David huye de Saúl

1 Samuel 21-24

David huye de Saúl

a121:1  Vino David a Nob, al sacerdote Ahimelec; y se sorprendió Ahimelec de su encuentro, y le dijo: ¿Cómo vienes tú solo, y nadie contigo?

Y respondió David al sacerdote Ahimelec: El rey me encomendó un asunto, y me dijo: Nadie sepa cosa alguna del asunto a que te envío, y lo que te he encomendado; y yo les señalé a los criados un cierto lugar.

Ahora, pues, ¿qué tienes a mano? Dame cinco panes, o lo que tengas.

El sacerdote respondió a David y dijo: No tengo pan común a la mano, solamente tengo pan sagrado; pero lo daré si los criados se han guardado a lo menos de mujeres.

Y David respondió al sacerdote, y le dijo: En verdad las mujeres han estado lejos de nosotros ayer y anteayer; cuando yo salí, ya los vasos de los jóvenes eran santos, aunque el viaje es profano; ¿cuánto más no serán santos hoy sus vasos?

Así el sacerdote le dio el pan sagrado, porque allí no había otro pan sino los panes de la proposición, los cuales habían sido quitados de la presencia de Jehová, para poner panes calientes el día que aquéllos fueron quitados.

Y estaba allí aquel día detenido delante de Jehová uno de los siervos de Saúl, cuyo nombre era Doeg, edomita, el principal de los pastores de Saúl.

Y David dijo a Ahimelec: ¿No tienes aquí a mano lanza o espada? Porque no tomé en mi mano mi espada ni mis armas, por cuanto la orden del rey era apremiante.

Y el sacerdote respondió: La espada de Goliat el filisteo, al que tú venciste en el valle de Ela, está aquí envuelta en un velo detrás del efod; si quieres tomarla, tómala; porque aquí no hay otra sino esa. Y dijo David: Ninguna como ella; dámela.

10 Y levantándose David aquel día, huyó de la presencia de Saúl, y se fue a Aquis rey de Gat.

11 Y los siervos de Aquis le dijeron: ¿No es éste David, el rey de la tierra? ¿no es éste de quien cantaban en las danzas, diciendo:
    Hirió Saúl a sus miles,
    Y David a sus diez miles? m

12 Y David puso en su corazón estas palabras, y tuvo gran temor de Aquis rey de Gat.

13 Y cambió su manera de comportarse delante de ellos, y se fingió loco entre ellos, y escribía en las portadas de las puertas, y dejaba correr la saliva por su barba.

14 Y dijo Aquis a sus siervos: He aquí, veis que este hombre es demente; ¿por qué lo habéis traído a mí?

15 ¿Acaso me faltan locos, para que hayáis traído a éste que hiciese de loco delante de mí? ¿Había de entrar éste en mi casa?

22:1  Yéndose luego David de allí, huyó a la cueva de Adulam; y cuando sus hermanos y toda la casa de su padre lo supieron, vinieron allí a él.

Y se juntaron con él todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu, y fue hecho jefe de ellos; y tuvo consigo como cuatrocientos hombres.

Y se fue David de allí a Mizpa de Moab, y dijo al rey de Moab: Yo te ruego que mi padre y mi madre estén con vosotros, hasta que sepa lo que Dios hará de mí.

Los trajo, pues, a la presencia del rey de Moab, y habitaron con él todo el tiempo que David estuvo en el lugar fuerte.

Pero el profeta Gad dijo a David: No te estés en este lugar fuerte; anda y vete a tierra de Judá. Y David se fue, y vino al bosque de Haret.

Saúl mata a los sacerdotes de Nob

Oyó Saúl que se sabía de David y de los que estaban con él. Y Saúl estaba sentado en Gabaa, debajo de un tamarisco sobre un alto; y tenía su lanza en su mano, y todos sus siervos estaban alrededor de él.

Y dijo Saúl a sus siervos que estaban alrededor de él: Oíd ahora, hijos de Benjamín: ¿Os dará también a todos vosotros el hijo de Isaí tierras y viñas, y os hará a todos vosotros jefes de millares y jefes de centenas,

para que todos vosotros hayáis conspirado contra mí, y no haya quien me descubra al oído cómo mi hijo ha hecho alianza con el hijo de Isaí, ni alguno de vosotros que se duela de mí y me descubra cómo mi hijo ha levantado a mi siervo contra mí para que me aceche, tal como lo hace hoy?

Entonces Doeg edomita, que era el principal de los siervos de Saúl, respondió y dijo: Yo vi al hijo de Isaí que vino a Nob, a Ahimelec hijo de Ahitob,

10 el cual consultó por él a Jehová y le dio provisiones, y también le dio la espada de Goliat el filisteo.

11 Y el rey envió por el sacerdote Ahimelec hijo de Ahitob, y por toda la casa de su padre, los sacerdotes que estaban en Nob; y todos vinieron al rey.

12 Y Saúl le dijo: Oye ahora, hijo de Ahitob. Y él dijo: Heme aquí, señor mío.

13 Y le dijo Saúl: ¿Por qué habéis conspirado contra mí, tú y el hijo de Isaí, cuando le diste pan y espada, y consultaste por él a Dios, para que se levantase contra mí y me acechase, como lo hace hoy día?

14 Entonces Ahimelec respondió al rey, y dijo: ¿Y quién entre todos tus siervos es tan fiel como David, yerno también del rey, que sirve a tus órdenes y es ilustre en tu casa?

15 ¿He comenzado yo desde hoy a consultar por él a Dios? Lejos sea de mí; no culpe el rey de cosa alguna a su siervo, ni a toda la casa de mi padre; porque tu siervo ninguna cosa sabe de este asunto, grande ni pequeña.

16 Y el rey dijo: Sin duda morirás, Ahimelec, tú y toda la casa de tu padre.

17 Entonces dijo el rey a la gente de su guardia que estaba alrededor de él: Volveos y matad a los sacerdotes de Jehová; porque también la mano de ellos está con David, pues sabiendo ellos que huía, no me lo descubrieron. Pero los siervos del rey no quisieron extender sus manos para matar a los sacerdotes de Jehová.

18 Entonces dijo el rey a Doeg: Vuelve tú, y arremete contra los sacerdotes. Y se volvió Doeg el edomita y acometió a los sacerdotes, y mató en aquel día a ochenta y cinco varones que vestían efod de lino.

19 Y a Nob, ciudad de los sacerdotes, hirió a filo de espada; así a hombres como a mujeres, niños hasta los de pecho, bueyes, asnos y ovejas, todo lo hirió a filo de espada.

20 Pero uno de los hijos de Ahimelec hijo de Ahitob, que se llamaba Abiatar, escapó, y huyó tras David.

21 Y Abiatar dio aviso a David de cómo Saúl había dado muerte a los sacerdotes de Jehová.

22 Y dijo David a Abiatar: Yo sabía que estando allí aquel día Doeg el edomita, él lo había de hacer saber a Saúl. Yo he ocasionado la muerte a todas las personas de la casa de tu padre.

23 Quédate conmigo, no temas; quien buscare mi vida, buscará también la tuya; pues conmigo estarás a salvo.

David en el desierto

23:1  Dieron aviso a David, diciendo: He aquí que los filisteos combaten a Keila, y roban las eras.

Y David consultó a Jehová, diciendo: ¿Iré a atacar a estos filisteos? Y Jehová respondió a David: Ve, ataca a los filisteos, y libra a Keila.

Pero los que estaban con David le dijeron: He aquí que nosotros aquí en Judá estamos con miedo; ¿cuánto más si fuéremos a Keila contra el ejército de los filisteos?

Entonces David volvió a consultar a Jehová. Y Jehová le respondió y dijo: Levántate, desciende a Keila, pues yo entregaré en tus manos a los filisteos.

Fue, pues, David con sus hombres a Keila, y peleó contra los filisteos, se llevó sus ganados, y les causó una gran derrota; y libró David a los de Keila.

Y aconteció que cuando Abiatar hijo de Ahimelec huyó siguiendo a David a Keila, descendió con el efod en su mano.

Y fue dado aviso a Saúl que David había venido a Keila. Entonces dijo Saúl: Dios lo ha entregado en mi mano, pues se ha encerrado entrando en ciudad con puertas y cerraduras.

Y convocó Saúl a todo el pueblo a la batalla para descender a Keila, y poner sitio a David y a sus hombres.

Mas entendiendo David que Saúl ideaba el mal contra él, dijo a Abiatar sacerdote: Trae el efod.

10 Y dijo David: Jehová Dios de Israel, tu siervo tiene entendido que Saúl trata de venir contra Keila, a destruir la ciudad por causa mía.

11 ¿Me entregarán los vecinos de Keila en sus manos? ¿Descenderá Saúl, como ha oído tu siervo? Jehová Dios de Israel, te ruego que lo declares a tu siervo. Y Jehová dijo: Sí, descenderá.

12 Dijo luego David: ¿Me entregarán los vecinos de Keila a mí y a mis hombres en manos de Saúl? Y Jehová respondió: Os entregarán.

13 David entonces se levantó con sus hombres, que eran como seiscientos, y salieron de Keila, y anduvieron de un lugar a otro. Y vino a Saúl la nueva de que David se había escapado de Keila, y desistió de salir.

14 Y David se quedó en el desierto en lugares fuertes, y habitaba en un monte en el desierto de Zif; y lo buscaba Saúl todos los días, pero Dios no lo entregó en sus manos.

15 Viendo, pues, David que Saúl había salido en busca de su vida, se estuvo en Hores, en el desierto de Zif.

16 Entonces se levantó Jonatán hijo de Saúl y vino a David a Hores, y fortaleció su mano en Dios.

17 Y le dijo: No temas, pues no te hallará la mano de Saúl mi padre, y tú reinarás sobre Israel, y yo seré segundo después de ti; y aun Saúl mi padre así lo sabe.

18 Y ambos hicieron pacto delante de Jehová; y David se quedó en Hores, y Jonatán se volvió a su casa.

19 Después subieron los de Zif para decirle a Saúl en Gabaa: ¿No está David escondido en nuestra tierra en las peñas de Hores, en el collado de Haquila, que está al sur del desierto?

20 Por tanto, rey, desciende pronto ahora, conforme a tu deseo, y nosotros lo entregaremos en la mano del rey.

21 Y Saúl dijo: Benditos seáis vosotros de Jehová, que habéis tenido compasión de mí.

22 Id, pues, ahora, aseguraos más, conoced y ved el lugar de su escondite, y quién lo haya visto allí; porque se me ha dicho que él es astuto en gran manera.

23 Observad, pues, e informaos de todos los escondrijos donde se oculta, y volved a mí con información segura, y yo iré con vosotros; y si él estuviere en la tierra, yo le buscaré entre todos los millares de Judá.

24 Y ellos se levantaron, y se fueron a Zif delante de Saúl.

Pero David y su gente estaban en el desierto de Maón, en el Arabá al sur del desierto.

25 Y se fue Saúl con su gente a buscarlo; pero fue dado aviso a David, y descendió a la peña, y se quedó en el desierto de Maón. Cuando Saúl oyó esto, siguió a David al desierto de Maón.

26 Y Saúl iba por un lado del monte, y David con sus hombres por el otro lado del monte, y se daba prisa David para escapar de Saúl; mas Saúl y sus hombres habían encerrado a David y a su gente para capturarlos.

27 Entonces vino un mensajero a Saúl, diciendo: Ven luego, porque los filisteos han hecho una irrupción en el país.

28 Volvió, por tanto, Saúl de perseguir a David, y partió contra los filisteos. Por esta causa pusieron a aquel lugar por nombre Sela-hama-lecot.[a]

29 Entonces David subió de allí y habitó en los lugares fuertes de En-gadi.

David perdona la vida a Saúl en En-gadi

24:1  Cuando Saúl volvió de perseguir a los filisteos, le dieron aviso, diciendo: He aquí David está en el desierto de En-gadi.

Y tomando Saúl tres mil hombres escogidos de todo Israel, fue en busca de David y de sus hombres, por las cumbres de los peñascos de las cabras monteses.

Y cuando llegó a un redil de ovejas en el camino, donde había una cueva, entró Saúl en ella para cubrir sus pies; y David y sus hombres estaban sentados en los rincones de la cueva.

Entonces los hombres de David le dijeron: He aquí el día de que te dijo Jehová: He aquí que entrego a tu enemigo en tu mano, y harás con él como te pareciere. Y se levantó David, y calladamente cortó la orilla del manto de Saúl.

Después de esto se turbó el corazón de David, porque había cortado la orilla del manto de Saúl.

Y dijo a sus hombres: Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de Jehová, que yo extienda mi mano contra él; porque es el ungido de Jehová.

Así reprimió David a sus hombres con palabras, y no les permitió que se levantasen contra Saúl. Y Saúl, saliendo de la cueva, siguió su camino.

También David se levantó después, y saliendo de la cueva dio voces detrás de Saúl, diciendo: !!Mi señor el rey! Y cuando Saúl miró hacia atrás, David inclinó su rostro a tierra, e hizo reverencia.

Y dijo David a Saúl: ¿Por qué oyes las palabras de los que dicen: Mira que David procura tu mal?

10 He aquí han visto hoy tus ojos cómo Jehová te ha puesto hoy en mis manos en la cueva; y me dijeron que te matase, pero te perdoné, porque dije: No extenderé mi mano contra mi señor, porque es el ungido de Jehová.

11 Y mira, padre mío, mira la orilla de tu manto en mi mano; porque yo corté la orilla de tu manto, y no te maté. Conoce, pues, y ve que no hay mal ni traición en mi mano, ni he pecado contra ti; sin embargo, tú andas a caza de mi vida para quitármela.

12 Juzgue Jehová entre tú y yo, y véngueme de ti Jehová; pero mi mano no será contra ti.

13 Como dice el proverbio de los antiguos: De los impíos saldrá la impiedad; así que mi mano no será contra ti.

14 ¿Tras quién ha salido el rey de Israel? ¿A quién persigues? ¿A un perro muerto? ¿A una pulga?

15 Jehová, pues, será juez, y él juzgará entre tú y yo. El vea y sustente mi causa, y me defienda de tu mano.

16 Y aconteció que cuando David acabó de decir estas palabras a Saúl, Saúl dijo: ¿No es esta la voz tuya, hijo mío David? Y alzó Saúl su voz y lloró,

17 y dijo a David: Más justo eres tú que yo, que me has pagado con bien, habiéndote yo pagado con mal.

18 Tú has mostrado hoy que has hecho conmigo bien; pues no me has dado muerte, habiéndome entregado Jehová en tu mano.

19 Porque ¿quién hallará a su enemigo, y lo dejará ir sano y salvo? Jehová te pague con bien por lo que en este día has hecho conmigo.

20 Y ahora, como yo entiendo que tú has de reinar, y que el reino de Israel ha de ser en tu mano firme y estable,

21 júrame, pues, ahora por Jehová, que no destruirás mi descendencia después de mí, ni borrarás mi nombre de la casa de mi padre.

22 Entonces David juró a Saúl. Y se fue Saúl a su casa, y David y sus hombres subieron al lugar fuerte.

Footnotes:

  1. 1 Samuel 23:28 Esto es, Peña de las divisiones.
Reina-Valera 1960 (RVR1960)Copyright © 1960 by American Bible Society

Un amor que es más que humano

Marzo 20

Un amor que es más que humano

Lectura bíblica: 1 Juan 4:16–19

Dios permanece en él. En esto se ha perfeccionado el amor entre nosotros. 1 Juan 4:16, 17

a1Tema para comentar: Piensa en alguien que es realmente bueno, más que bueno. Menciona a alguien que es realmente buenísimo. Y aquí está lo importante: que sea alguien que no es creyente. Y luego contesta esta pregunta: ¿Cómo puede ser que alguien que no cree en Jesús sea una persona magnífica?

Aquí va un ejemplo. Nina había sido la mejor amiga de Felicia durante casi toda su vida. Felicia era buena, pero Nina era superbuena. Nina siempre brindaba su amistad a los chicos nuevos, siempre hablaba con bondad, y siempre se anotaba como voluntaria para ayudar en los hospitales y los albergues para ancianos. Cuando Felicia aceptó a Cristo como su Salvador y le anunció inmediatamente a su mejor amiga que ella necesitaba a Jesús, Nina le contestó que ella era tan buena como Felicia. No tenía que hacerse creyente porque ya sabía cómo querer a sus prójimos.

Las objeciones de Nina van al fondo de lo que significa ser cristiano, y por qué necesitamos compartir a Jesús con las personas buenas pero no creyentes en nuestro mundo. Aquí van cuatro realidades de las cuales podemos estar seguros:

Primera realidad: Los no creyentes pueden obedecer la Regla de Oro aunque no conozcan a Dios. No tienes que ser cristiano para poner en práctica alguna verdad bíblica. De hecho, ¡a veces los nos creyentes se esfuerzan más que muchos creyentes por cumplir la Regla de Oro!

Segunda realidad: Obedecer la Regla de Oro siempre requiere el poder único de Dios. La fuerza de voluntad te puede ayudar a hacer mucho bien. Pero vivir la Regla de Oro cuando resulta difícil amar requiere un poder sobrenatural que sólo el Espíritu Santo da. ¡La reacción natural es ser cruel con la gente que es cruel contigo!

Tercera realidad: Necesitas la Biblia para que te diga cómo actuar. El no creyente te puede decir “que escucha lo que le dice el corazón” para saber decidir entre el bien y el mal. Pero aunque tu conciencia y tu sentido común por lo general te llevan por buen camino, no son perfectos. Tu conciencia puede verse afectada por presiones externas e impulsos internos.

Cuarta realidad: Que seas bueno no significa que conozcas a Dios. Eso es difícil de aceptar, especialmente en la gente buena que queremos y admiramos. Pero la verdad es ésta: Por más buena y cariñosa que sea la persona no creyente, la salvación se obtiene únicamente por medio de la fe en Cristo, no por medio de seguir la Regla de Oro. El ser humano necesita más que el amor normal por los demás. Necesita la amistad de Dios mismo, ¡el origen del amor!

PARA DIALOGAR
¿Qué le puedes contestar a alguien como Nina, que dice que no necesita ser creyente porque sigue la Regla de Oro?

PARA ORAR
Señor, estamos rodeados de personas magníficas. Muéstranos cómo ayudarlas a comprender que aun así necesitan conocerte.

PARA HACER
¿Qué personas buenas conoces que necesitan conocer a Jesús? Haz planes con tu familia para contarles de Jesús con amabilidad y sabiduría.

McDowell, J., & Johnson, K. (2005). Devocionales para la familia. El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano.

NO TE QUEDES AHÍ

NO TE QUEDES AHÍ

Pablo Martini
Programa No. 2016-03-20

a1Al  espacio de tiempo anterior a que Cristo viniera a nuestro mundo se le llamó la dispensación de La Ley, por estar caracterizada por aquel evento cuando Dios entregó a Moisés los diez mandamientos escritos por su propio dedo  en tablas de piedra. Eran las altas normas de ética y moral de parte de Dios, era el código divino que marcaba el estándar o estilo de vida aceptado por Dios. Estándar que ni el propio Moisés fue capaz de cumplir, mucho menos los demás mortales. Pero entonces, ¿para qué Dios da una ley a sus criaturas si Él mismo que las creó sabe que están imposibilitados de cumplirla?… Dios no nos dio su ley para que la cumplamos sino para que reconozcamos que no podernos cumplirla y busquemos su asistencia. La ley es como el rayo X que revela que tienes cáncer pero no puede curarte o como la balanza en tu baño que te dice que has aumentado otro kilo pero no puede ayudarte en nada a que bajes de peso. En el caso del rayo X deberás ir al médico y en el de la balanza a la dietista. Pero lo peor que puedes hacer es quedarte ahí, impotente diciendo: “No puedo, no puedo, no puedo”. Si en verdad intentas cumplir a cabalidad la ley de Dios tendrás que reconocer que no puedes.

Cristo vino y aumentó aún más el peso de esa ley cuando dijo: “Moisés os ha dicho no matarás, pero yo os digo: cualquiera que odie en su corazón a su prójimo es un homicida. Moisés dijo No adulterarás, pero Yo os digo: cualquiera que mira a una mujer para codiciarla en su corazón es un adúltero.” ¿Lo ves? La ley de Cristo es aún mucho más exigente que la ley de Moisés, entonces decimos todos: “Y ahora ¿quién podrá defendernos?… Es cuando aparece en escena, majestuoso, Jesús, el Único que fue capaz de cumplir la ley y hoy nos ofrece su vida para que la vivamos y la disfrutemos en gloria para Dios. No te quedes ahí parado, Sí, se puede.

PENSAMIENTO DEL DÍA:

La ley es como un espejo, te revela que estás sucio pero no puede limpiarte.