6-CÓMO AMAR A TU ESPOSA (SEGUNDA PARTE)

EL MARIDO INTEGRAL

Guía Práctica Para Ser un Esposo Bíblico

Por Lou Priolo

Capítulo Seis

CÓMO AMAR A TU ESPOSA (SEGUNDA PARTE)

a1“Maridos, amad a vuestras mujeres y no seáis ásperos con ellas.” (Col. 3:19)

Frank llegó a casa tarde una noche de la oficina. Después de beber su sopa recalentada, subió a lavarse los dientes. Cuando abró la repisa vio el tubo de la pasta de dientes, y al darse cuenta que su esposa lo habia apretado otra vez por la parte de medio se encendió en ira. Cerrando violentamente la repisa y agitando sus brazos empezó a expresar su enojo en voz alta y con tono irritado.

“¡Esa mujer! Siempre aprieta la pasta de dientes por en medio. Le he pedido miles de veces que la apriete por la parte de abajo pero ¿me escucha? ¡Nunca! Me hiría mejor si le hablo al tubo de la pasta en lugar de pedirle a ella que haga algo por mí. Es la mujer más egoísta y desconsiderada que he conocido. ¿Que tal si yo ignorara sus incesantes peticiones? No le gustaría en lo más mínimo.”

De repente, Frank deja de vociferar y mientras contempla la pasta de dientes comienza a planear la forma de vengarse.

“Le enseñaré una lección. Ella odia cuando alguien olvida ponerle la tapa a la pasta de dientes. No se la voy a poner. Cuando venga mañana temprano a lavarse los dientes, se pondrá furiosa de que no le puse la tapa y le arruinaré toda su mañana. Si tengo suerte la pasta se endurecerá y cuando apriete el tubo no saldrá. Y si realmente soy afortunado se pondrá a mirar por la entrada de la pasta mientras la aprieta y el pedazo seco le saltará en el ojo!”

Ahora te pregunto, ¿Vale la pena gastar tanta energía emocional por un tubo de pasta mal apretado? ¡Para nada! ¿Qué clase de respuesta merece una pasta de dientes que ha sido apretada por en medio? Si no puedes pasar por alto el incidente de la pasta de dientes, lo más que deberias dedicarle en tiempo, esfuerzo y pensamiento es diciendo: “¡Mira eso! Volvió a apretar la pasta de dientes en medio de nuevo. Se lo voy a seguir recordando hasta que aprenda a apretarla por la parte de abajo.”

El uso de cantidades desmedidas de energía emocional disgustandose por cosas tan triviales es una buena indicación de que puedas estar amargado.

“¿Qué es la amargura y cómo llega a amargarse una persona?” La amargura es el resultado de responder de manera inapropiadamente a las heridas. Echa un vistazo a Hebreos 12:15:

“Mirad bien de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz de amargura, brotando, cause dificultades y por ella muchos sean contaminados”

La Escritura describe la amargura como una raíz. Las raíces tienen que ser plantadas. Así que ¿cuál es la semilla de donde brota una raíz de amargura? Es el dolor. Cuando alguien te lastima1 es como si hubiese sembrado una semilla en la tierra de tu corazón. Tú puedes responder de dos maneras: puedes escarbar y arrancar la semilla perdonando a tu ofensor, o puedes cultivar la semilla contemplando tu dolor una y otra vez en tu mente. La amargura es el resultado de dejar que el dolor esté contigo demasiado tiempo. Es el resultado de no perdonar verdaderamente a tu ofensor (cf. Mat. 18:34–35).

Sam se casó asumiendo que su esposa Laura estaría interesada en tener relaciones sexuales tan frecuentemente como él deseaba. La primera vez ella parecía estarlo, pero después de la luna de miel las cosas empezaron a cambiar. Su deseo por las relaciones sexuales empezó a disminuir. Frecuentemente estaba “demasiado cansada” para tener sexo o tenía otra razón para no participar. Era difícil que ella iniciara las relaciones, y cuando participaba, era muy pasiva. Los días pasaron, y esos días se convirtieron en semanas. Un sábado por la mañana mientras estaban acostados en la cama, Sam intento iniciar un tiempo de intimidad. Laura parecía indiferente. Aunque verbalment no se negó a participar, tampoco parecía interesada. Sam se enojó y se sintió rechazado. Así de simple, ella sembró esa semilla en su corazón, tal como como lo había hecho en varias ocasiones anteriores. Sam se levantó rápidamente de la cama, lanzó su ropa y pisoteó mientras bajaba las escaleras, furioso y profundamente decepcionado.

El Monologo Interno de Sam (Cómo Sam Cultivó la Amargura):

• “No puedo creer que volvio a rechazarme.” Sam recoge la semilla en la tierra de su corazón con su dedo.

• “Ella nunca quiere tener sexo.” Sam cubre la semilla con más tierra.

• “Ella es tan frígida como un cubo de hielo.” Sam está dándole aire a la semilla.

• “¿Acaso no se da cuenta de lo egoísta que está siendo?” Sam está ahora regando la semilla.

• “Me está defraudando. Nunca debí de casarme con ella.” Sam esta fertilizando la herida. (Ahora está empezando a brotar.)

• “Yo también tengo necesidades y me está tentando a codiciar a otra mujer.” Sam esta deshierbando el brote (las raíces comienza a germinar).

• “Ella no puede hacerme esto. Le enseñaré a no rechazarme. No hablaré con ella por algunos días. Veamos cómo es que enfrenta este rechazo.” Sam ha construido un invernadero alrededor de Laura y ahora está cobrandole a la gente para que lo vea.

Sam debió haber removido la semilla explicandole su decepción a su esposa, perdonandola en cuanto se arrepintiese y buscando con ella una solución biblica al problema. En vez de eso, permitió que su herida le impidiera tomar una acción apropiada, repasó su ofensa una y otra vez en su mente y como consecuencia se llenó de amargura contra ella. ¿Has hecho esto alguna vez con tu esposa? Desde luego que lo haz hecho, tanto como yo. A esto la Biblia le llama pecado.

¿Cuáles son las evidencias2 de que un esposo tiene amargura contra su esposa? Estas son algunas que he encontrado durante mis doce años como consejero matrimonial. ¿Cuántas puedes identificar personalmente en tu matrimonio?

• Argumentos frecuentes (incapacidad de resolver conflictos)

• Arrebatos de enojo (Alzar la voz, tirar cosas, pegar, etc.)

• Aislamiento (guardar silencio o portarse indiferente)

• Disminución del afecto y la actividad sexual

• Sarcasmo (burla, ridiculo, grosería, bromas pesadas, etc.)

• Actos de venganza (tratar de lastimarla por lo que te hizo)

• Paternalismo (hablarle como si fuera niña o una persona inferior)

• Criticas (actitudes condenatorias y prejuiciadas)

• Sospecha y desconfianza

• Hipersensibilidad (tratar el piquete de un palillo como si fuese un puñal en el corazón)

• Intolerancia (no dejar pasar pequeñas ofensas que solían no ser notadas)

• Impaciencia

• Abuso de autoridad (actitudes dominantes, dictatoriales o tiránicas que exigen una obediencia absoluta innecesaria)

• Falta de amabilidad y simpatía

• Falta de interacción social con otras parejas

• Falta de respeto (deshonrándola abiertamente y en presencia de otros)

• Ausencia de compañerismo (la intimidad de la relación como “una sola carne” dañada y comunicación superficial.)

• Hijos resentidos (que han sido grandemente provocados por sus padres)3

“He tratado de perdonar a mi esposa por las heridas que me ha causado, pero es muy difícil hacerlo – especialmente porque vuelve a herirme vez tras vez.”

Quizá sea difícil porque no has entendido aún lo que significa perdonar. Quizá tengas, como muchos otros, un concepto sentimental del perdón.

Pues tendré misericordia de sus iniquidades, y nunca más de acordare de sus pecados.” (Heb. 8:12)

¿Qué es el perdón? El perdón no es un sentimiento. En primera instancia el perdón es fundamentalmente una promesa.

Obviamente, cuando Dios nos perdona, El no se sienta en el cielo y se emociona. Así que el perdón no es un sentimiento. Si así lo fuera, nunca sabríamos si hemos sido perdonados. No, cuando Dios perdona, Él lo deja bien establecido. Así lo dice así. El declara, “No recordaré tus pecados” (Isa. 43:25; vea también Jer. 31:34). ¿No es maravilloso? Cuando Dios perdona, Él nos deja saber que dejará de tener contra nosotros nuestros pecados. Si el perdón fuera una experiencia emocional, no sabríamos si hemos sido perdonados. Pero Gloria a Dios, que sí los sabemos, porque el perdón es un proceso en el cual Dios declara que el problema de nuestro pecado ha sido arreglado de una vez por todas. Pero, ¿cuál es esa declaración? ¿Qué es lo que hace Dios cuando se manifiesta diciendo que nuestros pecados son perdonados? Dios hace una promesa. El Perdón no es un sentimiento, ¡el perdón es una promesa!”4

Cuando perdonas a alguien le estás haciendo una promesa que implica tres cosas:

1. Estás prometiendo no mencionar la ofensa de nuevo a la persona en el futuro. No usarás la ofensa “en contra de la persona” de ninguna manera peyorativa.

2. Estás prometiéndole no hablar a otros sobre la ofensa. Esto es, cubrirás el pecado con amor, no exhibirás ante otros lo que ha sido cubierto.

3. Estás prometiéndole no vivir con la ofensa que te hicieron. Este es talvéz el paso más importante de los tres. Al prometer no vivir con esa ofensa estás prometiendo que no “cultivarás” la herida trayendola una y otra vez a tu mente. En lugar de ver el rostro de tu ofensor en una tabla de tiro al blanco lista para clavarle un dardo justo en medio de los ojos, (o en una pelota de golf la cual intentas lanzar a trescientas yardas de distancia), verás a esa persona con un letrero en el rostro que dice con grandes letras: “Yo te he perdonado.”

“Pero aún no entiendo cómo puedo perdonar hasta olvidar.”

Olvidar no es lo mismo que no recordar. Cuando tu perdonas, no recordarás los pecados de tu ofensor en su contra así como Dios, habiendote perdonado, ya no recuerda tus pecados en tu contra. ¿Padece Dios de amnesia? No, Dios es omnisciente y sabía acerca de tus pecados incluso antes que nacieras. Cuando la Biblia habla de que Dios “olvida” nuestros pecados, no quiere decir que Él deja de ser omnisciente. El olvido de Dios se refiere al hecho de que Él ya no rememora nuestros pecados en Su mente para acusarnos con ellos. Dios “recuerda” la justicia de Su Hijo y la imputa a nuestra cuenta cuando ponemos nuestra confianza en sus méritos y mediacion. Igualmente, estás llamado a “imputar” tu perdón a los que te lo piden. El olvido es un acto de la voluntad, no un acto de las emociones. El olvido no es el medio por el cual perdonas sino el resultado de perdonar. Es el último paso, no el primero.

“Mi esposa me ha herido tantas veces que ya no puedo perdonarla.”

Si eres cristiano, tú puedes y debes. No puedes decir “no puedo.” El cristiano dice con Pablo: “Todo lo puedo En Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13). Cuando Dios te dice que hagas algo, debes de creer que Él te capacitará para obedecerle. Es decir, debes creer que Él te dará todos los recursos para hacer lo que te ha mandado a hacer. El ha prometido darte la sabiduría para obedecerlo. “Pero si alguno de vosotros se ve falto de sabiduría, que la pida a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Stgo. 1:5). Él también ha prometido darte la habilidad y el deseo para obedecerlo. “Porque Dios es quien obra en vosotros tanto el querer como el hacer, para su beneplácito” (Fil. 2:13).

A los discípulos les costó aceptar el mandato de Cristo de perdonar a su ofensor siete veces al día si él decía haberse arrepentido.

“¡Tened cuidado! Si tu hermano peca, repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo. Y si peca contra ti siete veces al día, y vuelve a ti siete veces, diciendo: ‘Me arrepiento’, perdónalo” (Lucas 17:3–4).

Piensa en esto por un momento. Tu esposa te rechaza siete veces en un día y siete veces viene a pedirte perdón, y tienes que perdonarla. Ahora después de la segunda o tercera vez vas a tener serias dudas sobre la sinceridad de su arrepentimiento ¿o no? Aún así, Jesús dijo que si regresaba contigo siete veces al día diciendo “Me arrepiento,” debías de aceptar su palabra y perdonarla. Esto es un poco difícil de creer, ¿no? Los discípulos también fueron incrédulos al oír esto y dijeron: “¡Auméntanos la fe!” (Lucas 17:5).

¿Aceptó el Señor su incredulidad? ¡ni por un momento!

Entonces el Señor dijo: Si tuvieras fe como un grano de mostaza, dirías a este sicómoro: “Desarráigate y plántate en el mar.” Y os obedecería. ¿Quién de vosotros tiene un siervo arando o pastoreando ovejas, y cuando regresa del campo, le dice: “Ven enseguida y siéntate a comer”? ¿No le dirá más bien: “Prepárame algo para cenar, y vístete adecuadamente, y sírveme hasta que haya comido y bebido; y después comerás y beberás tú”? ¿Acaso le da gracias al siervo porque hizo lo que se le ordenó? Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que se os ha ordenado, decid: “Siervos inútiles somos, hemos hecho sólo lo que debíamos haber hecho.” Lucas (17:6–10).

Jesús en efecto dijo, “Miren, lo que les estoy pidiendo no es opcional. No sean incrédulos. Ustede no necesitan más fe. Lo que necesitan es ser más obedientes. Ustedes sabían que sería difícil cuando los llamé para este trabajo. Lo que les estoy pidiendo es que hagan lo que el trabajo demanda.”

Quizá las palabras más convincentes que Jesús haya hablado acerca del perdón se encuentran en Mateo 18:21–35.

“Entonces se le acercó Pedro, y le dijo: ‘Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí que yo haya de perdonarlo? ¿Hasta siete veces?’ Jesús le dijo: ‘No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.’ Por eso, el reino de los cielos puede compararse a cierto rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Y al comenzar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. Pero no teniendo él con qué pagar, su señor ordenó que lo vendieran, junto con su mujer e hijos y todo cuanto poseía, y así pagara la deuda. Entonces el siervo cayó postrado ante él, diciendo: ‘Ten paciencia conmigo y todo te lo pagaré.’ Y el señor de aquel siervo tuvo compasión, y lo soltó y le perdonó la deuda. Pero al salir aquel siervo, encontró a uno de sus consiervos que le debía cien denarios, y echándole mano, lo ahogaba, diciendo: ‘Paga lo que debes.’ Entonces su consiervo, cayendo a sus pies, le suplicaba, diciendo: ‘Ten paciencia conmigo y te pagaré.’ Sin embargo, él no quiso, sino que fue y lo echó en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Así que cuando vieron sus consiervos lo que había pasado, se entristecieron mucho, y fueron y contaron a su señor todo lo que había sucedido. Entonces, llamándolo su señor, le dijo: ‘Siervo malvado, te perdoné toda aquella deuda porque me suplicaste. ‘¿No deberías tú también haberte compadecido de tu consiervo, así como yo me compadecí de ti?’ Y enfurecido su señor, lo entregó a los verdugos hasta que pagara todo lo que le debía. Así también mi Padre celestial hará con vosotros, si no perdonáis de corazón cada uno a su hermano.”

El rey en esta parábola (Dios el Padre) ha perdonado a su siervo (el cristiano) de una deuda que era tan grande que nunca podría haber sido pagada. Esta deuda es representativa de la incalculable e incomprensible deuda de pecado que le debemos a Dios y que nunca hubiésemos podido pagar. Cuando el sirviente rehusó perdonar a su compañero (probablemente otro cristiano) el rey se enfureció y le llamó “impío.” al sirviente que no perdonó.

El punto es que a la luz del perdón que has recibido, es una impiedad de tu parte no perdonar a tu ofensor (esposa) por lo que ella te haya hecho. Cuando comparas las ofensas triviales por las que debes perdonar a tu esposa con las enormes y eternas ofensas que has cometido en contra de un Dios santo este punto es irrefutable.

“¿Y qué hay acerca de los verdugos a los cuales Dios dice que me entregará si no perdono de todo corazón?”

Creo que esos verdugos son las consecuencias mentales, emocionales, psicológicas y sociales asociadas con la amargura. En otras palabras, Dios castiga el pecado de no perdonar a otros (cf. 1 Cor. 5:5; 11:30; Heb. 12:5–8; 1 Juan 5:6). El Insomnio, el miedo, la ansiedad, la depresión, las relaciones rotas con Dios y con los hombres, las oraciones no contestadas, y docenas de otras enfermedades psicosomáticas están asociadas con la amargura. Quizá una de las consecuencias más devastadoras de la amargura en el matrimonio es la contaminación de los hijos quienes se vuelven irritables, amargados y frecuentemente rebeldes como resultado de estar expuestos a la mala relación marital de sus padres:

Mirad bien de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz de amargura, brotando, cause dificultades y por ella muchos sean contaminados.” (Heb. 12:15)

“¿Cómo puedo sobreponerme a los sentimientos de amargura hacia mi esposa?”

La respuesta práctica a esta pregunta será detenidamente explicada en el próximo capítulo, Como Defenderme sin Vengarme. La respuesta corta es que habiendole otorgado el perdón como un acto de tu voluntad (internamente), luego tendrás que responder a las ofensas que te ha hecho con actos de amor y nobleza (externamente). Mientras vences el mal con el bien (Rom. 12:21), tus sentimientos de amargura serán reemplazados con sentimientos de amor compatibles con la amabilidad, la misericordia y el perdón (Ef. 4:31–32).

Sin embargo, antes de llegar allí, debo hablarte de un familiar de la amargura comúnmente conocido como la ira. ¿Qué es la ira pecaminosa? Para ponerlo de manera simple, la ira pecaminosa es un “sistema de alarma” incorporado por Dios para dejarte saber si estás deseando algo desmedidamente. He escrito sobre este tema en mi libro “The Heart of Anger” (El Corazón del Enojo). Lo siguiente es una cita extensa de ese libro:

El libro de Santiago fue posiblemente el primer libro del Nuevo Testamento que se escribió. Los cristianos a quienes el hermano del Señor escribió estaban teniendo tales conflictos unos con otros que Santiago usó las palabras guerras y pleitos para describir la manifestación externa de su ira. Al principio del capítulo cuatro él hace una pregunta que va más allá de las manifestaciones externas y se enfoca en los motivos y causas internas de la ira. “¿De dónde vienen las guerras y los conflictos (Pleitos RV60) entre vosotros?” (Santiago 4:1) Santiago responde esta pregunta para revelar a sus lectores cuál es exactamente la esencia de sus airadas disputas (o lo que hay en sus corazones produciendo esas disputas). “¿No vienen de vuestras pasiones que combaten en vuestros miembros?” la respuesta obvia es .

Tenemos disputas airadas unos con otros por causa de nuestras pasiones (deseos que no necesariamente son pecaminosos en sí mismos) han llegado a ser tan intensas que están en guerra dentro de nosotros mismos. El término “combaten” es una palabra que tiene su raíz en la idea de “acampar”. Cuando nuestros deseos (por buenos que sean) se vuelven tan fuertes que “acampan” en nuestros corazones, estos se vuelven pecaminosos e idolatras, no porque sean pecaminosos en sí mismos sino porque se han vuelto desmesurados. Nuestros corazones los codician tan intensamente que estamos dispuestos a pecar (hacer guerra y pelear), ya sea para obtenerlos o porque no podemos obtenerlos.

En el capítulo 4, Santiago continúa concentrándose en los motivos del cristiano para demostrar más detalladamente lo que acaba de decir. “Codiciáis [una palabra distinta que implica deseo por algo que en sí mismo no es pecaminoso] y no tenéis por eso cometéis homicidio.” [un retrato bíblico de la manifestación del odio – Mat. 5:21–22; 1 Juan 3:15] “Sois envidiosos [otro sinónimo de deseo que implica codicia, algunas veces está asociado con ira – Hechos 7:9; 17:5] y no podéis obtener, por eso combatís y hacéis guerra” [formas verbales de las palabras guerra y conflicto del verso 1 que significan afanarse o disputar y contender ó hacer guerra respectivamente].

Habiendo desarrollado la idea del verso 1, Santiago continua enfatizando que los problemas entre ellos provienen de sus deseos egoistas y motivos idolatras como lo demuestran su vida de oración centrada en sí mismos: “No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís con malos propósitos, para gastarlo en vuestros placeres [la palabra placeres es la misma que se usa en el v. 1 de la cual se deriva nuestra palabra en español hedonismo]. ¡Oh almas adulteras!, [sus motivos egoístas no solamente han dañado sus relaciones interpersonales sino que han afectan su relación con Dios al grado que Éllos ve como cónyuges infieles] ¿No sabéis que la amistad del mundo [amor al mundo hasta el punto de la idolatría] es enemistad hacia Dios? [han amado tanto al mundo que el amor de Dios no está en ellos (cf. 1 Juan 2:15) demostrando nuevamente que sus propios deseos han afectado no sólo la relación entre ellos pero también su relación con Dios]. Por tanto, el que quiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.”

Por otro lado, Dios desea que nosotros le deseemos con la misma clase de deseo con que Él nos desea. “¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El celosamente anhela el Espíritu que ha hecho morar en nosotros?” El Espíritu de Dios desea intensamente que nosotros no suplantemos nuestro amor por Él por ningún amor que el mundo nos pueda ofrecer.

La mejor evidencia de que un Cristiano desea (ama) algo más de lo que desea (ama) a Dios es su disposición a pecar en contra de Dios, ya sea con el fin de adquirir ese deseo o porque no lo puede adquirir. Jesús dijo: “Si me amáis, guardaréis mis mandamientos” (Juan 14:15). Uno de los pecados más comunes que demuestra la presencia de un deseo desordenado es la ira.5

Cuando te enojas pecaminosamente con tu esposa se debe casi seguramente a que deseas, quieres, esperas o se te antoja algo que ella no te está dando o está impidiendo que lo tengas. Quizá sea una buena cosa, como Frank que quería que su esposa apretara la pasta de dientes por la parte de abajo en vez de en medio, o como Sam, que quería tener relaciones sexuales con Linda de manera regular y continua. De hecho, quizá lo que deseas sea algo que la Biblia dice que tú deberías ser capaz de disfrutar de las relaciones sexuales con tu esposa o que tu esposa te honre, tiempo con el Señor, o respeto de parte de tus hijos.

Ahora, estamos discutiendo en este capítulo la responsabilidad que tiene el esposo de no llenarse de amargura y enojo contra su esposa. Veamos si podemos identificar exáctamente qué es lo que provoca tu ira. Pon una marca al lado de cada cosa que hace que te enojes de las que se mencionan en la lista de abajo. Mientras lees la lista preguntate a tí mismo qué es lo que más deseas de parte de tu esposa y qué es lo que te enoja cuando no lo obtienes.

• Que sea más respetuosa conmigo

• Que sea mi ayuda idónea

• Que pase menos tiempo en el teléfono

• Que cocina con variedad

• Que no sea mandona conmigo

• Que no sea mundana

• Que tengamos sexo con más frecuencia

• Que también inicie la relación sexual

• Que no sea tan seria

• Que disfrute intensamente el sexo

• Que controle mejor su lengua

• Que cuide mejor su apariencia

• Que no sea tan ansiosa

• Que no olvide lo que le digo

• Que sea más dadora/menos sustractora

• Que sea más paciente conmigo

• Que sea más autodisciplinada

• Que sea más sumisa

• Que no desafíe o apele mis desiciones

• Que gaste menos dinero

• Que confíe más en mí

• Que no quiera complacer a todos

• Que pierda peso

• Que sea más afectuosa

• Que sea apasionada en el sexo

• Que sea más atenta conmigo

• Que controle mejor su humor

• Que sea más femenina

• Que sea más hospitalaria

• Que me deje dirigir y detener

• Que no tenga falsas expectativas

• Que sea más piadosa

• Que sea menos crítica

• Que pida mi opinión más seguido

• Que sea más cortes

• Que imponga más disciplina a los niños

• Que no malgaste el tiempo

• Que mantenga la casa limpia y bonita

• Que me expresa verbalmente su amor

• Que sea más cercan a mí que a nadie

• Que se interese en mis amigos y gustos

• Que ore y lea más su Biblia

• Que sea menos perfeccionista

• Que no se oriente tanto en su carrera

• Que se involucre más en la iglesia

• Que sea más trabajadora

• Que coopere en el liderazgo familiar

• Que no espere que lea su mente

• Que esté más dispuesta a perdonarme

• Que no me descuide por los niños

• Que siga mis instrucciones

• Que no quiera tener la última palabra

• Que apoye más mis decisiones

• Que entienda mi presión laboral

• Que no se moleste publicamente

• Que no esté de mal humor

• Que se esfuerce en complacerme

• Que sea más discreta

• Que admita sus errores

• Que de prioridad a lo espiritual

• Que no coqueteé con otros hombres

• Que sea más puntual

“Ahora que he identificado lo que me molesta (mis deseos idolatras), ¿qué debo de hacer?”

Debes de trabajar en destronar tus ídolos. Debes orar de manera intensa y reemplazar activamente esos deseos desordenados con deseos que agraden y glorifiquen a Dios y no a ti mismo. Debes de aprender a cambiar tu manera de pensar acerca de tus deseos y la medida en que esperas que tu esposa los satisfaga. En vez de estar pensando “Mi esposa es … (pon tu adjetivo favorito) por no darme lo que quiero,” debes aprender a pensar, “Tener una esposa que no … (pon tu deseo desordenado), no es la peor cosa en el mundo. Debo de aprender a amar al Señor y a mi esposa más de lo que amo mi … (pon tu deseo desordenado).”

¿Cómo se relacionan la ira y la amargura?

¿Crees que Frank explotó con su esposa la primera vez que dejo la pasta de dientes desecha? Probablemente no. ¿Y acerca de Sam? ¿Crees que reaccionó tan airadamente la primera vez que Linda rechazó sus avances sexuales? Probablemente tampoco. Cuando Linda declinó los avances sexuales de Sam fue como si una pantalla de computadora se hubiese encendido en la mente de Sam. En la pantalla no vio una simple ofensa que pudo haber pasado facilmente por alto sino una lista de ofensas que categorizó bajo el tema (escrito en letras negra) “Maneras Específicas en las que Linda me ha decepcionado a través de los años.” En el primer lugar de la lista estaba el rechazo del sábado por la mañana: “Ofensa número 254.” Si Sam y Frank hubiesen respondido bíblicamente a todas las heridas y decepciones anteriores y hubiesen traído sus deseos bajo el control de Cristo, no se hubieran llenado de amargura en contra de sus esposas.

¿Qué acerca de ti? ¿Has perdonado a tu esposa por las cosas con que te ha lastimado por lo que ha hecho y dicho a través de los años? ¿Haces uso del enojo pecaminoso como una alarma de prevención que te ayude a identificar y quitar del trono los deseos idolatras de tu corazón? Si la respuesta es “sí” a estas dos preguntas, puedes estar seguro que la amargura está muy lejos de arraigarse en el terreno de tu corazón.

Quiero concluir este capítulo con otra cita de Richard Baxter. Esto debe servirte para recordarte que cuando hiciste un pacto con tu esposa en el matrimonio, lo hiciste sabiendo que ella es una pecadora, y como tal, necesitará de tu constante perdón.

Recuerda que los dos son personas enfermas, llenas de debilidades y por lo tanto deben esperar el fruto de esas enfermedades; y no te sorprendas, como si nunca hubieses tenido conocimiento de ello. Si te casaste con alguien que cojea, ¿te enojarás por su defecto? [cojera]? ¿O si te casaste con alguien que tiene una úlcera infectada, te decepcionarás porque le sale pus? ¿Acaso no sabías cuando te casaste que ella tenía tal debilidad y que tendrías que tolerar diariamente algun tipo de prueba y ofensa? Si no puedes lidiar con esto jamás debiste haberte casado con ella; Si estabas decidido a lidiar con ello, estás obligado a hacerlo ahora. Decidan entonces soportarse el uno al otro recordando que se aceptaron mutuamente siendo personas pecadoras, frágiles e imperfectas, no ángeles, impecables y perfectos.6

Esposo Cristiano, ama a tu esposa a pesar de lo pecadora que pueda ser a veces, y no permitas que sus pecados e idiosincrasias te llenen de amargura contra ella. Recuerda, ella tambien tiene que vivir, amar y perdonar a un hombre que es pecador y muy peculiar en su forma de ser.

Identificando lo Que te Enoja

Revisa la lista que discutimos antes de las cosas que te enojan. Esta lista registra los deseos y expectativas comunes que esposos tienen de sus esposas. La mayoría de estos deseos son básicamente cosas buenas las cuales se convierten en pecaminosas cuando son desordenadas. Pon una marca en las cosas que deseas tanto que haz estado dispuesto a pecar para lograr que tu esposa te las de, o que te hacen pecar cuando ella no te las da.

Cuando hayas identificado tus deseos potencialmente desordenados, compártelos con tu esposa, explicándole de manera gentil por qué son tan importantes para ti. Pídele perdón por todas las veces que has actuado airada, amargada o manipulativamente por codiciar estos deseos. Discute con ella cómo puedes comunicarle estos deseos en el futuro, y cómo deberías responder si ella te decepciona por no satisfacer cada deseo.

1 La herida puede ser real o imaginaria, no hay diferencia: el resultado es el mismo. Si no la confrontas bíblicamente te convertirás en una persona amargada. Si yo te lastimo como resultado de mi pecado y tú eliges no pasar mi ofensa por alto o cubrirla con amor (Prov. 17:9; 1 Ped. 4:8), de acuerdo a Lucas 17:3 debes hablar conmigo con el proposito de perdonarme; y yo debo arrepentirme. Pero si dejas que tus sentimientos sean heridos por algo que yo hice y que no es pecado, eres tú quien debe arrepentirse de esos pensamientos antibiblicos que hicieron que te ofendieras por algo que no es pecado.

2 Para una descripción más detallada de algunas evidencias de amargura de parte de un hombre a su esposa, vea The Family in its Civil and Churchly Aspects escrito por B. M. Palmer, Harrisonburg, Virginia: Sprinke Publications, 1991, pp- 32–40

3 He explicado de la influencia profanada (Heb. 12:15) de la no harmonia marital en los niños en The Heart of Anger (pp. 21–22.31) el cual esta disponible a través de Calvary Press (800) 789-8175.

4 Adams, Jay. E. From Forgiven to Forgiving (Amityville: Calvary Press), 1994, pp. 11–12.

5 The Heart of Anger, Amityville: Calvary Press. 1997, pp. 105–107.

6 Baxter, pg. 433, [énfasis añadido]

Priolo, L. (2012). El marido integral: Guía práctica para ser un esposo bíblico (pp. 113–129). Graham, NC: Publicaciones Faro de Gracia.

Amnón y Tamar

2 Samuel 13-15

Amnón y Tamar

a113:1  Aconteció después de esto, que teniendo Absalón hijo de David una hermana hermosa que se llamaba Tamar, se enamoró de ella Amnón hijo de David.

Y estaba Amnón angustiado hasta enfermarse por Tamar su hermana, pues por ser ella virgen, le parecía a Amnón que sería difícil hacerle cosa alguna.

Y Amnón tenía un amigo que se llamaba Jonadab, hijo de Simea, hermano de David; y Jonadab era hombre muy astuto.

Y éste le dijo: Hijo del rey, ¿por qué de día en día vas enflaqueciendo así? ¿No me lo descubrirás a mí? Y Amnón le respondió: Yo amo a Tamar la hermana de Absalón mi hermano.

Y Jonadab le dijo: Acuéstate en tu cama, y finge que estás enfermo; y cuando tu padre viniere a visitarte, dile: Te ruego que venga mi hermana Tamar, para que me dé de comer, y prepare delante de mí alguna vianda, para que al verla yo la coma de su mano.

Se acostó, pues, Amnón, y fingió que estaba enfermo; y vino el rey a visitarle. Y dijo Amnón al rey: Yo te ruego que venga mi hermana Tamar, y haga delante de mí dos hojuelas, para que coma yo de su mano.

Y David envió a Tamar a su casa, diciendo: Ve ahora a casa de Amnón tu hermano, y hazle de comer.

Y fue Tamar a casa de su hermano Amnón, el cual estaba acostado; y tomó harina, y amasó, e hizo hojuelas delante de él y las coció.

Tomó luego la sartén, y las sacó delante de él; mas él no quiso comer. Y dijo Amnón: Echad fuera de aquí a todos. Y todos salieron de allí.

10 Entonces Amnón dijo a Tamar: Trae la comida a la alcoba, para que yo coma de tu mano. Y tomando Tamar las hojuelas que había preparado, las llevó a su hermano Amnón a la alcoba.

11 Y cuando ella se las puso delante para que comiese, asió de ella, y le dijo: Ven, hermana mía, acuéstate conmigo.

12 Ella entonces le respondió: No, hermano mío, no me hagas violencia; porque no se debe hacer así en Israel. No hagas tal vileza.

13 Porque ¿adónde iría yo con mi deshonra? Y aun tú serías estimado como uno de los perversos en Israel. Te ruego pues, ahora, que hables al rey, que él no me negará a ti.

14 Mas él no la quiso oír, sino que pudiendo más que ella, la forzó, y se acostó con ella.

15 Luego la aborreció Amnón con tan gran aborrecimiento, que el odio con que la aborreció fue mayor que el amor con que la había amado. Y le dijo Amnón: Levántate, y vete.

16 Y ella le respondió: No hay razón; mayor mal es este de arrojarme, que el que me has hecho. Mas él no la quiso oír,

17 sino que llamando a su criado que le servía, le dijo: Echame a ésta fuera de aquí, y cierra tras ella la puerta.

18 Y llevaba ella un vestido de diversos colores, traje que vestían las hijas vírgenes de los reyes. Su criado, pues, la echó fuera, y cerró la puerta tras ella.

19 Entonces Tamar tomó ceniza y la esparció sobre su cabeza, y rasgó la ropa de colores de que estaba vestida, y puesta su mano sobre su cabeza, se fue gritando.

Venganza y huida de Absalón

20 Y le dijo su hermano Absalón: ¿Ha estado contigo tu hermano Amnón? Pues calla ahora, hermana mía; tu hermano es; no se angustie tu corazón por esto. Y se quedó Tamar desconsolada en casa de Absalón su hermano.

21 Y luego que el rey David oyó todo esto, se enojó mucho.

22 Mas Absalón no habló con Amnón ni malo ni bueno; aunque Absalón aborrecía a Amnón, porque había forzado a Tamar su hermana.

23 Aconteció pasados dos años, que Absalón tenía esquiladores en Baal-hazor, que está junto a Efraín; y convidó Absalón a todos los hijos del rey.

24 Y vino Absalón al rey, y dijo: He aquí, tu siervo tiene ahora esquiladores; yo ruego que venga el rey y sus siervos con tu siervo.

25 Y respondió el rey a Absalón: No, hijo mío, no vamos todos, para que no te seamos gravosos. Y aunque porfió con él, no quiso ir, mas le bendijo.

26 Entonces dijo Absalón: Pues si no, te ruego que venga con nosotros Amnón mi hermano. Y el rey le respondió: ¿Para qué ha de ir contigo?

27 Pero como Absalón le importunaba, dejó ir con él a Amnón y a todos los hijos del rey.

28 Y Absalón había dado orden a sus criados, diciendo: Os ruego que miréis cuando el corazón de Amnón esté alegre por el vino; y al decir yo: Herid a Amnón, entonces matadle, y no temáis, pues yo os lo he mandado. Esforzaos, pues, y sed valientes.

29 Y los criados de Absalón hicieron con Amnón como Absalón les había mandado. Entonces se levantaron todos los hijos del rey, y montaron cada uno en su mula, y huyeron.

30 Estando ellos aún en el camino, llegó a David el rumor que decía: Absalón ha dado muerte a todos los hijos del rey, y ninguno de ellos ha quedado.

31 Entonces levantándose David, rasgó sus vestidos, y se echó en tierra, y todos sus criados que estaban junto a él también rasgaron sus vestidos.

32 Pero Jonadab, hijo de Simea hermano de David, habló y dijo: No diga mi señor que han dado muerte a todos los jóvenes hijos del rey, pues sólo Amnón ha sido muerto; porque por mandato de Absalón esto había sido determinado desde el día en que Amnón forzó a Tamar su hermana.

33 Por tanto, ahora no ponga mi señor el rey en su corazón ese rumor que dice: Todos los hijos del rey han sido muertos; porque sólo Amnón ha sido muerto.

34 Y Absalón huyó. Entre tanto, alzando sus ojos el joven que estaba de atalaya, miró, y he aquí mucha gente que venía por el camino a sus espaldas, del lado del monte.

35 Y dijo Jonadab al rey: He allí los hijos del rey que vienen; es así como tu siervo ha dicho.

36 Cuando él acabó de hablar, he aquí los hijos del rey que vinieron, y alzando su voz lloraron. Y también el mismo rey y todos sus siervos lloraron con muy grandes lamentos.

37 Mas Absalón huyó y se fue a Talmai hijo de Amiud, rey de Gesur. Y David lloraba por su hijo todos los días.

38 Así huyó Absalón y se fue a Gesur, y estuvo allá tres años.

39 Y el rey David deseaba ver a Absalón; pues ya estaba consolado acerca de Amnón, que había muerto.

Joab procura el regreso de Absalón

14:1  Conociendo Joab hijo de Sarvia que el corazón del rey se inclinaba por Absalón,

envió Joab a Tecoa, y tomó de allá una mujer astuta, y le dijo: Yo te ruego que finjas estar de duelo, y te vistas ropas de luto, y no te unjas con óleo, sino preséntate como una mujer que desde mucho tiempo está de duelo por algún muerto;

y entrarás al rey, y le hablarás de esta manera. Y puso Joab las palabras en su boca.

Entró, pues, aquella mujer de Tecoa al rey, y postrándose en tierra sobre su rostro, hizo reverencia, y dijo: !!Socorro, oh rey!

El rey le dijo: ¿Qué tienes? Y ella respondió: Yo a la verdad soy una mujer viuda y mi marido ha muerto.

Tu sierva tenía dos hijos, y los dos riñeron en el campo; y no habiendo quien los separase, hirió el uno al otro, y lo mató.

Y he aquí toda la familia se ha levantado contra tu sierva, diciendo: Entrega al que mató a su hermano, para que le hagamos morir por la vida de su hermano a quien él mató, y matemos también al heredero. Así apagarán el ascua que me ha quedado, no dejando a mi marido nombre ni reliquia sobre la tierra.

Entonces el rey dijo a la mujer: Vete a tu casa, y yo daré órdenes con respecto a ti.

Y la mujer de Tecoa dijo al rey: Rey señor mío, la maldad sea sobre mí y sobre la casa de mi padre; mas el rey y su trono sean sin culpa.

10 Y el rey dijo: Al que hablare contra ti, tráelo a mí, y no te tocará más.

11 Dijo ella entonces: Te ruego, oh rey, que te acuerdes de Jehová tu Dios, para que el vengador de la sangre no aumente el daño, y no destruya a mi hijo. Y el respondió: Vive Jehová, que no caerá ni un cabello de la cabeza de tu hijo en tierra.

12 Y la mujer dijo: Te ruego que permitas que tu sierva hable una palabra a mi señor el rey. Y él dijo: Habla.

13 Entonces la mujer dijo: ¿Por qué, pues, has pensado tú cosa semejante contra el pueblo de Dios? Porque hablando el rey esta palabra, se hace culpable él mismo, por cuanto el rey no hace volver a su desterrado.

14 Porque de cierto morimos, y somos como aguas derramadas por tierra, que no pueden volver a recogerse; ni Dios quita la vida, sino que provee medios para no alejar de sí al desterrado.

15 Y el haber yo venido ahora para decir esto al rey mi señor, es porque el pueblo me atemorizó; y tu sierva dijo: Hablaré ahora al rey; quizá él hará lo que su sierva diga.

16 Pues el rey oirá, para librar a su sierva de mano del hombre que me quiere destruir a mí y a mi hijo juntamente, de la heredad de Dios.

17 Tu sierva, pues, dice: Sea ahora de consuelo la respuesta de mi señor el rey, pues que mi señor el rey es como un ángel de Dios para discernir entre lo bueno y lo malo. Así Jehová tu Dios sea contigo.

18 Entonces David respondió y dijo a la mujer: Yo te ruego que no me encubras nada de lo que yo te preguntare. Y la mujer dijo: Hable mi señor el rey.

19 Y el rey dijo: ¿No anda la mano de Joab contigo en todas estas cosas? La mujer respondió y dijo: Vive tu alma, rey señor mío, que no hay que apartarse a derecha ni a izquierda de todo lo que mi señor el rey ha hablado; porque tu siervo Joab, él me mandó, y él puso en boca de tu sierva todas estas palabras.

20 Para mudar el aspecto de las cosas Joab tu siervo ha hecho esto; pero mi señor es sabio conforme a la sabiduría de un ángel de Dios, para conocer lo que hay en la tierra.

21 Entonces el rey dijo a Joab: He aquí yo hago esto; ve, y haz volver al joven Absalón.

22 Y Joab se postró en tierra sobre su rostro e hizo reverencia, y después que bendijo al rey, dijo: Hoy ha entendido tu siervo que he hallado gracia en tus ojos, rey señor mío, pues ha hecho el rey lo que su siervo ha dicho.

23 Se levantó luego Joab y fue a Gesur, y trajo a Absalón a Jerusalén.

24 Mas el rey dijo: Váyase a su casa, y no vea mi rostro. Y volvió Absalón a su casa, y no vio el rostro del rey.

25 Y no había en todo Israel ninguno tan alabado por su hermosura como Absalón; desde la planta de su pie hasta su coronilla no había en él defecto.

26 Cuando se cortaba el cabello (lo cual hacía al fin de cada año, pues le causaba molestia, y por eso se lo cortaba), pesaba el cabello de su cabeza doscientos siclos de peso real.

27 Y le nacieron a Absalón tres hijos, y una hija que se llamó Tamar, la cual era mujer de hermoso semblante.

28 Y estuvo Absalón por espacio de dos años en Jerusalén, y no vio el rostro del rey.

29 Y mandó Absalón por Joab, para enviarlo al rey, pero él no quiso venir; y envió aun por segunda vez, y no quiso venir.

30 Entonces dijo a sus siervos: Mirad, el campo de Joab está junto al mío, y tiene allí cebada; id y prendedle fuego. Y los siervos de Absalón prendieron fuego al campo.

31 Entonces se levantó Joab y vino a casa de Absalón, y le dijo: ¿Por qué han prendido fuego tus siervos a mi campo?

32 Y Absalón respondió a Joab: He aquí yo he enviado por ti, diciendo que vinieses acá, con el fin de enviarte al rey para decirle: ¿Para qué vine de Gesur? Mejor me fuera estar aún allá. Vea yo ahora el rostro del rey; y si hay en mí pecado, máteme.

33 Vino, pues, Joab al rey, y se lo hizo saber. Entonces llamó a Absalón, el cual vino al rey, e inclinó su rostro a tierra delante del rey; y el rey besó a Absalón.

Absalón se subleva contra David

15: Aconteció después de esto, que Absalón se hizo de carros y caballos, y cincuenta hombres que corriesen delante de él.

Y se levantaba Absalón de mañana, y se ponía a un lado del camino junto a la puerta; y a cualquiera que tenía pleito y venía al rey a juicio, Absalón le llamaba y le decía: ¿De qué ciudad eres? Y él respondía: Tu siervo es de una de las tribus de Israel.

Entonces Absalón le decía: Mira, tus palabras son buenas y justas; mas no tienes quien te oiga de parte del rey.

Y decía Absalón: !!Quién me pusiera por juez en la tierra, para que viniesen a mí todos los que tienen pleito o negocio, que yo les haría justicia!

Y acontecía que cuando alguno se acercaba para inclinarse a él, él extendía la mano y lo tomaba, y lo besaba.

De esta manera hacía con todos los israelitas que venían al rey a juicio; y así robaba Absalón el corazón de los de Israel.

Al cabo de cuatro años, aconteció que Absalón dijo al rey: Yo te ruego me permitas que vaya a Hebrón, a pagar mi voto que he prometido a Jehová.

Porque tu siervo hizo voto cuando estaba en Gesur en Siria, diciendo: Si Jehová me hiciere volver a Jerusalén, yo serviré a Jehová.

Y el rey le dijo: Ve en paz. Y él se levantó, y fue a Hebrón.

10 Entonces envió Absalón mensajeros por todas las tribus de Israel, diciendo: Cuando oigáis el sonido de la trompeta diréis: Absalón reina en Hebrón.

11 Y fueron con Absalón doscientos hombres de Jerusalén convidados por él, los cuales iban en su sencillez, sin saber nada.

12 Y mientras Absalón ofrecía los sacrificios, llamó a Ahitofel gilonita, consejero de David, de su ciudad de Gilo. Y la conspiración se hizo poderosa, y aumentaba el pueblo que seguía a Absalón.

13 Y un mensajero vino a David, diciendo: El corazón de todo Israel se va tras Absalón.

14 Entonces David dijo a todos sus siervos que estaban con él en Jerusalén: Levantaos y huyamos, porque no podremos escapar delante de Absalón; daos prisa a partir, no sea que apresurándose él nos alcance, y arroje el mal sobre nosotros, y hiera la ciudad a filo de espada.

15 Y los siervos del rey dijeron al rey: He aquí, tus siervos están listos a todo lo que nuestro señor el rey decida.

16 El rey entonces salió, con toda su familia en pos de él. Y dejó el rey diez mujeres concubinas, para que guardasen la casa.

17 Salió, pues, el rey con todo el pueblo que le seguía, y se detuvieron en un lugar distante.

18 Y todos sus siervos pasaban a su lado, con todos los cereteos y peleteos; y todos los geteos, seiscientos hombres que habían venido a pie desde Gat, iban delante del rey.

19 Y dijo el rey a Itai geteo: ¿Para qué vienes tú también con nosotros? Vuélvete y quédate con el rey; porque tú eres extranjero, y desterrado también de tu lugar.

20 Ayer viniste, ¿y he de hacer hoy que te muevas para ir con nosotros? En cuanto a mí, yo iré a donde pueda ir; tú vuélvete, y haz volver a tus hermanos; y Jehová te muestre amor permanente y fidelidad.

21 Y respondió Itai al rey, diciendo: Vive Dios, y vive mi señor el rey, que o para muerte o para vida, donde mi señor el rey estuviere, allí estará también tu siervo.

22 Entonces David dijo a Itai: Ven, pues, y pasa. Y pasó Itai geteo, y todos sus hombres, y toda su familia.

23 Y todo el país lloró en alta voz; pasó luego toda la gente el torrente de Cedrón; asimismo pasó el rey, y todo el pueblo pasó al camino que va al desierto.

24 Y he aquí, también iba Sadoc, y con él todos los levitas que llevaban el arca del pacto de Dios; y asentaron el arca del pacto de Dios. Y subió Abiatar después que todo el pueblo hubo acabado de salir de la ciudad.

25 Pero dijo el rey a Sadoc: Vuelve el arca de Dios a la ciudad. Si yo hallare gracia ante los ojos de Jehová, él hará que vuelva, y me dejará verla y a su tabernáculo.

26 Y si dijere: No me complazco en ti; aquí estoy, haga de mí lo que bien le pareciere.

27 Dijo además el rey al sacerdote Sadoc: ¿No eres tú el vidente? Vuelve en paz a la ciudad, y con vosotros vuestros dos hijos; Ahimaas tu hijo, y Jonatán hijo de Abiatar.

28 Mirad, yo me detendré en los vados del desierto, hasta que venga respuesta de vosotros que me dé aviso.

29 Entonces Sadoc y Abiatar volvieron el arca de Dios a Jerusalén, y se quedaron allá.

30 Y David subió la cuesta de los Olivos; y la subió llorando, llevando la cabeza cubierta y los pies descalzos. También todo el pueblo que tenía consigo cubrió cada uno su cabeza, e iban llorando mientras subían.

31 Y dieron aviso a David, diciendo: Ahitofel está entre los que conspiraron con Absalón. Entonces dijo David: Entorpece ahora, oh Jehová, el consejo de Ahitofel.

32 Cuando David llegó a la cumbre del monte para adorar allí a Dios, he aquí Husai arquita que le salió al encuentro, rasgados sus vestidos, y tierra sobre su cabeza.

33 Y le dijo David: Si pasares conmigo, me serás carga.

34 Mas si volvieres a la ciudad, y dijeres a Absalón: Rey, yo seré tu siervo; como hasta aquí he sido siervo de tu padre, así seré ahora siervo tuyo; entonces tú harás nulo el consejo de Ahitofel.

35 ¿No estarán allí contigo los sacerdotes Sadoc y Abiatar? Por tanto, todo lo que oyeres en la casa del rey, se lo comunicarás a los sacerdotes Sadoc y Abiatar.

36 Y he aquí que están con ellos sus dos hijos, Ahimaas el de Sadoc, y Jonatán el de Abiatar; por medio de ellos me enviaréis aviso de todo lo que oyereis.

37 Así vino Husai amigo de David a la ciudad; y Absalón entró en Jerusalén.

Reina-Valera 1960 (RVR1960)Copyright © 1960 by American Bible Society

“Tales son los caminos de los que se olvidan de Dios” (Job 8:13).

REPROCHES DE UN FISCAL

Autor: Samuel Perez Millos

Tales son los caminos de los que se olvidan de Dios” (Job  8:13).

a1       Cada uno de los amigos de Job tenía un concepto personal de la causa de su aflicción. Todos ellos consideraban que la situación a que había llegado se debía a algún pecado de él o de los suyos que no había confesado. En el capítulo habla un hombre de carácter agrio. No tiene en cuenta el dolor de Job. Habla con él como alguien a quien se le agotó la paciencia, invitándole a que vea en tres direcciones.

       ¡Mira arriba! (vv. 3-7). Dios es justo y actúa siempre con justicia, por tanto sólo permite una situación como la tuya por retribución justa al pecado. Por este sofisma los hijos de Job habían recibido lo que correspondía a su pecado (v. 4).  No tiene en cuenta la providencia, sólo la retribución. Job debía reconocerlo ante Dios, y confesar su pecado.

       ¡Mira al pasado! Es típico del legalista que piensa que el pasado fue siempre mejor que el presente. En su pensamiento eso le ocurría a Job; un pasado glorioso y un presente lamentable. No ve al pasado para descubrir a Dios, sino para contemplar a los que vivieron antes tomándolos como ejemplo de vida (v. 8). En su pensamiento hay un concepto erróneo:nosotros no sabemos, solo eran sabios los antiguos. En cierta medida estaba diciendo a Job, aprende de los que fueron antes que tu. ¿De que valía esto para quien estaba en tan angustiosa situación?

       ¡Mira entorno a ti! (vv. 11-19). Pedir a Job que mire a su alrededor era invitarlo a ver el basurero donde estaba sentado. Así le dice, tú estas así porque te has olvidado de los caminos de Dios (v. 13). Como una planta privada de agua que se seca, así estás tu a causa de tu pecado.

       El juicio de aquel hombre no solo causó mayor angustia a Job, sino que expresó conceptos equivocados. Los grandes conflictos no son siempre retribución merecida por el pecado, sino la bondadosa permisión de la gracia. Hemos de comprender que nuestras concepciones de la verdad son siempre menos que la verdad misma. Ignorar el amor de Dios, Su gracia y Su misericordia es ignorar a Dios mismo. El Señor es “lento para la ira y grande en misericordia” (Ex. 20:6). La consolación es entender que en medio de la angustia, de algún modo incomprensible, actúa el amor de Dios. Algunos procuran cargar la conciencia del hermano con la sombra de algún pecado, sin entender que la fidelidad y la santidad no son esfuerzos del hombre sino la operación divina en la vida cristiana (He. 13:20-21). El legalista se olvida que la fe no sólo es auténtica en las grandes batallas, cuando se glorifica a Dios aun a riesgo de la vida, sino también cuando agoniza en las profundidades de la perplejidad.

       La gran seguridad en medio de las pruebas es que en las mayores dificultades, las promesas de Dios son incondicionales. Esto implica descanso, porque debemos estar “…contentos con lo que tenéis ahora; porque Él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre” (He. 13:6).

Señor, no entiendo lo que sufro ahora, pero sé que estoy rodeado de Tu amor.

http://www.perezmillos.com/

Un amigo para cada momento

Marzo 26

Un amigo para cada momento

Lectura bíblica: Efesios 4:25–29

Ninguna palabra obscena salga de vuestra boca, sino la que sea buena para edificación…, para que imparta gracia a los que oyen. Efesios 4:29

a1Nancy lloró cuando una fractura del brazo le puso final a su temporada de voleibol. Había descubierto que le encantaba más ese deporte que ningún otro que había jugado. Así que le daba rabia cuando sus amigas le decían:

—Nos imaginamos cómo te sientes.

No tenían idea de cómo se sentía.

Hay un tiempo y un lugar para cada acción o expresión de amistad. Por ejemplo, algunos pensamientos y palabras alentadores levantan el ánimo del amigo. Algunos esfuerzos ayudan a sentir verdadero alivio. Pero algunas cosas que decimos o hacemos provocan que nuestros amigos quieran darnos un puñetazo por nuestra desagradable estupidez.

Otra traducción del versículo clave de hoy nos dice que ayudemos a los demás diciendo “palabras buenas y oportunas” (DHH). Es importante responder oportunamente de una manera que coincida con las necesidades de nuestro amigo.

Para cada uno de los siguientes casos, elige una respuesta que te parece que mejor satisfaría “oportunamente” la necesidad de tu amigo.

Tu amigo parece desanimado pero no ha dicho nada. Tu amigo necesita:
(a) un medicamento
(b) saber que a nadie le gusta un perdedor
(c) sobreponerse y punto
(d) alguien que se interese lo suficiente como para escucharle

Tu amigo acaba de sufrir una pérdida grande y está sufriendo. Tu amigo necesita:
(a) escaparse y sufrir solo
(b) llorar de una vez para mejorar
(c) pretender que no sufre
(d) alguien que sufra con él

Tu amigo tiene que estudiar mucho para un examen importante. Tu amigo necesita:
(a) ser más inteligente
(b) conformarse con calificaciones bajas
(c) aprender a copiar
(d) alguien que le ayude a estudiar para el examen

En lugar de reaccionar siempre de una manera mecánica —siempre saliendo con una broma, mostrando una simpatía falsa o entrando en detalles sobre tus propias experiencias— dedica unos segundos a pensar en algunas opciones más apropiadas. Ser un amigo cariñoso y ayudador significa estar atento a lo que tus amigos están pasando y descubrir exactamente lo que necesitan en ese momento.

PARA DIALOGAR
Por lo general, ¿cómo reaccionas cuando un amigo sufre? ¿Qué otras opciones tienes?

PARA ORAR
Señor, ayúdanos a saber cómo apoyar a nuestros amigos cuando más nos necesitan.

PARA HACER
Piensa en un amigo que sufre, y piensa en una manera apropiada de aliviar su dolor.

McDowell, J., & Johnson, K. (2005). Devocionales para la familia. El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano.

PALABRA SEGURA

PALABRA SEGURA

Pablo Martini
Programa No. 2016-03-26

a1Casi al final del libro de Josué, leemos las siguientes palabras: “Y ni una sola de las buena promesas del Señor a favor de Israel dejó de cumplirse,  sino que cada una se cumplió al pie de la letra.” Josué 21:45 ¡Qué hermosa reflexión acerca de la seguridad de las promesas de Dios pero que difícil se nos hace vivir de acuerdo con esta premisa! ¿Verdad?

Está claro que Dios no promete a la manera humana. Nuestros compromisos y promesas están condicionados a infinidad de factores internos a nosotros y externos que al fin y al cabo pueden echar por tierra nuestras palabras, pero Dios no, el no miente ni es hombre para que se arrepienta, dice Números 23:19. Descansar en esta veracidad eterna es descansar sobre una montaña de roca firme que sirve para construir cualquier proyecto de la mano de Dios. Creo que justamente esto es lo que les falta al hombre y la mujer de hoy: descansar. Es por eso que vivimos en el siglo del estrés, la ansiedad, el insomnio y la depresión, porque sentimos y sabemos que nada de lo que esperamos nos sostenga es tan fiel como parece, es ese margen de error, ese miedo a la traición y el fracaso lo que no nos deja en paz y nos destruye paulatinamente, ¿Verdad? Las palabras del salmista pueden ser muy oportunas en este aspecto, fíjate: “Sal. 56:3  “Cuando siento miedo,  pongo en ti mi confianza. Confío en Dios y alabo su palabra;  confío en Dios y no siento miedo.  ¿Qué puede hacerme un simple mortal?” Desafiante, ¿Verdad? Pero no es imprudencia ni arrogancia sino confianza segura en un Dios fiel.

“Y ni una sola de las buenas promesas del Señor a favor de Israel dejó de cumplirse,  sino que cada una se cumplió al pie de la letra”. Hay un mundo de promesas lista para cumplirse en ti. Espera, confía, ora, agradece, reclámalas como tuyas al Señor, y vive en función de que se cumplirán. Aquel que llega a la meta es aquel que vive el hoy con la convicción de la promesas cumplida ayer y planifica el mañana en base a eso.

 

PENSAMIENTO DEL DIA:

Aquel que llega a la meta es aquel que vive el hoy con la convicción de las promesas cumplidas ayer y planifica el mañana en base a eso.

«SUFRÍ MUCHO POR LA AUSENCIA DE MI PADRE»

26 mar 2016

«SUFRÍ MUCHO POR LA AUSENCIA DE MI PADRE»

por Carlos Rey

a1En este mensaje tratamos el caso de una mujer que «descargó su conciencia» en nuestro sitio http://www.conciencia.net. Lo hizo de manera anónima, como pedimos que se haga; así que, a pesar de que nunca se lo había contado a nadie, nos autorizó a que la citáramos, como sigue:

«Soy una joven de veintiséis años. La única vez que vi a mi padre biológico, tenía como seis o siete años. Me crié con mi madre y mis abuelos [maternos]. Sufrí mucho por la ausencia de mi padre…. Mi padre biológico se fue del país… después de la última y única vez que lo vi, y jamás ha vuelto.

»Hace como un mes me agregó a una página de Internet. Me dice que siente mucho haberme abandonado, que él cuando yo nací tenía quince años y era un hombre inmaduro, cosa que me dio rabia con mi mamá, porque cuando yo nací ella tenía veintiséis años. No sé cómo pudo ser tan irresponsable de tener relaciones con un joven de apenas quince años….

»Él dice que quiere arreglar las cosas. Al principio estaba dolida, pero después cedí…. Le di mi número de teléfono, y no me ha llamado. Siempre tiene una excusa. Tengo miedo de ilusionarme y que me haga daño emocionalmente…. Tengo deseos de cortar la comunicación con él para no hacerme falsas ilusiones, pero también quiero sentir que él está ahí para mí…. Tengo un volcán en el corazón y en la mente.»

Este es el consejo que le dio mi esposa:

«Estimada amiga:

»A todo hijo lo que más le conviene es tener dos padres que lo amen, de modo que lamentamos que usted nunca tuvo esa ventaja. Pero usted ahora es adulta, y tiene la oportunidad de decidir cómo ha de ser el resto de su vida. Usted no es la víctima de su pasado, y no tiene por qué temer que las circunstancias de su pasado ya hayan determinado su futuro.

»Lo excepcional de su caso es la edad que tenía su padre. ¿Se acuerda de cómo era usted misma cuando tenía quince años? ¿Tenía sabiduría para tomar decisiones? Algunas personas a los quince años tienen cierta madurez y pueden tomar buenas decisiones, pero la mayoría en definitiva no tienen la preparación para ser buenos padres.

»Nosotros creemos que usted debe perdonar por completo a su padre. Él era demasiado joven como para hacerse cargo de usted cuando usted nació, y luego cuando él tenía cierta madurez, pensó que ya era muy tarde. Debido a lo joven que era en aquel entonces, usted debe liberarlo de las expectativas que ha tenido con relación a un padre. Simplemente perdónelo.

»En cuanto al futuro, es poco realista creer que ese hombre pudiera llegar a portarse como su papá, o tomar el lugar de un padre en la vida de usted. Espere más bien ser su amiga. El hecho de que usted y su padre tengan vínculos de sangre no quiere decir que estén obligados a interesarse el uno en el otro ni tampoco a comunicarse.

»Los amigos a distancia pueden sostener conversaciones buenas y sustanciales y luego no volver a comunicarse por más de un año. Es posible, pero no es probable, que la relación que usted tiene con él llegue a ser algo más que eso. Si no espera más de esa relación, no se sentirá decepcionada.»

Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. Este caso y este consejo pueden leerse e imprimirse si se pulsa la pestaña en http://www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 244

https://alimentemoselalma.wordpress.com/wp-admin/post-new.php