Coronadas y Agradecidas

Isha – Salmos

DÍA 159 – Salmo 119

Dosis: Gratitud

Coronadas y Agradecidas

“A medida que aprendo tus justas ordenanzas, te daré las gracias viviendo como debo hacerlo.” (Salmo 119:7) (NTV)

En mi país gustan mucho de los concursos de belleza, varias coronas han sido otorgadas a venezolanas que en su tiempo marcaron su huella en estas lides femeninas. Recuerdo episodios donde la nación se detuvo por completo para presenciar en vivo el certamen donde figurara una venezolana, en cualquier lugar del mundo. Normalmente una gran emoción inundaba las calles, nadie quería ver el certamen en diferido, todos se esforzaban por verlo en vivo.

Me imagino que todas las participantes hubieran deseado saber los resultados antes de que el certamen terminara. Sin embargo, es necesario vivir la experiencia y entonces al final conocer si ganan o no. Pero nosotras, nominadas al premio de su gracia, convocadas en el certamen de la vida, ya conocemos los resultados, como si siendo parte del concurso pudiéramos vivirlo en diferido.

La Palabra del Señor nos asegura de qué manera hemos vencido, cuál es la clave para ganar esta carrera, cuál es el método para llegar al final antes de que todo termine. Enseñándonos a diario a vivir como conviene, con integridad de corazón, dictándonos las coordenadas un paso a la vez con sus justas ordenanzas. Las cuales producen un hermoso fruto en nuestra vida si las obedecemos.

¡Cómo no estar agradecidas a medida que vamos avanzando viendo los frutos de sus promesas!, sabiendo que nos asiste en cada prueba, haciéndonos resistir no por nuestras fuerzas sino por su Espíritu, para luego entregarnos la corona de la vida, como registró el apóstol Santiago: “Dichoso el que resiste la tentación porque, al salir aprobado, recibirá la corona de la vida que Dios ha prometido a quienes lo aman.”

¿A quién de nosotras no le gustaría calificar, no como la más bella, sino como la más bendecida? En el concurso de la vida no ganará la de medidas perfectas, sino aquella que aprendiendo la Palabra del Señor hará de ella su mejor tesoro, su mayor corona, su más grande bendición.

Oración: Señor enséñame tu Palabra, quiero vivir en ella, dándote gracias por todo. Amén.

De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 176). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.

¡Aprobadas!

Isha – Salmos

DÍA 158 – Salmo 119

Dosis: Seguridad

¡Aprobadas!

“Entonces no tendré vergüenza cuando compare mi vida con tus mandatos.” (Salmo 119:6) (NTV)

Todas alguna vez escondimos una prueba con una nota bajo cero. Como queriendo borrarla de nuestro historial, para que nadie se enterara del fallo. Pero finalmente, ante pocos o ante muchos, tuvimos que mostrarla, encogiéndonos de hombros y agachando la cabeza. Me parece que en eso consiste la vida misma, en un cúmulo de ítems en los cuales somos examinadas, a veces de manera superficial, y otras tantas a profundidad. Y somos calificadas cuando se comparan nuestras respuestas con la Palabra del Señor, no en la oscuridad, sino a la luz de lo que Él ha dicho.

Pablo exhorta a su discípulo Timoteo y le dice: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad”. ¿Por qué se lo dijo de una manera tan enfática? ¿Será que cuando decidimos correr esta carrera, podemos ser avergonzadas con facilidad?

Hay cosas en mi vida que aunque nadie llegara a saberlas, me llenan de vergüenza ante la presencia del Señor, sabiendo que ante Él todas las cosas están descubiertas. ¿Cómo puedo entonces esconder de Él esa nota bajo cero, que queriendo o sin querer me he ganado por mi propia imprudencia?

Es entonces cuando el Señor me hace saber, que a través de su pacto de amor ha olvidado mis fallas, echando mis pecados al mar, donde ya Él no los recuerda más. Y me pregunto, ¿pero por qué yo no puedo olvidarlos?, quizás para que nunca se me olvide de dónde Él me sacó. Aquél rincón de mi vida donde su mano me alcanzó. Y a través de Pablo, me dice como a Timoteo: Esfuérzate con diligencia, preséntate “como” obrera aprobada, no porque no tengas de qué avergonzarte, sino que logres usar bien mi Palabra de verdad, en tu vida y en la de otros.

Sólo si usamos bien su Palabra, viviendo a diario en sus preceptos, haciendo de sus mandatos no una religión, sino un sincero estilo de vida, no habrá lugar para ser avergonzadas ni delante de Dios ni de los hombres, ni por nuestro pasado ni por nuestro futuro. Ya no podrán avergonzarnos ni acusarnos por lo sucedido, todo quedó en el fondo del mar. Ni tampoco con el porvenir, porque como dice el profeta Jeremías Dios tiene para nosotras planes de bendición para darnos un futuro y una esperanza: “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el SEÑOR—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.

Esforcémonos y saldremos aprobadas, no para volvernos a encoger de hombros sino para asistir a tantos que hoy por hoy sólo les queda bajar la cabeza.

Oración: Señor gracias por Tu amor que me hace libre de culpas, ayúdame a vivir en Tu Palabra, como obrera aprobada que no tiene de que avergonzarse. Amén.

De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 175). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.

Reflejemos Su Gloria

Isha – Salmos

DÍA 157 – Salmo 119

Dosis: Pasión Espiritual

Reflejemos Su Gloria

¡Oh, cuánto deseo que mis acciones sean un vivo reflejo de tus decretos! (Salmo 119:5) (NVI)

El otro día me quedé contemplando el lago. Las nubes se movían y una fresca y suave brisa fue parte de la escena. Nunca miré hacia arriba, mis ojos permanecieron hundiéndose en esas quietas aguas. Parecía que aquel gran espejo me ofrecía una vista perfecta, silenciosa pero imponente al mismo tiempo. Recordé el pasaje del salmista: “Los cielos cuentan la gloria de Dios” … y mi lago la refleja. Disfruté al máximo aquella tarde y me pregunté ¿qué será lo que la gente mira cuando hunden sus ojos en mí? ¿Será simplemente agua estancada, o tal vez me muevo tanto yendo de un lado a otro que no es posible divisar nada en mi interior? ¿Qué tengo que hacer para que puedan ver en mí la presencia del Señor? ¿Para que a pesar de mi humanidad, mis acciones sean un vivo reflejo de su Palabra?

Está comprobado que las mujeres particularmente somos movidas por las pasiones, sentimientos de apego a algo o a alguien, que nos llevan a asumir los más grandes esfuerzos, responsabilidades y riesgos. Movidas por aquello que nos da satisfacción o gratificación, física o espiritual, somos capaces de llegar donde jamás pensamos llegar. Podemos hacer lo que jamás pensamos que podríamos hacer.

Igual sucede cuando hay pasión en nosotras por los asuntos de Dios y su Palabra, somos capaces de llegar donde jamás pensamos que llegaríamos, logrando cosas para Dios que nunca imaginamos poder alcanzar. Si de corazón, anhelamos sinceramente agradarle con nuestra vida, estoy segura que se cumplirá en nosotras las palabras del apóstol Pablo: “Pues Dios trabaja en ustedes y les da el deseo y el poder para que hagan lo que a él le agrada.” Al punto en que logremos reflejarle en cada paso, cada vez.

Es un hecho que Dios trabaja contigo, de lo contrario no estarías en estas líneas justo ahora. De Él viene el deseo que te invita a vivir en su Palabra y también de Él viene el poder para que puedas lograrlo. Sólo hace falta que nos apasionemos lo suficiente como para ir más allá de lo nunca visto, para sentir lo que nunca hemos sentido. Hace falta que nos enamoremos de Dios para desear, de verdad, reflejarle como las nubes sobre el lago. Y hay recompensa para aquellas que enamoradas del Rey deciden reflejar al Señor en sus vidas. Él ha prometido que: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han sido concebidas en la mente humana, son las que Él ha preparado para quienes le aman”, no para simpatizantes, sino para aquellas que le aman de verdad.

Oremos para que todo aquello cuanto Él ha preparado sea nuestro. Oremos para que cada vez que la gente nos mire, se refleje su Palabra en nuestra vida.

Oración: Señor, ayúdame a amarte lo suficiente para reflejarte en mi vida, hasta el punto en que se me note tu presencia. Amén.

De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 174). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.

 

Portadoras de su presencia

Isha – Salmos

DÍA 156 – Salmo 119

Dosis: Comunión

Portadoras de su presencia

“Nos has ordenado que cumplamos cuidadosamente tus mandamientos.” (Salmo 119:4) (NTV)

Este verso, como quizás muchos otros del pasaje, pareciera totalmente impositivo. La frase: “Nos has ordenado” nos hace entender que a lo que sigue estamos obligadas. Y como por naturaleza las obligaciones son sinónimo de pesadumbre, este verso es un tanto duro para digerirlo. Sin embargo, pensando en el porqué de la orden, encuentro el amor y el anhelo de Dios por nosotras.

El apóstol Juan en unas de sus cartas afirma: “Los que obedecen los mandamientos de Dios permanecen en comunión con Él, y Él permanece en comunión con ellos. Y sabemos que Él vive en nosotros, porque el Espíritu que nos dio vive en nosotros.” Por lo cual entiendo que la única manera de estar en comunión con el Santo Espíritu de Dios es a través de su Palabra, por lo que nos ordena que la cumplamos, viviendo en ella, para que entonces Él viva en nosotras.

He escuchado a muchas mujeres hablar de sus vacíos, y otras tantas, sin poder hablar siquiera, se han acostumbrado a vivir con ellos. Pero pienso, si el Espíritu de Dios vive en nosotras, ¿podríamos vivir vacías? ¿Acaso podríamos ser víctimas del vacío y la desolación, teniendo como huésped vitalicio en nuestra vida a Aquél que lo llena todo sólo con su majestuosa presencia? He aquí la razón de la orden: El Señor nos ha ordenado seguirle para llenarnos de Él por completo.

La gran mayoría asume que para alcanzar una verdadera comunión con el Espíritu de Dios basta con escuchar su Palabra, y quizás de vez en cuando tomar notas. Pero estoy segura que eso no es suficiente. Recuerdo la promesa del Señor a través del profeta Jeremías: “He aquí que vienen días en que escribiré mi Ley en su mente y corazón, ustedes me serán por pueblo, y yo les seré por Dios.”

Es necesario que para estar llenas de Él seamos su pueblo, y que su Palabra permanezca en nuestra mente y corazón. Precisamos entonces, apropiarnos de sus mandamientos, y que de manera consciente nos dediquemos esforzadamente a vivir en ellos. Muchos esperan la clave para lograr la plenitud del Espíritu Santo de Dios en ellos. No hay duda, sólo si cumplimos sus mandamientos, llegaremos a ser portadoras de su presencia.

Oración: Señor escribe en mi mente y en mi corazón tu Palabra, y lléname de ti por completo. Amén.

De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 173). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.

Negociando con la Vida

Isha – Salmos

DÍA 155 – Salmo 119

Dosis: Rectitud

Negociando con la Vida

“No negocian con el mal y andan sólo en los caminos del Señor.” (Salmo 119:3) (NVI)

Desde el libro de Génesis podemos notar la disposición natural que hay en la mujer para negociar, adquiriendo e intercambiando cosas a lo largo de su vida. Observamos en la Biblia mujeres como Ruth, Débora, Esther, la mujer en el pozo de Jacob, y aquella que derramó el frasco de perfume sobre los pies del Maestro. Aún Rahab la ramera, sin considerar su pasado como impedimento para tratar con el Dios de la vida, se atrevió a negociar con Él para estar a salvo, ella y su familia.

Así mismo, nosotras hoy por hoy estamos llamadas a negociar en rectitud. No importa cuál haya sido nuestro pasado, si hoy el Señor nos ha dado la maravillosa oportunidad de conocerle y vivir en su palabra, negociemos entonces con Él y apropiémonos del futuro y de la esperanza que nos ofrece.

¿Con quién estamos negociando actualmente, de qué manera lo estamos haciendo? No negociemos con el pecado por más atractivo que parezca. Cuando estamos frente a una tentación, dice la Biblia que Dios nos da la salida para escapar de ella. No entremos en conversaciones con aquel que se alegraría mucho de vernos derrotadas. No cedamos a sus propuestas, por más inofensivas o productivas que estas parezcan. El enemigo de nuestras almas, siempre será sagaz a la hora de plantear sus ofrecimientos, pero si lo ponemos al descubierto y sacamos sus propuestas a la luz de la palabra del Señor, sabremos con seguridad cuál será la mejor decisión. Recordemos cómo respondió Jesús a cada una de las tentaciones que el diablo le ofreció en el desierto, diciendo: “Escrito está”, aferrándose en fe y obediencia a la palabra de Dios.

En Génesis capítulo 3 leemos como Eva incurrió en el peor de los negocios, no sólo por haber accedido a desobedecer, sino por haberse sentado a negociar con el enemigo. No consideremos lo malo como probablemente bueno. El atractivo de lo malo nunca será aceptable si a la luz de la palabra de Dios encontramos detalles que muestren las grietas de esa propuesta. Si estamos llamadas a vivir para Dios, entonces tengámoslo presente a la hora de asumir cualquier acuerdo, al momento de cerrar cualquier negocio.

Jesús dijo: “En los negocios de mi Padre me conviene estar.” Si a Jesús, siendo el hijo de Dios, el Salvador del mundo le convenía estar en los negocios de su Padre, ¡cuánto más nos convendrá a nosotras ocuparnos en los negocios de nuestro amante Padre Celestial!

Aferrémonos a Su Palabra. Caminemos por la senda que nos ha señalado, un día a la vez, cada vez, todo el tiempo. Y busquemos al Señor ante cualquier propuesta, manteniéndonos en sus negocios para siempre.

Oración: Señor ayúdame a negociar sólo contigo, quiero que seas mi socio y mi amigo. Amén.

De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 172). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.

Un Camino Mejor

Isha – Salmos

DÍA 153 – Salmo 119

Dosis: Integral

Un Camino Mejor

“Dichosos los que van por caminos perfectos, los que andan conforme a la ley del Señor.” (Salmo 119:1) (NVI)

Al leer este pasaje la mayoría asume que pudiera estar dedicado a personas perfectas, a aquellas que sin fallas logran, por el cúmulo de sus virtudes, llegar a ser dichosas, bienaventuradas y felices. Perfección, o como en algunas otras versiones se usa, Integridad, es un concepto tan profundo y tan amplio al mismo tiempo. Súbitamente todos pensamos en palabras como honradez, honestidad, solidaridad, rectitud, bondad, justicia, entre otros adjetivos honrosos y calificativos.

Pero si leemos cuidadosamente, lograremos entender lo que realmente expresa esta palabra. La Biblia dice “Dichosos los que van por caminos perfectos”, pero no se refiere a los perfectos que van por el camino, sino a aquellos dichosos que han escogido andar por El Camino Perfecto. ¿Cuál camino? Aquel que Dios diseñó para cada una de nosotras, recordemos sus amorosas palabras: «Porque mis pensamientos no son los de ustedes, ni sus caminos son los míos—afirma el SEÑOR—. Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la tierra!” ¡Qué esperanzador resulta saber que no se trata de nosotras! sino de Él, no son nuestros caminos sino los Suyos y que éstos son “más altos” y mejores que los que nosotras imaginamos o planeamos.

Esta palabra es para todos aquellos mortales que como tú y como yo reconocen sus fallas, sus debilidades, esos puntos frágiles, por los que una simple brisa les haría caer. Pero que han sido prudentes, decidiendo caminar no por cualquier sendero, que inicialmente pareciera ser bueno, pero que su final es “camino de muerte.” Sino por el camino perfecto, el único por el cual se puede llegar al Padre. Jesús dijo: “Yo soy el camino,… y nadie va al Padre sino por mí”.371

¿Cuál es el camino por el que has estado transitando? Quizá caminos de intelectualismo, humanismo, política, estética y aun religión. Que a simple vista no parecen ser malos, pero que tampoco son del todo buenos y finalmente, por más que te esfuerces en su recorrido, no te llevarán a Dios.

Sigamos entonces el Camino perfecto, ese que sí es honesto, recto, bondadoso y justo. Vivamos la dicha de caminar en Él, asegurando nuestras vidas en cada paso. ¡Y seremos dichosas, bienaventuradas y felices!

Si encuentras tus pies fuera del Camino, hoy es un buen día para cambiar de dirección.

Oración: Señor, a pesar de mis fallas quiero experimentar la maravilla de vivir en tu Ley. Cambia mi dirección y mi destino. Quiero estar en el camino, en la verdad y en la vida; quiero estar en Ti. Amén.

De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 170). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.

 

El mejor refugio

Isha – Salmos

DÍA 152 – Salmo 117 y 118

Dosis: Confianza

El mejor refugio

“Es mejor refugiarse en el Señor que confiar en el hombre. Es mejor refugiarse en el SEÑOR que fiarse de los poderosos.” (Salmo 118:8) (NVI)

Veníamos caminando por el campo cuando empezó una llovizna que se convirtió en tormenta. Algunos corrieron bajo los árboles, otros confiaron en sus sombrillas, pero los más sabios buscaron una cueva. Y nosotras, ¿dónde nos refugiamos durante las tormentas de la vida? Estos salmos nos invitan a morar bajo la sombra del Altísimo. Y me encanta que se repita más de tres veces que la base de esa confianza es el amor: “Que proclamen los que temen al SEÑOR:«Su gran amor perdura para siempre.»”

Desde el salmo 117 hasta los primeros versículos del salmo 118 se nos invita a alabar a Dios por su fidelidad y amor. Después se enumeran las razones por las que Dios es el mejor refugio. En primer lugar, porque Él está con nosotras. Quizá hemos llegado a depender de una persona, ya sea un padre, nuestra pareja o algún amigo, pero ellos no están con nosotras las veinticuatro horas al día. ¿Cómo buscar en ellos refugio en medio de una crisis en plena carretera o en la soledad de nuestra habitación? En cambio el Señor siempre está presente. Por eso es nuestro refugio.

En segundo lugar, nos podemos refugiar en el Señor porque Él nos ayuda. Si bien tememos lo que el hombre pueda hacernos porque no dudamos en la posibilidad de traición o engaño, el Señor es fiel. Aún es mejor confiar en el Señor que en los poderosos, aquellos que tienen dinero. Sólo Dios nos ayuda en medio de la aflicción. ¿Cuándo fue la última vez que el Señor te ayudó? Te cuento que a mí me auxilió hace unos minutos, cuando tuve una pequeña emergencia casera. Él está disponible las veinticuatro horas del día los siete días de la semana.

Tercero, el refugio del Señor es inmovible. En el salmo 118 encontramos una profecía sobre nuestro Señor Jesús: “La piedra que desecharon los constructores ha llegado a ser la piedra angular.” Esa piedra que los judíos menospreciaron era nuestro Señor Jesús. Él es el fundamento, la piedra principal del edificio que es su iglesia. ¿Recuerdas la parábola del hombre que construyó sobre la arena y el otro que edificó sobre la roca? ¡Cuántas veces buscamos refugio en las débiles chozas de la psicología o la filosofía! Acudamos al refugio más seguro.

Finalmente, es mejor confiar en el Señor porque Él es bueno. Me encanta el uso de esta palabra. No podemos decir lo mismo de muchas cosas en esta vida. Nos gusta el refresco de cola, pero no es bueno para nuestra salud. Nos agrada la comida frita, pero no es buena. Muchas películas y libros que declaramos como “buenos” en verdad no lo son. Solo Dios y lo que viene de su mano es bueno, es decir, perfecto, saludable, recomendable. Y Dios es bueno. En él no hay malas ni dobles intenciones. Dios siempre querrá lo mejor para nosotras. ¡Refugiémonos en Él!

Oración: Señor, enséñame a refugiarme en ti y a alabarte por tu fidelidad. Amén.

De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 168). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.

La Muerte de los Santos

Isha – Salmos

DÍA 151 – Salmo 116

Dosis: Fe

La Muerte de los Santos

“¡Ya puedes, alma mía, estar tranquila, que el SEÑOR ha sido bueno contigo!…Mucho valor tiene a los ojos del Señor la muerte de sus fieles.” (Salmo 116:7 y 15) (NVI)

Dentro de este salmo que alaba al Señor por su protección y cuidado, encontramos varias joyas llenas de esperanza como los dos versículos que citamos. Pero en esta oportunidad desearía enfatiza en el valor que Dios le da a la muerte de sus hijos, para que sirva de consuelo a aquellos que hemos perdido un ser querido o que estamos a punto de enfrentar la muerte. ¿Por qué al Señor le importa con tanta profundidad la muerte de sus amados?

Porque, en primer lugar, somos de mucho valor para él. Para Dios cada una de nosotras es especial, y nos tiene en alta estima. Podemos leer muchos versos que nos comprueban esto, pero pensemos en uno solo: “Porque te amo y eres ante mis ojos precioso y digno de honra.” También a Dios le importa la muerte de los santos porque la experiencia de la muerte en sí misma tiene valor. ¿Acaso no es algo que debemos temer? No, cuando sabemos que morir implicará ver a nuestro Dios y abrazar a Jesús. Como dijo el apóstol Pablo: “Me siento presionado por dos posibilidades: deseo partir y estar con Cristo, que es muchísimo mejor, pero por el bien de ustedes es preferible que yo permanezca en este mundo.”366

Por supuesto que cuando estamos en duelo estas palabras no parecen consolarnos, pero pensemos en todos aquellos mártires que han muerto por amor a Cristo. ¿Acaso no merecen que este texto sea un canto en nuestros labios? ¡Sí! ¡Preciosa es la muerte de aquellos que no temieron el castigo y antes de negar a su Dios prefirieron la muerte! ¡Sí! ¡De gran valor es la muerte de aquella madre que dio a luz pero perdió la vida! ¡De gran estima es la muerte de aquellos siervos que con fidelidad sirvieron a su Dios durante años sin dar marcha atrás! Lo que para nosotros puede ser una muerte sorpresiva no lo es para Dios.

Cuando Corrie Ten Boom era una pequeña niña en Holanda, conoció la muerte por medio de un vecino que falleció. Le hizo pensar que un día sus padres también morirían, así que su padre le dijo: “Corrie, cuando vamos a Amsterdam, ¿cuándo te entrego tu boleto?” Ella contestó que antes de subir al tren. “Así también nuestro sabio Padre sabe cuándo necesitaremos las cosas. No corras antes de tiempo. Cuando llegue el momento para que algunos de nosotros muramos, encontrarás en tu corazón la fuerza que necesitas —justo a tiempo”. De mucho valor es la muerte de los amados hijos de Dios. Y cuando nos toque despedirlos, encontraremos en nuestro corazón la fuerza y el consuelo para seguir adelante. Justo a tiempo.

Oración: Señor, enséñame a no temer la muerte y verla como tú la ves, como un paso más para estar contigo. Amén.

De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 167). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.

 

 

La Gloria del Señor

Isha – Salmos

DÍA 150 – Salmo 115

Dosis: Alabanza

La Gloria del Señor

“La gloria, Señor, no es para nosotros; no es para nosotros sino para tu nombre, por causa de tu amor y tu verdad.” (Salmo 115:1) (NVI)

Tradicionalmente se dice que los salmos 115 al 118 eran cantados en la noche de la Pascua, para conmemorar el escape de Israel de Egipto. Este salmo comienza con un deseo fundamental: que el nombre de Dios reciba la gloria, y no el nombre de la nación. Insta a dar la gloria a Dios, no a nosotros, a Dios no a los ídolos.

Muchas veces pedimos que el nombre de Dios sea glorificado junto al nuestro. Por ejemplo, un mejor empleo para que se alabe nuestro trabajo, o mejor conducta de los niños para que nos vean como buenas madres. ¿O buscamos que algún proyecto salga bien para recibir aplausos? Cuando buscamos nuestra propia gloria, seguramente es porque no estamos preocupados por la reputación de nuestro Dios. Este salmo nos insta a excluir la jactancia y nuestros propios méritos.

Pensemos en el siguiente ejemplo. Dibuja en tu mente un monte lejano. Ahora considera que hay ahí una persona que al anochecer enciende una vela para alumbrar su camino. ¿Podrías ver su luz desde la distancia? ¡Casi imposible! Pero ¿qué pasaría si juntas diez personas con velas? La luz comienza a notarse un poco más. Sin embargo, si se reúnen mil personas la luz brilla como una antorcha. ¿Cómo se vería con millones de velas encendidas? La luz sería tan intensa que te alegraría contemplarla. Y sería tan espectacular que olvidarías a la gente que sostiene la vela, solo admirarías la luz.

Cuando hablamos de la gloria de Dios debemos recordar que lo hacemos en conjunto, por eso el salmista habla en plural. Nosotros solo sostenemos una vela, y lo hacemos porque Dios ha sido bueno al darnos su luz. Pero lo que importa a final de cuentas es su luz: la luz mayor que brilla y enciende la noche, la luz eterna que vence la oscuridad.

La próxima vez que oremos, meditemos en nuestras intenciones. ¿Quién se llevará el crédito de esta oración contestada? Que la gloria del nombre de Dios sea nuestro anhelo al orar y vivir. Para que podamos decir como el salmista: “Somos nosotros los que alabamos al SEÑOR desde ahora y para siempre. ¡Aleluya! ¡Alabado sea el SEÑOR!

Oración: Señor, que tu nombre reciba toda la gloria hoy y siempre. Amén.

De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 166). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.

 

Valiosos para DIos

Isha – Salmos

DÍA 149 – Salmo 113

Dosis: Redención

Valiosos para DIos

“Él levanta del polvo al pobre y saca del muladar al necesitado; los hace sentarse con príncipes, con los príncipes de su pueblo. A la mujer estéril le da un hogar y le concede la dicha de ser madre.” (Salmo 113:7–9) (NVI)

En México les llaman pepenadores. Trabajan en los basureros buscando cosas reciclables, y suelen encontrar verdaderos tesoros. Unos años atrás leí un reportaje sobre una pareja que se iba todos los días al basurero de la ciudad y recogía cosas útiles. Cuando el reportero visitó su casa, ¡se cayó de espaldas! Vivían en comodidad, con autos de lujo y un refrigerador repleto. ¿Y cómo consiguieron tanto dinero? “La gente no sabe lo que tira”, respondieron.

Un amigo mío trabajaba con drogadictos y alcohólicos. Un día recibió una carta que lo ruborizó: “No pierda el tiempo con esa gente. Deben morir en la silla eléctrica y punto”. ¡Qué bueno que mi amigo no pensaba igual! Ciertamente se necesita un corazón de siervo como el de él, pero él solo está imitando a su Padre Celestial. Porque Dios levanta del polvo al pobre. Va al basurero y encuentra al necesitado.

Dios me sacó a mí también del basurero del pecado. En cierta ocasión leí la siguiente frase: “¿Qué diferencia hay entre una prostituta y tú, mujer?” El autor concluyó: “La ropa que visten”. Todas hemos pecado. La Escritura es tajante al respecto. La mentira nos separa de Dios tanto como el adulterio o el homicidio. Las consecuencias son más graves para aquellos pecados que abusan del cuerpo y que privan a otros de la vida, pero delante de Dios, el pecado nos separa a todos de su santidad.

Pero Jesús vino para darnos buenas noticias. Por su sacrificio y su sangre, hoy podemos entrar a su presencia. Él nos hace sentar al lado de príncipes y de su Hijo, el Príncipe de Paz. No porque seamos mejores, sino porque en Cristo somos valiosas. Pidamos perdón a Dios si hemos pensado que alguna clase de personas son menos valiosas y merecen estar en un basurero. Más bien demos gracias a Dios porque tuvo a bien sacarnos del muladar.

Y finalmente en el versículo leemos algo más: la dicha de la mujer estéril a quien Dios da un hogar. No sé cuál sea tu situación el día de hoy, pero confía en estas palabras. Si hoy vas por la vida sin un hogar, Jesús te ofrece uno. Cristo nos ofrece un lugar de pertenencia, y puede ser nuestro hoy mismo.

Oración: Señor, gracias por rescatarme del polvo de mi pecado. Ayúdame a ver a los demás valiosos para ti. Amén.

De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 165). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.