Cinco motivos para no temer

ABRIL, 22

Cinco motivos para no temer

Devocional por John Piper

No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino. (Lucas 12:32)

El motivo por el cual Dios quiere que no tengamos miedo respecto del dinero y los bienes materiales es que de este modo podemos magnificar cinco grandes aspectos acerca de él.

Primero, el hecho de que no temamos demuestra que atesoramos a Dios como nuestro Pastor: «No temáis, manada pequeña». Nosotros somos la manada y él es nuestro Pastor. Si él es nuestro Pastor, entonces se cumple el Salmo 23: «El Señor es mi pastor; nada me faltará», es decir, no me faltará nada que realmente necesite.

Segundo, el que no temamos demuestra que atesoramos a Dios como nuestro Padre. «A vuestro Padre le ha placido daros el reino». No solo somos su manada pequeña, también somos sus hijos y él es nuestro Padre. En verdad él tiene cuidado de nosotros, sabe bien qué necesitamos y se asegurará de que no nos falte nada de lo que necesitamos.

Tercero, el que no temamos demuestra que atesoramos a Dios como Rey. Él puede darnos el «reino» porque él es el Rey. Esto implica que aquel que provee según nuestras necesidades tiene un enorme poder. El término «Pastor» tiene la connotación de protección y provisión; «Padre» implica amor, ternura, autoridad, provisión y guía; y «Rey» connota poder, soberanía y riqueza.

Cuarto, el que no temamos demuestra lo generoso que es Dios. Tengamos en cuenta que él da el reino. No lo vende ni lo alquila. Es infinitamente rico y no necesita ningún pago de nuestra parte. Por lo tanto, Dios es generoso y comparte libremente sus bienes. Es esto lo que magnificamos de él cuando, en lugar de temer, confiamos en que él suplirá nuestras necesidades.

Por último, el que no temamos demuestra que atesoramos a Dios como persona feliz. A él le «place» darnos el reino. Quiere hacerlo y se deleita en ello. No todos nosotros hemos tenido padres así, a quienes los hacía más felices dar que recibir. Sin embargo, esto no es importante, ya que ahora tenemos esa clase de Padre, Pastor y Rey.

Por consiguiente, el mensaje de este versículo es que debemos atesorar a Dios como nuestro Pastor y Padre y Rey que se complace en darnos generosamente su reino: el cielo, vida eterna y gozo, y todo lo que necesitemos para llegar ahí.

Si atesoramos a Dios de esta manera, no tendremos miedo y él será glorificado.

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¿Qué significa la Biblia para mí?

sábado 22 abril

La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

Hebreos 4:12

Recibisteis la palabra de Dios… no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios.

1 Tesalonicenses

¿Qué significa la Biblia para mí?

«Cuando la Escritura (la Biblia) habla, Dios habla».

San Agustín

«La Biblia tiene vida y me habla; tiene pies y me persigue; tiene manos y me agarra».

Martin Luther King

«Detrás de toda palabra está el que la pronuncia. Debido a lo que Dios es, creemos lo que dijo».

John Stott

«La Biblia es uno de los libros más sorprendentes del mundo: cada vez que lo abrimos, tal pasaje familiar que hemos leído decenas de veces, de repente resplandece con un brillo nuevo».

T. Woodrow Wilson

«La belleza de la Biblia crece a medida que crecemos en su comprensión».

Goethe, escritor alemán

Nosotros también tenemos la firme convicción de que la Biblia es la Palabra de Dios. En un mundo cada vez más turbado, ella da seguridad, verdadera luz y una esperanza viva a todos los que la reciben como la Palabra de Dios.

“La palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada” (1 Pedro 1:25).

Ezequiel 44 – 2 Pedro 2 – Salmo 46:8-11 – Proverbios 14:7-8

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Sufrimiento por los pecados

4/21/2017

Sufrimiento por los pecados

Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne. (Romanos 8:3)

Cuando como creyentes sufrimos la persecución, la crítica o incluso la muerte, somos pecadores que sufren debido a los pecados de los demás. Nuestro dolor puede ser resultado de los pecados de odio, enojo, envidia o asesinato.

Cristo también sufrió por los pecados, pero como el inmaculado. Primera Pedro 2:22 dice que Él “no hizo pecado”. Nunca pensó, dijo ni hizo nada malo. Más bien, todo lo que pensó, dijo e hizo fue perfectamente santo. Los pecados de los demás lo pusieron en la cruz: de quienes se burlaron de Él y de quienes lo clavaron en la cruz. Él murió por los pecados del mundo entero.

El versículo de hoy dice que Jesús murió “a causa del pecado”. Él sufrió como ofrenda por el pecado porque “la paga del pecado es muerte” (Ro. 6:23). Así como en el Antiguo Testamento Dios exigía un sacrificio de animal para simbolizar la necesidad de nuestra expiación por el pecado, el Nuevo Testamento presenta a Cristo como el sacrificio que no solo proporcionó un símbolo, sino también la realidad de nuestra expiación eterna por el pecado.

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Juzgando Correctamente

Clasificación «A» 

Juzgando Correctamente

La enseñanza de Jesús sobre cómo juzgar y corregir a un hermano que está en error (Mateo 7:1-6).

Nathan Díaz

Estudió producción de radio y teología en Moody Bible Institute de Chicago.   Fué director de programación de la estación WMCR en Chicago y después de WBLR en Georgia antes de regresar a México para comenzar Fish Studios.

Actualmente sirve como pastor y maestro en la Iglesia Evangélica Cuajimalpa (www.iglesiacuajimalpa.org).  Él y su esposa Cristin tienen tres hijos, Ian, Cael y Evan. 

«El que además está a la diestra de Dios».

21 de abril

«El que además está a la diestra de Dios».

Romanos 8:34

El que una vez fue despreciado y desechado entre los hombres, ahora ocupa la honrosa posición de un amado y venerado Hijo. La diestra de Dios es el lugar de majestad y favor. Nuestro Señor Jesús es el representante de su pueblo. Cuando él murió por los suyos, ellos tuvieron reposo; cuando resucitó, obtuvieron libertad; cuando se sentó a la diestra de su Padre, recibieron favor, honor y dignidad. La resurrección y ascensión de Cristo es la elevación, la aceptación y la glorificación de todo su pueblo, pues él es su cabeza y su representante. El sentarse a la diestra de Dios debe considerarse, pues, como la aceptación de la persona del Fiador, la recepción del Representante y, en consecuencia, la aceptación de nuestras almas. ¡Oh tú santo, ve en esto tu liberación segura de la condenación. «¿Quién condenará?». ¿Quién condenará a los que están en Jesús a la diestra de Dios?

La diestra de Dios es el lugar del poder: Cristo, a la diestra de Dios, tiene todo poder en el Cielo y en la tierra. ¿Quién se atreverá a luchar contra un pueblo que cuenta con un Capitán investido de tal poder? ¡Oh alma mía, qué te puede destruir si el Omnipotente es tu Auxiliador! Si el escudo del Todopoderoso te cubre, ¿qué espada te podrá herir? Descansa segura. Si Jesús es tu Rey triunfante, el cual ha hollado a tus enemigos debajo de tus pies; si él ha vencido al pecado, la muerte y el Infierno y tú estás representado en él, no hay posibilidad de que seas aniquilado.

Ved al Cristo, Rey de gloria,

es del mundo el vencedor.

De la guerra vuelve invicto,

todos démosle loor.

Escuchad las alabanzas

que se elevan hacia él;

victorioso reina el Cristo:

Adorad a Emanuel.

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 120). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

Un falso profeta

21 Abril 2017

Un falso profeta
por Charles R. Swindoll

Hechos 13:6-12

Este no era el momento para que Pablo fuera tolerante o pasivo. Vivimos en una cultura que casi ha endiosado la tolerancia. Una mujer me dijo hace poco, con una gran sonrisa: “Yo amo a todo el mundo, incluso al diablo”. Eso es lo que yo llamo “tolerancia decadente”. No se equivoque: No podemos amar al diablo; no podemos amar lo que todo el mundo hace. Cristo nos manda a amar a las personas, incluso a nuestros enemigos, pero esto no significa evitar sacar la cara por la verdad.

Pablo no retrocedió ni un centímetro. Podemos ver cómo se le eriza el pelo del cuello cuando muestra sus dientes espirituales y gruñe diciendo:

¡Oh lleno de todo engaño y de toda malicia, hijo del diablo, enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de pervertir los caminos rectos del Señor? Y ahora, ¡he aquí la mano del Señor está contra ti! Quedarás ciego por un tiempo sin ver el sol. De repente cayeron sobre él niebla y tinieblas, y andando a tientas, buscaba quien le condujese de la mano (Hechos 13:10, 11).

Cuando tuvo que ser firme, dio un paso al frente. El resultado fue magnífico. Asombrado por la evidente demostración del poder de Dios y la valiente reacción de Pablo, el funcionario pagano creyó, y casi podemos ver cómo se abre más la puerta a los gentiles.

Usted tendrá oportunidades semejantes de confrontar a los enemigos de la verdad. Estos se presentarán de diversas maneras, y algunos serán más astutos que otros. Mi consejo es, basado en el ejemplo de Pablo, que los confronte cuando la oposición a la verdad sea así de seria, y que deje los resultados a Dios. Dé un paso al frente y hable claro en el nombre del Señor. Tenga la seguridad de su protección. No se precipite. Pídale a Dios las palabras adecuadas antes de decir algo, y luego dígalas con toda valentía. Tal vez los resultados no serán tan dramáticos como lo que sucedió en Chipre, pero el Señor honrará su fe. Las pocas veces que he tenido que enfrentarme firmemente al mal, el Señor me hadado una sensación de valor casi invencible.

Cuando usted da la cara por el Señor usted está con el Señor. Él guardará sus espaldas. Por tanto, usted podrá estar confiado.

Cuando usted da la cara por el Señor usted está con el Señor. —Charles R. Swindoll

Tomado del libro Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2017 por Charles R. Swindoll Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

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Dichoso aquel a quien se le perdonan sus transgresiones, a quien se le borran sus pecados

21 ABRIL

Dichoso aquel a quien se le perdonan sus transgresiones, a quien se le borran sus pecados

Levítico 25 | Salmo 32 | Eclesiastés 8 | 2 Timoteo 4

Dichoso aquel a quien se le perdonan sus transgresiones, a quien se le borran sus pecados. Dichoso aquel a quien el Señor no toma en cuenta su maldad y en cuyo espíritu no hay engaño” (Salmo 32:1–2). En un universo regido por Dios, donde es Dios quien se ocupa de las cuentas, es difícil imaginarse mayor bendición que esta.

Lo trágico es que cuando mucha gente reflexiona sobre esta cruda realidad –que es Dios quien nos pedirá cuentas, y que no habrá escapatoria de su justicia – casi instintivamente se equivocan de camino. Deciden seguir el camino de la automejora, pasan hoja, ocultan e incluso niegan los pecados de una juventud frívola. Así que añaden a su culpa acumulada el pecado del engaño.

No nos atrevemos a pedir justicia – seríamos aplastados. Pero ¿cómo escondernos del Dios que todo lo ve? Sería engañarnos a nosotros mismos. Sólo hay un camino que no conduzca a la destrucción: debemos ser perdonados: “Dichoso aquel a quien se le perdonan sus transgresiones”. Y ¿qué es lo que entraña un perdón así? Para comenzar, quien pida perdón no debe pretender que no hay nada que perdonar: “en cuyo espíritu no hay engaño”.

Es por esto por lo que los siguientes versículos hablan con tanta candidez acerca de la confesión (32:3–5). Mientras guardaba silencio (acerca de sus pecados), sus “huesos se fueron consumiendo”; era tan abrumadora su angustia que le traía un terrible dolor físico. David se retorcía bajo la sensación de que Dios mismo se había vuelto en contra suya: “Mi fuerza se fue debilitando como al calor del verano, porque día y noche tu mano pesaba sobre mí” (32:4).

¿Cuál fue la gloriosa solución? “Pero te confesé mi pecado, y no te oculté mi maldad. Me dije: «Voy a confesar mis transgresiones al Señor», y tú perdonaste mi maldad y mi pecado” (32:5).

El escritor del Nuevo Testamento que más se acerca a esta manera de expresarse es el apóstol Juan en su primera carta (1 Juan 1:8–9). Escribiendo a creyentes, Juan dice: “Si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no tenemos la verdad”. La misma idea otra vez: el autoengaño que hay detrás de la negación de nuestra culpa. “Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad.” Otra vez la misma idea: el único remedio de la culpa humana. Este Dios nos perdona, no porque sea demasiado indulgente o demasiado descuidado para prestar atención, sino porque hemos confesado nuestro pecado y, ante todo, porque él es “fiel y justo”: “fiel” al pacto que ha establecido, “justo” para no condenar, habiendo sido Jesús la propiciación de nuestros pecados (2:2).

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 111). Barcelona: Publicaciones Andamio.

La clave del amor radical

ABRIL, 21

La clave del amor radical

Devocional por John Piper

Bienaventurados seréis cuando os insulten y persigan, y digan todo género de mal contra vosotros falsamente, por causa de mí. Regocijaos y alegraos, porque vuestra recompensa en los cielos es grande, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros. (Mateo 5:11-12)

Una de las preguntas que formulé hace poco, cuando predicaba acerca de amar a nuestros enemigos basado en Mateo 5:44, fue la siguiente: ¿Cómo hace uno para amar a quien lo secuestra y asesina?

¿Cómo se logra esto? ¿De dónde viene el poder para amar de esa forma? Solo pensemos en lo asombroso que resulta ver algo así en la vida real. ¿Hay algo que pueda mostrar el poder, la verdad y la realidad de Cristo mejor que esto?

Jesús presenta en el mismo capítulo la clave de este amor radical y de entrega personal.

En Mateo 5:11-12, Jesús vuelve a hablar de la persecución. Lo notable de este pasaje es que Jesús dice que no solo somos capaces de soportar el maltrato de nuestros enemigos, sino que también podemos regocijarnos en estas circunstancias. Esto parece estar fuera de nuestro alcance. Si pudiéramos hacerlo—si pudiéramos regocijarnos en la persecución— entonces sería posible amar a nuestros enemigos. Si el milagro de gozarnos en medio del horror de la injusticia, del dolor y de las pérdidas sucediera, entonces también podría ocurrir el milagro de amar a quienes nos causan el sufrimiento.

Jesús da la clave para el gozo en estos versículos: «Regocijaos y alegraos, porque vuestra recompensa en los cielos es grande». La clave para el gozo es la fe en la gracia venidera de Dios: «vuestra recompensa en los cielos es grande». Creo que este gozo es el poder que nos hace libres para amar a nuestros enemigos cuando nos persiguen. Si eso es cierto, entonces el mandamiento de amar equivale a poner nuestra mente en las cosas de arriba y no en las de la tierra (Colosenses 3:2).

El mandamiento de amar a nuestros enemigos se traduce en hallar nuestra esperanza y satisfacción en Dios y en su gran galardón: su gracia venidera. La clave del amor radical es la fe en la gracia por venir. En medio de la agonía debemos persuadirnos de que el amor de Dios es «mejor que la vida» (Salmos 63:3). El amor hacia los enemigos no nos da la recompensa del cielo. Atesorar la recompensa del cielo es lo que nos da poder para amar a nuestros enemigos.

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Contradicciones

viernes 21 abril

E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria.

1 Timoteo 3:16

Que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.

1 Corintios 2:5

Contradicciones

La luz blanca que nos deslumbra sobre la inmaculada nieve está compuesta, no obstante, por diferentes colores. Diversos fenómenos físicos, por ejemplo el arco iris o un prisma de vidrio, nos permiten distinguirlos.

Esto nos ayuda a comprender por qué el Espíritu de Dios, para presentarnos la persona del Hijo de Dios, inspiró cuatro evangelistas diferentes. Cada uno de ellos presenta la vida de Jesús bajo un enfoque particular, y todos los detalles que leemos están en armonía con el objetivo que persiguen.

Si comparamos los evangelios, encontraremos diferencias. Pensemos en el arco iris que tiene todos los colores reunidos. La persona del Hijo de Dios es insondable, y los evangelios se complementan maravillosamente para presentárnosla. Cada enfoque es como uno de los rayos del sol que nos revela uno u otro esplendor particular de la vida de Jesús.

En vez de confrontar los diferentes pasajes para tratar de hallar contradicciones, pidámosle a Dios que ilumine nuestra inteligencia mediante su Espíritu para que distingamos los distintos rasgos del Señor Jesús. Dejémonos enseñar como si fuésemos niños.

“Nadie conoce al Hijo, sino el Padre” (Mateo 11:27). Solo Dios, mediante su Espíritu, pudo comunicarnos una revelación completa del Señor y suficiente para la fe.

Ezequiel 43 – 2 Pedro 1 – Salmo 46:4-7 – Proverbios 14:5-6

Ezequiel 42 – 1 Pedro 5 – Salmo 46:1-3 – Proverbios 14:3-4

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El triunfo de Cristo

El triunfo de Cristo

4/20/2017

También Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios. (1 Pedro 3:18)

Es increíble pensar que alguien que era perfectamente justo muriera por los injustos. Pilato tenía razón cuando dijo de Jesús: “Ningún delito hallo en este hombre” (Lc. 23:4). Las acusaciones presentadas contra nuestro Señor fueron inventadas. Los testigos fueron sobornados, y el fallo condenatorio era ilícito.

Pero Cristo triunfó en medio de ese injusto sufrimiento al llevarnos a Dios. Y aunque los creyentes nunca sufrirán como sustitutos ni redentores, Dios puede usar nuestra reacción cristiana ante el sufrimiento injusto para atraer a otros a Él.

Así que, cuando el Señor nos pida que suframos por su causa, debemos comprender que solo se nos pide que soportemos lo que Él mismo soportó de manera que podamos llevar a otros a Él.

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