La prueba está en la luz

La prueba está en la luz

6/28/2017

Comprobando lo que es agradable al Señor. (Efesios 5:10)

El gozo de un cristiano es ser ejemplo vivo de la verdad de Dios; ser un ejemplo viviente de lo que es agradable a Él.

Cuando estuve en Damasco, descubrí que las tiendas no tienen ventanas. Si quiere comprar algo, tiene que sacarlo a la calle y levantarlo a la luz para detectar cualquier defecto. De igual manera, la única forma de evaluar nuestra vida es exponer toda conducta, toda decisión y todo motivo ante la luz de Cristo y de su Palabra.

Cuando voy al aeropuerto y paso mis maletas por las cámaras que ven lo que hay dentro, nunca me preocupa lo que vea el policía. No tengo nada que ocultar. No llevo armas ni bombas. Así debemos ser como cristianos. No debe importarnos que la luz revele lo que somos porque ella solo ha de comprobar la veracidad de nuestra identidad. Debemos estar dispuestos a exponer nuestra vida ante la luz para que pruebe que somos luz.

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«Mas la vara de Aarón devoró las varas de ellos»

28 de junio

«Mas la vara de Aarón devoró las varas de ellos».

Éxodo 7:12

Este incidente es un ejemplo muy instructivo del triunfo de la obra divina sobre toda oposición. Siempre que un principio divino se afirma en el corazón de alguna persona, aunque el demonio invente una falsificación del mismo y produzca multitud de adversarios, tan cierto como que Dios está en esa obra, el principio en cuestión se tragará a todos sus enemigos. Si la gracia de Dios se posesiona de un hombre, los magos del mundo pueden echar todas sus varas, y cada vara ser tan astuta y venenosa como una serpiente, que, a pesar de todo, la vara de Aarón devorará las varas de ellos. La atracción amorosa de la cruz enamorará y ganará el corazón del hombre, y quien vivía solamente para esta engañosa tierra, ahora pondrá sus ojos en las esferas superiores y volará hacia las alturas celestiales. Cuando la gracia ha ganado la batalla, el mundano se convierte y busca ese mundo venidero. Este hecho mismo debe observarse en la vida del creyente. ¡A qué gran multitud de enemigos ha tenido que hacer frente nuestra fe! El diablo echó delante de nosotros nuestros antiguos pecados, los cuales se convirtieron en serpientes. ¡Qué gran número de ellos! ¡Ah, pero la cruz de Jesús los destruye todos! La fe en Cristo acaba con todos nuestros pecados. Después, el diablo arrojó otra multitud de serpientes en forma de instigaciones carnales, tentaciones e incredulidad; pero la fe en Jesús es para ellas más que una refulgente luz, y las domina a todas. Ese mismo principio cautivador destaca cuando servimos fielmente a Dios: con un amor entusiasta por Jesús se superan las dificultades, los sacrificios se transforman en placer y los sufrimientos en glorias. Ahora bien, si la religión constituye para el corazón una pasión consumidora de semejante naturaleza, de ello se sigue que hay muchas personas que profesan la religión pero no la tienen; porque aquello con lo que cuentan no soporta esta prueba. Examínate, lector, sobre este punto: La vara de Aarón demostró el poder que había recibido del Cielo, ¿está haciendo lo mismo tu religión? Si Cristo es algo, debe serlo todo. ¡Oh, no descanses hasta que el amor y la fe en Jesús sean pasiones dominantes de tu alma!

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 189). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

Maternidad bajo fuego

Maternidad bajo fuego

 Sugel Michelén

MaternidadHace unos años leí un artículo, con un título bastante sugestivo: “¿Qué hace una mujer tan inteligente como tú metida en la casa?” En dicho artículo la autora narra todas las peripecias que tuvo que hacer para buscar una persona idónea que cuidara a su hijo recién nacido y ella pudiera regresar al trabajo. Luego de algunos intentos fallidos, salió embaraza otra vez. La búsqueda de la niñera ideal se hizo más intensa, y en ella descubrió algunas cosas interesantes: Algunas eran tan preparadas que su salario representaba una buena parte del que ella ganaría; muchas otras no estaban capacitadas para una labor tan delicada. Quiso recurrir entonces a las que cuidan niños en sus casas, pero allí también descubrió que la mayoría hacía ese trabajo porque tenían que cuidar a sus propios hijos, y nunca cuidarían los ajenos con el mismo esmero; otras tomaban más niños de los que podían cuidar movidas por sus necesidades económicas; en fin, que ninguna se relacionaría con sus hijos de la forma que ella lo haría.

La autora concluye diciendo: “Con el tiempo aprendí una lección muy importante, gracias a la búsqueda de atención para mis hijos: por mas licencias que otorguemos, pautas que establezcamos y dinero que paguemos, es imposible ejercer un control de calidad en la capacidad de un ser humano para amar a otro u ocuparse de él. Yo había deseado los servicios de una persona cariñosa, que tuviera sentido del humor y una actitud vivaz… Alguien que fomentara la creatividad de mis hijos, que los llevara a lugares interesantes, contestara a todas sus preguntas y los arrullara hasta que se quedaran dormidos. Lenta, dolorosamente, llegué a una pasmosa conclusión: la persona que andaba buscando, la que había tratado con desesperación de contratar, era yo misma”.

Hoy más que nunca la maternidad debe ser revalorada, porque por décadas nos han estado transmitiendo el mensaje subliminal de que la mujer inteligente y capaz es la que trabaja fuera de la casa, en contraposición a la pobre mediocre que no tiene más alternativa que dedicarse a criar a sus hijos. Sabemos que muchas madres trabajan por necesidad y que la responsabilidad de la crianza de los hijos es también del padre. Pero afirmar que el potencial de la mujer sólo puede ser desarrollado echando a un lado su papel como madres es desvalorizar una de las labores más demandantes y de más trascendencia que un ser humano pueda hacer.

© Por Sugel Michelén. Todopensamientocautivo.blogspot.com. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

¿Cómo se acaba el Pentateuco (Deuteronomio 34)?

28 JUNIO

Deuteronomio 33–34 | Salmo 119:145–176 | Isaías 60 | Mateo 8

¿Cómo se acaba el Pentateuco (Deuteronomio 34)?

En cierto sentido podríamos hablar de esperanza, o cuando menos de anticipación. Aunque a Moisés se le ha negado la posibilidad de entrar en la Tierra Prometida, los israelitas están a punto de hacerlo. La tierra que “fluye leche y miel” está a punto de ser suya. Josué, hijo de Nun, un hombre “lleno de espíritu de sabiduría” (34:9), ha sido nombrado. La bendición de Moisés sobre las doce tribus (Deuteronomio 33) se podría leer como la conclusión más adecuada de este capítulo de la historia del pueblo de Israel.

No obstante, esta sería una lectura demasiado optimista. Hay elementos convergentes que dejan al lector atento con unas expectativas más bien pesimistas respecto al futuro inmediato. Al fin y al cabo, durante cuarenta años el pueblo ha venido haciendo promesas y después rompiéndolas, y se les ha llamado repetidamente a una renovada fidelidad mediante unos juicios muy severos. En Deuteronomio 31, Dios mismo predice que “muy pronto esta gente me será infiel con los dioses extraños del territorio al que van a entrar. Me rechazarán y quebrantarán el pacto que hice con ellos” (31:16). Moisés, este líder increíblemente valiente y perseverante, no entra en la Tierra Prometida debido a que en una ocasión no honró a Dios ante el pueblo. En este aspecto, sirve de prototipo del gran patriarca hebreo que aparece al principio de la historia de Israel: Abraham muere como peregrino en una tierra ajena, que no le pertenece aún, pero al menos muere con honor y dignidad. Mientras, Moisés muere, en soledad vergonzosa, como peregrino a quien no se le permite entrar en la Tierra Prometida a él y a su pueblo. No se nos dice cuánto tiempo ha transcurrido entre la muerte de Moisés y la redacción de este último capítulo de Deuteronomio, pero debía ser un período largo, porque en el versículo 10 leemos: “Desde entonces no volvió a surgir en Israel otro profeta como Moisés”. No podemos por menos que escuchar en estas palabras la profecía de la llegada de un profeta como Moisés (18:15–18). En el momento de la redacción, otros líderes habían salido, algunos de ellos fieles y fuertes, pero ninguno había sido igual a Moisés, tal como se había prometido.

Estos elementos hacen que el lector pueda apreciar ciertas cosas, especialmente si el Pentateuco se ubica dentro de la línea narrativa de toda la Biblia. (1) La ley-alianza no tuvo el poder de transformar al pueblo de Dios de la alianza. (2) No nos debería extrañar que se produzcan más ejemplos de un declive catastrófico. (3) La principal esperanza reside en la venida de otro profeta como Moisés. (4) De alguna manera esto queda vinculado con las promesas que encontramos al final del relato: esperamos a alguien de la semilla de Abraham a través de quien todas las naciones de la Tierra serán bendecidas.

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 179). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Cómo vivir sin exigencias

28 Junio 2017

Cómo vivir sin exigencias
por Charles R. Swindoll

No soy amante de las calcomanías que la gente pega en sus autos y por ello no me llama la atención leer lo que la gente pone en los parachoques o ventanas de sus autos.

Sin embargo, hace unos años vi una que hasta la fecha no he olvidado. Por alguna razón, la frase se me quedó adherida en mi cerebro. Quizás usted la haya visto también:

LOS CRISTIANOS NO SON PERFECTOS, SOLAMENTE PERDONADOS.

La última vez que la vi, iba pegada a un auto que me rebasó rápidamente y eso que yo iba manejando a una velocidad alta. Antes de eso, la había visto adherida a un Volkswagen que estaba estacionado y tenía una infracción en el parabrisas.

Ahora bien, antes de exteriorizar mis emociones, necesito aclarar algo. Nunca vamos a convencer a los incrédulos que lo que dice esa calcomanía es cierto. Quizás algunos lo comprendan pero la mayoría no lo hará. Esos incrédulos seguirán airados y hasta se sentirán ofendidos cuando un cristiano muestre el más leve defecto en su vida. Ellos parecen no comprender lo que la gracia de Dios y la depravación humana son. Para ellos, eso es algo confuso.

¿Cómo es que algo tan maravilloso como el perdón de los pecados y la salvación eterna pueden ser gratis?

¿Cómo es que esa persona puede llamarse cristiana y actuar de esa manera?

Si usted les ha hablado de Cristo a personas que no son salvas, esas dos preguntas generalmente salen a relucir. No pueden asimilar la incongruencia entre la gracia de Dios y la humanidad de los cristianos. ¿Por qué? Porque su perspectiva es únicamente horizontal. Su mentalidad terrenal les dice: las cosas valiosas son costosas. Por lo tanto, es inconcebible que algo tan valioso como el cielo se ofrezca de manera gratuita. Y por demás, desde un plano horizontal es difícil comprender la gracia de Dios.

Además, ya que los incrédulos solo tienen un marco de referencia humano, es prácticamente imposible que piensen que alguien que dice ser parte de la familia de Dios todavía luche con actos de imperfección. Después de todo, dirían: “Si dices que Dios ha entrado en tu vida y eres una nueva criatura, entonces, ¿cómo es que no eres perfecto?»

Esa es la mentalidad del no creyente. Ellos equiparan la salvación con la perfección. No es de extrañar que se sientan confundidos. Pero los cristianos sabemos que no es así y si no lo sabemos pues debiéramos saberlo.

Debido a nuestra hermandad espiritual, sabemos que ser cristianos no es lo mismo que tener una vida perfecta que elimine nuestra humanidad y borre la depravación. Si la perfección ocurriera al momento de creer en Cristo como nuestro Salvador, entonces ¿para qué necesitaríamos que el Nuevo Testamento hablara de la importancia de obedecer a Dios después de haber obtenido la salvación? ¿Por qué nos enseña que debemos perdonarnos mutuamente, comprender los fracasos y aceptar los defectos a la vez que nos enfocamos en las áreas fuertes de nuestros hermanos? Una cosa es que los incrédulos esperen perfección; puedo vivir con su expectativa y no me afecta, ¡pero me desconcierta realmente cuando somos puestos en un molde de perfección por nuestros hermanos creyentes!

Sé muy bien que Cristo es nuestro ejemplo. . . que es un parámetro alto. . . y que nuestros motivos deben ser puros. No obstante, debemos repetirnos una y otra vez:

LOS CRISTIANOS NO SON PERFECTOS, SOLAMENTE PERDONADOS.

¡Qué fácil es manipular y victimizar a nuestros hermanos creyentes! El hilo fino de la libertad se rompe cuando se nos impone el peso de expectativas perfeccionistas. Cristo nunca hizo eso con los que tenía a Su alrededor. Él tenía un magnetismo increíble con las personas cercanas a Él debido a que no tenía expectativas irrealistas, demandas sutiles o manipulaciones. En vez de usar tácticas de presión, sencillamente aceptaba a las personas como eran.

Quedamos paralizados y nos cuesta respirar cuando nos encontramos en medio del síndrome de una expectativa de perfección. El temor y la culpabilidad que se impregna en el cristiano lo hace víctima de otros creyentes en vez de ser un vencedor en Cristo.

¡Basta! Dejemos de estrangularnos mutuamente. Permitamos que Él sea quien corrija, señale y juzgue. Maduremos y dejemos de estar condenando a los demás. Me encantan las palabras que la finada Ruth Graham dijo muy sabiamente: “Mi trabajo es amar a mi esposo (Billy Graham). A Dios le corresponde hacerlo un buen hombre”.

Reemplazca la palabra esposo con el nombre de su cónyuge, padres, jefe, misionero, y especialmente su pastor, y verá cómo la calcomanía toma sentido. Es más, será más fácil vivir con usted y conmigo.

Copyright © 2015 por Charles R. Swindoll, Inc. Todos los derechos reservados.

Cómo soportar cuando la obediencia duele

JUNIO, 28

Cómo soportar cuando la obediencia duele

Devocional por John Piper

Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de él soportó la cruz. (Hebreos 12:2)
Lo que la fe lleva a cabo a veces es más difícil de lo que podamos imaginar.

En su libro Miracle on the River Kwai (que se traduce literalmente como «Milagro en el río Kwai»), Ernest Gordon narra la historia real de un grupo de prisioneros de guerra que trabajó en el ferrocarril de Birmania durante la Segunda Guerra Mundial.

Al final de cada día, las herramientas eran recolectadas del grupo de trabajo. En una ocasión, un guardia japonés gritó que faltaba una pala y exigió que se encontrara al que la había robado. Comenzó a despotricar y maldecir hasta llegar a una furia paranoica, y dio la orden de que el culpable diera un paso al frente. Nadie se movió. «¡Todos morirán! ¡Todos morirán!», gritó tomando su rifle y apuntándolo hacia los prisioneros. En ese momento, un hombre dio un paso al frente y el guardia lo golpeó con el rifle hasta matarlo mientras el hombre permanecía en silencio y en posición de atención. Cuando regresaron al campo, volvieron a contar las herramientas y vieron que no faltaba ninguna pala.
¿Cómo se puede sostener la voluntad de morir por otras personas cuando se es inocente? Jesús fue llevado a la cruz y se mantuvo firme en su amor por nosotros «por el gozo puesto delante de él».

La gracia implica que quienes la reciben no son merecedores de ella. Por lo tanto, no diré que Jesús puso su esperanza en la gracia. Simplemente diré que contaba con la bendición y el gozo que le aguardaban, y esto lo llevó a mantenerse firme en su amor en medio del sufrimiento.

Cuando lo imitemos en esto, que es algo que deberíamos hacer, aquella bendición y aquel gozo para nosotros es la gracia —la gracia venidera—. Como hombre, dándonos el ejemplo de cómo tomar nuestra cruz y seguirlo por el camino del amor hacia el Calvario, Jesús se encomendó al Padre (1 Pedro 2:23) y basó su esperanza en la resurrección y en el gozo de reunirse con su Padre y de redimir a su pueblo.

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Lo que la Biblia es

La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu… y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

Hebreos 4:12

Todo o nada

Lo que la Biblia es

Para los cristianos, la Biblia, la Palabra de Dios, es el libro de referencia. Formada por 66 libros, fue escrita por unos cuarenta autores: la primera parte, llamada Antiguo Testamento, entre el año 1900 y 400 antes de Cristo. La segunda parte, llamada Nuevo Testamento, fue escrita a lo largo del primer siglo de la era cristiana. Inspirados por el Espíritu Santo, hombres de orígenes muy diversos hablaron de parte de Dios (2 Pedro 1:21).

Los escritos anteriores al nacimiento de Jesucristo forman el Antiguo Testamento. Centrados en el pueblo de Israel, trazan la historia de la humanidad desde su origen bajo un aspecto histórico, poético o profético. Muchas profecías ya se cumplieron y otras aún no.

Los cinco primeros libros del Nuevo Testamento cuentan la venida de Jesús, el Hijo de Dios, al mundo, su vida, su muerte y su resurrección, y luego los comienzos de la Iglesia. Los siguientes exponen la doctrina cristiana, y el último abre una ventana sobre el futuro.

Cada página es inspirada por Dios, quien nos da una enseñanza moral y nos interpela. No podemos estar abiertos a ciertos textos y rechazar otros. Por ejemplo, no podemos disociar el amor insondable de Dios y su absoluta santidad. No podemos reivindicar su gracia y al mismo tiempo negar la culpabilidad del hombre. Tenemos que recibir la Biblia en su conjunto, incluidas las páginas que nos molestan. Es la única actitud sensata de una criatura que descubre lo que su Creador quiere decirle. ¡Dios ha hablado, y debemos creerle!

Daniel 2:1-23 – 2 Timoteo 4 – Salmo 77:10-20 – Proverbios 18:8

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