1. DESÁNIMO

SERIE GIGANTES AL ACECHO

1. DESÁNIMO

David Logacho
2016-03-28

a1Saludos cordiales, amiga, amigo oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Se dice que dentro de cada uno de nosotros, sin importar si somos o no creyentes, existen gigantes que blandiendo sus espadas nos acorralan privándonos del gozo de vivir, del ánimo para hacer cosas y lo que es peor, privándonos de sacar provecho de lo que Dios nos ha prometido a los que somos sus hijos, mientras estamos en este mundo. ¿Cuáles podrían ser esos gigantes en su vida, amable oyente? ¿Tal vez el desánimo? ¿A lo mejor el temor? ¿Qué tal un sentimiento de culpa? ¿Los malos pensamientos? ¿Los celos? ¿La mentira? ¿La desilusión? ¿La ansiedad? Solamente Dios y usted sabe cuál o cuáles son esos gigantes en su vida. Pero no hay necesidad de vivir amedrentados por esos gigantes en su vida. Es justamente con este propósito, que a partir de este estudio bíblico vamos a iniciar una serie que la hemos titulado: Gigantes al Acecho.

Gigantes en nuestras vidas. Y lo que es peor, gigantes al acecho. Gigantes listos para caer sobre su presa y hacerla pedazos. Tal vez usted se mira a usted mismo y dice: Yo no veo ningún gigante por aquí. Bueno, lo que pasa es que estos gigantes al acecho son expertos en ocultarse muy bien, allí, en lo más profundo de nuestra personalidad, pero el momento menos pensado salen de su escondite para caer sobre nosotros y dejarnos mal heridos. Eso fue justamente lo que hizo uno de los muchos de estos gigantes, llamado desánimo. La historia aparece en el Antiguo Testamento, en el libro de Números capítulo 13. Lamentablemente no tenemos el tiempo suficiente para leer todo este capítulo, pero allí se registra la historia de doce espías, uno por cada una de las doce tribus de Israel, quienes fueron enviados desde el desierto, por Moisés a Canaán, la tierra prometida, para espiar la tierra que el Señor había dado como heredad al pueblo de Israel. Estos doce espías obedecieron, espiaron la tierra por cuarenta días, trajeron muestras del fruto de esa tierra y la conclusión a la que llegaron es que ciertamente es una tierra que fluye leche y miel tal como Jehová les había dicho. Pero eso no fue todo. Los espías dijeron además que el pueblo que habitaba esas tierras era fuerte y que las ciudades eran muy grandes y fortificadas y que también allí vieron a los descendientes de Anac, raza de gigantes. Los obstáculos para tomar posesión de la tierra prometida, hicieron despertar a ese gigante al acecho llamado desánimo y esto afectó la moral del pueblo de Israel. El pueblo se puso inmediatamente a temblar. El pánico les invadió mientras escuchaban a diez de los doce espías que decían: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros. El gigante llamado desánimo estaba logrando su objetivo. No contentos con esto, los diez espías pasaron a hablar mal de la tierra que habían reconocido. Antes dijeron que era tierra que fluye leche y miel, pero después estaban diciendo que la tierra por donde pasaron para reconocerla era tierra que tragaba a sus moradores y que todos los viven en esa tierra son hombres de gran estatura. Todo esto era una exageración, producida por el desánimo. Los diez espías estaban tan desanimados que finalmente dijeron: Éramos nosotros, a nuestro parecer como langostas: Así les parecíamos a ellos. Solamente dos espías, Josué y Caleb dijeron: Subamos luego, y tomemos posesión de la tierra, porque más podremos nosotros que ellos. Pero esta declaración sensata se diluyó en el desánimo reinante entre el pueblo. El desánimo ganó la batalla. El capítulo 14 de Números es uno de los capítulos más tristes de toda la Biblia, y todo fue a causa del desánimo. Presa del desánimo, el pueblo de Israel lloró a mares y se quejó contra Moisés y contra Aarón. Fue tal la debacle producida por ese gigante llamado desánimo, que el pueblo dijo: Ojalá muriéramos en la tierra de Egipto, o en este desierto ojalá muriéramos. Luego el pueblo preguntó a Moisés y Aarón: ¿Y por qué nos trae Jehová a esta tierra para caer a espada, y que nuestras mujeres y nuestros niños sean por presa? ¿No nos sería mejor volvernos a Egipto? Acto seguido vino lo peor. Se armó una rebelión. Dijeron: Designemos un capitán, y volvamos a Egipto. Fue lo más insensato que se puede imaginar, pero para el pueblo, por el desánimo que les embargaba, les parecía lo más sensato. Dios intervino y castigó severamente a los que se dejaron dominar por el desánimo. La decisión de Dios fue que ninguno de ellos verá la tierra prometida, excepto Josué y Caleb, los dos únicos espías que no desanimaron al pueblo. En su ira, Dios dijo que caerían en el desierto los cuerpos de todos los que murmuraron contra él, de veinte años arriba. En cumplimiento de esta palabra de Dios, el pueblo vagó por el desierto cerca de cuarenta años, hasta que todos los rebeldes de más de veinte años murieron. Según cálculos conservadores, murieron como un millón de personas durante esos cuarenta años. Esto significa que murieron unas 25000 personas por año, o lo que es lo mismo, unas 70 personas por día. Prácticamente, se marcó con tumbas el camino que Israel vagó por el desierto esos cuarenta años. Todo por el desánimo, amable oyente. El desánimo condujo a toda una generación de un pueblo numeroso a la ruina total. Ahora bien, toda esta debacle, causada por el gigante llamado desánimo, ¿No ilustra la actitud de mucha gente hacia la vida, inclusive hacia la vida cristiana? Claro que sí. Muchos creyentes tienen esa misma actitud. Ya han confiado en Cristo como Salvador, saben que sus pecados han sido lavados, sin embargo, sus vidas distan mucho del gozo y la paz, que son características de la vida cristiana genuina. Estos creyentes contemplan las cosas hermosas de la vida cristiana y luego dicen: Es ciertamente tierra que fluye leche y miel, hay hermosas promesas en las Escrituras, paz, amor, gozo, seguridad, esperanza, perdón, sin embargo, hay gigantes, y no estoy seguro que podré dominarlos. Quizá un mal hábito persistente, o el mal genio, o los celos, o el rencor, o la amargura. Pero Dios, amable oyente, no ha prometido eliminar de la vida cristiana a gigantes como estos. Más bien, lo que Dios ha prometido es capacitarnos para conquistar a estos gigantes y tenerlos bajo nuestro control. Sí. Hay gigantes en la vida cristiana. ¿Y qué? Taparnos los ojos para no verlos y pretender que no están allí no es sensato. No se gana nada pretendiendo que no los vemos. Son tan reales como la vida misma. Esos viejos gigantes son tan persistentes como la muerte. Gigantes burlones, embaucadores, engañosos, ríen con sorna que causa temor. A voz en cuello nos gritan lo que podemos o no podemos hacer. Son gigantes que nos infunden terror, y cada uno de nosotros tiene que hacerles frente. Se podría huir de ellos, como pretendió hacer el pueblo de Israel, pero viéndolo bien, huir de ellos, es equivalente a darles la victoria en bandeja de plata y sufrir por el resto de nuestros días la disciplina de Dios por no haberlos conquistado. Si llegamos a huir de los gigantes, ellos se reirán de nosotros por el resto de nuestra vida, burlándose y diciendo: Por supuesto que hay una tierra que fluye leche y miel, pero ustedes no pueden hacer nada, porque nosotros estamos aquí. En lugar de huir de los gigantes, debemos hacerles frente, y buscar la manera de conquistarlos. Esto es lo sensato, de lo contrario, estos gigantes nos convertirán en sus esclavos, nos atarán y nuestra vida se tornará miserable. Habrá poca bendición, todo parecerá sombrío, no habrá consuelo ni esperanza. Así es como operan estos poderosos gigantes al acecho. Por esto tenemos que saber quienes son y luego tenemos que saber como conquistarlos. Todos estos gigantes son conquistables. 1 Corintios 10:13 dice: No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.

A menudo pensamos que nuestros gigantes son únicos, pensamos que nuestras tentaciones son algo especial, que solamente nosotros las experimentamos, que el diablo nos dedica más de su tiempo a nosotros que a otros y que usa de más astucia, mejores planes, más programas y mejores ideas para atacarnos nosotros, pero no hay tal, amable oyente. Los gigantes que tenemos o los problemas que nos aquejan son comunes a todos nosotros y cada uno de nosotros que somos creyentes hemos sido capacitados para conquistarlos. En nuestro próximo estudio bíblico plantearemos algunas sugerencias para conquistar al primer gigante al acecho en nuestra vida, me refiero al desánimo. Espero su sintonía.

PERMANECER DE PIE

PERMANECER DE PIE

Pablo Martini
Programa No. 2016-03-28

Los árboles se quiebran como palillos de dientes o vuelan hacia arriba, arrancados de la tierra. Techos enteros navegan a la deriva, automóviles dan volteretas como si fueran juguetes, paredes se derrumban y una montaña de agua salta desde la playa y sepulta la tierra. Un huracán corta y hace pedazos, y sólo los cimientos sólidos sobreviven a su furia incontrolable. Pero esos cimientos pueden usarse para la reconstrucción después de la tormenta. Para cualquier edificio, los cimientos son críticos. Deben ser lo suficientemente profundos y sólidos para soportar el peso del edificio y otras presiones. Las vidas son como los edificios, y la calidad de sus cimientos determinará la calidad del resto. Con demasiada frecuencia se usan materiales de calidad inferior y, cuando vienen las pruebas, la vida se desmorona. Tenemos cientos de historias en las páginas del relato bíblico que fueron probadas. Con una vida llena de prestigio, posesiones, y personas, de repente fueron asaltadas por todos lados, devastados, desmantelados hasta sus cimientos. Pero su vida estaba construida en Dios, y resistieron. Son historias de  hombres de Dios. Dramas interesantes sobre la riqueza perdida y luego recuperada, un tratado teológico acerca del sufrimiento y de la soberanía divina, y un ejemplo de fe que perdura. Analiza tu vida y revisa tus cimientos. Y quizás, cuando todo haya desaparecido y sólo quede Dios, podrás decir: «Él es suficiente».

Muchas veces se le permite  a Satanás probar a los hijos de Dios hasta situaciones límite. Es muy fácil pensar que tenemos todas las respuestas pero en realidad, sólo Dios sabe exactamente por qué las cosas suceden de un modo determinado, y debemos someternos a Él como nuestro Soberano.  Nada de lo que llegue a tu vida sucede sin el permiso de Dios. Pensar en esto te llena de una paz inconfundible.  Dice Pablo que no nos ha sobrevenido ninguna situación que humanamente hablando sea irresistible. Además el mismo Dios que te expone a pruebas te da la salida para permanecer de pie.

PENSAMIENTO DEL DÍA:

Revisa tus cimientos de vida. La tormenta puede asomar cuando menos lo imagines

Una reservación para llegar a tu destino

Marzo 31

Una reservación para llegar a tu destino

Lectura bíblica: Mateo 25:31–46

¡Venid, benditos de mi Padre! Heredad el reino que ha sido preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Mateo 25:34

a1—Extrañamos mucho a mi abuela —susurró Melisa—. Es realmente triste pensar que no la volveremos a ver aquí en la Tierra.

Luego Melisa levantó un poco la voz:
—Pero estamos contentos de que se encuentra en el cielo. ¡Estoy contenta de que la veremos allí!

Su compañera de escuela hizo un gesto.
—¿El cielo? No entiendo de qué vale creer en el cielo —dijo—. Yo creo que cuando uno se muere, se acabó todo. ¿Dónde está el cielo? ¿Arriba en las nubes? Uno no puede simplemente flotar en el aire. ¿Y cómo puedes creer en el infierno? Es simplemente un montón de piedras y lava dentro de la Tierra. Lamento tener que ser la que te lo diga, pero tienes que admitir que tu abuela ha dejado de existir.

Para Melisa es triste tener que escuchar esto de alguien que considera su amiga. Además, lo que ésta le dijo es totalmente falso.

Aunque la Biblia no nos da el lugar específico donde está el cielo, no es un cuento de hadas. La Biblia enseña que hay un cielo real y un infierno real.

• Jesús les dijo a sus seguidores que se iba para preparar un lugar para ellos (ver Juan 14:2). El apóstol Juan da algunos detalles del cielo, describiéndolo como un lugar increíble en la presencia de Dios donde ya no habrá muerte, ni lágrimas, ni dolor (ver Apocalipsis 21:4). Es un lugar donde el pueblo de Dios le servirá, lo verá tal como es y estará con él para siempre (ver Apocalipsis 22:3–5).

• La Palabra de Dios es clara en cuanto a que el futuro de los malos será el castigo en un lugar llamado infierno (ver Mateo 25:41). Juan describe también el castigo que les espera a los que no conocen a Dios (ver Apocalipsis 21:8). La Biblia habla repetidamente del infierno en términos contundentes como un lugar separado de Dios, su pueblo y todo lo bueno que él ha hecho.

Desafortunadamente, no son muchas las personas que hacen caso a las advertencias bíblicas sobre el infierno ni a sus promesas del cielo. Por eso es que no podemos quedarnos sentados tranquilamente y esperar que Dios nos lleve al cielo, porque a nuestros amigos que no creen en Cristo les espera un sufrimiento muy real. Pero si hemos confiado en Cristo, nuestro futuro es realmente celestial. El cielo es un lugar real donde disfrutaremos de estar con Dios y su pueblo para siempre.

PARA DIALOGAR
Di en tus propias palabras: ¿Qué le hubieras respondido a la compañera de Melisa? ¿Y cómo hubieras consolado a Melisa?

PARA ORAR
Ora por tus amigos que no creen en el cielo, ni en el infierno.

PARA HACER
Usa una concordancia bíblica y busca referencias sobre “cielo” e “infierno”. ¿Qué enseña la Biblia?

McDowell, J., & Johnson, K. (2005). Devocionales para la familia. El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano.

Pacto de Salomón con Hiram

1 Reyes 5-7

Pacto de Salomón con Hiram

(2 Cr. 2.1-18)

a15:1  Hiram rey de Tiro envió también sus siervos a Salomón, luego que oyó que lo habían ungido por rey en lugar de su padre; porque Hiram siempre había amado a David.

Entonces Salomón envió a decir a Hiram:

Tú sabes que mi padre David no pudo edificar casa al nombre de Jehová su Dios, por las guerras que le rodearon, hasta que Jehová puso sus enemigos bajo las plantas de sus pies.

Ahora Jehová mi Dios me ha dado paz por todas partes; pues ni hay adversarios, ni mal que temer.

Yo, por tanto, he determinado ahora edificar casa al nombre de Jehová mi Dios, según lo que Jehová habló a David mi padre, diciendo: Tu hijo, a quien yo pondré en lugar tuyo en tu trono, él edificará casa a mi nombre.

Manda, pues, ahora, que me corten cedros del Líbano; y mis siervos estarán con los tuyos, y yo te daré por tus siervos el salario que tú dijeres; porque tú sabes bien que ninguno hay entre nosotros que sepa labrar madera como los sidonios.

Cuando Hiram oyó las palabras de Salomón, se alegró en gran manera, y dijo: Bendito sea hoy Jehová, que dio hijo sabio a David sobre este pueblo tan grande.

Y envió Hiram a decir a Salomón: He oído lo que me mandaste a decir; yo haré todo lo que te plazca acerca de la madera de cedro y la madera de ciprés.

Mis siervos la llevarán desde el Líbano al mar, y la enviaré en balsas por mar hasta el lugar que tú me señales, y allí se desatará, y tú la tomarás; y tú cumplirás mi deseo al dar de comer a mi familia.

10 Dio, pues, Hiram a Salomón madera de cedro y madera de ciprés, toda la que quiso.

11 Y Salomón daba a Hiram veinte mil coros de trigo para el sustento de su familia, y veinte coros de aceite puro; esto daba Salomón a Hiram cada año.

12 Jehová, pues, dio a Salomón sabiduría como le había dicho; y hubo paz entre Hiram y Salomón, e hicieron pacto entre ambos.

13 Y el rey Salomón decretó leva en todo Israel, y la leva fue de treinta mil hombres,

14 los cuales enviaba al Líbano de diez mil en diez mil, cada mes por turno, viniendo así a estar un mes en el Líbano, y dos meses en sus casas; y Adoniram estaba encargado de aquella leva.

15 Tenía también Salomón setenta mil que llevaban las cargas, y ochenta mil cortadores en el monte;

16 sin los principales oficiales de Salomón que estaban sobre la obra, tres mil trescientos, los cuales tenían a cargo el pueblo que hacía la obra.

17 Y mandó el rey que trajesen piedras grandes, piedras costosas, para los cimientos de la casa, y piedras labradas.

18 Y los albañiles de Salomón y los de Hiram, y los hombres de Gebal, cortaron y prepararon la madera y la cantería para labrar la casa.

Salomón edifica el templo

(2 Cr. 3.1-14)

6:1  En el año cuatrocientos ochenta después que los hijos de Israel salieron de Egipto, el cuarto año del principio del reino de Salomón sobre Israel, en el mes de Zif, que es el mes segundo, comenzó él a edificar la casa de Jehová.

La casa que el rey Salomón edificó a Jehová tenía sesenta codos de largo y veinte de ancho, y treinta codos de alto.

Y el pórtico delante del templo de la casa tenía veinte codos de largo a lo ancho de la casa, y el ancho delante de la casa era de diez codos.

E hizo a la casa ventanas anchas por dentro y estrechas por fuera.

Edificó también junto al muro de la casa aposentos alrededor, contra las paredes de la casa alrededor del templo y del lugar santísimo; e hizo cámaras laterales alrededor.

El aposento de abajo era de cinco codos de ancho, el de en medio de seis codos de ancho, y el tercero de siete codos de ancho; porque por fuera había hecho disminuciones a la casa alrededor, para no empotrar las vigas en las paredes de la casa.

Y cuando se edificó la casa, la fabricaron de piedras que traían ya acabadas, de tal manera que cuando la edificaban, ni martillos ni hachas se oyeron en la casa, ni ningún otro instrumento de hierro.

La puerta del aposento de en medio estaba al lado derecho de la casa; y se subía por una escalera de caracol al de en medio, y del aposento de en medio al tercero.

Labró, pues, la casa, y la terminó; y la cubrió con artesonados de cedro.

10 Edificó asimismo el aposento alrededor de toda la casa, de altura de cinco codos, el cual se apoyaba en la casa con maderas de cedro.

11 Y vino palabra de Jehová a Salomón, diciendo:

12 Con relación a esta casa que tú edificas, si anduvieres en mis estatutos e hicieres mis decretos, y guardares todos mis mandamientos andando en ellos, yo cumpliré contigo mi palabra que hablé a David tu padre;

13 y habitaré en ella en medio de los hijos de Israel, y no dejaré a mi pueblo Israel.

14 Así, pues, Salomón labró la casa y la terminó.

15 Y cubrió las paredes de la casa con tablas de cedro, revistiéndola de madera por dentro, desde el suelo de la casa hasta las vigas de la techumbre; cubrió también el pavimento con madera de ciprés.

16 Asimismo hizo al final de la casa un edificio de veinte codos, de tablas de cedro desde el suelo hasta lo más alto; así hizo en la casa un aposento que es el lugar santísimo.

17 La casa, esto es, el templo de adelante, tenía cuarenta codos.

18 Y la casa estaba cubierta de cedro por dentro, y tenía entalladuras de calabazas silvestres y de botones de flores. Todo era cedro; ninguna piedra se veía.

19 Y adornó el lugar santísimo por dentro en medio de la casa, para poner allí el arca del pacto de Jehová.

20 El lugar santísimo estaba en la parte de adentro, el cual tenía veinte codos de largo, veinte de ancho, y veinte de altura; y lo cubrió de oro purísimo; asimismo cubrió de oro el altar de cedro.

21 De manera que Salomón cubrió de oro puro la casa por dentro, y cerró la entrada del santuario con cadenas de oro, y lo cubrió de oro.

22 Cubrió, pues, de oro toda la casa de arriba abajo, y asimismo cubrió de oro todo el altar que estaba frente al lugar santísimo.

23 Hizo también en el lugar santísimo dos querubines de madera de olivo, cada uno de diez codos de altura.

24 Una ala del querubín tenía cinco codos, y la otra ala del querubín otros cinco codos; así que había diez codos desde la punta de una ala hasta la punta de la otra.

25 Asimismo el otro querubín tenía diez codos; porque ambos querubines eran de un mismo tamaño y de una misma hechura.

26 La altura del uno era de diez codos, y asimismo la del otro.

27 Puso estos querubines dentro de la casa en el lugar santísimo, los cuales extendían sus alas, de modo que el ala de uno tocaba una pared, y el ala del otro tocaba la otra pared, y las otras dos alas se tocaban la una a la otra en medio de la casa.

28 Y cubrió de oro los querubines.

29 Y esculpió todas las paredes de la casa alrededor de diversas figuras, de querubines, de palmeras y de botones de flores, por dentro y por fuera.

30 Y cubrió de oro el piso de la casa, por dentro y por fuera.

31 A la entrada del santuario hizo puertas de madera de olivo; y el umbral y los postes eran de cinco esquinas.

32 Las dos puertas eran de madera de olivo; y talló en ellas figuras de querubines, de palmeras y de botones de flores, y las cubrió de oro; cubrió también de oro los querubines y las palmeras.

33 Igualmente hizo a la puerta del templo postes cuadrados de madera de olivo.

34 Pero las dos puertas eran de madera de ciprés; y las dos hojas de una puerta giraban, y las otras dos hojas de la otra puerta también giraban.

35 Y talló en ellas querubines y palmeras y botones de flores, y las cubrió de oro ajustado a las talladuras.

36 Y edificó el atrio interior de tres hileras de piedras labradas, y de una hilera de vigas de cedro.

37 En el cuarto año, en el mes de Zif, se echaron los cimientos de la casa de Jehová.

38 Y en el undécimo año, en el mes de Bul, que es el mes octavo, fue acabada la casa con todas sus dependencias, y con todo lo necesario. La edificó, pues, en siete años.

Otros edificios de Salomón

7:1  Después edificó Salomón su propia casa en trece años, y la terminó toda.

Asimismo edificó la casa del bosque del Líbano, la cual tenía cien codos de longitud, cincuenta codos de anchura y treinta codos de altura, sobre cuatro hileras de columnas de cedro, con vigas de cedro sobre las columnas.

Y estaba cubierta de tablas de cedro arriba sobre las vigas, que se apoyaban en cuarenta y cinco columnas; cada hilera tenía quince columnas.

Y había tres hileras de ventanas, una ventana contra la otra en tres hileras.

Todas las puertas y los postes eran cuadrados; y unas ventanas estaban frente a las otras en tres hileras.

También hizo un pórtico de columnas, que tenía cincuenta codos de largo y treinta codos de ancho; y este pórtico estaba delante de las primeras, con sus columnas y maderos correspondientes.

Hizo asimismo el pórtico del trono en que había de juzgar, el pórtico del juicio, y lo cubrió de cedro del suelo al techo.

Y la casa en que él moraba, en otro atrio dentro del pórtico, era de obra semejante a ésta. Edificó también Salomón para la hija de Faraón, que había tomado por mujer, una casa de hechura semejante a la del pórtico.

Todas aquellas obras fueron de piedras costosas, cortadas y ajustadas con sierras según las medidas, así por dentro como por fuera, desde el cimiento hasta los remates, y asimismo por fuera hasta el gran atrio.

10 El cimiento era de piedras costosas, piedras grandes, piedras de diez codos y piedras de ocho codos.

11 De allí hacia arriba eran también piedras costosas, labradas conforme a sus medidas, y madera de cedro.

12 Y en el gran atrio alrededor había tres hileras de piedras labradas, y una hilera de vigas de cedro; y así también el atrio interior de la casa de Jehová, y el atrio de la casa.

Salomón emplea a Hiram, de Tiro

(2 Cr. 2.13-14; 3.15-17)

13 Y envió el rey Salomón, e hizo venir de Tiro a Hiram,

14 hijo de una viuda de la tribu de Neftalí. Su padre, que trabajaba en bronce, era de Tiro; e Hiram era lleno de sabiduría, inteligencia y ciencia en toda obra de bronce. Este, pues, vino al rey Salomón, e hizo toda su obra.

15 Y vació dos columnas de bronce; la altura de cada una era de dieciocho codos, y rodeaba a una y otra un hilo de doce codos.

16 Hizo también dos capiteles de fundición de bronce, para que fuesen puestos sobre las cabezas de las columnas; la altura de un capitel era de cinco codos, y la del otro capitel también de cinco codos.

17 Había trenzas a manera de red, y unos cordones a manera de cadenas, para los capiteles que se habían de poner sobre las cabezas de las columnas; siete para cada capitel.

18 Hizo también dos hileras de granadas alrededor de la red, para cubrir los capiteles que estaban en las cabezas de las columnas con las granadas; y de la misma forma hizo en el otro capitel.

19 Los capiteles que estaban sobre las columnas en el pórtico, tenían forma de lirios, y eran de cuatro codos.

20 Tenían también los capiteles de las dos columnas, doscientas granadas en dos hileras alrededor en cada capitel, encima de su globo, el cual estaba rodeado por la red.

21 Estas columnas erigió en el pórtico del templo; y cuando hubo alzado la columna del lado derecho, le puso por nombre Jaquín, y alzando la columna del lado izquierdo, llamó su nombre Boaz.

22 Y puso en las cabezas de las columnas tallado en forma de lirios, y así se acabó la obra de las columnas.

Mobiliario del templo

(2 Cr. 4.1–5.1)

23 Hizo fundir asimismo un mar de diez codos de un lado al otro, perfectamente redondo; su altura era de cinco codos, y lo ceñía alrededor un cordón de treinta codos.

24 Y rodeaban aquel mar por debajo de su borde alrededor unas bolas como calabazas, diez en cada codo, que ceñían el mar alrededor en dos filas, las cuales habían sido fundidas cuando el mar fue fundido.

25 Y descansaba sobre doce bueyes; tres miraban al norte, tres miraban al occidente, tres miraban al sur, y tres miraban al oriente; sobre estos se apoyaba el mar, y las ancas de ellos estaban hacia la parte de adentro.

26 El grueso del mar era de un palmo menor, y el borde era labrado como el borde de un cáliz o de flor de lis; y cabían en él dos mil batos.

27 Hizo también diez basas de bronce, siendo la longitud de cada basa de cuatro codos, y la anchura de cuatro codos, y de tres codos la altura.

28 La obra de las basas era esta: tenían unos tableros, los cuales estaban entre molduras;

29 y sobre aquellos tableros que estaban entre las molduras, había figuras de leones, de bueyes y de querubines; y sobre las molduras de la basa, así encima como debajo de los leones y de los bueyes, había unas añadiduras de bajo relieve.

30 Cada basa tenía cuatro ruedas de bronce, con ejes de bronce, y en sus cuatro esquinas había repisas de fundición que sobresalían de los festones, para venir a quedar debajo de la fuente.

31 Y la boca de la fuente entraba un codo en el remate que salía para arriba de la basa; y la boca era redonda, de la misma hechura del remate, y éste de codo y medio. Había también sobre la boca entalladuras con sus tableros, los cuales eran cuadrados, no redondos.

32 Las cuatro ruedas estaban debajo de los tableros, y los ejes de las ruedas nacían en la misma basa. La altura de cada rueda era de un codo y medio.

33 Y la forma de las ruedas era como la de las ruedas de un carro; sus ejes, sus rayos, sus cubos y sus cinchos, todo era de fundición.

34 Asimismo las cuatro repisas de las cuatro esquinas de cada basa; y las repisas eran parte de la misma basa.

35 Y en lo alto de la basa había una pieza redonda de medio codo de altura, y encima de la basa sus molduras y tableros, los cuales salían de ella misma.

36 E hizo en las tablas de las molduras, y en los tableros, entalladuras de querubines, de leones y de palmeras, con proporción en el espacio de cada una, y alrededor otros adornos.

37 De esta forma hizo diez basas, fundidas de una misma manera, de una misma medida y de una misma entalladura.

38 Hizo también diez fuentes de bronce; cada fuente contenía cuarenta batos, y cada una era de cuatro codos; y colocó una fuente sobre cada una de las diez basas.

39 Y puso cinco basas a la mano derecha de la casa, y las otras cinco a la mano izquierda; y colocó el mar al lado derecho de la casa, al oriente, hacia el sur.

40 Asimismo hizo Hiram fuentes, y tenazas, y cuencos. Así terminó toda la obra que hizo a Salomón para la casa de Jehová:

41 dos columnas, y los capiteles redondos que estaban en lo alto de las dos columnas; y dos redes que cubrían los dos capiteles redondos que estaban sobre la cabeza de las columnas;

42 cuatrocientas granadas para las dos redes, dos hileras de granadas en cada red, para cubrir los dos capiteles redondos que estaban sobre las cabezas de las columnas;

43 las diez basas, y las diez fuentes sobre las basas;

44 un mar, con doce bueyes debajo del mar;

45 y calderos, paletas, cuencos, y todos los utensilios que Hiram hizo al rey Salomón, para la casa de Jehová, de bronce bruñido.

46 Todo lo hizo fundir el rey en la llanura del Jordán, en tierra arcillosa, entre Sucot y Saretán.

47 Y no inquirió Salomón el peso del bronce de todos los utensilios, por la gran cantidad de ellos.

48 Entonces hizo Salomón todos los enseres que pertenecían a la casa de Jehová: un altar de oro, y una mesa también de oro, sobre la cual estaban los panes de la proposición;

49 cinco candeleros de oro purísimo a la mano derecha, y otros cinco a la izquierda, frente al lugar santísimo; con las flores, las lámparas y tenazas de oro.

50 Asimismo los cántaros, despabiladeras, tazas, cucharillas e incensarios, de oro purísimo; también de oro los quiciales de las puertas de la casa de adentro, del lugar santísimo, y los de las puertas del templo.

51 Así se terminó toda la obra que dispuso hacer el rey Salomón para la casa de Jehová. Y metió Salomón lo que David su padre había dedicado, plata, oro y utensilios; y depositó todo en las tesorerías de la casa de Jehová.

Reina-Valera 1960 (RVR1960)Copyright © 1960 by American Bible Society

«ME HACE FALTA UN PADRE: LO NECESITO»

31 mar 2016

«ME HACE FALTA UN PADRE: LO NECESITO»

por Carlos Rey

a1En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio http://www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos:

«Soy fruto de una relación pasajera entre dos amigos solteros. Mi padre siempre me negó. Ahora está casado y tiene tres hijos, los cuales no me quieren, siendo que yo nací cuando ellos todavía no estaban junto a él. Toda la familia de él se enteró de mi existencia hace poco, pero para no quedar mal me ignoran.

»¡Los odio! ¡Quiero vengarme! ¡Quiero que mueran para cobrar yo la herencia, ya que me niegan amor! Pero a la vez me hace falta un padre. Lo necesito. ¿Qué hago?»

Este es el consejo que le dio mi esposa:

«Estimada amiga:

»¡Sentimos mucho la pérdida que usted ha sufrido! Ha perdido no sólo un padre, sino también el sueño de tener un padre…. Ahora le toca afrontar una dura realidad inflexible. ¡Es cruel y es injusto!

»… Tiene razón para estar enojada. El problema es que la ira y el enojo sólo perjudican a la persona que alberga esos sentimientos. El deseo suyo de venganza le produce sustancias químicas en el cerebro que fluyen por todo su cuerpo. Esas sustancias la pueden hacer más susceptible a problemas de la salud y aun a graves enfermedades. Cada vez que piensa en el odio que siente y la injusticia que ha sufrido, su cuerpo produce más sustancias químicas negativas. Así que, lamentablemente, es usted quien sale perjudicada….

»Hay una sola solución. Usted necesita que Jesucristo le dé la capacidad sobrenatural que Él tuvo para perdonar. Él perdonó a quienes lo crucificaron. Enseñó que también nosotros debemos perdonar si queremos que se nos perdonen nuestros pecados. Él dijo: “Porque si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial.”1

»¿Merece su padre el perdón suyo? ¡De ninguna manera! El perdonarlo no significa que él lo merezca o que esté libre del castigo divino por su conducta.

»Los que crucificaron a Cristo tampoco merecían el perdón. Como tampoco lo merecemos nosotros cuando quebrantamos las leyes de Dios. Pero Cristo perdonó a quienes lo crucificaron, y nos perdona a nosotros cuando se lo pedimos. Así que su ejemplo nos enseña que es posible perdonar incluso cuando el perdón no es merecido.

»Pídale a Dios en oración que le dé la capacidad sobrenatural que usted necesita para perdonar. Cuando la invadan los pensamientos negativos, busque la manera de convertirlos en pensamientos positivos. Si usted tuvo una buena madre, piense en lo agradecida que está por haberla tenido. Si tiene abuelos que la aman, dele gracias a Dios por ellos. Convierta cada pensamiento negativo en uno positivo para que pueda transformar las sustancias químicas en el cerebro y proteger su salud. Deje que sea Dios quien juzgue. Él sabe perfectamente cómo hacerlo.»

Con eso termina lo que Linda, mi esposa, recomienda en este caso. El caso completo, que por falta de espacio no pudimos incluir en esta edición, se puede leer si se pulsa la pestaña en http://www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 382.

http://www.conciencia.net/