“Pero en aquel día yo te libraré, dice Jehová, y no serás entregado en manos de aquellos a quienes tú temes.” Jeremías 39:17.

5 de Julio

“Pero en aquel día yo te libraré, dice Jehová, y no serás entregado en manos de aquellos a quienes tú temes.” Jeremías 39:17.

a1Cuando los fieles del Señor están sufriendo por Él, recibirán dulces mensajes de amor de Él mismo, y algunas veces recibirán buenas nuevas para sus simpatizantes y sus ayudadores. Ebed-melec no era sino un etíope menospreciado, pero fue benévolo con Jeremías, y por eso el Señor le envió esta especial promesa por boca de Su profeta. Hemos de tener presentes siempre a los siervos perseguidos de Dios, y Él nos galardonará.

Ebed-melec iba a ser liberado de aquellos hombres cuya venganza temía. No era sino un pobre hombre de piel negra, pero Jehová habría de cuidarlo.

Miles fueron asesinados por los caldeos, pero este pobre negro humilde no podía ser dañado. También nosotros podríamos estar temerosos de algunos grandes que tienen amargura en contra nuestra; pero si hemos sido fieles a la causa del Señor en la hora de la persecución, Él será fiel para con nosotros. Después de todo, ¿qué puede hacer el hombre sin el permiso del Señor? Él pone un freno en la boca del furor, y una brida en la cabeza del poder.

Temamos al Señor, y no tendremos que temer de nadie más. Ningún vaso de agua fría dado a un despreciado profeta de Dios, quedará sin recompensa; y si defendemos a Jesús, Jesús nos defenderá.

La Chequera del Banco de la Fe. Traducción de Allan Román

“No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” Mateo 4:4.

4 de Julio

“No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” Mateo 4:4.

a1Si Dios así lo quisiera, nosotros podríamos vivir sin pan, de igual manera que lo hizo Jesús durante cuarenta días; pero no podríamos vivir sin Su Palabra. Por esa Palabra fuimos creados, y por ella únicamente podemos continuar existiendo, pues Él sostiene todas las cosas por la Palabra de Su poder. El pan es una causa segunda; el propio Señor es la primera fuente de nuestra subsistencia. Él puede obrar sin la causa segunda, así como con ella; y no hemos de sujetarle a un modo de operación. No debemos ser demasiado ávidos de lo visible, sino que hemos de mirar al Dios invisible.

Hemos oído que algunos creyentes decían que, en la extrema pobreza, cuando el pan escaseaba, sus apetitos disminuían también; y para otros, cuando las provisiones comunes fallaron, el Señor les envió ayuda inesperada.

Pero hemos de tener la Palabra del Señor. Sólo con ella podemos resistir al demonio. Si fuéremos despojados de la Palabra, nuestro enemigo nos tendría en su poder, pues pronto desfalleceríamos. Nuestras almas necesitan alimento, y no hay ningún alimento para ellas fuera de la Palabra del Señor.

Todos los libros y todos los predicadores del mundo no podrían proporcionarnos una sola comida: únicamente la Palabra de la boca de Dios puede llenar la boca de un creyente. Señor, danos por siempre este pan. Lo apreciamos por encima de los exquisitos bocados reales.

La Chequera del Banco de la Fe. Traducción de Allan Román