El trabajo arduo

El trabajo arduo

6/14/2017

El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad. (Efesios 4:28)

El robo es un problema común en nuestro mundo. El robo en los centros comerciales ha llegado a convertirse en un problema tan grande que un porcentaje del precio de los artículos cubre la cantidad perdida por los bienes robados. Sea un gran robo o robo de tonterías, el robar de la tienda, robar dinero de un rico o de un miembro de la familia, todo es robo.

Que el cristiano “trabaje”, se refiere a trabajo manual, de esfuerzo físico. El trabajo arduo es honorable. Los cristianos debemos esforzarnos en el trabajo para que tengamos lo suficiente para dar a los necesitados, no para que tengamos más de lo que necesitamos. El enfoque mundano de la riqueza es acumular lo que adquirimos. Pero el principio neotestamentario es trabajar duro para que podamos hacer el bien y dar a los necesitados.

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«¡Oh SEÑOR, nuestra es la vergüenza del rostro […] porque hemos pecado contra ti»

14 de junio

«¡Oh SEÑOR, nuestra es la vergüenza del rostro […] porque hemos pecado contra ti».

Daniel 9:8 (LBLA)

Un sentido profundo de lo que es el pecado, un concepto claro de su gravedad y del castigo que merece nos hará estar humillados delante del Trono. Hemos pecado como cristianos, ¡qué tristeza! Nos hemos mostrado ingratos, a pesar de haber sido favorecidos; no hemos producido los frutos esperados, habiendo recibido más privilegios que muchos. ¿Quién, aunque haya estado ocupado en la batalla cristiana, no se sonrojará al pensar en el pasado? Lo que hicimos en los días que precedieron a nuestra regeneración debe perdonarse y olvidarse, pero aquello que hemos hecho desde entonces, aunque no sea como lo anterior, sin embargo, lo hemos hecho en contra de la luz y del amor: luz que ha penetrado realmente en nuestras mentes y amor en el cual nos hemos regocijado. ¡Oh qué horrible es el pecado de un alma perdonada! El pecado de un pecador no perdonado no es nada comparado con el pecado de uno de los elegidos de Dios, que ha tenido comunión con Cristo y ha reclinado su cabeza en el pecho de Jesús. ¡Mira a David! Muchos hablarán de su pecado, pero yo te ruego que te fijes en su arrepentimiento y oigas sus huesos quebrantados mientras cada uno de ellos expresa su dolorosa confesión. Observa sus lágrimas mientras caen al suelo, y sus profundos suspiros con los que acompaña la melodiosa música de su arpa. Hemos errado; busquemos, pues, el espíritu de arrepentimiento. Mira también a Pedro. Hablamos mucho de que Pedro negó a su Maestro. Pero recuerda que está escrito que él «lloró amargamente». ¿No tenemos que lamentar nosotros con lágrimas algunas ocasiones cuando hemos negado a nuestro Maestro? ¡Ay!, si no fuera por la soberana misericordia que nos transformó, arrebatándonos como tizones del fuego, los pecados cometidos antes y después de nuestra conversión nos consignarían al lugar del fuego inextinguible. Alma mía, inclínate bajo un sentido de tu natural perversidad y adora a Dios. Admira la gracia que te salvó, la misericordia que te ha guardado y el amor que te perdonó.

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 174). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

“Ojo por ojo”

14 JUNIO

Deuteronomio 19 | Salmos 106 | Isaías 46 | Apocalipsis 16

La justicia que se contempla en Deuteronomio 19 parece distar mucho de los conceptos de justicia que prevalecen en Occidente hoy en día.

Con la mayor parte del enfoque de este texto, la mayoría de nosotros nos encontraremos en sintonía: los tribunales no pueden sentenciar a una persona a base de evidencias poco sólidas. En una época que carecía de las herramientas forenses que hoy damos por sentadas, esto casi siempre implicaba que se requería más de un testigo (19:15). Hoy día la base de evidencias necesarias se ha ampliado considerablemente: las huellas dactilares, identificación de grupos sanguíneos, etcétera. La mayoría de nosotros reconoce que estos avances son positivos. Pero hay suficientes casos de evidencias que han sido manipuladas como para que nos convenzamos que la preocupación esencial de nuestro texto sigue siendo actualísima. Hacen falta procedimientos y medidas que hagan que sea lo más difícil posible corromper al tribunal o sentenciar a una persona inocente.

Sin embargo el resto del capítulo (19:16–21) nos resulta, a primera vista, algo ajeno, por tres razones. (1) Si unos jueces cuidadosos deciden que uno de los testigos ha mentido, estos jueces deben imponer a dicho testigo la misma pena que habría sido impuesta al reo falsamente acusado: “entonces le harán a él lo mismo que se proponía hacerle a su hermano”. (2) El propósito es ni más ni menos que el de extirpar “el mal que haya en medio de ti”.

(3) Una vez más. La lex talionis (el estatuto del “ojo por ojo”) se repite (19:21; ver también Éxodo 21:24, y la meditación del 11 de marzo.

Estos tres puntos se miran de modo muy diferente en los tribunales Occidentales. (1) El castigo del perjurio malévolo normalmente es casi inexistente. Pero esto significa que hay poco interés oficial en ventilar las llamas de la sed colectiva de justicia pública. Mientes si lo puedes hacer con impunidad; la única vergüenza consiste en que te pillen con la mentira en la boca. (2) Los arquitectos de nuestros códigos penales creen que la encarcelación sirve para que nuestra sociedad sea un espacio más seguro, o que facilita una oportunidad para la reforma (sea terapéutica o de otra clase), o que asegura que el culpable “pague su deuda a la sociedad”. Se presta tanta atención al análisis de los condicionantes sociales que explican la aparición de los criminales, que la gente suele ser reacia a hablar del mal en relación a la persona como de sus actos. Tal vez sea por esto que las películas de venganza tienen que proyectar la crueldad en monstruos tan unidimensionales para que la venganza se acepte como justificable. La postura bíblica es verdaderamente radical (es decir: va a la radix, a la raíz de la cuestión): en términos jurídicos, los tribunales deben “[extirpar] el mal que haya en medio de ti”. (3) Encarcelamos; pero rara vez nos paramos a pensar en la necesidad justa de una pena que “corresponda” al delito. Sin embargo, esta fue justamente una de las funciones de la lex talionis.

Cuando nos centramos en la justicia y la responsabilidad personal, nos damos cuenta que nuestro sistema jurídico y penal es el que resulta estar cada vez peor encaminado y alineado.

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 165). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Involúcrense

14 Junio 2017

Involúcrense
por Charles R. Swindoll

1 Samuel 3:19-21

Las familias que se desintegran son las que no responden de materia rápida y adecuada a las advertencias que les hacen las demás personas. Escuche a los maestros de sus hijos. Pueden parecerles prejuiciados contra su hijo, pero rara vez es así. Tome con seriedad las primeras advertencias, y tome acciones pronto. Escuche a su pastor o al líder de jóvenes de la iglesia. Escuche al oficial de policía que viene a hablar con usted.

No se apresure a salir en defensa de su hijo. Dedique tiempo a escuchar el informe completo. Haga preguntas directas para que se asegure de haber entendido bien el asunto. Luego, tómese un tiempo para reflexionar en lo que ha oído. Si tiene eco en usted, llevándolo a pensar que puede ser verdad, investigue más y haga todo lo que sea necesario para asegurarse de resolver el problema.

Las familias que se desintegran son las que justifican las conductas incorrectas, y de ese modo se convierten en parte del problema. Elí participaba de la conducta de sus hijos. Lo sabemos, porque engordó con la comida que sus hijos robaban del altar.

En cuanto a Samuel, el niño que escuchó la voz de Dios, las palabras finales de este episodio nos dicen que la aletargada indiferencia espiritual que había sumido a Israel en la complacencia estaba a punto de detenerse en seco. Un hombre de acción había entrado en escena, y el deslizamiento espiritual de Israel estaba a punto de terminar. Samuel fue un niño que no sólo escuchó al Señor, sino que también obedeció su voz.

Al pensar en todo esto, especialmente al evaluar la condición de su familia, recuerde que escuchar la verdad no es suficiente. Acción es lo que hace falta. Solo en muy raras ocasiones el Señor bendice a alguien por simplemente haberlo escuchado. La fe es acción. Eso significa que las bendiciones de Dios casi siempre son el resultado de la obediencia. Según la Biblia, el conocimiento envanece (1 Corintios 8:1). Además, problemas como los que tuvieron los hijos de Elí no se resuelven por sí solos, sino que se multiplican y se hacen mayores con el lento y silencioso paso del tiempo.

Si usted ha llegado a la conclusión de que su familia está en peligro, decida hacer algo en vez de no hacer nada. Niéguese a ser como Elí. Al final, después de haber cosechado el éxito público en su ministerio, Dios lo consideró un fracaso como padre… y lo juzgó por ello.

No haga usted lo mismo.

Tomado del libro Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2017 por Charles R. Swindoll Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

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Dios en verdad quiere bendecirnos

JUNIO, 14

Dios en verdad quiere bendecirnos

Devocional por John Piper

Porque Jehová volverá a gozarse sobre ti para bien. (Deuteronomio 30:9)

Dios no nos bendice a regañadientes. En cierto modo, está ansioso por mostrarnos su benevolencia. No espera a que nosotros vayamos a él; él nos busca, porque se deleita en hacernos bien. Dios no nos está esperando, nos está persiguiendo. De hecho, esa es la traducción literal de Salmos 23:6: «Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida».

Dios ama mostrar misericordia. Permítanme repetirlo: Dios ama mostrar misericordia. Él no es dubitativo, ni indeciso, ni vacilante en el deseo de bendecir a su pueblo. Su ira solo se libera abriendo un candado pesado y duro, pero su misericordia es como un gatillo sensible. A eso se refería cuando le dijo a Moisés en el monte Sinaí?: «El Señor, el Señor, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y fidelidad» (Éxodo 34:6).

Dios nunca está irritable ni con los nervios a flor de piel. Su ira nunca se enciende rápidamente. Por el contrario, él es infinitamente vigoroso y tiene un entusiasmo ilimitado en el cumplimiento de su deleite.

Nos resulta difícil comprenderlo porque nosotros necesitamos dormir todos los días para poder lidiar con los problemas—. Nuestro disfrute es un vaivén, sube y baja constantemente. Un día estamos aburridos y desanimados; al otro día estamos optimistas y alegres.

Somos como pequeños géisers que borbotean y explotan de manera impredecible. Pero Dios es como un gran Niágara. Al contemplar esto pensamos: Ciertamente es imposible que continúe con tanta fuerza año, tras año, tras año.

Así es como Dios nos bendice. Él nunca se cansa; nunca se aburre de hacernos bien.

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Mi nuevo nacimiento a los cuarenta y ocho años

miércoles 14 junio

Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.

Efesios 2:8

La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.

Romanos 10:17

Mi nuevo nacimiento a los cuarenta y ocho años

«A los veinticinco años, cuando fui nombrado sacerdote, cursé un ciclo de estudios universitarios superiores. Allí empecé a sentir el vacío que había en mi interior. Me habían enseñado que la Biblia solo tenía un valor relativo y que en muchos ámbitos su veracidad era discutible. No obstante, decidí leer la Biblia para saber lo que ella misma dice. Así comprendí que ella es, al contrario, perfectamente fiable, que proviene de Dios y que enseña grandes verdades. Los hechos históricos que hallamos en ella son verídicos; todas las promesas de Dios son verdaderas, igual que las profecías. Los mandamientos bíblicos hacen que vivamos según la justicia (2 Timoteo 3:16-17).

Finalmente, después de largo tiempo, a los cuarenta y ocho años comprendí, solo mediante la Palabra de Dios, que Cristo murió en mi lugar en la cruz. Estaba maravillado al ver cómo la gracia de Dios puede actuar eficazmente solo por medio de la Biblia, presentando la persona del Señor Jesús…

Para explicar la vida abundante que Jesús ofrece y de la que gozo en la actualidad, no existen palabras más expresivas que estas: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte” (Romanos 8:1-2)».

Richard

2 Reyes 15 – Efesios 3 – Salmo 71:1-6 – Proverbios 17:9-10

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