Perversiones de Satanás

Perversiones de Satanás

6/26/2017

 

Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos; ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias. (Efesios 5:3-4)

Tanto el amor de Dios como el amor de sus hijos es clemente, incondicional y altruista, pero por seguro Satanás pervertirá eso. El amor terrenal es superficial, egoísta, sensual y sexual, y Satanás le ha hecho creer al mundo esa definición del amor.

A diferencia del amor del mundo, el versículo de hoy termina indicando que debemos dar gracias. Pablo dijo que “Dad gracias a Dios en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Ts. 5:18). Cuando somos agradecidos por todo, nos salimos de nosotros mismos, porque la acción de gracias se dirige a Dios.

En vez de hablar de las personas, ámelas de una manera que transmita gratitud. Recuerde que el amor de Dios es desinteresado y agradecido, pero el amor del mundo es egoísta e ingrato.

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Reflexionemos por un momento

26 JUNIO

Deuteronomio 31 | Salmo 119:97–120 | Isaías 58 | Mateo 6

Reflexionemos por un momento en las maneras muy diversas que Dios proveyó a Israel para ayudarles a recordar lo que había hecho para liberarlos y el carácter de la alianza que se habían comprometido obedecer.

Estaba el propio tabernáculo (más tarde el templo), con sus reglas y fiestas cuidadosamente prescritas: la alianza no era un sistema filosófico abstracto sino que se materializaba mediante ciertos rituales religiosos celebrados con regularidad. La nación se había constituido de tal manera que los Levitas estaban repartidos entre las demás tribus y les correspondía a ellos la tarea de enseñar la Ley a todo el pueblo. Las tres fiestas principales estaban diseñadas de tal manera que servían para reunir al pueblo en el tabernáculo central o en el templo, donde tanto los ritos como la lectura de la ley constituían un recordatorio muy poderoso (Deuteronomio 31:11). De vez en cuando, Dios enviaba a jueces y a profetas, a quienes él había revestido de poder, para llamar al pueblo a un compromiso renovado con la alianza. A las familias se les enseñaba con empeño cómo transmitir a sus niños la historia heredada, de modo que las generaciones, que jamás hubiesen visto ninguna manifestación del poder de Dios cuando el Éxodo, se instruyesen no obstante acerca de ello, y lo reclamasen como suyo. Además, las bendiciones de Dios fluirían de la obediencia, mientras la desobediencia conllevaría los juicios de Dios, por lo cual las circunstancias reales de la comunidad tenían como propósito inducir la reflexión y el autoexamen. Se establecía una legislación que fomentase una consciencia de separación por parte de la nación naciente con respecto a las demás naciones, irguiéndose ciertas barreras que impidiesen al pueblo dejarse contaminar con facilidad por las prácticas paganas que le rodeaba. A través de acontecimientos singulares –como los gritos antifonales en los montes de Gerizim y Ebal al entrar a tomar posesión de la tierra (ver la meditación del 22 de Junio)– se pretendía inculcar, en la memoria colectiva del pueblo, la fidelidad a la alianza.

Pero aquí se añade una disposición más. Al saber Dios que, tarde o temprano, el pueblo acabaría por rebelarse, manda a Moisés escribir un cántico de tanta fuerza y contenido que se convertirá en un tesoro nacional –y que sería un testimonio cantado contra ellos mismos (31:19–22)–. Alguien ha dicho, “Dejadme escribir los cánticos de la nación, y poco me importa quién escribe las leyes”. Se trata de un aforismo algo exagerado, por supuesto, pero contiene gran perspicacia. Este será el propósito del siguiente capítulo, Deuteronomio 32. Los israelitas aprenderán que, por así decirlo, su propio himno nacional será lo que les condenará si desoyen todas las demás llamadas a recordar y a obedecer.

¿Cuáles son las disposiciones, tanto en las Escrituras como en la historia, que Dios ha puesto al alcance de los herederos de la nueva alianza para que recordemos y obedezcamos? Reflexionemos en ellos. ¿Cómo los estamos utilizando? Entre los cánticos que cantamos, ¿Cuáles son los cánticos que nos ayudan a poner en práctica este principio, que instruyen al pueblo de Dios en asuntos realmente sustanciosos y que van más allá del mero sentimentalismo?

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 177). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Una vida sin comparación

26 Junio 2017

Una vida sin comparación
por Charles R. Swindoll

Salmo 1

La lección central del Salmo 1 es esta: no existe ninguna similitud entre la vida espiritual del justo y la vida del impío que lentamente se erosiona. Analice el contraste tan claro:

El piadoso

Abundancia de felicidad
Una pureza intransigente
Tiene como guía la Palabra de Dios
Es como un árbol
Está de pie delante de Dios
Es objeto especial del cuidado de Dios
Es destino seguro y próspero

El Impío

Todo lo contrario
Llevado por el viento
No tiene guía
Es como el tamo
No puede levantarse
No puede estar en la congregación de los justos
Perecerá

 

Concluyamos el estudio de esta semana del Salmo 1 con la siguiente paráfrasis ampliada:

Oh, cuánta felicidad abunda en aquel hombre que no imita de manera casual o temporal el estilo de vida de aquellos que viven en la actividad de una confusión pecadora; ni se junta con aquellos que nunca buscan a Dios. Tampoco reside en el mismo lugar donde viven los blasfemos. Al contrario, él disfruta mucho la Palabra de Dios. Piensa y medita en ella todo el tiempo, ya sea de día o de noche. Como resultado, será como un árbol, firme y fructífero. Que no muere y cumple los objetivos que Dios ha diseñado para él.

No le sucede lo mismo a los impíos. Ellos son como la hojarasca que es llevada por el viento de la vida (viviendo sin ningún propósito). Por lo tanto, debido a su falta de valor y por no tener a Dios, el impío no puede defenderse en el día del juicio ni tampoco tiene ningún derecho para ser parte de la asamblea de aquellos que Dios ha declarado justos. El Señor cuida de los justos con un amor y un cuidado especial. Por el contrario, aquél que no tiene al Señor se dirige a la ruina eterna.

Afirmando el alma
Lea nuevamente el Salmo 1. Ponga mucha atención al simbolismo que tienen las palabras, «caminar», «detenerse» y «sentarse» en el primer versículo. Sea honesto consigo mismo. ¿Ha comenzado a transigir en algunas cosas que usted antes rechazaba? ¿Qué debe hacer para dejar de hacerlo? No minimice el daño que la erosión moral, ética y espiritual pueden causar en su vida.

Adaptado del libro, Viviendo los Salmos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2013). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright
© 2017 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

 

 El temor que nos acerca a Dios

JUNIO, 26

 El temor que nos acerca a Dios

Devocional por John Piper

No temáis, porque Dios ha venido para poneros a prueba, y para que su temor permanezca en vosotros, y para que no pequéis. (Éxodo 20:20)
Hay un tipo de temor que es esclavizador y que nos aleja de Dios, y hay otro tipo de temor que es dulce y nos acerca a Dios. Moisés advirtió acerca del primero e hizo un llamado a tener el otro en el mismo versículo: «Y respondió Moisés al pueblo: No temáis, porque Dios ha venido para poneros a prueba, y para que su temor permanezca en vosotros, y para que no pequéis» (Éxodo 20:20).

La ilustración más clara que he visto de este tipo de temor fue la vez que uno de mis hijos miró a un pastor alemán a los ojos. Estábamos visitando a una familia de nuestra iglesia. Mi hijo Karsten tendría unos siete años. Esta familia tenía un perro enorme que se quedó mirando cara a cara con un niño de siete años.

El perro era amigable y a Karsten no le costó hacerse amigo. Pero cuando mandamos a Karsten a buscar algo que habíamos olvidado en el auto, él comenzó a correr y el perro lo persiguió gruñendo con tono grave. Por supuesto, Karsten se asustó; pero el dueño le dijo: «Karsten, ¿por qué mejor no caminas? Al perro no le gusta que la gente corra huyendo de él».

Cuando Karsten abrazaba al perro, él era amigable y hasta le lamía la cara. Pero cuando corría lejos del perro, él le gruñía y Karsten se asustaba.

Esa es una ilustración de lo que significa temer al Señor. Dios dispone que su poder y santidad enciendan su temor en nosotros, no para que nos alejemos de él, sino para que nos acerquemos a él.

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Yo tengo a Cristo

Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

Juan 6:68-69

Yo tengo a Cristo

Hace algunos años una joven cristiana iba en barco de Bristol, en Inglaterra, a Cardiff, en el país de Gales. Como de costumbre, distribuía algunos tratados bíblicos a los pasajeros. Uno de ellos, un hombre religioso, rechazó el tratado con las siguientes palabras: –Gracias, pero yo tengo mi religión. La joven le respondió amablemente: –Yo tengo a Cristo.

Dos años después, la joven hizo el mismo recorrido y volvió a encontrar al mismo hombre, quien la reconoció inmediatamente y le dijo: –¿Recuerda que me ofreció un tratado hace algún tiempo, y la breve conversación que tuvimos?

–Sí, dijo ella, lo recuerdo.

–Pues bien, respondió él, su respuesta no me dio descanso alguno hasta que, por la gracia de Dios, pude decir sinceramente: Yo también tengo a Cristo en mi vida. Y ahora me alegra poder contárselo.

Este hombre había reconocido en la persona de Jesús al Salvador y Maestro, a quien necesitaba personalmente. Había hallado una maravillosa paz, mientras que la estricta observancia de su religión no había logrado satisfacer las necesidades de su corazón. La redención y la paz con Dios son dones de gracia que solo pueden ser obtenidos mediante la fe en Jesucristo, quien murió por los pecadores y resucitó.

¿Ya dio usted personalmente este paso?

“Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre” (Juan 20:30-31).

2 Reyes 25 – 2 Timoteo 2 – Salmo 76 – Proverbios 18:4-5

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