LAS FINANZAS DEL HOGAR

LAS FINANZAS DEL HOGAR

Autor: Guillermo Taylor

a1Hay un sentimiento muy arraigado dentro de nosotros de creernos dueños de lo que poseemos. Por el mero hecho de haber logrado ganar dinero y con ello adquirir cosas, ya nos creemos los propietarios absolutos de todas las cosas. Pero ¿es así según la Biblia? ¿Qué nos dice Dios acerca del dinero y las cosas materiales? ¿Qué abarca la «mayordomía cristiana»? Estas y otras cuestiones fundamentales serán tratadas en este capítulo.
En este estudio

1. Definiremos lo que significa «mayordomía cristiana».
2. Conoceremos actitudes correctas hacia el dinero.
3. Advertiremos la importancia de un presupuesto familiar.
4. Confeccionaremos un presupuesto tentativo.

Mayordomía cristiana es el servicio que el cristiano rinde a Dios, reconociendo que todo lo que es y tiene es un regalo de Dios y debe ser administrado de acuerdo con Su voluntad y para Su gloria.

De esta definición nacen varios principios que pueden guiarnos a establecer actitudes cristianas respecto al dinero. En primer lugar, tengo que reconocer que todo lo que soy y tengo es de Dios. Recordemos Santiago 1:16–17:

«Amados hermanos míos, no erréis. Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.»
Pablo aclara en 1 Corintios 4:7 con palabras fuertes:

«Porque, ¿quién te distingue? ¿O qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?»

Nada de lo que soy y tengo es mío, sino de Dios.

Aunque parezca ilógico, la administración sabia del dinero en el hogar se hace posible cuando, en primer lugar, la vida de los cónyuges se ha entregado a Dios. Este es un golpe duro al materialismo que proclama que la equitativa distribución de la riqueza solventará los problemas del mundo. También golpea al que cree que la adquisición de cosas le traerá satisfacción. Si hemos llegado al reconocimiento de que todo es de Dios y nada de lo que poseemos es nuestro, entonces tenemos la actitud correcta y la capacidad adecuada para administrar el dinero. Entregue toda su capacidad para ganar dinero a Dios. Entréguele el «título de propiedad» de todos sus bienes.

Un segundo principio, que se desprende del anterior es, simplemente, que 100% de mi dinero pertenece a Dios. Muchas veces sentimos como cristianos que lo que sí es de Dios es sólo el porcentaje que «le regalamos», pero lo que resta (la mayor parte),«eso sí que es nuestro». La Biblia no condena esa actitud; más bien juzga al cristiano que opera bajo tales móviles inadecuados. A Dios le interesa el 100% de mi dinero.

Por otro lado, algunos creen que el dinero en sí es la raíz de todos los males, citando mal 1 Timoteo 6:10. Pablo aclara que es el «amor al dinero» la raíz de todos los males. Esto toca mis motivos más profundos, mis actitudes, y el comportamiento que surge de ellos. Pero, ¡qué libertad más grande surge cuando nos damos cuenta de que todo es del Señor!

La verdad es que nunca tendremos «suficiente» dinero para estar satisfechos. Aquí solamente hay que observar a algunas de las personas más ricas del mundo. Nunca descansan.

Siempre quieren más, y muchos no se preocupan por los medios que utilizan para adquirir bienes materiales. En el plano de la familia ordinaria cristiana, que no gana tanto, nunca parece haber «suficiente», ni mucho menos un superávit. Y así es la vida, porque nuestro apetito económico crece mucho más rápido que nuestra capacidad para obtener lo que buscamos. En tercer lugar, será fundamental que toda familia se fije prioridades concretas para las necesidades de su vida. Las Escrituras tienen muchos pasajes que afirman este principio.

Lucas 12:13–21 desarrolla un diálogo y ofrece una parábola para enseñar acerca de las prioridades en esta área. Las palabras de nuestro Señor son fuertes en cuanto a la avaricia, problema que todos hemos enfrentado de vez en cuando. Pero Él no termina ahí, sino que continúa enseñando directamente sobre los valores y el dinero. Noten Lucas 12:22:34.

Observen cuántas veces Cristo enfatiza las tensiones y las actitudes con «no os afanéis», o «no os preocupéis», o «no temáis». Esta lección es tremendamente difícil de aprender para muchos, porque, francamente, desconfían de la capacidad divina para proveer lo necesario para su vida y sustento.

El verdadero discípulo de Jesús no es ni un avaro ni un pródigo; es un mayordomo.
—William HIram Foulkes

El último versículo pone el dedo en la llaga. Cristo entendía los problemas de los hombres, y sabia que era muy fácil confundir las prioridades. Qué gozo ha sido para mí conocer a cristianos a quienes Dios les ha dado mucho en lo material; parece que Dios puede confiar en estos hermanos. Tienen mucho, pero obviamente su corazón no está enfocado en los tesoros materiales, porque ellos regalan un porcentaje muy alto de sus ingresos. En cambio, conozco a otros cristianos con un espíritu de codicia, ansiosos de adquirir más, y amargados porque tienen tan poco.

Aquí tenemos que considerar nuestras actitudes hacia lo más importante en la vida. Si Dios me ha dado un empleo en el cual gano poco, regular o bien, debo darle gracias a Él por el trabajo. Y mi trabajo, cualquiera que sea, debe ser excelente en calidad, siendo fiel a las normas cristianas del trabajador. Debo ser constante y honrado en mi trabajo.

El cuarto principio enfoca una dimensión algo diferente: cultive un espíritu de contentamiento con lo que Dios le ha dado. 1 Timoteo 6:6–8 trata esta actitud:

«Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento: porque nada hemos traído al mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.»

A la vez, Dios ha puesto en nuestro corazón el impulso de la superación. Nadie debe concluir que enseño que uno no debe avanzar en responsabilidad, trabajo, y remuneración. Sí, debemos esforzarnos por una superación económica y debemos estudiar más, si es que esto nos va a abrir la puerta. Debemos cambiar de trabajo, ordenadamente y respetando las normas, si en el cambio podemos proveer mejor para la familia. En todo caso, cuidémonos de la codicia y la avaricia.

Una quinta sugerencia destaca nuestra responsabilidad con nuestros hijos. Enseñemos a nuestros hijos a desarrollar actitudes bíblicas en cuanto al dinero y a ser responsables en su manejo. Todos nosotros como padres hemos tenido que luchar con peticiones de los chicos que, aparentemente, dan por sentado que el dinero viene «así porque sí». Nos piden cosas que no podemos comprar, y parece que ellos siempre quieren más. ¿Cómo vamos a enseñarles actitudes correctas en las finanzas?

Comencemos demostrando nuestras propias actitudes correctas hacia el dinero. Si en la casa los niños escuchan a sus padres en discusiones y peleas por motivos de dinero, ellos captarán esa actitud. Pero si los padres viven en carne propia las prioridades cristianas hacia el dinero, esa actitud buena será también captada por ellos. Además, es conveniente darles una pequeña suma semanal para su propia administración. Esto puede comenzar cuando ellos inician sus estudios de primaria. No tiene que ser mucho, y siempre tiene que ir acompañado por una instrucción inicial.

Otra manera de enseñarles responsabilidad es dándoles trabajo en casa. Los niños pueden barrer, fregar, trabajar en el jardín o huerta, sacar la basura y, por cierto, cada uno debe hacer su propia cama por la mañana. Estos trabajos pueden variar con frecuencia, y tal vez algunos pueden ser remunerados con pequeñas sumas. ¡No debemos comunicar la idea de que el hacer un trabajo requiere un pago de los padres!

También podemos enseñar a los hijos a ahorrar, si es posible dentro del presupuesto familiar.
En sexto lugar, salga cuanto antes de todas sus deudas. Proverbios 22:7 advierte que «el rico se enseñorea de los pobres, y el que toma prestado es siervo del que presta». Y Romanos 13:8 dice: «No debáis nada a nadie.»

El principio final es tal vez el más difícil: preparar un presupuesto y aprender a vivir bajo el mismo. Muchas personas me han dicho: «Es que mis entradas fluctúan de mes a mes. Si tuviera un salario fijo entonces si podría funcionar con un presupuesto.» Otras dicen: «Intentamos hacerlo así una vez, pero no funcionó.» Todo esto no es nada más que falta de conocimiento o la excusa de perezosos mentales. Todos podemos hacerlo, aunque no es fácil.

 

MODELO DE PRESUPUESTO

AÑO_______ MES_______

 

INGRESOS ESTIMADOS

Salarios  ______________$

Donaciones  ___________$

Ingresos extras  _________$
TOTAL_______________

 

EGRESOS ESTIMADOS PRIORITARIOS

Diezmos______________$

Ofrendas______________$

Donaciones____________$
GASTOS FIJOS

Impuestos_____________$

Luz__________________$

Teléfonos______________$

Gas__________________$

Agua_________________$

Alquiler o cuota
de la vivienda___________$

Seguros_______________$

Otros________________$
NECESIDADES HOGAREÑAS

Alimentos_____________$

Medicamentos__________$

Estudios______________$

Viáticos_______________$

Vestimenta____________$

Otras________________$

 

AHORROS

Vacaciones____________$

Futura vivienda_________$

Otros________________$

 

IMPREVISTOS

Emergencias___________$

Reparaciones__________$

 

TOTAL______________

 

Total ingresos estimados:____$

Total egresos estimados:____$
SALDO

Si el saldo es $0.00, deben dejarse las cifras como están.

Si el saldo es deudor o acreedor, el ajuste debe hacerse en los rubros 4 y 5.

Este presupuesto es un modelo. Cada familia debe ajustarse a lo que son sus necesidades y posibilidades y de acuerdo con los bienes que se disponen. Se mencionan estos cinco grupos de gastos como orientación; también puede haber más o menos grupos. Lo importante es que el presupuesto se respete y se controlen los gastos de acuerdo con el mismo. El presupuesto no es nada en sí mismo si no se respeta su cumplimiento.

ADMINISTRE CON UN PRESUPUESTO

¿Quién administra el dinero? Una de las ventajas de vivir bajo un presupuesto es que se elabora con la participación del esposo y la esposa. Creo que por razones bíblicas, de orden y de liderazgo, el hombre es el llamado a guiar el hogar en la vida financiera. Sin embargo, no todos los hombres tienen habilidades administrativas, y hay casos en que la esposa es una excelente administradora. En estos siempre hay diálogo en cuanto a la distribución del dinero, pero los detalles podrán dejarse al más capaz en la administración. El presupuesto permite que los dos se involucren en determinar cómo y dónde se distribuirá el dinero.

Una de las primeras cosas es unificar las entradas. Tal vez solamente el esposo trabaje fuera del hogar (la esposa siempre trabaja «sin salario» en el hogar). Si la esposa también gana un salario, las dos fuentes entran a la caja común. No es un asunto de que «lo mío es mío» y «lo tuyo es tuyo». No, los dos son uno. Si hay hijos mayores en la casa que ganan un sueldo, hay que tener esa fuente en cuenta. Ellos tienen la responsabilidad de contribuir a la caja familiar, asegurando que cubren por lo menos su parte de los gastos en forma generosa.

Recuerdo un caso que asesoré hace unos años. La pareja vino en busca de orientación previa al matrimonio, y cuando llegamos al tema de las finanzas, la diferencia de opinión y práctica casi se sentía en el ambiente. La novia tenía en mente que ella continuaría con «mi trabajo y mi salario», y el novio con el suyo. Lo delicado era que ella ganaba más que él, y que no estaba dispuesta a unificar los salarios en la caja común familiar. Fue por medio de la elaboración del presupuesto que se logró la unidad.

Los siguientes pasos pueden servir de guía en la preparación de un presupuesto. Primero, estimar cuáles son sus entradas por mes de todas sus fuentes: salario o sostén profesional, intereses, remesas familiares, alquileres, cosechas y toda otra posibilidad.

En segundo lugar, determine sus gastos mensuales. Estos son los gastos fijos: ofrendas al Señor, impuestos, deudas, ahorros, alquiler o paga mensual de la casa, luz, agua, gas, calefacción, etc. Estos son los gastos que casi no varían de mes a mes. [Eso corresponderá a algunos países, porque lo que es en otros, como la Argentina, se ha llegado al «invento nacional» de inflación de todo, y en dólares!] El renglón de ahorros también sirve para emergencias.

Todas las cosas del mundo no nos sirven más allá de su utilidad. De todo lo que almacenamos podemos disfrutar solo aquello que podemos utilizar, y no más.
—DeFoe

Haga luego la lista de los otros gastos: alimentación, medicinas, ropa, transporte, dinero para uso personal de la esposa y el esposo, material para lectura y si queda algo, diversión y recreación.

Habiendo apuntado todos los gastos, súmelos y anote la diferencia entre entradas y salidas. Estos estimados constituyen la médula de su presupuesto mensual. Normalmente, sus entradas deben exceder a sus gastos, pero algunos meses habrá más gastos que entradas. El ahorro, cuando es posible, puede ayudarles aquí también para el equilibrio financiero.

Si los gastos exceden grandemente a las entradas, su responsabilidad es doble: o bajar los gastos, o buscar más entradas. Generalmente hay que hacer lo primero.

Ya con un presupuesto, deben adquirir una pequeña libreta para ir apuntando diariamente las salidas de dinero. Después de apuntar estas salidas, pueden compararlas con el presupuesto elaborado para la revisión y ajuste necesarios.

SUGERENCIAS PARA SUS COMPRAS

Generalmente, uno como adulto tiende a actuar tal y como lo criaron en su propio hogar. Si nuestros padres fueron responsables en el uso del dinero, así lo seremos nosotros.

Desafortunadamente, muchísimas personas vienen de hogares caracterizados por el descontrol y la irresponsabilidad financiera. Estas personas, al crecer y formar su propio hogar, tienen que esforzarse mucho para adquirir hábitos sanos en el uso del dinero. Aquí les doy algunas ideas sencillas que les podrán servir de ayuda en sus compras.

En primer lugar, antes de comprar, compare valores. No se habitúe a comprar siempre en los mismos negocios. Y al comparar valores, no sólo compare precios, sino también la calidad, el diseño y el propósito del producto.

Segundo, seleccione estilos básicos. Mientras más simple sea el estilo, más inversión se habrá hecho en los materiales mismos y menos en decoración y mano de obra. Y en asuntos de vestido, los modelos más sencillos tienen menos tendencia a pasar de moda. Para el cristiano creo que es saludable no ser el primero ni el último en ajustarse a las modas cambiantes.

En tercer lugar, compre productos conocidos, fabricados por las mismas casas comerciales o marcas que son nacional o internacionalmente conocidas. Haga esto tomando también en cuenta la calidad de los productos.

Cuarto, manténgase en los precios intermedios. Muchas veces uno compra barato pensando que así va a ahorrar, pero lo que ha comprado se desgasta o deshace pronto. Pero muchas veces cuando se compra un producto (por ejemplo de ropa) un poco más caro, le va a durar mucho más tiempo y le servirá mucho más.

Quinto, revise los ingredientes antes de comprar. Muchos expertos en mercadería y propaganda saben que la mayoría de la gente es ingenua al comprar. Supe de un experimento que se hizo: al cambiar solamente la etiqueta de cierto producto alimenticio, la gente afirmaba que el sabor del «nuevo producto» era mucho mejor. Estaban influidos sólo por la etiqueta.

En asuntos de comida, averigüe si el producto tiene conservantes químicos. Uno debe evitar ingerir estos elementos. En compras de cereales para el desayuno, asegúrese de que la comida tiene valor alimenticio. No se deje llevar por lo atractivo del paquete o por los regalitos que trae adentro. Al comprar ropa, busque qué fibra es, prefiriendo materiales naturales como algodón o lana.

Sexto, no pague más sólo por conveniencia. Invierta tiempo para comprar a mejor precio. La tendencia es la de comprar cerca de casa, pero puede ser más caro en la tienda pequeña, mientras que a una distancia mayor se puede ahorrar bastante. Trate de establecer cuánto paga por empaque y transporte.

Séptimo, aproveche las ventas de oportunidades en gangas o rebajas. Conozca sus necesidades familiares de antemano y manténgase a la expectativa de oportunidades y ofertas, en vez de esperar hasta que la necesidad imperiosa se haga presente y usted tenga que comprar «ya» y más caro. Muchas tiendas de alimentos tienen días de ofertas. Compre en esos días para ahorrar.

Octavo, si puede, compre al por mayor y en tamaños grandes. De esta manera se puede ahorrar a la larga, aunque haya que hacer un gasto más alto al principio. Pero siempre asegúrese de que sí está ahorrando. Otra variante de este ahorro viene al asociarse a ciertas cooperativas de consumo donde se han hecho las compras al por mayor y los miembros comparten las responsabilidades de compra y venta.

Noveno, evite comprar a crédito cualquier producto, y salga lo antes posible de todas sus deudas. Evite el uso de tarjetas de crédito que muchas veces engañan al comprador haciéndole pensar que es una gran ventaja. Las tarjetas de crédito son un enorme negocio porque cobran intereses mensuales altísimos.

Finalmente, evite la tendencia a comprar sin previa evaluación. Mi esposa me manda al supermercado siempre con una lista concreta, pero ella sabe que soy propenso a comprar impulsivamente. Se ha establecido que el varón es menos disciplinado en las compras en el mercado y esto puede representar un peligro para el presupuesto familiar.

Ya habrán notado que en el modelo de presupuesto las ofrendas al Señor aparecieron en el primer renglón. Se hizo así porque así debe ser. Muchas familias ofrendan al Señor «lo que sobre», y por eso son dadores de limosnas. Normalmente, es un paso arriesgado poner la cantidad fija de la ofrenda al inicio del presupuesto, pero Dios está muy dispuesto a bendecir a la familia que tiene estas prioridades establecidas.

 

Taylor, G. (2003). LAS FINANZAS DEL HOGAR. En La familia desde una perspectiva bíblica (pp. 135–148). Miami, FL: Editorial Unilit.

“Y al que a mí viene, no le echo fuera.” Juan 6:37.

13 de Enero
“Y al que a mí viene, no le echo fuera.” Juan 6:37.

a1¿Hay algún caso en el que nuestro Señor hubiere echado fuera a alguien que viniera a Él? Si existiera un caso así, nos gustaría conocerlo; pero no ha habido ningún caso, y nunca lo habrá. Entre las almas perdidas en el infierno no hay una sola que pudiera decir: “yo vine a Jesús, y Él me rechazó.” No es posible que tú o yo fuéramos los primeros a quienes Jesús no les cumpla Su palabra. No abriguemos una sospecha tan oscura.

Supongan que acudimos a Jesús en relación a nuestros males de hoy. De esto podemos estar seguros: Él no nos denegará una audiencia, ni nos echará fuera. Aquellos de nosotros que hemos ido con frecuencia a Él, y aquellos que no han ido nunca antes: vamos juntos, y comprobaremos que Él no cerrará en la cara de ninguno de nosotros la puerta de Su gracia.
“Este a los pecadores recibe”, pero a nadie desecha. Venimos a Él en debilidad y pecado, con temblorosa fe, escaso conocimiento, y tenue esperanza; pero Él no nos echa fuera. Venimos por medio de la oración, y esa oración es imperfecta; con confesión, y esa confesión es deficiente; con alabanza, y esa alabanza no tiene muchos méritos; sin embargo, Él nos recibe. Venimos enfermos, contaminados, desgastados, e indignos; pero Él no nos echa fuera. Vengamos de nuevo a Él hoy, pues nunca nos echa fuera.

La Chequera del Banco de la Fe. Traducción de Allan Román

Spurgeon, C. H. (2008). La Chequera del Banco de la Fe. Bellingham, WA: Logos Bible Software.