«No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo»

8 de abril

«No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo»

Salmo 23:4

¡ Mirad cuán independiente de las circunstancias externas hace al cristiano el Espíritu Santo! ¡Qué luz tan brillante resplandece dentro de nosotros cuando fuera no hay más que tinieblas! ¡Cuán firmes, felices, tranquilos y llenos de paz podemos estar aunque el mundo nos sacuda de acá para allá y se conmuevan los pilares de la tierra! Aun la muerte misma, con todo su influjo, no tiene poder para interrumpir la música del corazón cristiano; antes, al contrario, ella hace que esa música sea más dulce, más clara, más celestial. Finalmente, el último acto bondadoso que la muerte podrá efectuar será dejar que la melodía terrenal se funda con el coro celeste, y el gozo terrenal, con la felicidad eterna. Tengamos confianza, pues, en el poder del Espíritu bendito para confortarnos. Querido lector, ¿estás presintiendo la pobreza? No temas; el divino Espíritu es capaz de darte en tu necesidad una abundancia mayor que la del rico. Tú no sabes qué goces pueden estar guardados para ti en la choza en torno de la cual la gracia plantará rosas de alegría. ¿Te estás dando cuenta de que tus fuerzas físicas disminuyen? ¿Esperas sufrir largas noches de tristeza y días de dolor? ¡Oh, no estés melancólico! Esa cama puede llegar a ser un trono para ti. Tú conoces poco tocante a cómo todo dolor que atraviesa tu cuerpo puede ser un fuego purificador que consuma tus escorias, un destello de gloria que ilumine las partes secretas de tu alma. ¿Se están oscureciendo tus ojos? Jesús será tu luz. ¿Te están fallando los oídos? El nombre de Jesús será la mejor música para tu alma, y su persona, tu placer predilecto. Sócrates solía decir: «Los filósofos pueden ser felices sin la música». Y los cristianos pueden ser más felices que los filósofos cuando se ven privados de todas las causas externas de regocijo. En ti, Dios mío, mi corazón vencerá, venga lo que venga de los males exteriores. ¡Oh bendito Espíritu, por tu poder mi corazón estará muy gozoso aunque todas las cosas de aquí abajo me fallen!

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 107). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

¿Qué quiere decir santo?

8 ABRIL

¿Qué quiere decir santo?

Levítico 11–12 | Salmos 13–14 | Proverbios 26 | 1 Tesalonicenses 5

En esta meditación, quiero juntar dos pasajes: “Yo soy el SEÑOR vuestro Dios, así que santificaos y manteneos santos, porque yo soy santo. No os hagáis impuros por causa de los animales que se arrastran. Yo soy el SEÑOR, que os sacó de la tierra de Egipto, para ser vuestro Dios. Sed, pues, santos, porque yo soy santo.” (Levítico 11:44–45); “Dice el necio en su corazón: «No hay Dios»” (Salmo 14:1).

¿Qué quiere decir santo? Cuando los ángeles dicen “Santo, santo, santo es el Señor Todopoderoso” (Isaías 6:3; ver Apocalipsis 4:8), ¿acaso quieren decir “Moral, moral, moral es el Señor Todopoderoso”? Incluso plantear una pregunta así demuestra hasta qué punto son inadecuadas semejantes definiciones comunes de la palabra santo.

En su esencia, santo es casi un adjetivo cuyo sustantivo correspondiente es Dios. Dios es Dios; Dios es santo. Es único; no hay ningún otro. Por lo cual, por consecuencia, todo aquello que le pertenece a él exclusivamente puede designarse santo. Podría tratarse tanto de personas como de objetos: ciertos incensarios eran santos, no porque fuesen morales, y evidentemente tampoco porque fuesen divinos, sino porque, en un sentido derivativo, su uso está limitado a lo que tiene que ver con Dios y sus propósitos, y por tanto separados de cualquier otro uso. Cuando se refiere a ciertas personas como santas, lo son en el mismo sentido: pertenecen a Dios, le sirven y en cada área funcionan con respecto a sus propósitos. (Ocasionalmente, en el Antiguo Testamento, hay otra acepción de la palabra para hablar del dominio de lo sagrado, de modo que incluso los sacerdotes paganos pueden designarse santos. Pero este no es el significado que nos ocupa aquí.)

Si alguien se comporta de cierta manera porque pertenece a Dios, podríamos decir que su comportamiento es moral. Cuando Pedro cita estas palabras, “Sed santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1:16), lo que implica es que sus lectores se arrepientan de sus “malos deseos” (1:14) para vivir “con temor reverente” (1:17). Pero no es ningún accidente que estas palabras de Levítico 11 no ocurran en un contexto de mandamientos y prohibiciones morales sino de restricciones ceremoniales relativas a los alimentos limpios y otros que no lo son. En lo que se refiere a pertenecer a Dios, vivir según sus condiciones, manteniéndonos apartados para él, deleitándonos en él, obedeciéndole a él, honrándole a él – estas restricciones son más fundamentales que las normas específicas de la obediencia que llamamos moral o ceremonial.

De hecho, esta posición es tan básica en el universo de Dios, que sólo el necio dice: “No hay Dios” (Salmo 14:1). Esta mentalidad es precisamente lo contrario de la santidad, siendo su manifestación más fundamental y patente el hecho de que: “Están corrompidos, sus obras son detestables; ¡no hay uno solo que haga lo bueno!” (14:1).

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 98). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Demos a conocer a Satanás su derrota

ABRIL, 08

Demos a conocer a Satanás su derrota

Devocional por John Piper

Resistid, pues, al diablo y huirá de vosotros. (Santiago 4:7)

Mientras más real parezca Satanás en nuestro día, más preciosa será la victoria de Cristo para aquellos que creen en él.

El Nuevo Testamento enseña que cuando Cristo murió y resucitó, Satanás fue vencido. Se le ha concedido un tiempo de libertad limitada, pero su poder contra el pueblo de Dios está quebrantado y la destrucción del diablo es segura.

  • «El Hijo de Dios se manifestó con este propósito: para destruir las obras del diablo» (1 Juan 3:8).
  • «Él [Cristo] también compartió esa naturaleza humana para anular, mediante la muerte, al que tiene el dominio de la muerte —es decir, al diablo—» (Hebreos 2:14). *«Y habiendo [Dios] despojado a los poderes y autoridades, hizo de ellos un espectáculo público, triunfando sobre ellos por medio de Él» (Colosenses 2:15).

En otras palabras, el golpe decisivo fue dado en el Calvario. Y un día, cuando el tiempo de la libertad limitada de Satanás haya terminado, dice Apocalipsis 20:10: «El diablo… será arrojado al lago de fuego y azufre… serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos».

¿Qué significa esto para aquellos que seguimos a Cristo?

  • «Por consiguiente, no hay ahora condenación para los que están en Cristo Jesús» (Romanos 8:1).
  • «¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica» (Romanos 8:33).
  • «Ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes… ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús» (Romanos 8:38).
  • «Mayor es el que está en vosotros que el que está en el mundo» (1 Juan 4:4).
  • «Ellos lo vencieron por medio de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio de ellos» (Apocalipsis 12:11).

Por lo tanto: ¡«Resistid, pues, al diablo y huirá de vosotros»! Él ya ha sido vencido, y nos ha sido dada la victoria. Nuestra tarea ahora es vivir en esa victoria y dar a conocer a Satanás su derrota.

http://solidjoys.sdejesucristo.org/

Los siete milagros de Jesús (1)

sábado 8 abril

Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él.

Juan 2:11

Los siete milagros de Jesús (1)

En su evangelio el apóstol Juan relata solamente siete milagros de Jesús entre tantos otros que hizo, a favor de los que le rodeaban (Juan 20:30-31). En la Biblia, los milagros ponen en evidencia el poder de Dios. A veces son llamados “prodigios”, porque suscitan la admiración, o “señales”, porque centran nuestra atención sobre lo que Dios quiere revelarnos. Los milagros que Jesús hizo son señales que nos muestran diferentes aspectos de su persona. Nos han sido dados para invitarnos a creer en él (Juan 2:11).

–El primer milagro de Jesús fue cambiar el agua en vino (Juan 2:1-11). Es la señal de que él regocija el corazón del creyente y hace “nuevas todas las cosas”. En las bodas de Caná, las seis tinajas de piedra, que contenían el agua empleada para las purificaciones rituales, son símbolos de la antigua religión, dominada por la “ley”. Pero, en contraste, el milagro del agua transformada en vino da testimonio de que en Jesús el reino de Dios está presente, un reino de amor, de paz y de gozo.

–El segundo milagro que Jesús hizo fue curar a un enfermo a distancia, mediante una frase (Juan 4:46-54). Un hombre le pidió que fuese a ver a su hijo enfermo. Jesús le respondió: “Ve, tu hijo vive”. El hombre creyó, regresó a su casa y encontró a su hijo sano. La palabra de Jesús es poderosa para dar la vida. ¡Escucharla y recibirla es vivir! Este hombre le tomó la palabra a Jesús. Así es como deberíamos recibir la Palabra de Dios. Pidámosle que toque nuestros corazones para que creamos lo que nos promete.

(mañana continuará)

Ezequiel 32 – 1 Tesalonicenses 3 – Salmo 40:13-17 – Proverbios 13:5-6

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