6-¿Es una secta…? – El líder

¿Es una secta…? – El líder

a1Pues el que preside la comunidad está encargado de las cosas de Dios, y por eso es necesario que lleve una vida irreprochable. No debe ser terco, ni de mal genio; no debe ser borracho, ni amigo de peleas, ni desear ganancias mal habidas. (Tito 1:7 VP)

Muchas iglesias comienzan siendo parte de la corriente cristiana evangélica, pero gradualmente se alejan de la doctrina de Cristo. En los próximos tres capítulos presentaremos una lista de preguntas que ayudan a discernir si una iglesia tiene el potencial de convertirse en secta, comenzando con el líder del grupo.

1. ¿Es humilde el líder? (Santiago 4:6, 10). Los líderes sectarios anhelan los lugares de honor y los aplausos de los hombres. Los fariseos, los primeros sectarios en el Nuevo Testamento, son buenos ejemplos:

«¡Ay de vosotros, fariseos! que amáis las primeras sillas en las sinagogas, y las salutaciones en las plazas»

(Lc. 11:43)

«¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único?»

(Juan 5:44)

«Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios»

(Juan 12:43)

La Palabra de Dios, en cambio, toma precauciones para que los dirigentes en la iglesia no se hagan caudillos ni usurpen la autoridad de Cristo como Maestro y Guía:

«Pero ustedes no deben pretender que la gente los llame maestros, porque todos ustedes son hermanos y tienen solamente un Maestro. Y no llamen ustedes padre a nadie en la tierra, porque tienen solamente un Padre: el que está en el cielo. Ni deben pretender que los llamen guías, porque Cristo es su único Guía»

(Mateo 23:8–10 VP)

Para que no haya dudas, Cristo mismo describe al verdadero líder:

«El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo. Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido»

(Mateo 23:11–12)

2. ¿Es el líder irreprensible? (1 Timoteo 3:2). Muchos líderes sectaristas mantienen dos normas de conducta diferentes, una para la congregación y otra para sí mismos; es decir que son hipócritas. Por un lado predican que sus feligreses deben vivir una vida severa (que en realidad es una carga)1, pero por otro lado ellos se conceden ciertas libertades. Es más, hemos visto que ciertas sectas permiten o por lo menos toleran que el líder viva en pecado, y de alguna manera lo justifican.2

El pecado más visible, aunque no el único, es la inmoralidad sexual. Cuando era joven y recién convertido y estaba tratando de ubicarme en el panorama denominacional, con unos amigos visitamos las reuniones presididas por un hombre que encajaría dentro de las nuevas sectas contemporáneas —a pesar de ser entonces los años 50. Noche tras noche nos maravillábamos de las promesas que hacía al público si éste tan sólo daba su dinero. Hablaba mucho del ayuno y la oración, empleando su persona como modelo. Vendía porciones de su antigua carpa con la promesa de que la persona que se arrodillara sobre el pedazo de carpa y orara allí, recibiría siempre las contestaciones deseadas. Vimos a la concurrencia como hipnotizada, entregando hasta las llaves de su automóvil. Nos preocupamos por las ofrendas, que duraban hasta una hora.

Una noche estábamos de pie en la fila junto con los crédulos que esperaban una bendición del «ungido de Dios», cuando una de las muchachas en nuestro grupo que asistía por primera vez no aguantó más y protestó expresando en voz alta lo que todos pensábamos: —¡Es un fraude!

Uno de los asistentes del ungido nos miró, y con un guiño replicó: —Sí, pero es un buen fraude.

Desilusionados, decidimos esperar hasta que terminaran todas las actividades para poder conversar con el «ungido». Los cultos duraban hasta seis horas, y por lo tanto el hombre no salía hasta las dos de la madrugada. Para nuestro horror, esperando a la salida había prostitutas para cada uno de la comitiva del predicador (y por cierto para él mismo). Años más tarde este supuesto ungido de Dios murió solo en un hotel a causa de cirrosis al hígado por haber bebido demasiado. Murió con 10.000 dólares en efectivo en su bolsillo.

Conviene repetir que, según el apóstol Pablo, el verdadero líder será «irreprensible» (1 Timoteo 3:2). En el original griego, «irreprensible» significa «que no se puede agarrar». No significa que será perfecto, pero no dará motivos para acusaciones.

3. ¿Tiene el líder que dar razón de sus acciones a un grupo de hombres piadosos —junta de ancianos o como se llame? Una de las señales más evidentes de que algo anda mal es escuchar de los labios de un líder: «Yo doy razón de mis acciones solamente a Dios». Judas explica que una de las marcas de los falsos maestros es que «rechazan la autoridad» (Jud. 8). Pablo agrega que los engañadores son «rebeldes» (Tit. 1:10 VP). El Nuevo Testamento siempre habla de «ancianos», es decir en plural (Hechos 20:17; 1 Timoteo 5:17; Tit. 1:5; 1 Pedro 5:1) a fin de que se ayuden mutuamente. Salomón explica: «Hierro con hierro se aguza; y así el hombre aguza el rostro de su amigo» (Pr. 27:17).

Esta clase de líder cada vez se va aislando más, no tiene verdaderos amigos, se vuelve preponderante, recalcitrante y cada día se desvía más de la verdad. Cristo tuvo que lidiar con esta clase de «caciques» y anunció: «En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos» (Mateo 23:2). La cátedra de Moisés era una silla en la sinagoga reservada para el maestro que enseñaba la ley de Moisés. Aquí la expresión se refiere a aquel que asume el lugar de Dios. Es notable que la Biblia aclara que los escribas y fariseos «se sentaron» por sí solos; nadie los puso allí.

Después de estudiar la vida de 600 pastores y líderes cristianos, los autores Clinton y Stanley descubrieron que una de las cinco características principales de quienes llegaban bien al final de su carrera es que se relacionaban con personas que influenciaban su vida para bien, como así también con mentores capacitados.3 Ni el «llanero solitario» ni el hombre orquesta encajan dentro del cuadro bíblico. El caso de un famoso evangelista que cometió pecado sexual es una escuela de principios enseñados por vía negativa. Es posible analizar su vida y ministerio y aprender valiosas lecciones. Uno de los factores contribuyentes a su repentina caída fue la falta de autoridad espiritual en su vida y ministerio. Aun cuando su denominación se interpuso para ponerlo bajo disciplina, él la rechazó alegando que Dios le había dicho que debía seguir adelante.

Es preocupante cuando el líder no da razón de sus acciones a nadie ni es responsable ante un grupo de hombres espirituales. Recientemente quedó al descubierto inmoralidad en casi todo el liderazgo de cierta semisecta. Al indagar más, resultó ser otro caso de un autoproclamado profeta cuyo cuerpo de ancianos eran solamente sus familiares y amigos íntimos.

4. ¿Se jacta el líder de tener una «unción especial»?  La frase «unción especial» se usa inocentemente para referirse a que el Espíritu Santo ha dotado a cierto predicador de manera especial. Sin embargo, es más común adaptarla para que connote «algo» que un líder posee y los demás cristianos todavía no tienen o ni siquiera podrían tener.

Pensemos en la popular frase de nuestros días «no hay que tocar el ungido de Dios». Es lo que declaran personas que temen el juicio divino si intentan cuestionar al líder de una congregación. Consideremos lo que dice la Biblia.

Pablo explica que todo cristiano recibe la unción del Espíritu Santo cuando entra en el reino de Dios:

«Y el que nos confirma con vosotros es Cristo, y el que nos ungió, es Dios…»

(2 Corintios 1:21)

Al lidiar con los gnósticos que alegaban haber recibido una nueva luz o unción, el apóstol Juan asegura a todo cristiano:

«Pero vosotros tenéis unción del Santo, y todos vosotros lo sabéis»

(1 Juan 2:20 BLA)

En el Antiguo Testamento la palabra «ungido» se refería a personas apartadas para una tarea especial (Lv. 16:32; 1S. 16:6–13; 2S. 1:14; Is. 61:1). Ungido es un término basado en la práctica de ungir con aceite de oliva al que era escogido y consagrado como sacerdote o rey. Sin embargo en ningún momento la práctica comunica la idea de que no se puede confrontar al líder cuando éste cae o vive en pecado. Notemos que Natán «tocó» al ungido de Dios cuando confrontó a David por ser asesino y adúltero (2 Samuel 12:1–14). De igual manera, el sumo sacerdote Azarías junto con otros 80 sacerdotes enfrentó al rey Uzías cuando éste entró en el santuario para quemar incienso (2 Crónicas 27:16–21). Abigaíl previno a David, el ungido de Dios, para que en su enojo no matara a un hombre (1 Samuel  25). Pablo reprendió a Pedro «en su propia cara, porque lo que estaba haciendo era condenable» (Gálatas 2:11 VP). Los cristianos de Tiro avisaron a Pablo «por el Espíritu, que no subiese a Jerusalén» (Hechos 21:4). Ninguno recibió castigo por intervenir.

La expresión «ungido de Dios» también se encuentra en 1 Crónicas 16:22 y se repite en Salmos 105:15. En las dos ocasiones incluye a todo el pueblo de Dios como ungido; no se refiere a un individuo. El Nuevo Testamento enseña que todo cristiano es un sacerdote (1 Pedro 2:4–10) con iguales privilegios y responsabilidades. Nunca debemos escabullirnos de la responsabilidad de «probar los espíritus» y discernir, confrontar, avisar, prevenir, aconsejar, restaurar, animar, exhortar, y alentarnos los unos a los otros (He. 10:25) incluyendo, cuando sea necesario, a quienes Dios ha puesto por líderes.

5. ¿Admite el líder cuando está equivocado? ¿Está dispuesto a recibir sugerencias de los miembros de la iglesia? Es mala señal cuando el líder es inaccesible e intocable. Es notable que Pablo trabajaba en equipo y nunca estaba lejos de la ayuda espiritual de sus consiervos.

Por cierto que los líderes de la iglesia deben procurar cumplir la visión que Dios les ha dado, y evitar desviarse ante cada capricho de la tía Mabel o el tío Martín, y también es cierto que los feligreses deben sujetarse y obedecer a sus líderes (Hechos 20:27–30; He. 13:17; 1 Pedro 5:1–5). Sin embargo, autocolocarse en un pedestal distante de los miembros de la iglesia es rehusar la ayuda y la sabiduría de la congregación y negar que el Espíritu Santo ha dado dones a todo el cuerpo de Cristo a fin de servir a los demás (1 Pedro 4:10).

En una oportunidad Luis Palau tuvo que predicar a 2000 pastores en un congreso. En la primera fila del auditorio estaba uno de los más destacados predicadores de los últimos cincuenta años. Después del mensaje este predicador corrió a donde estaba Luis, lo abrazó y le susurró al oído: —Estoy enfermo y solo, ansioso de compañía y comunión. Oro por todo el mundo y nadie ora por mí.

En su iglesia se había construido una «torre» donde él podía subir para orar a solas. De esa manera, y en forma simbólica, el hombre se estaba distanciando de la gente. Llegó a tal extremo que no tenía amigos íntimos. Nadie sabía de su enfermedad ni de su soledad. Nadie podía exhortarlo, animarlo ni confortarlo. ¡Qué tragedia!

6. ¿Vive el líder libre del «amor al dinero»? Pablo aclara que «raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores» (1 Timoteo 6:10). Como ya indicamos, muchos líderes de sectas o semisectas viven vidas hipócritas. Al investigar el origen de los problemas, en la mayoría de los casos todo comenzó con amor al dinero; incluso muchos se estaban haciendo ricos.

Pedro instruye a que el líder bíblico no sirva a la iglesia «por ambición al dinero» (1 Pedro 5:2 VP). Uno de los requisitos de los líderes de la iglesia es ser «desinteresados en cuanto al dinero» (1 Timoteo 3:3 VP). Pablo condena a los avaros (1 Corintios 6:10) e instruye a la iglesia a «ni comer» con ellos (1 Corintios 5:11). El apóstol menciona que los sectarios enseñan falsa doctrina «para obtener ganancias mal habidas» (Tito 1:11 VP) y que usan la religión «[para] una fuente de riqueza» (1 Timoteo 6:5 VP). ¿Las consecuencias?

«…los que quieren hacerse ricos caen en la tentación como en una trampa, y se ven asaltados por muchos deseos insensatos y perjudiciales, que hunden a los hombres en la ruina y la condenación»

(1 Timoteo 6:9 VP)

Para nosotros lo que Pablo dice al pastor Timoteo nos sirve de advertencia: «Pero tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas» (1 Timoteo 6:11 BLA).

Evidentemente existe un creciente problema que nuestras congregaciones deben resolver: no pagar lo suficiente a sus pastores. Sin embargo otra cosa es que el líder se haga rico a expensas de los miembros de la iglesia.

VP «Dios Habla Hoy», 1994© por Sociedades Bíblicas Unidas.

VP «Dios Habla Hoy», 1994© por Sociedades Bíblicas Unidas.

1 “Ahora pues, ¿por qué desafían ustedes a Dios imponiendo sobre estos creyentes una carga que ni nosotros ni nuestros antepasados hemos podido llevar?” (Hch. 15:10 VP).

2 Ciertas personas entran en el ministerio o forman su propio grupo austero a fin de controlar un pecado desenfrenado.

VP «Dios Habla Hoy», 1994© por Sociedades Bíblicas Unidas.

3 Roberto Clinton y Pablo Stanley, “Un buen final: Características de quienes llegan bien al final de la carrera,” Apuntes Pastorales (Vol. XIV Nº 3 Mar. 1997): 12–16. Las otras cuatro características son: Una perspectiva que permitió mantener un claro objetivo; intimidad con Cristo; continua renovación interior; disciplina en las áreas importantes de la vida; una actitud de positiva aprendizaje durante toda la vida.

BLA «La Biblia de las Américas», 1986© por The Lockman Foundation.

VP «Dios Habla Hoy», 1994© por Sociedades Bíblicas Unidas.

VP «Dios Habla Hoy», 1994© por Sociedades Bíblicas Unidas.

VP «Dios Habla Hoy», 1994© por Sociedades Bíblicas Unidas.

VP «Dios Habla Hoy», 1994© por Sociedades Bíblicas Unidas.

VP «Dios Habla Hoy», 1994© por Sociedades Bíblicas Unidas.

VP «Dios Habla Hoy», 1994© por Sociedades Bíblicas Unidas.

BLA «La Biblia de las Américas», 1986© por The Lockman Foundation.

Mirón, J. (1997). ¿Iglesia o secta? (pp. 47–55). Miami, Florida, EE. UU. de A.: Editorial Unilit.

Nacimiento de Samuel

1 Samuel 1-3

Nacimiento de Samuel

a11:1  Hubo un varón de Ramataim de Zofim, del monte de Efraín, que se llamaba Elcana hijo de Jeroham, hijo de Eliú, hijo de Tohu, hijo de Zuf, efrateo.

Y tenía él dos mujeres; el nombre de una era Ana, y el de la otra, Penina. Y Penina tenía hijos, mas Ana no los tenía.

Y todos los años aquel varón subía de su ciudad para adorar y para ofrecer sacrificios a Jehová de los ejércitos en Silo, donde estaban dos hijos de Elí, Ofni y Finees, sacerdotes de Jehová.

Y cuando llegaba el día en que Elcana ofrecía sacrificio, daba a Penina su mujer, a todos sus hijos y a todas sus hijas, a cada uno su parte.

Pero a Ana daba una parte escogida; porque amaba a Ana, aunque Jehová no le había concedido tener hijos.

Y su rival la irritaba, enojándola y entristeciéndola, porque Jehová no le había concedido tener hijos.

Así hacía cada año; cuando subía a la casa de Jehová, la irritaba así; por lo cual Ana lloraba, y no comía.

Y Elcana su marido le dijo: Ana, ¿por qué lloras? ¿por qué no comes? ¿y por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos?

Y se levantó Ana después que hubo comido y bebido en Silo; y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto a un pilar del templo de Jehová,

10 ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente.

11 E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza.

12 Mientras ella oraba largamente delante de Jehová, Elí estaba observando la boca de ella.

13 Pero Ana hablaba en su corazón, y solamente se movían sus labios, y su voz no se oía; y Elí la tuvo por ebria.

14 Entonces le dijo Elí: ¿Hasta cuándo estarás ebria? Digiere tu vino.

15 Y Ana le respondió diciendo: No, señor mío; yo soy una mujer atribulada de espíritu; no he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante de Jehová.

16 No tengas a tu sierva por una mujer impía; porque por la magnitud de mis congojas y de mi aflicción he hablado hasta ahora.

17 Elí respondió y dijo: Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho.

18 Y ella dijo: Halle tu sierva gracia delante de tus ojos. Y se fue la mujer por su camino, y comió, y no estuvo más triste.

19 Y levantándose de mañana, adoraron delante de Jehová, y volvieron y fueron a su casa en Ramá. Y Elcana se llegó a Ana su mujer, y Jehová se acordó de ella.

20 Aconteció que al cumplirse el tiempo, después de haber concebido Ana, dio a luz un hijo, y le puso por nombre Samuel, diciendo: Por cuanto lo pedí a Jehová.

21 Después subió el varón Elcana con toda su familia, para ofrecer a Jehová el sacrificio acostumbrado y su voto.

22 Pero Ana no subió, sino dijo a su marido: Yo no subiré hasta que el niño sea destetado, para que lo lleve y sea presentado delante de Jehová, y se quede allá para siempre.

23 Y Elcana su marido le respondió: Haz lo que bien te parezca; quédate hasta que lo destetes; solamente que cumpla Jehová su palabra. Y se quedó la mujer, y crió a su hijo hasta que lo destetó.

24 Después que lo hubo destetado, lo llevó consigo, con tres becerros, un efa de harina, y una vasija de vino, y lo trajo a la casa de Jehová en Silo; y el niño era pequeño.

25 Y matando el becerro, trajeron el niño a Elí.

26 Y ella dijo: !!Oh, señor mío! Vive tu alma, señor mío, yo soy aquella mujer que estuvo aquí junto a ti orando a Jehová.

27 Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí.

28 Yo, pues, lo dedico también a Jehová; todos los días que viva, será de Jehová.

Y adoró allí a Jehová.

Cántico de Ana

2:1 Y Ana oró y dijo:
    Mi corazón se regocija en Jehová,
    Mi poder se exalta en Jehová;
    Mi boca se ensanchó sobre mis enemigos,
    Por cuanto me alegré en tu salvación.

No hay santo como Jehová;
Porque no hay ninguno fuera de ti,
Y no hay refugio como el Dios nuestro.

No multipliquéis palabras de grandeza y altanería;
Cesen las palabras arrogantes de vuestra boca;
Porque el Dios de todo saber es Jehová,
Y a él toca el pesar las acciones.

Los arcos de los fuertes fueron quebrados,
Y los débiles se ciñeron de poder.

Los saciados se alquilaron por pan,
Y los hambrientos dejaron de tener hambre;
Hasta la estéril ha dado a luz siete,
Y la que tenía muchos hijos languidece.

Jehová mata, y él da vida;
El hace descender al Seol, y hace subir.

Jehová empobrece, y él enriquece;
Abate, y enaltece.

El levanta del polvo al pobre,
Y del muladar exalta al menesteroso,
Para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor.
Porque de Jehová son las columnas de la tierra,
Y él afirmó sobre ellas el mundo.

El guarda los pies de sus santos,
Mas los impíos perecen en tinieblas;
Porque nadie será fuerte por su propia fuerza.

10 Delante de Jehová serán quebrantados sus adversarios,
Y sobre ellos tronará desde los cielos;
Jehová juzgará los confines de la tierra,
Dará poder a su Rey,
Y exaltará el poderío de su Ungido.

11 Y Elcana se volvió a su casa en Ramá; y el niño ministraba a Jehová delante del sacerdote Elí.

El pecado de los hijos de Elí

12 Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de Jehová.

13 Y era costumbre de los sacerdotes con el pueblo, que cuando alguno ofrecía sacrificio, venía el criado del sacerdote mientras se cocía la carne, trayendo en su mano un garfio de tres dientes,

14 y lo metía en el perol, en la olla, en el caldero o en la marmita; y todo lo que sacaba el garfio, el sacerdote lo tomaba para sí. De esta manera hacían con todo israelita que venía a Silo.

15 Asimismo, antes de quemar la grosura, venía el criado del sacerdote, y decía al que sacrificaba: Da carne que asar para el sacerdote; porque no tomará de ti carne cocida, sino cruda.

16 Y si el hombre le respondía: Quemen la grosura primero, y después toma tanto como quieras; él respondía: No, sino dámela ahora mismo; de otra manera yo la tomaré por la fuerza.

17 Era, pues, muy grande delante de Jehová el pecado de los jóvenes; porque los hombres menospreciaban las ofrendas de Jehová.

18 Y el joven Samuel ministraba en la presencia de Jehová, vestido de un efod de lino.

19 Y le hacía su madre una túnica pequeña y se la traía cada año, cuando subía con su marido para ofrecer el sacrificio acostumbrado.

20 Y Elí bendijo a Elcana y a su mujer, diciendo: Jehová te dé hijos de esta mujer en lugar del que pidió a Jehová. Y se volvieron a su casa.

21 Y visitó Jehová a Ana, y ella concibió, y dio a luz tres hijos y dos hijas. Y el joven Samuel crecía delante de Jehová.

22 Pero Elí era muy viejo; y oía de todo lo que sus hijos hacían con todo Israel, y cómo dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión.

23 Y les dijo: ¿Por qué hacéis cosas semejantes? Porque yo oigo de todo este pueblo vuestros malos procederes.

24 No, hijos míos, porque no es buena fama la que yo oigo; pues hacéis pecar al pueblo de Jehová.

25 Si pecare el hombre contra el hombre, los jueces le juzgarán; mas si alguno pecare contra Jehová, ¿quién rogará por él? Pero ellos no oyeron la voz de su padre, porque Jehová había resuelto hacerlos morir.

26 Y el joven Samuel iba creciendo, y era acepto delante de Dios y delante de los hombres.

27 Y vino un varón de Dios a Elí, y le dijo: Así ha dicho Jehová: ¿No me manifesté yo claramente a la casa de tu padre, cuando estaban en Egipto en casa de Faraón?

28 Y yo le escogí por mi sacerdote entre todas las tribus de Israel, para que ofreciese sobre mi altar, y quemase incienso, y llevase efod delante de mí; y di a la casa de tu padre todas las ofrendas de los hijos de Israel.

29 ¿Por qué habéis hollado mis sacrificios y mis ofrendas, que yo mandé ofrecer en el tabernáculo; y has honrado a tus hijos más que a mí, engordándoos de lo principal de todas las ofrendas de mi pueblo Israel?

30 Por tanto, Jehová el Dios de Israel dice: Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí perpetuamente; mas ahora ha dicho Jehová: Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco.

31 He aquí, vienen días en que cortaré tu brazo y el brazo de la casa de tu padre, de modo que no haya anciano en tu casa.

32 Verás tu casa humillada, mientras Dios colma de bienes a Israel; y en ningún tiempo habrá anciano en tu casa.

33 El varón de los tuyos que yo no corte de mi altar, será para consumir tus ojos y llenar tu alma de dolor; y todos los nacidos en tu casa morirán en la edad viril.

34 Y te será por señal esto que acontecerá a tus dos hijos, Ofni y Finees: ambos morirán en un día.

35 Y yo me suscitaré un sacerdote fiel, que haga conforme a mi corazón y a mi alma; y yo le edificaré casa firme, y andará delante de mi ungido todos los días.

36 Y el que hubiere quedado en tu casa vendrá a postrarse delante de él por una moneda de plata y un bocado de pan, diciéndole: Te ruego que me agregues a alguno de los ministerios, para que pueda comer un bocado de pan.

Jehová llama a Samuel

3:1  El joven Samuel ministraba a Jehová en presencia de Elí; y la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia.

Y aconteció un día, que estando Elí acostado en su aposento, cuando sus ojos comenzaban a oscurecerse de modo que no podía ver,

Samuel estaba durmiendo en el templo de Jehová, donde estaba el arca de Dios; y antes que la lámpara de Dios fuese apagada,

Jehová llamó a Samuel; y él respondió: Heme aquí.

Y corriendo luego a Elí, dijo: Heme aquí; ¿para qué me llamaste? Y Elí le dijo: Yo no he llamado; vuelve y acuéstate. Y él se volvió y se acostó.

Y Jehová volvió a llamar otra vez a Samuel. Y levantándose Samuel, vino a Elí y dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Y él dijo: Hijo mío, yo no he llamado; vuelve y acuéstate.

Y Samuel no había conocido aún a Jehová, ni la palabra de Jehová le había sido revelada.

Jehová, pues, llamó la tercera vez a Samuel. Y él se levantó y vino a Elí, y dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Entonces entendió Elí que Jehová llamaba al joven.

Y dijo Elí a Samuel: Ve y acuéstate; y si te llamare, dirás: Habla, Jehová, porque tu siervo oye. Así se fue Samuel, y se acostó en su lugar.

10 Y vino Jehová y se paró, y llamó como las otras veces: !!Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, porque tu siervo oye.

11 Y Jehová dijo a Samuel: He aquí haré yo una cosa en Israel, que a quien la oyere, le retiñirán ambos oídos.

12 Aquel día yo cumpliré contra Elí todas las cosas que he dicho sobre su casa, desde el principio hasta el fin.

13 Y le mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe; porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado.

14 Por tanto, yo he jurado a la casa de Elí que la iniquidad de la casa de Elí no será expiada jamás, ni con sacrificios ni con ofrendas.

15 Y Samuel estuvo acostado hasta la mañana, y abrió las puertas de la casa de Jehová. Y Samuel temía descubrir la visión a Elí.

16 Llamando, pues, Elí a Samuel, le dijo: Hijo mío, Samuel. Y él respondió: Heme aquí.

17 Y Elí dijo: ¿Qué es la palabra que te habló? Te ruego que no me la encubras; así te haga Dios y aun te añada, si me encubrieres palabra de todo lo que habló contigo.

18 Y Samuel se lo manifestó todo, sin encubrirle nada. Entonces él dijo: Jehová es; haga lo que bien le pareciere.

19 Y Samuel creció, y Jehová estaba con él, y no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras.

20 Y todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, conoció que Samuel era fiel profeta de Jehová.

21 Y Jehová volvió a aparecer en Silo; porque Jehová se manifestó a Samuel en Silo por la palabra de Jehová.

Reina-Valera 1960 (RVR1960)Copyright © 1960 by American Bible Society

Una señal gigantesca de Dios

Marzo 14

Una señal gigantesca de Dios

Lectura bíblica: Hechos 17:19–28

Porque “en él vivimos, nos movemos y somos”. Hechos 17:28

a1Por fin había llegado la primavera, y Amelia se moría de ganas por trabajar en el huerto. Se acordaba cómo la primavera pasada su familia excavó la dura tierra en un sector del patio y cultivó un huerto. Su mamá sembró las semillas y su hermanita regó. Todos los días salían al jardín para ver si ya habían brotado. El sol templado impulsó a las verdes plantitas a aparecer en la tierra húmeda. Y las gotas de lluvia cayeron suavemente sobre las hojitas. Ya en el verano, el huerto produjo una variedad de frutos: tomates, zapallitos, lechuga y zanahorias.

Amelia tenía que admitir que no le entusiasmaban mucho las verduras. Algunos de los regalos de Dios eran tan nutritivos que los comía, pero “ahogados” en alguna rica salsa. Aun así, sabía que estaba rodeada de los milagros de la provisión de Dios. Es maravilloso: de la tierra, el agua, el sol y las semillas proceden los ricos cuidados de Dios por nosotros. Diariamente. Y en abundancia.

Tema para comentar: Mira a tu alrededor e identifica diez cosas que muestran la obra de Dios. Si necesitas hacerlo, corre a la ventana. (¡Pero después regresa!).
Todo tu mundo es como un rótulo luminoso que dice que Dios cuida de ti. El apóstol Pablo le dijo cierta vez a un grupo de no creyentes que Dios da “lluvias del cielo y estaciones fructíferas, llenando vuestros corazones de sustento y de alegría” (Hechos 14:17). El verdor de la madurez de un jardín, la belleza de una montaña, el diseño intrincado de la célula más pequeña nadando en un charco, son todas señales del amor de Dios.

Pablo también escribió que cada ser humano puede ver bastante de Dios en la naturaleza como para convencerlo de que Dios existe. Podemos comprender que él nos hizo y que atiende nuestras necesidades. Aun los que dicen no creer en Dios pueden ver con claridad “su eterno poder y deidad” (Romanos 1:20). Él no es un Dios atrapado en el cielo, sino que es un Dios que se interesa por la Tierra que él hizo y las criaturas que en ella habitan, y las cuida.

La naturaleza canta que el amor de Dios es real. Quizá nunca hayas considerado un zapallito como prueba del cuidado de Dios. Pero cada zanahoria, astro y montaña con su cima cubierta de nieve exclaman que Dios cuida de ti.

PARA DIALOGAR
Cuando observas el modo como Dios te ha proporcionado un mundo bueno, ¿te sientes amado?

PARA ORAR
Señor, gracias por toda la hermosura que has puesto a nuestro alrededor. Gracias por mostrarnos tu cuidado al suplir nuestras necesidades.

PARA HACER
Vete afuera y colecciona muestras del cuidado de Dios para ti y las demás criaturas que hizo. Haz un “collage” o una colección que te recuerde el cuidado de Dios.

McDowell, J., & Johnson, K. (2005). Devocionales para la familia. El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano.

SEPARACIÓN ENTRE IGLESIA Y ESTADO

14 mar 2016

SEPARACIÓN ENTRE IGLESIA Y ESTADO

por el Hermano Pablo

a1El juicio estaba llegando a su fin. Toda la evidencia pesaba en contra del acusado. La sentencia de muerte sin duda caería sobre Carlos Chambers. Había matado a una mujer de setenta años para robarle. Seguramente lo condenarían a la cámara de gas.

El fiscal, a fin de reafirmar su tesis, tuvo la ocurrencia de citar la Biblia: «Dios dice que el que derrama sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada.»

Ante esto el abogado defensor pidió que se anulara la sentencia, y el juez se vio obligado a conceder la petición. La ley dictaba que no se podía citar la Biblia para acusar a un hombre. Esto se debía a que en ese país había estricta separación entre Iglesia y Estado. Así que por referirse a la Biblia, el fiscal perdió su caso.

He aquí un caso interesante. Sucede en un país donde ocurren toda clase de argucias jurídicas extrañas, y se presta para una seria reflexión. Un asesino merece la pena de muerte. No debiera haber escape. Pero al citar la Biblia para condenarlo, se ponen en juego tretas jurídicas, y el hombre se salva.

Vale la pena preguntarnos: Al fin de cuentas, ¿en qué se basan las leyes humanas de todos los países del mundo para definir un delito? Si no puede citarse la Biblia en el juicio de un asesino, tampoco debe poder citarse para condenar a un adúltero, o a un mentiroso, o a un ladrón, o a quien sea culpable de cualquier delito.

Los Diez Mandamientos, que se encuentran en el Libro Sagrado, fijan y establecen la moral humana. Si no hubiera Biblia y no existiera ese Decálogo de Moisés, el hombre no tendría ley a la cual sujetarse. ¿Cuál sería el resultado? Se regiría sólo por la violencia y la fuerza. Su única ley sería su propio capricho personal.

En los días previos al diluvio universal, nadie obedecía a nadie. No había ley, no había moral, no había norma de vida. Regía sólo la violencia. Cada uno establecía su propia ley. Fue entonces que Dios envió el diluvio, para comenzar un nuevo pueblo.

Lo cierto es que aunque Dios jamás hubiera mandado a escribir sus mandamientos en tablas de piedra o en ninguna otra parte, el homicidio sería criminal, el adulterio sería inmoral, el robo sería ruin, y todo pecado sería maligno. Lo que no está escrito en tablas de piedra, está escrito en la conciencia humana. Y todos hemos violado la ley de la conciencia.

¿Habrá salvación para el pecador? Sí, la hay, con toda seguridad. Por eso dio su vida Jesucristo en la cruz del Calvario: para pagar el precio de nuestra redención. Podemos acudir a Él. Cristo murió por nuestra maldad. Por eso se llama Salvador. Rindámosle nuestra vida.

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