Mida su amor

Mida su amor

6/22/2017

Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó. (Efesios 2:4)

La mejor vara de medir el amor en la vida de un cristiano puede ser el perdón. Es porque Dios nos demostró su amor desde el punto de vista del perdón. La Biblia pudo habernos enseñado que de tal manera amó Dios al mundo que ha hecho flores o árboles o montañas. Pero ella enseña que “de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jn. 3:16). Él dio a su Hijo para perdonarnos. Eso demuestra sin dudas el amor de Dios más que las flores, los árboles o las
montañas.

Mida su amor. Pregúntese: ¿Amo? Si no ama, no es de Dios porque los hijos de Dios aman a los demás (1 Jn. 4:7-8). ¿Cómo puede saber si usted se caracteriza por el amor? Pregúntese: ¿Estoy enojado con alguien por algo que me hizo? ¿A menudo me enojo con los demás, ya sea que exprese o no mi enojo? ¿Hablo de los demás lo que no debo hablar? Esas son características de su antigua manera de vivir; características de las que debe librarse a fin de amar y perdonar a los demás.

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Para que queden las inconmovibles

22 de junio

«Para que queden las inconmovibles».

Hebreos 12:27

Nosotros poseemos muchas cosas que pueden verse sacudidas; y no es propio que un cristiano acumule muchas posesiones, ya no hay nada estable bajo del Cielo. La palabra «cambio» está escrita sobre cada cosa. Sin embargo, tenemos ciertas posesiones que son «inconmovibles», y yo te invito a pensar en ellas esta noche, para que, si desaparecen todas aquellas cosas que pueden ser removidas, cobres verdadero aliento en cuanto a las cosas inconmovibles que van a permanecer. Cualesquiera hayan sido tus pérdidas, o puedan ser en el futuro, gozas de una salvación presente. Estás al pie de la cruz, confiando solo en los méritos de la preciosa sangre de Jesús, y ninguna subida o bajada de la bolsa puede interferir con la salvación que tienes en él. Ningún asalto a un banco, ningún fracaso o ninguna bancarrota la puede afectar. En esta noche eres un hijo de Dios: Dios es tu Padre. Ningún cambio de circunstancia puede privarte de esto. Aunque debido a alguna pérdida caigas en la pobreza y quedes completamente desnudo, te es posible decir: «Él es aún mi Padre y en la casa de mi Padre hay muchas moradas; por tanto, no seré conmovido». Tienes otra bendición permanente: a saber, el amor de Jesucristo. El que es a la vez Dios y hombre te ama con toda la fuerza de su naturaleza afectiva; nada puede cambiar esto. La higuera tal vez no florezca y los rebaños quizá desaparezcan de los campos; pero ese hecho no afecta a las almas que pueden cantar: «Mi amado es mío y yo suya». No podemos perder nuestra mejor porción y nuestra más valiosa herencia. Cualquiera que sea la aflicción que nos sobrevenga, portémonos varonilmente: demostremos que no somos niños pequeños que se abaten por cualquier cosa que pueda acontecerles en esta vida transitoria. Nuestra patria es el Reino de Emanuel, nuestra esperanza está en el Cielo y, por tanto, es tranquila como el océano en el verano. Veremos la destrucción de toda cosa terrena; pero, a pesar de todo, nos regocijaremos en el Dios de nuestra salvación.

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 183). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

Meditar en la Palabra

22 JUNIO

Deuteronomio 27:1–28:19 | Salmo 119:1–24 | Isaías 54 | Mateo 2

En esta meditación, los textos de Deuteronomio y Salmos convergen.

El escenario descrito por Deuteronomio 27–28 es impresionante. Cuando los israelitas entran en la Tierra Prometida, deben llevar a cabo un acto solemne de compromiso nacional. Deben dividirse en dos grandes compañías, cada una compuesta por cientos de miles de personas. Seis de las tribus deben ponerse en las pendientes del Monte Gerizim y las otras seis en las del Monte Ebal. Las dos grandes multitudes luego debían llamar la una hacia la otra en una serie de respuestas antifonales. Durante algunas partes de esta ceremonia, los Levitas, quienes se encontraban con los otros en el Monte Gerizim, debían pronunciar unas frases prescritas y la multitud entera clamaba: “¡Amén!”. En otras partes, la multitud del Monte Gerizim clamaba las bendiciones de la obediencia y la del Monte Ebal clamaba las maldiciones de la desobediencia. El impacto dramático de este acontecimiento, en el momento de llevarse a cabo (Josué 8:30–32), tuvo que ser asombroso. El propósito de este ejercicio fue que el pueblo en su conjunto comprendiese la absoluta seriedad con la que hay que tomar la palabra de Dios si realmente queremos gozar de su bendición, y las terribles consecuencias que contrae la desobediencia, la cual da lugar a la maldición divina.

El Salmo 119 es muy diferente desde el punto de vista formal, pero aquí también nos damos cuenta del énfasis extraordinario que pone en la Palabra de Dios. Parece como si el capítulo más largo de todas las Escrituras tuviese como propósito desplegar el significado del segundo versículo del libro de los Salmos: “sino que en la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en ella” (1:2, ver también la meditación que corresponde al 1 de Abril). El Salmo 119 es un poema acróstico: cada una de las 22 letras del alfabeto hebreo sirve para introducir cada uno de los ocho versículos cuyo tema, en todos los casos, es la palabra de Dios. A lo largo de este poema, se emplean ocho términos casi sinónimos para referirse a las Escrituras: la ley (que tal vez se traduce mejor con la palabra instrucción, y que sugiere la revelación), los estatutos (término que nos llama la atención a la fuerza vinculante de las Escrituras), los preceptos (término que tiene que ver con la benévola supervisión de Dios, que cuida todos los detalles de quienes son objeto de su protección), los decretos (las decisiones del Juez supremo y sabio), la palabra (tal vez el término más amplio, que engloba toda la verdad de un Dios que se ha autorrevelado, sea en forma de promesa, de relato, de estatuto o de mandamiento), mandamientos (basados en la autoridad que Dios tiene para decir a sus criaturas lo que tienen que hacer), promesas (palabra que viene del verbo “decir”, pero que se emplea en contextos que nos recuerdan la palabra inglesa “promise”), y testimonios (la acción decidida con la cual Dios “testifica” o “da testimonio” de la verdad contra todo aquello que es falso; la palabra en Hebreo a veces se traduce por “estatuto” en algunas versiones inglesas.

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 173). Barcelona: Publicaciones Andamio.

La vida justa

22 Junio 2017

La vida justa
por Charles R. Swindoll

Salmo 1

En los primeros tres versículos del Salmo 1, el salmista describe una persona que decide vivir una vida recta, una persona que conscientemente resiste las desviaciones sutiles de la transigencia. Él presenta el concepto de una persona que se mantiene lejos de cualquier cosa que pueda erosionar su compromiso de vivir piadosamente. La canción comienza con tres analogías negativas que ilustran la importancia de evitar comprometerse con el mal y cuya consecuencia sería que la maldad llegara a convertirse en un hábito. Luego, en el versículo 2, él muestra el lado positivo de la piedad y la forma en que puede lograrse. El versículo 3 describe los beneficios de caminar en justicia. Analicemos esto más profundamente.

Bienaventurado el hombre que
no anda según el consejo de los impíos
ni se detiene en el camino de los pecadores
ni se sienta en la silla de los burladores. (v. 1)

La primera palabra: «bienaventurado», es un tanto anodina en nuestro idioma español. El término hebreo es mucho más descriptivo, especialmente en su forma calificativa. Quizás una descripción más sencilla sería decir: «Oh, cuánta felicidad, felicidad tras felicidad…»

¿Qué es lo que causa tal abundancia de felicidad? La pureza de caminar en justicia delante de Dios. Podemos notar esto al analizar las tres categorías de los términos restantes de este versículo.

Caminar – Consejo – Impíos – Detenerse – Camino – Pecadores – Sentarse – Silla – Burladores

El salmista está hablando de una erosión espiritual. Las palabras ilustran lo fácil que es que nuestras intenciones hacia la justicia se vayan deteniendo o lo hagan completamente al irse desgastando debido a las compañías que elegimos mantener.

Caminar
El término caminar sugiere la idea de pasar por algún lugar o dar un movimiento casual. Al leer la frase completa, la idea implica una persona que imita o sigue los pasos de los impíos.

La palabra que se traduce como «consejo» se deriva de un término hebreo que significa «duro o firme». En este pasaje significa una dirección planeada firme y definitiva. Considere esta paráfrasis del versículo 1:

«Oh, cuánta felicidad tiene aquel que no sigue los pasos o imita el estilo de vida de aquellos que viven impíamente”.

Es común coquetear con la vida impía, es común imitar periódicamente los pasos de aquellos que no tienen a Cristo. A veces, a manera de broma, nos referimos a la emoción y la diversión de la impiedad o bromeamos acerca de las acciones impropias de nuestros hijos. David nos amonesta. Nos dice que seremos mucho más felices si nos mantenemos lejos de cualquier cosa que pueda erosionar y causar una transigencia espiritual en nuestras vidas.

Detenerse
La palabra hebrea para «detenerse» tiene la idea de apropiarse de una posición. La palabra, «camino» se refiere a un sendero ya trazado, un estilo de vida precisamente marcado. ¿Puede notar la deterioración progresiva que nos lleva a involucrarnos más y más en una vida pecaminosa? El observador casual se detiene y sin darse cuenta empieza a vivir ese estilo de vida.

En contraste, si nos comprometemos con la justicia, seremos «como un árbol plantado junto a corrientes de aguas», que no puede ser erosionado por los vientos de la maldad y la impiedad.

Sentarse
La siguiente palabra que el salmista enfatiza es, «sentarse». Esta palabra sugiere una morada constante, un ajuste permanente. El uso de la palabra «sentarse» se aclara cuando entendemos qué su significado tiene que ver con una residencia permanente. Mucha atención a esto: el estilo de vida se encuentra en la esfera del burlador, una persona que continuamente bromea con las cosas sagradas. En otras palabras, una persona blasfema.

¿Nota usted el concepto del escritor? Seremos abundantemente felices si mantenemos un camino puro, lejos del mínimo coqueteo con la maldad. Si comenzamos a «caminar» en «el consejo de los impíos», fácilmente caeremos en la residencia de los burladores.

Afirmando el alma
Analice mentalmente los últimos doce meses de su vida y ponga mucha atención a su «caminar». ¿De qué manera su vida ha cambiado con respecto a los años anteriores? ¿Su caminar actual le place más a Dios, o al contrario? Considere ahora su disposición a seguir una «convicción» que no es popular. ¿Puede mantenerse firme? ¿Y qué tal su actitud? ¿Se encuentra usted sentado cómodamente en medio de aquellos que no valoran la Palabra de Dios?

Seremos abundantemente felices si mantenemos un camino puro.—Charles R. Swindoll

Adaptado del libro, Viviendo los Salmos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2013). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright
© 2014 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

Cómo debemos luchar por la santidad

JUNIO, 22

Cómo debemos luchar por la santidad

Devocional por John Piper

Buscad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. (Hebreos 12:14)
Hay una santidad práctica sin la cual no veremos al Señor. Muchos viven como si esto no fuera cierto.

Hay cristianos profesantes que viven vidas tan contrarias a la santidad, que un día escucharán las terribles palabras de Jesús: «Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad» (Mateo 7:23). Pablo le dice a creyentes profesantes: «si vivís conforme a la carne, moriréis» (Romanos 8:13).

Así que hay una santidad sin la cual nadie verá al Señor. Aprender a luchar por esa santidad mediante la fe en la gracia venidera es sumamente importante.

Existe otra manera de buscar la santidad que resulta contraproducente y nos conduce a la muerte. Los apóstoles nos advierten que no sirvamos a Dios de ninguna otra manera que no sea por fe en la gracia de Dios, que nos capacita.

Por ejemplo, Pedro dice: «el que sirve, que lo haga por la fortaleza que Dios da, para que en todo Dios sea glorificado mediante Jesucristo» (1 Pedro 4:11). Y Pablo dice: «no me atreveré a hablar de nada sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí?» (Romanos 15:18; ver también 1 Corintios 15:10).

Momento tras momento, la gracia llega a capacitarnos para llevar a cabo «toda buena obra» que Dios nos asigne. «Y Dios puede hacer que toda gracia abunde para vosotros, a fin de que teniendo siempre todo lo suficiente en todas las cosas, abundéis para toda buena obra» (2 Corintios 9:8).

La batalla por las buenas obras es la lucha para creer en esta gracia venidera.

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Jesús reemplazó mi ídolo

jueves 22 junio

 

Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más.

Isaías 45:22

Os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero.

1 Tesalonicenses 1:9

Jesús reemplazó mi ídolo

«Ese futbolista internacional era mi ídolo. ¡El día que lo vi por primera vez fue como si hubiesen puesto oro ante mí!

Poco después alguien me pidió que leyese en la Biblia el texto de Juan 3 versículos 1 a 17. Entonces descubrí el plan de salvación de Dios. Hasta ese momento no me había imaginado que yo era pecador, esclavo de mis pasiones, cautivo por mi ídolo. Ignoraba lo que era el arrepentimiento y la posibilidad de tener una relación personal con Dios. Esa noche volví a leer el capítulo 3 de Juan y continué hasta el capítulo 7. Desde aquella noche del 24 de octubre de 2008 tuve la seguridad de que Jesús, mediante su cruz, me había liberado, me había salvado. Y mi único deseo es vivir para Dios. Ya no tengo miedo del mañana y sé que si muero iré junto al Señor.

A usted que está leyendo esta hoja, le aconsejo buscar el verdadero arrepentimiento y experimentar lo que es el nuevo nacimiento… Busque esta relación personal con Dios. Ella permite hacer libremente su voluntad. Dios le ama tal como es. Lo que él detesta es nuestro pecado, todos esos actos, pensamientos o palabras que no lo glorifican.
Doy gracias a Dios por lo que hace en mi vida. Le agradezco por haber enviado a su Hijo unigénito al mundo para salvarnos. Le pido que libere de los ídolos a aquellos que todavía están presos por ellos».

Jean-Michel

El anciano apóstol Juan escribió: “Hijitos, guardaos de los ídolos” (1 Juan 5:21).

2 Reyes 22 – 1 Timoteo 4 – Salmo 73:21-28 – Proverbios 17:25-26

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