20 JUNIO

Deuteronomio 25 | Salmo 116 | Isaías 52 | Apocalipsis 22
A veces, las dificultades de traducción obligan a los traductores de la Biblia a incluir notas de pie de página que expongan las diversas posibilidades. En otras ocasiones no se incluye alternativa alguna y, como consecuencia, se pierde algo importante. Hay un ejemplo de cada uno de estos escenarios en el Salmo 116 y los dos merecen nuestra atención.
(1) En la Nueva Versión Internacional (NVI) leemos: “Aunque digo: ‘Me encuentro muy afligido’, sigo creyendo en Dios. En mi desesperación he exclamado; ‘Todos son unos mentirosos’ ”: (versos 10–11) traducido literalmente de la (NVI). Por otro lado, la Revised Standard Version traduce la primera línea de la siguiente manera: “No dejé de creer, aun cuando me decía en mi interior…”. Esta segunda interpretación es perfectamente legítima como moderna traducción del Hebreo original, y es así como la mayoría de las versiones lo siguen. Pablo está usando la traducción en griego antiguo del original hebreo—que se llama la Septuaginta (o versión de los LXX)—, la cual conserva el significado reflejado en la versión NVI del salmo 116:10–11 (ver 2 Corintios 4:13).
Pero, en este caso, lo asombroso es lo poco que está en juego. Tal vez la traducción de la NVI es algo más fuerte: la razón por la cual el salmista dijo que estaba afligido era que creía (“creía y por tanto dije…”). En otras palabras, fue su fe en Dios –y de la relación con Dios que esta fe presupone– lo que le permitió ver que cuando se enfrentaba con el sufrimiento terrible, era ni más ni menos que una aflicción enviada por Dios. Y, más importante aún, tanto la traducción de la NVI como la de la Revised Standard Version, expresan una verdad que se ilustra con frecuencia en los salmos y, especialmente, en Job: cuando alguien se siente desesperado (116:11) y se atreve a decirlo, no quiere decir que ha abandonado la fe. Al contrario, los gemidos que a veces salen del interior de una persona, si se entregan a Dios, son evidencia tanto de vida como de fe auténticas.
(2) La frase de la NVI dice: “Mucho valor ante los ojos del Señor la muerte de sus fieles” (116:15). A menudo se cita en los entierros e indudablemente expresa una verdad muy profunda, pero hay buenos motivos para pensar que la palabra traducida por “mucho valor” tendría que rezar “costosa” o algo parecido. De ahí que en la Biblia de Jerusalén encontramos: “The death of the devout costs Yahvé dear” (Le cuesta enormemente a Yahvé la muerte de uno de sus fieles). El hecho de que el salmista fue rescatado de la muerte (116:3, 8) indica que esta es la traducción más probable. Por supuesto, es la que mejor encaja con lo que dijo Jesús acerca de lo dolorosa que es para el Padre la muerte de un solo ser humano (Mateo 10:29–31).
En este caso, es muy importante que comprendamos que, aunque la soberanía de Dios rige todo, incluidas todas las muertes, este gobierno divino no es una fría cuestión de números. Él sabe mejor que nosotros cómo es de fea y antinatural la muerte, y lo estrechamente ligada que está con nuestra rebeldía y con la maldición que nuestro pecado conlleva. Es enormemente reconfortante saber que la muerte de los fieles es dolorosa para Yahvé. Pero aún más maravilloso es el precio que estuvo dispuesto a pagar para que la muerte diera lugar a la resurrección.
Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 171). Barcelona: Publicaciones Andamio.