VALLE DE LA MUERTE

Los movimientos populares 50

Los movimientos populares 50

A los obispos, príncipes, condes y caballeros se les debería permitir poseer sólo lo mismo que tiene la gente común. El día vendrá cuando ellos también tendrán que ganarse la vida mediante el trabajo.

Hans Bohm

a1En los tres últimos capítulos, y en varios de los que han de seguir, dedicamos nuestra atención a movimientos reformadores cuyo origen fue principalmente académico. Los conciliaristas en la universidad de París, Wyclif en la de Oxford, y Huss en la de Praga, fueron todos gentes respetadas en su época por sus conocimientos. Aunque se les acusó de herejes y sediciosos, nadie se atrevía a decir que sus errores se debían a la ignorancia.

Sin embargo, al leer los anales de la época nos asalta la sospecha de que estos movimientos reformadores entre gentes doctas no eran sino una mínima parte del bullir religioso, que se movía principalmente entre gentes pobres e iletradas. No se olvide, por ejemplo, que tanto el movimiento de Wyclif como el de Huss a la postre hallaron su expresión más permanente, no en las universidades, sino entre el pueblo. Sin los lolardos o los taboritas, ambos movimientos hubieran quedado olvidados en documentos antiguos. Aun más, es muy dudoso que Wyclif y los suyos hubieran podido convencer a quienes los siguieron de entre el pueblo bajo, de no ser porque desde antes existía entre ese pueblo un hervor que halló expresión en las doctrinas que venían de Oxford. Lo mismo puede decirse, quizá con más justificación, de los taboritas de Bohemia, que, aunque llegaron a ser los más decididos defensores del movimiento husita, probablemente no derivaban la mayor parte de sus doctrinas del reformador de Praga, sino de ideas que circulaban entre el pueblo.

¿Por qué entonces los libros de historia les prestan tanta atención al movimiento conciliar, a Wyclif y a Huss, y tan poca a estos otros movimientos populares? Sencillamente, porque los datos acerca de estos últimos son escasísimos y poco fidedignos. Acerca del movimiento conciliar, por ejemplo, tenemos las obras de sus principales jefes, así como las actas de los concilios y las crónicas de la época. Aunque muchas de estas fuentes son de carácter partidario, su misma abundancia nos permite compararlas, y así tratar de equilibrar nuestro juicio. Pero en el caso de los movimientos populares la situación es muy distinta. Quienes los siguieron eran en su casi totalidad gente indocta que, o bien no sabía escribir, o bien no sentía el impulso de dejar constancia para la posteridad. Muchos de esos movimientos eran de carácter apocalíptico, de modo que quienes formaban parte de ellos creían que el fin estaba cerca, y por tanto no veían razón alguna de narrar su historia, o de poner sus enseñanzas por escrito. Es muy posible que, de haber querido hacerlo, no hubieran podido, pues se trataba de corrientes de entusiasmo que de pronto aparecían en un lugar, para luego desaparecer, continuar corriendo bajo la superficie, y brotar de nuevo en otra fecha y otro lugar. Los mismos miembros de los movimientos desconocían su historia.

En cuanto a los testimonios de sus enemigos, su veracidad es muy dudosa. Había en esa época una serie de acusaciones comunes que se hacían contra todo movimiento que pareciera sedicioso o herético. Según se decía, se trataba de gentes que utilizaban su entusiasmo religioso para dar rienda suelta a la inmoralidad y a la rapiña, odiaban a los sacerdotes y a toda la jerarquía de la iglesia, profanaban el sacramento del altar, creían que el fin del mundo estaba cercano, pretendían haber recibido una nueva revelación de Dios, o que el Espíritu Santo se había encarnado en ellas, etc. Es muy posible, y hasta probable que en algunos casos parte de esto haya sido cierto. Pero el hecho de que las mismas acusaciones se hicieran contra movimientos a todas luces diferentes nos hace sospechar que eran frecuentemente falsas. Por todas estas razones, la historia de los movimientos religiosos populares a fines de la Edad Media está todavía por escribirse. No es posible conocer a ciencia cierta cómo se relacionaba tal grupo con tal otro, ni los orígenes de sus nombres, ni siquiera qué querían decir muchos de esos nombres. Luego, no podemos narrar aquí la historia de dichos movimientos. Pero sí podemos señalar sus características comunes y lo que significaban para la historia del cristianismo.

Desde tiempos de Constantino, la cuestión de los bienes y la pobreza había sido preocupación casi constante de los cristianos. Cuando el Imperio Romano se hizo cristiano, y la iglesia se llenó de lujo y boato, el monaquismo surgió como un movimiento de protesta. Cuando, en los siglos XII y XIII, la economía monetaria comenzó a cambiar la faz social de Europa, hubo nuevas señales de inconformidad. La más notable fue el franciscanismo, cuyo fervor barrió toda la Europa occidental. Pero tanto en época de Constantino como en el siglo XIII la iglesia supo asimilar esos movimientos, darles un lugar en la estructura eclesiástica, y a la postre hacer de ellos instrumentos dóciles en manos de la jerarquía.

Lo que sucedió en la época que estamos estudiando fue que la iglesia perdió esa flexibilidad. Ya en el siglo XIII se comenzó a temer que continuaran surgiendo movimientos como el franciscano, y que la iglesia no pudiera controlarlos. Por ello en el 1215 el Cuarto Concilio de Letrán prohibió la fundación de nuevas órdenes. Ahora, en los siglos XIV y XV, aquella tendencia que se había manifestado en 1215 llegó a su cumbre. El poder de la jerarquía se sentía amenazado por el fervor de los nuevos movimientos de pobreza. La pobreza franciscana se había reinterpretado de tal modo que no requería la pobreza de la orden en sí, sino sólo de sus miembros como individuos. Como órdenes, tanto la San Francisco como la de Santo Domingo se volvieron ricas y poderosas.

Los prelados, convertidos en poderosos señores, y los frailes, cuyo espíritu de crítica profética había quedado olvidado, veían en los nuevos movimientos que exaltaban la pobreza una censura contra ellos. Por tanto, tendían a tildarlos de heréticos y corrompidos.

La cuestión de la pobreza tenía dos vertientes. De un lado estaban las gentes relativamente pudientes, que abrazaban una pobreza voluntaria, por motivos de renunciación. Tal había sido el caso, en el siglo XIII, de San Francisco de Asís. Durante los siglos que estamos estudiando —el XIV y el XV— continuó habiendo personas del mismo origen social que se sentían impulsadas por motivos semejantes. Pero, puesto que el franciscanismo y otras órdenes parecidas habían abandonado su espíritu inicial, tales gentes se veían obligadas a buscar sus propios medios de expresar y vivir lo que creían ser su vocación de pobreza voluntaria, y por tanto creaban grupos o movimientos que no eran bien vistos por la iglesia jerárquica. Otras veces se unían a movimientos que existían entre las clases humildes, porque les parecía que allí les era más fácil cumplir con el consejo evangélico de la pobreza que habían predicado San Francisco y tantos otros antes que él.

Ahora bien —y ésta era la otra vertiente de la cuestión— si la pobreza voluntaria es una virtud, ¿no lo será también la involuntaria, la que es el resultado, no de una decisión propia, sino de las condiciones sociales? En las Escrituras hay numerosas indicaciones de que Dios juzga a favor de los pobres y contra los ricos que los oprimen. Por diversos medios, esta idea central en la Biblia les llegaba a los marginados. Entre esos medios se contaban probablemente algunas de las personas de mejor posición social, que voluntariamente habían echado su suerte con los pobres, pero cuya educación les permitía apelar a las Escrituras para defender el valor de la pobreza, y cuyos argumentos y enseñanzas los marginados escuchaban. Otro medio era el de las muchas historias de mártires y milagros que circulaban entre el pueblo. En ellas se daba repetidamente el caso de una confrontación entre un señor poderoso y una persona oprimida, y no cabía duda de que Dios estaba de parte de ésta última.

Por todas esas razones, y porque los tiempos eran económicamente malos, pronto surgió una multitud de movimientos que se confundían entre sí. Algunos no buscaban sino la posibilidad de practicar la pobreza voluntaria. Otros veían en los males de la época una señal de los tiempos apocalípticos. El anticristo estaba por venir, o se encontraba ya en el mundo. Era necesario arrepentirse, castigar el cuerpo, para así salvarse del mal que pronto llegaría. Otros, en fin, pasaron del arrepentimiento a la acción. Los últimos tiempos que se acercaban debían ser de fidelidad al evangelio y de justicia. En tales momentos, la tarea del cristiano consistía en tomar las armas y marchar hacia el Reino de Dios, contra quienes tergiversaban la verdad evangélica, o contra quienes destruían la justicia oprimiendo a los pobres.

Puesto que es imposible narrar aquí la historia de todo ese bullir, nos limitaremos a dar una idea somera de un movimiento cuyo tema principal fue la pobreza voluntaria —el de las beguinas y los begardos—; otro cuya característica fue la penitencia extrema —los flagelantes—; un tercero que trató de establecer la verdad evangélica mediante la fuerza de las armas —los taboritas—; y por fin uno de los muchos que soñaron con el Reino de justicia —el de Hans Bohm.

Beguinas y begardos

El monaquismo había ejercido siempre fuerte atracción sobre las mujeres. En el siglo XIII, el despertar religioso que dio origen al franciscanismo se hizo sentir también entre ellas. Muchas se unieron a las ramas femeninas de los franciscanos y los dominicos. Otras engrosaron las filas de órdenes más antiguas. Pero pronto su número fue tal que los varones comenzaron a quejarse, y a poner límites en cuanto al número de mujeres que estaban dispuestos a aceptar en las ramas femeninas de sus órdenes. Es muy probable que parte de este impulso entre las mujeres se haya debido a que la vida monástica era el único medio en que ellas, aun las más ricas, podían escapar de una vida completamente dirigida por los deseos y decisiones de otros —padres, hermanos, esposos e hijos.

En todo caso, pronto los conventos tradicionales resultaron insuficientes, y entonces hubo gran número de mujeres que se reunieron en pequeños grupos para vivir juntas y llevar una vida de oración, devoción y relativa pobreza. Se les dio el nombre de “beguinas”, y el de “beguinajes” a las casas en que vivían. El origen de este nombre es oscuro, pero todo parece indicar que era despectivo, pues se utilizaba frecuentemente como sinónimo de “hereje”, o de “albigense”. Esto es índice del modo en que eran vistas por el resto de la sociedad, y por la mayoría de la jerarquía eclesiástica. Aunque algunos obispos apoyaron el movimiento, otros lo prohibieron en sus diócesis. A fines del siglo XIII, comenzó a haber legislación contra este género de vida, que amenazaba la estructura de la iglesia porque, sin constituir una orden oficialmente establecida, no seguía tampoco el género de vida del resto del laicado.

Por la misma época, el movimiento comenzó a tomar matices algo diferentes. Al principio, muchos beguinajes no aceptaban sino a mujeres que tuvieran medios de cubrir su propia subsistencia. Pero después comenzaron a ingresar otras de origen más humilde, cuya pobreza no era totalmente voluntaria, pero sí más real que la de las primeras. Pronto se empezó a acusar a los beguinajes de ser centros de holgazanería, donde se refugiaban mujeres que no querían asumir su responsabilidad en la sociedad. Con creciente insistencia, los obispos se dedicaron a ponerles trabas. En consecuencia, las beguinas se apartaron cada vez más de la iglesia jerárquica, y algunas se dieron a doctrinas supuesta o realmente erradas. En unos pocos lugares, particularmente en los Países Bajos, lograron subsistir hasta tiempos recienteS. Pero en muchos otros fueron suprimidas, o pasaron a las filas de movimientos más radicales.

Al igual que las mujeres, pero en menor número y en fecha ligeramente posterior, los varones siguieron el mismo camino. Se les dio el nombre de “begardos”, y ellos también a la postre fueron acusados de herejía y suprimidos.

Los flagelantes

Los flagelantes aparecieron por primera vez en 1260, pero fue el siglo XIV el que vio su súbita expansión. Eran gentes que castigaban su propio cuerpo a latigazos, en penitencia por sus pecados. Tal cosa no era nueva, pues varios de los grandes maestros del monaquismo la habían practicado. Pero hasta entonces siempre había tenido lugar dentro de la vida monástica, y casi siempre había sido regulada por las autoridades. Ahora se volvió un movimiento popular. Convencidos de que el fin del mundo se acercaba, o de que Dios lo destruiría si la humanidad no daba grandes muestras de arrepentimiento, centenares y millares de cristianos se dedicaron a darse latigazos hasta hacer correr la sangre.

No se trataba, contrariamente a lo que podría suponerse, de una histeria momentánea y desordenada, sino de una disciplina rígida y a veces hasta ritualista. Cuando alguien deseaba unirse al movimiento, tenía que comprometerse a seguirlo durante treinta y tres días y medio. Durante ese tiempo les debía obediencia absoluta a sus superiores. Después, aunque volvía a su casa, el flagelante quedaba comprometido a golpearse todos los años en Viernes Santo. Durante los treinta y tres días de su obediencia, el flagelante se unía a un grupo que seguía a diario un ritual prescrito. Iban en procesión hasta la iglesia, marchando de dos en dos y cantando himnos. Tras rezarle a la Virgen en la iglesia, se dirigían a una plaza pública, siempre entonando himnos. Una vez allí, se desnudaban el torso y formaban un gran circulo.

Tras postrarse en oración, quedaban hincados de rodillas y, al mismo tiempo que continuaban su canto, se flagelaban hasta sangrar. Otras veces, mientras se golpeaban, uno de sus jefes les predicaba, por lo general acerca de los sufrimientos de Cristo. Después se levantaban, volvían a cubrirse las espaldas, y marchaban de nuevo en procesión. Esto hacían dos veces cada día, además de otra flagelación privada por la noche.

Aunque se les acusó de ser gente desordenada, lo cierto es que los flagelantes tenían una disciplina estricta. Al principio, la jerarquía no los miró con malos ojos, pero poco a poco su actitud fue cambiando. Esto se debió principalmente a que los flagelantes parecían ofrecer un camino de salvación aparte de los sacramentos de la iglesia. Si su flagelación constituía una penitencia, como ellos decían, esto implicaba que era posible ofrecer una penitencia válida aparte de la confesión sacerdotal. Además, algunos comenzaron a referirse a la flagelación como un “segundo bautismo”, en imitación de lo que se había dicho muchos siglos antes acerca del martirio. En consecuencia, varios prelados los acusaron de pretender usurpar “el poder de las llaves” que les había sido dado a Pedro y sus sucesores. De ello se seguían otros cargos. El vestirse con un hábito especial, sin tener permiso para ello, era un acto de desobediencia. Cuando sus reuniones fueron proscritas, los que continuaron juntándose fueron acusados de tener reuniones ilícitas. En varios países se les persiguió. A la postre, dejaron de practicar su flagelación en público. Pero al parecer el movimiento continuó clandestinamente por varias generaciones.

Los taboritas

Al tratar acerca de los husitas, hemos tenido ocasión de referirnos a los taboritas. Su contacto con los husitas de Praga, y la necesidad de presentar un frente unido contra las repetidas cruzadas que fueron lanzadas contra Bohemia, llevaron a los taboritas a mitigar algunas de sus doctrinas originales. Pero al parecer esas doctrinas se basaban al principio en un milenarismo exagerado. El fin estaba a punto de llegar. Entonces Jesucristo castigaría a los impíos, y exaltaría a los elegidos. En los últimos días, en espera de que el fin viniera, la tarea de esos elegidos consistía en tomar la espada y preparar el camino al Señor. No había por qué tener misericordia de aquellos a quienes de todos modos el Juez Supremo iba a condenar al fuego eterno. Por tanto, todos los que ahora se oponían a la voluntad de Dios debían ser destruidos por las milicias cristianas. Al llegar el triunfo final, Dios restauraría el paraíso. Cuando algunos de entre los taboritas, los adamitas, llevaron estas doctrinas al extremo de andar desnudos, imitando a Adán y Eva en el paraíso, y se dedicaron a una vida licenciosa afirmando que, puesto que ya se contaban entre los elegidos, no podían condenarse, el resto de los taboritas se volvió contra ellos y los destruyó a filo de espada.

Aunque en todo este movimiento el estudioso moderno puede descubrir las consecuencias de un profundo sentimiento de opresión social, los propios taboritas no veían el Reino venidero principalmente en tales términos. No se trataba tanto de la victoria de los oprimidos sobre los opresores como del triunfo de los santos sobre los pecadores. Pero el hecho es que casi todos los taboritas pertenecían a las clases marginadas de Bohemia, y que los “pecadores” a quienes condenaban eran los ricos y poderosos, primero en Bohemia, y después de la condenación de Huss en el resto de Europa.

Otro hecho significativo es que la expectación escatológica llevó a los taboritas a tomar acciones concretas, y que contribuyó a sus repetidos triunfos sobre los invasores alemanes. Es importante señalar esto, porque frecuentemente se dice que tal expectación lleva a las gentes al conformismo, cuando lo cierto es que la historia nos ofrece repetidos casos que prueban lo contrario. En realidad, mucho depende del contenido concreto de esa expectación, y del modo en que se relacione con los tiempos presentes.

Hans Bohm

Corría la cuaresma del año 1476. Las cosechas habían sido escasas en el sur de Alemania. En la diócesis de Wurzburg, el obispo, que era también señor de la comarca, imponía impuestos cada vez más onerosos. En la pequeña aldea de Nicklashausen, había una imagen de la Virgen que se había convertido en motivo de peregrinación, pues se decía que tenía poderes milagrosos. Un buen día del mes de marzo, el joven pastor Hans Bohm se alzó en medio de los peregrinos y comenzó a predicar. Sus palabras eran conmovedoras. Su mensaje, que era necesario arrepentirse, halló eco en los corazones de aquellas gentes angustiadas, y pronto los que acudían a escuchar al joven Bohm se contaban por millares. Muchos de ellos permanecían allí, y los cronistas cuentan que el número de congregados pasó de cincuenta mil.

Entonces los mensajes de Bohm se volvieron más radicales. En presencia de tanta miseria reunida allí, no era difícil ver el contraste entre el mensaje cristiano y la vida lujosa que llevaba el obispo de Wurzburg. Bohm comenzó a atacar la pompa, la avaricia y la corrupción del clero. Después anunció que el día vendría cuando todos los seres humanos serían iguales, y todos tendrían que trabajar por igual. Esto era lo que el Señor prometía. A la postre, Bohm urgió a sus seguidores a actuar en anticipación del día del Señor, negándose a pagar toda clase de impuestos, diezmos y otras obligaciones, y señaló un día en que todos juntos marcharían a reclamar sus derechos.

Lo que Bohm intentaba hacer nunca se supo, pues el día antes de la fecha señalada los soldados del obispo se apoderaron de él y dispersaron a sus seguidores a cañonazos. Poco después Bohm fue quemado por hereje. Puesto que al parecer el fermento de su predicación continuaba, el obispo puso a toda la aldea en entredicho, y prohibió las peregrinaciones a ella. Pero aun esas medidas no ahogaron las últimas chispas del movimiento, hasta que la iglesia fue destruida por orden del arzobispo de Mainz.

Este episodio es sólo uno de varias docenas que podíamos haber narrado. Los últimos años de la Edad Media se caracterizaron por un gran descontento popular, que combinaba causas sociales con motivos religiosos. Los oprimidos veían que la vida de los opresores, no sólo era injusta, sino también se arropaba en un manto de piedad cristiana, y hasta se apoyaba en la autoridad de la iglesia. Frente a tal situación hubo multitud de movimientos de protesta, y hasta rebeliones que sólo pudieron ser sofocadas mediante la acción militar. En todos estos casos las autoridades eclesiásticas, que se contaban entre los que se beneficiaban con la situación existente, les prestaron todo su apoyo a los poderosos. A consecuencia de ello floreció el sentimiento anticlerical, inspirado inicialmente, no por corrientes modernas de secularización, sino por el viejísimo sueño de la justicia entre los seres humanos.

González, J. L. (2003). Historia del cristianismo: Tomo 1 (Vol. 1, pp. 521–527). Miami, FL: Editorial Unilit.

Los “Mensajes Subliminales”, la Superstición y el Cristiano

Los “Mensajes Subliminales”, la Superstición y el Cristiano

Autor:Moisés Pinedo 

La creencia en el supuesto poder de los mensajes subliminales para controlar el comportamiento humano comenzó a ganar popularidad a finales de la década de 1950, debido a la reclamación de James Vicary de que los mensajes breves e intermitentes en la presentación preliminar de una película incrementaron las ventas de gaseosas y palomitas de maíz. Sin embargo, algunos años después se descubrió que tal reclamación fue un fraude, y los experimentos subsiguientes en este campo no han producido resultados positivos (Long-Crowell, s.d.; Payne, 1981, p. 729). A pesar de esto, la “superstición subliminal” ha seguido extendiéndose, penetrando la mente cristiana e incluso siendo acogida en los púlpitos religiosos.

ENTENDIENDO EL CONCEPTO

Un mensaje subliminal es “una señal o mensaje que tiene el propósito de pasar debajo de los límites normales de la percepción”. Supuestamente, “no es percibido conscientemente, pero a la misma vez, es percibido inconscientemente” (“Propaganda Subliminal”, s.d.).

Como ya se ha señalado, en el sentido estricto de esta definición, simplemente no hay evidencia científica o creíble de que mensajes supuestamente percibidos de manera inconsciente puedan afectar el comportamiento humano. En cambio, para que un mensaje tenga la capacidad de afectar la mente y comportamiento de alguien, primero debe “ser percibido en algún nivel de conciencia” (Bernstein, 2008, p. 142).

Pero también se debe señalar que muchos de los mensajes que se promueven, presentan o califican como “subliminales” realmente no tienen nada que ver con el nivel subconsciente, y como tales, tienen la capacidad de afectar el juicio y la conducta. Estos mensajes o imágenes son presentados con disimulo, y tienen el propósito de hacer que los lectores o espectadores ingenuos e irreflexivos “digieran” los vicios de una sociedad mundana.

Se puede ver un ejemplo de tal disimulo en la película popular, Titanic de 1997, la cual contiene varias escenas sexuales y episodios de desnudez que se presentan bajo el pretexto de la expresión artística (“Guía Parental…”, s.d.). Sin duda, la exposición a tales escenas licenciosas corromperá la mente y sensibilidades morales del espectador—independientemente de su edad. Aunque la trama general de esta película pueda ser atractiva, los cristianos, cuyas oraciones incluyen las palabras “no nos metas en tentación” (Mateo 6:13), deberían evitar completamente esta película (como otras de la misma índole).

DETERMINANDO LA REALIDAD

¿Por qué algunos “mensajes subliminales” parecen funcionar? Mucho tiene que ver con las expectativas predeterminadas de la persona. Si alguien le cuenta una historia de terror en la noche, entonces tal vez usted comience a escuchar “sonidos extraños”.

Hace un tiempo atrás estaba buscando información en el Internet en cuanto a este tema, y tropecé con un artículo que leí de principio a fin. De manera interesante, no había puesto atención al título del artículo, y cuando finalmente lo leí, esta fue una sorpresa interesante. El título era: “Usted Leerá Esto… Usted Leerá Esto… Usted…” (Payne, 1981, p. 729). Yo había leído el artículo, pero no por el título sugestivo, sino debido a mis expectativas determinadas. Si alguien tiene interés en perder peso, tal vez el título “5 Cosas Simples para Perder Peso Rápido” sea muy atractivo, y tal vez tal persona esté más propensa a hacer clic en la imagen de “antes y después” de alguien que supuestamente ha perdido 20 kilos. Pero otra vez, estos no son ejemplos de “mensajes subliminales”—aunque ayudan a explicar la conducta de las personas expuestas a tales mensajes.

En un estudio con el fin de investigar las posibilidades de los mensajes subliminales en el audio, se dijo a la mitad de los participantes que escucharía grabaciones con mensajes subliminales para el mejoramiento de la autoestima, y a la otra mitad se le dijo que escucharía mensajes para el mejoramiento de la memoria. Los investigadores cambiaron los papeles, e hicieron escuchar al primer grupo los mensajes subliminales del segundo, y al segundo grupo los mensajes subliminales del primero. Independientemente del “mensaje subliminal”, los participantes a quienes se les dijo que escucharían mensajes de autoestima, reportaron mejoras en este aspecto, ¡aun cuando los mensajes no tenían nada que ver con la autoestima! (Bernstein, 2008, p. 142).

Hagamos un ejemplo más práctico. Escuche una parte de la pieza musical La Misa, del compositor francés Eric Lévi.

La Misa: 1

¿Entendió la canción? Probablemente no. Pero ¿escuchó el “mensaje subliminal”? Escuche esta nueva grabación que solamente incluye la parte que quiero que note. Ponga atención, y escuchará el siguiente mensaje:

Viva la “o”, viva la “obe”, viva la “obe…si”, viva la “obesidad”, ¡viva la “obesiiidad”! Viva la “o”, viva la “obe”, viva la “obesidad”, ¡viva la “obesidad”!, “obesidad”, “obesidad”, “obesidad”, “obesidad”…”.

La Misa: 2

Desde luego, esto es solamente una broma. Esta pieza musical no incluye tales palabras; realmente, ¡ni siquiera está escrita en español! Pero esto prueba el punto: usted pudo escuchar eso ya que yo le sugerí que lo hiciera. ¿Un mensaje subliminal? No.

EVITANDO EL EXTREMISMO

Es razonable que los cristianos que desean evitar la influencia del mundo, como también los padres responsables, se sientan preocupados por cualquier mensaje que “pueda infiltrarse sigilosamente” en la mente y controlar la vida. Las buenas noticias es que no necesitamos ser paranoicos. Si los mensajes subliminales realmente funcionaran, usted pudiera recitar una y otra vez la frase “Llega al cristianismo” a un ateo que duerme, y él no pudiera resistir abandonar su ateísmo y optar por la religión cristiana. Pero esto no es tan fácil. El ateo necesita escuchar y aceptar el mensaje cristiano en algún nivel de conciencia para cambiar sus pensamientos y acciones.

Lamentablemente, la falta de información ha causado que algunos cristianos lleguen a extremos injustificables, y que algunos padres provoquen rebeldía en sus hijos (Efesios 6:4). Una vez escuché a un predicador señalar que cuando se grabó la canción de Michael Jackson, Thriller, la “risa diabólica” al final de la canción realmente no era parte de la grabación original, pero que cuando se terminó de grabar, de “manera inexplicable” la risa estaba allí. Ya que armonizaba muy bien con la canción, los productores la dejaron allí. Supuestamente, ¡fue la risa del mismo diablo!

Déjeme aclarar algo: ¡esta no es una defensa a favor de la música de Michael Jackson (o cualquier otro cantante)! Muchas de sus canciones deberían ser evitadas, pero no porque “el diablo haya incluido su risa malévola en una de sus canciones”. Lo cierto es que vivimos en una era en la cual Dios ejerce Su influencia por medio de la Palabra de verdad (2 Timoteo 3:16-17; cf. 1 Corintios 13:8-10), y el diablo ejerce su influencia por medio de la mentira (Juan 8:44). Las huestes de maldad no ejercen poder directo por medio de expresiones milagrosas contra los hijos de Dios, o cualquier otra persona. (A propósito, la risa en Thriller es de Vincent Price, un actor de películas de terror).

También he conocido a cristianos que han prohibido la escucha de alguna canción popular debido a que si se la oye al revés, supuestamente se puede percibir un mensaje subliminal que tiene el potencial de cambiar el comportamiento del oyente. E incluso he escuchado a cristianos que han prohibido a sus hijos hispanos que escuchen cierta canción en inglés ya que si se la escucha al revésen inglés, entonces hay un mensaje subliminal en inglés que puede afectar negativamente al joven hispano.

Los padres no debemos subestimar a nuestros hijos; ellos son inteligentes, y pueden detectar la superstición. Desde luego, debemos analizar lo que leemos y escuchamos, y se debe tener cuidado de las cosas que oímos y repetimos en un idioma que no se conoce (vea el siguiente punto en este artículo). Pero ¡¿cómo puede un mensaje, que supuestamente es subliminal y se tiene que escuchar en orden invertido, afectar a un jovencito que ni siquiera entiende el idioma cuando lo escucha en el orden regular?! Si queremos influenciar positivamente a nuestros hijos, y queremos que ellos nos escuchen con respeto y atención, entonces debemos dejar las supersticiones, y debemos proveerles de razones reales para su obediencia. En el fondo, el cristianismo no es beneficiado en nada cuando los cristianos (con buenas intenciones) se sumergen en la superstición sin sentido.

Personalmente, conocí a un hombre muy inteligente que se enredó en este tipo de superstición (y esto muestra que la superstición no es necesariamente el problema de la gente de poca educación). Este hombre había leído o escuchado de algún “pacto” entre el creador de la caricatura animada Los Pitufos y el diablo mismo. Supuestamente, Papá Pitufo había “secuestrado” a un niño y le había hecho ahogar en un río. Un día, al llegar a casa y descubrir que sus hijos estaban jugando con algo que parecía un pitufo, el hombre decidió quemar a la “amenaza”. Los niños objetaron que el muñeco no era un pitufo (¡y realmente no lo era!), pero la superstición contra los “suspiritos azules” se había apoderado tanto del padre que al final un “muñeco inocente” fue ejecutado en la “hoguera”.

¿Piensa que el caso de superstición de este hombre era único? Escriba “La Verdadera Historia de los Pitufos” en YouTube y descubrirá “acusaciones” adicionales contra los pitufos—incluyendo la ocasión cuando un pitufo de peluche le dio una bofetada a una niña, a quien poco después encontraron muerta—y el único con sangre en las manos era el pitufo. También se dice que se encontró a otro niño muerto, y que a su lado estaba un muñeco de Papá Pitufo, quien, perturbadoramente, tenía una gran sonrisa burlona. Finalmente, se dice que una monja trató de quemar a algunos muñecos de pitufos, los cuales “rehusaban” ser consumidos por las llamas—bueno, hasta que la monja arrojó en el fuego una medallita de la Virgen Milagrosa (“La Verdadera…”, 2011). No hace falta decir que este es uno de los grados más vergonzosos de superstición que he visto en toda mi vida, y los “hechos” son simplemente inventados.

Otra vez, permítame indicar que esta no es una defensa a favor de Los Pitufos, o cualquier otra caricatura animada, pero el punto es que los padres cristianos no pueden ganarse el respeto de sus hijos al esperar que ellos crean tales fábulas ridículas. De igual manera, los cristianos no pueden ganarse el respeto del mundo cuando la única razón para advertir sobre el “peligro” de algo se basa en la superstición.

ANALIZANDO EL PELIGRO REAL

¿Indica el fraude de los “mensajes subliminales” que no existe peligro en absoluto en las cosas que vemos, escuchamos y leemos? ¡De ninguna manera! El peligro tiene que ver con el hecho de que existen mensajes que claramente, como también disimuladamente, atentan contra los principios bíblicos.

El cristiano debe analizar seriamente todo lo que ve, escucha y lee. Debe analizar seriamente lo que hace. La música moderna puede producir adicción, puede sugerir estilos de vida pecaminosos, y puede destruir la vida del oyente (vea Pinedo, 2011). Los padres cristianos deben instruir a sus hijos en cuanto a la clase de música que escuchan. Hay muchas canciones con letras que directa o indirectamente promueven el sexo extramarital, las drogas, el alcohol, el lenguaje profano y otras muchas perversiones. Todos los cristianos deben evitar tales influencias impías.

¿Qué acerca de las canciones en otros idiomas? Aunque es cierto que los mensajes en un idioma que el oyente no conoce no pueden afectar su mente para bien o mal (cf. 1 Corintios 14), el cristiano debe considerar su testimonio ante otros. Cuando era un jovencito que sabía suficiente inglés como para repetir las palabras de canciones pero no lo suficiente para entenderlas completamente, el ritmo de una canción en inglés llegó a ser uno de mis favoritos. Un día, mientras conversaba con una joven norteamericana, comenzamos a hablar de canciones. Yo le hablé de mi “canción favorita”, y repetí las palabras. Ella me preguntó: “¿Sabes lo que significa eso?”. Respondí que no; realmente, ¡no lo sabía! Ella dijo: “Significa: ‘Me gusta la manera en que te quitas la ropa”. Afortunadamente, ella era cristiana, y sabía que yo no entendía lo que mi “canción favorita” decía. El peligro real de la escucha de canciones en otro idioma es que otros que saben el significado pueden ser guiados a pensar mal de nosotros debido a que escuchamos tales mensajes. También existe el peligro de que repitamos las palabras “como loros”—sin entender su significado (como yo lo hice), y que otros piensen mal de nosotros por lo que expresamos involuntariamente. Esto puede entorpecer nuestra influencia cristiana. Si a alguien le gusta alguna canción en otro idioma, sería prudente que primero investigara en cuanto al significado de tal canción.

Los padres también deben analizar los programas de TV que sus hijos ven, y todo cristiano debe estar consciente de la influencia negativa que este cajón electrónico tiene para contaminar el alma (veaWebster, 2011). Generalmente, los mensajes en este medio son muy claros, y no deben ser ignorados. Cada día se alimenta a los televidentes de una dieta desbordante de profanidad, desnudez y egoísmo a través de los comerciales y programas de la sociedad mundana. A veces es casi imposible encontrar un programa bueno sin tropezar con alguna exhibición de impiedad; en tales ocasiones, el cristiano debería estar dispuesto a optar por el desuso por el bien de la santidad.

CONCLUSIÓN

Los cristianos debemos evitar los extremos. No debemos enredarnos en la superstición, pero tampoco debemos ser tan ingenuos como para ignorar los mensajes directos e indirectos de los medios saturados de moralidad pobre. En vez de tratar de “defender” a nuestros hijos de los mensajes subliminales que son imposibles de percibir, de los muñecos de peluche que no tienen la capacidad de moverse y mucho menos abofetear o herir a sus dueños, y de las risas aterradoras que no pueden infiltrarse por sí mismas en canciones, debemos enfocar nuestros esfuerzos en defenderles de los mensajes reales de este mundo de maldad. En nuestros esfuerzos por hacerlo, no olvidemos pedir sabiduría “a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche” (Santiago 1:5).

Referencias

Bernstein, Douglas (2008), Fundamentos de la Psicología [Essentials of Psychology] (Belmont, CA: Wadsworth), quinta edición.

“Guía Parental para el Titanic” [“Parents Guide for Titanic”] (sine data), IMDb, http://www.imdb.com/title/tt0120338/parentalguide.

“La Verdadera Historia de los Pitufos” (2011), YouTube, https://www.youtube.com/watch?v=TCzp4UYZwiw.

Long-Crowell, Eric (sine data), “Mensajes Subliminales: Definición, Ejemplos y Validez” [“Subliminal Messages: Definition, Examples & Validity”], Education Portal, http://education-portal.com/academy/lesson/subliminal-messages-definition-examples-validity.html.

Payne, Doug (1981), “Usted Leerá Esto… Usted Leerá Esto… Usted…” [“You Will Read This… You Will Read This… You…”], New Scientist, 19 de marzo.

Pinedo, Moisés (2011), “Cuidado los Oídos lo que Oyen”, EB Global,http://www.ebglobal.org/inicio/cuidado-los-oidos-lo-que-oyen.html.

“Propaganda Subliminal” [“Subliminal Advertising”] (sine data), Psychologist World, http://www.psychologistworld.com/influence_personality/subliminalads.php.

Webster, Allen (2011), “Una Guía Cristiana para la TV”, EB Global,http://www.ebglobal.org/inicio/una-guia-cristiana-para-la-tv.html.

Origen: Los “Mensajes Subliminales”, la Superstición y el Cristiano

EL PIROPO EN COSTA RICA

1 mar 2016

EL PIROPO EN COSTA RICA

por Carlos Rey

a1«En el caso costarricense, la posibilidad de “piropear”… constituye… un elemento revelador del quehacer popular y de la idiosincrasia del pueblo. Ahora bien, el piropo ha sufrido un desgaste en su uso. En sus inicios,… los emisores [y] los receptores [se conocían]…. [Pero] al [dejar de conocerse] la mayoría…, el piropo pasaría al anonimato, y sus enunciados originarios de galantería positiva se convertirían en contenidos distintos, conducentes más bien a la degradación… [con] rasgos como el ingenio, la picardía, la sátira,… el… chiste… y el vacilón como categorías… en el enfrentamiento diario a muchas situaciones….

»El piropo es, en principio, un mensaje lingüístico que tiene como finalidad esencial despertar una reacción concreta en el destinatario. La respuesta puede ser negativa o positiva, de acuerdo con la intencionalidad del emisor del discurso….

»En buena parte de los casos, el hombre abre el proceso; pero en muchas situaciones la mujer, o inicia el mensaje o responde coherentemente a lo planteado por el hombre:

»—¡Adiós, Ricura!

»—¿Qué le pasa, mechudo?

»Esa ingeniosa respuesta se la dio una decidida muchacha a un sujeto que no tenía un solo cabello en la cabeza….

»… Emilia Prieto se interesó en recuperar [los siguientes] piropos de corte tradicional, [algunos en verso]:

»“Si así son las flores,
mi profesión es jardinero.”

»“Como la luna en el cielo
o la rosa en el vergel
tenés el candor de un lirio
y la gracia de un clavel.”

»“La sonrisa de tus labios
tiene dulzura infinita,
y cuando veo tu sonrisa
toda pena se me quita.”

»“Sentí tu presencia un día
al llegar a este lugar.
Muñeca, ¡qué lindo sería
que formáramos un hogar!”

»… [He aquí otros piropos] del hombre a la mujer:

»—¡Amor, eres un castigo para cualquier hombre!…

»—Adiós, linda. ¡Con esos ojos iluminas mi vida!…

»—¡Juguemos ajedrez: usted la dama, yo el rey!…

»—Suegra, vaya con Dios, que yo voy con su hija….

»—No le pida más a Dios, porque ya se lo dio todo….

»—Si la belleza fuera pecado, usted no tendría perdón de Dios….1

Así trata el profesor costarricense Guillermo Barzuna el tema del piropo en su obra tituladaCaserón de teja: Ensayos sobre patrimonio y cultura popular en Costa Rica. ¡Qué interesante es observar cómo la cultura religiosa está tan arraigada en la cultura popular que hasta da como resultado piropos que aluden a Dios! Pero ¿será una teología sana la que resulta de todo eso?

Menos mal que, si bien no se crearon con ese fin, algunos piropos sí se prestan para la reflexión espiritual. Por ejemplo, ¿es posible recibir tanta bendición de Dios, ya sea física, material o espiritual, que no haga falta pedirle más? Tal vez… El salmista David presenta a Dios como quien colma de bienes nuestra vida, y nos rejuvenece como a las águilas,2 y San Pablo lo describe como quien «puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir».3 Pero, en definitiva, ¡Dios sí nos concedería el perdón, con tal que se lo pidiéramos, si la belleza con que nos haya creado fuera tan deslumbrante que se juzgara pecado!

1 Guillermo Barzuna, «Tradición, seducción y decadencia en el piropo costarricense», Caserón de teja: Ensayos sobre patrimonio y cultura popular en Costa Rica (San José,      Costa Rica: Editorial Nueva Década, 1989), pp. 40‑48.
2 Sal 103:5
3 Ef 3:20

El pecado de Acán

Josué 7-9

El pecado de Acán

a17:1  Pero los hijos de Israel cometieron una prevaricación en cuanto al anatema; porque Acán hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de Judá, tomó del anatema; y la ira de Jehová se encendió contra los hijos de Israel.

Después Josué envió hombres desde Jericó a Hai, que estaba junto a Bet-avén hacia el oriente de Bet-el; y les habló diciendo: Subid y reconoced la tierra. Y ellos subieron y reconocieron a Hai.

Y volviendo a Josué, le dijeron: No suba todo el pueblo, sino suban como dos mil o tres mil hombres, y tomarán a Hai; no fatigues a todo el pueblo yendo allí, porque son pocos.

Y subieron allá del pueblo como tres mil hombres, los cuales huyeron delante de los de Hai.

Y los de Hai mataron de ellos a unos treinta y seis hombres, y los siguieron desde la puerta hasta Sebarim, y los derrotaron en la bajada; por lo cual el corazón del pueblo desfalleció y vino a ser como agua.

Entonces Josué rompió sus vestidos, y se postró en tierra sobre su rostro delante del arca de Jehová hasta caer la tarde, él y los ancianos de Israel; y echaron polvo sobre sus cabezas.

Y Josué dijo: !!Ah, Señor Jehová! ¿Por qué hiciste pasar a este pueblo el Jordán, para entregarnos en las manos de los amorreos, para que nos destruyan? !!Ojalá nos hubiéramos quedado al otro lado del Jordán!

!!Ay, Señor! ¿qué diré, ya que Israel ha vuelto la espalda delante de sus enemigos?

Porque los cananeos y todos los moradores de la tierra oirán, y nos rodearán, y borrarán nuestro nombre de sobre la tierra; y entonces, ¿qué harás tú a tu grande nombre?

10 Y Jehová dijo a Josué: Levántate; ¿por qué te postras así sobre tu rostro?

11 Israel ha pecado, y aun han quebrantado mi pacto que yo les mandé; y también han tomado del anatema, y hasta han hurtado, han mentido, y aun lo han guardado entre sus enseres.

12 Por esto los hijos de Israel no podrán hacer frente a sus enemigos, sino que delante de sus enemigos volverán la espalda, por cuanto han venido a ser anatema; ni estaré más con vosotros, si no destruyereis el anatema de en medio de vosotros.

13 Levántate, santifica al pueblo, y di: Santificaos para mañana; porque Jehová el Dios de Israel dice así: Anatema hay en medio de ti, Israel; no podrás hacer frente a tus enemigos, hasta que hayáis quitado el anatema de en medio de vosotros.

14 Os acercaréis, pues, mañana por vuestras tribus; y la tribu que Jehová tomare, se acercará por sus familias; y la familia que Jehová tomare, se acercará por sus casas; y la casa que Jehová tomare, se acercará por los varones;

15 y el que fuere sorprendido en el anatema, será quemado, él y todo lo que tiene, por cuanto ha quebrantado el pacto de Jehová, y ha cometido maldad en Israel.

16 Josué, pues, levantándose de mañana, hizo acercar a Israel por sus tribus; y fue tomada la tribu de Judá.

17 Y haciendo acercar a la tribu de Judá, fue tomada la familia de los de Zera; y haciendo luego acercar a la familia de los de Zera por los varones, fue tomado Zabdi.

18 Hizo acercar su casa por los varones, y fue tomado Acán hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de Judá.

19 Entonces Josué dijo a Acán: Hijo mío, da gloria a Jehová el Dios de Israel, y dale alabanza, y declárame ahora lo que has hecho; no me lo encubras.

20 Y Acán respondió a Josué diciendo: Verdaderamente yo he pecado contra Jehová el Dios de Israel, y así y así he hecho.

21 Pues vi entre los despojos un manto babilónico muy bueno, y doscientos siclos de plata, y un lingote de oro de peso de cincuenta siclos, lo cual codicié y tomé; y he aquí que está escondido bajo tierra en medio de mi tienda, y el dinero debajo de ello.

22 Josué entonces envió mensajeros, los cuales fueron corriendo a la tienda; y he aquí estaba escondido en su tienda, y el dinero debajo de ello.

23 Y tomándolo de en medio de la tienda, lo trajeron a Josué y a todos los hijos de Israel, y lo pusieron delante de Jehová.

24 Entonces Josué, y todo Israel con él, tomaron a Acán hijo de Zera, el dinero, el manto, el lingote de oro, sus hijos, sus hijas, sus bueyes, sus asnos, sus ovejas, su tienda y todo cuanto tenía, y lo llevaron todo al valle de Acor.

25 Y le dijo Josué: ¿Por qué nos has turbado? Túrbete Jehová en este día. Y todos los israelitas los apedrearon, y los quemaron después de apedrearlos.

26 Y levantaron sobre él un gran montón de piedras, que permanece hasta hoy. Y Jehová se volvió del ardor de su ira. Y por esto aquel lugar se llama el Valle de Acor,[a] hasta hoy.

Toma y destrucción de Hai

8:1  Jehová dijo a Josué: No temas ni desmayes; toma contigo toda la gente de guerra, y levántate y sube a Hai. Mira, yo he entregado en tu mano al rey de Hai, a su pueblo, a su ciudad y a su tierra.

Y harás a Hai y a su rey como hiciste a Jericó y a su rey; sólo que sus despojos y sus bestias tomaréis para vosotros. Pondrás, pues, emboscadas a la ciudad detrás de ella.

Entonces se levantaron Josué y toda la gente de guerra, para subir contra Hai; y escogió Josué treinta mil hombres fuertes, los cuales envió de noche.

Y les mandó, diciendo: Atended, pondréis emboscada a la ciudad detrás de ella; no os alejaréis mucho de la ciudad, y estaréis todos dispuestos.

Y yo y todo el pueblo que está conmigo nos acercaremos a la ciudad; y cuando salgan ellos contra nosotros, como hicieron antes, huiremos delante de ellos.

Y ellos saldrán tras nosotros, hasta que los alejemos de la ciudad; porque dirán: Huyen de nosotros como la primera vez. Huiremos, pues, delante de ellos.

Entonces vosotros os levantaréis de la emboscada y tomaréis la ciudad; pues Jehová vuestro Dios la entregará en vuestras manos.

Y cuando la hayáis tomado, le prenderéis fuego. Haréis conforme a la palabra de Jehová; mirad que os lo he mandado.

Entonces Josué los envió; y ellos se fueron a la emboscada, y se pusieron entre Bet-el y Hai, al occidente de Hai; y Josué se quedó aquella noche en medio del pueblo.

10 Levantándose Josué muy de mañana, pasó revista al pueblo, y subió él, con los ancianos de Israel, delante del pueblo contra Hai.

11 Y toda la gente de guerra que con él estaba, subió y se acercó, y llegaron delante de la ciudad, y acamparon al norte de Hai; y el valle estaba entre él y Hai.

12 Y tomó como cinco mil hombres, y los puso en emboscada entre Bet-el y Hai, al occidente de la ciudad.

13 Así dispusieron al pueblo: todo el campamento al norte de la ciudad, y su emboscada al occidente de la ciudad, y Josué avanzó aquella noche hasta la mitad del valle.

14 Y aconteció que viéndolo el rey de Hai, él y su pueblo se apresuraron y madrugaron; y al tiempo señalado, los hombres de la ciudad salieron al encuentro de Israel para combatir, frente al Arabá, no sabiendo que estaba puesta emboscada a espaldas de la ciudad.

15 Entonces Josué y todo Israel se fingieron vencidos y huyeron delante de ellos por el camino del desierto.

16 Y todo el pueblo que estaba en Hai se juntó para seguirles; y siguieron a Josué, siendo así alejados de la ciudad.

17 Y no quedó hombre en Hai ni en Bet-el, que no saliera tras de Israel; y por seguir a Israel dejaron la ciudad abierta.

18 Entonces Jehová dijo a Josué: Extiende la lanza que tienes en tu mano hacia Hai, porque yo la entregaré en tu mano. Y Josué extendió hacia la ciudad la lanza que en su mano tenía.

19 Y levantándose prontamente de su lugar los que estaban en la emboscada, corrieron luego que él alzó su mano, y vinieron a la ciudad, y la tomaron, y se apresuraron a prenderle fuego.

20 Y los hombres de Hai volvieron el rostro, y al mirar, he aquí que el humo de la ciudad subía al cielo, y no pudieron huir ni a una parte ni a otra, porque el pueblo que iba huyendo hacia el desierto se volvió contra los que les seguían.

21 Josué y todo Israel, viendo que los de la emboscada habían tomado la ciudad, y que el humo de la ciudad subía, se volvieron y atacaron a los de Hai.

22 Y los otros salieron de la ciudad a su encuentro, y así fueron encerrados en medio de Israel, los unos por un lado, y los otros por el otro. Y los hirieron hasta que no quedó ninguno de ellos que escapase.

23 Pero tomaron vivo al rey de Hai, y lo trajeron a Josué.

24 Y cuando los israelitas acabaron de matar a todos los moradores de Hai en el campo y en el desierto a donde los habían perseguido, y todos habían caído a filo de espada hasta ser consumidos, todos los israelitas volvieron a Hai, y también la hirieron a filo de espada.

25 Y el número de los que cayeron aquel día, hombres y mujeres, fue de doce mil, todos los de Hai.

26 Porque Josué no retiró su mano que había extendido con la lanza, hasta que hubo destruido por completo a todos los moradores de Hai.

27 Pero los israelitas tomaron para sí las bestias y los despojos de la ciudad, conforme a la palabra de Jehová que le había mandado a Josué.

28 Y Josué quemó a Hai y la redujo a un montón de escombros, asolada para siempre hasta hoy.

29 Y al rey de Hai lo colgó de un madero hasta caer la noche; y cuando el sol se puso, mandó Josué que quitasen del madero su cuerpo, y lo echasen a la puerta de la ciudad; y levantaron sobre él un gran montón de piedras, que permanece hasta hoy.

Lectura de la ley en el monte Ebal

30 Entonces Josué edificó un altar a Jehová Dios de Israel en el monte Ebal,

31 como Moisés siervo de Jehová lo había mandado a los hijos de Israel, como está escrito en el libro de la ley de Moisés, un altar de piedras enteras sobre las cuales nadie alzó hierro; y ofrecieron sobre él holocaustos a Jehová, y sacrificaron ofrendas de paz.

32 También escribió allí sobre las piedras una copia de la ley de Moisés, la cual escribió delante de los hijos de Israel.

33 Y todo Israel, con sus ancianos, oficiales y jueces, estaba de pie a uno y otro lado del arca, en presencia de los sacerdotes levitas que llevaban el arca del pacto de Jehová, así los extranjeros como los naturales. La mitad de ellos estaba hacia el monte Gerizim, y la otra mitad hacia el monte Ebal, de la manera que Moisés, siervo de Jehová, lo había mandado antes, para que bendijesen primeramente al pueblo de Israel.

34 Después de esto, leyó todas las palabras de la ley, las bendiciones y las maldiciones, conforme a todo lo que está escrito en el libro de la ley.

35 No hubo palabra alguna de todo cuanto mandó Moisés, que Josué no hiciese leer delante de toda la congregación de Israel, y de las mujeres, de los niños, y de los extranjeros que moraban entre ellos.

Astucia de los gabaonitas

9:1  Cuando oyeron estas cosas todos los reyes que estaban a este lado del Jordán, así en las montañas como en los llanos, y en toda la costa del Mar Grande delante del Líbano, los heteos, amorreos, cananeos, ferezeos, heveos y jebuseos,

se concertaron para pelear contra Josué e Israel.

Mas los moradores de Gabaón, cuando oyeron lo que Josué había hecho a Jericó y a Hai,

usaron de astucia; pues fueron y se fingieron embajadores, y tomaron sacos viejos sobre sus asnos, y cueros viejos de vino, rotos y remendados,

y zapatos viejos y recosidos en sus pies, con vestidos viejos sobre sí; y todo el pan que traían para el camino era seco y mohoso.

Y vinieron a Josué al campamento en Gilgal, y le dijeron a él y a los de Israel: Nosotros venimos de tierra muy lejana; haced, pues, ahora alianza con nosotros.

Y los de Israel respondieron a los heveos: Quizá habitáis en medio de nosotros. ¿Cómo, pues, podremos hacer alianza con vosotros?

Ellos respondieron a Josué: Nosotros somos tus siervos. Y Josué les dijo: ¿Quiénes sois vosotros, y de dónde venís?

Y ellos respondieron: Tus siervos han venido de tierra muy lejana, por causa del nombre de Jehová tu Dios; porque hemos oído su fama, y todo lo que hizo en Egipto,

10 y todo lo que hizo a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán: a Sehón rey de Hesbón, y a Og rey de Basán, que estaba en Astarot.

11 Por lo cual nuestros ancianos y todos los moradores de nuestra tierra nos dijeron: Tomad en vuestras manos provisión para el camino, e id al encuentro de ellos, y decidles: Nosotros somos vuestros siervos; haced ahora alianza con nosotros.

12 Este nuestro pan lo tomamos caliente de nuestras casas para el camino el día que salimos para venir a vosotros; y helo aquí ahora ya seco y mohoso.

13 Estos cueros de vino también los llenamos nuevos; helos aquí ya rotos; también estos nuestros vestidos y nuestros zapatos están ya viejos a causa de lo muy largo del camino.

14 Y los hombres de Israel tomaron de las provisiones de ellos, y no consultaron a Jehová.

15 Y Josué hizo paz con ellos, y celebró con ellos alianza concediéndoles la vida; y también lo juraron los príncipes de la congregación.

16 Pasados tres días después que hicieron alianza con ellos, oyeron que eran sus vecinos, y que habitaban en medio de ellos.

17 Y salieron los hijos de Israel, y al tercer día llegaron a las ciudades de ellos; y sus ciudades eran Gabaón, Cafira, Beerot y Quiriat-jearim.

18 Y no los mataron los hijos de Israel, por cuanto los príncipes de la congregación les habían jurado por Jehová el Dios de Israel. Y toda la congregación murmuraba contra los príncipes.

19 Mas todos los príncipes respondieron a toda la congregación: Nosotros les hemos jurado por Jehová Dios de Israel; por tanto, ahora no les podemos tocar.

20 Esto haremos con ellos: les dejaremos vivir, para que no venga ira sobre nosotros por causa del juramento que les hemos hecho.

21 Dijeron, pues, de ellos los príncipes: Dejadlos vivir; y fueron constituidos leñadores y aguadores para toda la congregación, concediéndoles la vida, según les habían prometido los príncipes.

22 Y llamándolos Josué, les habló diciendo: ¿Por qué nos habéis engañado, diciendo: Habitamos muy lejos de vosotros, siendo así que moráis en medio de nosotros?

23 Ahora, pues, malditos sois, y no dejará de haber de entre vosotros siervos, y quien corte la leña y saque el agua para la casa de mi Dios.

24 Y ellos respondieron a Josué y dijeron: Como fue dado a entender a tus siervos que Jehová tu Dios había mandado a Moisés su siervo que os había de dar toda la tierra, y que había de destruir a todos los moradores de la tierra delante de vosotros, por esto temimos en gran manera por nuestras vidas a causa de vosotros, e hicimos esto.

25 Ahora, pues, henos aquí en tu mano; lo que te pareciere bueno y recto hacer de nosotros, hazlo.

26 Y él lo hizo así con ellos; pues los libró de la mano de los hijos de Israel, y no los mataron.

27 Y Josué los destinó aquel día a ser leñadores y aguadores para la congregación, y para el altar de Jehová en el lugar que Jehová eligiese, lo que son hasta hoy.

Footnotes:

  1. Josué 7:26 Esto es, turbación.
Reina-Valera 1960 (RVR1960)Copyright © 1960 by American Bible Society

El señor Mazo

Marzo 1

El señor Mazo

Lectura bíblica: Romanos 3:10–20

Porque por las obras de la ley nadie será justificado delante de él. Romanos 3:20

a1Es la última semana de clases antes de las vacaciones de primavera, y Mónica está ansiosa por ver el resultado de sus pruebas de aptitud física en su clase de gimnasia. Mónica superó por mucho a todas las demás compañeras en cada una de las pruebas. Pero cuando su profesor le entregó los resultados, lanza un grito horrorizado. Falló en cada una de las competencias.

Mónica se arrastra hasta donde está su profesor de gimnasia, preparada para pedir misericordia:
—Señor Mazo, ¿en qué fallé? Estaba segura de que ganaría uno de los premios de aptitud física.

—¿Premio? —el señor Mazo le menea su dedo megamuscular—. No ganaste ningún premio. Ni siquiera vas a aprobar este curso. ¿No leíste los requisitos en el tablero? Para pasar tienes que correr 1.500 m en tres minutos, colgarte del trapecio durante seis horas, correr la carrera de 50 m en dos segundos, y beberte un litro de refresco en seis segundos mientras cantas el himno de la escuela. Tienes que hacer 1.000 abdominales, 500 flexiones de pecho y embocar 100 tiros libres seguidos en baloncesto.
¡Qué bien le queda el nombre “Señor Mazo”!

¿No es cierto que te retirarías de la clase del señor Mazo sintiéndote un poquito descorazonado? Oh, más bien, ¡completamente descorazonado! Las normas de este profesor están totalmente fuera de tu alcance, excepto quizá la parte de tomarte el litro de refresco. Y quizá en 100 años podrías hacer 1.000 abdominales. Pero los demás requisitos son absolutamente imposibles.

Esperamos que no tengas profesores tan exigentes e irrazonables como el señor Mazo. Pero eso es lo que nos espera si intentamos agradar a Dios por medio de obedecer sus reglas. Es imposible. El problema no es que las reglas de Dios sean irrazonables sino que cumplirlas a la perfección es algo inalcanzable. Nadie puede vivir toda su vida sin cometer algún pequeño pecado, y la Biblia dice: “Porque cualquiera que guarda toda la ley pero ofende en un solo punto se ha hecho culpable de todo” (Santiago 2:10).
¿Es Dios tan duro como el señor Mazo? ¡De ninguna manera! Dios no nos dio sus mandamientos para hacernos caer. Sus mandamientos muestran en qué consiste la perfección. Pero sus normas también destacan que no somos perfectos, y que necesitamos otro camino para acercarnos a él.

Jesús es el camino. Él abre la puerta y te da la bienvenida al cielo, y a una relación cercana ahora mismo con tu Dios que te ama. ¿Lo aceptas?

PARA DIALOGAR
Uno de los primeros pasos para confiar en Dios es admitir que no puedes cumplir perfectamente todas su reglas. ¿Crees tú eso? ¿Por qué sí o por qué no?

PARA ORAR
Señor, te damos gracias por proporcionarnos un camino para llegar a ti, a través de la muerte de Jesús.

PARA HACER
Recuérdale hoy a un amigo que Dios nos acepta gracias a Jesús, ¡no porque seamos perfectos!

McDowell, J., & Johnson, K. (2005). Devocionales para la familia. El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano.