El triunfo de Cristo

El triunfo de Cristo

4/20/2017

También Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios. (1 Pedro 3:18)

Es increíble pensar que alguien que era perfectamente justo muriera por los injustos. Pilato tenía razón cuando dijo de Jesús: “Ningún delito hallo en este hombre” (Lc. 23:4). Las acusaciones presentadas contra nuestro Señor fueron inventadas. Los testigos fueron sobornados, y el fallo condenatorio era ilícito.

Pero Cristo triunfó en medio de ese injusto sufrimiento al llevarnos a Dios. Y aunque los creyentes nunca sufrirán como sustitutos ni redentores, Dios puede usar nuestra reacción cristiana ante el sufrimiento injusto para atraer a otros a Él.

Así que, cuando el Señor nos pida que suframos por su causa, debemos comprender que solo se nos pide que soportemos lo que Él mismo soportó de manera que podamos llevar a otros a Él.

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Salmos de Guerra

Clasificación «A» 

Salmos de Guerra

Entrevista con el Dr. Jaime Adams sobre la manera de leer e interpretar los Salmos imprecatorios (de venganza y juicio) basado en su libro “Salmos de Guerra del Príncipe de Paz” de Poiema Publicaciones.

Nathan Díaz

Estudió producción de radio y teología en Moody Bible Institute de Chicago.   Fué director de programación de la estación WMCR en Chicago y después de WBLR en Georgia antes de regresar a México para comenzar Fish Studios.

Actualmente sirve como pastor y maestro en la Iglesia Evangélica Cuajimalpa (www.iglesiacuajimalpa.org).  Él y su esposa Cristin tienen tres hijos, Ian, Cael y Evan. 

«Que pelees las batallas del SEÑOR»

20 de abril

«Que pelees las batallas del SEÑOR».

1 Samuel 18:17 (LBLA)

El ejército de los elegidos de Dios está guerreando aún sobre la tierra, con Jesucristo como Capitán de su salvación. Él ha dicho: «He aquí, yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo». ¡Oíd los gritos de guerra! Que el pueblo de Dios esté firme en sus filas y que a nadie le falte coraje. Es verdad que en nuestro país, justamente ahora, la batalla se ha tornado contra nosotros y, a no ser que el Señor levante su espada, no sabemos lo que puede llegar a ser de la Iglesia de Dios. No obstante, tengamos coraje y seamos valientes. Nunca hubo una ocasión en que el protestantismo pareciera temblar más en la balanza que ahora, cuando se está haciendo un esfuerzo feroz por restaurar al papismo anticristiano a su antigua posición. Necesitamos sobremanera una voz valiente y una mano enérgica para predicar y propagar el antiguo evangelio por el cual los mártires derramaron su sangre. El Salvador, con su Espíritu, se halla aún sobre la tierra; regocijémonos por esto. Él está siempre en medio de la batalla y, por tanto, el resultado del combate no es dudoso. Y mientras arrecia la lucha, ¡qué grata satisfacción nos produce el saber que el Señor Jesús, en su función de Intercesor, está abogando con éxito por su pueblo! ¡Oh angustiado espectador, no te fijes demasiado en la batalla de aquí abajo, porque te verás envuelto en humo y sorprendido con los vestidos bañados en sangre! Fija, más bien, tu mirada allá donde el Salvador vive y aboga por nosotros; porque mientras él interceda, la causa de Dios estará segura. Luchemos como si todo dependiese de nosotros, pero miremos arriba y reconozcamos que todo depende de él.

Por los lirios de la pureza cristiana y por las rosas de la expiación del Salvador; por los corzos y por las ciervas del campo, te exhortamos a ti, que amas a Jesús, a que contiendas valientemente en la Guerra Santa por la verdad y la justicia, por el Reino y por las gemas de la corona de tu Maestro. ¡Adelante!, «porque la batalla no es vuestra, sino de Dios».

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 119). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

Como arcilla

20 Abril 2017

Como arcilla
por Charles R. Swindoll

Hechos 12:25; 13:3

Mantener flexible y manejable la arcilla de la voluntad exige la atención constante. Después de que usted se endurece y se vuelve quebradizo a la dirección de Dios, es menos utilizable por Él. Quiero tomar las verdades con las que hemos estado luchando hasta aquí, y convertirlas en un bálsamo suavizante que usted podría emplear regularmente cuando vea un cambio en el horizonte. Entre los ingredientes del bálsamo que usted necesita utilizar hay un poquito de lo negativo y un poco de lo positivo.

Primer ingrediente negativo: No se cierre a ninguna posibilidad. Manténgase abierto a todo lo que el Señor pueda tener para usted, quitando todas las limitaciones. Dígale al Señor que está dispuesto a cooperar. Pero no olvide que usted puede ser el siguiente Bernabé o Saulo que el Señor quiera poner en otro lugar. Recuerde que estamos hablando de cambios, a los que hay que obedecer

Segundo ingrediente negativo: No permita que las muchas actividades emboten su sensibilidad. Recuerde que Dios habló mientras ellos estaban ministrando. Usted puede estar tan ocupado en las actividades de la iglesia, que no es capaz de entender lo que el Señor le está diciendo.

Primer ingrediente positivo: Deje a Dios ser Dios. Él es selectivo cuando escoge a las personas. Escogió dos y dejó tres, esa era su prerrogativa. Pudo haber escogido a todos los cinco o solamente a uno. El llamado es suyo. Nuestro soberano Señor hace como a Él le parece, y cuando el asunto está claro, nuestra respuesta es obedecer.

Segundo ingrediente positivo: Esté listo paro decir sí. No espere a tener todos los detalles antes de acceder y obedecer. Sin duda, habrá dificultades y tramos penosos en el camino. ¿Y qué? Esté listo para decir que sí, y confiar en que el Señor se encargará del resto.

Solamente usted y el Señor conocen la condición de su corazón. ¿Es arcilla suave y maleable, lista para ser moldeada por el Gran Escultor? ¿O se ha endurecido y convertido en arcilla frágil y quebradiza por los años de vida de infidelidad? Usted sabe exactamente lo que Dios le está pidiendo que haga. Puede ser algo más allá de los límites de la lógica, y mucho más allá de su cómoda rutina. Es posible, incluso, que tenga algunos amigos que le estén diciendo que lo que usted cree que Dios le está pidiendo que haga es negativo, totalmente negativo. Sin embargo, su dirección es clara. Solo se necesita una cosa: que usted diga sí, Señor; sí.

Solamente usted y el Señor conocen la condición de su corazón.—Charles R. Swindoll

Tomado del libro Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2017 por Charles R. Swindoll Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

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«¡He sido arrojado de tu presencia!»

20 ABRIL

«¡He sido arrojado de tu presencia!»

Levítico 24 | Salmo 31 | Eclesiastés 7 | 2 Timoteo 3

David estaba hundido en unos problemas muy profundos. De qué trataban exactamente no nos queda claro, por mucho que intentemos indagar en ello 3.000 años más tarde. Pero lo que sí podemos saber es que David estaba encerrado en una ciudad fortificada (Salmo 31:21), y se sentía atrapado. Había tantas amenazas alrededor suyo que estaba muy cerca del desespero. En ese momento llegó a sentirse abandonado por Dios mismo: “En mi confusión llegué a decir: «¡He sido arrojado de tu presencia!»” (31:22).

No hay mayor desespero que este – sentirse abandonado por Dios. Formaba parte del tormento de Job. Job sabía que podía construir una defensa justa a su favor, si pudiese lograr que Dios viniese a su encuentro y le escuchase, pero los cielos permanecieron callados y el terrible silencio del cielo multiplicó su desesperación.

Ya hemos reflexionado sobre el hecho de que fue el miedo a ser abandonado por Dios lo que empujó a Jacob a seguir luchando con el desconocido en la oscuridad de la noche (Génesis 22:22–23), y lo que movió a Moisés a implorar a Dios que abandonase su intención de permanecer fuera del campamento de los israelitas rebeldes (Éxodo 32–34). En un universo regido por Dios, no puede haber nada más duro que la experiencia de ser, de verdad, abandonado por Dios. El peor de los tormentos del infierno será que los hombres y las mujeres serán total y absolutamente abandonados por Dios. “Abandone toda esperanza quien entre por aquí”.

No obstante, la triste realidad es que los que llevamos la imagen de Dios oscilamos entre el miedo a que Dios nos abandone y el deseo de huir de su presencia. Este mismo David que escribió este salmo no sentía la misma necesidad de deleitarse en la presencia de Dios cuando codiciaba a Betsabé y buscaba la manera de deshacerse de su marido. Con demasiada frecuencia, quisiéramos que Dios mirase a otro lado cuando queremos desobedecerle y seguir nuestro propio camino y, en cambio, cuando pasamos estrecheces, quisiéramos que Dios intervenga, demostrando su poder y su gloria, y sacándonos de nuestros problemas.

¡Qué bendición tan incalculable es que Dios sea mucho mejor que nuestros temores! No nos debe ni auxilio, ni alivio, ni salvación. Aun nuestros gritos: “¡Estoy arrojado de tu presencia!” pueden tener más que ver con nuestra incredulidad que con la expresión de una necesidad sincera de socorro. Pero tal vez la experiencia de David nos sirva de aliento, pues después escribe estas dos líneas más “Pero tú oíste mi voz suplicante cuando te pedí que me ayudaras” (31:22).

Amad al SEÑOR, todos sus fieles;

él protege a los dignos de confianza,

pero a los orgullosos les da su merecido.

Cobrad ánimo y armaos de valor,

todos los que en el SEÑOR esperáis.

(Salmo 31:23–24)

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 110). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Temor de apartarse

ABRIL, 20

Temor de apartarse

Devocional por John Piper

¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen, que has obrado para los que en ti se refugian, delante de los hijos de los hombres! (Salmos 31:19)

Consideremos dos verdades importantes que presenta Salmos 31:19.

1. La bondad del Señor

Existe una bondad peculiar de Dios. Es decir, no solo una bondad general de Dios, que él muestra a todo ser humano al hacer salir el sol sobre malos y buenos (Mateo 5:45), sino que también hay una bondad peculiar para «los que le temen».

Esta bondad es de una abundancia sin medida. No tiene límite, jamás se acaba, lo abarca todo. Hay solo bondad para los que le temen. Todo obra para su bien. Incluso las tribulaciones están llenas de ganancia (Romanos 5:3-5).

Pero aquellos que no le temen reciben una misericordia temporal —una misericordia que no conduce al arrepentimiento, sino a una peor destrucción— (Romanos 2:4).

2. El temor del Señor

El temor del Señor es el temor de apartarse de él. Por lo tanto se expresa cuando buscamos refugio en él. Por eso, en Salmos 31:19 se menciona dos condiciones: temer al Señor y refugiarse en él.

Parece que fueran opuestos. El temor parece que nos alejara de él mientras que refugiarse parece que nos acercara. Sin embargo, cuando entendemos que este temor es el temor de no estar en su cercanía, entonces ambas condiciones obran juntas.

Existe un temblor real para los santos. «Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor» (Filipenses 2:12). Pero se trata del temblor que uno siente al estar entre los brazos del Padre que acaba de salvar a su hijo de las corrientes profundas del océano.

http://solidjoys.sdejesucristo.org/

Señor, ¡muéstranos al Padre!

jueves 20 abril

Jesús… dijo: A mí me conocéis, y sabéis de dónde soy; y no he venido de mí mismo, pero el que me envió es verdadero, a quien vosotros no conocéis. Pero yo le conozco, porque de él procedo, y él me envió.

Juan 7:28-29

El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.

Juan 14:9

Señor, ¡muéstranos al Padre!

¿Quién es Jesús? Nació en Belén de Judea, en el primer siglo de nuestra era. Vivió toda su infancia en Nazaret de Galilea. Ejerció la profesión de carpintero hasta la edad de 30 años. Luego, durante unos tres años, recorrió las provincias de Galilea y Judea anunciando la Buena Nueva del reino de Dios. Juzgado y condenado a muerte, fue crucificado entre dos malhechores. Desde principios de la era cristiana, los historiadores reconocieron estos hechos y los escribieron.

Pero si usted realmente quiere saber quién es Jesús, debe leer los evangelios, los primeros libros del Nuevo Testamento. Estos nos cuentan cómo Jesús llamó a doce hombres para que fuesen sus discípulos, y con ellos recorrió el país llamando a los hombres al arrepentimiento y anunciando el perdón de Dios. Esos discípulos fueron testigos de lo que sucedió durante los tres años de la vida pública de Jesús. También fueron testigos de su muerte, pero lo vieron de nuevo vivo, como Cristo resucitado. Estuvieron allí cuando Jesús fue alzado al cielo.

Así descubrimos que Jesús es mucho más que un profeta que transmitió la Palabra de Dios. Él mismo es esa palabra viva, el Verbo de Dios que revela a Dios como Padre.

Algunas personas piensan que Dios es duro, que quiere castigarnos, hacernos pagar… Jesús destruye nuestras falsas ideas sobre Dios para mostrarnos su amor y su nombre: Dios Salvador. Todos los que creen en Jesús, el Hijo de Dios, pasan a ser hijos de Dios.

Ezequiel 42 – 1 Pedro 5 – Salmo 46:1-3 – Proverbios 14:3-4

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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