La reconquista española 39

La reconquista española   39

El rey va tan desmayado
que sentido no tenía ……

Iba tan tinto de sangre
que una brasa parecía……

“Ayer era rey de España,
hoy no lo soy de una villa”.

Ayer, villas y castillos;
hoy, ninguno poseía.

Romance de don Rodrigo

a1En el 711 las huestes musulmanas cruzaron el estrecho de Gibraltar, y emprendieron la conquista del reino visigodo. En unos pocos años se hicieron dueños de toda la Península Ibérica, excepto los más remotos rincones de Galicia y Asturias, que no fueron conquistados, no porque los musulmanes nopudieran hacerlo o porque hubiera en ellos fuertes núcleos de resistencia, sino porque el reino de los francos, allende los Pirineos, era más apetecible. Cuando los invasores fueron derrotados por Carlos Martel en el 732, su primer ímpetu conquistador había pasado, y por tanto los pequeños centros cristianos del norte del país pudieron conservar su independencia. Fue de aquellos núcleos que partió la reconquista del sector occidental del país, mientras que la de las zonas orientales tuvo lugar con el apoyo de los francos.

Los primeros siglos

Aunque la leyenda posterior ha hecho aparecer los ocho siglos que transcurrieron entre la caída del reino visigodo y la toma de Granada como una constante guerra santa contra el moro, la realidad histórica es otra. Buena parte de la Reconquista no fue sino la expansión de la creciente población cristiana a tierras casi totalmente despobladas. Los conflictos armados entre musulmanes  y cristianos rara vez parecen haber tenido razones religiosas. Hubo alianzas frecuentes entre gobernantes moros y cristianos; y en muchos casos tales alianzas se sellaron mediante el matrimonio. Sólo ocasionalmente tales matrimonios requerían la conversión de una de las partes. Además, en tierras de moros hubo siempre buen número de cristianos, a quienes se llamó “mozárabes”. Y de igual modo, según fue avanzando la reconquista, hubo muchos musulmanes que permanecieron en sus viejas tierras. Estos musulmanes que vivían en territorios cristianos recibieron el nombre de “mudéjares”.

Los primeros años de dominación árabe en España fueron turbulentos. La mayor parte de las tropas que habían invadido el país estaba compuesta de soldados de origen marroquí. Por esa razón en España el término “moro”vino a ser sinónimo de “musulmán”. Pero por encima de estos soldados estaba la vieja aristocracia islámica, formada por árabes, sirios y egipcios. Entre estos diversos grupos existían tensiones cuyo resultado fue la inestabilidad política. Desde Damasco, los califas se esforzaban por imponer el orden. Pero la distancia y otras circunstancias condenaban sus esfuerzos al fracaso. A consecuencia del desorden, y de la escasez económica, fueron muchos los moros que regresaron al Africa.

Tal era la situación cuando se produjo una gran revolución en el mundo islámico. La vieja dinastía de los omeyas fue derrocada por los abasíes, quienes mataron a casi todos los omeyas y establecieron su capital en Bagdad. Un sobreviviente de la familia derrocada, Abderramán, logró escapar de Siria y, tras mil peripecias novelescas, llegó a España. Allí se aprovechó de laconfusión reinante, y de su ilustre estirpe, para posesionarse del poder y fundar así el Emirato de Córdoba, independiente del Califato de Bagdad. Fue él quien comenzó la construcción de la gran mezquita de Córdoba, que es aún hoy uno de los grandes monumentos arquitectónico de España.En el 929 uno de sus sucesores, Abderramán III, tomó el título de califa, y fundó así el Califato deCórdoba.

En el entretanto, los cristianos habían consolidado su poder en una faja de territorio al norte de la Península. El extremo occidental de esa faja constituía el reino de Asturias, fundado en el 718 por el noble visigodo Pelayo. Fue bajo el reinado de Pelayo cuando tuvo lugar lo que la tradición llama la “batalla”de Covadonga, que al parecer no fue para los musulmanes más que una escaramuza fronteriza. En todo caso, a partir de entonces el reino de Asturias fue expandiéndose hacia el sur y el este. Las fronteras estaban mal definidas, y repetidamente los moros penetraron en territorio asturiano, llegando a tomar y destruir las ciudades de Oviedo y León.

Cuando reinaba Alfonso I, yerno de Pelayo, tuvo lugar un hecho de gran importancia para la historia de España: el “descubrimiento” del sepulcro de Santiago. Al menos, esto dan a entender cronistas posteriores, pues fue más tarde, en el siglo IX, cuando las peregrinaciones al sepulcro de Santiago comenzaron a tomar auge. A través de todo el resto de la Edad Media, sólo Roma y Jerusalén podían rivalizar con Santiago de Compostela como metas de peregrinación. Esto fue de enorme importancia para aquel pequeño reino de Asturias, pues la supuesta presencia en él de los restos de Santiago el Apóstol le daba cierta independencia eclesiástica frente a Toledo. Bajo el régimen visigodo, Toledo había sido la sede primada de España. Sus arzobispos ejercían autoridad sobre todo el país. Pero ahora esa ciudad estaba en manos de los musulmanes, y los asturianos no deseaban encontrarse bajo un arzobispo que a su vez estaba bajo el régimen islámico.  Debido en parte al supuesto sepulcro de Santiago, Asturias llegó a tener su propio arzobispo.

Reyes de Asturias

Pelayo

718–37

Mauregato

783–88

Favila

737–39

Bermudo

788–91

Alfonso I

739–57

Alfonso II

791–842

Fruela

757–68

Ramiro I

842–50

Aurelio

768–74

Ordoño I

850–66

Silo

774–83

Alfonso III

866–911

Además, las peregrinaciones a Santiago volvieron a unir a España con el resto de Europa. El constante flujo de peregrinos trajo a la Península la arquitectura, las letras, la teología y las órdenes monásticas de los países allende los Pirineos. El camino de Santiago, conocido a veces sencillamente como “El Camino”, fue la arteria que mantuvo vivos a los pequeños reinos cristianos, que de otro modo habrían quedado aislados del resto de la cristiandad.

La leyenda posterior está convencida de que la Reconquista pudo llevarse a cabo gracias a la intenención milagrosa de Santiago. Símbolo de ello es la supuesta batalla de Clavijo, donde se dice que el apóstol descendió del cielo en brioso corcel, y dirigió a los cristianos en una gran victoria sobre los moros. De ahí el nombre de “Santiago Matamoros”. Todo esto no es más que fábula pía. Pero lo que sí es cierto es que las peregrinaciones a Compostela, adonde acudían devotos de los más remotos rincones de Europa, fueron uno de los principales factores que dieron origen a la España de hoy.

La expansión del reino de Asturias fue tal que García I, hijo y sucesor de Alfonso III, se trasladó a León. A partir de entonces lo que es hoy Galicia, Asturias, León y parte de Castilla perteneció a este nuevo reino de León, cuyos soberanos pronto tomaron el título de “emperadores”, encontra posición al título igualmente universal de “califas”, tomado por Abderramán III y sus sucesores.

La zona de Castilla recibía ese nombre por los muchos castillos que en ella fue necesario construir. Se trataba de una región fronteriza y escasamente poblada. Para asegurar su posesión, los reyes de León facilitaron la construcción en ella de castillos, y estimularon la migración hacia ella al otorgar “fueros” o derechos especiales a quienes se establecieran allí.

El resultado fue que pronto los castellanos comenzaron a mostrar su espíritu insumiso. Bajo Fernán González, personaje histórico a quien la leyenda ha atribuido toda suerte de hechos, el condado de Castilla se hizo independiente. Aun cuando no cabe duda de que Fernán González fue un gran personaje, y el fundador de la grandeza posterior de Castilla, sus principales luchas no fueron contra los moros, sino contra los soberanos de León y de Navarra. Una vez más, el proceso de reconquista no se basó sobre un gran sentimiento de que el gran enemigo era el poderío islámico, sino sobre la fuerza expansiva del condado de Castilla.

Mientras todo esto sucedía en Asturias, León y Castilla, otro reino cristiano había aparecido más al este, el de Navarra. Al principio, no hubo allí más que otro foco de resistencia contra el invasor musulmán, y por ello la historia de aquellos primeros años resulta incierta. Pero a principios del siglo X, con Sancho I, el reino de Navarra aparece en la historia de España como una region que, sin lograr conquistar grandes territorios de los moros, se vuelve sin embargo una potencia debido a toda una compleja serie de enlaces matrimoniales, al contacto con los francos, y a sus armas, que se imponen sobre otros territorios cristianos. En el año 1000 subió al trono de Navarra Sancho III el Mayor, quien logró reunir bajo su gobierno, además, Castilla, Aragón, y varios otros territorios que antes habían pertenecido a los francos. A su muerte, Navarra, Castilla y Aragón se dividieron entre tres desus hijos, cada uno con el título de rey. Fue así cómo los condados de Aragón y Castilla pasaron a ser reinos.

REYES DE LEON

REYES DE CASTILLA

García I

911–14

Fernán González

930–970

Ordoño II

914–24

Gárcía Fernández

970–95

Fruela II

924–25

Sancho García

995–1017

Alfonso Fróilaz

925

García Sánchez

1017–29

Alfonso IV

925–31

Mayor

1029–35

Ramiro II

931–51

Fernando I,
rey de Castilla

1035–65

Ordoño II

951–56

Sancho I

956–58

Ordoño IV

958–60

Sancho I

958–66

Ramiro III

966–84

Bermudo III

1028–37

Fernando I
Rey de Castilla
desde 1035

1037–67

Pronto Fernando, el rey de Castilla, se adueñó también de León (1037), y después le declaró la guerra a su hermano García, quien gobernaba en Navarra. Este murió en el campo de batalla, y su reino se declaró vasallo de Fernando.

Luego, por primera vez todos los territorios cristianos desde Galicia hasta los Pirineos se encontraban unidos. Más al este, en Aragón, reinaba el hermano de Fernando, Ramiro. Y todavía más al este, hacia la costa del Mediterráneo, se encontraban varios condados de origen franco, de los cuales el más importante era el de Barcelona. Fue entonces cuando la Reconquista cobró nuevas fuerzas.

La reconquista después de la muerte de Almanzor

Desde el 711 hasta el 1002, los musulmanes constituyeron el principal poder en la Península Ibérica. Unidos bajo la dirección de Abderramán I, habían logrado establecerse en los mejores territorios del país, y allí habían desarrollado una civilización y una economía florecientes.  Aunque las luchas dinásticas siempre continuaron, tales luchas no debilitaron al califato hasta tal punto que los cristianos pudieran apoderarse de sus territorios. Las aparentes conquistas hasta principios del siglo XI fueron mayormente tierras escasamente pobladas, a las cuales los moros no daban mayor importancia. En otros casos, como en la región de Cataluña, fue el poderío franco, y no los descendientes de los antiguos visigodos, lo que obligó a los moros a replegarse. Pero hacia fines del siglo X la situación comenzaba a cambiar. Las dificultades dinásticas entre los moros empeoraban, mientras que los cristianos comenzaban a reunirse bajo el mando de reyes tales como Sancho III de Navarra y su hijo Fernando I de Leóny Castilla. Por un tiempo el ministro Almanzor, sin tomar el título de califa, rigió los destinos del califato, y dirigió varias campañas que causaron gran desasosiego entrelos cristianos. En el 997, por ejemplo, sus ejércitos saquearon a Santiago de Compostela. Y sus tropas participaron en las diversas guerras que los cristianos llevaban a cabo entre sí.

A la muerte de Almanzor, en el 1002, la situación cambió radicalmente. El califato se deshizo. Los moros, cansados de la dominación árabe, dividieron sus territorios en una multitud de estados independientes, los llamados “reinos de taifas”(de una palabra árabe que quiere decir “grupo” o “facción”). Al mismo tiempo, primero bajo Sancho III de Navarra y después bajo su hijo Fernando I de León y Castilla, los cristianos pudieron presentar un frente relativamente unido. El resultado fue una nueva etapa en la Reconquista.

Los reinos de taifas, a pesar de sus divisiones y su consiguiente debilidad, eran en su mayor parte centros de riqueza y de cultura. La civilización musulmana de la época estaba mucho más desarrollada que la cristiana, y en los reinos de taifas se producían grandes obras de arte, así como mercancías de alto valor. Por lo tanto, aprovechando su superioridad política, los soberanos cristianos les impusieron tributo a sus vecinos del sur. Más bien que conquistar sus tierras, los obligaban a pagar fuertes cantidades anuales. Sus guerras y conquistas se limitaban a lo que fuese necesario para asegurarse de que ese tributo se pagaba. Fernando I, por ejemplo, conquistó algunas pequeñas zonas de los moros. Pero su interés principal fue obligar a los reyes de taifas a pagar tributo, como lo hizo con los de Toledo, Zaragoza y Sevilla.

Las nuevas riquezas que los cristianos españoles lograron de este modo les sirvieron para trabar contactos más estrechos con el resto de Europa. En el campo eclesiástico, la reforma monástica de Cluny se introdujo en la región, siguiendo en términos generales el camino de Santiago. Lo mismo sucedió con la arquitectura, que sufrió al mismo tiempo el influjo de la Europa cristiana y el de los muchos artistas y artesanos mudéjares que se pusieron al servicio de los señores cristianos. Así se produjo todo un arte típicamente español, distinto tanto del puramente europeo como del musulmán.

Fernando dividió sus territorios entre sus tres hijos, Sancho, Alfonso y García. Pronto se reanudaron las luchas fratricidas, pues Sancho destronó a sus hermanos, quienes se refugiaron entre los moros. Cuando Sancho sitiaba la ciudad de Zamora, que le era fiel a Alfonso, fue asesinado, y su hermano pasó a ocupar el trono de Castilla con el título de Alfonso VI.

Era la época de Ruy Díaz de Vivar, mejor conocido como El Cid, cuya historia ilustra las condiciones reinantes. Si tratamos de separar los hechos de la leyenda, encontramos en Ruy Díaz un personaje característico de la época. Soldado valeroso y hábil, sus enemigos, tanto moros como cristianos, lo temieron y respetaron. Su sentido de lealtad se pone de manifiesto en el episodio de Santa Gadea de Burgos, donde obligó a Alfonso VI a jurar que era inocente del fratricidio de que se le acusaba. Pero ese mismo episodio también muestra el alto grado de independencia que tenían los grandes señores, cuyo poderío militar era tal que podían negarse a aceptar la autoridad del rey El nombre de “Cid” es de origen árabe, y quiere decir “Señor”. Este nombre señala otro hecho de la vida del Cid: a pesar de ser uno de los grandes héroes del período de la Reconquista, pasó buena parte de su carrera al servicio de los moros, y no faltaron ocasiones en las que luchó junto a ellos contra los cristianos. Lo que a nosotros hoy, con una perspectiva de siglos, nos parece una gran empresa de reconquista, se les ocultaba a los contemporáneos en medio de interminables contiendas, alianzas y cuestiones dinásticas.

En época de Alfonso VI tuvo lugar la primera gran conquista de un reino de taifa. En el 1085, los castellanos tomaron la ciudad deToledo. La noticia conmovió a los moros, pues Toledo, la antigua capital de los visigodos, era todavía una ciudad de relativa importancia. Aun más, al entrar en Toledo, Alfonso se declaró capaz de conquistar cualquier reino de taifa, e inmediatamente les exigió tributo a los de Sevilla, Zaragoza y Granada. En tales circunstancias, al ver peligrar la poca independencia que les restaba, algunos de los jefes moros apelarona los almorávides.

Los almorávides y almohades

Mientras los territorios musulmanes en España habían estado bajo el dominio de los pequeños reinos de taifas, en el norte de Africa había surgido el movimiento de los almorávides.

Estos, de origen beréber, habían logrado imponer su autoridad sobre Marruecos, Tunisia y buena parte del Africa central, hasta el Senegal. Su islamismo era más fanático e intolerante que el de los regímenes anteriores, y sus conquistas tomaban el carácter de guerra santa.

El rey moro de Sevilla apeló al jefe de estos almorávides,Yusuf, para que fuera a España a contener el avance de las tropas de Alfonso VI. Yusuf cruzó el estrecho de Gibraltar y en 1086, en la batalla de Zalaca, derrotó a los cristianos. Pero dos años después los reyes moros se vieron obligados a pedir su ayuda de nuevo. Entonces Yusuf regresó a España y se dedicó, no sólo a contener el avance cristiano, sino también a conquistar los diversos reinos de taifas en que el país estaba dividido. En el 1090 tomó a Granada, y el año siguiente Córdoba se le entregó. Después siguieron Sevilla, Badajoz, Valencia (donde el Cid había muerto tres años antes), Zaragoza y otras ciudades menores.

A pesar de todas estas conquistas, los almorávides nunca lograron tomar a Toledo, cuya caída había sido la señal de alarma que les abrió el camino de España. Los cristianos reorganizaron sus ejércitos, y establecieron alianzas entre sí. Además, apelaron al resto de Europa.

El resultado de todo esto fue que la guerra tomó carácter religioso. Como hemos dicho anteriormente, hasta este momento la expansión de los reinos cristianos no se había basado por lo general en un espíritu de reconquista religiosa. Pero ahora, ante el fanatismo de los almorávides, los cristianos comenzaron a desarrollar un fanatismo semejante. De otras partes de Europa vinieron caballeros dispuestos a luchar en lo que parecía ser una cruzada occidental. El espíritu de una “reconquista” consciente se posesionó de la España cristiana, y por su parte también el conflicto tomó el carácter de guerra santa que había tenido para los almorávides.

Esta situación tuvo otro resultado interesante para la vida de la iglesia española. En la guerra de reconquista, los españoles necesitaban el apoyo del resto de la Europa cristiana. Por tanto, se estrecharon los lazos con Francia y con Roma, y se dieron pasos para que la iglesia de España se conformara al resto de la cristiandad occidental. Uno de estos pasos fue la creciente influencia de la reforma monástica de Cluny. Pronto la mayoría de los obispos siguió la inspiración cluniacense. El otro paso importante fue la creciente supresión de la “liturgia mozárabe”. Esta era en realidad la vieja liturgia u orden de culto que la iglesia española había seguido desde antes de las conquistas musulmanas. Tras esas conquistas, los cristianos sometidos al régimen islámico continuaron utilizando la misma liturgia. Puesto que a esos cristianos se les llamaba “mozárabes”, pronto su orden de culto recibió el nombre de “liturgia mozárabe”. En las tierras reconquistadas por los cristianos se había continuado utilizando ese rito, que estaba profundamente arraigado entre el pueblo. Pero ahora, con las relaciones cada vez más estrechas con Roma, se tendió a suprimir ese orden de culto, y a imponer el romano. Además del resentimiento que esto causó, hubo otra consecuencia menos inmediata, pero no menos notable. La liturgia mozárabe hacía mucho más uso del Antiguo Testamento que la latina. Por lo tanto, su supresión tendió a cortar cada vez más el contacto de los cristianos con el Antiguo Testamento, y puede haber sido una de las razones por las que a la postre prevalecieron en España las mismas actitudes hacia los judíos que habían existido desde mucho antes en otras regiones de Europa.

El régimen almorávid no duró mucho. En el 1118, el rey de Aragón, Alfonso I el Batallador, conquistó a Zaragoza. Poco después Alfonso VII de Castilla comenzó a empujar de nuevo las fronteras hacia el sur. Todo esto era posible porque dentro del mundo musulmán, en Africa, se había levantado un nuevo grupo que trataba de arrebatarles el poder a los almorávides. Estos eran los almohades, tan fanáticos como los anteriores. Ya en el 1145, los almohades hicieron sentir su presencia en España, y en el 1170 derrocaron definitivamente a los almorávides.

Los almohades no lograron unificar los diversos partidos mahometanos que existían en España, y por tanto pronto aparecieron pequeños reinos al estilo de los del período de taifas. A pesar de ello, lograron derrotar en Alarcos a Alfonso VIII de Castilla, y los cristianos se vieron fuertemente presionados en diversos frentes. Pero el hecho de que la guerra se había vuelto una cuestión religiosa unió a los soberanos de León, Castilla, Navarra y León, que en la batalla de las Navas de Tolosa, en el 1212, derrotaron definitivamente a los almohades.

A partir de entonces la Reconquista marchó rápidamente. En el 1230 los reinos de León y Castilla se unieron definitivamente bajo Fernando III. Este rey, conocido como San Fernando, tomó a Córdoba en el 1236, y a Sevilla en el 1248. Poco antes, entre el 1160 y el 1180, se habían fundado las grandes órdenes militares de Calatrava, Alcántara y Santiago, al estilo de las órdenes semejantes que ya hemos visto al tratar acerca de las cruzadas. Algunas de estas órdenes llegaron a ser poderosísimas y a poseer grandes extensiones de terreno. A partir de 1248, el único estado islámico que quedaba en España era el reino e Granada. Quizá éste pudo haber sido conquistado entonces, pero los reyes de Castilla se limitaron a exigirle tributo. Los territorios recién conquistados eran demasiado extensos, y su proceso de asimilación demasiado complejo, para lanzarse inmediatamente a la toma de Granada. A punto de completarse, la Reconquista se detuvo, para ser emprendida de nuevo, casi dos y medio siglos más tarde, por Isabel de Castilla. En el entretanto, los cristianos guerrearían entre sí, permitiéndoles a los moros hacerse fuertes en Granada. Es en esa época cuando se queja el poeta Pedro López de Ayala:

Olvidado han a los moros las sus guerras fazer,

ca en otras tierras llanas osar fallen que comer.

Unos son ya capitanes; otros enbían a correr.

Sobre los pobres syn culpa se acostumbran mantener.

Los cristianos han las guerras, los moros están folgados,

en todos los más rreynos ya tienen rreyes doblados.

E todo aquesto viene por los nuestros pecados,

ca somos contra Dios en todas cosas errados.

El impacto de España en la teología cristiana

Mientras todos estos acontecimientos estaban teniendo lugar, y mientras algunos de los cristianos pretendían que los moros no eran sino unos infieles ignorantes, el hecho es que en muchos sentidos la civilización musulmana del sur de España estaba más adelantada que la del resto de Europa. Había allí grandes médicos, arquitectos y matemáticos de quienes los cristianos tenían mucho que aprender. Pero sobre todo, para lo que aquí nos interesa, había filósofos notabilísimos cuyo impacto se haría sentir en toda la teología cristiana occidental. Entre éstos, los mas importantes fueron el musulmán Averroes y el judío Maimónides, ambos cordobeses.

Averroes nació en Córdoba en el 1126. Aunque hizo estudios de medicina, jurisprudencia y teología, fue en el campo de la filosofía donde más se destacó. Se dedicó a estudiar y comentar las obras de Aristóteles, y tuvo tal éxito que la posteridad lo conoció como “el Comentarista”. Para él, el conocimiento filosófico se hallaba por encima del religioso, puesto que el primero se basaba en la razón, y el segundo en la fe. Esto quiere decir que para entender el Korán adecuadamente hay que hacerlo “filosóficamente”. Lo que esto quería decir nunca resultó claro, pues Averroes siempre trató de aplacar la ira de las autoridades musulmanas.

Pero en todo caso parecía dar a entender que la fe era el medio de conocimiento de los ignorantes o los de escasa capacidad intelectual, mientras que los más privilegiados debían preferir la razón.

Otro punto en el que Averroes chocó con los jefes religiosos de su tiempo fue su doctrina acerca de la eternidad del mundo. Los musulmanes, al igual que los cristianos, creían que Dios había hecho el mundo de la nada. Averroes, sobre la base de sus estudios de Aristóteles, llegó a la conclusión de que la materia era eterna. También en lo que se refiere a la vida después de la muerte, Averroes difería de la ortodoxia mahometana. Para él, otra vez sobre la base de Aristóteles, todas las almas humanas (lo que él llama “el intelecto activo”) no son sino manifestaciones de una sola alma universal. Por tanto, cuando el individuo muere, su alma se reintegra a ese gran océano que es el alma universal.

Maimónides era contemporáneo de Averroes, aunque uno pocos años más joven. Cuando los almohades se posesionaron de Córdoba, y trajeron consigo una actitud intolerante hacia lo judíos, Maimónides y su familia partieron de España.

Pero a pesar de ello sus obras fueron muy leídas en el país. Según él no hay un verdadero conflicto entre la fe y la razón. Lo que sucede es que hay ciertos temas que la razón no alcanza a investigar adecuadamente. Así, por ejemplo, en lo que se refiere a la eternidad del mundo o de la materia, la razón no puede llegar a una conclusión segura.

Pero a base de la fe sabemos que el mundo fue hecho de la nada. Las obras de estos dos filósofos, y de muchos otros de menor importancia, pasaron de España al resto de Europa. A esto contribuyó una gran escuela de traductores que se fundó en Toledo. Allí las obras de los grandes filósofos de la antigüedad griega, y de sus comentaristas y émulos mahometanos y judíos, fueron traducidas al latín. Más adelante veremos el gran impacto que hicieron estas obras en el resto de Europa, donde buena parte de la discusión teológica del siglo XIII giró alrededor de ellas.

González, J. L. (2003). Historia del cristianismo: Tomo 1 (Vol. 1, pp. 399–410). Miami, FL: Editorial Unilit.

El camino de Dios o el camino más fácil

Febrero 19

El camino de Dios o el camino más fácil

Lectura bíblica: Mateo 7:13, 14

¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Mateo 7:14

a1Imagínate esto: Estás haciendo una larga caminata. Has oído que hay un paisaje maravilloso desde cierto pico rocoso, así que decides tomar la senda que lleva a la cumbre. Pero la senda es cada vez más empinada y rocosa. Pronto estás obligado a meterte entre angostos barrancos de piedra. Después de un trecho empiezas a preguntarte si habrá una senda más fácil.
Tu mapa dice que hay únicamente una senda hacia la cumbre pero estás seguro de que ha de haber algún atajo. Sacas tu teléfono celular y llamas al guarda forestal.
—Tiene que haber otro camino —te quejas.

El guarda forestal te contesta sin vacilar.

—No —escuchas—. Tu mapa es correcto. Hay una sola senda hacia la cumbre. Sigue adelante. Un poquito más y ya llegarás.

Es difícil imaginar un lugar sobre la Tierra que tenga un solo camino para llegar a él. Podemos arrastrarnos desde algún otro ángulo, saltar de un helicóptero suspendido en el aire o dinamitar un túnel desde abajo. Pero el cielo es diferente. De veras hay un solo camino a la morada de Dios. Y ese camino es Jesús.

No obstante, muchos en la actualidad creen que hay muchas maneras de llegar al cielo. Argumentan que cualquier religión — el cristianismo, budismo, islamismo e hinduismo— es una senda apropiada hacia Dios. Afirman que todos adoramos al mismo Ser Supremo en el cielo. Prometen que las distintas religiones son meramente caminos diferentes hacia el mismo destino.

Sencillamente porque muchos creen una idea no significa que sea la verdad. Los adeptos de todas las religiones no adoran al mismo Dios. No es que estén tomando rutas distintas para llegar al mismo lugar.

Piénsalo: A través de Jesús, Dios proveyó una senda única y singular para volver a él. Jesús murió en la cruz a fin de que el ser humano pudiera obtener perdón y disfrutar de una eternidad en el cielo. La Biblia es clara al afirmar que nadie viene a Dios excepto por medio de Jesús (ver Juan 14:6). Jesús es el único camino a la salvación (ver Hechos 4:12).

Los cristianos son los únicos que cuentan con la verdad que muestra cómo adorar al único Dios verdadero y vivir eternamente en el cielo. Todos los seres humanos necesitan esta noticia que tú tienes para darles. ¡Por eso conviene que les cuentes a tus amigos ahora el mensaje de que Cristo es el único camino a Dios!

PARA DIALOGAR
¿Quiénes, dentro y fuera de tu familia, necesitan confiar en Jesús? ¿Qué puedes hacer para compartir con ellos la verdad en cuanto a la salvación?

PARA ORAR
Ora pidiendo oportunidades de contarles de Cristo a los que has puesto en tu lista.

PARA HACER
Quizá no puedas explicar a un amigo de una sola vez todo lo que significa ser cristiano. Pero, ¿cuáles son las cosas más importantes que te gustaría decirle?

McDowell, J., & Johnson, K. (2005). Devocionales para la familia. El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano.

El pacto renovado

Deuteronomio 10-12

El pacto renovado

(Ex. 34.1-10)

a110:1  En aquel tiempo Jehová me dijo: Lábrate dos tablas de piedra como las primeras, y sube a mí al monte, y hazte un arca de madera;

y escribiré en aquellas tablas las palabras que estaban en las primeras tablas que quebraste; y las pondrás en el arca.

E hice un arca de madera de acacia, y labré dos tablas de piedra como las primeras, y subí al monte con las dos tablas en mi mano.

Y escribió en las tablas conforme a la primera escritura, los diez mandamientos que Jehová os había hablado en el monte de en medio del fuego, el día de la asamblea; y me las dio Jehová.

Y volví y descendí del monte, y puse las tablas en el arca que había hecho; y allí están, como Jehová me mandó.

(Después salieron los hijos de Israel de Beerot-bene-jaacán[a] a Mosera; allí murió Aarón, y allí fue sepultado, y en lugar suyo tuvo el sacerdocio su hijo Eleazar.

De allí partieron a Gudgoda, y de Gudgoda a Jotbata, tierra de arroyos de aguas.

En aquel tiempo apartó Jehová la tribu de Leví para que llevase el arca del pacto de Jehová, para que estuviese delante de Jehová para servirle, y para bendecir en su nombre, hasta hoy,

por lo cual Leví no tuvo parte ni heredad con sus hermanos; Jehová es su heredad, como Jehová tu Dios le dijo.)

10 Y yo estuve en el monte como los primeros días, cuarenta días y cuarenta noches; y Jehová también me escuchó esta vez, y no quiso Jehová destruirte.

11 Y me dijo Jehová: Levántate, anda, para que marches delante del pueblo, para que entren y posean la tierra que juré a sus padres que les había de dar.

Lo que Dios exige

12 Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma;

13 que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas prosperidad?

14 He aquí, de Jehová tu Dios son los cielos, y los cielos de los cielos, la tierra, y todas las cosas que hay en ella.

15 Solamente de tus padres se agradó Jehová para amarlos, y escogió su descendencia después de ellos, a vosotros, de entre todos los pueblos, como en este día.

16 Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz.

17 Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas, ni toma cohecho;

18 que hace justicia al huérfano y a la viuda; que ama también al extranjero dándole pan y vestido.

19 Amaréis, pues, al extranjero; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto.

20 A Jehová tu Dios temerás, a él solo servirás, a él seguirás, y por su nombre jurarás.

21 El es el objeto de tu alabanza, y él es tu Dios, que ha hecho contigo estas cosas grandes y terribles que tus ojos han visto.

22 Con setenta personas descendieron tus padres a Egipto, y ahora Jehová te ha hecho como las estrellas del cielo en multitud.

La grandeza de Jehová

11:1  Amarás, pues, a Jehová tu Dios, y guardarás sus ordenanzas, sus estatutos, sus decretos y sus mandamientos, todos los días.

Y comprended hoy, porque no hablo con vuestros hijos que no han sabido ni visto el castigo de Jehová vuestro Dios, su grandeza, su mano poderosa, y su brazo extendido,

y sus señales, y sus obras que hizo en medio de Egipto a Faraón rey de Egipto, y a toda su tierra;

y lo que hizo al ejército de Egipto, a sus caballos y a sus carros; cómo precipitó las aguas del Mar Rojo sobre ellos, cuando venían tras vosotros, y Jehová los destruyó hasta hoy;

y lo que ha hecho con vosotros en el desierto, hasta que habéis llegado a este lugar;

y lo que hizo con Datán y Abiram, hijos de Eliab hijo de Rubén; cómo abrió su boca la tierra, y los tragó con sus familias, sus tiendas, y todo su ganado, en medio de todo Israel.

Mas vuestros ojos han visto todas las grandes obras que Jehová ha hecho.

Bendiciones de la Tierra Prometida

Guardad, pues, todos los mandamientos que yo os prescribo hoy, para que seáis fortalecidos, y entréis y poseáis la tierra a la cual pasáis para tomarla;

y para que os sean prolongados los días sobre la tierra, de la cual juró Jehová a vuestros padres, que había de darla a ellos y a su descendencia, tierra que fluye leche y miel.

10 La tierra a la cual entras para tomarla no es como la tierra de Egipto de donde habéis salido, donde sembrabas tu semilla, y regabas con tu pie, como huerto de hortaliza.

11 La tierra a la cual pasáis para tomarla es tierra de montes y de vegas, que bebe las aguas de la lluvia del cielo;

12 tierra de la cual Jehová tu Dios cuida; siempre están sobre ella los ojos de Jehová tu Dios, desde el principio del año hasta el fin.

13 Si obedeciereis cuidadosamente a mis mandamientos que yo os prescribo hoy, amando a Jehová vuestro Dios, y sirviéndole con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma,

14 yo daré la lluvia de vuestra tierra a su tiempo, la temprana y la tardía; y recogerás tu grano, tu vino y tu aceite.

15 Daré también hierba en tu campo para tus ganados; y comerás, y te saciarás.

16 Guardaos, pues, que vuestro corazón no se infatúe, y os apartéis y sirváis a dioses ajenos, y os inclinéis a ellos;

17 y se encienda el furor de Jehová sobre vosotros, y cierre los cielos, y no haya lluvia, ni la tierra dé su fruto, y perezcáis pronto de la buena tierra que os da Jehová.

18 Por tanto, pondréis estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma, y las ataréis como señal en vuestra mano, y serán por frontales entre vuestros ojos.

19 Y las enseñaréis a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa, cuando andes por el camino, cuando te acuestes, y cuando te levantes,

20 y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas;

21 para que sean vuestros días, y los días de vuestros hijos, tan numerosos sobre la tierra que Jehová juró a vuestros padres que les había de dar, como los días de los cielos sobre la tierra.

22 Porque si guardareis cuidadosamente todos estos mandamientos que yo os prescribo para que los cumpláis, y si amareis a Jehová vuestro Dios, andando en todos sus caminos, y siguiéndole a él,

23 Jehová también echará de delante de vosotros a todas estas naciones, y desposeeréis naciones grandes y más poderosas que vosotros.

24 Todo lugar que pisare la planta de vuestro pie será vuestro; desde el desierto hasta el Líbano, desde el río Eufrates hasta el mar occidental será vuestro territorio.

25 Nadie se sostendrá delante de vosotros; miedo y temor de vosotros pondrá Jehová vuestro Dios sobre toda la tierra que pisareis, como él os ha dicho.

26 He aquí yo pongo hoy delante de vosotros la bendición y la maldición:

27 la bendición, si oyereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios, que yo os prescribo hoy,

28 y la maldición, si no oyereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios, y os apartareis del camino que yo os ordeno hoy, para ir en pos de dioses ajenos que no habéis conocido.

29 Y cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra a la cual vas para tomarla, pondrás la bendición sobre el monte Gerizim, y la maldición sobre el monte Ebal,

30 los cuales están al otro lado del Jordán, tras el camino del occidente en la tierra del cananeo, que habita en el Arabá frente a Gilgal, junto al encinar de More.

31 Porque vosotros pasáis el Jordán para ir a poseer la tierra que os da Jehová vuestro Dios; y la tomaréis, y habitaréis en ella.

32 Cuidaréis, pues, de cumplir todos los estatutos y decretos que yo presento hoy delante de vosotros.

El santuario único

12:1  Estos son los estatutos y decretos que cuidaréis de poner por obra en la tierra que Jehová el Dios de tus padres te ha dado para que tomes posesión de ella, todos los días que vosotros viviereis sobre la tierra.

Destruiréis enteramente todos los lugares donde las naciones que vosotros heredaréis sirvieron a sus dioses, sobre los montes altos, y sobre los collados, y debajo de todo árbol frondoso.

Derribaréis sus altares, y quebraréis sus estatuas, y sus imágenes de Asera consumiréis con fuego; y destruiréis las esculturas de sus dioses, y raeréis su nombre de aquel lugar.

No haréis así a Jehová vuestro Dios,

sino que el lugar que Jehová vuestro Dios escogiere de entre todas vuestras tribus, para poner allí su nombre para su habitación, ése buscaréis, y allá iréis.

Y allí llevaréis vuestros holocaustos, vuestros sacrificios, vuestros diezmos, y la ofrenda elevada de vuestras manos, vuestros votos, vuestras ofrendas voluntarias, y las primicias de vuestras vacas y de vuestras ovejas;

y comeréis allí delante de Jehová vuestro Dios, y os alegraréis, vosotros y vuestras familias, en toda obra de vuestras manos en la cual Jehová tu Dios te hubiere bendecido.

No haréis como todo lo que hacemos nosotros aquí ahora, cada uno lo que bien le parece,

porque hasta ahora no habéis entrado al reposo y a la heredad que os da Jehová vuestro Dios.

10 Mas pasaréis el Jordán, y habitaréis en la tierra que Jehová vuestro Dios os hace heredar; y él os dará reposo de todos vuestros enemigos alrededor, y habitaréis seguros.

11 Y al lugar que Jehová vuestro Dios escogiere para poner en él su nombre, allí llevaréis todas las cosas que yo os mando: vuestros holocaustos, vuestros sacrificios, vuestros diezmos, las ofrendas elevadas de vuestras manos, y todo lo escogido de los votos que hubiereis prometido a Jehová.

12 Y os alegraréis delante de Jehová vuestro Dios, vosotros, vuestros hijos, vuestras hijas, vuestros siervos y vuestras siervas, y el levita que habite en vuestras poblaciones; por cuanto no tiene parte ni heredad con vosotros.

13 Cuídate de no ofrecer tus holocaustos en cualquier lugar que vieres;

14 sino que en el lugar que Jehová escogiere, en una de tus tribus, allí ofrecerás tus holocaustos, y allí harás todo lo que yo te mando.

15 Con todo, podrás matar y comer carne en todas tus poblaciones conforme a tu deseo, según la bendición que Jehová tu Dios te haya dado; el inmundo y el limpio la podrá comer, como la de gacela o de ciervo.

16 Solamente que sangre no comeréis; sobre la tierra la derramaréis como agua.

17 Ni comerás en tus poblaciones el diezmo de tu grano, de tu vino o de tu aceite, ni las primicias de tus vacas, ni de tus ovejas, ni los votos que prometieres, ni las ofrendas voluntarias, ni las ofrendas elevadas de tus manos;

18 sino que delante de Jehová tu Dios las comerás, en el lugar que Jehová tu Dios hubiere escogido, tú, tu hijo, tu hija, tu siervo, tu sierva, y el levita que habita en tus poblaciones; te alegrarás delante de Jehová tu Dios de toda la obra de tus manos.

19 Ten cuidado de no desamparar al levita en todos tus días sobre la tierra.

20 Cuando Jehová tu Dios ensanchare tu territorio, como él te ha dicho, y tú dijeres: Comeré carne, porque deseaste comerla, conforme a lo que deseaste podrás comer.

21 Si estuviere lejos de ti el lugar que Jehová tu Dios escogiere para poner allí su nombre, podrás matar de tus vacas y de tus ovejas que Jehová te hubiere dado, como te he mandado yo, y comerás en tus puertas según todo lo que deseares.

22 Lo mismo que se come la gacela y el ciervo, así las podrás comer; el inmundo y el limpio podrán comer también de ellas.

23 Solamente que te mantengas firme en no comer sangre; porque la sangre es la vida, y no comerás la vida juntamente con su carne.

24 No la comerás; en tierra la derramarás como agua.

25 No comerás de ella, para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, cuando hicieres lo recto ante los ojos de Jehová.

26 Pero las cosas que hubieres consagrado, y tus votos, las tomarás, y vendrás con ellas al lugar que Jehová hubiere escogido;

27 y ofrecerás tus holocaustos, la carne y la sangre, sobre el altar de Jehová tu Dios; y la sangre de tus sacrificios será derramada sobre el altar de Jehová tu Dios, y podrás comer la carne.

28 Guarda y escucha todas estas palabras que yo te mando, para que haciendo lo bueno y lo recto ante los ojos de Jehová tu Dios, te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti para siempre.

Advertencias contra la idolatría

29 Cuando Jehová tu Dios haya destruido delante de ti las naciones adonde tú vas para poseerlas, y las heredes, y habites en su tierra,

30 guárdate que no tropieces yendo en pos de ellas, después que sean destruidas delante de ti; no preguntes acerca de sus dioses, diciendo: De la manera que servían aquellas naciones a sus dioses, yo también les serviré.

31 No harás así a Jehová tu Dios; porque toda cosa abominable que Jehová aborrece, hicieron ellos a sus dioses; pues aun a sus hijos y a sus hijas quemaban en el fuego a sus dioses.

32 Cuidarás de hacer todo lo que yo te mando; no añadirás a ello, ni de ello quitarás.

Footnotes:

  1. Deuteronomio 10:6 los pozos de los hijos de Jaacán.
Reina-Valera 1960 (RVR1960)Copyright © 1960 by American Bible Society

JALANDO DE LA CORREA

JALANDO DE LA CORREA

Pablo Martini
Programa No. 2016-02-19
a1Mi perra Golden Retriever me acompaña varias veces en la semana cuando camino hacia el seminario a dar las clases. Correa en mano intento guiarla y enseñarle a que camine a mi lado. Y digo “intento” porque aún no lo he logrado, (en verdad creo que intentaré el resto de su vida). Mayormente de regreso a la casa vuelve cansada y no lucha tanto por ver quién marca el paso, pero cuando salimos rumbo al trabajo la cosa es muy diferente. Llega al extremo de ahogarse jalando  de la correa por adelantarse, por escoger su propia ruta y por acercarse a cuánta cosa le llame la atención. Obvio que la que se perjudica es ella, pues llega con su lengua afuera por luchar tanto con su dueño mientras dura la caminata. Con Dios nos sucede lo mismo. Él nos quiere “pasear” por la vida.  Sabe cómo andar, dónde ir y dónde no. Somos nosotros los que gastamos nuestras fuerzas luchando con Él, tirando de su mano, intentando marcar el ritmo y el curso de nuestras acciones. Nuestro agotamiento es síntoma de una vida desconectada de su mano. Casi pretendemos pasearlo a Él y que se sujete a nuestra correa para que vaya donde nosotros queremos. ¡Qué ingenuos! El hecho de que Dios, muchas veces, en su infinita paciencia acceda a nuestros caprichos e intenciones, no significa que Él sea nuestra mascota. Nosotros somos propiedad de Él y en dejarnos guiar tiernamente por su mano está el verdadero disfrute de la vida.

Por ese motivo andamos mayormente con  la lengua afuera y cansados, porque en vez de llevar Su yugo caminando como el buey nuevo al lado del más experimentado, lo queremos llevar nosotros solos. Es tan ridículo como remolcar un automóvil con un camión y pretender que el que guíe sea el automóvil. Aprovecharíamos más nuestras fuerzas y tiempo si  dejáramos de tirar de la mano de Dios y permitiéramos que Él nos lleve de la mano.

PENSAMIENTO DEL DÍA

El agotamiento es síntoma de una vida desconectada de la fuente de poder.

UN INCENDIO INÚTIL

19 feb 2016

UN INCENDIO INÚTIL

por el Hermano Pablo

 

a1Las calificaciones estaban ahí y eran malas. Malas debido a la desidia, la dejadez y la holgazanería. Si sus padres veían esas malas notas escolares, habría fuertes castigos y no habría vacaciones.

Así que los dos muchachos, ambos de doce años de edad, no hallaron mejor medio de eliminar sus notas que prenderle fuego al escritorio de la maestra. El fuego consumió todo el mueble y aún más, causando daños por dos mil quinientos dólares. Pero el incendio no dio resultado. La maestra había archivado las notas electrónicamente en el sistema computarizado de la escuela.

De este incidente se desprenden varias lecciones. La primera es que si un escolar no se aplica en sus lecciones, ni le dedica tiempo a la lectura de los libros de texto ni atiende seriamente a las enseñanzas de la maestra, no puede sacar buenas notas en los exámenes. Y es posible que sufra los efectos el resto de su vida.

La segunda lección es que la ira es siempre mala consejera, y jugar con fuego es siempre peligroso. La quemazón del mueble pudo haber provocado un incendio con peores consecuencias, causando grandes daños personales. Esto ocurre en muchos casos.

La tercera lección que aprendemos es que quemar un mal informe no soluciona el problema de fondo, que es la falta de honestidad. Esa tendencia tendrá repercusiones perjudiciales toda la vida.

La cuarta lección que nos enseña es que con las computadoras y sus bases de datos, que almacenan todos los datos con más seguridad que cualquier caja fuerte, es inútil quemar documentos comprometedores. Una mala nota documentada no se borra quemando papeles si hay un sistema seguro que la tiene archivada.

La quinta lección es que lo que no ven los maestros, lo ve Dios. Y Dios tiene su manera de marcar permanentemente en nuestra conciencia todas nuestras maldades. No hay lugar en todo el universo donde podamos escondernos de nuestra conciencia. A esta poderosa lección la respalda el principio bíblico que dice: «Cada uno cosecha lo que siembra» (Gálatas 6:7).

Cualquiera que quebrante las leyes morales de Dios, sea niño o adulto, pequeño o grande, iletrado o sabio, pagará las consecuencias. Tarde o temprano la computadora divina revelará todas nuestras infracciones. Y tras esa revelación compareceremos, irremisiblemente, ante el Juez divino.

Sometamos, pues, nuestra voluntad al señorío de Jesucristo. Él desea ser nuestro Salvador. No lo ignoremos. No tratemos de eludir sus leyes. Humillémonos, más bien, ante Cristo en contrito arrepentimiento. Él será nuestro fiel amigo.