«Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él»

25 de abril

«Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él»

Apocalipsis 3:20

¿Cuál es tu deseo en esta noche? ¿Tienes un deseo de cosas celestiales? ¿Deseas gozar de la sublime doctrina del amor eterno? ¿Quieres tener libremente comunión íntima con Dios? ¿Aspiras a conocer la anchura, la longitud, la profundidad y la altura? Entonces necesitas acercarte a Jesús; has de tener una clara visión de su inestimable valor y perfección: debes verlo en su obra, en sus funciones y en su persona. El que conoce a Cristo recibe una unción del Santo por la cual conoce todas las cosas. Cristo es la gran llave maestra que da entrada a todas las cámaras de Dios. No hay tesorería divina que no se abra y entregue todas sus riquezas al alma que vive cerca de Jesús. ¿Te estás diciendo: «¡Oh, si él habitase en mi corazón!; ¡ojalá que hiciese en este su eterna morada!?». Entonces, querido amigo, ábrele la puerta y él entrará a tu alma. Hace tiempo que está llamando, y todo con el objeto de cenar contigo y de que tú cenes con él. Él cena contigo porque tú pones la casa; es decir, el corazón. Y tú cenas con él, porque él es quien trae la provisión. Él no puede cenar contigo sino en tu corazón, poniendo tú la casa; ni tú puedes cenar con él si él no trae la comida, ya que tu despensa está vacía. Abre, por tanto, los portones de tu alma. Él vendrá con ese amor que ansías sentir; vendrá con el gozo al cual tú no puedes conducir a tu pobre y deprimido espíritu. Él traerá la paz que ahora no tienes; vendrá con sus jarras de vino y con sabrosas manzanas de amor, y te alegrará hasta que no tengas otra enfermedad que aquella del «amor estremecedor, amor divino». Solamente ábrele la puerta, expulsa a sus enemigos, dale las llaves de tu corazón y él habitará allí para siempre. ¡Oh amor admirable, que traes a tal huésped para que habite en semejante corazón!

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 124). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

Gracia a los salvos

25 Abril 2017

Gracia a los salvos
por Charles R. Swindoll

Hechos 13:14-52

El mensaje de Pablo enfatizaba el evangelio a los perdidos y gracia a los salvos. Este es un ejemplo excelente que puede adoptar cualquier pastor o ministerio. Tras haber estudiado la vida de Pablo, particularmente sus últimos años, encuentro dos temas predominantes en todo el entramado de su ministerio.

Primero: A los perdidos les presentaba el evangelio: “Por lo tanto, hermanos, sea conocido de vosotros que por medio de Él se os anuncia el perdón de pecados. Y de todo lo que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en Él es justificado todo aquel que cree” (Hechos 13:38, 39).

Imagine el impacto que harían nuestras iglesias en nuestras comunidades, si cada cristiano se dedicara a compartir el evangelio una vez a la semana con alguien que exprese una necesidad.

Segundo: Su mensaje tenía una gran dosis de gracia para los salvos. Así como los perdidos no entienden el evangelio, los salvos rara vez entienden la gracia. Pocas actividades son más agotadoras y menos productivas que el intento de los cristianos por tratar de complacer a quienes les rodean tratando de cumplir con demandas legalistas absurdas. Es una trampa muy trágica, en la cual hay miles atrapados. ¡La gracia nos ha hecho libres! Ese mensaje fluía siempre de los sermones y del testimonio personal del apóstol Pablo.

Los perdidos necesitan oír cómo pueden ir de su isla de escombros, llena de miseria y de culpa, a una tierra de paz y de perdón en la que fluyen la gracia y la misericordia. Construimos esos puentes cuando comunicamos el evangelio con amor y paciencia. Usted no tiene que haber estudiado en un seminario. No tiene que conocer una gran cantidad de vocabulario religioso. Comparta de manera auténtica, honesta y candorosa lo que Cristo ha hecho por usted. A lo mejor no transcurre mucho tiempo sin que conozca la alegría de conducir a un pecador perdido de la oscuridad del encierro de la muerte, a la esperanza liberadora de una nueva vida en Cristo. Y después que haya llegado aquí, déjelo en libertad. Déjelo en la grandiosa libertad que da la gracia. No lo asfixie con un montón de normas y reglas que lo que hacen es ponerlos en libertad condicional y mantenerlos en esa especie de retén temporal hasta que “enderece su vida”. La santidad solo es obra del Espíritu Santo. Lo que le corresponde a usted es ser fiel presentando el evangelio a los perdidos y la gracia a los salvos. Después de esto, deje los resultados en manos del Señor.

Tomado del libro Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2017 por Charles R. Swindoll Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

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“No hay temor de Dios delante de sus ojos”

25 ABRIL

No hay temor de Dios delante de sus ojos

Números 2 | Salmo 36 | Eclesiastés 12 | Filemón

Entre las ideas acertadas que encontramos en los salmos, algunas de las más incisivas tienen que ver con la naturaleza del mal y la de los malos. Rara vez se trata estos temas en términos de categorías abstractas. Casi siempre se enfocan dentro del marco de las relaciones y de situaciones vitales reales.

¿De qué se trata realmente cuando se habla del “pecado de los impíos”? “No hay temor de Dios delante de sus ojos” (Salmo 36:1). Esto quiere decir algo más que el hecho de que el malvado carezca neciamente de temor ante el castigo que Dios aplicará al final aunque tampoco significa menos que esto. Quiere decir que los impíos están tan ciegos, que no llegan a apreciar las últimas realidades. O no ven a Dios en absoluto, o, lo que no es menos grave, no ven a Dios tal como es.

Todo comportamiento y toda perspectiva apropiados para los seres humanos hechos a imagen de Dios tienen a Dios mismo como referente. El temor de Dios es el principio tanto del conocimiento (Proverbios 1:7) como de la sabiduría (Proverbios 9:10), puesto que “conocer al Santo es tener discernimiento”. Lo contrario es la necedad absoluta: “los necios desprecian la sabiduría y la disciplina” (Proverbios 1:7). No es de extrañar que el salmista insiste en que es el necio quien dice “no hay Dios” (Salmo 14:1). ¿Acaso es menos necio fabricar un dios domesticado que podamos manipular a nuestro antojo, o dioses salvajes que se comporten de maneras crueles e inmorales, o dioses impersonales que también restan personalidad a los que llevan su imagen? Cuando uno permanece ciego ante el Dios verdadero, y ante su gloriosa santidad, lo que debería inducir un sano temor en nosotros, los portadores rebeldes de su imagen, no queda ninguna parada más en el descenso hacia el abismo de la necedad.

La ceguera del malvado se extiende hasta la valoración que hace de sí mismo. “Cree que merece alabanzas y no halla aborrecible su pecado” (Salmo 36:2). Si pudiese ver suficientemente como para discernir su pecado, como para considerarlo tal cual es – la rebeldía contra el Dios viviente – y aborrecerlo por la vileza y la arrogancia que lo caracterizan a la luz de la majestuosa santidad de su Creador, inevitablemente también temería a Dios. Las dos cegueras gemelas son, de hecho, una sola.

Por supuesto, es por esto por lo que los debates filosóficos acerca de la existencia de Dios no pueden nunca resolverse solamente en base a la razón. No se trata de que Dios sea poco razonable, y mucho menos que no tenga testimonio alguno. Más bien, la tragedia y la ignominia del pecado humano nos han dejado, aparte de la gracia de Dios, terriblemente ciegos. No obstante, esta ceguera es una ceguera culpable. “No hay temor de Dios delante de sus ojos”. Pablo comprende este hecho tan bien, que este texto constituye el punto culminante en su demostración de la condición perdida del ser humano (Romanos 3:18). Gracias a Dios por los trece versículos posteriores escritos por el apóstol.

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 115). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Un concurso de belleza nada inocente

Un concurso de belleza nada inocente

Serie: Ester: Mujer de Dios en el tiempo de Dios

Carmen Espaillat: Nancy Leigh DeMoss escucha las preguntas de muchas mujeres.

Nancy Leigh DeMoss: ¿Por qué me puso Dios en este matrimonio? ¿Por qué Dios me puso en este trabajo? ¿Por qué Dios me puso en esta comunidad? ¿Por qué me puso Dios en este país, en este lugar, en estas circunstancias? No lo sabemos, pero confiamos en la providencia de Dios y en que Él tiene un propósito en ponernos ahí.

Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss, en la voz de Patricia de Saladín. Las noticias están llenas de historias sobre las injusticias cometidas en todo el mundo contra la mujer. Esto no es nada nuevo.

Hoy escucharemos sobre una adolescente atrapada en una cultura que no respetaba a la mujer.

Espero que te sientas animada a ver cómo Dios permaneció con ella mientras se movía en ese mundo tan peligroso. Nancy está continuando una serie llamada «Ester, una mujer de Dios en el tiempo de Dios».

Nancy: En estos últimos programas hemos estado en el primer capítulo de Ester, que toma lugar durante el tercer año del reinado del rey Asuero. En este capítulo vemos que la reina Vasti resiste la orden del rey de presentarse en esta fiesta que estaba llena de lascivia y borrachera. Ahora ella ya no está en el trono.

Este primer capítulo tuvo lugar mientras Asuero estaba preparándose para lanzar una guerra ofensiva contra los griegos. El rey no sustituye a Vasti de inmediato, sino que sale a invadir a Grecia, de modo que cuando retomamos el capítulo dos, dice «Después de estas cosas» (versículo 1), en realidad es cuatro años después.

Lo que pasó entre el capítulo uno y el capítulo dos es que el rey sufrió una derrota humillante frente a los griegos y es en ese contexto que llegamos al capítulo dos al versículo uno

Después de estas cosas, cuando el furor del rey Asuero se había aplacado, él se acordó de Vasti, de lo que ella había hecho y de lo que se había decretado contra ella.

Entonces los cortesanos al servicio del rey, dijeron: «Búsquense para el rey jóvenes vírgenes y de buen parecer. Y que el rey nombre oficiales en todas las provincias de su reino para que reúnan a todas las jóvenes vírgenes y de buen parecer en la fortaleza de Susa, en el harén, bajo la custodia de Hegai, eunuco del rey, encargado de las mujeres, y que se les den sus cosméticos. Y la joven que agrade al rey sea reina en lugar de Vasti. Y esto le pareció bien al rey, y así lo hizo» (hasta el versículo 4).

Debemos reconocer que este no era un concurso de belleza ingenuo de «Miss Persia». Estas mujeres están circunscritas al harén del rey. De acuerdo a un historiador antiguo, había unas 400 mujeres allí, o quizás más.

Este era un proceso horrible y degradante. Estas jóvenes estaban acostumbradas a satisfacer la lujuria de este rey lascivo, arrogante, alcohólico e iracundo. Una vez habían estado con el rey, si él no las aprobaba, si no quería que fueran su reina, ellas no podrían casarse jamás.

Se convertían entonces en concubinas y eran confinadas a ser prisioneras en su harén y destinadas a pasar el resto de sus vidas en la soledad; nunca podrían casarse. Esta no era una vida precisamente feliz ni sana.

Ahora, en el párrafo siguiente, empezando con el versículo cinco del capítulo 2, el tono que hemos visto hasta ahora, que es muy secular, muy mundano, muy arrogante, ese tono cambia completamente.

Leemos en el versículo cinco:

Y había en la Fortaleza de Susa un judío que se llamaba Mardoqueo, hijo de Jair, hijo de Simei, hijo de Cis, benjamita, que había sido deportado de Jerusalén con los cautivos que habían sido deportados con Jeconías, rey de Judá, a quien había deportado Nabucodonosor, rey de Babilonia (versículos 5-6).

Desglosemos esto por un momento. Aquí tenemos a Mardoqueo. La Biblia lo identifica como un judío en Susa. Déjenme decirles que hay algo malo con esta imagen. Él está en tierra extranjera.

Los judíos pertenecían a palestina. Aquí está Mardoqueo, judío, en una tierra pagana. No encaja, pero Dios lo va a usar y le va a dar un propósito.

Al igual que Mardoqueo nosotras no pertenecemos a esta tierra. Fuimos hechas para otro lugar. Se llama el cielo. No encajamos aquí en esta tierra, pero Dios quiere usarnos para que seamos de bendición, para cumplir sus propósitos, y para ayudar a traer Su reino a este mundo.

Vemos también que Mardoqueo era de la tribu de Benjamín. ¿A quién más conocen que era de la tribu de Benjamín? Al primer rey de Israel, al rey Saúl.

El bisabuelo de Mardoqueo había sido deportado de Judá por el rey de Babilonia, Nabucodonosor, y Mardoqueo era de la tercera o cuarta generación que había crecido en lo que ahora era Persia. Él vivió en la capital de Susa. Fue puesto allí providencialmente por Dios por razones que él no tenía forma de entender durante ese tiempo.

Él no podía ver. Él no sabía por qué Dios lo había puesto como judío, como extranjero, en medio de este imperio persa. Él no encajaba. Los judíos no encajaban en Persia. No es ahí donde pertenecían, pero Dios providencialmente había colocado allí a Mardoqueo; Él tenía un propósito para su vida.

Podría decirse que posiblemente ustedes no vean, que no sepan; es más, que no podemos ver, no sabemos, todos los propósitos e intenciones que Dios tiene con nuestras vidas en esta tierra. ¿Por qué Dios me puso en este matrimonio? ¿Por qué Dios me puso en este trabajo? ¿Por qué Dios me puso en esta comunidad? ¿Por qué Dios me puso en este país? ¿En este lugar? ¿En estas circunstancias? No lo sabemos, pero confiamos en la providencia de Dios que él tiene un propósito para ponernos allí.

Ahora, el versículo siete nos dice que Mardoqueo:

«…estaba criando a Hadasa, es decir, Ester, hija de su tío, pues ella no tenía ni padre ni madre. La joven era de hermosa figura y de buen parecer, y cuando su padre y su madre murieron, Mardoqueo la tomó como hija suya.»

O sea que Mardoqueo estaba criando a su sobrina huérfana. La había adoptado. La vigilaba. Cuidaba de ella, lo que veremos a medida que sigamos avanzando en el capítulo.

Él cumplió la responsabilidad de un padre hacia una hija; es decir, cuidarla. Es su hija adoptiva. Ester es judía, y los judíos, como veremos, serán una minoría despreciada en el reino.

Dice que ella es joven. Ayer busqué esa palabra en el idioma original, y dice que la palabra «joven» significa doncella. Habla de una muchacha que esté entre la infancia y la adolescencia. Ella era una jovencita, probablemente una adolescente.

Me alegro tanto de que haya mujeres más jóvenes que estén escuchando Aviva Nuestros Corazones todos los días, y me gustaría retar a algunas de ellas a que digan: «Señor, no sé cuál es Tu propósito para mi vida. No sé por qué me hiciste. No sé por qué me pusiste en esta familia, en este tiempo, pero sé que tienes un propósito. Quiero rendirme a ti para cualquiera que sea tu propósito en mi vida».

Vemos que ella es una joven. Vemos que es hermosa. Ese es un detalle pequeño, pero se hace importante. Así es como ella termina en el palacio.

¿De dónde obtuvo Ester su belleza? Dios se la dio. Eso fue parte de la providencia de Dios en su vida.

Ella era huérfana. Tanto su madre como su padre habían muerto. Ella no tenía otra familia que no fuera Mardoqueo, y uno piensa en todas las cosas en la historia de esta jovencita que uno diría que no fueron cosas ideales, cosas que pudieron haberla hecho decir: «No hay esperanza para mí. No valgo la pena».

Si hay una joven que pudiera tener problemas con la imagen de sí misma, aparte de su belleza física, era ella, y aun su belleza física pudo haberle causado problemas de imagen porque ella pudo haber pensado «la única razón por la que me quieren es por mi belleza». Ella era una mujer que tenía muchas razones para no salir adelante.

De modo que con este telón de fondo de la corte real y todos los oficiales del imperio medo-persa, este par, Mardoqueo y Ester, deben haberse sentido terriblemente insignificante, sin oportunidad de influenciar a un rey, y mucho menos a todo un imperio. Según leemos en el primer capítulo, pareciera que Asuero tenía todo el poder, toda la influencia en sus manos.

Así que él solo chasquea sus dedos, y zoom, la reina ya no está; chasquea sus dedos y la gente trae bebidas; chasquea sus dedos, y toda la nación se pone en atención. Él es quien tiene el poder. Pero algo de lo que no se daba cuenta Asuero era de que él, al igual que Mardoqueo y que Ester, todos estaban en manos de un Dios que tiene todo el poder.

Dios tiene todo el poder. Así que aparte de ser insignificantes, resultó que Ester y Mardoqueo iban a jugar un papel vital en la liberación del pueblo de Dios y por lo tanto la continuación de la nación a través de la cual nacería el Mesías. Su simple valentía, su fe y su devoción les permitió ser instrumentos en manos de un Dios soberano que siempre está obrando para cumplir Sus propósitos en este mundo.

Versículo ocho:

«Y sucedió que cuando el mandato y el decreto del rey fueron oídos, muchas jóvenes fueron reunidas en la Fortaleza de Susa bajo la custodia de Hegai; y Ester también fue llevada al palacio del rey, bajo la custodia de Hegai, encargado de las mujeres.»

El rey dio una orden. Traigan a las mujeres. Es uno de los cinco decretos reales hechos por el rey en el libro de Ester.

No sabemos si Ester fue llevada voluntariamente o si fue en contra de su voluntad. He tratado de descifrarlo. He leído este texto una y otra vez al igual que toneladas de comentarios, bueno, tal vez no tantos, pero sí unos cuantos.

No lo sabemos, pero diría, basándome en lo que conocemos hoy sobre Asuero y en lo que sí sabemos del texto, dice que fue llevada, que él hizo un decreto, y yo tendría la tendencia de pensar que ella fue reclutada en contra de su voluntad. Eso es lo que me parece que tiene sentido en este pasaje con todo el resto del pasaje. No sabemos si el rey ejercía autoridad absoluta y negarse o resistirse pudiera haber significado muerte al instante.

No obstante, sea que haya ido por su propia voluntad o que haya sido coaccionada, como pienso que fue el caso, sabemos esto: Sabemos que Dios, en su providencia, trajo lo bueno de lo malo.

Recuerda que Ester no conoce el final de la historia. Nosotras sí sabemos el final de la historia, pero ella no. Trata de ponerte en sus zapatos, en sus sandalias, si es posible, y escucha mientras vemos el versículo ocho.

Y sucedió que cuando el mandato y el decreto del rey fueron oídos [es decir, que todas estas hermosas mujeres debían ser reunidas de todo el reino para participar en una competencia, por así decirlo, para ser la próxima reina], muchas jóvenes fueron reunidas en la fortaleza de Susa bajo la custodia de Hegai; y Ester también fue llevada al palacio del rey, bajo la custodia de Hegai, encargado de las mujeres.

La joven [es decir, Ester], le agradó [es decir, a Hegai, quien estaba a cargo del harén. Ella ganó su favor, y noten esa palabra «favor» porque la verán repetidamente en el libro de Ester.], por lo que se apresuró en proveerle cosméticos y alimentos; le dio siete doncellas escogidas del palacio del rey, y la trasladó con sus doncellas al mejor lugar del harén (versículos 8-9)

Aquí tenemos a esta jovencita adolescente, que llega a este cambio total, inesperado y radical en toda su vida, en todas sus circunstancias. El curso completo de su vida fue alterado radicalmente en un instante.

Pensarás que debió ser suficiente que haya perdido a ambos padres. No sabemos cómo sucedió eso, pero cuando ella era pequeña, perdió a sus padres. Ustedes pensarán: «¿Qué más le puede suceder a esta joven?» y lo que pasa es que tan pronto llega al palacio, rápidamente halla el favor de todo aquel que la conoce.

Acabamos de leer en el versículo nueve que ella rápidamente halló el favor de Hegai, el principal chambelán o eunuco del rey. Si vamos al versículo 15 del mismo capítulo, veremos que ella también halló favor frente a todo el que la veía, y luego en el versículo 17 dice que cuando fue al rey, también halló su favor. Tres veces en este capítulo, ella halló el favor de la gente que la rodeaba.

Ahora, ¿cómo halló ella el favor de las personas y por qué? ¿Qué hacía ella que sobresaliera? Bueno, sabemos que inicialmente fue escogida por su impresionante apariencia física. Ella era bella. Eso dicen las Escrituras, pero pienso que debe haber habido algo más.

No pienso que ella simplemente fuera más atractiva sexualmente que las demás jóvenes. Primero, la mano de Dios estaba en su vida. Dios concede favor.

Pienso sobre el pasaje décadas antes en el libro de Daniel, cuando Daniel fue llevado cautivo al mismo palacio, y en Daniel capítulo uno nos dice que: «Dios concedió a Daniel hallar favor y gracia ante el jefe de los oficiales» (versículo 9). ¿De dónde provino el favor? El favor proviene de Dios.

Dios es el Rey. Dios reina y anula o desautoriza a todos los reyes del universo. Dios le concedió favor a Daniel, y creo que fue Dios quien le concedió favor a Ester porque Dios tenía un plan que era más grande que Daniel, más grande que el rey de Babilonia, más grande que Ester, más grande que el rey Asuero.

Dios tenía un plan para cumplir sus propósitos redentores en este mundo. Daniel era parte de este plan, al igual que Ester. Dios los puso en el palacio y les concedió favor.

Ella halló favor porque la mano de Dios estaba en su vida, pero pienso que hay también otra razón, y es porque ella tenía algo más que belleza física. Ella tenía belleza interior. Ella era una mujer con aplomo.

Mientras leemos el relato completo, vemos que ella es una joven extraordinaria, con un carácter digno de admiración. Su carácter le halló favor. Pienso que ella era una joven encantadora.

Proverbios capítulo 3 nos dice, «La misericordia y la verdad nunca se aparten de ti; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón. Así hallarás favor y buena estimación ante los ojos de Dios y de los hombres» (versículos 3-4).

No se aparten de ti la misericordia y la verdad. Ten un corazón encantador, un corazón piadoso, un espíritu piadoso.

Proverbios capítulo 13 nos dice que, «El buen entendimiento produce favor» (verso 15). Pienso que Ester era una mujer que tenía la cabeza en su sitio. Tenía sensatez, y era Dios quien le permitía ser así. Esa también era la gracia de Dios en su vida, pero les diré algo. Les garantizo que ella no halló favor frente a Hegai y también con el rey y los demás siendo una mujer quejumbrosa, llorona, temperamental, controladora, egocéntrica o regañona. Ese tipo de mujer no halla favor con nadie.

Todo el tiempo recibimos noticias a través de Aviva Nuestros Corazones de mujeres que están pasando por circunstancias duras y difíciles, como Ester cuando estaba en el harén de este rey malévolo y pagano. Hay mujeres que escuchan a Aviva Nuestros Corazones, tal vez algunas de ustedes hoy, que están en matrimonios muy difíciles, en ambientes de trabajo difíciles, ambientes escolares muy difíciles. Vivimos en un mundo malvado y caído, y algunas de estas mujeres, por la forma en que reaccionan a sus circunstancias, pierden el derecho a ganar favor.

Creo que una mujer de Dios puede hallar favor en la peor de las circunstancias si tiene un espíritu encantador, si tiene un corazón piadoso y si tiene un carácter piadoso. Eso es lo que leemos sobre Daniel en ese mismo palacio. Daniel capítulo 6 dice,

«Pero este mismo Daniel sobresalía entre los funcionarios y sátrapas porque había en él un espíritu extraordinario, de modo que el rey pensó ponerlo sobre todo el reino» (versículo 3).

¿Quieres hallar favor delante de Dios y delante de los hombres? Entonces desarrolla un espíritu extraordinario, un espíritu excelente, así como tenía Daniel. Ahora, tener un espíritu excelente no significa que nunca terminarás siendo cautivo, como Daniel o como Ester. Pero significa que Dios podrá obrar en tu vida para lograr sus propósitos cuando tienes ese espíritu excelente.

Pienso que Ester no se dejó influenciar por el espíritu de la gente a su alrededor, sino que se hacía cada vez más y más piadosa, a medida que se desarrollaba la historia. Había algo que se destacaba, algo que era cautivador e impresionante sobre ella, digno de admiración y favor, que iba más allá de su belleza física. Déjenme recordarles que Dios siempre está obrando en todo lugar, aun en el harén de un rey pagano.

Y esto es difícil de entender, ¿no es así? Les digo, no existe ningún lugar donde vivamos o trabajemos o sirvamos o tengamos una función que sea tan oscuro que Dios no pueda estar ahí. Dios está en los lugares más improbables, en tu trabajo secular, en tu familia, en la universidad. Dios es capaz de manifestar su presencia.

Ahora, el versículo 10 nos dice que,

Ester no dio a conocer ni su pueblo ni su parentela, porque Mardoqueo le había mandado que no los diera a conocer. Y todos los días Mardoqueo se paseaba delante del patio del harén para enterarse de cómo estaba Ester y qué le sucedía» (versículos 10-11).

Este es un pequeño paréntesis, tal vez, en este pasaje, pero pienso que vale la pena hacer la observación.

Vemos aquí la relación padre/hija entre Mardoqueo y su hija adoptada, su prima menor Ester, y cómo el rol de padre es instruir, proteger, dirigir y supervisar las vidas de los hijos. La preocupación de Mardoqueo por Ester no terminó cuando ella salió de la casa. Él siguió conectado con ella, lo mejor que pudo. Todavía tenía un sentido de responsabilidad hacia ella.

Ella era su hija. Él la crió como su hija. Déjenme decirles, jovencitas, su mamá siempre será su mamá. Ustedes siempre les importarán a sus padres.

Ahora, ellos no siempre lo harán a la perfección. A veces muestran esa atención de formas equivocadas, pero es propio de un padre preocuparse y cuidar de sus hijos. Era propio de Mardoqueo.

Solo puedo imaginarlo caminando frente a esa corte del harén tratando de averiguar la más mínima noticia. ¿Cómo le va? ¿Qué estará haciendo? Porque, claro está, Ester estaba aislada en ese harén.

Ella no podía salir a hablar con la gente fuera del palacio, pero Mardoqueo era diligente. No era como decir «ojos que no ven, corazón que no siente». Él quiere saber lo que ella estaba haciendo. Él desea estar conectado, y Ester se queda conectada en su corazón.

Mardoqueo le dice a Ester en el momento que ella se va: «No les digas de tu origen». Ahora, no sabemos por qué él dijo esto. Sabemos que había sentimientos antisemíticos en el reino en esos días, y que probablemente lo prudente era que él le diera este consejo, «No les digas de tu origen; no des a conocer a tu propia gente o tu parentela».

No obstante, Ester se sometió al consejo que recibía de Mardoqueo. Continuó siguiendo su consejo, siendo obediente al mismo, aun después de ya no estar bajo su cuidado directo.

Puedo decirles, jovencitas, que he encontrado gran protección y bendición en mi vida como resultado de tomar decisiones, aun como adulta, siguiendo los consejos que mis padres me enseñaron cuando era joven. Algunas de estas cosas, si se las dijera, ustedes dirían, «pero tú eres adulta, toma tus propias decisiones».

Yo tomo mis propias decisiones, y ¿saben lo que decido con mayor frecuencia? Seguir el consejo que recibí de mis padres cuando era joven. De modo que aquí vemos a Ester como una joven que es sumisa. Ella es receptiva. Recuerda lo que se le ha enseñado. Lo pone en práctica una vez llega al punto en que puede hacer lo que ella quiera.

Recuerdo cuando tenía 17 años y mis padres me dejaron ir de Filadelfia al otro lado de los Estados Unidos en California para mis dos últimos años de estudios en la Universidad del Sur de California. No me puedo imaginar cómo me dejaron hacerlo. Ciertamente Dios me protegió, pero quiero decirles que otra cosa que me protegió fue el hecho de que yo escogí, a los 17 años, cuando podía hacer lo que quisiera (podía ir a los lugares que quería; mis padres no estaban ahí para supervisarme), pero Dios me ayudó a tomar las decisiones correctas de acuerdo a lo que mis padres me habían enseñado.

No sé cuántas veces Dios ha protegido mi vida de cosas que pudieron haber sido influencias peligrosas, mortales o engañosas, por haber escogido escuchar el consejo de mis padres. De modo que Ester es discreta. Ella llega al palacio del rey, y no habla sobre su identidad ni su origen. Creo que en parte Dios la bendice y pone su favor sobre ella porque ella escoge permanecer bajo el consejo y la sabiduría que recibió al crecer bajo el cuidado de Mardoqueo.

Carmen: Nancy Leigh DeMoss nos ha estado ayudando a que la historia de Ester cobre vida, recordándonos el suspenso y drama de esta historia. El programa de hoy es parte de una serie llamada Ester: una mujer de Dios en el tiempo de Dios.

Te ayudará a ir más allá de las enseñanzas de escuela dominical sobre una mujer que llegó a ser reina. También te ayudará a ponerte en el lugar aterrador de esta adolescente en un mundo injusto. Lo que es más importante, te ayudará a ver la mano de Dios guiando a Ester a través de cada prueba.

Esta serie te guiará a ti también y te ayudará a aprender más de Su providencia. Si te has perdido alguno de los programas puedes escucharlos en AvivaNuestrosCorazones.com. También espero que te entusiasmes con la guía de estudio que nuestro equipo elaboró, llamada Ester, la reina exiliada. La lectura diaria tomará un tema de Ester, y te ayudará a relacionarlo con tu vida y tu relación con Dios.

Puedes adquirirlo al visitar nuestra página, AvivaNuestrosCorazones.com.

Hemos estado viendo la actitud chauvinista del rey Asuero. Mañana, contrastaremos esa actitud con la visión de Dios de la belleza y el valor de la mujer. Ahora, oremos con Nancy.

Nancy: Señor, te doy gracias porque tú concedes tu favor, y obras aún en las circunstancias más difíciles o improbables. Tu obras te mueves y logras tus propósitos.

Señor, gracias por la influencia piadosa y por las personas que traes a nuestras vidas para entrenarnos, Te pido que nos enseñes y nos muestres cómo vivir Tu consejo. Señor, Te oro por las mujeres que nunca tuvieron padres piadosos, como tampoco influencia o entrenamiento, para que puedan recibirlo de Tu Palabra y puedan vivir en obediencia al consejo de Tu Palabra.

Gracias, Señor, por Tu providencia, por cómo la vemos en esta historia y como estamos aprendiendo a verla en nuestras propias vidas. Gracias, Señor, en el Nombre de Jesús. Amén.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries .

Todas las Escrituras fueron tomadas de la Biblia de Las Américas a menos que se cite otra fuente.

*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la serie de radio.

La conversión de Pablo fue para nosotros

ABRIL, 25

La salvación de Pablo fue para nosotros

Devocional por John Piper

Sin embargo, por esto hallé misericordia, para que en mí, como el primero, Jesucristo demostrara toda su paciencia como un ejemplo para los que habrían de creer en él para vida eterna. (1 Timoteo 1:16)

La conversión de Pablo fue para nosotros.

Debemos tomar esto de un modo muy personal. Dios nos tenía en mente cuando eligió a Pablo y lo salvó por medio de su gracia soberana.

Si creemos en Jesús para vida eterna —o si todavía pueden creer en él para vida eterna— la conversión de Pablo fue para nuestro beneficio. Es para hacer la increíble paciencia de Cristo vívida para nosotros.

La vida de Pablo antes de su conversión fue una larga, larga prueba para Jesús. «¿Por qué me persigues?», preguntó Jesús. «¡Es a mí a quien persigues con tu vida de incredulidad y rebelión!». Dios había escogido a Pablo antes de su nacimiento. Por lo tanto, toda su vida hasta ese momento había sido una gran seguidilla de injurias contra Dios, un prolongado rechazo y una constante burla al Jesús que lo amó.

Por esa razón, Pablo dice que su conversión es una demostración brillante de la paciencia de Jesús. Y esto es lo que él les ofrece hoy.

Fue por nosotros que Jesús lo hizo de la manera que lo hizo. Para «demostrar toda su paciencia» a nosotros. Para que no nos invada el desánimo. No vaya a ser que pensemos que en realidad él no puede salvarnos. No vaya a ser que pensemos que es propenso a la ira. No vaya a ser que pensemos que hemos ido demasiado lejos. No vaya a ser que pensemos que aquella persona que amamos no puede convertirse —de pronto, en el momento menos esperado, por la soberana y superabundante gracia de Jesús—.

http://solidjoys.sdejesucristo.org/

La gracia es para todos

martes 25 abril

Una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo.

Juan 9:25

(El apóstol Pablo dijo:) Fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna.

1 Timoteo 1:16

La gracia es para todos

En su libro «Dios existe, lo he encontrado», André Frossard (1915-1995) cuenta su conversión. Había sido criado en el ateísmo, «donde el tema de la existencia de Dios ni se menciona».

8 de julio de 1935: Sucedió algo que operó «en mí una revolución tan extraordinaria, que cambió en un instante mi manera de ser, de ver, de sentir, que transformó mi carácter e hizo que hablase un lenguaje tan insólito que mi familia se alarmó… Entonces experimenté el gozo que siente un náufrago que es salvado a tiempo, con esta diferencia: solo en el momento en que fui sacado, tomé conciencia del lodo en el que estaba hundido sin saberlo… Y me pregunto, todavía con la imagen de medio cuerpo hundido en aquel lodo, cómo pude vivir y respirar allí.

No hay nada que me predispusiera a tener una religión, aparte del hecho de no tener ninguna. La Escritura dice que la gracia no hace acepción de personas, y creo haber mostrado que dirigiéndose a mí, se dirigía a todas las personas. Lo que me sucedió le puede suceder a cualquiera, al mejor, al peor, al que no sabe e incluso al que cree saber».

Este testimonio muestra que la conversión no es una simple adhesión intelectual. Es dar media vuelta hacia una nueva dirección. Es tomar conciencia de mi estado pecaminoso ante Dios y aceptar que Jesucristo dio su vida para salvarme.

Ezequiel 47 – Marcos 1:21-45 – Salmo 48:9-14 – Proverbios 14:13-14

En el camino seguro

lunes 24 abril

Plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido.

Romanos 4:21

Si tú le buscares, lo hallarás.

1 Crónicas 28:9

En el camino seguro

Desde su infancia, Roberto acompañaba a sus padres a las reuniones cristianas. A medida que el tiempo pasaba se sentía menos motivado; decía que había otras religiones, entonces cómo podía saber si la de sus padres era la buena. Además, decía que cuanto más fiel se es a una religión, más se practica, y más difícil es salir de ella. También pensaba que los líderes religiosos están tan seguros de tener la verdad, que a la mínima duda nos ponen en «el camino correcto» mediante explicaciones que no podemos contradecir, por falta de conocimiento, incluso si no nos satisfacen totalmente.

A pesar de ello, Roberto continuó leyendo la Biblia. El ejemplo de la conversión de Pablo le llamó la atención. Judío, seguidor de las enseñanzas de los maestros de la ley, fiel y activo para defender su fe, Pablo podía creer que estaba en el camino correcto. Pero un día el Señor Jesús se le reveló de manera tan clara que ya no hubo lugar a dudas (Hechos 9:1-22).

Este ejemplo puso fin a su confusión. Roberto quedó convencido de que si Dios está vivo, se da a conocer, según su promesa, a aquellos que lo buscan sinceramente. Comprendió que debía buscar no una religión, sino una verdadera relación con Dios. Solo su Palabra podía permitir que lo conociese, solo ella podía responder a las necesidades de su alma.

“Cercano está el Señor a todos los que le invocan, a todos los que le invocan de veras” (Salmo 145:18).

“Aprende pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que el Señor es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y no hay otro” (Deuteronomio 4:39).

Ezequiel 46 – Marcos 1:1-20 – Salmo 48:1-8 – Proverbios 14:11-12

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La primavera es encantadora

24 de abril

La primavera es encantadora

«Se han mostrado las flores en la tierra, el tiempo de la canción ha venido, y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola».

Cantares 2:12

La primavera es encantadora. El largo y triste invierno nos ayuda a apreciar su agradable calor, y el anuncio que ella hace del verano acrecienta sus actuales encantos. Después de algunos períodos de depresión de espíritu es placentero contemplar de nuevo la luz del sol de Justicia. Entonces nuestras adormecidas virtudes se levantan de su letargo como el azafrán y el narciso de sus lechos terrestres. Entonces el corazón se nos alegra con melodiosas notas de gratitud, mucho más melodiosas que los gorjeos de los pájaros; y la reconfortante seguridad de paz, mucho más agradable que la voz de la tórtola, se oye dentro del alma. Ahora es el tiempo cuando el alma debe buscar la comunión con su Amado; ahora debe levantarse de su natural bajeza y apartarse de sus antiguas compañías. Si no izamos las velas cuando la brisa es favorable, seremos dignos de reproche. Los tiempos de refrigerio no deben pasar sin que los aprovechemos. Cuando es Jesús mismo quien nos visita con ternura y nos ruega que nos levantemos, ¿seremos nosotros tan ruines como para denegar su súplica? Él mismo se ha levantado para atraernos a sí. Nos ha regenerado por su Espíritu para que podamos, en novedad de vida, ascender al Cielo y tener comunión con él. Para frialdad e indiferencia debe bastarnos ya nuestro estado invernal. Si el Señor produce una primavera dentro de nosotros, dejemos que nuestra savia suba con fuerza y nuestras ramas crezcan con vigor. ¡Oh Señor, si no ha llegado la primavera a mi frío corazón, haz que llegue; porque, sinceramente, estoy cansado de vivir lejos de ti. ¡Oh, cuándo pondrás fin al largo y deprimente invierno! Ven, Espíritu, y renueva mi alma. Avívame, restáurame y ten misericordia de mí. Esta misma noche te ruego ardientemente que te apiades de tu siervo y me concedas un feliz avivamiento en mi vida espiritual.

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 123). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

“Mía es la venganza; yo pagaré”

24 ABRIL

“Mía es la venganza; yo pagaré”

Números 1 | Salmo 35 | Eclesiastés 11 | Tito 3

El Salmo 35 es uno de los salmos dedicados al tema de la vindicación (ver también la meditación del 10 de abril). Muchos creyentes se sienten incómodos con estos salmos. La línea que separa el deseo de la vindicación y el ansia de la venganza a veces parece muy fina. ¿Cómo encaja este razonamiento con la enseñanza de Jesús acerca de poner la mejilla (Mateo 5:38–42)? ¿No es un poco desagradable el tono del salmista? Después de todo, David no pide solamente que sea librado de los estragos infligidos por los que le atacan (por ejemplo, 35:17, 22–23), sino que demanda explícitamente que sus enemigos “Queden confundidos y avergonzados” (35:4), que “la ruina los tome por sorpresa; que caigan en su propia trampa, en la fosa que ellos mismos cavaron” (35:8).

Dos reflexiones:

(1) En algunas ocasiones David no habla sólo desde una sensación de estar sujeto a amenazas de tipo particular, sino también desde su sentido de responsabilidad como rey, como el siervo a quien Dios ha nombrado. Si está siendo fiel al pacto, entonces está en juego el nombre de Yahvé cuando el hijo de Dios, el rey que Dios mismo ha nombrado, corre peligro. Pues el Señor “se deleita en el bienestar de su siervo” (35:27), y David reconoce que su propia preservación está estrechamente vinculada al bienestar de “la gente apacible del país” (35:20). Lo que está en juego aquí entonces es la justicia pública, y no se trata en absoluto de una vendetta personal, contra la cual el Señor Jesús habla tan enérgicamente en las palabras ya citadas.

(2) Lo que es aún más importante, no obstante, es que aunque los creyentes ponen la otra mejilla, esto no quiere decir que sean indiferentes a la justicia. Mantenemos que Dios es absolutamente justo, y es él quien proclama: “Mía es la venganza; yo pagaré” (Deuteronomio 32:35). Por esta razón debemos dejar el castigo en manos de Dios (Romanos 12:19). Sólo él podrá ajustar las cuentas con absoluta transparencia y justicia, y si dudamos de que sea así, nos estamos creyendo capaces de ocupar el lugar de Dios en este aspecto. Lo único que David pide es que Dios haga lo que ha prometido hacer: ejecutar la justicia, vindicar a los justos y defender a los que se mantienen fieles al pacto.

El último capítulo de Job no es ningún anticlímax justamente por esta razón: Job salió vindicado. Los sufrimientos del Señor Jesús se conforman a la misma pauta. Él se hizo un nadie y sufrió el oprobio de la cruz en respuesta obediente a la voluntad del Padre (Filipenses 2:6–8), y salió supremamente vindicado (Filipenses 2:9–11). Puede que nosotros también padezcamos injusticia y reclamemos el perdón para nuestros atormentadores, igual que hizo Jesús – mientras, al mismo tiempo, imploremos que prevalezca la justicia, que Dios sea glorificado y su pueblo vindicado. Esto es la voluntad de Dios, y David acertó.

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 114). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Oportunidades inesperadas

24 Abril 2017

Oportunidades inesperadas
por Charles R. Swindoll

Hechos 13:14-52

Pablo y Bernabé llegaron a Antioquía de Pisidia, cansados y doloridos de su azarosa marcha a través de las montañas. Pero no perdieron tiempo, sino que se dirigieron inmediatamente a la sinagoga, para encontrar un buen asiento y escuchar la lectura de la Palabra de Dios.

En la sinagoga le dijeron a Pablo: “¿Le gustaría predicar?” ¡Eso era lo que él estaba esperando! (Hasta puedo leer la mente del hombre: ¡Pensé que nunca iban a pedírmelo!). Sin vacilar, se puso a hablarles. ¡Comenzó en Génesis y les predicó hasta el ministerio de Cristo, totalmente de memoria! Sin notas, improvisadamente.

La reacción fue impresionante. Lucas nos dice que el día de reposo siguiente toda la ciudad vino para escuchar el mensaje que Pablo iba a predicar. Lo mismo sigue siendo cierto hoy en día: La gente tiene hambre de la Palabra de Dios. Cuando uno encuentra corazones hambrientos y se les sirve buena comida, no hay ningún problema para que la gente venga al banquete espiritual. Encontrar personas con el deseo de alimentarse con carne nutritiva de la verdad de Dios no es problema.

Por tanto, mi consejo es sencillo: Cuando tenga la oportunidad inesperada de compartir las buenas nuevas, hágalo. Pero tenga cuidado de no decirlo todo hasta el más mínimo detalle. Si está sentado en un avión y se presenta la oportunidad, no predique todo el Antiguo Testamento antes de llegar al corazón del Evangelio. Dígale a esa alma hambrienta cómo encontrar un pedazo de pan. Cuando usted le presente a Cristo, háblele de su propia peregrinación espiritual. Si lo hace de manera cortés e interesante, la persona estará pendiente de cada palabra, como sucedió en el caso de Pablo. Y la respuesta fue impresionantemente positiva.

Como lo prometió el Señor: “Yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo” (Juan 12:32).

Tomado del libro Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2017 por Charles R. Swindoll Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

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