Entre en el juego

Entre en el juego

la-verdad-para-hoy

1/17/2017

Corred de tal manera que lo obtengáis. (1 Corintios 9:24)

alimentemos_el_almaComo yo era un deportista cuando niño, jugué en varios equipos en diversos programas deportivos. Recuerdo a muchos muchachos con poca o ninguna capacidad deportiva que trataban de formar parte de aquellos equipos. Una que otra vez, a un entrenador le daba pena con algún muchacho así y lo ponía en el equipo a pesar de su actuación. Le daba al muchacho un uniforme para hacerle sentir que era parte del equipo aunque no permitiera que el muchacho participara en el juego.

Afortunadamente, es todo lo contrario en la vida cristiana. El Señor no nos pone en el equipo solo para que nos sentemos en el banco. Tiene el propósito de enviarnos al juego. Es su gracia la que nos llama a la salvación, y es su voluntad la que nos envía al mundo para dar testimonio de Él.

Todos somos como el muchacho que no tenía habilidad. Dios nos pone misericordiosamente en el equipo, no debido a nuestra habilidad, sino sim­ple­mente por su gracia soberana. Y Él nos da la capacidad para participar en el juego. Así que entre en el juego y dé gracias por el santo privilegio de servir a Jesucristo.

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Ahora lo sé

17 Enero 2017

Ahora lo sé
por Charles R. Swindoll

Job 3:1-26

alimentemos_el_almaHay veces en que las palabras de otras personas sólo sirven para empeorar las cosas. Decir esto puede ser demasiado simple; por lo tanto, ¿para qué hacerlo? Bueno, ¿lo aprendió ya? ¿Está usted todavía prestando oídos a alguien? Si es así, no es extraño que esté confundido.

Hay ocasiones en las que lo que Dios hace solo sirve para confundirnos más. Bueno, ya lo dije. ¿Qué trato de decir con esto? Que no espere entender todo lo que sucede en cuanto ocurre.

A mí no me importa que usted tenga un doctorado obtenido en una grande y prestigiosa universidad. Párese frente al espejo, estando solo, sin que haya nadie a su alrededor, y diga con indiferencia, con un encogimiento de hombros: “No lo sé… realmente no lo sé». Y puede añadir: “No puedo decir por qué sucedió. No lo sé.» Repita las palabras varias veces: «No lo sé.” La gran noticia es que Dios nunca se encoge de hombros. Él nunca dice eso, sino que dice, con aguda percepción: «Yo sé exactamente por qué sucedió esto. Yo sé el camino que estás tomando. Sé por qué lo haces. Sé cuánto tiempo estarás allí, y sé cuál va a ser el resultado final». Encogerse de hombros y la persona de Dios son incompatibles.

Mientras usted se encoge de hombros y dice con humildad genuina: «No lo sé», Dios le está diciendo: “Te felicito. Confía en mí en el misterio. Fíate de mí.” Dios nunca prometió que nos informaría su plan por anticipado; Él solo ha prometido que tiene un plan. Y que, al final, será para nuestro bien y para su gloria. Él lo sabe, pero nosotros no. Por eso es que actuamos con indiferencia y admitimos: “No lo sé”. Por tanto, si usted y yo nos encontramos algún día y me hace una pregunta profunda y difícil, no se sorprenda si me encojo de hombros y le digo: “No lo sé.”

Pero esto sí sé: La muerte de Su hijo Jesucristo no fue en vano; Cristo murió por usted; y si usted cree en Él, Él perdonará sus pecados, y usted irá a vivir con Él para siempre. Usted tendrá el cielo y todas las bendiciones de que hay en Él; eso sí lo sé.

Es un viaje difícil el llegar hasta allí. Está lleno de confusión, luchas, encogimiento de hombros, seguido por una gran cantidad de “no sé”. Pero cuando los cielos se abran y estemos allí, no habrá más encogimiento de hombros, y usted podrá decir: “¡Ahora lo sé!”.

No espere entender todo lo que sucede en cuanto ocurre. —Charles R. Swindoll

Tomado del libro Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmundohispano.org). Copyright © 2017 por Charles R. Swindoll Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

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«Jesús no tiene rival alguno»

Por Amor a Dios

Un devocional para apasionarnos por la Palabra

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17 ENERO

Génesis 18 | Mateo 17 | Nehemías 7 | Hechos 17

Uno de los grandes fallos en los que también pueden caer incluso los creyentes es el de minusvalorar a Jesús (Mateo 17:1–8).

alimentemos_el_almaJesús se lleva al círculo íntimo de sus doce discípulos – a Pedro, a Santiago y a Juan – a la cumbre de una montaña alta: sólo estaban ellos cuatro. “Allí se transfiguró en presencia de ellos; su rostro resplandeció como el sol, y su ropa se volvió blanca como la luz” (17:2). De pronto, aparecieron Moisés y Elías, “hablando con Jesús” (17:3) Es como si se nos permitiesen vislumbres acerca de la identidad definitiva del Hijo eterno; los tres discípulos son ahora “testigos directos de su majestad” (2 Pedro 1:16). Es difícil no ver aquí un anticipo de la gloria del Hijo exaltado (Apocalipsis 1:12–16), de Jesús tal como aparecerá cuando toda rodilla se doblegue ante él, en el cielo y en la tierra, y bajo la tierra, y toda lengua confiese que “Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:10–11).

Sin embargo, Pedro no lo comprende. Acierta al reconocer que es un enorme privilegio presenciar este momento: “Señor”, dice, “¡qué bien que estemos aquí!”. Pero luego mete la pata: “Si quieres, levantaré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. No llega a comprender el significado de la presencia de Moisés y Elías. Se imagina que se trata de que Jesús está siendo elevado así a la estatura de ellos, a la estatura del mediador de la alianza de Sinaí y a la de uno de los más grandes de los profetas bíblicos.

Está profundamente equivocado. La presencia de Moisés y Elías, significa más bien, que tanto la ley como los profetas daban testimonio de él (5:17–18; 11:13). Dios mismo es quien pone las cosas en su sitio. En una manifestación aterradora, la voz de Dios truena desde el interior de una nube que los envuelve a todos: “Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él. ¡Escuchadle!” (17:5). Cuando los tres discípulos se recuperaron del profundo impacto, todo había desaparecido: “Cuando alzaron la vista, no vieron a nadie más que a Jesús” (17:8). Esta última visión es una conclusión preñada de significado.

Jesús no tiene rival alguno. Ha habido y sigue habiendo muchos líderes religiosos. En una era de gran sensibilidad posmoderna y de un compromiso muy extendido y profundo con el pluralismo filosófico, es muy fácil relativizar a Jesús de muchísimas maneras. Pero sólo hay una persona de quien se puede decir que nos creó, y luego se hizo uno de nosotros; que es el Señor de la gloria y al mismo tiempo un ser humano; que murió con ignominia y vergüenza en una cruz odiosa; pero que ahora está sentado a la diestra de la Majestad, habiendo vuelto a la gloria que compartía con el Padre antes de que el mundo fuera creado.

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 17). Barcelona: Publicaciones Andamio.

La Buena Semilla ¿Quién puede ser salvo?

La Buena Semilla

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La gracia da y la fe recibe

Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús. – Romanos 3:24

alimentemos_el_almaRechazar un regalo significa privarse a sí mismo de ese regalo, pero también es ofender al que lo da. Cuanto más precioso sea el regalo, tanto más grande es la pérdida para el que lo rechaza y la ofensa para el dador. Dios dio a su Hijo unigénito para salvar a todos los que creen en él. No creer en él es, en el fondo, despreciar el regalo de Dios. ¡Qué pérdida y qué afrenta!

Pues bien, muchas personas no quieren recibir el maravilloso regalo de Dios. Pero, ¿cuál es el obstáculo? Probablemente la indiferencia hacia Dios unida al materialismo existente. Pero también existe una razón más oculta: si Dios es un Dios de bondad, es igualmente santo, y la conciencia no está nada cómoda en este plano. Nos gustaría presentar a Dios buenas obras para ser aceptados ante él, para parecer justos. Pero Dios declara: “No hay justo, ni aun uno” (Romanos 3:10). Y Jesús dice: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento” (Lucas 5:32). A estos pecadores Dios les ofrece su gracia. Por definición, la gracia se dirige a aquellos que solo merecen el juicio.

Las innumerables religiones inventadas por los hombres exigen hacer algo para merecer el perdón. ¡Pero nadie puede hallar a Dios basándose en esto! Solo el Evangelio ofrece, por la gracia divina, el perdón a todos los hombres, pues todos somos pecadores.

Si usted admite ser un pecador, reúne la única condición necesaria para recibir el perdón gratuitamente. ¡Recíbalo con sencillez y agradecimiento!

“Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado” (Salmo 32:1).

1 Samuel 14:1-22 – Mateo 12:1-37 – Salmo 10:12-18 – Proverbios 3:21-26

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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Las bienaventuranzas

Mateo 5:3-12

9781586403546

La Biblia de las Américas (LBLA)

Las bienaventuranzas

Bienaventurados[a] los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos.

Bienaventurados los que lloran, pues ellos serán consolados.

Bienaventurados los humildes[b], pues ellos heredarán la tierra.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados.

Bienaventurados los misericordiosos, pues ellos recibirán misericordia.

Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios.

Bienaventurados los que procuran la paz, pues ellos serán llamados hijos de Dios.

10 Bienaventurados aquellos que han sido perseguidos por causa de la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos. 11 Bienaventurados seréis[c] cuando os insulten y persigan, y digan todo género de mal contra vosotros falsamente, por causa de mí. 12 Regocijaos y alegraos, porque vuestra recompensa en los cielos es grande, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que vosotros.