Una perspectiva del perdón

Una perspectiva del perdón

6/18/2017

Sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. (Efesios 4:32)

Dios fue bondadoso y compasivo con usted, perdonándolo aun cuando no lo merecía. Si basa su actitud hacia los demás en lo que ellos merecen, no ha entendido bien. No grite a los demás, ni los desacredite ni se enoje con ellos, aun cuando lo merezcan. Quienes ejemplifican el carácter de Dios son amorosos, bondadosos, considerados y clementes. Esa es la actitud que Dios espera de los que son sus nuevas criaturas en Cristo.

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Yo vine a mi huerto, oh hermana, esposa mía

18 de junio

«Yo vine a mi huerto, oh hermana, esposa mía».

Cantares 5:1

El corazón del creyente es el huerto de Cristo: él lo compró con su preciosa sangre, ha entrado en el mismo y lo reclama como suyo. Un huerto implica separación. No es un vulgar descampado; no es un desierto; es un terreno que se ha cercado. Quisiéramos ver más anchas y más fuertes las murallas de separación entre la Iglesia y el mundo. Me entristece oír decir a los cristianos: «Bien, no hay nada malo en esto, no hay nada malo en aquello», acercándose así al mundo lo más posible. Es muy escasa la gracia en el alma que aún puede preguntar hasta dónde le es posible vivir en conformidad con el mundo. Un huerto es un lugar de belleza: sobrepasa a las desoladas tierras sin cultivar. El verdadero cristiano debe procurar ser en su vida mejor que el más destacado moralista, pues el huerto de Cristo ha de producir las mejores flores de todo el mundo. Aun las flores más hermosas son pobres en comparación con lo que Cristo merece; no le demos, pues, plantas marchitas y enanas. En el huerto de Jesús tienen que florecer las rosas y los lirios más inusuales, más preciosos y más delicados. El huerto es un lugar de crecimiento. Los santos no deben quedarse estancados, siempre como meros capullos y pimpollos: tenemos que crecer en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Donde Jesús es el labrador y el Espíritu Santo el rocío de arriba, el crecimiento ha de ser rápido. Un huerto es un lugar de retiro: así, también, el Señor Jesucristo quiere conservar nuestras almas como un lugar en el cual él pueda manifestarse a nosotros como no lo hace con el mundo. ¡Ojalá los cristianos estuviesen más apartados, de manera que sus corazones se hallaran enteramente reservados para Cristo! Frecuentemente, como Marta, nos afanamos y turbamos con muchas cosas, de modo que no le damos a Cristo el lugar que le dio María, ni nos sentamos a sus pies como debiéramos. Que el Señor nos conceda hoy las refrescantes lluvias de su gracia para regar su huerto.

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 178). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

La ley, sobre la ley

18 JUNIO

Deuteronomio 23 | Salmos 112–113 | Isaías 50 | Apocalipsis 20

De vez en cuando aparece en el Pentateuco un capítulo con leyes y estatutos diversas. Uno de estos capítulos es Deuteronomio 23. Excedería los límites de estas meditaciones reflexionar sobre cada asunto sobre el que se formuló un estatuto, e incluso comentar el principio del ordenamiento de algunas de las listas. Cae por su peso que parte de la legislación se basa en la experiencia histórica de los israelitas. (ej., 23:3–8). En otros casos se trata de la pureza ritual altamente simbólica (ej., 23:9–14); en otros se insta al pueblo a mantenerse alejado de las prácticas abominables del paganismo cananeo (23:21–23). Lo que sí comentaré hoy son los versos 24 al 25: “Cuando entres en la viña de tu prójimo, podrás comer uvas hasta saciarte; mas no pondrás en tu cesto. Cuando entres en la mies de tu prójimo, podrás arrancar espigas con tu mano; mas no aplicarás hoz a la mies de tu prójimo”.

Hay una profunda sabiduría detrás de estos sencillos estatutos. Era una postura básicamente comunitaria que permitía a quienquiera coger lo que quisiera, cuando quisiera, y lo que quisiera; frente a una alternativa Comunista donde todos los productos pertenecen al Estado y dónde ningún individuo puede coger nada en absoluto sin el permiso de los líderes de la comunidad. Frente a una óptica Capitalista, (donde, el enfoque que prima es la propiedad privada), cualquiera que cogiera una sola uva de la viña de su prójimo sería considerado ladrón, cualquiera que recogiese unos cuantos granos de trigo para masticarlos mientras se paseaba por un camino que atravesaba la finca de alguien quedaría sujeto a todo el peso de la ley. Pero al permitir a la gente que comiesen lo que quisiesen mientras estaban en la finca de un vecino, este estatuto servía para fomentar una interdependencia que englobaba toda la comunidad, una visión de herencia común. Los muros y las vallas que se erigen por un concepto celoso de la propiedad quedan rebajados. Además, los desamparados encontrarían al menos algo para comer. Esto no supondría una carga demasiado onerosa para ningún propietario mientras el estatuto fuese respetado por todos. Por otro lado, el hecho que se estipulase que no se podía llevar nada a otro sitio, si se respetaba, servía no sólo para militar contra el robo y la pereza, sino para preservar el principio de la propiedad privada y los incentivos al trabajo y al esfuerzo disciplinado que lo acompañan.

Muchos son los estatutos de la ley de Moisés que, si se administran bien, reflejan un equilibrio piadoso de intereses complementarios.

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 169). Barcelona: Publicaciones Andamio.

El Impostor Insensato

El Impostor Insensato

Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo?
¿Quién morará en tu monte santo?
El que anda en integridad y hace justicia,
Y habla verdad en su corazón. (Salmo 15:1-2)

Lea 1 Reyes 11:1-6.

Mark Twain dijo: “Toda persona es una luna y tiene un lado oscuro que nunca se lo muestra a nadie.”1 Una vida de impostura puede suceder en su casa, o en la mía, o en cualquier casa, o incluso en la casa presidencial. Como el escenario de un programa de televisión, detrás de bastidores, a donde la cámara no va, la vida puede ser una armazón caótica de plástico, metal y madera; una fachada endeble, sostenida en su lugar por material barato.

Primero Reyes 11 cuenta la caída del rey Salomón, un hombre a quien Dios colmó de sabiduría, éxito y riqueza fabulosa. Aunque era rico, dejó que su relación personal con el Señor se hundiera, y empezó a vivir como un reprobó.

Muchos dirían que el éxito puede arruinar a un hombre. Yo digo que el éxito revela lo que el hombre era todo el tiempo. El éxito no destruye el carácter; deja expuesto el carácter.

Durante los cuarenta años del reinado de Salomón, la riqueza de la nación continuó creciendo.

David había ganado la paz con una agresiva campaña militar, y las doce tribus de la nación estaban unidas contra las amenazas. Los reinos que la rodeaban tenían a Israel en alta estima debido al poderío militar de David y sabia diplomacia de Salomón.

Sin que sea sorpresa, la amenaza al reino de Salomón vino desde adentro. Como su padre David, Salomón se casó con más de una mujer. Esas esposas a la larga le llevaron a edificar santuarios a falsos dioses y luego lo sedujeron para que participara con ellas en la idolatría.

El Señor había establecido la dinastía de David para que sea testigo a las naciones paganas que los rodeaban, y sin embargo, para el tiempo en que su nieto, Roboam, subió al trono, la Tierra Prometida se había convertido en un reino dividido.

El hombre público, Roboam, como el lado que ve el público en un escenario de televisión, parecía genuino. Una mirada detrás de bastidores revelaba un impostor insensato. Roboam había sido eso todo el tiempo, usted comprende. Lo crió su madre, Naama, “amonita,” para que fuera idólatra, y adorara a Milcom y a Moloc. Su padre, Salomón, consintió a la práctica de la idolatría edificando templos a los dioses falsos.

En 2 Crónicas 11:18-23 tenemos otro ángulo de la cámara. Detrás de bastidores Roboam hizo como su padre y abuelo, formando un harén, mientras que mantenía una percepción pública de que se mantenía firme en su devoción al Señor. Cultivó una imagen pública mientras les pasaba a sus hijos un legado oscuro. Roboam pulió su imagen dando la apariencia de que buscaba el consejo sabio al formular su política doméstica. Pero tan pronto como se sintió seguro, irrumpió el real Roboam. Roboam rechazó el consejo de los ancianos a favor del consejo de sus iguales. No buscaba consejo; buscaba justificación.

En la etapa final de su vida la fachada de Roboam se derrumbó para revelar la hipocresía que apuntalaba su imagen pública. Cuando Egipto saqueó la riqueza de su reino debido a su apostasía, Roboam reemplazó los escudos de oro por escudos de bronce, pulidos para que brillaran como oro, pero sin valor alguno en comparación. El rey, preocupado por su imagen, los escondió en secreto para que nadie supiera la verdad; un sustituto de tercera clase después de una trastada de primera clase.

En todo el Antiguo Testamento vemos que “de tal palo tal astilla”; la lujuria produce hijos con lujuria en su corazón. Y dentro de una generación o dos, una diminuta semilla de componenda crece a ser rebelión desvergonzada a todo dar. Yo lo llamo el efecto dominó. Las componendas de David debilitaron a Salomón. El pecado de Salomón impactó en Roboam. Al final, el pecado que mamá amó y papá permitió enredaron al hijo. La hipocresía, antes que un amor por la verdad, definió la vida de Roboam.

Ahora, esta es la pregunta dura: ¿qué ve su familia? ¿Se ha engañado a sí mismo para pensar que puede controlar las consecuencias del pecado? ¿Ha considerado el efecto de su pecado en las personas en quienes usted influye; en particular, sus hijos? Si pusiéramos las cámaras detrás de bastidores de su vida, ¿qué veríamos?

1Mark Twain, Following the Equator, A Journey Around the World, Vol. 2 (Nueva York: P. F. Collier & Son, 1899), 237.

Adaptado de Charles R. Swindoll, Fascinating Stories of Forgotten Lives (Nashville: W Publishing Group, 2005), 169-185.

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Cómo interceder por los no creyentes

Cómo interceder por los no creyentes

Devocional por John Piper

Hermanos, el deseo de mi corazón y mi oración a Dios por ellos es para su salvación. (Romanos 10:1)

Pablo ora pidiendo que Dios convierta a Israel. ¡Él ora por su salvación! No ora por tener sobre ellos una influencia infructuosa, sino eficaz. Así es como deberíamos orar también nosotros.

Debemos tomar las promesas de Dios del nuevo pacto e interceder a Dios para que las cumpla en nuestros hijos y vecinos, y en todos los campos misioneros del mundo.

Dios, quita de su carne el corazón de piedra y otórgales un nuevo corazón de carne (Ezequiel 11:19). ¡Circuncida su corazón para que te amen! (Deuteronomio 30:6). Padre, pon tu Espí?ritu dentro de ellos y hazlos caminar en tus estatutos (Ezequiel 36:27). Concédeles el arrepentimiento y el conocimiento de la verdad para que escapen del lazo del diablo (2 Timoteo 2:25-26). ¡Abre su corazón para que crean el evangelio! (Hechos 16:14).

Cuando creemos en la soberanía de Dios —es decir, en el derecho y poder de Dios para elegir y después traer a los pecadores endurecidos a la fe y la salvación— entonces seremos capaces de orar sin contradicciones y con grandes promesas bí?blicas por la conversión de los que están perdidos.

Dios se deleita en este tipo de oración porque le atribuye a él el derecho y el honor de ser el Dios libre y soberano que él es en la elección y la salvación.

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Solo Dios es digno de ser adorado

domingo 18 junio

Juan… mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios.

Juan 1:35-36

A todo lo creado… oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.

Apocalipsis 5:13

Solo Dios es digno de ser adorado

Antes de empezar su ministerio, Jesús fue tentado por Satanás. Este lo incitó a que le rindiese homenaje, pero la respuesta del Señor fue categórica: “Escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás” (Mateo 4:10).

Cuando el apóstol Juan quiso, en dos ocasiones, postrarse ante el ángel que le hablaba, este se lo impidió: “Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo… Adora a Dios” (Apoc. 19:10).

Cuando Pablo y Bernabé sanaron a un hombre enfermo de nacimiento, y la gente quiso honrarlos como si fuesen dioses, ellos se lo prohibieron rotundamente.

Debemos adorar solo a Dios. Aceptar o buscar el homenaje que solo se debe a Dios es puro orgullo, es la “condenación del diablo” (1 Timoteo 3:6).

Cuando Jesús vivió en la tierra, por ser el Hijo de Dios, en varias ocasiones los hombres le rindieron homenaje:

–Un leproso sanado se postró ante él (Lucas 17:16).

–Los discípulos le rindieron homenaje cuando calmó la tempestad (Mateo 14:33).

–Un hombre ciego de nacimiento y sanado por Jesús discernió en él al Hijo de Dios y lo adoró (Juan 9:38).

–Cuando Jesús resucitó y mostró sus heridas a Tomás, este exclamó: “¡Señor mío, y Dios mío!” (Juan 20:28).

Jesús, hombre “humilde de corazón” (Mateo 11:29), al mismo tiempo es Dios, el único digno de recibir el honor y la adoración.

2 Reyes 18 – Efesios 6 – Salmo 72:1-11 – Proverbios 17:17-18

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