“Vuestra tristeza se convertirá en gozo.” Juan 16:20.

26 de Noviembre
“Vuestra tristeza se convertirá en gozo.” Juan 16:20.

a1Su tristeza particular era la muerte y la ausencia de su Señor, y fue convertida en gozo cuando resucitó de los muertos y se mostró en medio de ellos. Todas las tristezas de los santos serán transmutadas; inclusive las peores de ellas, que parecería que deben permanecer para siempre como fuentes de amarguras.

Entonces entre más tristeza, mayor gozo. Si tenemos carretadas de tristeza, entonces el poder del Señor las convertirá en toneladas de gozo. Entonces entre más amarga sea la tribulación, más dulce será el placer: la oscilación del péndulo hasta el extremo izquierdo lo conducirá a llegar hasta el extremo derecho. El recuerdo del dolor enriquecerá el sabor del deleite: contrastaremos el uno con el otro, y el brillo del diamante será visto más claramente por causa del estuche negro sobre el que descansa.

¡Vamos, corazón mío, ten ánimo! Dentro de poco estaré tan contento como ahora estoy abatido. Jesús me dice que por medio de una alquimia celestial, mi tristeza será convertida en gozo. Yo no puedo ver cómo ha de ser eso, pero lo creo, y comienzo a cantar anticipándolo. Esta depresión de espíritu no durará mucho, y pronto seré elevado y estaré entre los seres felices que alaban al Señor día y noche, y allí cantaré de la misericordia que me libró de grandes aflicciones.

La Chequera del Banco de la Fe. Traducción de Allan Román

Spurgeon, C. H. (2008). La Chequera del Banco de la Fe. Bellingham, WA: Logos Bible Software.

SIETE COSAS QUE DEBE ENSEÑAR A SUS HIJOS

SIETE COSAS QUE DEBE ENSEÑAR A SUS HIJOS

Autor: Howard Hendricks

a11. El niño, desde que nace, debe recibir de sus padres un afecto caluroso, pero no sofocante

El dar y recibir amor es un estabilizador básico en la vida. El amor continúa dando, aunque uno esté cansado, ocupado, enfermo, aburrido, o como sea. El afecto debe ofrecerse en términos entendibles por el niño.

Hay padres muy sinceros que no obstante crían hijos desviados. Por ejemplo, en el homosexual suelen concurrir dos influencias poderosas: una madre dominante, posesiva y agresiva y/o un padre desinteresado, hostil y pasivo. Esta combinación es mortal. Anótelo bien, una inversión de los papeles bíblicos produce desviación. Un estudio sobre 1800 homosexuales concluye drásticamente: «Una relación afectuosa con el padre, de apoyo constructivo, previene la posibilidad de un hijo homosexual». Los desviados no son el producto de un hogar unido y estimulante.

2. Los niños deben ser expuestos a padres profundamente enamorados entre sí y que no se avergüencen de demostrarse su amor en presencia de sus hijos

El amor debe ser un estilo de vida entretejido en la tela de la vida. No es un satín que se rompe cuando se le estira, sino una lana teñida que cubre toda la casa. ¿Cómo captan los niños este amor?, por la vía del contagio: al ser expuestos al mismo.

En una ocasión Jeanne y yo nos estábamos abrazando en la sala cuando de repente entró nuestro hijo menor con un amiguito.

—¡Hey! Tenemos que esperar un ratito—dijo Bill, el otro.

—¿Por qué? Mis padres se están abrazando. ¡Siempre es así!

—Eh, ¡Vamos a entrar! Debe ser formidable tener un padre que ama a tu mamá. Yo ni sé quién es mi padre; cada noche hay un fulano diferente en nuestra casa.

¡Cuidado! No midamos nuestras expresiones de amor por las reacciones de los hijos, especialmente si son adolescentes. Puede ser que digan: «¡Otra vez!, ¡qué fastidio!» Pero, en el fondo de sus corazones, habrá impacto. Cuando estoy aconsejando, las palabras trágicas que escucho son: «No puedo recordar ni una sola vez que mi padre abrazara a mi madre». ¿Qué clase de herencia tendrá el hijo suyo?

3. Ayude a cada niño a identificarse con su propio sexo y, al mismo tiempo, respetar al otro

El sexo es más que un proceso de reproducción o un fenómeno biológico. Incluye toda la personalidad; es lo que hace que un hombre sea hombre y una mujer, mujer. Los niños captan las actitudes como la aspiradora absorbe el polvo. Por ejemplo, la mujer que en su conversación desprecia a los hombres, está revelando más de lo que piensa acerca de su propio matrimonio. El uso del sarcasmo no cabe en un buen matrimonio. El esposo que ve a su esposa frente al espejo y le dice con desprecio: «¡De nada te sirve!», está derramando ácido sulfúrico sobre su matrimonio.

Estimule a su hijo para que llegue a estar orgulloso de su propio sexo. Alabe a su cónyuge frente a su familia. Proclamar: «¡Qué dichosos somos de tener un papá como el nuestro!», dice mucho a los niños.

4. Provea un vocabulario correcto, use términos precisos

Si está enseñando a un niño a hacer galletas, usted no le dice: «Tráeme una de esas cómo se llamen que están en la gaveta, ésas para medir el polvo de hornear y ese cachivache para la harina». Usted usa las palabras correctas porque el niño necesita aprender.

Así debe ser con la información acerca de la vida íntima. Debemos nombrar correctamente las partes del cuerpo. Por ejemplo, uno debe referirse al amamantar a un bebé, de manera normal y natural. Al ir creciendo, el niño debe saber que el bebé empieza su vida en un lugar que se llama útero, y cuando está listo, desciende de cabeza a través de la abertura vaginal. Esta sencilla explicación da confianza a los niños, que normalmente tienen curiosidad y se confunden cuando les dicen: «Eres muy pequeño para hablar de esto». Y más tarde les dicen: «Ya eres muy grande para no saber esas cosas.»

5. Provea información sexual cuando sea necesario y con la interpretación cristiana

Al instruir sobre el proceso sexual debemos hacerlo explicando su maravilla y misterio. Cuando Dios creó a Eva, puso a dormir profundamente a Adán, y hasta la fecha todo es un misterio para nosotros. La relación sexual todavía es un enigma, a pesar del espectacular enfoque de los sexólogos.

Una respetuosa reverencia debe revestir la enseñanza acerca del sexo, para evitar que el niño lo considere algo vulgar.

Las madres deben saber cómo contestar las pregunta, por ejemplo, cuando viene corriendo la niña y pregunta: «Mami, ¿de dónde vienen los bebés?»

Un pequeño le preguntó a su madre de dónde había venido él y de dónde había venido ella. Su madre le habló acerca de la cigüeña. Después el niño preguntó lo mismo a su abuelita, y recibió la misma respuesta, aunque con ciertas variaciones. Entonces el niño salió corriendo de la casa y le contó a su compañero: «¿Sabes qué? ¡En nuestra familia no ha habido un nacimiento normal en las últimas tres generaciones!»

Por lo general, el niño no quiere saber todos los hechos de una sola vez. No se interesa en todo acerca de la reproducción o el acto sexual. Él solamente quiere una respuesta sencilla y directa, y sólo eso debe dársele; Una regla: siempre diga la verdad, pero no necesariamente toda la verdad en una sola ocasión. No le diga más de lo que él quiera o necesite saber.

6. Correlacione el conocimiento con la experiencia

Aproveche las oportunidades que se presenten con los animales caseros, la llegada de bebés, las defunciones, los casamientos, para explicar la vida a los niños. Visite los museos. Compre libros bien ilustrados. Procure que sus hijos estén al tanto de la vida.

7. Provea información e instrucción acerca de las desviaciones sexuales

Los niños deben aprender pronto acerca de los peligros. No los asuste, sólo que estén conscientes. Ellos harán preguntas al ver ciertas cosas en las carteleras, los periódicos y la televisión que provocarán su curiosidad. De buena forma hábleles sobre las drogas, el aborto, las enfermedades venéreas, el vivir juntos sin casarse, la vida comunal, etc. Explíqueles que los homosexuales siempre andan buscando desviar sexualmente a otras personas.

Ambos padres deben participar en la educación sexual. No deje la tarea a la otra persona (generalmente la mamá). Rodee a sus hijos de buena literatura y esté listo para hablar sobre ella. Empiece pronto. La educación sexual no es un discurso; es una vida.

No podemos cambiar el hecho de que el mundo en que vivimos ha diluido y degradado al sexo, y ha torcido completamente el concepto que Dios tiene de él. Sin embargo, la educación sexual no es una opción.

La solución al dilema de la educación sexual está implícita en las Escrituras. El señorío de Cristo es la clave en el área sexual, de la misma manera que con el resto de la vida. Pablo nos recuerda: «Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios» (1 Co 6:20).

Hendricks, H. (2003). SIETE COSAS QUE DEBE ENSEÑAR A SUS HIJOS. En La familia desde una perspectiva bíblica (pp. 130–134). Miami, FL: Editorial Unilit.

INFLUENCIAS NEGATIVAS EN LA DISCIPLINA

INFLUENCIAS NEGATIVAS EN LA DISCIPLINA

Autor: Alberto F. Roldán

a1La aplicación de la disciplina a los hijos se encuentra hoy en una etapa crucial en la sociedad. Existen diversas influencias que resultan totalmente perjudiciales y que es necesario que, como cristianos, las identifiquemos con claridad.

Por un lado, cierta tendencia psicológica —que alcanzo su cúspide en la década de los años 60— sostenía que a los niños no había que corregirlos con severidad. Más bien la idea era que debía aplicarse una especie de «democracia permisiva» que dejara al niño con libertad de decir y hacer lo que deseara. Prohibírselo y —peor aún—castigarlo por cierta acción, significaría dejarle profundos traumas en su mente, que acarrearían funestas consecuencias para el niño. Ciertamente, tal línea de pensamiento no se originó en América Latina; mas bien fue en los Estados Unidos. Pero aquí —¡cuándo no!— también estuvo de moda. La aplicación consciente o inconsciente de las recomendaciones de la «democracia permisiva» dio como resultado una generación de adolescentes y jóvenes opuestos a toda forma de autoridad. Ya no sólo se cuestionó la autoridad de los padres, sino también la de los maestros y educadores. Acaso muchos padres cristianos ni siquiera estuvieron al corriente de esas teorías educativas del niño. Sin embargo, directa o indirectamente han sido influidos en mayor o menor grado por esas tendencias.

Una ilustración de lo que decimos está dada en la afirmación del Dr. John Valusek que durante un programa de televisión sostuvo que:

«El castigo físico es el primer paso en el largo camino hacia la violencia. Después siguen los golpes, las violaciones, los asesinatos. Este modelo de conducta, que se fija desde el hogar, indica: «Recurriré a la violencia cuando no sepa qué más hacer”».

Sobre el padre recae la responsabilidad que se le obedezca.

El argumento del Dr. Valusek da por sentado que si los padres castigan al niño por su desobediencia, entonces ello le enseñará al niño a recurrir a la violencia y castigar a otros. También está tomando como un hecho que cuando un padre castiga a su hijo lo hace por un arrebato de ira y descontrol. Aunque debe admitirse que esto puede ser cierto en algunos casos, no debemos confundir «violencia física incontrolada» con «castigo disciplinario equilibrado». Además, el castigo físico no debe ser el último recurso después de horas y horas de amenazas («Si seguís portándote mal te voy a dar una paliza») sino que debe ser aplicado cada vez que el niño desobedezca las directivas impartidas. En este punto debemos aclarar que no todos los hijos son iguales. Algunos de ellos responden a la palabra y la amonestación. Otros requieren castigo.

Una influencia también negativa, pero de diferente vertiente, es la representada por los abuelos. Es casi una constante que los abuelos tienden a sobreproteger a sus nietos. Se sienten muy felices de tener cerca a quienes «parecen ser sus hijitos» y les hace revivir en plenitud los felices días cuando eran flamantes papás. Pero ¿cuál es el problema? Básicamente, una confusión de roles. Ellos deben darse cuenta de que no son los padres de las criaturas. Son sólo sus abuelos. Deben reconocer que no son ellos los que deben establecer las «reglas del juego» en cuanto a la disciplina de esos niños. Deben, en suma, respetar a los propios padres de los niños para que los críen y disciplinen como ellos han decidido hacerlo y no intervenir en formas que resten la autoridad de los padres. Los niños —¡que son mucho más vivos de lo que pensamos!— en poco tiempo detectaran la divergencia de opiniones en cuanto a la disciplina y entonces irán «a refugiarse a la casa de los abuelos».

Lo descrito es un enfoque objetivo de la realidad, de lo que sucede a diario en la vida de las familias. Sufren la interferencia de filosofías y psicologías básicamente humanistas que se han filtrado en la práctica de muchos cristianos. Sufren, también, la intromisión de personas como los abuelos que, sin duda, con las mejores intenciones, provocan cierto «corto circuito» en las relaciones entre padres e hijos en la esfera de la disciplina.

Pero, a todo esto, ¿qué nos dice la Biblia? Porque si somos cristianos y, como tales, queremos vivir bajo su autoridad, debemos recurrir a ella para saber cómo actuar. Es altamente significativo observar que en el mismo libro que dice que «Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere» (Pr 3:12), se ofrecen indicaciones precisas sobre el tema, con lo cual, implícitamente, da a entender que de la misma manera que nos trata Dios, debemos nosotros tratar a nuestros hijos.

Respecto a cuándo debe comenzar la disciplina severa, Proverbios 13:24 dice: «El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige». La disciplina y la corrección deben empezar temprano, en realidad, en la misma cuna. ¿Por qué debemos castigar al hijo? Proverbios 23:13, 14 afirma: «No rehúses corregir al muchacho; porque si lo castigas con vara, no morirá. Lo castigarás con vara, y librarás su alma del Seol». La razón del castigo es que, si no se aplica, el destino final de esa persona va a ser la muerte. La muerte no sólo física, sino también espiritual y final. La Biblia no es nada optimista en cuanto a nuestra condición de pecadores. Los niños no son santos, aunque a veces nos gustaría que lo fuesen. Son pecadores al igual que los adultos. No debemos esperar que, privándoles del castigo y la corrección, «por arte de magia» o «por milagro» sean hombres y mujeres de bien. Por el contrario, si aplicamos corrección al niño, ya se nos anticipa el resultado: «Te dará descanso, y dará alegría a tu alma» (Pr 29:17).

Y por si algún lector quedó con preocupación, Proverbios 19:18 despeja las dudas cuando expresa: «Castiga a tu hijo en tanto que hay esperanza; mas no se apresure tu alma para destruirlo». Es decir, debemos tener equilibrio entre un castigo —que a veces puede ser severo— y la destrucción física y espiritual del niño.

¿Qué nos dice la Biblia en cuanto a la intromisión de terceros? Por una parte está el mandamiento base del matrimonio que también aquí tiene aplicación: «Dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer. Y los dos serán una sola carne» (Gn 2:24). Una de las razones para dejar padre y madre es poder formar un nuevo núcleo familiar sin interferencias. Además, los mandamientos para hijos y padres son inequívocos: «Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres» [no dice: «a vuestros abuelos» ni «a vuestros tíos»]… «Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor» (Ef 6:1, 4). La responsabilidad de la crianza, disciplina y corrección de los hijos es enteramente de los padres. Y, ¡cuidado!, de ambos padres; no sólo —como ocurre tantas veces en la cultura latinoamericana— de la madre. También el padre es responsable de la disciplina de los hijos.

En resumen, debemos ser sabios para detectar las interferencias que puedan estar afectando la aplicación de la disciplina a nuestros hijos. Como creyentes obedientes a Dios y a Su Palabra, debemos regirnos por los principios que Él nos ha dejado en ella. Aunque esos principios, claro está, no resulten aceptables para mucha gente. Recordando siempre, que la disciplina es una forma de amor que tiene en cuenta el futuro de nuestros hijos. A Leonardo Da Vinci se atribuye esta declaración: «Quien no castiga las malas actitudes, las fomenta.»

Roldán, A. F. (2003). INFLUENCIAS NEGATIVAS EN LA DISCIPLINA. En La familia desde una perspectiva bíblica (pp. 117–121). Miami, FL: Editorial Unilit.

 

“¿Quién eres tú, oh gran monte? Delante de Zorobabel serás reducido a llanura; él sacará la primera piedra con aclamaciones de: Gracia, gracia a ella.” Zacarías 4:7.

25 de Noviembre
“¿Quién eres tú, oh gran monte? Delante de Zorobabel serás reducido a llanura; él sacará la primera piedra con aclamaciones de: Gracia, gracia a ella.” Zacarías 4:7.

a1En esta hora un gran monte de dificultad, de calamidad o de necesidad podría aparecerse en nuestro camino, y la razón natural no ve manera de remontarlo, ni atravesarlo, ni rodearlo. Sólo dejen que la fe intervenga, y al instante el monte desaparecerá y se reducirá a llanura. Pero la fe debe oír primero la palabra del Señor: “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.” Esta grandiosa verdad es una necesidad fundamental para enfrentarse a las insuperables pruebas de la vida.

Yo veo que no puedo hacer nada, y que toda confianza en el hombre es vanidad. “No con ejército.” Yo veo que no se puede confiar en ningún medio visible, sino que la fortaleza está en el Espíritu invisible. Solamente Dios puede obrar, y los hombres y los instrumentos son algo con los que no se puede contar.

Si es así, si el Dios Todopoderoso asume los asuntos de Su pueblo, entonces los grandes montes no son nada. Él puede quitar mundos así como los niños empujan los balones, o los patean con su pie. Él me puede proporcionar este poder. Si el Señor me pide que quite un monte de los Alpes, yo puedo hacerlo mediante Su nombre. Podría ser un gran monte, pero incluso delante de mi debilidad será reducido a una llanura; si el Señor lo ha dicho, ¿qué podría temer si cuento con Dios de mi lado?

La Chequera del Banco de la Fe. Traducción de Allan Román

Spurgeon, C. H. (2008). La Chequera del Banco de la Fe. Bellingham, WA: Logos Bible Software.