Seguridad en Cristo

Seguridad en Cristo

4/29/2017

El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo. (1 Pedro 3:21)

Así como el diluvio ahogó a todo el mundo menos a unos pocos en el juicio de Dios, así caerá sobre todos el juicio final. Pero los que están en Jesucristo pasaran por el juicio estando seguros. Estar en Cristo es como estar en el arca: “Navegamos seguros en medio de las tempestades del juicio”.

El bautismo al que Pedro se refiere en el versículo de hoy está calificado por la declaración “no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios”. El único bautismo que salva a una persona es el de la muerte y la resurrección de Jesucristo. Los creyentes mueren y son sepultados con Cristo debido a su unión con Él, y salen después al nuevo mundo de su resurrección.

 El arca de Noé fue como una tumba; quienes estaban en ella murieron a su viejo mundo cuando entraron. Cuando salieron de ella, experimentaron algo parecido a una resurrección al entrar en un mundo nuevo. Eso, nos dice Pedro, es semejante a la experiencia de todo cristiano: espiritualmente entramos en Cristo y morimos al mundo del que vinimos, y un día resucitaremos a un mundo nuevo y a una vida nueva.

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«Porque el SEÑOR se deleita en su pueblo»

29 de abril

«Porque el SEÑOR se deleita en su pueblo»

Salmo 149:4 (LBLA)

¡Cuán amplio es el amor de Jesús! No hay parte alguna de los intereses de su pueblo que él no tenga en cuenta; no hay nada que concierna al bienestar de ellos que no sea importante para él. Creyente, Jesús no solo piensa en ti como un ser inmortal, sino también como un ser mortal. No lo niegues ni lo dudes: «Aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados» (Mt. 10:30). «Por el Señor son ordenados los pasos del hombre, y el Señor se deleita en su camino» (Sal. 37:23, LBLA). Sería triste para nosotros si ese manto de amor no cubriera todas nuestras iniquidades; porque, en tal caso, nos perjudicaría en aquella parte de nuestras ocupaciones que no cayera bajo la inspección de nuestro bondadoso Señor. Creyente, descansa confiado, que el corazón de Jesús cuida de tus preocupaciones más insignificantes. La anchura de su tierno amor es tal que puedes recurrir a él para cualquier asunto, porque él se siente afligido en todas tus aflicciones y, como un padre se compadece de sus hijos, se compadece él de ti. Los más humildes intereses de todos sus santos los lleva el Hijo de Dios en su ancho regazo. ¡Oh qué corazón es el suyo, que no solo abarca a los componentes de su pueblo, sino que contiene también las diversas e innumerables preocupaciones de todos ellos! ¿Piensas acaso, cristiano, que puedes medir el amor de Cristo? Medita en lo que su amor te ha traído: justificación, adopción, santificación, vida eterna… Las riquezas de su bondad son inescrutables; nunca podrás contarlas ni aun concebirlas. ¡Oh, qué anchura es aquella del amor de Cristo! ¿Tendrá un amor como este solo la mitad de nuestros corazones? ¿Lo retribuiremos con un amor frígido? El maravilloso cariño de Jesús y su tierno cuidado ¿recibirán tan solo una respuesta débil y un reconocimiento tardío de nuestra parte? ¡Oh alma mía, entona con tu arpa un alegre cántico de acción de gracias! Ven a descansar con gozo, porque no eres ningún solitario extraviado, sino un amado hijo, guardado, cuidado, suplido y defendido por tu Señor.

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 128). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

Resultados decepcionantes

29 Abril 2017

Resultados decepcionantes
por Charles R. Swindoll

Hechos 14:1-20

Una frase en el diario de James Gilmore, misionero pionero en Mongolia, ha permanecido conmigo desde el primer día que la leí. Después de muchos años de duro labor por la causa de Cristo en esa necesitada tierra, escribió: “No he visto ningún resultado en forma de personas convertidas. No he visto a nadie, hasta donde soy consciente, que siquiera haya deseado ser cristiano”.

Permítame añadir un poco más de realismo a esas palabras, llevándole un poco más atrás a una anotación que hizo Gilmore en su diario en los primeros días de su ministerio; en ellos se expresan sus sueños y sus cargas por el pueblo de Mongolia. En su diario, y escritos con su puño y letra, están estos sueños: “Varias cabañas a la vista. ¿Qué podré decirles a estas personas? Oh Señor, dime por medio de tu Espíritu cómo debo vivir ante ellos, y cómo debo prepararme para enseñarles la vida y el amor de Jesucristo”.

Esas eran sus esperanzas. Deseaba alcanzar a los perdidos de Mongolia con el evangelio de Jesucristo. ¡Qué diferente fue lo que escribió muchos años después: “No he visto a nadie, hasta donde soy consciente, que siquiera haya deseado ser cristiano!”

¿Qué sucedió en el intermedio? Supo lo que es el filoso borde de un ministerio auténtico. Cuando yo escribo sobre el éxito en la obra del Señor, no estoy prometiendo éxito tal como lo definimos en términos humanos. No estoy diciendo que por ser usted fiel en la proclamación de la Palabra de Dios su iglesia estará llena de bote a bote. Algunos de los siervos más fieles del Señor están sirviendo con abnegación en lugares donde su iglesia no está creciendo. Una gran tentación que tienen los que están en esos lugares tan difíciles es buscar hacer otra cosa que les prometa resultados más visibles. No haga eso. Persevere donde está ahora, recuerde, Dios está en actividad.

¿Está usted preparándose para una vida en el ministerio? ¿El pensar en pararse frente a multitudes de personas y presentar la Palabra de Dios con pasión y convicción le resulta atractivo a su sentido de aventura? Entonces necesito hacerle otra pregunta: ¿Hay otra cosa en este mundo que le produciría más agrado? Si es así, dedíquese a eso, sin ninguna vacilación.

Pero si sabe que el Señor le ha llamado a su obra, y usted no se sentiría feliz haciendo otra cosa, entonces atienda a ese llamado y nunca mire hacia atrás, aunque los resultados le parezcan decepcionantes.

Tomado del libro Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2017 por Charles R. Swindoll Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

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El voto nazareo

29 ABRIL

El voto nazareo

Números 6 | Salmo 40–41 | Cantar de Cantares 4 | Hebreos 4

El voto nazareo (Números 6) era asequible a cualquier hombre o mujer (es decir, no exclusivamente levita) y era completamente voluntario. Normalmente, se emprendía durante un período determinado y solía culminar en unas ofrendas y unos sacrificios predeterminados (6:13–21).

El voto en sí tenía como propósito separar a alguien para servir a Dios de una forma especial (6:2, 5–8), una especie de autosacrificio voluntario. Tal vez se iniciaba con un culto o meditación especial, pero no era este el aspecto formal y visible del voto. El nazareo manifestaba su voto mediante tres abstinencias. (1) Durante el período del voto, no se podía cortar el cabello. Hasta tal punto era esto una señal de la separación del individuo para Dios, que cuando el período llegaba a su fin, el cabello que hubiese crecido durante el mismo, era cortado y quemado en la ofrenda de comunión (6:18). (2) El nazareo tenía que abstenerse de cualquier contacto con un cadáver. Esto podría resultar muy duro, cuando, por ejemplo, moría un pariente durante el período del voto. En caso de que alguien muriese en presencia de un nazareo, la inevitable suciedad, lo que se podría interpretar como la contaminación del cabello dedicado (6:9), tenía que quitarse mediante un ritual y sacrificio prescrito, que incluía afeitar el cabello ensuciado (6:9–12). (3) El nazareo también tenía que abstenerse de beber alcohol durante la vigencia del voto (6:3, 20). Esto también representaba una privación importante, puesto que el vino era una bebida muy común, especialmente en las grandes fiestas. (Era frecuente “cortar” el vino con agua, entre tres partes de agua por una de vino a diez partes agua por una de vino, con lo cual tenía más o menos la misma fuerza que la cerveza.)

El simbolismo es transparente. (1) Lo que es santo pertenece exclusivamente a Dios y está reservado para su uso (igual que la fuente del tabernáculo o el efod). El símbolo en este caso es el pelo, dedicado al Señor y por tanto no cortado hasta que tuviese que ser ofrendado en sacrificio. (2) lo que es santo pertenece al Dios viviente, no al reino de la muerte y la putrefacción, las cuales brotan del horror del pecado. Fue por esto por lo que los nazareos se tuvieron que abstener de entrar en contacto con los muertos. (3) Lo que es santo encuentra su epicentro y su deleite en Dios. No le hace falta la euforia artificial que produce el alcohol; y menos aún se dejará controlar por cualquier otra cosa que no sea Dios mismo.

¿De qué maneras, entonces, los miembros de la comunidad del nuevo pacto, al responder al llamamiento a ser santos, se dedicarán enteramente a Dios, evitando todo lo que pertenezca al reino de la muerte, no siendo esclavos de nada ni de nadie salvo de Jesús?

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 119). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Se acerca el día

ABRIL, 29

Se acerca el día 

Devocional por John Piper

La noche está avanzada, se acerca el día. (Romanos 13:12)

Este es un mensaje de esperanza para los cristianos que están atravesando sufrimientos. Es un mensaje de esperanza para los cristianos que aborrecen su propio pecado y ansían librarse de él de una vez por todas. Es un mensaje de esperanza para los cristianos que anhelan que nuestro último enemigo, la muerte, sea vencido y echado al lago de fuego (Apocalipsis 20:14).

¿Por qué es un mensaje de esperanza para todos estos cristianos?

«La noche» se refiere a la presente era de oscuridad y a todo el pecado, el sufrimiento y la muerte que hay en ella. ¿Qué dice Pablo al respecto? «La noche está avanzada.» La era del pecado, el sufrimiento y la muerte está a punto de llegar a su fin.

Podrán decir que los 2000 años que transcurrieron después de Pablo parecen como un lento amanecer. Desde cierto punto de vista lo es. Y clamamos: «¿Hasta cuándo, Dios? ¿Hasta cuándo permitirás que se extienda esta era de oscuridad?». Pero la perspectiva bíblica es distinta.

La clave que hace esta perspectiva distinta es que el día ha amanecido en Cristo Jesús. Jesús es el fin de esta era decadente. Él venció al pecado, al dolor, a la muerte y a Satanás. La batalla decisiva ya se dio por terminada. El reino se ha acercado. La vida eterna ha llegado.

Cuando raye el alba —como ocurrió con la venida de Jesús— nadie debería dudar que el día haya llegado. Ni siquiera si el amanecer se prolongara por 2000 años. Es seguro. El día ha llegado y nada impedirá que el sol ascienda.

http://solidjoys.sdejesucristo.org/

¿Podemos olvidar a Dios?

sábado 29 abril

Te has olvidado de Dios tu creador.

Deuteronomio 32:18

Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.

Jeremías 31:3

¿Podemos olvidar a Dios?

En el Salmo 54 el rey David escribe, hablando de los hombres que querían destruir su vida: “No han puesto a Dios delante de sí” (v.3).

Todavía hoy, muchos hombres y mujeres rechazan incluso la noción de Dios, alejándola de sus pensamientos y de sus proyectos. No quieren admitir que Dios los ve y los oye, que toma nota de todo lo que hacen.

Sin embargo, Dios dice en la Biblia: “Yo el Señor, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras” (Jeremías 17:10). Y añade que llegará el momento en que todos los hombres que lo hayan excluido de sus pensamientos y de su vida tendrán que comparecer ante el divino Juez (Apocalipsis 20:11-15). ¡Es cierto que podemos olvidar a Dios durante nuestra vida, pero nadie podrá evitar estar un día ante su presencia!

En cambio Dios no se olvida de nadie. Él “quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:4). Ningún ser en el mundo, incluso el más odioso, está excluido del campo de su amor. ¿Ha tratado usted de olvidar a Dios? ¡Aún no es demasiado tarde para reparar ese olvido! Jesús dijo, y esto es válido para todos: “Al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37).

Tomemos esta promesa al pie de la letra y conozcamos al Dios que nos ama. ¡Así nunca más huiremos de su presencia!

“Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento” (Eclesiastés 12:1).

Jonás 3-4 – Marcos 4:21-41 – Salmo 50:1-6 – Proverbios 14:21-22

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