LA SOMBRA DE LA MUERTE

LA SOMBRA DE LA MUERTE

a1Es un gozo estar nuevamente junto a usted amable oyente, para compartir nuestro estudio bíblico de hoy. Estamos tratando el tema de los sinsabores de la vida. Los hemos llamado valles. Ya hemos hablado del valle de la duda, del valle de la depresión, del valle de la calamidad y estamos en proceso de tratar el tema del valle de la muerte. Para salir victoriosos del valle de la muerte es necesario reconocer a la muerte tal cual como la Biblia lo presenta. La muerte es en esencia consecuencia del pecado en el hombre y por tanto no es natural al hombre. Por eso, hemos visto ya que la muerte es como un lazo que atrapa por sorpresa a sus víctimas. También es como una ligadura que causa dolor y aflicción a los que son apretados en ella. En esta oportunidad hablaremos de la muerte como una sombra. La sombra de la muerte.

Una parte del hermoso y popular salmo 23 dice textualmente: Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo. En esta porción bíblica, se compara a la muerte con una sombra. La sombra es una metáfora de la muerte amable oyente. De esto podemos aprender algunas cosas sobre la muerte. En primer lugar la sombra se presenta pero es como si no fuera real. Permítame explicarlo. Usted ve la sombra, está allí, pero es lo mismo que si no estuviera. No ocupa lugar en el espacio. La sombra puede entrar al agua y no se ahoga, al fuego y no se quema, puede ser pisoteada y golpeada y ni se inmuta. Es como si no existiera. Bueno, la muerte es igual. La muerte está presente, pero no es real. Es como la sombra. En segundo lugar, la sombra nos sigue dondequiera que estemos en un día soleado. Igual es con la muerte, nos sigue dondequiera que estemos a la luz de la vida. Si no hubiera vida no habría muerte. En tercer lugar, la sombra es inofensiva. Esto es una lección que los niños aprenden muy rápido en alguna etapa de su crecimiento. Cuando son muy tiernos tienen miedo de la sombra. Pero cuando crecen aprenden que la sombra es inofensiva. Así es con la muerte. Está presente, pero es inofensiva. Si pretendemos salir victoriosos del valle de sombra de muerte debemos mirar a la muerte como una sombra. Así es como se ve a la muerte en la Biblia. Permítame citar algunos textos donde esto se hace evidente. Isaías 9:2 dice: El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.

Esto se refiere al efecto de la presencia de Jesús en el mundo. Sin Jesucristo, el mundo estaba sumido en sombra de muerte, pero cuando Jesucristo vino, resplandeció la luz y se disipó la sombra. Jeremías 13:16 dice: Dad gloria a Jehová Dios vuestro, antes que haga venir tinieblas, y antes que vuestros pies tropiecen en montes de oscuridad, y esperéis luz, y os la vuelva en sombra de muerte y tinieblas.

Una vez más, este texto nos habla de sombra de muerte. En los Salmos, se nos habla también de la muerte como una sombra. Salmo 44:19 dice: Para que nos quebrantases en el lugar de chacales,

Y nos cubrieses con sombra de muerte.

Job fue alguien que tuvo a la muerte en su familia y muy cerca de él mismo. Una persona con autoridad para hablar sobre la muerte. Mire lo que dice una parte de su libro. Job 3:5 Aféenlo tinieblas y sombra de muerte;

Repose sobre él nublado Que lo haga horrible como día caliginoso.

Está claro entonces que la Biblia nos muestra a la muerte como una sombra. Algo que está presente, pero es como si no estuviera. Algo inofensivo. Algo que no se debería temer. Así es como lo consideró David cuando escribiendo el Salmo 23 dijo aquellas magistrales palabras: Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo. La muerte es una sombra. No hay motivo para temer. La presencia augusta de nuestro Padre celestial desvanece el temor que produce la sombra de la muerte. Sólo así se explica que por ejemplo Susana Wesley, la madre de Juan y de Carlos, dijera antes de morir: Hijos, cuando me vaya, canten un himno de alabanza al Señor, o que Lady Glenorchy dijera: Si esto es morir, es la cosa más placentera imaginable. O que John Pawson dijera: Sé que estoy muriendo, pero mi lecho de muerte es un rosal. El cielo ya ha comenzado para mí. La muerte no es más que una sombra mi amiga, mi amigo. Es real pero es inofensiva. Pero a lo mejor, amable oyente, usted ha considerado a la muerte como el más peligroso adversario. Si ese es su concepto de la muerte, es probable que no tenga a Cristo como su Salvador. Porque si este es su caso, entonces allí si, la muerte es lo peor que le podría sobrevenir, porque la muerte en este caso significa el fin de su oportunidad para recibir a Cristo como su Salvador y usted saldrá de este mundo directo a su eterna condenación. Cuando el filósofo ateo Voltaire estaba en su lecho de muerte dirigiéndose a su médico de cabecera le dijo: Me siento abandonado de Dios y del hombre. Le daré la mitad de mi fortuna si me concede seis meses más de vida. El médico respondió: Señor, usted no va a vivir ni seis semanas. Voltaire contestó: Entonces me iré al infierno, y usted irá conmigo. Poco tiempo después expiró. Esta es la realidad para los que no conocen a Cristo como Salvador amable oyente. Pero en cambio para los que conocemos a Cristo como Salvador, la muerte es sólo como una sombra. Está pero es inofensiva. Cuando Juan Knox estaba por expirar dijo: vivan en Cristo, vivan en Cristo y la carne no tendrá por qué temer a la muerte. Martín Lutero dijo al morir: Nuestro Dios es el Dos de quien viene la salvación. Dios es el Señor por quien escapamos de la muerte. ¿Quiere usted mirar a la muerte como una sombra, así como lo presenta la Biblia, así como lo vieron Job, David, Isaías, Jeremías? Entonces necesita primero mirar al Salvador Jesucristo. Necesita mirarlo muriendo en la cruz en lugar de usted. La Biblia dice que usted es pecador y que por tanto está separado de Dios y condenado a una eterna perdición tan pronto salga de este mundo. Pero Dios le amó tanto, que dio a su Hijo unigénito para que creyendo en él tenga no sólo la salvación de su alma, sino también la paz de saber que la muerte es sólo una sombra. Esta es la esperanza que tenía D. L. Moody.

Sabiendo que pronto se iría de este mundo, Moody dijo a un amigo: Algún día, leerás en los periódicos que D. L. Moody de Northfield ha muerto. No creas una palabra de ello, porque en ese mismo momento, yo estaré más vivo que lo que estoy ahora. Habré ido lo más alto posible. Estaré fuera de esta vieja y deteriorada habitación de barro a una casa que es inmortal, a un cuerpo que no puede ser tocado por el pecado, un cuerpo que no puede ser manchado por el pecado, a un cuerpo a semejanza del cuerpo glorioso de Cristo. Yo nací en la carne en 1837, nací en el Espíritu en 1856. Lo que nació de la carne debe morir, pero lo que nació del Espíritu vivirá para siempre. Ah, amable oyente, qué seguridad que tenía este hombre. Qué confianza en cuanto a que la muerte es sólo una sombra. ¿Tiene usted esta seguridad? Si no la tiene, ¿le gustaría tenerla? Si es así, entonces es necesario que hoy mismo llegue a tener vida eterna. La vida eterna amable oyente es Cristo morando en el ser humano. Para eso, es necesario que delante de Dios se vea a usted mismo como un pecador imposibilitado de cumplir con las demandas de Dios para obtener la salvación. Es necesario también que se vea en el peligro de ser condenado en el infierno de fuego por la eternidad y finalmente es necesario que vea a Cristo Jesús recibiendo sobre sí mismo el castigo que como pecador merece. Cuando tome conciencia de esto, es imprescindible que reciba a Cristo como su Salvador personal. Para ello, solamente hable con Dios como hablara a su mejor amigo y en la dulce quietud de la conversación con él, reciba el regalo que él le ha hecho en Cristo. Sólo así, podrá considerar a la muerte como la consideraron personajes como Job, David, Isaías. Es decir, considerará a la muerte como una inofensiva sombra.

«BELLEZA Y DOCILIDAD DE LAS INDIAS YUCAYAS»

7 mar 2016

«BELLEZA Y DOCILIDAD DE LAS INDIAS YUCAYAS»

por Carlos Rey

(Víspera del Día Internacional de los Derechos de la Mujer)

a1A comienzos del siglo dieciséis, «había en Santiago [de los Caballeros, conocido entonces como Santiago de Jacagua,] “80 de a caballo”, que eran los vecinos principales, poseedores de caballos. Parece que pasear a caballo con una persona era gran prueba de amistad. Esta costumbre aún se conserva en Santiago.»1

«Por otra parte, el impacto de la belleza y docilidad de las indias yucayas en el elemento masculino español del Santiago de la época parece haber sido extraordinario. Así vemos que cuando Antonio Flores, Alcalde Mayor de la Vega, quiso quitarle a Pablo Hernández una india yucaya, “éste la trajo a Santiago y hasta se casó con ella…”

»Fue muy sonado el dramático caso del distinguido vecino de Santiago, Alonso de Sandoval, que, enamorado de una esclava de Bartolomé Rodríguez, de la Concepción de la Vega, fue acusado de mandarlo a acuchillar por un esclavo negro. Dicen los documentos textualmente “que aquella india le pesaba mucho”.

»También andaban detrás de las indias yucayas en Santiago el vecino de la villa Alonso Pérez Herrero, quien le cambió a Sancho de Salcedo una nombrada Olaya; Alonso García, minero de Ayllón, en Guaurabo, que le compró a Belalcázar, a Catalinilla; García Gallego, que obtuvo otra yucaya de Juan de Zamora y la traspasó, después, a Ruiz de Tapia; Diego Morales, que compró a Elvira; Marcos y Juan Méndez, que compraron a Juanica; Francisco de Ceballos, distinguido vecino, que compró a Leonorica; y Gonzalo Núñez, que compró a otra india yucaya de la que no se da el nombre.

»Para terminar, es interesante llamar la atención sobre que los españoles de Santiago convivieron maritalmente, y hasta se casaron, con estas indias yucayas, las cuales, por lo que puede deducirse de las noticias de la época, provocaron una gran conmoción en aquella “sociedad de hombres solitarios” que fue la de la Conquista.

»Abundante sangre de estas impresionantes mujeres debe correr por las venas de los santiagueros de hoy… Tal vez sea ésta la causa de que las “indias santiagueras” sean tan fascinantes… todavía.»2

¡Qué lamentable situación la que se vivía en la isla Española, hoy República Dominicana, durante la época de la Conquista que nos describe el historiador dominicano Carlos Dobal! Aquellos tal llamados «caballeros» de Santiago llegaban a poseer y a «conquistar» a sus mujeres o futuras esposas de igual forma en que poseían y domaban a sus preciados caballos. Al tal Alonso de Sandoval no le pesaba tomar como esclava a una mujer, privándola de su libertad y tratándola igual que a uno de sus caballos; por el contrario, lo que le pesaba era que esa indígena le perteneciera a otro hombre, tanto que mandó matarlo para poder quedarse con ella. Para él y sus «caballeros de armas», casarse con cualquiera de esas «indias» era hacerles un gran favor, ya que tenían el poder para obligarlas a vivir con ellos sin los beneficios del matrimonio. Y para colmo de males, todo eso lo hacían como presuntos «cristianos», a pesar de que fue Cristo quien nos dio la regla de oro, que nos manda que, en todo, tratemos a los demás tal y como queremos que nos traten a nosotros… lo cual incluye a toda mujer, cualquiera que sea su condición social.3

Gracias a Dios, ya hace bastante que no aprobamos, como sociedad, aquellos valores retrógrados de los conquistadores

LIMPIANDO PECERAS.

LIMPIANDO PECERAS.

Pablo Martini
Programa No. 2016-03-07
a1Cuando Jesús se refirió al llamado que todo seguidor genuino de sus palabras debía ejercer lo comparó primero con la sal y luego con la luz. En ese orden. Él dijo que debíamos ser sal en medio de la corrupción reinante en este cosmos y detener, en lo que podamos, su avance. Pero también, al igual que la sal, producir o provocar sed de Dios. Sed al ver nuestras vidas diferentes, de tal manera que los demás nos digan: “Tú eres diferente y yo quiero tener eso que tú tienes. Eso que te cambió el carácter, eso que te cambió tu matrimonio, eso que te cambió la vida. Dame de beber esa agua”. Es entonces cuando nosotros debemos responder con la verdad del evangelio y explicarles el misterio de la reconciliación de Jesús. Es en ese aspecto que ahora dejamos de ser sal y empezamos a ser luz,  alumbrando su confusión y aclarando, con la Palabra de Dios, lo que debe saber respecto al pecado, el destino eterno del alma y la cruz de Jesús. Pero cuando ser refirió a la sal dijo “la sal del  mundo” y cuando se refirió a la luz dijo que debía “resplandecer en medio de una generación maligna y perversa”. Lamentablemente algunos confunden esta comisión y se creen la sal del salero y la luz debajo de una cama. ¿Para que sirve?… Para nada. Iglesias repletas de creyentes cada domingo, son testigos mudos el resto de la semana. Si ellos no dicen que son  cristianos nadie se da cuenta pues sus vidas no producen sed de nada. Se parecen al mundo y hasta viven en sus mismas tinieblas. Así estamos, patas para arriba. No, la luz en las tinieblas resplandece. En medio de otras luces la luz no resplandece, así como no tiene mucho sentido encerrar cristianos en monasterios, e iglesias, o predicarnos a nosotros mismos.

Hay un mundo en tinieblas que muere de sed por no tener el agua de vida eterna y nosotros seguimos siendo un pequeño pueblo muy feliz. ¡Ya basta! Necesitamos que Jesús venga a enseñarnos de nuevo.

PENSAMIENTO DEL DÍA:

Cuando Él nos envió a pescar hombres, gastamos nuestro tiempo limpiando peceras.

LAS MAYORÍAS TAMBIÉN SE EQUIVOCAN

LAS MAYORÍAS TAMBIÉN SE EQUIVOCAN

Pablo Martini
Programa No. 2016-03-06
a1El tiempo, con frecuencia, demuestra que las mayorías también se equivocan. Cuando Isaac Newton anunció el descubrimiento que había hecho de las leyes de la gravitación universal se burlaron de él como “un matemático loco”. Cuando Galileo insistió en que la tierra era redonda y daba vueltas alrededor del sol, le hicieron un proceso por hereje. Cuando Louis Pasteur  dijo que la gente podía ser inmunizada contra el poder de ciertas enfermedades por medio de vacunas, muchos le criticaron y un enemigo suyo hasta le desafió a duelo. Cuando Rowland Hill propuso el uso de sellos de correo como medio de pagar previamente la entrega de la correspondencia, su idea fue llamada un plan estrafalario y visionario. Incluso el uso de la máquina de escribir sufrió ataques. Cuando la Asociación Cristiana de jóvenes de Nueva York anunció que iban a entrenar muchachas para que operaran máquinas de escribir hubo un intento de oposición.

Es fácil refugiarse en las masas y opinar como todos opinan o hacer lo que todos hacen, pero pararse frente al mundo y defender tu supuesta verdad… eso es para valientes.

Hace 2000 años un pequeño grupo de jóvenes junto a unas pocas mujeres gritaron al mundo que el carpintero nacido en Belén y criado en Galilea de nombre Jesús, juzgado sin causa por los romanos y crucificado por los judíos, había resucitado. La mayoría se opuso, sin embargo el tiempo y la experiencia demuestra que la mayoría estaba equivocada.

¿De qué lado estás? Recuerda que difícilmente las mayorías tuvieron la razón. Únete a esta “manada pequeña” que seguimos a nuestro Pastor resucitado. Déjale a Él transformar tu vida y no escuches la voz de las mayorías. Dijo el apóstol Pablo: “Aunque todos corran la carrera de la vida a su manera  yo de esta manera corro, sed imitadores de mí, como yo de Cristo.”

http://labibliadice.org/unapausaentuvida/2016/03/06/las-mayorias-tambien-se-equivocan/

 

¿Cómo puedes medir la verdad?

Marzo 7

¿Cómo puedes medir la verdad?

Lectura bíblica: 2 Tesalonicenses 2:13–17

Pero nosotros debemos dar gracias a Dios siempre por vosotros, hermanos amados del Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, por la santificación del Espíritu y fe en la verdad. 2 Tesalonicenses 2:13

a1Un ladrón se acerca apurado a la ventanilla de un banco.
—Ponga el dinero en la bolsa, señorita —gruñe.
—Imposible —dice la cajera—. La gente pone su dinero en el banco para que esté seguro.
—Quiero el dinero —insiste él—. ¡Démelo inmediatamente!
—Pero, ¿por qué se lo voy a dar a usted?
—He decidido que puedo determinar por mí mismo el bien y el mal. He llegado a la conclusión que es realmente algo muy bueno robarle el dinero a los bancos.
—Bueno, si ese es el caso, ¿por qué no lo dijo antes? Usted lo ha reflexionado y ha determinado por sí mismo el bien y el mal. Qué notable.
La cajera llama a los guardias:
—Francisco, Carlos, ¿pueden hacer el favor de ayudar a este hombre a cargar el dinero en su auto?
Y luego la empleada se dirige a los clientes del banco.
—Amigos, quiero presentarles al Señor… ummmm… ¿cómo dijo que se llama?
—Fulano —él tartamudea—. Fulano de Tal.
—Fulano de Tal estará vaciando nuestras cajas fuertes hoy. ¡Démosle un gran aplauso!

No guardarías tu dinero en un banco que deja que alguno entre y demande tu dinero por la simple razón que se cree que es correcto hacerlo. Pero créase o no, ¡algunos piensan que ese es el modo de determinar lo que es bueno y lo que es malo!

Los cristianos creen que conocen las reglas correctas, reglas que se aplican a todos. No obstante, no basta con que los cristianos digan: “Sabemos las reglas bajo las cuales todos deben vivir”. Necesitamos comprender de dónde proceden estas reglas y por qué son realmente las mejores.

Podemos estar seguros de la diferencia entre lo bueno y lo malo porque las reglas que gobiernan el universo proceden de una sola fuente: Dios. Y son perfectas porque él es perfecto. Dios es tan recto, tan justo, tan veraz que sólo él establece las normas del bien y del mal, de la justicia e injusticia, y de la verdad y la mentira.

Sabemos que el amor es bueno y el odio es malo porque Dios es amor. La honestidad es buena y la mentira es mala porque Dios es honesto. La pureza es moral y la impureza es inmoral porque Dios es puro.

Lo que Dios nos dice acerca de lo bueno y lo malo es absoluto: se aplica a todas las personas, en todos los tiempos y en todos los lugares. Nos ama demasiado como para mandarnos hacer algo que no sea lo mejor.

PARA DIALOGAR
¿Por qué es la norma de Dios acerca del bien y del mal la que debes seguir? ¿Cómo se lo explicarías a un amigo?

PARA ORAR
Señor, el mundo nos da toda clase de normas para juzgar las acciones y las ideas. Sabemos que tú eres el juez perfecto de lo que es bueno y correcto.

PARA HACER
Fíjate hoy en las maneras como la gente descarta las reglas de Dios acerca del bien y el mal. ¿Qué podrías decir para cambiar su manera de pensar?

McDowell, J., & Johnson, K. (2005). Devocionales para la familia. El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano.