EL DOLOR

EL DOLOR

David Logacho
PROGRAMA NO. 2016-03-09
a1Saludos cordiales mi amiga, mi amigo. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos tratando el tema de los sinsabores de la vida. Los hemos llamado valles. Lo último que vimos fue acerca del valle de la muerte. La Biblia nos presenta algunas metáforas de la muerte para ayudarnos a entender mejor lo que la muerte significa. La muerte es un lazo que atrapa por sorpresa. La muerte es una ligadura que causa dolor y angustia. La muerte es una sombra que parece amenazante, pero para los creyentes es inofensiva. La muerte es un aguijón que ha perdido su poder en aquellos que hemos confiado en Cristo como nuestro Salvador. En el estudio bíblico de hoy hablaremos acerca de una de las consecuencias de la muerte, el dolor.

La reacción más común e inmediata ante la muerte de un ser querido es el dolor. Después de ello, habrá otras emociones como ira, enojo, temor, desesperación, abandono. Pero definitivamente el dolor es lo primero que aparece en la lista. En esta oportunidad me gustaría compartir con usted amable oyente, dos características del dolor que se produce por la partida de un ser querido o por la pérdida de cualquier otra índole. En primer lugar, el dolor expone nuestra vulnerabilidad. Todos nosotros en mayor o menor grado, inconscientemente unas veces y conscientemente otras veces, pretendemos tener control absoluto sobre nuestra vida. Pero no sólo la muerte sino también cualquier otra pérdida hace explotar esa ilusión así como una aguja hace explotar un globo lleno de aire. El dolor que experimentamos se produce porque de una forma violenta somos confrontados con nuestra fragilidad y vulnerabilidad como seres finitos, como seres mortales. La muerte irrumpe con violencia en los más recónditos lugares de nuestra alma y saca a la luz emociones que ni siquiera sabíamos que existían peor que teníamos que enfrentarlas. Nadie busca voluntariamente experimentar emociones de soledad, vulnerabilidad, inseguridad, nostalgia. Solamente cuando la muerte visita a alguno de nuestros allegados nos vemos forzados a reconocer estas emociones. El dolor por la muerte, ciertamente expone nuestra vulnerabilidad. Definitivamente no somos dueños de nuestra propia vida, no somos los que tenemos la última palabra en cuanto a nuestra existencia en este mundo. No somos quienes hacemos que las cosa sucedan. La muerte es una bofetada a la autosuficiencia del hombre. La muerte descubre la realidad de lo que somos y por eso causa profundo dolor y angustia. Al mirar el dolor bajo esta perspectiva, algunos llegan a pensar que tanto dolor es mucho que se tiene que pagar para obtener el gozo y la paz, que viene después. Por esto, muchos intentamos ignorar el dolor con la esperanza de no quedar a merced del mismo, pero recuerde lo que dice Proverbios 14:12 Hay camino que al hombre le parece derecho;
Pero su fin es camino de muerte.
Parece que fuera buena idea esto de ignorar el dolor en nuestra vida, pero si fallamos en enfrentar el dolor, perderemos oportunidades de experimentar el gozo que podríamos tener. En segundo lugar, el dolor puede elevarnos a encumbradas alturas o puede arrojarnos a profundos valles. Una de dos. Todos hacemos lo mejor que podemos tratando de evitar un encuentro frente a frente con el dolor producido por la partida de un ser querido o en general por la pérdida de cualquier cosa que consideramos de valor. Por eso cuidamos lo que amamos, sean personas o cosas. Por eso es que protegemos lo mejor que podemos nuestros bienes. Pero cuando a pesar de todo lo que hacemos por proteger lo que amamos, sean personas o bienes, nos visita la muerte o los ladrones o la bancarrota, nos embarga un profundo dolor. ¿Qué hacer ante la presencia de este dolor? Básicamente tenemos dos opciones. La una mala y la otra buena. La mala es dejar que el dolor nos domine y nos tornemos en personas amargadas, resentidas contra Dios. La buena es hacer que el profundo dolor nos eleve a una comunión más íntima y más estrecha con Dios. Muchos creyentes han pasado por experiencias así. El dolor no ha desaparecido inmediatamente. El dolor se ha quedado en la vida por un tiempo más, a veces por bastante tiempo, otras veces por poco tiempo, pero en algún momento, en medio del dolor ha brotado la dulce calma de confiar en Dios quien sabe a la perfección lo que está haciendo aunque a nosotros con nuestra mente finita nos parezca un despropósito. Sin temor a equivocarse se puede decir que la fe se fortalece cuando el dolor se mitiga por la intervención directa de Dios. La confianza en el Señor se fortalece cuando en medio del dolor podemos experimentar su maravilloso consuelo. Por eso, amable oyente, si este preciso momento usted está atravesando por alguna situación que le ha producido un profundo dolor, tal vez por la muerte de algún ser querido o por la pérdida de su trabajo, o por la pérdida de algún bien material, o por la pérdida de su honor, yo le animo a que no se deje dominar por el dolor causado por el percance, pensando que ha sido víctima del destino, o de la mala suerte, como si eso existiera, o algo por el estilo, o que Dios le ha abandonado y por eso está sufriendo ese intenso dolor. No, amable oyente, mas bien, deje que el dolor sea como el cincel en las hábiles manos del escultor, para sacar de su vida lo que no corresponde a la forma que Dios quiere darle. Deje que el dolor en su vida sea como las alas de águila que le lleva a alturas insospechadas. Sólo así podrá sacar el beneficio del dolor y experimentar el gozo que viene detrás de él. Cuando Mathew Henry, el famoso erudito bíblico fue despojado de su cartera por los ladrones que le asaltaron, escribió en su diario estas palabras: Señor, te agradezco primeramente porque nunca antes he sido robado, segundo, te agradezco porque aun cuando los ladrones se llevaron mi cartera, no me quitaron la vida, tercero, te agradezco porque aun cuando todo lo que tenía estaba en mi cartera, sin embargo no era mucho y cuarto, te agradezco porque yo fui quien fue robado y no fui yo quien robó. ¿Ve usted amable oyente? No hay ni un dejo de amargura por lo que le acababa de pasar. No hay ni huella de resentimiento ni contra Dios ni contra los ladrones. Sólo hay toneladas de gratitud a Dios y una confianza plena en los propósitos soberanos de Dios. Por algo dice la palabra de Dios en 1 Tesalonicenses 5:18 Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.
Los que oyen la palabra de Dios diciendo: No te desampararé ni te dejaré, son los que pueden decir en su corazón: El Señor es mi ayudador, no temeré lo que pueda hacerme el hombre. Cuando descubrimos el significado de esta verdad, podemos estar seguros que aun cuando otros nos abandonen, ya sea porque no quieren saber nada de nosotros o ya sea porque parten de este mundo a la eternidad, nos dejará un profundo vacío en el alma, sin embargo, el Señor no nos abandonará nunca y si él es por nosotros, ¿quién contra nosotros? Esta confianza no quitará el dolor como por arte de magia, pero en cambio nos capacitará para evitar que el dolor nos aplaste como una aplanadora. Así como el sol puede derretir el chocolate y endurecer el barro, el dolor también puede derretir el corazón de una persona para que se acerque más al Señor y hallé en él el consuelo y el gozo en medio de la tribulación. Pero también el dolor puede endurecer el corazón de una persona y volverle amargada, llena de resentimiento y rencor, controlada por la ira. La respuesta la tiene usted, mi amiga, mi amigo. Es usted quien puede hacer del dolor un terrible adversario o un fiel aliado. Si desea hacer del dolor un aliado suyo, necesita primeramente ver por fe al varón de dolores, experimentado en quebranto, nuestro Señor Jesucristo, quien con su sufrimiento, muerte y resurrección ganó para nosotros la victoria sobre la muerte y nos regaló un lugar junto a él por la eternidad. Usted necesita recibir a Cristo como su Salvador. Mi desafío a usted es que no ignore el dolor. Esto no traerá nada provechoso a su vida. Tampoco deje que el dolor le domine. Le animo que usted vea al dolor como un aliado para que le lleve a cumbres de la gloriosa comunión con Dios.

LOS QUE TRIUNFAN

LOS QUE TRIUNFAN

Pablo Martini
Programa No. 2016-03-09
a1Después de una serie de experimentos infructuosos, un científico se negó a admitir su fracaso. “No hemos fracasado todavía”, le dijo a su colaborador desanimado. “Ahora sabemos que hay 1000 procedimientos que no dan resultado. Así que estamos mucho más cerca de hallar el correcto”. Su nombre: Thomas Edisson. Un muchacho era tan lento en aprender a hablar que sus padres creyeron que era anormal, con el tiempo llegó a ser un científico eminente. Su nombre: Albert Einstein. Hubo otro muchacho que tenía muy pocas probabilidades de tener éxito en la vida. Reprobó dos veces el examen de ingreso en una academia militar. Fue aceptado recién en la 3° vez, se puso a estudiar en serio y pronto el mundo comenzó a tener noticias de él. Su nombre: Winston Churchill, ministro inglés clave en la segunda guerra mundial y por quien el mundo fue libre de la amenaza de Hitler. Y la lista es larga de hombres y mujeres que no se desanimaron ante sus fracasos, que no escucharon la crítica destructiva y que no tuvieron temor de ser parte de las minorías. En realidad rara vez las mayorías tuvieron la razón. Fueron algunos pocos escépticos los que revolucionaron el mundo de la tecnología y el arte con sus ideas.

Jesús fue el mejor exponente de lo que intentamos decirte. Comenzó solo con un mensaje revolucionario. Reunió un pequeño grupo de adeptos a los que llamó discípulos, formó un pequeño organismo dependiente de su misma vida llamada iglesia que se asemejaba, en sus propias palabras, a una manda pequeña, pero su verdad sigue marchando y hoy somos un ejército que le sigue gritando al mundo el evangelio de siempre aunque les parezca locura.

Si sigues a las mayorías caerás en el engaño del diablo porque ancha es la puerta y espacioso el camino que conduce a la perdición, pero estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida eterna y solo algunos se salvan. No te engañes

 

PENSAMIENTO DEL DIA:

Cuando le preguntaron al escritor Riley el secreto de su éxito contestó: la goma de borrar que está al extremo de mi lápiz.

TOMAR LA VIDA EN VERSO

9 mar 2016

TOMAR LA VIDA EN VERSO

por el Hermano Pablo

a1Los versos estaban mal compuestos, pero de todos modos, eran versos. Es difícil lograr la rima y la cadencia de un Rubén Darío o de un Guillermo Valencia. Los versos decían así: «No debiste matar de noche / ni debiste matar de día. / Ahora debo sentenciarte / a prisión por toda tu vida. / Mataste a tu dulce esposa, / que tanto amor te tenía. / Ahora te han castigado: / ¡era lo que merecías!»

Los versos los compuso el juez Robert Fitzgerald para condenar a cadena perpetua a David Schoenecker, de cincuenta y un años de edad. Schoenecker había matado a su esposa. Es la primera sentencia en verso que se conozca.

Parece que el criminal había escrito también unos versos cuando mató a su esposa. Y aun después de oír la sentencia, escribió una cuarteta más: «Cuando yo escribí mis versos, / me encontraba muy enfermo. / Cuando el juez escribió los suyos, / no sufría de mal alguno.»

No tomar uno en serio sus ofensas, no sentirse avergonzado de sus agravios, no sentir remordimiento ante el daño que uno provoca, es añadirle mal al mal. Ponerle nombres bonitos a las cosas feas no las mejora en nada. Y escribir versos para constatar un asesinato no cambia en nada el horrendo acto. Incluso, los versos del juez, de amargo buen humor, no alivian tampoco la sentencia. Con todo y versos, el hombre habría de pasar el resto de su vida en la cárcel.

No hay que prodigar elogios al delito. No hay que cantarle loas a la muerte. No hay que pronunciar alabanzas al pecado. Algunos quieren hablarle con sarcasmo a la vida y proferir insultos al destino, pero no son más que pobres recursos del despecho que en nada aminoran el crimen.

Las palabras del rey David, confrontado por su pecado de tomar como mujer a Betsabé, esposa del soldado Urías, y de enviar a Urías al frente de batalla para que lo mataran, no eran palabras de un rey arrogante. Eran las de un pecador contrito y humillado. «Ten compasión de mí, oh Dios, conforme a tu gran amor…. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva la firmeza de mi espíritu» (Salmo 51:1,10).

Y cuando Cristo quiso enseñarnos cómo debe un malhechor responder ante sus delitos, lo hizo poniendo una oración en labios de un desgraciado recaudador de impuestos. Las palabras son éstas: «¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!» (Lucas 18:13).

No miremos con impudencia nuestro pecado. No hay ni gracia ni perdón para el que no confiesa su mal. Reconozcamos nuestra rebeldía, admitamos nuestra indocilidad, confesemos nuestro pecado, y Dios en un instante nos perdonará y nos limpiará de toda maldad.

1- ¿Qué es una secta?

¿Iglesia o secta?

por Jaime Mirón

1- ¿Qué es una secta?

Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos. Por tanto, velad…

(Hechos 20:29–31)

a1Hace poco leí en los titulares de uno de los diarios de mayor circulación en Buenos Aires: «Invasión de las sectas». Al leer el artículo me di cuenta de que para el autor en «las sectas» estábamos incluidos nosotros, los cristianos evangélicos. En el primer siglo de nuestra era los judíos consideraban a Cristo y a sus seguidores como una secta. El tema de las sectas es tan candente que durante una cruzada en Brasil, el evangelista Luis Palau se vio obligado a explicar por televisión la diferencia entre una secta y una verdadera iglesia. No es fácil definir la palabra «secta». Una prominente revista secular, después del suicidio de 39 miembros de una secta explicó: «La línea divisoria entre religión y secta, entre fe y fanatismo, a menudo es difícil de trazar».1 El diccionario Espasa Calpe define secta como «conjunto de seguidores de una parcialidad religiosa o ideología», pero al agregar los sinónimos incluye «herejía».

En este libro consideramos que una secta es un grupo (generalmente sincero) que ha dejado la verdad enseñada en la Biblia y ha ido tras una doctrina extraña y/o un líder con mucho carisma. La secta se compone de elementos doctrinales y sociológicos. Para lograr sus propósitos termina manipulando y controlando a los feligreses.

Al exponer las marcas distintivas de las sectas, veremos que hay iglesias que no son sectas propiamente dichas pero exhiben una o más de las características; todavía no son sectas pero están en peligro de abusar de sus miembros y de convertirse en sectas.

Antes de entrar en el tema específico, es importante para el lector comprender lo siguiente:

1) La iglesia nunca estará libre de falsos profetas. «Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor…» (2 Pedro 2:1). No nos sorprendamos de que las sectas estén creciendo, pero al mismo tiempo estemos alertas. En la Biblia también hallamos exhortaciones como: «Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces» (Mateo 7:15); «Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo» (Filipenses 3:2);2 «…algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrina de demonios» (1 Timoteo 4:1); «Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz» (2 Corintios 11:14).

2) Según el apóstol Juan, la proliferación de las sectas falsas es una señal de que la última hora está cercana. «Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo» (1 Juan 2:18).

3) Al referirse a las sectas, la prensa (y hasta algunos gobiernos) en Latinoamérica tiene en mente a todos los grupos que no pertenecen a la religión tradicional. Prueba de ello es que en muchos diarios aparece una lamentable traducción al español del nombre de la secta «Heaven’s Gate» como «Puerta al Cielo». Numerosas iglesias evangélicas se llaman «Puerta del cielo» o «Puerta al cielo». Los enemigos del evangelio lo han aprovechado para probar que el movimiento evangélico es una secta. El resultado es que al criticar a las sectas falsas por sus necedades y conductas extremas (un ejemplo es la malversación de fondos), incluyen a todos los cristianos evangélicos. Por eso es crucial que la iglesia misma sepa cómo distinguir entre una secta y una verdadera iglesia bíblica.

4) Este libro sólo incluye sectas que son derivaciones del verdadero cristianismo, y no hace referencia a otras religiones (por ejemplo el budismo, el hinduismo, etc.).

1 Una semisecta es un grupo que exhibe ciertas características de una secta, pero no es una secta propiamente dicha.

1 Erica Goode, “The Eternal Quest for a New Age”, US News and World Report (7 abr. 97): 32.

2 Los judíos llamaban perros a los no judíos. Aquí Pablo, usando sarcasmo, aplica el término a los mismos judíos que querían imponer a los cristianos la circuncisión y otros ritos externos.

Mirón, J. (1997). ¿Iglesia o secta? (pp. 11–13). Miami, Florida, EE. UU. de A.: Editorial Unilit.

Reinado de Abimelec

Jueces 9-12

Reinado de Abimelec

a19:1  Abimelec hijo de Jerobaal fue a Siquem, a los hermanos de su madre, y habló con ellos, y con toda la familia de la casa del padre de su madre, diciendo:

Yo os ruego que digáis en oídos de todos los de Siquem: ¿Qué os parece mejor, que os gobiernen setenta hombres, todos los hijos de Jerobaal, o que os gobierne un solo hombre? Acordaos que yo soy hueso vuestro, y carne vuestra.

Y hablaron por él los hermanos de su madre en oídos de todos los de Siquem todas estas palabras; y el corazón de ellos se inclinó a favor de Abimelec, porque decían: Nuestro hermano es.

Y le dieron setenta siclos de plata del templo de Baal-berit, con los cuales Abimelec alquiló hombres ociosos y vagabundos, que le siguieron.

Y viniendo a la casa de su padre en Ofra, mató a sus hermanos los hijos de Jerobaal, setenta varones, sobre una misma piedra; pero quedó Jotam el hijo menor de Jerobaal, que se escondió.

Entonces se juntaron todos los de Siquem con toda la casa de Milo, y fueron y eligieron a Abimelec por rey, cerca de la llanura del pilar que estaba en Siquem.

Cuando se lo dijeron a Jotam, fue y se puso en la cumbre del monte de Gerizim, y alzando su voz clamó y les dijo: Oídme, varones de Siquem, y así os oiga Dios.

Fueron una vez los árboles a elegir rey sobre sí, y dijeron al olivo: Reina sobre nosotros.

Mas el olivo respondió: ¿He de dejar mi aceite, con el cual en mí se honra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande sobre los árboles?

10 Y dijeron los árboles a la higuera: Anda tú, reina sobre nosotros.

11 Y respondió la higuera: ¿He de dejar mi dulzura y mi buen fruto, para ir a ser grande sobre los árboles?

12 Dijeron luego los árboles a la vid: Pues ven tú, reina sobre nosotros.

13 Y la vid les respondió: ¿He de dejar mi mosto, que alegra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande sobre los árboles?

14 Dijeron entonces todos los árboles a la zarza: Anda tú, reina sobre nosotros.

15 Y la zarza respondió a los árboles: Si en verdad me elegís por rey sobre vosotros, venid, abrigaos bajo de mi sombra; y si no, salga fuego de la zarza y devore a los cedros del Líbano.

16 Ahora, pues, si con verdad y con integridad habéis procedido en hacer rey a Abimelec, y si habéis actuado bien con Jerobaal y con su casa, y si le habéis pagado conforme a la obra de sus manos

17 (porque mi padre peleó por vosotros, y expuso su vida al peligro para libraros de mano de Madián,

18 y vosotros os habéis levantado hoy contra la casa de mi padre, y habéis matado a sus hijos, setenta varones sobre una misma piedra; y habéis puesto por rey sobre los de Siquem a Abimelec hijo de su criada, por cuanto es vuestro hermano);

19 si con verdad y con integridad habéis procedido hoy con Jerobaal y con su casa, que gocéis de Abimelec, y él goce de vosotros.

20 Y si no, fuego salga de Abimelec, que consuma a los de Siquem y a la casa de Milo, y fuego salga de los de Siquem y de la casa de Milo, que consuma a Abimelec.

21 Y escapó Jotam y huyó, y se fue a Beer, y allí se estuvo por miedo de Abimelec su hermano.

22 Después que Abimelec hubo dominado sobre Israel tres años,

23 envió Dios un mal espíritu entre Abimelec y los hombres de Siquem, y los de Siquem se levantaron contra Abimelec;

24 para que la violencia hecha a los setenta hijos de Jerobaal, y la sangre de ellos, recayera sobre Abimelec su hermano que los mató, y sobre los hombres de Siquem que fortalecieron las manos de él para matar a sus hermanos.

25 Y los de Siquem pusieron en las cumbres de los montes asechadores que robaban a todos los que pasaban junto a ellos por el camino; de lo cual fue dado aviso a Abimelec.

26 Y Gaal hijo de Ebed vino con sus hermanos y se pasaron a Siquem, y los de Siquem pusieron en él su confianza.

27 Y saliendo al campo, vendimiaron sus viñedos, y pisaron la uva e hicieron fiesta; y entrando en el templo de sus dioses, comieron y bebieron, y maldijeron a Abimelec.

28 Y Gaal hijo de Ebed dijo: ¿Quién es Abimelec, y qué es Siquem, para que nosotros le sirvamos? ¿No es hijo de Jerobaal, y no es Zebul ayudante suyo? Servid a los varones de Hamor padre de Siquem; pero ¿por qué le hemos de servir a él?

29 Ojalá estuviera este pueblo bajo mi mano, pues yo arrojaría luego a Abimelec, y diría a Abimelec: Aumenta tus ejércitos, y sal.

30 Cuando Zebul gobernador de la ciudad oyó las palabras de Gaal hijo de Ebed, se encendió en ira,

31 y envió secretamente mensajeros a Abimelec, diciendo: He aquí que Gaal hijo de Ebed y sus hermanos han venido a Siquem, y he aquí que están sublevando la ciudad contra ti.

32 Levántate, pues, ahora de noche, tú y el pueblo que está contigo, y pon emboscadas en el campo.

33 Y por la mañana al salir el sol madruga y cae sobre la ciudad; y cuando él y el pueblo que está con él salgan contra ti, tú harás con él según se presente la ocasión.

34 Levantándose, pues, de noche Abimelec y todo el pueblo que con él estaba, pusieron emboscada contra Siquem con cuatro compañías.

35 Y Gaal hijo de Ebed salió, y se puso a la entrada de la puerta de la ciudad; y Abimelec y todo el pueblo que con él estaba, se levantaron de la emboscada.

36 Y viendo Gaal al pueblo, dijo a Zebul: He allí gente que desciende de las cumbres de los montes. Y Zebul le respondió: Tú ves la sombra de los montes como si fueran hombres.

37 Volvió Gaal a hablar, y dijo: He allí gente que desciende de en medio de la tierra, y una tropa viene por el camino de la encina de los adivinos.

38 Y Zebul le respondió: ¿Dónde está ahora tu boca con que decías: ¿Quién es Abimelec para que le sirvamos? ¿No es este el pueblo que tenías en poco? Sal pues, ahora, y pelea con él.

39 Y Gaal salió delante de los de Siquem, y peleó contra Abimelec.

40 Mas lo persiguió Abimelec, y Gaal huyó delante de él; y cayeron heridos muchos hasta la entrada de la puerta.

41 Y Abimelec se quedó en Aruma; y Zebul echó fuera a Gaal y a sus hermanos, para que no morasen en Siquem.

42 Aconteció el siguiente día, que el pueblo salió al campo; y fue dado aviso a Abimelec,

43 el cual, tomando gente, la repartió en tres compañías, y puso emboscadas en el campo; y cuando miró, he aquí el pueblo que salía de la ciudad; y se levantó contra ellos y los atacó.

44 Porque Abimelec y la compañía que estaba con él acometieron con ímpetu, y se detuvieron a la entrada de la puerta de la ciudad, y las otras dos compañías acometieron a todos los que estaban en el campo, y los mataron.

45 Y Abimelec peleó contra la ciudad todo aquel día, y tomó la ciudad, y mató al pueblo que en ella estaba; y asoló la ciudad, y la sembró de sal.

46 Cuando oyeron esto todos los que estaban en la torre de Siquem, se metieron en la fortaleza del templo del dios Berit.

47 Y fue dado aviso a Abimelec, de que estaban reunidos todos los hombres de la torre de Siquem.

48 Entonces subió Abimelec al monte de Salmón, él y toda la gente que con él estaba; y tomó Abimelec un hacha en su mano, y cortó una rama de los árboles, y levantándola se la puso sobre sus hombros, diciendo al pueblo que estaba con él: Lo que me habéis visto hacer, apresuraos a hacerlo como yo.

49 Y todo el pueblo cortó también cada uno su rama, y siguieron a Abimelec, y las pusieron junto a la fortaleza, y prendieron fuego con ellas a la fortaleza, de modo que todos los de la torre de Siquem murieron, como unos mil hombres y mujeres.

50 Después Abimelec se fue a Tebes, y puso sitio a Tebes, y la tomó.

51 En medio de aquella ciudad había una torre fortificada, a la cual se retiraron todos los hombres y las mujeres, y todos los señores de la ciudad; y cerrando tras sí las puertas, se subieron al techo de la torre.

52 Y vino Abimelec a la torre, y combatiéndola, llegó hasta la puerta de la torre para prenderle fuego.

53 Mas una mujer dejó caer un pedazo de una rueda de molino sobre la cabeza de Abimelec, y le rompió el cráneo.

54 Entonces llamó apresuradamente a su escudero, y le dijo: Saca tu espada y mátame, para que no se diga de mí: Una mujer lo mató. Y su escudero le atravesó, y murió.

55 Y cuando los israelitas vieron muerto a Abimelec, se fueron cada uno a su casa.

56 Así pagó Dios a Abimelec el mal que hizo contra su padre, matando a sus setenta hermanos.

57 Y todo el mal de los hombres de Siquem lo hizo Dios volver sobre sus cabezas, y vino sobre ellos la maldición de Jotam hijo de Jerobaal.

Tola y Jair juzgan a Israel

10:1  Después de Abimelec, se levantó para librar a Israel Tola hijo de Fúa, hijo de Dodo, varón de Isacar, el cual habitaba en Samir en el monte de Efraín.

Y juzgó a Israel veintitrés años; y murió, y fue sepultado en Samir.

Tras él se levantó Jair galaadita, el cual juzgó a Israel veintidós años.

Este tuvo treinta hijos, que cabalgaban sobre treinta asnos; y tenían treinta ciudades, que se llaman las ciudades de Jair hasta hoy, las cuales están en la tierra de Galaad.

Y murió Jair, y fue sepultado en Camón.

Jefté liberta a Israel de los amonitas

Pero los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová, y sirvieron a los baales y a Astarot, a los dioses de Siria, a los dioses de Sidón, a los dioses de Moab, a los dioses de los hijos de Amón y a los dioses de los filisteos; y dejaron a Jehová, y no le sirvieron.

Y se encendió la ira de Jehová contra Israel, y los entregó en mano de los filisteos, y en mano de los hijos de Amón;

los cuales oprimieron y quebrantaron a los hijos de Israel en aquel tiempo dieciocho años, a todos los hijos de Israel que estaban al otro lado del Jordán en la tierra del amorreo, que está en Galaad.

Y los hijos de Amón pasaron el Jordán para hacer también guerra contra Judá y contra Benjamín y la casa de Efraín, y fue afligido Israel en gran manera.

10 Entonces los hijos de Israel clamaron a Jehová, diciendo: Nosotros hemos pecado contra ti; porque hemos dejado a nuestro Dios, y servido a los baales.

11 Y Jehová respondió a los hijos de Israel: ¿No habéis sido oprimidos de Egipto, de los amorreos, de los amonitas, de los filisteos,

12 de los de Sidón, de Amalec y de Maón, y clamando a mí no os libré de sus manos?

13 Mas vosotros me habéis dejado, y habéis servido a dioses ajenos; por tanto, yo no os libraré más.

14 Andad y clamad a los dioses que os habéis elegido; que os libren ellos en el tiempo de vuestra aflicción.

15 Y los hijos de Israel respondieron a Jehová: Hemos pecado; haz tú con nosotros como bien te parezca; sólo te rogamos que nos libres en este día.

16 Y quitaron de entre sí los dioses ajenos, y sirvieron a Jehová; y él fue angustiado a causa de la aflicción de Israel.

17 Entonces se juntaron los hijos de Amón, y acamparon en Galaad; se juntaron asimismo los hijos de Israel, y acamparon en Mizpa.

18 Y los príncipes y el pueblo de Galaad dijeron el uno al otro: ¿Quién comenzará la batalla contra los hijos de Amón? Será caudillo sobre todos los que habitan en Galaad.

11:1  Jefté galaadita era esforzado y valeroso; era hijo de una mujer ramera, y el padre de Jefté era Galaad.

Pero la mujer de Galaad le dio hijos, los cuales, cuando crecieron, echaron fuera a Jefté, diciéndole: No heredarás en la casa de nuestro padre, porque eres hijo de otra mujer.

Huyó, pues, Jefté de sus hermanos, y habitó en tierra de Tob; y se juntaron con él hombres ociosos, los cuales salían con él.

Aconteció andando el tiempo, que los hijos de Amón hicieron guerra contra Israel.

Y cuando los hijos de Amón hicieron guerra contra Israel, los ancianos de Galaad fueron a traer a Jefté de la tierra de Tob;

y dijeron a Jefté: Ven, y serás nuestro jefe, para que peleemos contra los hijos de Amón.

Jefté respondió a los ancianos de Galaad: ¿No me aborrecisteis vosotros, y me echasteis de la casa de mi padre? ¿Por qué, pues, venís ahora a mí cuando estáis en aflicción?

Y los ancianos de Galaad respondieron a Jefté: Por esta misma causa volvemos ahora a ti, para que vengas con nosotros y pelees contra los hijos de Amón, y seas caudillo de todos los que moramos en Galaad.

Jefté entonces dijo a los ancianos de Galaad: Si me hacéis volver para que pelee contra los hijos de Amón, y Jehová los entregare delante de mí, ¿seré yo vuestro caudillo?

10 Y los ancianos de Galaad respondieron a Jefté: Jehová sea testigo entre nosotros, si no hiciéremos como tú dices.

11 Entonces Jefté vino con los ancianos de Galaad, y el pueblo lo eligió por su caudillo y jefe; y Jefté habló todas sus palabras delante de Jehová en Mizpa.

12 Y envió Jefté mensajeros al rey de los amonitas, diciendo: ¿Qué tienes tú conmigo, que has venido a mí para hacer guerra contra mi tierra?

13 El rey de los amonitas respondió a los mensajeros de Jefté: Por cuanto Israel tomó mi tierra, cuando subió de Egipto, desde Arnón hasta Jaboc y el Jordán; ahora, pues, devuélvela en paz.

14 Y Jefté volvió a enviar otros mensajeros al rey de los amonitas,

15 para decirle: Jefté ha dicho así: Israel no tomó tierra de Moab, ni tierra de los hijos de Amón.

16 Porque cuando Israel subió de Egipto, anduvo por el desierto hasta el Mar Rojo, y llegó a Cades.

17 Entonces Israel envió mensajeros al rey de Edom, diciendo: Yo te ruego que me dejes pasar por tu tierra; pero el rey de Edom no los escuchó. Envió también al rey de Moab, el cual tampoco quiso; se quedó, por tanto, Israel en Cades.

18 Después, yendo por el desierto, rodeó la tierra de Edom y la tierra de Moab, y viniendo por el lado oriental de la tierra de Moab, acampó al otro lado de Arnón, y no entró en territorio de Moab; porque Arnón es territorio de Moab.

19 Y envió Israel mensajeros a Sehón rey de los amorreos, rey de Hesbón, diciéndole: Te ruego que me dejes pasar por tu tierra hasta mi lugar.

20 Mas Sehón no se fió de Israel para darle paso por su territorio, sino que reuniendo Sehón toda su gente, acampó en Jahaza, y peleó contra Israel.

21 Pero Jehová Dios de Israel entregó a Sehón y a todo su pueblo en mano de Israel, y los derrotó; y se apoderó Israel de toda la tierra de los amorreos que habitaban en aquel país.

22 Se apoderaron también de todo el territorio del amorreo desde Arnón hasta Jaboc, y desde el desierto hasta el Jordán.

23 Así que, lo que Jehová Dios de Israel desposeyó al amorreo delante de su pueblo Israel, ¿pretendes tú apoderarte de él?

24 Lo que te hiciere poseer Quemos tu dios, ¿no lo poseerías tú? Así, todo lo que desposeyó Jehová nuestro Dios delante de nosotros, nosotros lo poseeremos.

25 ¿Eres tú ahora mejor en algo que Balac hijo de Zipor, rey de Moab? ¿Tuvo él cuestión contra Israel, o hizo guerra contra ellos?

26 Cuando Israel ha estado habitando por trescientos años a Hesbón y sus aldeas, a Aroer y sus aldeas, y todas las ciudades que están en el territorio de Arnón, ¿por qué no las habéis recobrado en ese tiempo?

27 Así que, yo nada he pecado contra ti, mas tú haces mal conmigo peleando contra mí. Jehová, que es el juez, juzgue hoy entre los hijos de Israel y los hijos de Amón.

28 Mas el rey de los hijos de Amón no atendió a las razones que Jefté le envió.

29 Y el Espíritu de Jehová vino sobre Jefté; y pasó por Galaad y Manasés, y de allí pasó a Mizpa de Galaad, y de Mizpa de Galaad pasó a los hijos de Amón.

30 Y Jefté hizo voto a Jehová, diciendo: Si entregares a los amonitas en mis manos,

31 cualquiera que saliere de las puertas de mi casa a recibirme, cuando regrese victorioso de los amonitas, será de Jehová, y lo ofreceré en holocausto.

32 Y fue Jefté hacia los hijos de Amón para pelear contra ellos; y Jehová los entregó en su mano.

33 Y desde Aroer hasta llegar a Minit, veinte ciudades, y hasta la vega de las viñas, los derrotó con muy grande estrago. Así fueron sometidos los amonitas por los hijos de Israel.

34 Entonces volvió Jefté a Mizpa, a su casa; y he aquí su hija que salía a recibirle con panderos y danzas, y ella era sola, su hija única; no tenía fuera de ella hijo ni hija.

35 Y cuando él la vio, rompió sus vestidos, diciendo: !!Ay, hija mía! en verdad me has abatido, y tú misma has venido a ser causa de mi dolor; porque le he dado palabra a Jehová, y no podré retractarme.

36 Ella entonces le respondió: Padre mío, si le has dado palabra a Jehová, haz de mí conforme a lo que prometiste, ya que Jehová ha hecho venganza en tus enemigos los hijos de Amón.

37 Y volvió a decir a su padre: Concédeme esto: déjame por dos meses que vaya y descienda por los montes, y llore mi virginidad, yo y mis compañeras.

38 El entonces dijo: Ve. Y la dejó por dos meses. Y ella fue con sus compañeras, y lloró su virginidad por los montes.

39 Pasados los dos meses volvió a su padre, quien hizo de ella conforme al voto que había hecho. Y ella nunca conoció varón.

40 Y se hizo costumbre en Israel, que de año en año fueran las doncellas de Israel a endechar a la hija de Jefté galaadita, cuatro días en el año.

12:1  Entonces se reunieron los varones de Efraín, y pasaron hacia el norte, y dijeron a Jefté: ¿Por qué fuiste a hacer guerra contra los hijos de Amón, y no nos llamaste para que fuéramos contigo? Nosotros quemaremos tu casa contigo.

Y Jefté les respondió: Yo y mi pueblo teníamos una gran contienda con los hijos de Amón, y os llamé, y no me defendisteis de su mano.

Viendo, pues, que no me defendíais, arriesgué mi vida, y pasé contra los hijos de Amón, y Jehová me los entregó; ¿por qué, pues, habéis subido hoy contra mí para pelear conmigo?

Entonces reunió Jefté a todos los varones de Galaad, y peleó contra Efraín; y los de Galaad derrotaron a Efraín, porque habían dicho: Vosotros sois fugitivos de Efraín, vosotros los galaaditas, en medio de Efraín y de Manasés.

Y los galaaditas tomaron los vados del Jordán a los de Efraín; y aconteció que cuando decían los fugitivos de Efraín: Quiero pasar, los de Galaad les preguntaban: ¿Eres tú efrateo? Si él respondía: No,

entonces le decían: Ahora, pues, di Shibolet. Y él decía Sibolet; porque no podía pronunciarlo correctamente. Entonces le echaban mano, y le degollaban junto a los vados del Jordán. Y murieron entonces de los de Efraín cuarenta y dos mil.

Y Jefté juzgó a Israel seis años; y murió Jefté galaadita, y fue sepultado en una de las ciudades de Galaad.

Ibzán, Elón y Abdón, jueces de Israel

Después de él juzgó a Israel Ibzán de Belén,

el cual tuvo treinta hijos y treinta hijas, las cuales casó fuera, y tomó de fuera treinta hijas para sus hijos; y juzgó a Israel siete años.

10 Y murió Ibzán, y fue sepultado en Belén.

11 Después de él juzgó a Israel Elón zabulonita, el cual juzgó a Israel diez años.

12 Y murió Elón zabulonita, y fue sepultado en Ajalón en la tierra de Zabulón.

13 Después de él juzgó a Israel Abdón hijo de Hilel, piratonita.

14 Este tuvo cuarenta hijos y treinta nietos, que cabalgaban sobre setenta asnos; y juzgó a Israel ocho años.

15 Y murió Abdón hijo de Hilel piratonita, y fue sepultado en Piratón, en la tierra de Efraín, en el monte de Amalec.

Reina-Valera 1960 (RVR1960)Copyright © 1960 by American Bible Society

¿Cuáles reglas gobernarán tu vida?

Marzo 9

¿Cuáles reglas gobernarán tu vida?

Lectura bíblica: Deuteronomio 10:12–16

¿Qué pide Jehovah tu Dios de ti? Sólo… que guardes los mandamientos de Jehovah y sus estatutos que yo te prescribo hoy, para tu bien. Deuteronomio 10:12, 13

a1Hace unos meses, Cristina, de 14 años, recibió el peor regalo de Navidad que podía haber recibido. Sus padres anunciaron que se divorciaban. Al principio, Cristina no podía creerlo. Después, lloró a mares por la situación que sabía que era real. Ahora, está realmente furiosa porque parece estar en medio de las discusiones entre su mamá y su papá. No sabe cómo reaccionar ni qué decir.

—¿Saben? —insiste Cristina—, quiero hacer lo que sea correcto. Pero oigo decir tantas cosas a tanta gente que ya ni estoy segura de lo que es correcto. Es como estar en una competencia deportiva y, desde las gradas, mis entrenadores, compañeros de equipo, mis padres y el público me gritan consejos todos a la vez. Esta es una situación horrible. Necesito saber lo que Dios quiere.

Cristina se siente confundida. Pero ha tomado un paso enorme hacia obedecer a Dios: Quiere hacer lo que Dios quiere.

La verdad es que diferenciar entre lo bueno y lo malo por lo general no es tan difícil. La parte más difícil de obedecer a Dios es escoger el camino de Dios. Es decidir que lo que Dios dice acerca de lo bueno y lo malo es más sabio y mejor que cualquier otra cosa que se le pudiera ocurrir a tu pequeño cerebro. Es decidir que los caminos de Dios son mucho mejores que los que te indican tus amigos. Es decidir que en tu propia vida, las reglas de Dios serán las que rigen.

Tema para comentar: ¿Por qué decidir hacer lo que Dios quiere es siempre la mejor decisión que puedes tomar? ¿Por qué es tan maravilloso obedecer a Dios?

Dios tiene un plan para la vida de cada uno de nosotros. Es lo que la Biblia llama su “voluntad”. Algunas partes de su voluntad se aplican a todos. Esas son las partes de su voluntad que Dios pone muy en claro por medio de los mandatos en la Biblia. Otras partes de la voluntad de Dios son exclusivamente para ti como individuo. Y es allí donde surge la gran decisión. ¿Quieres cumplir la voluntad de Dios más que cualquier otra cosa? ¿Quieres lo que Dios quiere para ti?

En la vida tenemos que tomar muchas decisiones importantes, pero la más importante es decidir cuáles ideas seguiremos en cuanto a lo bueno y lo malo. Y una vez que hayamos decidido someternos a Jesús como Salvador y Señor de nuestra vida, podemos estar seguros de que él nos dará el poder para vivir en sus caminos.

PARA DIALOGAR
¿Quieres hacer la voluntad de Dios? ¿Cómo afecta eso tus decisiones diarias?

PARA ORAR
Señor, ayúdanos hoy al esforzarnos por seguir tus mandatos.

PARA HACER
Busca hoy una oportunidad para ayudar a un amigo a entender que seguir las reglas de Dios es la mejor decisión que puede tomar.

McDowell, J., & Johnson, K. (2005). Devocionales para la familia. El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano.