Popularidad esquiva

27 Abril 2017

Popularidad esquiva
por Charles R. Swindoll

Hechos 14:1-20

Es increíble que, a pesar de estar sin vida en un charco de su propia sangre, Pablo se levantara y volviera a la ciudad de donde había sido arrastrado y dado por muerto. Un misionero valiente y verdaderamente firme, ¿no le parece?

Permítame hacerle un par de preguntas: ¿Puede usted imaginar el ser tan odiado, al punto de que la gente literalmente lo apedree y lo golpee hasta dejarlo inconsciente y dado por muerto? Aquí está la segunda: Si a usted lo golpean en, digamos, un pueblito pequeño, ¿se quedaría a dormir esa noche allí? ¿Y que de una ciudad grande?. ¡Ni hablar! Usted huiría a otro lugar lo más pronto posible. Hablando seriamente, si usted se conduce estrictamente desde una perspectiva horizontal, no querrá estar dentro de un radio de por lo menos 1.500 kilómetros a la redonda de ese lugar cuando salga el sol la mañana siguiente.

Así será, por supuesto, a menos que haya sido usted llamado y esté totalmente consagrado a la perspectiva vertical. Entonces perseverará, no tirará la toalla. Tampoco se vengará ni caerá en la autoconmiseración. Se irá a dormir cada anoche confiando en el mismo Dios que le llamó a servir en ese lugar, convencido de que Él es soberano y tiene el control absoluto de todo.

Eso fue exactamente lo que hizo Pablo. De hecho, entró a la misma ciudad y pasó la noche allí (Hechos 14:20). Se levantó del suelo polvoriento, apartó las piedras más grandes, se limpió la sangre de la cara y manos, se puso presentable y subió de nuevo al púlpito. No pudieron ahuyentarlo. ¡Bienvenido a un ministerio auténtico!

Usted pensaría que Pablo mostraría un poco de cautela y de sentido común. Después de todo, Listra era una ciudad peligrosa e impredecible. ¡Pablo había sido apedreado y dado por muerto! Querían que se marchara, pero Dios lo había llamado a ministrar allí.

Escúcheme: Un ministerio que perdura, es un ministerio que persevera tenazmente en medio de períodos de enormes persecuciones. No es inconstante. No necesita el aplauso de la gente. Rechaza el ser venerado como un dios. Un ministerio auténtico ofrece la verdad de Dios, no importa cuán filosos sean los bordes ni qué tan peligrosas sean las amenazas. El ministerio de Pablo y Bernabé tenía esa clase de determinación. ¿La tiene también el suyo?

Tomado del libro Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2017 por Charles R. Swindoll Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

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¿Quién sobreviviría al holocausto divino?

27 ABRIL

¿Quién sobreviviría al holocausto divino?

Números 4 | Salmo 38 | Cantar de Cantares 2 | Hebreos 2

Una de las características más atrayentes de David es su candidez. En sus mejores momentos es absolutamente transparente. Esto significa que, entre otras cosas, cuando hay un abanico de problemas en su vida, no se hunde, ni los convierte en un gran y único problema.

El Salmo 38 no podría ser más claro como prueba de este hecho. Hay comentaristas que intentan encajar los distintos elementos de este salmo en una única situación, pero la mayoría de estos intentos resultan algo forzados. Vale la pena identificar algunos de los elementos más destacados de la aflicción de David.

(1) Se enfrenta con la ira de Dios (38:1) y (2) sufre una variedad de problemas físicos (38:3–8). (3) Como consecuencia, no cesa de suspirar con frustración y se ha hundido en una depresión. (38:9–10). (4) Sus amigos le han abandonado (38:11). (5) Mientras tanto, sigue padeciendo las estrategias y los engaños de sus (habituales) enemigos políticos (38:12). (6) Se encuentra tan debilitado, que parece un sordomudo (38:13–14), incapaz de hablar, puesto que sus enemigos son tan numerosos y fuertes (38:19). (7) Y, además, está sufriendo dolor a causa de su propia iniquidad (38:18).

Es posible imaginarse varias formas de ligar todos estos cabos, pero haría falta bastante especulación. Lo que se destaca en el salmo es que aunque David pide vindicación en relación con sus enemigos, lo hace en el contexto de la confesión de su propio pecado, del hecho de que él también tiene que enfrentarse con la ira de Dios. Es bien posible que interprete tanto su sufrimiento físico, como el abandono de sus amigos, como incluso la oposición por parte de sus enemigos como expresiones de la ira de Dios – la cual, implícitamente, reconoce merecer. En este salmo, David no pide una vindicación que esté fundada en su propia fidelidad al pacto. Confiesa su pecado con candidez (38:18), espera en el Señor (38:15), implora a Dios que no le abandone (38:21) y que le ayude (38:22), y que no lo deje a causa de su ira (38:1). En definitiva, David implora misericordia.

He aquí otro elemento del tema de la vindicación (ver la meditación del 24 de abril). Si, nosotros queremos que Dios manifieste su justicia. En situaciones en las que hemos sido víctimas de una injusticia, es reconfortante recordar que, al final, la justicia de Dios triunfará. Pero ¿Qué de aquellas ocasiones cuando somos nosotros los culpables? ¿Basta que se haga justicia? Si sólo fuera justicia lo que esperamos de Dios, ¿Quién sobreviviría al holocausto divino?

Mientras reclamamos la vindicación es de suma importancia que confesemos nuestro propio pecado y que imploremos la misericordia de Dios, pues el Dios de justicia es también Dios de gracia. Si no fuese así, no habría esperanza para ninguno de nosotros.

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 117). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Hijos de un Dios que canta

ABRIL, 27

Hijos de un Dios que canta

Devocional por John Piper

Después de cantar un himno, salieron para el monte de los Olivos. (Marcos 14:26)

¿Pueden oír a Jesús cantar?

¿Sería un bajo o un tenor? ¿Habría quizás un gangueo en su voz? ¿O tendría un tono cristalino y sostenido?

¿Será que cerraba sus ojos para cantarle al Padre? ¿O acaso miraba a sus discípulos a los ojos y les sonreía con profunda camaradería?

¿Sería él quien solía empezar la canción?

¡No veo la hora de escuchar a Jesús cantar! Creo que los planetas se sacudirían hasta el punto de salirse de sus órbitas si él elevara su voz de origen en nuestro universo. Pero nosotros tenemos un reino inamovible; por eso, Señor, ven y canta.

No podría haber sido de otro modo: el cristianismo es una fe que canta. Su fundador cantaba. Él mismo aprendió a cantar de su Padre. Seguramente han estado cantando juntos antes desde la eternidad.

La Biblia dice que el objetivo de las canciones es «alzar la voz con alegría» (1 Crónicas 15:16). No hay nadie en el universo más alegre que Dios. Él está infinitamente gozoso. Se ha regocijado desde la eternidad en el panorama de sus propios atributos reflejados perfectamente en la deidad de su Hijo.

El gozo de Dios es poderoso más allá del límite de nuestra imaginación. Él es Dios. Al sonido de su voz se crean galaxias. Y cuando canta motivado por el gozo, se desprende más energía de la que existe en toda la materia y el movimiento del universo.

Si Dios nos da canciones para desatar el deleite de nuestro corazón en él, ¿no será porque él también sabe cuánto gozo trae el desatar el deleite en sí mismo de su propio corazón por medio de las canciones? Somos un pueblo que canta porque somos hijos de un Dios que canta.

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Las falsificaciones

jueves 27 abril

Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí.

Salmo 51:10

Las falsificaciones

Un día le preguntaron a Picasso (1881-1973) quién era, según él, el pintor más célebre. Y Picasso respondió riendo: «¡Rubens, pues pintó unos 600 cuadros durante su vida, de los cuales conservamos 2.700 en la actualidad!».

Las falsificaciones son una plaga de la economía moderna que cuestan muy caro a las empresas y al Estado. En 2010, un poco más de 103 millones de productos falsificados fueron descubiertos y destruidos en las fronteras de la Unión europea, por un valor total de mil millones de euros.

Pero la falsificación en el ámbito religioso es mucho más peligrosa. La Biblia nos habla severamente de esas personas que dicen ser cristianas, que tienen la “apariencia de piedad”, pero “negarán la eficacia de ella” (2 Timoteo 3:5). Frecuentan los servicios religiosos, pero su corazón está muy lejos de Dios. A menudo pronuncian su nombre, y tal vez incluso citen pasajes bíblicos, pero no se someten a su Palabra.

Recordemos estas advertencias de Jesús a las multitudes que lo seguían: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21). No podemos engañar a Dios, pues “todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta” (Hebreos 4:13).

No tratemos de aparentar lo que no somos. Podríamos engañar a los demás, y tal vez a nosotros mismos, pero nunca podremos engañar a Dios.

Abdías – Marcos 3 – Salmo 49:10-15 – Proverbios 14:17-18

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Proclamación de la victoria

Proclamación de la victoria

4/26/2017

Fue y predicó a los espíritus encarcelados. (1 Pedro 3:19)

Cristo fue a predicar un triunfante sermón antes de su resurrección el domingo por la mañana. El verbo “predicó” en el versículo de hoy se refiere a hacer una proclamación o anunciar un triunfo. En los tiempos antiguos, un heraldo iba delante de generales y reyes en la celebración de victorias militares, anunciando a todos las victorias que se ganaron en la batalla.

Eso fue a hacer Jesucristo; no a predicar el evangelio, sino a anunciar su triunfo sobre el pecado, la muerte, el infierno, los demonios y Satanás. No fue a ganar almas, sino a proclamar la victoria sobre el enemigo. A pesar del injusto sufrimiento al que lo sometieron, Él pudo anunciar la victoria definitiva sobre el pecado y la muerte para usted y para mí.

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«Bienaventurado el que vela»

26 de abril

«Bienaventurado el que vela».

Apocalipsis 16:15

«Cada día muero», dijo el Apóstol. Esta era la vida de los cristianos primitivos: iban por todas partes con sus vidas en las manos. Nosotros no somos llamados actualmente a pasar por esas mismas persecuciones espantosas. Si tuviéramos que hacerlo, el Señor nos daría gracia para soportar la prueba. Sin embargo, al presente, las pruebas del cristiano, aunque aparentemente no tan terribles, son más apropiadas para derrotar a este que aquellas de la época de la persecución. Si tenemos que soportar la mofa del mundo, eso es poca cosa; pero sus halagos, sus suaves palabras, sus zalamerías, su adulación y su hipocresía son mucho peores. Nuestro peligro estriba en que nos hagamos ricos y lleguemos a ser orgullosos; que sigamos las modas de este mundo y perdamos la fe. Si no son las riquezas, puede que sean las preocupaciones del mundo las cuales, al fin y al cabo, son tan dañinas como aquellas. Al diablo no le importa si somos despedazados por el león rugiente o estrujados por el oso hasta asfixiarnos, con tal de que pueda destruir nuestro amor por Cristo y nuestra confianza en él. Temo que la Iglesia cristiana esté mucho más propensa a perder su integridad en estos suaves y sedosos días que en aquellos tiempos borrascosos. Debemos despertarnos ahora, pues atravesamos la tierra encantada y es muy probable que caigamos dormidos para nuestra propia ruina; a menos que nuestra fe en Jesús sea una realidad y nuestro amor una ardiente llama. Muchos en estos días de fácil profesión resultan ser probablemente cizaña, y no trigo; o hipócritas con hermosas caretas sobre sus rostros, pero no hijos del Dios viviente, nacidos de nuevo. Cristiano, no pienses que estos son tiempos en los que puedas vivir sin velar y sin un santo fervor. Necesitas estas cosas hoy día más que nunca. Quiera el Espíritu de Dios mostrar en ti su omnipotencia, para que seas capaz de decir, tanto en los días fáciles como en los difíciles: «Somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó».

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 125). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

Salvados de la muerte

26 ABRIL

Salvados de la muerte

Números 3 | Salmo 37 | Cantar de los Cantares 1 | Hebreos 1

Desde Sinaí, los levitas son tratados de manera diferente a las otras tribus: ellos son los únicos que manejan el tabernáculo y sus objetos asociados, los sacerdotes procederían de sus filas, no reciben ninguna asignación concreta de territorio, sino que se encuentran esparcidos por toda la nación, etc. Pero en Números 3, se presenta uno de sus rasgos distintivos más llamativos.

Se contaron todos los varones de a partir de un mes de edad de la tribu de Leví. Eran un total de 22.000 (3:39). Luego se contaron todos los primogénitos de más de un mes de edad de todas las demás tribus. Eran 22.273 (3:43). La diferencia entre las dos cifras era 273. Dios declara que, habiéndoseles perdonado la vida a los primogénitos de Israel en la primera Pascua en Egipto, los primogénitos le pertenecen de manera especial (3:13). Se da por sentado que ellos también tenían que haber muerto: intrínsecamente, no eran en absoluto superiores a los egipcios que sí murieron. Habían sido protegidos por la sangre del cordero de la Pascua según Dios prescribió. Evidentemente, Dios no iba a reclamarles ahora la vida a todos los primogénitos de Israel. En lugar de esto, insiste en que ellos sean suyos de manera especial – aceptando, en vez de todos los varones primogénitos de Israel, a todos los varones de la tribu levita. Puesto que las dos sumas no coinciden exactamente, los 273 varones primogénitos se tienen que redimir de alguna otra manera, por lo cual se aplica un impuesto de redención (3:46–48).

Aquí hay algunas lecciones que aprender. Una de ellas está implícita en el texto, y ya la hemos subrayado: los israelitas no eran intrínsecamente superiores a los egipcios, ni quedaban exentos de la ira del ángel destructor. Lo que es más importante, los que se salvaron por la sangre del cordero pertenecen a Yahvé de una manera especial. Si Dios ha aceptado la sangre derramada a favor de ellos, no pide que mueran: lo que pide es que vivan para él y para servirle. Debido a los requisitos del pacto de Sinaí, se acepta un sustituto: los levitas hacen las veces de todos aquellos israelitas que fuesen incluidos bajo los términos de este requisito del pacto.

El cumplimiento de estas pautas bajo las condiciones del nuevo pacto no es difícil de encontrar. Seremos salvados de la muerte a causa del Cordero Pascal por excelencia (1 Corintios 5:7). Los que han sido salvados por su sangre le pertenecen al Señor de manera especial: es decir, no sólo por creación sino también por redención (1 Corintios 6:20). Él pide que vivamos para él y a su servicio, y en este aspecto constituimos una nación de sacerdotes (1 Pedro 2:5–6; Apocalipsis 1:6).

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 116). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Fuimos hechos para Dios

ABRIL, 26

Fuimos hechos para Dios

Devocional por John Piper

Porque el Señor, a causa de su gran nombre, no desamparará a su pueblo, pues el Señor se ha complacido en haceros pueblo suyo. (1 Samuel 12:22)

A menudo el nombre de Dios hace referencia a su reputación, su fama, su renombre. Usamos la palabra nombre con ese sentido cuando decimos que alguien se está haciendo de un nombre. Lo mismo sucede cuando hablamos del renombre de un producto determinado. Lo que queremos decir es que la marca es muy conocida. Creo que eso es lo que quiere decir 1 Samuel 12:22 cuando afirma que Dios ha hecho a Israel «pueblo suyo» y que no lo desampararía «a causa de su gran nombre».

Este concepto acerca del celo de Dios por su nombre se confirma en muchos otros pasajes.

Por ejemplo, en Jeremías 13:11 Dios compara a Israel con un cinturón que él eligió para resaltar su gloria, pero que resultó ser inútil por un tiempo. «Porque como el cinturón se adhiere a la cintura del hombre, así hice adherirse a mí a toda la casa de Israel y a toda la casa de Judá —declara el Señor— a fin de que fueran para mí por pueblo, por renombre, por alabanza y por gloria, pero no escucharon». ¿Por qué Dios escogió a Israel y lo hizo como una prenda de vestir para sí mismo? Para que le fuera «por renombre, por alabanza y por gloria».

En este contexto, los términos honra y gloria indican que la palabra nombre tiene el sentido de fama, renombre o reputación. Dios escogió a Israel con la finalidad de que el pueblo hiciera una reputación para él.

Dios declara en Isaías 43:21 acerca de Israel: «El pueblo que yo he formado para mí proclamará mi alabanza». Cuando la iglesia se vio a sí misma en el Nuevo Testamento como la verdadera Israel, Pedro describió el propósito de Dios para nosotros de este modo: «Pero vosotros sois linaje escogido… a fin de que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable» (1 Pedro 2:9).

En otras palabras, Israel y la iglesia son escogidos por Dios con el fin de dar a conocer el nombre de Dios en el mundo.

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¡Arrepiéntase!

Aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.

Lucas 13:4-5

Arrepentíos, y creed en el evangelio.

Marcos 1:15

¡Arrepiéntase!

Aquí y allá en el mundo hay catástrofes. Terremotos, tempestades, huracanes y tifones destruyen bienes, vidas, y sumergen en la desesperación a mucha gente. Podemos hacernos esta pregunta: ¿Por qué en ese lugar y no en otro? El versículo de hoy nos enseña que no debemos tratar de comprender la responsabilidad de unos y otros, sino que más bien debemos examinar nuestro propio caso.

¡La muerte puede alcanzar súbitamente a cualquier persona en cualquier punto del globo! Por lo tanto es preciso estar preparado para encontrar a Dios. Jesús explicó a sus oyentes cómo prepararse, y sus apóstoles lo repitieron después de él. “Arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados” (Hechos 3:19). Arrepentirse es estar de acuerdo con Dios en que somos pecadores. Convertirse significa dar media vuelta, volverse a Dios; es aceptar la gracia que perdona y da la vida eterna.

Los juicios caerán sobre un mundo que rechaza a Dios y se hunde en el desorden moral. Las calamidades que Dios permite son como advertencias, señales precursoras de lo que pronto sucederá a todos los que no se hayan vuelto a él a tiempo. “¿Piensas… que tú escaparás del juicio de Dios? ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?” (Romanos 2:3-4).

Ezequiel 48 – Marcos 2 – Salmo 49:1-9 – Proverbios 14:15-16

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Sigue vivo

4/25/2017

Sigue vivo

Pero vivificado en espíritu. (1 Pedro 3:18)

El versículo de hoy hace una mención específica del espíritu de la vida de Jesucristo; no se refiere al Espíritu Santo. El apóstol Pedro está comparando lo que le ocurrió a la carne (o cuerpo) de Jesús con lo que le ocurrió a su espíritu. Su espíritu estaba vivo pero su carne estaba muerta.

Algunos piensan que “vivificado en espíritu” se refiere a la resurrección física de Cristo, pero eso necesitaría una declaración como: “Siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en la carne”. La resurrección fue un hecho espiritual y físico. Así que lo que Pedro quiere decir es que, aunque Cristo estaba físicamente muerto, su espíritu seguía vivo.

En la cruz, el espíritu de Cristo experimentó una breve separación de Dios. Él dijo: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mt. 27:46). Sin embargo, la separación terminó pronto, ya que poco después del lamento de nuestro Señor, Él dijo: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc. 23:46). De modo que ya su espíritu no estaba separado de Dios; le fue entregado al Padre.

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