UNA NECESIDAD URGENTE

UNA NECESIDAD URGENTE

Samuel Perez Millos

“Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgara a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que predique la palabra” (2 Ti. 4:1-2).

          El apóstol Pablo estaba esperando el momento de su partida. Cualquier día, la puerta de su celda se abriría y sería llevado al lugar de ejecución de la sentencia dictada a muerte contra él. No había mucho tiempo por delante. Su ministerio había terminado, todo cuando el Señor le había encomendado estaba hecho. Él mismo dice a su compañero Timoteo que había terminado la carrera (2 Ti. 4:6). Las recomendaciones que hace a su colaborador, entonces integrado en la iglesia en Éfeso, deben ser tenidas en consideración por ser lo último que el que había servido con fidelidad deja establecido. Esta es evidentemente precisa y tiene que ver con la necesidad de predicar la Palabra. Es algo no sólo urgente, sino que a modo de mandamiento debe ser obedecido. No hace un ruego, establece esto a modo de juramento, es decir, coloca al destinatario bajo juramento, conjurándolo delante de Dios para que atienda al mandamiento, sin reservas y con dedicación continua.

          La razón que el apóstol da para que la Palabra sea predicada lo advirtió ya en su primera epístola cuando dice que en estos días, vendrán “tiempos peligrosos” (2 Ti. 3:1). No habla de tiempos difíciles, o problemáticos, sino peligrosos. El peligro alcanza a todos y en especial a los hombres y mujeres de la iglesia. El peligro tiene que ver con gente que vivirá en apariencia de piedad pero negarán la eficacia de ella. Peligrosos porque habrá maestros réprobos en cuanto a la fe. Peligrosos porque habrá engañadores, cuya misión será la de ir engañando a otros. Fundamentalmente, peligrosos, porque habrá gente que se ha cansado de la doctrina y procurarán oír lo que satisfaga a sus oídos, pero no lo que Dios tiene para Su pueblo.

         Lamentablemente esta es, a mi entender, la mayor necesidad de nuestros días. Lo es porque poco a poco la Biblia va cediendo espacio en el púlpito de las iglesias. En los últimos años cosas, sin duda importantes, como la alabanza, han ido desplazando a lo fundamental que es la Palabra. De otro modo, el creyente está cansándose de oír la voz de Dios, pero procura que Él oiga la voz de Su pueblo. La idea, no bíblica, de que Dios necesita la alabanza porque su trono se asienta en ella, a elevado esta actitud, a la parte más importante de la vida del creyente y de la iglesia. Baste con mirar las formas de los templos en que se congregan los creyentes para darse cuenta de esto. Hasta la edad media, el altar presidía todo el lugar de culto; luego, en la Reforma, dio paso al púlpito que se situaba en el frente y centro del lugar de reunión y la Palabra pasó a ser el núcleo principal de ella; en nuestros días el púlpito fue retirado para ser sustituido por el escenario, donde la música, el canto, la danza y otras expresiones de alabanza ocupan el tiempo más extenso de la reunión. Muchas veces, ocurre que si es necesario acortar algo del culto por necesidad de tiempo, se recorta el mensaje de la Palabra, pero en modo alguno puede tocarse el tiempo de alabanza. En muchas iglesias el director de alabanza es más importante que elpastor-maestro.

        Las consecuencias de esto son evidentes. Dejadas las congregaciones sin el alimento sólido de la Palabra, pasan a sercristianos infantiles, que son fácilmente arrastrados de un lado a otro por cualquier viento de doctrina. La ética cristiana se debilita porque falta el conocimiento de lo que Dios establece en su Palabra, y un viento de mundanalidad y carnalidad, sopla sobre muchos cristianos que son arrastrados a posiciones contrarias a la Biblia y dejan de ser luces en las tinieblas. Las demandas sólidas de la vida de santidad, han dado paso a una mal llamada libertad que no es otra cosa que unlibertinaje personal en el que cualquiera tiene derecho a vivir como mejor le parezca. La situación es lamentable, la mundanalidad ha venido a ser la forma expresiva de vida de muchos cristianos.

         Además, dos grandes corrientes teológicas, golpean muchas congregaciones, arrastrando a jóvenes, confundiendo a muchos y causando divisiones. De una parte está el llamado calvinismo extremo, en donde la determinación divina elimina totalmente la responsabilidad humana. Acusan estos a los pastores de no predicar el evangelio bíblico y producen en muchos hermanos la angustia vital de preguntarse si habiendo creído el mensaje que les fue predicado, son verdaderamente salvos o no. Llegan estos maestros no bíblicos a afirmar que se necesita una re-evangelización de la iglesia para que haya conversiones reales. Confunden a muchos afirmando que Dios no ama al pecador. Que el amor de Dios está dirigido sólo a los que han sido eternamente escogidos para salvación mientras que los otros, reprobados antes de la creación del mundo, son objetos del odio santo de Dios contra ellos. La evangelización establecida por Cristo deja de ser el objetivo prioritario de la iglesia ante el mundo, porque quienes han sido determinados para salvación, serán salvos de cualquier modo. La rigidez de lo que llaman santidad práctica, hace vivir en angustia a muchos cristianos que no llegan a alcanzar los niveles que ellos mismos establecen seleccionando textos bíblicos fuera de contexto que los convierte en pretexto para hacer de ellos base de sus enseñanzas. De otra parte está el carismatismo, que haciendo bandera del poder del Espíritu Santo de Dios, predican una vida cristiana presa del subjetivismo personal. Son los que proclaman la necesidad de que en la iglesia existan apóstoles con la misma autoridad que los Doce para que haya una supervisión de las actividades eclesiales. Esta llamada supervisión con autoridad apostólica permite que estos sean obedecidos sin reserva. El subjetivismo carismático hace blasón de nuevas revelaciones del Espíritu. La muletilla Dios me ha dicho, el Señor me habló, permite a cualquiera que dice tener una revelación divina, ser obedecido como rema, palabra de Dios por medio de los creyentes. La Biblia, en manos de estos está dejando de ser predicada para que las congregaciones se alimenten de subjetividades que son recibidas aunque no descansen en la Biblia. La verdadera espiritualidad para estos se manifiesta en hablar en lenguas, en caer en el Espíritu, en sanidades de auto-engañados aunque los verdaderamente enfermos sean despedidos por la puerta trasera de la iglesia luego de que los asistentes al culto hayan dejado el templo, alegando que Dios ya no sana más hoy.

         La razón de todo este estado de la iglesia no es otro que la falta de enseñar la Palabra. Claro está que para poder enseñar la Biblia es necesario que haya hombres preparados para hacerlo. Maestros que han sido formados en la Palabra. Pastores cuyo celo sea el de dedicar tiempo al estudio para poder enseñar también a otros (2 Ti. 2:2). Iglesias cuya determinación y orientación sea dar prioridad a la Biblia sobre cualquier otra cosa, no para hacer técnicos en la Palabra, sino para formar hombres y mujeres que conociendo la Biblia, vivan vidas conforme a ella. Satanás procurará que esto no ocurra. Nada teme más que un creyente que puede apoyarse en la autoridad de la Biblia y responder con ella a sus insinuaciones y tentaciones.

          El mundo evangélico está atravesando un momento de crisis en todos los terrenos. En base a no molestar a otros, se asume como válidas conductas que no solo son contrarias a la moral, sino a la misma naturaleza. Hay iglesias que llamándose evangélicas aceptan el matrimonio contrario a lo que Dios establece en su Palabra, porque también ellos tienen derecho de ser recibidos, ya que la Iglesia es el lugar de encuentro para todos los hombres que desean alabar a Dios. La familia está destruyéndose, los matrimonios rompiéndose, nuevas uniones sustituyen a las anteriores siendo causa de ruina para muchos niños pequeños en hogares destruidos. Nuestra sociedad vive en buenas casas, pero carece de hogares.

          De ahí la advertencia del apóstol a la que debemos prestar urgente atención: “que prediques la Palabra”. Es hora de que quienes creemos en la autoridad, inerrancia e inspiración plenaria de la Escritura, dejemos a un lado las barreras de nuestros sistemas religiosos, las divisiones de un mal entendido denominacionalismo, para acudir juntos y hacer un bloque contra la corriente no Biblia que está afectando el mundo evangélico. Dejar esto para más adelante puede resultar en la ruina inevitable de muchas vidas, avanzando a un punto sin retorno del que será imposible salir.

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10-Cómo testificar a personas atrapadas en una secta

Cómo testificar a personas atrapadas en una secta

a1La primera vez que tuve que enfrentarme con alguien que pertenecía a una secta fue cuando mi esposa y yo recién habíamos iniciado nuestra tarea con la Asociación Evangelística Luis Palau. La junta directiva nos había enviado a trabajar en una iglesia local a fin de que nos preparáramos para nuestro futuro ministerio con Luis Palau. Un día recibimos la llamada de una mujer que esporádicamente se congregaba con nosotros. La estaban visitando integrantes de una secta y ella estaba confundida, sin saber qué creer o a quién creer. Nos invitó a nuestro pastor principal y a mí para que dialogáramos sobre lo que la Biblia enseña en contraste con lo que enseñaba aquel grupo.

Cuando llegamos estaban presentes dos integrantes de la secta, uno de los cuales era el maestro principal; estaba bien adoctrinado. Comenzamos el debate. El pastor de nuestra congregación hizo una brillante exposición de lo que es el cristianismo ortodoxo, y basándose en el idioma griego original del Nuevo Testamento hizo pedazos los argumentos de los sectarios. Tal era la derrota que yo mismo sentía lástima por ellos. ¿El resultado? Para nuestra sorpresa, la mujer decidió unirse a la secta.

Después del encuentro, comencé a analizar qué había pasado. ¿Fue acaso que el enemigo la había engañado tanto que ella ya estaba ciega? ¿Por qué no respondió positivamente a nuestra brillante (y créame, fue brillante) ponencia? ¿Quizá en nuestra presentación había faltado el elemento del amor?

Pocos días después me puse a hablar con un desconocido cuya esposa pertenecía a esa misma secta. Me invitó a su casa para conversar con su cónyuge. Con el esposo como espectador y buscando qué camino escoger, la dama y yo dialogamos. Esta vez mostré amor por su alma, escuché sus argumentos con sumo respeto, la felicité por su conocimiento de la Palabra de Dios, me valí del humor, quedé tranquilo confiando en el Señor, y me mantuve centrado en los temas principales: la persona de Cristo, su muerte en la cruz, el perdón de pecados, la vida transformada por Cristo. Cuando llegamos al tema de que el creyente puede tener la absoluta seguridad de su salvación (1 Juan 5:11–12), ella perdió los estribos y empezó a gritarme. Gracias a Dios pude mantener el dominio propio confiando en el Señor. Después de las tres horas que duró el encuentro salí convencido de que su esposo había notado la diferencia, tanto en doctrina como en comportamiento, entre el verdadero cristianismo y esa secta a que pertenecía su esposa. Al mismo tiempo es probable que la mujer, antes tan arraigada en la secta, haya vuelto a ella con muchas dudas.

Basado en mis observaciones, junto a los estudios y experiencias de otros, deseo compartir algunas ideas sobre cómo testificar a gente atrapada en una secta o semisecta como fue el caso de las dos mujeres mencionadas. No conozco ninguna técnica que sea válida para todos los grupos. Sin embargo, existen ciertos principios básicos.

1. Uno mismo debe tener certeza de su salvación, tanto en su doctrina como en su corazón. A menos que entienda con seguridad lo que Cristo hizo por usted por medio de su sangre en la cruz, no podrá testificar eficazmente a un «sectario«. El creyente inmaduro, con dudas de su salvación, en vez de ser un instrumento hábil en las manos de Dios a fin de ganar al sectario al reino de Dios, es en cambio candidato para ser persuadido por ellos.

2. Siempre hablar la verdad con amor (Ef. 4:15). Nunca es bíblico sacrificar la verdad por el amor, como tampoco es bíblico sacrificar el amor por la verdad. Con los sectarios tanta importancia tiene la actitud como la doctrina. Ese fue nuestro error principal cuando hablamos con la primera mujer. No es necesario ni aconsejable entrar en polémica. Uno de los principios para el diálogo es respetar las ideas ajenas, algo que se puede lograr sin sacrificar las convicciones doctrinales.

3. Practicar el evangelismo amistoso. El amor bíblico es más que simplemente actitudes. La tercera prueba de que somos verdaderos hijos de Dios según 1Juan es la social, es decir maneras prácticas de demostrar el amor de Dios.

En nuestra comunidad residen católicos, luteranos, adventistas, ortodoxos griegos, budistas, una familia de la iglesia de Cristo, y varias personas que no asisten a ninguna iglesia. Cuando una nueva familia llega al vecindario, mi esposa prepara una comida y se las lleva pero no utiliza vajilla descartable sino platos que les será necesario devolver. De esa manera estamos mostrando un amor práctico e iniciando contacto con la familia.

Los miembros de una secta están acostumbrados a pensar que son perseguidos por tener «la verdad». Cuando alguien les cierra la puerta en la cara o son marginados debido a que pertenecen a cierto grupo, se sienten dichosos de ser «perseguidos por la justicia». Por lo tanto, ellos necesitan saber que sus niños pueden jugar al fútbol con los míos, que somos de confianza para cualquier emergencia, que nos agrada invitarlos a comer a nuestra casa. Deben estar en contacto con nosotros para poder ver la diferencia que hace Cristo en nuestra vida diaria en forma especial durante los momentos difíciles, los tristes y las tragedias.

A primera vista pareciera que 2 Juan 9–11 nos exhorta a no tener nada que ver con los sectarios ni hablar con ellos. En el contexto de 2Juan, quienes traen las doctrinas extrañas son los autoproclamados maestros herejes. Probablemente han salido de la iglesia y están buscando hacer proselitismo y ganar más adherentes a sus doctrinas falsas. No se refiere, necesariamente, a los vecinos y familiares que están atrapados en una secta sino a los mandatarios de la secta.

En segundo lugar, la palabra aquí traducida «casa» probablemente se refiere a la iglesia casera donde se reunía la congregación (ver Romanos 16:5; 1 Corintios 16:19; Colosenses 4:15; Filemón 2). Está prohibiendo dar una bienvenida oficial a tal persona o darle una plataforma para propagar su causa.

4. Hacer un profundo estudio de la doctrina bíblica y manejar bien los fundamentos de la fe, como por ejemplo quién es Dios, qué sucedió en la creación del hombre, cómo afectó a la raza humana la caída del hombre, quién es Jesucristo, qué hizo Jesús en la cruz del Calvario, qué debe hacer el hombre para ser salvo. Además es importante entender y poder explicar la gracia del Señor en contraposición con el legalismo (Gálatas 3:3), como así también el propósito de la iglesia local en el proceso de santificación.

5. Ganar a un sectario para Cristo casi siempre es un proceso; no sucede de la noche a la mañana. La persona tampoco se afilia a una secta sin un proceso —a veces extendido— de lavado de cerebro. Muchos sectarios están tan atrapados que la primera presentación del evangelio no penetra. Algunos simplemente apelan a un profeta, apóstol o líder del grupo con palabra de autoridad que consideran al mismo nivel o quizá por encima de la Biblia.

Tal vez haya que hacerlos dudar de la validez de su grupo. Con amor, habría que comenzar a demostrar por ejemplo cómo el grupo ha mentido, ha sido culpable de falsas profecías o bien cómo se ha contradicho. Sin embargo, el líder de la secta es tan venerado por los seguidores que un ataque frontal generalmente resultará contraproducente. ¡El o ella representan a la secta y es como si equivalieran a ella!

El mencionado proceso resultó evidente cuando vivíamos en México, juntos con otros miembros ganamos para Cristo a un ex testigo de Jehová. Para él fue un proceso cognitivo de entender que la salvación es por gracia y no por obras. Aun después de su conversión, durante mucho tiempo siguió entendiendo ciertas enseñanzas doctrinales usando como filtro lo que había aprendido en aquel grupo.

Una vez me paré en una gasolinera para cargar combustible y el empleado me escuchó llamar a mi hijo Joel. ¡El hombre vio esto como su oportunidad!

—Es un nombre bíblico, ¿verdad?

—Sí —contesté—, un profeta menor del Antiguo Testamento.

—¿Usted lee la Biblia? —me preguntó.

—Sí, todos los días —respondí.

—¿Qué versión de la Biblia emplea? —preguntó, ya con más agresividad.

—Bueno —repliqué inocentemente—, leo varias versiones.

En ese momento me miró mordazmente y declaró: —La Reina Valera es la única bendecida por Dios. Las demás versiones son falsas y si uno las lee no es cristiano.

Suponiendo que este hombre estaba bien armado con argumentos para apoyar lo que decía, decidí no refutar su aserción. Entonces, con calma le pregunté: —Y si viviera en otro país que no habla español, ¿qué me sugeriría? ¿Aprender español para poder leer la versión Reina Valera de la Biblia?

Nadie le había hecho una pregunta así y me miró desconcertado respondiendo raquíticamente: —Bueno, tendré que pensarlo un poco, — y habiendo dicho esto no volvió a decir palabra. No estaba preparado para que alguien lo cuestionara de esa manera.

La idea es aflojar un ladrillo en el fundamento de la fe mal cimentada. Pero hay que hacerlo con amor. Una vez que la persona ha reconocido que el grupo no ha satisfecho sus necesidades del alma, estará dispuesta a oír el verdadero evangelio.

6. No distraerse con temas de menor importancia es igualmente relevante. Una vez que la persona reciba a Cristo, dejará también estas cosas secundarias. Tener siempre en mente cúal es el propósito: presentar la verdad de Jesucristo con amor y respeto, y volver una y otra vez al mensaje central que es Jesucristo, el Salvador y Señor.

7. Estudiar las creencias del grupo en cuestión y descubrir a ciencia cierta lo que creen, y cómo presentan y defienden sus creencias. Muchos sólo están acostumbrados a exponer sus creencias, pero no preparados para una buena defensa de la doctrina bíblica (1 Pedro 3:15).

Recuerdo cuando a nuestra oficina en México llegaron dos personas propagando la doctrina de una secta. Yo había estado estudiando precisamente las creencias de ese grupo, por lo tanto estaba preparado para responderles. Recordando mi experiencia pasada con la mujer que terminó afiliándose a una secta a pesar de hablar con nosotros, me mantuve con calma frente a estas personas y las exposiciones de su dogma. Finalmente me tocó responder. Saqué la Biblia y comencé a contestar punto por punto. Vi pánico en sus ojos. Interrumpiéndome, uno exclamó: —No sé cómo contestar pero mi papá sí sabrá. Lo voy a traer para que usted pueda hablar con él.

Se fueron y nunca volvieron.

8. Durante sus contactos con un sectario, valerse del testimonio personal, de cómo usted se convirtió a Cristo. (Pablo relata su conversión dos veces en el libro de Hechos, 22:6–16 y 26:12–18.) Una manera de abrir la puerta para hablar de su propia experiencia es preguntar cómo se asoció con el grupo al que pertenece. Es imperioso que uno hable de su conversión al Señor y no de cómo comenzó en determinada iglesia o denominación. El testimonio da la oportunidad de hablar de Cristo y del plan de salvación, y demuestra que su intención es presentar a Cristo y no hacer proselitismo. Su interlocutor no podrá negarle el cambio que Cristo realizó en su vida. Además, una pregunta de esta naturaleza tiene el propósito de hacerle entender a la persona la necesidad que la llevó a la secta para entonces mostrarle que sólo Cristo satisface las necesidades más profundas del ser humano.

Nuestro consejo es que usted prepare su testimonio personal, bien fundamentado en la Biblia, de manera de presentar el evangelio en forma clara. Luego practíquelo ante su cónyuge o algún amigo.

9. Persistir (Lucas 18:1–8). Recuerdo a un hombre que acudió a Cristo después de haber estado años en una secta que, a pesar de emplear la Biblia, enseñaba que uno obtiene la salvación por obras humanas. Dios usó la amistosa persistencia de unos amigos cristianos para llevarlo a la cruz. Después de entender que la salvación es por gracia y no por «obras [humanas], para que nadie se gloríe» (Efesios 2:9), tan tocado se sintió este hombre que durante meses estudió el libro de Gálatas y en forma especial «estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud» (5:1).

10. Orar incesantemente por ellos (1 Tesalonicenses 5:17; Proverbios 24:11–12).

Continúo con la historia de los amigos de nuestro hijo que cuando fueron a vivir a otra ciudad quedaron atrapados en una semisecta. La primera vez que nuestro hijo y nuera fueron a visitarlos, conversaron mucho sobre doctrina. Joel estaba bastante preocupado, no solamente porque sus amigos estaban en una semisecta sino porque, a su juicio, hizo más mal que bien con su visita.

Cuando llegó el momento de otra visita, yo estaba en la recta final tratando de terminar este libro. Nos reunimos con Joel, Cristina y otro matrimonio, también amigos de la pareja en la secta. Oramos juntos y planeamos la estrategia a seguir. En primer lugar, decidimos que se referirían a lo que el Señor estaba haciendo en sus vidas, espiritualmente hablando en vez de discutir qué iglesia era poseedora de la verdad. La idea era hacerlos dudar demostrando que uno puede ser verdadero cristiano sin formar parte de esa congregación a que pertenecían. En segundo lugar, convinimos en que renovarían la relación con estos amigos y mostrarían un amor genuino por sus almas. El objetivo era reabrir la puerta para diálogos significativos en el futuro. Esperando la ayuda de Dios, siguieron orando y viajaron una vez más para el encuentro.

Después de aquel fin de semana, cuando estaban a punto de volver a casa, Esteban llamó aparte a Joel y le preguntó si estaría bien que le hiciera algunas preguntas pues tenía dudas sobre ciertas prácticas y doctrinas de su iglesia. ¡Habíamos logrado el objetivo!

Mi hijo y nuera intensificaron su oración por esta joven pareja. Varios meses más tarde Esteban los llamó por teléfono con una larga lista de preguntas que pensaba hacer a su pastor y quería que Joel revisara cada una para tener la seguridad de mantenerse centrado en los puntos principales. Como es común en estos casos, la esposa de Esteban no estaba convencida de que debieran causar tanto «escándalo». A ella no le importaba tanto la doctrina ni la práctica de la iglesia sino más bien no perder las amistades que había entablado en la congregación.

Las tres parejas decidieron reunirse una vez más y pasar un fin de semana hablando y orando. Joel les entregó el testimonio que he reproducido en capítulo 11, juntamente con otro material. Además yo les advertí a Joel y Cristina que el pastor los iba a estigmatizar a sus amigos como «divisores» empleando como base las palabras de Pablo en Tito 3:10. Al mismo tiempo les aseguré que ir directamente al pastor con sus dudas y preguntas no causaría ninguna división. Es lo correcto, lo bíblico. Ser divisivo sería propagar los desacuerdos en la congregación y comenzar a agrupar gente que los apoyara (cosa que Esteban no había hecho).

Una vez que la pareja regresó a su casa, leyó todo el material que Joel les había entregado. La joven todavía no estaba convencida del error y trató de disuadir a su esposo. Al día siguiente asistieron al culto y se sorprendieron de que toda la congregación ya se había enterado de su «problema». Es cuando Estaban y su esposa recordaron lo que habían leído en el testimonio de la muchacha reproducido en capítulo 11. Ella cuenta cómo el pastor podía estar al día en todo lo que sucedía en la congregación por medio de un sistema de chisme colectivo. En forma inmediata comprendieron cómo todos se habían enterado. Aquella noche la esposa de Esteban recibió una llamada de una de sus compañeras de oración para informarle que debía estar preparada para tomar ciertas «decisiones difíciles».

A la hora de la entrevista a Estaban lo esperaba no sólo el pastor sino dos personas más, Biblias en mano. El testimonio escrito que Joel le había dado había preparado a Esteban, y nada de la entrevista lo tomó por sorpresa. No solamente lo acusaron de ser causa de divisiones sino que además le dijeron que evidentemente tenía un pecado oculto, pues de otra manera no tendría dudas sobre la congregación. Durante varias horas lo acusaron de pecados secretos, de pecar contra su esposa, de tener una amante y varias otras cosas. Sin embargo, ni una vez hablaron acerca de las dudas y preguntas presentadas por Esteban.

Lo que sucedió después nadie lo había previsto. ¡Lo echaron de la iglesia!

Esteban volvió a su casa exacerbado.

Debido a los motivos explicados en el capítulo 4, llevó tiempo pero finalmente Esteban y su esposa encontraron una buena congregación donde actualmente están sirviendo al Señor.

Mirón, J. (1997). ¿Iglesia o secta? (pp. 83–92). Miami, Florida, EE. UU. de A.: Editorial Unilit.

EL BURRO DE LA ENTRADA TRIUNFAL

18 mar 2016

EL BURRO DE LA ENTRADA TRIUNFAL

por Carlos Rey

a1«Cuenta una curiosa fábula que la mañana de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén sobre el humilde lomo de un asno, cuando el borriquillo regresó, todas las bestias se le acercaron para informarse de lo que había acontecido. El burro comenzó a pavonearse entre sus congéneres y, asumiendo poses de importancia, les dijo: “Ustedes no saben lo importante que le he parecido a la gente esta mañana. Todos corrían para verme pasar, y nadie permitió que mi fino casco se manchara con la inmundicia del suelo. Todos arrojaban sus mantos para que yo pasara sobre ellos.”

»Una vaca le preguntó: “¿Y cuando tiraban sus mantos para que tú pasaras sobre ellos, que decían?” “Bueno —respondió el burro con más orgullo aún—, decían: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”

»Al escuchar eso, todos los animales soltaron una estruendosa carcajada. “¡Qué tonto eres! —dijo uno de ellos—. Aquella gloria no era para ti. Era para el que cabalgaba sobre tu lomo. Era para Jesús, el Hijo de Dios.”»

Esta fábula la contó el Hermano Pablo por la radio tres años después de que su primer programa radial, transmitido el primero de julio de 1955, se convirtiera en UN MENSAJE A LA CONCIENCIA. Lo extraordinario del caso es que, transcurridos más de cincuenta años de transmisión continua de programas que comienzan con historias parecidas, su autor no haya dejado de identificarse con el burro de la fábula.

En una entrevista en 1978 con un reportero del Orange County Register del sur de California, periódico del condado en que está la sede de la Asociación, el Hermano Pablo, con la humildad de siempre, le cuenta al periodista la fábula del burro de la entrada triunfal, y luego se la aplica a sí mismo diciendo: «En cierto sentido, los que servimos a otros… somos como ese burro, y debemos tener cuidado de reconocer que el mensaje que llevamos —nuestro jinete, por así decirlo— es más importante que nosotros. Eso siento yo en mi ministerio —concluye el Hermano Pablo—: que de cierto modo yo soy ese burro, que lleva a cuestas la Palabra…»1

Así que no hay duda de que el Hermano Pablo tiene un concepto de sí mismo diametralmente opuesto al que reflejan las siguientes palabras de un homenaje que se le hizo en el diario La República de San José, Costa Rica:

… el Hermano Pablo… abandona los caminos trillados de la oratoria religiosa… para convertirse en una dinamo que enciende las apagadas luces de la mente con lo insólito.
Es un martillo que golpea la conciencia de todos,
un orientador sin demagogia barata, sin poses de santo y con dimensión de maestro…
… una voz de paz y amor en un mundo de sangre y violencia….
Escucharlo… resulta refrescante….
… Porque este Hermano Pablo… que esparce su voz por todo el mundo de habla hispana, es un hombre dedicado a Cristo, pero con los pies bien pegados a la tierra.2


1 George Grey, «CM Man’s Messages Reach 50 Million» (Los mensajes de un habitante de Costa Mesa llegan a 50 millones de personas), The Register 23 abril 1978: B1.
2 «Pentagrama», La República (San José, Costa Rica) 4 febrero 1982.

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Tres realidades del amor

Marzo 18

Tres realidades del amor

Lectura bíblica: 1 Pedro 4:7–11

Tened entre vosotros un ferviente amor, porque el amor cubre una multitud de pecados. 1 Pedro 4:8

a1Ernesto corrió a casa después de la escuela, sintiendo como si sus compañeros le hubieran dado un puntapié. Si soy tan despreciable como dicen, pensó para sus adentros, entonces nadie quiere juntarse conmigo. Está bien. Si no quieren juntarse conmigo, yo no me quiero juntar con ellos. Entró a su cuarto, cerró la puerta, se acostó en la cama y se puso los auriculares. Y con la música tan fuerte como para romperle los tímpanos, trató de pensar en cualquier cosa menos la gente.

La actitud de Ernesto hacia la vida tiene un problema: No podemos renunciar de la raza humana. Sea que nos guste o no, Dios nos puso aquí sobre la Tierra para relacionarnos con otras personas. Existen tres realidades acerca del amor de las que no nos podemos escapar:
Primera realidad: Amar no es una opción. El mayor mandato de la Biblia a los cristianos es amar a Dios y amar a nuestros prójimos. Dios nos hizo “a medida” para que nos involucremos con personas de todo tipo, aun las que nos irritan, nos molestan o nos aburren. Aun cuando parece imposible poder hacerlo, Dios nos creó para que procuremos llevarnos bien con los demás.

En cuanto Ernesto se calmó, recordó que había mucha gente a su alrededor que necesitaba sentir el amor real y transformador de Dios. Vio que cada día era una oportunidad de amar a los que más necesitaban ser amados.

Segunda realidad: El amor es una acción. ¿Aborreces los dibujos de corazones, las flores y las canciones melosas de amor? ¡No importa! El amor no es un sentimiento. Es algo que escoges hacer.

En cuanto Ernesto oró que Dios le abriera los ojos, vio que Dios le estaba dando muchas oportunidades para disfrutar de otros, consolarlos y guiarlos a Cristo.

Tercera realidad: Amar con frecuencia es difícil. A veces resulta difícil decidir qué cosa cariñosa uno debe hacer. A veces realizar la cosa cariñosa es más difícil todavía. Afortunadamente, Dios no te diseñó para amar a los demás para luego dejarte sin indicaciones sobre cómo hacerlo.

En cuanto Ernesto leyó su Biblia, descubrió que ésta lo invitaba a tener la experiencia del amor de Dios. Le ordenaba que pusiera en práctica el amor en la vida real. Y le enseñaba para saber en qué consiste el amor.

Fuimos hechos para amar y para seguir amando. El amor nunca deja de ser, pero a veces dejamos de amar a Dios y a los demás. Entonces tenemos que volver y conseguir algo del amor excepcional de Dios. ¡Y, ya que estamos en esto, podemos volver a leer las instrucciones de Dios acerca de cómo demostrar su amor por los demás!

PARA DIALOGAR
¿En qué ocasión te has sentido tentado a retraerte de tu mundo? ¿Por qué eso no puede ser una opción permanente?

PARA ORAR
Pídele al Dios de amor que te siga enseñando lo que significa amarle a él y a los demás.

PARA HACER
¿Cuál “realidad acerca del amor” te da más trabajo aceptar y poner en práctica en tu diario vivir? ¡Concéntrate en esa!

McDowell, J., & Johnson, K. (2005). Devocionales para la familia. El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano.

NI PUNTO DE COMPARACIÓN

NI PUNTO DE COMPARACIÓN

Pablo Martini
Programa No. 2016-03-18
a1Es importante realizar periódicamente una evaluación personal. Un balance o estadística de mis valores de vida, de mis prioridades, actividades, agendas y finanzas. En fin, actualizar cada tanto mi escala de valores. Es saludable y necesario. Pero la pregunta es con quién me comparo al momento de hacer esta apreciación. Porque si lo hago comparándome con mis semejantes o con otros que yo escoja, el resultado puede estar sensiblemente alejado de la realidad. Así se me va la vida con comparaciones inútiles y peligrosas Mayormente somos propensos a compararnos siempre con los que están en una condición inferior que la mía. Por ejemplo, si quiero evaluar mis prioridades en lo económico, me comparo con alguien más ambicioso y digo: “Yo no soy tan avaro. Él lo es más”. Si pretendo evaluar mi familia, en donde siempre el tiempo dedicado es poco, lo hago con una familia disfuncional y digo: Mi familia, al fin y al acabo no está tan mal. Si lo que quiero evaluar ahora es mi fidelidad conyugal, me comparo con un cónyuge liberal y digo: “Pero yo no hago esto o aquello”. De esta manera las comparaciones nunca nos dejan un cuadro acertado del estado de nuestras propias vidas. David dijo en uno de sus Salmos: “¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias; que no se enseñoreen de mí. Entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión.” (Salmo 19:12-13) ¿Notaste la pregunta inicial?… “¿Quién podrá entender sus propios errores?” y al unísono respondemos: NADIE.

Nosotros no podemos ser los protagonistas de nuestra propia evaluación. Otros deben opinar por nosotros mismos. Lo ideal es que ese “Otro” sea con mayúscula, o sea Dios y su Palabra. “Mas el que se gloría, gloríese en el Señor; porque no es aprobado el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien Dios alaba.” 1ª Corintios 10:17-18

PENSAMIENTO DEL DÍA:

Alábete el extraño y no tu propia boca. (La Biblia)