioso central y las drogas estimulantes del sistema nervioso central. La Biblia enseña que los creyentes no debemos dejarnos dominar de ningún hábito.

Cuarto, el consumo de drogas afecta al usuario espiritualmente, emocionalmente y físicamente. Espiritualmente, predispone al usuario al contacto con demonios, emocionalmente, dependiendo de las drogas que se consuman, causan desequilibrio, el usuario puede pasar de la máxima euforia a la máxima depresión. Físicamente, produce pérdida permanente de la capacidad intelectual debido a la muerte de millones de células cerebrales. La administración de drogas por vía intravenosa es fuente de potencial contagio para el terrible mal del SIDA.

Quinto, el consumo de drogas produce desequilibrio económico. Mantener el hábito de consumir drogas es un hábito exorbitantemente caro. Los consumidores están condenados a la quiebra, mientras que los proveedores llenan sus arcas del dinero despojado a los consumidores. La tendencia general es que millones se empobrecen para que unos pocos se enriquezcan.

Sexto, el consumo de drogas fomenta la inmoralidad en todo sentido. Para conservar el hábito, el que consume drogas es capaz de hacer cualquier cosa que le signifique algún ingreso de dinero. Algunos roban, otros matan, otros se dedican a la prostitución y quien sabe qué más. Todo vale con tal de tener a la mano la droga.

Séptimo, el consumo de drogas conduce a problemas de índole legal. En la mayoría de los países del mundo es ilegal la posesión de drogas. También es ilegal el tráfico de drogas. Las leyes de los países reprimen severamente toda actividad delictiva relacionada con drogas. Una persona que consume drogas eventualmente se verá envuelta en algún tipo de problema legal.

La vida auténticamente cristiana, amable oyente, se caracteriza por la abstinencia total del uso de cualquier droga por placer. El templo del Espíritu Santo que es el cuerpo del creyente no debe ser contaminado con las drogas. Es posible que entre alguno de nuestros oyentes se encuentre alguien que ya ha caído en las garras de consumir drogas y franca y honestamente le gustaría salir de ese tenebroso mundo.

Para eso es necesario que Dios intervenga en su vida. Es necesario que Dios cambie su ser y le transforme totalmente. Dios hace este milagro sin igual en todo aquel que confía en Cristo como Salvador. Será el comienzo de su victoria sobre las drogas.

La Biblia dice que todos somos pecadores y por tanto estamos separados de Dios. Romanos 3:23 dice: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”

Usted necesita reconocer y admitir esta verdad. La Biblia también dice que por ser pecadores estamos condenados a la muerte eterna. Romanos 6:23 dice: “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”

Es necesario que Usted reconozca y admita esta verdad. La Biblia también dice que Dios ama al pecador y que por ese amor, ha dado a su Hijo para que muera en lugar del pecador, de modo que el pecador quede libre de pagar el castigo por su pecado. Juan 3:16 dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

Puede ser que le sea difícil admitir que el Hijo de Dios haya recibido todo lo que Usted como pecador merece, pero esa es la realidad. Fue por eso que murió clavado en la cruz del calvario. Cristo se hizo pecado para que Usted pueda ser libre del pecado. Cristo murió para que Usted pueda vivir. Ni Usted ni yo merecemos lo que Cristo hizo por nosotros, pero lo hizo. La obra de Cristo en la cruz a favor del pecador fue aceptada por Dios y en consecuencia, Cristo resucitó de entre los muertos y hoy vive para siempre, garantizando vida eterna a todos los que en él creen.

No desprecie la obra de Cristo a su favor. Hoy mismo recíbalo como su Salvador. Para eso, hable con Dios, allí donde se encuentre este momento. Agradezca a Dios por lo que Cristo hizo por Usted y manifieste a Dios su deseo de recibir a Cristo como su Salvador. Hágalo por fe, simplemente confiando en lo que Dios ha dicho en su palabra. Si lo hace, Usted será salvo.

La Biblia dice en Juan 1:12: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”

Como hijo de Dios, tendrá el camino abierto para vivir un estilo de vida que agrade a Dios, un estilo de vida libre de las drogas. Le recomiendo que se una a otros que comparten esta fe, para que le ayuden a dejar atrás ese hábito tan pernicioso del consumo de las drogas.

DAVID LOGACHO

Ingeniero en Electrónica y Telecomunicaciones, trabajó por años para la NASA, decidió abandonar su carrera profesional para prepararse para servir al Señor en un Instituto Bíblico en Argentina. Dirigió el Ministerio La Biblia Dice… durante más de 2 décadas hasta su retiro en 2015.

Disponible en Internet en: http://www.labibliadice.org

Contenido publicado con autorización de La Biblia Dice para: Alimentemos El Alma

Av.Galo Plaza Lasso N63-183 y de los Cedros
Telf. 00593-2-2475563
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La disciplina – 11

CONSULTORIO BÍBLICO

SERIE: Vida Cristiana

11 – La disciplina

DAVID LOGACHO

Es un grato placer contar con su sintonía, amiga, amigo oyente. Sea bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando las características de la vida auténticamente cristiana y una de ellas es la disciplina. Sobre esto nos estará hablando en instantes más, David Logacho

La palabra disciplina en el Nuevo Testamento significa la formación dada a un niño, incluyendo la instrucción y corrección. Todo niño necesita por tanto ser disciplinado. Igual es con los hijos de Dios. Todo hijo de Dios necesita ser disciplinado. La disciplina no es algo reservado para los creyentes desobedientes. La disciplina simplemente es la formación que Dios da a sus hijos.

A veces esta disciplina demanda corrección, y Dios es muy sabio en proveer de esa corrección, pero la mayoría de las veces esa disciplina simplemente toma forma de diversas circunstancias que Dios diseña para enseñarnos cosas importantes. Así como los hijos no deben despreciar la disciplina de sus padres, los hijos de Dios tampoco deben despreciar la disciplina de su Padre.

Proverbios 15:32 dice: “El que tiene en poco la disciplina menosprecia su alma; mas el que escucha la corrección tiene entendimiento”

Este es un versículo que muchos padres hacen memorizar a sus hijos para que no se resientan cuando son castigados, pero también deberíamos memorizarlo todos los creyentes para que no nos resintamos con la disciplina de nuestro Padre celestial.

Consideremos por tanto lo que la Biblia nos enseña acerca de la disciplina de Dios. Hebreos 12:3-11 dice: “Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado; y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos y no hijos. Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquellos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.”

En estos versículos, el autor del libro de Hebreos muestra las razones por las cuales es necesario que los creyentes estén bajo la disciplina de Dios. Recuerde que estar bajo la disciplina de Dios no es sinónimo de recibir castigo de Dios por haber hecho algo contrario a su voluntad.

Estar bajo la disciplina de Dios significa simplemente estar en un proceso de formación, de desarrollo, de crecimiento hacia la madurez.

En primer lugar, los creyentes necesitamos estar en disciplina porque es la manera como se crece hacia la madurez. El pasaje que acabamos de leer dice que Dios nos disciplina para que participemos de su santidad.

La santidad es parte intrínseca del carácter de Dios. La disciplina busca que los creyentes seamos imitadores de Dios. Efesios 5:1 dice: “Sed, pues, imitadores de Dos como hijos amados”

Dios logra esto por medio de la disciplina. Esta disciplina consiste en enseñanza y corrección. Dios nos enseña a través de circunstancias que él mismo diseña. A veces esas circunstancias pueden ser aparentemente adversas, pero nunca debemos olvidar que son parte de la escuela de aprendizaje de Dios.

Hace años atrás, cuando una de mis hijas tenía apenas siete años de edad, enfrentó un grave problema de salud. A pesar de su corta edad, fue algo muy doloroso para ella, y mucho más doloroso para mi esposa y para mí. Siempre es muy doloroso ver sufrir a alguien que uno quiere con especial cariño. Pero en esa misma época, Dios se manifestó de una manera muy especial, consolando, fortaleciendo, proveyendo. Solo para citar un ejemplo, los gastos de hospitalización de mi hija eran tan altos que de ninguna manera podíamos pagarlos, pero Dios proveyó hasta el último centavo para atender esa necesidad.

Dios se mostró como Jehová Jireh, el Dios que provee. Puede ser que en este preciso instante, Usted esté atravesando por alguna situación difícil. Quizá un esposo infiel, o un hijo rebelde, o la quiebra de un negocio, o la enfermedad de un ser querido, o el rompimiento de una relación de noviazgo, cualquier cosa difícil de sobrellevar. Yo sé que es doloroso. Yo sé que esto trae un mar de dudas y confusión, pero con la autoridad de la palabra de Dios, yo le animo a que piense que cualquier cosa difícil que esté enfrentando, es parte de lo que Dios ha diseñado para que Usted aprenda alguna lección importante.

No menosprecie la disciplina del Señor. Aunque todo dentro de Usted insista por quejarse o por rebelarse contra Dios, no ceda a ese impulso. Agradezca a Dios por lo que está pasando y reafirme su confianza plena en él.

En segundo lugar, los creyentes necesitamos estar bajo la disciplina de Dios porque es una prueba de genuina relación de amor entre el Padre celestial y sus hijos. Eso es lo que dice el pasaje bíblico que fue leído.

El Señor al que ama disciplina. Si se os deja sin disciplina, entonces sois bastardos y no hijos. Así como los padres que realmente aman a sus hijos están prestos a disciplinarlos, el Padre celestial quien ama tanto a sus hijos está también presto a disciplinarlos. La disciplina es una manifestación de amor. Los padres terrenales no quieren echar a perder a sus hijos criándolos sin disciplina.

El Padre celestial tampoco quiere echar a perder a sus hijos criándolos sin disciplina.

En tercer lugar, los creyentes necesitamos estar bajo la disciplina de Dios para evitar que nos desviemos del camino correcto. El creyente se parece mucho a una oveja. Las ovejas tienen una marcada tendencia a desviarse del camino que deben seguir. El pastor de ovejas se ve en la necesidad de usar su vara para enseñar a una oveja a no salirse del camino. Igual es en el campo espiritual.

Los creyentes también tenemos una tendencia a desviarnos del camino correcto. Nuestra naturaleza pecaminosa está constantemente incitándonos a desobedecer lo que Dios ha dicho en su palabra. Para contrarrestar esta tendencia natural del creyente, Dios también tiene que utilizar su vara de corrección. Es parte de la disciplina de Dios.

En la iglesia de Corinto había algunos creyentes que no estaban teniendo la actitud correcta en la Cena del Señor. Estaban participando en la Cena del Señor con su corazón manchado por el pecado. La Cena del Señor llegó a ser para ellos, nada más que una pantalla para ocultar la suciedad de su corazón de modo que los demás piensen que eran espirituales. Era un acto de hipocresía extrema.

Dios tenía que intervenir con disciplina. Ponga atención a lo que dice 1ª Corintios 11:27-32: “De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo.”

La disciplina de Dios a estos creyentes en la iglesia de Corinto, tomó forma de enfermedad en algunos casos, de debilidad en otros casos y de muerte en otros casos. Dios sabe la manera apropiada para castigar a sus hijos dentro del proceso de disciplina. La vara de corrección de Dios no es para dañar a sus hijos. Es para enseñar obediencia. Es para restaurar al que ha caído. Es para evitar que vuelva a caer.

A veces la disciplina de Dios toma forma de una medida disciplinaria aplicada por la iglesia. Este fue el caso de aquel hermano en la fe que cometió una grave falta moral en la iglesia en Corinto. Si Dios no nos corrigiera cuando desobedecemos, nos acostumbraríamos a desobedecer, con graves consecuencias para nosotros.

La corrección de Dios es algo muy serio. Causa mucho dolor, pero es algo necesario y da muy buen fruto. Por eso es que el autor de Hebreos dice que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.

Por al menos estas razones, es indispensable que los creyentes estemos bajo la disciplina de Dios. Si Usted es hijo de Dios, está bajo la disciplina de Dios. No es algo opcional para Usted. Lo que sí es opcional es la actitud que Usted desarrolle ante la disciplina de Dios. No menosprecie la disciplina de Dios. Aún si Dios le está corrigiendo por algo que hizo mal, agradezca a Dios por ello. Es una muestra del amor que Dios como Padre le tiene a Usted como hijo. No viva quejándose de su mala suerte. Para el creyente no existe la suerte. Si su vida está atravesando por momentos difíciles, agradezca a Dios por ello, sabiendo que eso es parte de lo que Dios ha escogido como la forma de enseñarle lecciones importantes. La vida es el laboratorio donde Dios nos instruye día a día hasta que lleguemos a gloriosa presencia.

DAVID LOGACHO

Ingeniero en Electrónica y Telecomunicaciones, trabajó por años para la NASA, decidió abandonar su carrera profesional para prepararse para servir al Señor en un Instituto Bíblico en Argentina. Dirigió el Ministerio La Biblia Dice… durante más de 2 décadas hasta su retiro en 2015.

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Restaurar a un hermano que ha caído – 10

CONSULTORIO BÍBLICO

SERIE: Vida Cristiana

10 – Restaurar a un hermano que ha caído

DAVID LOGACHO

Qué grato es saber que Usted nos está escuchando. Bienvenida, o bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando las características de la vida auténticamente cristiana y en esta oportunidad, David Logacho nos hablará acerca de la necesidad de restaurar a un hermano que ha caído.

Si Usted ha sido madre o padre de familia, se habrá deleitado viendo a su hija o a su hijo dar sus primeros pasos.

Yo recuerdo muy claramente, hasta ahora, luego de más de veinte años, cuando mi hijo pudo dar sus primeros pasos por sí solo. Fue todo un acontecimiento. Mi esposa y yo estábamos tan orgullosos, en un buen sentido, de ese pequeño ser de menos de un año de nacido. Lo contamos a todo mundo.

Si hubiera sido posible, hasta lo hubiéramos publicado en los periódicos. Fue grandioso. Pero después de dos o tres pasos juntos venía una caída. Nada doloroso, por supuesto.

Pero qué pensaría Usted de unos padres que después de ver que su tierno hijo se cae después de dar uno o dos pasos por primera vez, dice algo como esto: Qué decepción, mi hijo acaba de caerse, me ha defraudado. Será mejor que le eche de la casa. Ya no quiero saber nada más de él. ¡Absurdo! ¿Verdad?

Pero, pensándolo bien, eso es justamente lo que hacemos muy a menudo cuando vemos a un hermano en la fe que cae en pecado. Por el hecho de haber caído, pensamos que ya es el fin.

¿Qué hubiera sido de la vida de Pedro el Apóstol, si hubiera sido desechado después que negó tres veces a Jesús? ¿Qué hubiera sido de la vida de Pablo, Saulo en ese entonces, después de haber perseguido con crueldad a la naciente iglesia Cristiana? ¿Habría ido Jonás a Nínive a predicar un mensaje de arrepentimiento, si Dios le hubiera desechado después que desobedeció la primera vez que fue llamado para esa obra? Para hacerlo más personal: ¿Estaríamos nosotros hoy donde estamos si Dios nos hubiera rechazado después de haber caído de alguna manera?.

Queramos o no queramos admitir, todos tenemos nuestro pasado y sólo por la gracia y la misericordia de Dios hemos sido no sólo perdonados sino que se nos ha otorgado una segunda oportunidad para el servicio.

¿Qué debemos hacer cuando vemos que un hermano en la fe cae en pecado?

Bueno, primero pensemos en las cosas que no debemos hacer.

Primero, no debemos quedarnos callados. A veces pensamos que si no hacemos nada vamos a ayudar al hermano que ha caído. Pero esto sería un silencio cómplice. Sería como estar de acuerdo con lo que el hermano ha hecho. A lo mejor el hermano que cayó en pecado piensa que no hay nada de malo en lo que ha hecho. Alguien tiene que decirle que lo que hizo ofendió a Dios. No es correcto quedarse callado cuando se ve que un hermano ha caído en pecado.

Segundo, no debemos alegrarnos porque el hermano ha caído en pecado. A veces se ve esta reacción, especialmente cuando el que ha caído en pecado era alguien con quien no teníamos una buena relación. La caída en pecado de cualquier creyente, siempre debe ser motivo de profunda tristeza para los demás creyentes.

Tercero, no debemos jactarnos de nuestra capacidad de mantenernos firmes. Todos tenemos el potencial de cometer lo peor que podemos imaginar. Si no lo hemos hecho ha sido simplemente porque Dios nos ha cubierto con su gracia. Por eso es que 1ª Corintios 10:12 dice: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.”

Cuarto, no debemos horrorizarnos por lo sucedido. Evitemos rasgarnos las vestiduras, especialmente si la caída es en un área de la vida cristiana donde nosotros también estamos luchando por no caer.

Quinto, no debemos chismear. Esta quizá es la tendencia más común cuando vemos que un hermano ha caído en pecado. La lengua se pone en acción inmediatamente para esparcir el chisme a cuantos sea posible. En ocasiones inclusive podemos disfrazar el chisme diciendo que estamos sólo compartiendo un motivo de oración.

Ahora que sabemos lo que no debemos hacer veamos qué es lo que debemos hacer.

La primera y más importante medida es restaurar al hermano que ha caído. Esto es lo que recomienda Gálatas 6:1 donde dice: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.”

Esta instrucción de Pablo está dirigida primeramente a los creyentes, pero no a todos los creyentes, sino a aquellos que son espirituales. Esto significa a aquellos creyentes que están llenos o controlados por el Espíritu Santo.

Si un creyente anda en pecado, no es un creyente espiritual y por tanto no está en capacidad de restaurar a otro creyente que ha pecado. El verbo restaurar es un verbo muy interesante en el idioma en que se escribió el Nuevo Testamento.

Katartizo es un verbo que se utilizaba en el campo de la pesca para hablar de remendar una red para pescar. El pecado en un creyente es comparable a un agujero en una red de pecar. Es necesario que alguien remiende ese agujero para que esa red pueda seguir atrapando peces.

Katartizo es un verbo que también se utilizaba en el campo de la medicina, para hablar de un hueso que se había dislocado y necesitaba volver a ser puesto en su lugar. Un creyente que cae en pecado es como un hueso dislocado, necesita que alguien lo ponga de vuelta en su lugar.

Katartizo se usaba también en el campo militar, para hablar de alguien que estaba equipado completamente para entrar en batalla. Un creyente que peca es como un soldado que no tiene todo el equipo para la batalla. Necesita que alguien le provea de ese equipo.

Los creyentes espirituales son los que deben restaurar a un hermano que ha caído en pecado. Son ellos los que van a remendar los huecos que produce el pecado en el hermano caído. Son ellos los que van a poner en su lugar los huesos dislocados que produce el pecado en el hermano que ha caído. Son ellos los que van a equipar completamente al hermano que ha caído para que pueda ser útil en la batalla.

Esto es lo que significa restaurar. Es necesario hacerlo con espíritu de mansedumbre, lo cual es uno de los aspectos del fruto del Espíritu Santo. Ese espíritu de mansedumbre hará reflexionar profundamente al creyente espiritual, acerca de su propia fragilidad, para no jactarse de su firmeza ante la tentación.

En segundo lugar, la restauración debe hacerse siguiendo los pasos que dejó el Señor en Mateo 18:15-17 donde dice: “Por tanto, si tu hermano peca contra ti, vé y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia, y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.”

La restauración se debe hacer por fases.

Primero, en privado, entre el creyente espiritual y el creyente que ha caído. Si esto falla, se debe ir a una segunda etapa, con la presencia de testigos. Si esto falla, se debe ir a una tercera etapa, con la intervención de la iglesia. Si todo esto falla, ese creyente que ha caído y persiste en su pecado, debe ser tenido por gentil y publicano.

Esto significa que debe ser sacado de la comunidad de creyentes en la iglesia local. A esto es a lo que Pablo se refiere en 1ª Corintios 5:3-5 donde dice: “Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosa ha hecho. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.”

Aun esta medida extrema tiene el propósito de restaurar a un hermano que ha caído en pecado.

En tercer lugar, como parte de la restauración, es necesario mostrar al hermano que ha caído en pecado, el camino correcto por el cual debió haber andado. Esto es lo que se desprende de pasajes como Santiago 5:19-20 donde dice: “Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados.”

Se trata de un creyente que ha caído en pecado y otro creyente espiritual ha sido utilizado para restaurar al que ha caído. Dice el texto que el creyente espiritual ha hecho volver al pecador del error de su camino. Esto significa que el creyente espiritual está dedicado a guiar al creyente caído en el camino correcto.

Es sencillo murmurar contra un creyente que ha caído, pero en lugar de murmurar debemos restaurar, señalando el error y mostrando como corregir ese error. Santiago dice que quien tal hace salvará de muerte un alma. Una de las formas de disciplina de Dios al pecador que ha caído en pecado es la muerte. La restauración del pecador que ha caído, perfectamente puede salvar a un creyente caído, de ser disciplinado por Dios con la muerte.

Santiago también dice que cuando un creyente espiritual hace volver al camino correcto a un creyente que ha caído, está cubriendo multitud de pecados. ¿En qué sentido? Pues en el sentido de que ese creyente caído, una vez restaurado, no persistirá más en el pecado, de esta manera se estará evitando, o cubriendo, multitud de pecados.

De modo que, otra característica de la vida auténticamente cristiana es restaurar al hermano que cae en pecado. Tal vez hoy mismo a Usted le consta el caso de un hermano que ha caído en pecado. No lo oculte, no se escandalice, no se alegre, no riegue la noticia. Su responsabilidad como creyente espiritual es restaurar a ese hermano que caído con espíritu de mansedumbre.

DAVID LOGACHO

Ingeniero en Electrónica y Telecomunicaciones, trabajó por años para la NASA, decidió abandonar su carrera profesional para prepararse para servir al Señor en un Instituto Bíblico en Argentina. Dirigió el Ministerio La Biblia Dice… durante más de 2 décadas hasta su retiro en 2015.

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9 – La oposición

CONSULTORIO BÍBLICO

SERIE: Vida Cristiana

9 – La oposición

DAVID LOGACHO

Qué bendición es para nosotros contar nuevamente con su sintonía. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy con David Logacho. En la continuación de la serie sobre la vida auténticamente cristiana, hoy nos corresponde tocar el tema de la oposición.

Plinio, el gobernador Romano en Asia Menor, en los albores del segundo siglo, estaba tan asombrado por los creyentes que le traían para ser juzgados, que escribió su famosa carta al Emperador Trajano en búsqueda de consejo.

Entre otras cosas Plinio escribió lo siguiente: Cierto creyente me fue traído para juzgarle, y no habiendo encontrado nada digno de ser castigado le amenace diciendo: Os desterraré. No podéis, fue la respuesta del creyente, porque todo el mundo es la casa de mi Padre. Luego le dije: Os mataré. No podéis, fue la respuesta del creyente, porque mi vida está escondida con Cristo en Dios. Entonces os quitaré vuestras posesiones, le dije. No podéis, respondió el creyente, porque mi tesoro está en el cielo. Entonces os alejaré de todos los hombres y no tendréis ningún amigo, le dije. Nuevamente, con mucha calma respondió el creyente: No podéis, porque yo tengo un Amigo invisible de quien no me podéis separar jamás.

Interesante. En las respuestas de aquel creyente se ha plasmado la seguridad que tenemos a disposición todos los creyentes. Nadie puede hacernos nada que no sea la voluntad de Dios.

Estamos hablando de oposición, porque aunque no nos guste, la oposición es otra característica de la vida auténticamente cristiana. Si todavía no lo ha experimentado es probable que dentro de poco lo experimente y será mejor que esté preparado para hacerle frente.

La Biblia contiene mucha enseñanza acerca de la oposición.

La oposición puede tomar forma de vituperio, persecución y calumnia. Mateo 5:11 dice al respecto: “Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo”

Cuando sus familiares y amigos lleguen a saber que Usted está siguiendo al Señor es muy probable que echen a rodar cualquier calumnia en contra de su integridad con el propósito de menoscabar su imagen.

La oposición puede tomar forma de odio. Mateo 10:22 dice: “Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo”

El mundo odia tanto al Señor Jesucristo, que le llevó a la cruz. No debe ser extraño que el mismo mundo odie a todos los que somos seguidores de Cristo. Este odio puede provenir inclusive de nuestros propios amigos o familiares, quienes no logran comprender los cambios que Dios está haciendo en nosotros.

La oposición también puede tomar forma de encarcelamiento y despojo de bienes. Muchos de los creyentes del primer siglo sufrieron esto. Hebreos 10:34 da testimonio de este hecho: “Porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos”

Esta oposición está presente en varios países musulmanes de hoy en día, donde los creyentes sufren encarcelamiento y el despojo de sus pocas pertenencias.

La oposición también toma la forma de afrenta, de lo cual nos habla 1ª Corintios 4:10 donde dice: “Nosotros somos insensatos por amor de Cristo, mas vosotros prudentes en Cristo; nosotros débiles, mas vosotros fuertes; vosotros honorables, mas nosotros despreciados”

Este episodio se repite muy probablemente en cada nuevo creyente. Cuántas veces no habremos sido catalogados como necios o insensatos por estar siguiendo a Cristo. Cuántas veces no habremos sido considerados como borregos, como gente sin criterio propio, por el solo hecho de seguir a Cristo. Cuántas veces no habremos sido despreciados y marginados ante el solo hecho de identificarnos como discípulos de Cristo.

La oposición inclusive puede tomar forma de martirio. 2ª Corintios 4:11 dice: “Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.”

La historia del Cristianismo está plagada de fieles hermanos que ofrendaron su vida por la causa de Cristo. Según la tradición, Mateo fue traspasado con una espada en una ciudad distante de Etiopía. Marcos expiró en Alejandría, después de ser cruelmente arrastrado por las calles de esa ciudad. Lucas fue colgado de un olivo en Grecia. Juan fue arrojado en un caldero de aceite hirviendo, pero escapó de la muerte milagrosamente y después fue desterrado a Patmos. Pedro fue crucificado cabeza abajo en Roma. Jacobo fue traspasado con espada en Jerusalén. Jacobo el menor fue lanzado del pináculo del templo y luego apaleado. Bartolomé fue desollado vivo. Andrés fue atado a una cruz, donde predicó a sus captores hasta que murió. Tomás fue atravesado con una lanza en la India. Judas, hermano de Jacobo, murió clavado por flechas. Matías fue apedreado y después decapitado. Bernabé murió apedreado en Salónica. Pablo, sufrió varias torturas y prisiones y fue finalmente decapitado en Roma por el emperador Nerón.

Quizá hoy en día no sea frecuente esta forma de oposición, pero nunca debemos olvidar que una cantidad de hermanos en la fe, ofrendaron sus vidas por la causa de Cristo. Estas son algunas de las formas de oposición que puede enfrentar un creyente.

La gran pregunta sería: ¿Cuál debería ser la reacción recomendable para un creyente ante la presencia de la oposición?

Pues la Biblia aconseja al menos lo siguiente:

Primero, reconocer que la oposición es algo natural en el creyente verdadero. Esto fue lo que dijo por ejemplo el apóstol Pablo en 2ª Timoteo 3:12 donde se lee: “Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución.”

Este es un principio inviolable. El momento que Usted decida vivir piadosamente, o conforme a los principios establecidos por Dios en su palabra, ese momento comenzará a padecer algún tipo de persecución. No debemos sorprendernos con la presencia de oposición, más bien deberíamos sorprendernos por la ausencia de oposición, porque ello a lo mejor podría indicar que no estamos viviendo piadosamente.

Segundo, debemos gozarnos por la oposición. 1ª Pedro 4:12-14 dice: “Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría. Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado.”

La oposición es calificada como fuego de prueba. Este fuego de prueba no debe ser motivo de sorpresa, como si algo extraño estuviera pasando, tal cual como quedó establecido anteriormente, sino que debe ser motivo de gozo, no por el dolor que normalmente acompaña a la oposición, sino porque esa oposición nos identifica con el sufrimiento de Cristo y también porque el gozo será pleno cuando se manifieste la gloria majestuosa de Cristo.

Un creyente debe considerarse bienaventurado, o muy afortunado a causa de ser vituperado, o de sufrir persecución por el nombre de Cristo. Esto es evidencia de que el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre ese creyente. Después que los apóstoles fueron liberados de su prisión por la causa de Cristo, note cuál fue su reacción. Hechos 5: 41 dice: “Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre”

Tercero, debemos saber que la oposición es solo por un poco de tiempo. Podrá durar toda la vida, pero aún eso es un poco de tiempo cuando se lo mira a la luz de lo eterno. 1ª Pedro 5:10 dice: “Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayamos padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca”

Estas palabras fueron escritas por Pedro, un apóstol que sufrió cruel martirio por la causa de Cristo al final de sus días en este mundo, pero aún así, dice que ese sufrimiento fue sólo por un poco de tiempo.

¿Cómo puede un creyente ver a la oposición de esta manera? Pues cuando lo ve bajo la perspectiva de la gloria futura que nos espera. Jamás olvide que el dolor del momento, se transformará muy pronto en gloria eterna.

Cuarto, debemos saber que la oposición es aprobada por Dios. 1ª Pedro 2:20-21 dice: “Pues ¿qué gloria es, si pecando sois abofeteados, y lo soportáis? Mas si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios. Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas”

Lo que esto significa es que si un creyente es tratado injustamente, y acepta este maltrato, por la fe en el cuidado soberano de Dios, en lugar de responder con ira, hostilidad, descontento, orgullo, o rebelión, encuentra favor de Dios. La oposición es aprobada por Dios. De modo que, la oposición no es ajena a la experiencia cristiana.

La oposición es característica de la vida auténticamente cristiana. Si Usted está atravesando por severa oposición de cualquier tipo, a causa de su compromiso con Cristo, no se desanime, no piense que algo extraño está pasando con Usted. Agradezca a Dios por haber sido tenido por digno de sufrir por la causa de Cristo, ratifique su confianza total y absoluta en la soberanía de Dios, y persista en aquello que Dios le ha encomendado.

DAVID LOGACHO

Ingeniero en Electrónica y Telecomunicaciones, trabajó por años para la NASA, decidió abandonar su carrera profesional para prepararse para servir al Señor en un Instituto Bíblico en Argentina. Dirigió el Ministerio La Biblia Dice… durante más de 2 décadas hasta su retiro en 2015.

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8 – Hogar cristiano

CONSULTORIO BÍBLICO

SERIE: Vida Cristiana

8 – Hogar cristiano

DAVID LOGACHO

Es un gozo compartir este tiempo con Usted, amiga, amigo oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy con David Logacho. Estamos estudiando las características de la vida cristiana, en la serie titulada: La Vida Auténticamente Cristiana. En esta ocasión trataremos el tema del hogar cristiano.

Así como uno no se convierte en caballo por el solo hecho de entrar en un establo, tampoco uno no se convierte en cristiano por el solo hecho de entrar en un templo cristiano.

Esto es bueno tomar muy en cuenta por cuanto no son pocos los que piensan que son cristianos porque tal vez cada domingo entran a un templo llamado cristiano.

Algo semejante ocurre en cuanto a los hogares. Los hogares no son cristianos por el solo hecho de que algunos de sus miembros concurran a un templo cristiano.

Para hablar de un hogar auténticamente cristiano se necesita cumplir con algunos requisitos.

El primero y más importante, es necesario que los padres sean creyentes. Para ser un creyente es necesario nacer de nuevo. Eso fue justamente lo que dijo Jesús a un hombre muy celoso de la religión de sus ancestros. Me refiero a Nicodemo el fariseo. Juan 3:3 registra lo que Jesús dijo a este fariseo. Dice así: “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto os digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”

Nacer de nuevo es el resultado de creer en Cristo y recibirle como Salvador. Eso es lo que se desprende de las palabras de Jesús en Juan 3:14-16 donde dice: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

De modo que si Usted quiere que su hogar no solo tenga el nombre de hogar cristiano, sino que sea en verdad un hogar cristiano, Usted y su esposa o esposo necesitan este nuevo nacimiento. Caso contrario, aunque se auto convenza de que su hogar es cristiano, a los ojos de Dios no es cristiano.

El segundo requisito es que los padres creyentes estén guiando a sus hijos hacia la meta de que ellos también experimenten ese nuevo nacimiento. El mundo en el cual vivimos dice que no es bueno que los padres ejerzan influencia en la orientación espiritual de sus hijos. Pero Dios dice todo lo contrario. En Deuteronomio 4:9 leemos lo siguiente: “Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos.”

Allí lo tiene. La responsabilidad de los padres es guiar a sus hijos en los caminos del Señor. Por supuesto que serán los hijos, quienes cuando tengan uso de razón, decidirán por ellos mismos el recibir a Cristo como su Salvador personal, pero los padres podemos contribuir en mucho para que eso acontezca.

Padres, si quieren hacer de su hogar un hogar auténticamente cristiano es necesario que rodeen a sus hijos de una atmósfera cristiana, procurando poner en sus mentes principios sencillos de la palabra de Dios y haciendo todo lo posible para que sus hijos tomen conciencia de su estado espiritual y eventualmente vuelvan sus ojos a Cristo para encontrar en él la salvación.

El tercer requisito está íntimamente relacionado con lo anterior. Un hogar verdaderamente cristiano es aquel en el cual la Biblia, la palabra de Dios ocupa un lugar céntrico. Con esto no estoy diciendo que tenga una Biblia, sobre la mesa de la sala de estar, como si fuera un amuleto en contra de la mala suerte, como tristemente sucede en muchos hogares.

Lo que estoy diciendo es que la Biblia debe ser el alimento espiritual de los padres y de los hijos. La familia debería tomar un tiempo cada día para leer y meditar en la palabra de Dios.

El cuarto requisito es la oración. Alguien ha acuñado el dicho que la familia que ora unida permanece unida. Esto es muy cierto. La oración en familia es como un pegamento que mantiene junta a la familia.

Procure reservar un tiempo cada día cuando todos los miembros de la familia estén juntos, aún los más pequeños, para que cada uno tenga la oportunidad de hacer una oración espontánea a Dios. Esta practica se complementa maravillosamente con la anterior, cuando nos referíamos a dedicar tiempo a la palabra de Dios.

Cuando meditamos en la palabra de Dios, él habla a nuestro corazón. Cuando oramos a Dios, nosotros hablamos al corazón de él. El resultado es de tremendo beneficio para la familia.

El quinto requisito de un hogar auténticamente cristiano es que cada miembro del hogar cumpla con lo que Dios ha establecido en su palabra. La Biblia contiene en detalle una descripción de funciones del esposo, de la esposa, y de los hijos. En la medida que cada miembro del hogar cumpla con las funciones asignadas por Dios para él, el hogar marchará sincronizadamente, como un fino reloj suizo, pero de igual manera, en la medida que cada miembro del hogar incumpla con las funciones asignadas por Dios para él, el hogar se hará pedazos.

Veamos por tanto, rápidamente, cuáles son las funciones para cada uno de los miembros de un hogar cristiano.

Comencemos con las esposas, primero las damas. Ese es el orden que aparece en la Biblia. Note lo que dice Efesios 5:22-24 “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.”

La función principal de una esposa es someterse a su esposo. La sumisión no es sinónima de obediencia. La obediencia está reservada para los hijos, no para las esposas. El texto no dice: las casadas obedezcan a sus propios maridos, sino: las casadas estén sujetas a sus propios maridos. La sumisión significa que la esposa ocupa el lugar que Dios diseñó para ella en la relación marido-mujer.

La esposa es la ayuda idónea. La esposa es la persona de confianza del esposo. Como tal, se somete a él de la misma manera que el cuerpo se somete a la cabeza y de la misma manera que la iglesia, el cuerpo, se somete a su cabeza, Cristo. Si las esposas entendieran este concepto de sumisión y sobre todo, si las esposas vivieran en la práctica la sumisión, los hogares se ahorrarían una cantidad de problemas.

Además de eso, las esposas deben amar a sus maridos, deben criar a los hijos en disciplina y amonestación del Señor y deben ser cuidadosas de su casa.

Ahora nos toca a nosotros, los esposos. Lo nuestro se encuentra en Efesios 5:25-33 donde dice: “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido”

Allí lo tenemos, esposos. Más claro no puede ser. Nuestra principal función es amar a nuestras esposas. El amor del cual habla este texto no es solamente el amor pasional o romántico. Es más bien un acto de la voluntad que se manifiesta en sacrificio por la persona amada.

Según lo que dice este texto, el amor debe ser sacrificial, esto significa que implica algún tipo de sacrificio de parte del esposo en beneficio de su esposa. El amor debe ser santificador. Esto significa que busca formar las mejores virtudes en la esposa. El amor debe ser sustentador. Esto significa que el esposo debe satisfacer todas las necesidades de su esposa.

Toda esposa tiene necesidades en el área espiritual, emocional y física. Los esposos debemos satisfacer todas estas necesidades. El amor de un esposo a su esposa, debe ser sin fin. Por algo dijo el Señor que los casados deben estar juntos hasta que la muerte los separe. El divorcio no debería ni siquiera ser mencionado en un hogar cristiano.

Además de amar, el esposo comparte con su esposa la noble tarea de criar a los hijos en disciplina y amonestación del Señor.

Otro elemento de todo hogar son los hijos. La principal responsabilidad de los hijos aparece en pasajes bíblicos como Efesios 6:1-3 donde dice: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.”

La obediencia hacia los padres, por parte de los hijos es vital para la buena marcha de cualquier hogar. Ningún hijo viene a este mundo dispuesto a obedecer. Todo lo contrario, por naturaleza los hijos tienden a la desobediencia. Los padres deben hacer todo esfuerzo posible para enseñar obediencia a los hijos y los hijos, de cualquier edad que sean, mientras vivan bajo el mismo techo de sus padres, deben obedecer.

Como podrá notar, un hogar verdaderamente cristiano cumple con ciertos requisitos indispensables. ¿Es el suyo un hogar auténticamente cristiano? Si están ausentes algunos de los requisitos mencionados, lo antes posible tome las medidas correctivas necesarias. Que su hogar no sea cristiano solo de nombre, sino que sea un hogar cristiano de verdad.

DAVID LOGACHO

Ingeniero en Electrónica y Telecomunicaciones, trabajó por años para la NASA, decidió abandonar su carrera profesional para prepararse para servir al Señor en un Instituto Bíblico en Argentina. Dirigió el Ministerio La Biblia Dice… durante más de 2 décadas hasta su retiro en 2015.

Disponible en Internet en: http://www.labibliadice.org

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