EL MARIDO INTEGRAL
Guía Práctica Para Ser un Esposo Bíblico
Por Lou Priolo
Capítulo Cuatro
UN CURSO INTENSIVO DE COMUNICAIÓN BÍBLICA
Volúmenes de libros podrían, y deberían, ser escritos para explicar las muchas referencias bíblicas sobre la comunicación. Los cinco principios contenidos en este capítulo, a pesar de no ser exhaustivos, pueden ayudarte a ser un comunicador más eficaz, solucionador de problemas. Es probable que inicialmente te resulte dificil practicar consistentemente algunos de estos principios. Ser un comunicador eficaz no es solamente una responsabilidad bíblica sino una habilidad que toma tiempo desarrollar. Entre más practiques las verdades que estás por aprender (o revisar), más competente serás para usarlas eficazmente.
Lección Uno: No puedes fingirlo (si no existe)
Harvey y Priscila estaban sentados en mi oficina confrontándose uno al otro para resolver un problema. Tan pronto comenzaron a hablar, Priscila hizo un comentario muy desagradable y sarcástico a Harvey.
“¡Oh!” dije. “Priscila, esas palabras no están honrando a tu esposo. Podrías tratar de decirlo de otra manera.”
En ese momento capté la esencia de lo que ella trataba de decirle a Harvey y lo repetí de una manera más moderada que lo que ella lo hizo originalmente.
“Inténtalo así,” le dije. “ABCDEFG,” intentando que expresara una versión moderada de sus pensamientos.
Jamás olvidaré lo que sucedió en seguida. Mientras Priscila miraba directamente a los ojos de Harvey, abrió su boca tratando de decir las palabras, pero nada salió. Estaba sentada con la boca abierta y su lengua como colgando en medio de sus dientes.
“Vamos. Lo puedes hacer,” le dije animándola.
Después de haber cerrado su boca por un momento (para descansar), volvió a intentarlo. Cuando lo hizo, un áspero silbido gutural y un sonido de ahogamiento salió, pero nada más.
“Es realmente difícil para mí decir esas palabras,” me dijo ella con una curiosa mirada en su cara.
Después de reflexionar momentáneamente, le pregunte, “¿Quieres saber por qué?”
“¡Por favor dime!”
“Lo que te pedí que le dijeras a Harvey era bastante cortés y humilde. La razón por la que te quedaste sin palabras es que no hay suficiente gracia y humildad en tu corazón para pronunciar esas palabras sin que se te atoren.”
Finalmente ella entendió que no podía hablar amablemente si primero no cambiaba su corazón. Por la gracia de Dios, eventualmente aprendió a “decirlo” más humildemente y con gracia.
“Pero ningún hombre puede domar la lengua” (Stgo. 3:8a).
¿Te has preguntado alguna vez por qué Santiago dice que ningún hombre puede domar la lengua? Quizá sea porque la lengua es solamente un músculo sin mentalidad propia – simplemente hace lo que le dice el corazón.
La Biblia habla frecuentemente de la conexión que existe entre el corazón y la boca (junto con los labios y la lengua; cf. 1 Sam. 1:13; Job 33:3; Salmo 12:2; 17:10; 19:14; Prov. 15:2, 28; 16:23; 26:23, 24; Mt. 15:8). Los dos versículos en Proverbios quince que hablan de la lengua usan las palabras hablar (v. 2) y desparramar (v. 28) para describir la lengua y la boca respectivamente. La figura que viene a mi mente es la de una jarra.
La lengua de los sabios destila conocimiento; La boca de los necios escupe necedades. (Pr. 15:2 NVI)
El corazón del justo piensa para responder, Más la boca de los impíos derrama malas cosas (Pr. 15:28 RV60)
En esta analogía, el recipiente de esta jarra (que contiene el líquido) corresponde a tu corazón. El pico de la jarra corresponde a tu boca (labios o lengua). Lo que haya en el recipiente se “derramará” del pico de la jarra cuando se incline Si el recipiente contiene leche, el pico derramará leche. Si contiene café, derramará café. Si hay gasolina dentro, derramará gasolina. Y así es con cualquier líquido (ya sea comestible o venenoso) que haya en la jarra. Es como lo dijo nuestro Señor, “Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas” (Mt. 12:34b–35).
La primera lección en la escuela de comunicación bíblica es: No puedes esperar hablar cosas buenas si hay maldad en tu corazón. Jesús hizo la pregunta, “¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos?” (Mt. 12:34a). La única manera de tener un corazón verdaderamente limpio es por la obra regeneradora del Espíritu Santo quien habita en quienes han puesto su fe en nuestro Señor Jesucristo. Esto tiene que ser seguido por Su obra santificadora. Para una explicación más detallada sobre lo que es ser un cristiano genuino toma un tiempo para leer el apéndice H: “¿Cómo Puedo Ser Salvo?”
Lección Dos: ¡Tus palabras no son suficientes!
La siguiente lección en comunicación bíblica tiene que ver con lo que llamo “el diagrama de la comunicación.” La comunicación involucra más que palabras (cf. Prov. 16:24). Involucra también nuestro tono de voz (cf. Prov. 16:21) y nuestra comunicación no-verbal (cf. Hechos 12:17). Si vas a aprender cómo comunicarte apropiadamente, debes aprender a hacerlo en estas tres áreas.
Escoge las palabras correctas
De entre las tres porciones, la Biblia pone el mayor énfasis en las palabras.
“Y os digo que de toda palabra vana que hablen los hombres, darán cuenta de ella en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.” (Mt. 12:36, 37)
Tus palabras, aún las más vanas, serán examinadas en el día del Juicio. Ellas te justificarán o te condenarán. Otras personas también nos juzgan por nuestras palabras. Nuestras esposas lo hacen. ¿Te justifican tus palabras en la mente de tu esposa, o te condenan?
Con tus palabras puedes herirla o sanarla. “Hay quien habla sin tino como golpes de espada, pero la lengua de los sabios sana” (Prov. 12:18). Puedes edificarla o entristecerla. “No salga de vuestra boca ninguna palabra mala, sino sólo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan” (Ef. 4:29). Tus palabras pueden animarla o desanimarla (cf. Deut. 1:28; 1 Tes. 4:18; 5:11; Heb. 3:13).
¿Cuál de estas dos formas de dirigirse a ella sería la mejor? “¿Cuántas veces te he dicho que no cocines demasiado el pollo?” “Cariño, obviamente has pasado bastante tiempo preparando esta comida, gracias. Está sabrosa. ¿Has podido encontrar cómo mantenerlo húmedo y jugoso?”
Uso apropiado del tono de la voz
La Biblia también habla de la importancia de usar el tono apropiado de voz. “La suave respuesta aparta el furor, más la palabra hiriente hace subir la ira.” (Prov. 15:1; cf. Jue. 1:8; Prov. 16:21, 24; 18:22; Col. 4:6). Algunos profesionales de la comunicación creen que en el idioma inglés el tono de nuestra voz puede comunicar hasta siete veces más del mensaje que nuestras palabras.
Por ejemplo, supón que tu esposa te pregunta, “¿Quisieras más carne?” Si respondes “No gracias,” podría ser interpretado de dos maneras muy diferentes dependiendo del tono de tu voz.
Si lo dices con una inflexión placentera como si dijeras: “No (la carne estaba tan buena que ya me repetí tres veces), gracias (pero, no podría comer más).” Si los dice bruscamente sonaría como si dijeras: “¡No, gracias! (¡Casi me ahogo tratando de tragarme este pedazo!)”
Piensa en las muchas malas actitudes que la inflexión de tu voz es capaz de comunicar: falta de respeto, enojo, odio, amargura, desprecio, venganza, miedo, ansiedad, orgullo, escarnio, dureza, superioridad, justicia propia, sarcasmo, crítica, insensibilidad, impaciencia e indiferencia, por nombrar sólo algunas. Por otra parte, con el tono de tu voz también puedes comunicar actitudes correctas como amor, aprobación, compasión, perdón, paciencia, sumisión, abstención, humildad y gentileza.
Uso apropiado de las formas no-verbales de la comunicación
La Biblia tiene mucho que decir sobre las formas no-verbales de comunicación. La comunicación no-verbal incluye expresiones faciales, contacto visual, gestos, postura y tacto. Muchas personas en nuestros días creen que el lenguaje no-verbal es más eficiente en comunicar el mensaje que las palabras y el tono de voz juntos.1
Comencemos con tu rostro. Entonces el Señor dijo a Caín: “¿Por qué estás enojado” (Gen. 4:6), “y por qué se ha demudado tu semblante?” El enojo es uno de los pecados que la Biblia indica se puede evidenciar en tu rostro.2 ¿Recuerdas la ilustración de la jarra? Bueno, el pico de la jarra no solamente es análogo a tus labios, lengua y boca, sino también a tu rostro. Lo que hay en tu corazón también corre en tu semblante (cf. Neh. 2:2; Prov. 15:13; Ecl. 7:3). En la Biblia la palabra “corazón” representa el “hombre interior” y éste invariablemente se opone al “hombre exterior” (boca, lengua, labios, ojos, semblante, manos, pies, etc.). Isaías lo pone de esta manera, “La expresión de sus rostros testifica contra ellos, y como Sodoma publican su pecado” (Isa. 3:9a).
Alguna vez te has preguntado por qué David se refiere a Dios como “¿la salvación de mi ser?” (Salmo 42:11; 43:5) Es porque se dio cuenta que sólo Dios puede quitar de nuestros corazones el pecado que echa a perder nuestro semblante. Salomón también entendía la relación entre el corazón (el recipiente de la sabiduría; cf. Prov. 2:10; 14:33; 17:16) y el rostro. “La sabiduría del hombre ilumina su faz y hace que la dureza de su rostro cambie” (Ecl. 8:1b).
Ahora, como tú no puedes escuchar ni mirar tu propio rostro, detectar las expresiones faciales inapropiadas es mucho más difícil que detectar las palabras o las inflexiones de voz equivocadas. Necesitarás la ayuda de tu esposa (y quizá la de tus hijos) para corregir cualquier gesto inapropiado. Pregúntale(s) para saber cuando tu rostro está diciendo algo equivocado. La única y la mejor corrección que puedes hacer es sonreír. Una sonrisa puede frecuentemente cubrir multitud de pecados. Al fin y al cabo, al sonreír dejas saber a las personas que estás tratando de comunicarte de una manera afectuosa, amigable, placentera, amable y proactiva. Recuerda, sin embargo, que la solución a largo plazo para mejorar tus miradas es hacerlo desde tu interior, cooperando con el Espíritu Santo mientras que Él desarrolla en ti el carácter de nuestro Señor Jesucristo.
En algunas culturas del mundo es considerado de mala educación mirar a las personas a los ojos. En nuestra cultura, generalmente, no mirar a los ojos mientras estamos hablando con las personas es considerado de mala educación. La Biblia dice en 1 Cor. 13:5 que el amor “no se porta indecorosamente”. Cuando Dios nos aconseja, Él dice que lo hace con los ojos puestos en nosotros (Salmo 32:8). Job le dice a uno de sus consejeros, “Y ahora, tratad de mirarme y ved si miento en vuestra cara” (Job 6:28). Una de las pistas que indican una mentira en potencia (o al menos alguna especie de miedo) es la dilatación de los ojos de la persona que habla. Mira a tu esposa cuando ella te esté hablando. En tanto que sea posible, cuando tu esposa se dirija a ti haz un hábito practicar estas cosas: “Para, Mira y Escucha”. Para de hacer lo que estás haciendo cuando ella te hable (i.e, acomoda el periódico o la revista en su lugar, apaga la televisión, etc.), míra directamente a sus ojos, y escucha atentamente lo que te está diciendo.
El último elemento de la comunicación no-verbal que quisiera tratar es el del tacto. Juan, el discípulo “a quien Jesús amaba”, “se reclinaba en el pecho de Jesús” (Juan 13:23; 21:20). El libro de los Cantares está repleto de referencias afectuosas entre Salomón y la mujer sulamita. Jesús mostró Su compasión por algunas personas tocandolas mientras sanaba sus enfermedades. En el contexto del matrimonio y la familia, algunas formas (no sexuales) de tocar son usadas para comunicar sentimientos tales como amor, compasión, consuelo y simpatía. ¿Cuántas veces tocas a tu esposa (cuando no estás interesado en tener relaciones sexuales con ella)? Otra pregunta que podrías quere añadir a la lista al final del capítulo dos es, “¿Cómo (en qué maneras específicas) te gustaría que exprese mi amor por ti a traves del tacto?
Lección Tres: Debes aprender cómo controlar tu enojo.
Es sábado por la mañana. Te acostaste tarde anoche y tuviste que levantarte temprano esta mañana para resolver algo que desearias no tener que hacer. Vas atrasado y estás convencido que tu esposa no te ayudó lo suficiente para salir de la casa a tiempo. Poco a poco se provocan el uno al otro. Te empiezas a quejar con ella agriamente y ella te responde de la misma manera. El conflicto empeora mientras tu impaciencia se incrementa. La batalla escala al nivel de una guerra total como nunca ha sucedido en años. Ambos están violando docenas de principios bíblicos. Mientras la batalla está teniendo lugar, el teléfono suena. Preparas tu respuesta pensando que la persona con la que se van a reunir quiere saber donde estás. Contestas la llamada con un tono de voz controlada y calmada y de manera amable respondes, “¡Buenos días!”.… “oh, hola Sra. vecina chismosa. ¿Cómo está?”
A los consejeros noutéticos nos gusta contar esta historia cuando las personas a las que aconsejamos nos dicen que no pueden controlar su temperamento. Tú controla tu temperamento más de lo que te imaginas. La razón por la que lo controlas con unas personas más que con otras es porque no puedes salirte con la tuya con algunos, y sabes que puedes salirte con la tuya con otros (especialmente los tu familia inmediata).
Nada puede estropear más tu habilidad para comunicarte eficazmente con tu esposa (o con cualquier otra persona) que tu enojo pecaminoso. Desde luego, no todo enojo es pecaminoso. Efesios 4:26 es, de hecho, un mandamiento a enojarse: “Airaos, pero no pequéis” (ver también Salmo 17:11 y Marcos 3:5). He incluído en el Apéndice H, “Enojo Justo Vs. Enojo Pecaminoso,” alguna de la información contenida en mi libro The Heart of Anger que te ayudará a distinguir entre los dos. Pero recuerda que incluso el enojo justo puede ser expresado de una manera pecaminosa cuando los principios de comunicación bíblica no son seguidos.
Siempre que nos enfrentramos a algun problema, el potencial de enojarnos injustamente (o expresar un enojo justo de forma pecaminosa) aumenta. Existen dos extremos en los cuales este enojo pecaminoso se puede manifestar. Probablemente has escuchado sobre el sindrome de “lucha o huye” que describe lo que sucede fisiológicamente cuando las glándulas suprarrenales inyectan adrenalina extra a la sangre en el momento que las personas experimentan tensión nerviosa. El popular diagrama de Jay Adams es una herramienta útil para entender esta dinámica en el contexto de las relaciones interpersonales.
Los Dos Extremos del Enojo Pecaminoso3
Expresiones pecaminosas del enojo: ventilación e internalización
En un extremo está la ventilación (explosión). El enojo que yace en el corazón humano (con un poco de ayuda de nuestras glándulas suprarrenales) se manifiesta de varias formas antibíblicas de comunicación. Expresiones pecaminosas de enojo incluyen cosas como gritar, insultar, blasfemar, ser grosero, faltar al respeto, acusar falsamente, lanzar objetos, golpear y patear cosas y personas.
En el otro extremo encontramos la internalización (encerramiento). Las personas que se encierran creen que es una buena cosa hacerlo. Citan versículos como Proverbios 17:27a, “Aquel que retiene sus palabras tiene conocimiento,” pero no se dan cuenta que retener sus palabras a veces es malo (cf. Prov. 6:1–5; 24:11, 12; Ecl. 3:7; Ef. 6:19, 20). Peor aún, muchas veces no consideran los efectos tanto físicos como espirituales que tiene la internalización del enojo.
Cuando hay un problema – especialmente en el matrimonio – con toda probabilidad el problema no se resolverá de manera eficaz sino hay quien hable. Ten en mente que Dios te ha hecho el que lleva la iniciativa y el líder espiritual (el principal solucionador de problemas, si me lo permites) de la familia. Las técnicas pecaminosas del que se encierra incluyen estar de mal humor, hacer pucheros, ir a caminar (o “ir a dar una vuelta en el carro”) sin explicaciones, tratar con frialdad a tu esposa, abstenerte a “hablar más sobre el problema” y entretenerte con tu pasatiempo favorito (televisión, golf, pescar, trabajar, etc.) en lugar de atender el problema.
Algunas veces las personas no solamente “explotan” o “se encierran”; sino que mezclan ambas respuestas pecaminosas. Esto es que, explotan primero y después se se cierran, o primero se mantienen cerradas hasta que “no pueden soportarlo,” y luego estallan.
El enojo es una emoción que Dios diseño para destruir algo. ¿A quién estás destruyendo con tu enojo cuando explotas?
“Estoy destruyendo a la persona con quien estoy descargando mi enojo.” Así es. Y desde luego también estás destruyendo tu propio cuerpo tanto física como espiritualmente. Cuando explotas, ¿a quién estás destuyendo con tu enojo?
“Me estoy destruyendo a mí mismo tanto como a la otra persona.”
Exactamente. Ahora mira la figura 2 de nuevo. Si Dios creó en tu cuerpo este “síndrome de lucha o huye” con el propósito de destuir algo – y Él no quiere que te destruyas a tí mismo ni a la persona con la que estás enojada-¿Qué es lo que se supone que Él desea que quiere que destruyas con tu enojo?
“Dios quiere que yo destruya el problema.”
¡Lo entendiste!
“¿Pero, cómo destruyo mi problema con mi enojo?”
Lo haces a través de la comunicación bíblica. La comunicación es indispensable para la resolución de los problemas con la gente. ¿Cuándo fue la última vez que te enojaste con algo más que con una persona? ¿Recuerdas el episodio más reciente de enojo mientras manejabas? Piensa en esto ¿estabas enojado con el automóvil que se te atravesó (o hizo algún otro movimiento peligroso o desconsiderado) o con su conductor? Te enojaste con el conductor. Por supuesto, hay poco que puedas hacer a través de la comunicación para resolver este problema mientras que tú y el otro conductor están en diferentes coches manejando a 100 km por hora –a menos, desde luego, que suceda que tienes su número celular. Quizá esa sea la razón por la cual este tipo de incidentes son tan frustrantes.
Las personas usualmente tienen problemas con las personas. Ésa es la razónor la que la comunicación es necesaria para resolverlos. És también a es la razón por la que las personas que se enojan habitualmente encuentran casi imposible controlar su temperamento hasta que aprenden a comunicarse bíblicamente.
La clave para la comunicación bíblica cuando estás enojado es doble. Primero, como te habrás dado cuenta, debes dirigir tu enojo hacia el problema. En lugar de lanzar un dardo contra la persona que te hizo enojar estallando contra ella, y en lugar de tragarte tú mismo ese dardo quedandote callado, recuerda dirigir el dardo contra el problema real. Segundo, bajo el control del Espíritu Santo debes soltar tu enojo. Depende del Espíritu Santo para que te ayude a obedecer las Escrituras que te mandan a gobernar tu manera de hablar. Para ponerlo en un lenguaje bíblico, debes hablar, “conforme a las Palabras de Dios” (1 Pedro 4:11).
Los Dos Extremos del Enojo Pecaminoso4
Bajo el control del Espiritu Santo dirige tu enojo hacia el problema
La comunicación puede ser comparada al interruptor de circuitos de tu casa. Cuando tu esposa y tú se comunican sin enojo, los circuitos están abiertos y la electricidad fluye. Cuando alguno de los dos “explota”, cierra los circuitos y el interruptor se apaga. El efecto es el mismo cuando uno de los dos se calla. Es como si alguien secretamente se acerca al interruptor y lo mueve – interrumpiendo la fluidez de la energía. Mantén la conexión intacta. No dejes que el enojo estropee el circuito de la comunicación. He incluido en el Apéndice G, “Qué decir para Apaciguar un Argumento con Tu Esposa,” algunos principios de transición que serán de utilidad y harán más fácil para ti y tu esposa evitar que los fusibles estallen.
Lección Cuatro: Puedes dejar de usar formas anti-bíblicas de comunicación.
La siguiente lista, a pesar de no ser exhaustiva, identifica once formas más comunes de comunicación anti-bíblica.
Violaciones Comunes de la Comunicación Bíblica en el Matrimonio
1. Interrupción Ya sea en medio de una oración o de un párrafo, si interrumpes a tu esposa antes de que ella termine lo que está pensando, violas varios principios escriturales. Primero, muestras que eres pronto para hablar y lento para escuchar. “Pero que cada uno sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para la ira” (St. 1:19). También cometes un error si contestas alguna pregunta antes de escucharla. “El que responde antes de escuchar, cosecha necedad y vergüenza” (Prov. 18:13). No seas desconsiderado. Deja que tu esposa termine lo que quiere decir, no sea que termines demostrando tu necedad y seas avergonzado por tu impaciencia.
2. Falta de atención Una mujer que aconsejé años atrás inventó una frase que describe con precisión un problema verdaderamente común entre los hombres. “Neblina masculina” es el término que ella usaba para describir a su esposo y a otros hombres que ella habia observado y quienes frecuentemente estaban preocupados y distraídos mientras ella trataba de hablarles. Como “Pig-pen”, el personaje de la caricatura creada por Charles Schultz en la tira cómica Peanuts, muchos hombres parecen tener una nube alrededor de su cabeza que les impide oir lo que sus esposas les están diciendo; ellos están demasiado preocupados y distraídos por “cosas mucho más importantes.” La mayoría de ellos son muy buenos para camuflar sus meditaciones secretas. Ellos asienten con su cabeza, sonríen y usan una variedad de afirmaciones verbales mientras sus esposas hablan con elocuencia de algo importante, pero sus mentes están a años luz de distancia. Algunos otros (como yo5) dan a conocer ciertas pistas idiosincrásicas (mirada perdida, movimientos de la mano y la cabeza, etc.) que le hacen ver a sus esposas que ellos están ajenos a la conversacion en la que parecen estar participando.
Otra manifestación de falta de atención, se presenta cuando un esposo escucha la primera parte de lo que su esposa le está diciendo, pero rapidamente “la saca de sintonía” mientras empieza mentalmente a formular una respuesta. “Al necio no le complace el discernimiento; tan sólo hace alarde de su propia opinión” (Prov. 18:2 NVI). Así como Eliú, que puso mucha atención (Job 32:11; 33:1, 33) tanto a Job como a sus consejeros (quienes respondieron antes de escuchar y fueron reprobados por su necedad), debes poner mucha atención a lo que tu esposa te esté diciendo. Si realmente no puedes estar atento cuando ella quiere hablar, al menos explícale por qué no puedes hacerlo y ofrécele brindarle tu total atención más tarde durante el día (si es posible).
3. Juzgar los motivos ¿Qué está mal en las siguientes declaraciones?
• “Dices eso porque quieres hacerme sentir culpable.”
• “Estás siendo amable porque quieres que te compre ese vestido”
• “Te casaste conmigo sólo por mi dinero.”
El problema con estos juicios es que presuponen un motivo perverso. A menos que tu esposa te diga específicamente cuáles son sus motivos (lo que quiere o por qué hace algo.) no tienes derecho a suponer o deducir cuáles son. Puedes juzgar sus palabras y acciones (y quizás sus actitudes), pero no sus motivos. No debes, como si fueras su juez, dar el golpe con el mazo, mentalmente o con tu boca, declarandola culpable de tener motivos perversos.
Por tanto, no juzguéis antes de tiempo, sino esperad, hasta que el Señor venga, el cual sacará a la luz las cosas ocultas en las tinieblas y también pondrá de manifiesto los designios de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de parte de Dios (1 Cor. 4:5).
Ahora, si sospechas de sus motivos, puedes pedirle que ella se juzgue a sí misma y te diga verdaderamente cuáles son sus motivos (ejm. “Cariño ¿qué te motiva a decir esto?”). Si ella admite tener un motivo perverso entonces debes discutir lo que está mal con eso y qué se debe hacer para cambiarlo. Sin embargo, si ella te dice que sus motivos son correctos, entonces basado en Corintios 13:7 (“El amor todo lo cree”- i.e, cree lo mejor), debes creerle. El amor, en ausencia de evidencia real, interpreta los hechos lo mejor posible.
4. No Comunicarse Voluntariamente Una de las dificultades más comunes de comunicación para los hombres casados es que les es más fácil ser pasivos que activos en el proceso de comunicación. Esta renuencia no es el diseño de Dios para el hombre como el líder (e iniciador) de la relación marital. Simplemente tú no tienes el derecho a no promover con tu esposa esa comunicación que es tan esencial para la relación de “una sola carne.” Hay muchas cosas que son tu responsabilidad discutir con ella (ej., problemas que ella percibe entre ustedes, sus problemas personales, cosas concernientes a los hijos, finanzas familiares, etc.) La falta de voluntad para discutir este tipo de cosas usualmente es un pecado.
5. Generalizaciones indescriminadas: Nota nuevamente lo que está mal con declaraciones como las siguientes:
• “Tú nunca me escuchas.”
• “Siempre estás insatisfecha con todo lo que hago”
• “Las únicas veces que eres amable conmigo es cuando quieres algo.”
• “Eres la peor administradora que jamás he conocido.”
Además de groseras y sin amor, estas declaraciones son deshonestas. De hecho, ¡Son mentira! “Dejando a un lado la falsedad,” nos dice la Biblia, “hablad verdad cada cual con su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros” (Ef. 4:25). Es casi seguro que es falso que tu esposa (tu prójimo más cercano y un miembro de tu propio cuerpo) sea siempre, nunca o únicamente tan mala como le dices que es utilizando ese lenguaje tan inadecuado. Si verdaderamente crees que hay una falta mucho más pecaminosa en la cual ella regularmente cae, trata de usar frases como “tiendes a” u “observo un patrón” o “parece ser que habitualmente batallas.” Fallar en usar términos como estos puede guiarlos a discutir sobre la frecuencia del problema y poner de lado el problema verdadero. (i.e., “¡Eso no es cierto! ¡Dos años atrás inicié las relaciones sexuales sin necesidad de que tu me buscaras!).
6. Transferir la Culpa Este es literalmente el truco más viejo en La Biblia. “La mujer que tú me diste por compañera me dio del árbol y yo comí.” (Gen. 3:12). El orgullo no sólo nos ciega a nuestro propio pecado, sino que busca a alguien más a quien culpar. Debes “sacar primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la mota del ojo de tu hermano” (Mt. 7:5). Deberías asumir el 100 por ciento de la responsabilidad de tu propio pecado (incluso si crees que solamente tienes el cinco por ciento de culpabilidad y tu esposa el noventa y cinco por ciento).
La próxima vez que empiezan a echarse la culpa el uno al otro por algo, ¿por qué no ofreces ser el primero en poner la cabeza en la guillotina? Quizá puedas decir algunas palabras como estas: “Cariño, tú piensas que soy el culpable y yo pienso que tú lo eres. Por qué no me dices exactamente lo que he hecho mal. Cuando lo hagas, te prometo estar atento para reconocer mi pecado, pedirte perdón y mediante la gracia de Dios arrepentirme. Lo único que te pido es que después de lidiar con mi pecado me dejes dicirte cómo pienso que tu has pecado.”
Este tipo de respuesta no solamente es un buen ejemplo de humildad sino que le hace mucho más fácil a tu esposa reducir su resistencia y humillarse tambien. No te sorprendas si después de que hayas reconocido y arrepentido de tus faltas, ella reconozca tambien sus faltas aun antes de que comiences a decirle algo.
7. Disculparse (en vez de pedir perdón)
“¿Por qué dices que disculparse no es bíblico?” Porque no trata con la ofensa completamente. Tú dices, “Mi amor, lo siento por no haber estado atento cuando me estabas hablando.”
Ella dice “¡sin duda que lo sientes! ¡Eres uno de los hombres más sentidos que jamás haya conocido!”
Cuando tú simplemente dices “… discúlpame,” la pelota aún está en juego; los cabos sueltos aún no están ligados bíblicamente. Lo más probable es que la conversación termine sin saber si el asunto está verdaderamente resuelto para nunca volver a hablarlo. Si le pides a tu esposa que te perdone, asegurarás cierto compromiso de su parte que dejará atras la ofensa y atará cualquier cabo suelto.
¿Qué significa perdonar?
La Biblia nos manda a perdonar, “perdonándonos unos a otros, así como también Dios os perdonó en Cristo” (Ef. 4:32). ¿Qué significa esto? Dios dice, “Yo, yo soy el que borro tus transgresiones por amor a mí mismo y no recordaré tus pecados” y “perdonaré su maldad y no recordaré más su pecado” (Isa. 43:25; Jer. 31:34).
¿Acaso Dios tiene amnesia? ¡Ciertamente no! Dios es omnisciente (todo lo sabe) y sabía de tus pecados antes de que los cometieras. Cuando la Biblia habla de que Dios “olvida” nuestros pecados, se refiere al hecho de que cuando una persona es verdaderamente perdonada, Dios no guarda en su contra esos pecados. Dios no los carga o imputa en nuestra cuenta. Más bien, los carga a la cuenta del Señor Jesucristo, quién murió en la cruz para pagar el castigo de pecadores culpables como tú y yo. La muerte de Cristo fue una substitucion. El murió en nuestro lugar para tomar el castigo de nuestro pecado para que así nosotros, como personas salvas, recibamos el crédito de su justicia. Cuando creemos verdaderamente en el Evangelio, Dios promete no acusarnos más por nuestro pecado. En vez de eso, El imputa a nuestra cuenta la justicia perfecta de Su Hijo. ¿Qué es el evangelio o las buenas nuevas? Consiste en que si nos arrepentimos y depositamos nuestra fe en lo que Cristo ha hecho al morir como substituto por nosotros en la cruz y resucitar de los muertos Dios promete perdonar todos nuestros pecados y darnos vida eterna.
Perdonar, entonces, es en primera instancia y por sobre todo, una promesa. Así como Dios promete no guardar los pecados de los que creen y se arrepienten en su contra, nosotros debemos prometer no guardar el pecado de quienes hemos perdonado en contra de ellos. Tú puedes guardar esta promesa no haciendo al menos tres cosas contra la persona que has perdonado. Primero, no debes sacar de nuevo la ofensa perdonada en contra de la persona. Segundo, no debes discutir la ofensa perdonada con otros. Finalmente, no debes quedarte con la ofensa perdonada, sino recordar que has perdonado “así como también Dios os perdonó en Cristo.”6
Cuando pides perdón en lugar de una simple disculpa, aseguras para ti estas tres promesas. ¿No es esto mucho mejor que simplemente dejar la bola en juego? ¿No quisieras atar los cabos sueltos haciendo que tu esposa se comprometa a no guardar tu ofensa para usarla de nuevo contra tí? A la luz de esto, quisiera sugerir a cada esposo un método muy efectivo para cuando busque el perdón de su esposa. El método usualmente7 tiene cinco pasos.
Paso 1. Reconoce que has pecado contra ella. Dile que te has dado cuenta de lo que hiciste mal. Ejemplo: “Hice mal en no ponerte atención cuando me hablabas.”
Paso 2. Identifica tu pecado por su nombre bíblico. Usando lenguaje bíblico déjale saber que te has dado cuenta que tu pecado es una violación de la Palabra de Dios y un pecado en contra de Él. Ejemplo: “Eso fue egoísta y desconsiderado de mi parte.”
Paso 3. Reconoce el daño que le causó tu ofensa. Muestra remordimiento por el daño que tu pecado les ha causado. Ejemplo: “De verdad lamento haberte lastimado y rechazado.”
Paso 4. Identifica una conducta bíblica alternativa para demostrar tu arrepentimiento. Una de las mejores maneras de demostrarle a tu esposa que te has arrepentido (que has cambiado tu mente), es diciendole que has pensado una opción más bíblica que esa por la cual le estás pidiendo perdón. Ejemplo: “Debí de haber apagado el televisor en cuanto me dijiste que pensabas que estás atravesando por una ‘crisis nerviosa’.”
Paso 5. Pídele perdón. Este paso pone la bola en su cancha. (Es como decir “¿Vas a obedecer a Dios y perdonarme o no?”). Ejemplo: “¿Me vas a perdonar?”
8. Exhumación: Uno de mis amigos pastores cuenta la historia de una mujer que conoció mientra aconsejaba. En respuesta a la pregunta, “¿Cuál es tu problema?” ella lanzó en la mesa un libro de notas que había guardado por años. “Este es nuestro problema,” dijo con confianza. Mi amigo levantó el tomo (el cual estaba escrito a ambos lados de cada hoja con espacio cerrado) y empezó a revisarlo. Prontamente descubrió que la mujer había mantenido un registro de trece años de las muchas maneras en que su esposo le había fallado. Mi amigo fijó su vista en la mujer y le dijo “Ha pasado mucho tiempo desde que conocí a alguien tan amarga como tú.”
Si tu esposa peca en contra tuya debes, por un lado, “pasar por alto la ofensa” y “cubrirla” con amor (cf. Prov. 19:11; 1 Pedro 4:8), o persuadirla (confrontarla) de que tienes la intención de otorgarle el perdón (Lucas 17:3) una vez que reconozca su pecado. Si le has otorgado el perdón por sus pecados contra tí, no debes exhumarlos (sacarlos de donde ya estaban enterrados). Si de verdad la has perdonado, no debes usar esas ofensas en forma peyorativa en su contra. El amor “no toma en cuenta el mal recibido” (“no guarda rencor” 1 Cor. 13:5 NVI).
9. Reprender
“Y estando Él en Betania, sentado a la mesa en casa de Simón el leproso, vino una mujer con un frasco de alabastro de perfume muy costoso de nardo puro; y rompió el frasco y lo derramó sobre la cabeza de Jesús. Pero algunos estaban indignados y se decían unos a otros: ¿Para qué se ha hecho este desperdicio de perfume? Porque este perfume podía haberse vendido por más de trescientos denarios, y dado el dinero a los pobres. Y la reprendían [énfasis añadido]” (Marcos 14:3–5).
Uno de los términos griegos de donde se deriva la palabra reprender usada en este texto significa “resoplar con ira.”
‘Reprender’ es asaltar o injuriar con un tono violento. La palabra en sí misma parece tener primordialmente un significado similar al de ladrar o aullar. Reprender es siempre la expresión de un espíritu malo y de la pérdida de control del temperamento … la esencia de la reprensión es la multiplicación de palabras hirientes expresando sentimientos fuertes que, aunque eminentemente naturales, deberían ser mantenidas bajo control.”8
¿Reprendes tú a tu esposa? La manera en la que debes hablarle debe ser gentil, no violenta. “La suave respuesta aparta el furor, más la palabra hiriente hace subir la ira.” (Prov. 15:1). La comunicación que tienes con ella debe ser “siempre con gracia (como se estuviese) sazonada con sal” (Col. 4:6).
10. Degradar
• “¿Es que no puedes hacer algo bueno?”
• “¿Por qué no le preguntas a tu madre cómo hacer bien este plato?”
• “Veo que preparaste otra ofrenda quemada para mi cena esta noche”
• “Mi madre nunca dejó los platos en el lavabo.”
• “¡Eres la mujer menos agradecida que he conocido!”
• “No se cómo puedes decir que eres mi ‘ayuda idónea’ ”
“Hermanos, no habléis mal [Lit. degradar] los unos de los otros. El que habla mal de un hermano o juzga a su hermano, habla mal de la ley y juzga la ley; pero si tú juzgas la ley, no eres cumplidor de la ley, sino juez de ella.” (Santiago 4:11).
“No salga de vuestra boca ninguna palabra mala, sino sólo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan” (Ef. 4:29)
Degradar a tu mujer, ya sea con apodos, condescendencia, expresiones despectivas, insinuaciones, comentarios derogativos, preguntas humillantes, comparaciones injustas, sarcasmo hiriente o lenguaje soez, todo cae bajo la prohibición de estos dos versos. Tú debes tratarla como vaso más frágil, no como basura (1 Pedro 3:7).
11. Aspereza: La Biblia dice acerca de Nabal que era un hombre áspero y malo. “El hombre se llamaba Nabal, y su mujer se llamaba Abigail. Y la mujer era inteligente y de hermosa apariencia, pero el hombre era áspero y malo en sus tratos, y era calebita” (1 Sam. 25:3). Escucha lo que le dijo a David cuando este le solicitó provisiones para él y sus hombres.
“Pero Nabal respondió a los siervos de David, y dijo: ¿Quién es David y quién es el hijo de Isaí? Hay muchos siervos hoy día que huyen de su señor. ¿He de tomar mi pan, mi agua y la carne que he preparado para mis esquiladores, y he de dárselos a hombres cuyo origen no conozco?” (1 Sam. 25:10–11)
Algunos hombres tratan a sus mujeres y les hablan con una severidad que haría que Nabal se apenara. Enseguida hay una lista de algunas maneras como comunmente los esposos son ásperos en su trato con sus esposas. Aunque algunos de los puntos en la lista no son directamente verbables, la aspereza de estas actitudes es claramente manifiesta. Mientras lees la lista, pregúntate a ti mismo, “¿Cómo podría yo estar manifestando esas actitudes asperas a mi esposa?” (De paso, esta lista podría titularse: “Maneras Específicas en que los Esposos Abusan de su Autoridad sobre sus Esposas”)
Manifestaciones Comunes de Aspereza de los Esposos
• No estar dispuesto darle a sus esposas lo que solicilitan.
• Ceder a esas peticiones de mala gana y con mucha queja.
• Negarles el permiso de apelar (o cuestionar) sus decisiones.
• Estar descontento con la manera en que cumplen sus responsabilidades.
• Quejarse de que son negligentes con las responsabilidades domésticas sin ofrecerles ayuda.
• Responderles descortesmente o de modo condescendiente.
• Tener una actitud crítica, condenatoria y prejuiciosa hacia ellas.
• Tener expectativas irreales de ellas y exigirle demasiado.
• Ser intolerante con sus idiosincracias no-pecaminosas.
• Prohibirles que hagan cualquier cosa sin que antes pregunten o pidan permiso.
• Controlar los más diminutos aspectos de sus responsabilidades.
• Ser injustamente sospechoso (en vez de confiar en ellas).
¿Cuál es el antídoto para la aspereza? Ser apacible (o humilde). Me he tomado alguna licencia poetica para modernizar las palabras de William Gouge al terminar esta lección.
“La apacibilidad es un fruto especial, y una evidencia del amor. Es un medio notable para eliminar las ofensas que de otro modo podrían quedar por las muchas cosas dañinas que un esposo le hace a su esposa. El azucar y la miel no son más agradables a la lengua de lo que que la apacibilidad es al corazón. Hace que las cosas que de otro modo irritarían el alma sean bien recibidas y aplicadas – como cuando las píldoras amargas se sumergen en almíbar o se enrollan en la suave pulpa de una manzana para poder tragarlas y digerirlas. Si un esposo desea ser considerado un “siervo del Señor,” debe aprender esta lección. Porque, el siervo del Señor debe ser amable con todos. Si cualquier siervo del Señor debe ser amable, los esposos deben serlo más; si hay que ser amable con todos, hay que serlo más con las esposas.”9
Lección Cinco: Debes esforzarte lo necesario para mantener la unidad del Espíritu.
“Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz” (Ef. 4:3 NVI)
Dios no quiere que haya conflictos sin resolver entre sus hijos. Él pone equitativamente la responsabilidad sobre los hombros de cada cristiano para que haya paz entre ellos. Si has ofendido a alguien, debes ir con esa persona y reconciliarte con él.
“Por tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar, y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar, y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.” (Mat. 5:23–34)
Si has sido ofendido por alguien, debes ir con él con el propósito de perdonarlo (para restaurar tu relación con él) una vez que lo has convencido que ha pecado.
“¡Tened cuidado! Si tu hermano peca, repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo” (Lucas 17:3).
Si los problemas no se resuelven entre ustedes, debes buscar la ayuda de otros cristianos.
“Y si tu hermano peca, ve y repréndelo a solas; si te escucha, has ganado a tu hermano. Pero si no te escucha, lleva contigo a uno o a dos más [énfasis añadido], para que TODA PALABRA SEA CONFIRMADA POR BOCA DE DOS O TRES TESTIGOS” (Mat. 18:15–16).
“Ruego a Evodia y a Síntique, que vivan en armonía en el Señor. En verdad, fiel compañero, también te ruego que ayudes a estas mujeres [énfasis añadido]que han compartido mis luchas en la causa del evangelio, junto con Clemente y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida” (Fil. 4:2–3).
Ahora bien, si estas reglas son obligatorias para tí como cristiano cuando tiene problemas en la iglesia, ¡cuánto más deben serlocomo miembro de un pacto matrimonial cristiano! Debes usar todos los recursos que Dios te ha dado para mantener la unidad entre tu esposa y tú. No debes dejar que “se ponga el sol sobre vuestro enojo” en contra de ella (Ef. 4:26); más bien debes “buscar la paz” con ella (Heb. 12:14, cf. Romanos 14:19). Si después de hacer “cuanto dependa de ti” para “estar en paz” con ella (Rom. 12:18), no puedes resolver tu conilicto bíblicamente necesitarás la ayuda de otro cristiano. Recomiendo que encuentren a alguna(s) persona(s) cuya sabiduria bíblica les sea confiable (preferentemente un líder de la iglesia), y que se pongan de acuerdo para contactar la próxima vez que que no puedan resolver bíblicament algún conflicto en un período de tiempo razonable.
Inventario de Comunicación Bíblica
La siguiente evaluación te debe dar alguna idea de qué tan bíblica es tu comunicación con tu esposa. Haz la evaluación la primera vez por tu cuenta. Después pídele a tu esposa que te evalué en cada una área. Cuando hayas terminado con la evaluación, pídele que ponga en un orden de prioridad las áreas de tus debilidades (i.e, las áreas que a ella le gustaría ver que cambiaras en primer lugar, en segundo lugar, en tercer lugar, etc.). Pídele que te dé ejemplos de la manera en que te has comunicado mal en el pasado y cómo le gustaría que mejoraras tu comunicación en el futuro. Haz esto por lo menos con las primeras cinco cosas que quiere que cambies. Cuando lo hayas hecho, pídele que te ayude en el futuro llamando amablemente tu atención a las violaciones específicas de comunicación bíblica que ella ha puesto en orden prioritario. Pidele también que se prepare para sugerirte una alternativa biblica en caso de que tú no sepas como mejorar por tí mismo.
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Escala:
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Puntos:
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Casi Nunca
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5
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Pocas Veces
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4
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Algunas Veces
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3
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Frecuentemente
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2
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Casi Siempre
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1
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Mi Propia Evaluación
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La Evaluación de mi Esposa
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Inventario de Comunicación Bíblica
1. Uso palabras inapropiadas al hablarte.
2. Uso inflexiones inapropiadas al hablarte.
3. Uso expresiones faciales inapropiadas al hablarte.
4. No te miro cuando hablo contigo.
5. No te toco lo suficiente cuando hablo contigo.
6. Exploto (dejo salir mi ira) cuando hablo contigo.
7. Me cierro (internalizo mi enojo) en vez de hablar contigo.
8. Te interrumpo cuando me estás hablando.
9. No pongo atención cuando me estás hablando.
10. Juzgo tus motivos.
11. Parezco desinteresado o indispuesto al hablar contigo.
12. Generalizo demasiado cuando hablo contigo.
13. Te paso la culpa de mis responsabilidades.
14. No te pido perdón.
15. Exhumo cosas del pasado que había prometido perdonar.
16. Te reprendo.
17. Te insulto cuando hablo contigo.
18. Soy áspero cuando hablo contigo.
19. No hago ningún esfuerzo para resolver conflictos contigo.
20. No he buscado ser de ayuda de otros cristianos como debería.
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NVI Nueva Versión Internacional
1 Esto probablemente no es así. Aunque la Biblia nos habla de los tres tipos de comunicación, la cantidad de las referencias indica que es a nuestras palabras a lo que debemos poner más atención.
2 Para más información sobre este tema hay una grabación titulada “How To Improve Your Looks from the Inside,” (“Cómo Mejorar tu Apariencia Desde Adentro”) el cual explica ampliamente las maneras en que pecados específicos demudan nuestro rostro. Favor de contactar con Calvary Press at 1-800-789-8175.
3 Para una mayor explicación de este diagrama vea What to Do When Anger Gets the Upper Hand por Jay E. Adams. Frecuentemente está disponible en Presbyterian and Reformed Publishing. (Tel. 908-454-0505)
4 Para una mayor explicación de este diagrama vea What to Do When Anger Gets the Upper Hand por Jay E. Adams. Frecuentemente está disponible en Presbyterian and Reformed Publishing. (Tel. 908-454-0505)
5 Tengo la inclinación a tener conversaciones en mi mente con personas que conozco. A veces discuto sobre un punto teológico, o intento convencer a algunos de mis aconsejados que obedezcan la Biblia, o quizá me estoy defendiéndome de algún abogado sin escrúpulos que me está interrogando en el estrado del los testigos. El problema es que muevo mis labios y hago gestos ligeros con mi mano derecha mientras hablo conmigo mismo. A veces mi esposa y mi hija me preguntan “¿A quién le estás hablando ahora?” Ambas tambien me han preguntado, cuando perciben que no les estoy poniendo atención, “¿Escuchaste lo que te dije?”
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6 Extraído de The Heart of Anger pp.179–180. Para información de cómo obtener este libro, favor de contactarse a Calvary Press, Amityville, New York, Tel. 1-800-789-8175. Para un analisis más extenso del perdón bíblico vea: From Forgiven to Forgiving por Jay E. Adams disponible también en Calvary Press.
7 El tercer paso quizá no siempre sea apropiado.
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8 H Clay Trumbull, Hints on Child Training, (Brentwood, Tennessee: Wolgemuth & Hyatt, Publishers), pp. 129–131.
9 Gouge (parafraseado) pp. 370–371.
NVI Nueva Versión Internacional
Priolo, L. (2012). El marido integral: Guía práctica para ser un esposo bíblico (pp. 65–91). Graham, NC: Publicaciones Faro de Gracia.
