Su perdón

Su perdón

a1A veces creemos que Dios se canso de nosotros, y es que los errores que constantemente cometemos nos hacen creer eso. Y es que ocurre que en ocasiones prometemos a Dios no hacer aquello que le ofende pero por alguna razón terminamos haciéndolo de todas formas y es allí en donde entra en nosotros un sentimiento de vergüenza delante de Dios que nos lleva a pensar que Dios esta cansado de nosotros.

La vergüenza de fallarle nos lleva muchas veces a alejarnos de él, en lugar de buscar su perdón muchos optan por ni siquiera pedírselo, porque consideran que Dios no los va a perdonar, que Dios no cree su arrepentimiento o que Dios simplemente ya esta cansado de sus interminables errores.

Quizá los últimos días has sentido vergüenza hasta de levantar tu rostro al cielo, te crees demasiado malo o mala y crees que ya no mereces su perdón. Piensas que Dios ya no cumplirá sus promesas para tu vida porque tu lo has defraudado.

Aunque nos cueste mucho entenderlo, Dios no piensa o no siente lo mismo que nosotros. Para nosotros es fácil juzgar al pecador, para nosotros es fácil condenar al que se lo merece, pero Dios es diferente, Él es grande en misericordia, Él ama al que nosotros depreciamos, consuela al que nosotros le damos la espalda, perdona al que nosotros juzgamos y transforma al que nosotros no le damos ninguna probabilidad de cambio.

¿Crees que tu pecado es tan grande como para ser perdonado?, ¿Quién te dijo que Dios no puede perdonarte?, ¿En que momento se te metió en la mente que no mereces o no tienes perdón?, ¿No te has dado cuenta que esos pensamientos solo pueden ser inducidos por el enemigo de nuestras almas que no quiere que te acerques a Dios para recibir su perdón?

Cuando a tu mente vengan pensamientos cómo: “Dios esta cansado de ti”, “Dios ya se aburrió de perdonarte”, “Dios esta defraudado de ti”, “Eres un sinvergüenza e hipócrita”, “¿Y piensas pedirle perdón a Dios?, ¡Vaya que eres descarado!”, “Para Dios ya no vales”, “Dios te dejo de amar”, etc. Todos esos pensamientos no puede provenir de Dios, porque dictan todo lo contrario a lo que Dios quiere para tu vida, en su lugar Dios te dice: “Yo, sí, yo solo, borraré tus pecados por amor a mí mismo y nunca volveré a pensar en ellos.” Isaías 43:25 (Nueva Traducción Viviente).

El perdón de Dios es incalculable, nadie puede pensar que Dios no lo puede o no lo quiere perdonar, mientras hay oportunidad Dios quiere perdonarte, pero al mismo tiempo anhela que puedas comenzar a vivir para Él y no irte nuevamente a vivir en el pecado mismo del cual te acaba de perdonar. El Apóstol Pablo lo decía de está manera: “Ahora bien, ¿deberíamos seguir pecando para que Dios nos muestre más y más su gracia maravillosa? ¡Por supuesto que no! Nosotros hemos muerto al pecado, entonces, ¿cómo es posible que sigamos viviendo en pecado?” Romanos 6:1-2 (Nueva Traducción Viviente).

La llave para recibir el perdón se encuentra en la confesión, si tú vas delante de Dios con un corazón sincero y con un arrepentimiento genuino y le pides perdón, estoy totalmente seguro que obtendrás su perdón.

Hoy te invito a ir delante de Dios y reconocer tus faltas, si bien es cierto el pecado trae vergüenza, pero también tienes que entender que la cura del pecado es el perdón, ese perdón que Dios quiere otorgarte, ese perdón que te llevará a ser mejor de lo que antes eras.

El salmista David vivió en carne propia ese sentimiento y escribió:

“Pero te confesé mi pecado, y no oculté mi maldad. Me decidí a reconocer que había sido rebelde contigo, y tú, mi Dios, me perdonaste”.

Salmos 32:5

Hoy te invito a confesar tu pecado delante de Dios y Dios ha de perdonarte, lo que Dios busca en ti es un corazón sincero y un espíritu humilde, eso es suficiente para que Dios haga maravillas en tu vida.

¡Dios quiere perdonarte, busca su perdón!

http://www.unidavigo.es/meditando.htm

“Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo.” 1 Pedro 5:2.

28 de Julio

“Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo.” 1 Pedro 5:2.

a1Esto es equivalente a una promesa: si nos inclinamos, el Señor nos alzará. La humildad conduce al honor: la sumisión es el camino a la exaltación. La misma mano de Dios que nos empuja hacia abajo, está esperando para levantarnos cuando estemos preparados para recibir la bendición. Nos agachamos para vencer. Muchos se rebajan delante de los hombres, y, sin embargo, no reciben la protección que ambicionan; pero aquel que se humilla bajo la mano de Dios no dejará de ser enriquecido, exaltado, sostenido y consolado por el Dios siempre lleno de gracia. Es un hábito de Jehová derribar al altivo y exaltar al humillado.

Sin embargo, hay un tiempo para la obra del Señor. Hemos de humillarnos ahora, incluso en este preciso instante; y estamos obligados a continuar haciéndolo, ya sea que el Señor ponga sobre nosotros Su mano que causa aflicción o no. Cuando el Señor hiere, es nuestro especial deber aceptar el castigo con profunda sumisión. Pero en cuanto a nuestra exaltación proveniente del Señor, esa sólo puede venir “cuando fuere tiempo”, y Dios es el mejor juez de ese día y hora. ¿Clamamos impacientemente pidiendo la bendición? ¿Desearíamos un honor inoportuno? ¿Qué pretendemos? Seguramente no nos hemos humillado verdaderamente, pues, de lo contrario, esperaríamos con tranquila sumisión. Entonces, hagámoslo.

La Chequera del Banco de la Fe. Traducción de Allan Román