La puerta estrecha

La puerta estrecha

8/3/2017

Entrad por la puerta estrecha. (Mateo 7:13)

Muchos han admirado los principios enseñados en el Sermón del Monte, pero la mayoría no ha seguido esos principios. Muchos han respetado a Jesús como un gran maestro pero nunca lo han recibido como Salvador y Señor.

Eso es porque no han entrado por “la puerta estrecha”; la puerta de Dios, la única que lleva a la vida eterna.

El camino angosto de la vida cristiana es por la puerta estrecha de Cristo mismo. “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie llega al Padre sino por mí” (Jn. 14:6). ¿Ha entrado usted por la puerta estrecha?

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Por qué tenemos un cuerpo

AGOSTO, 03

Por qué tenemos un cuerpo

Devocional por John Piper

Pues por precio habéis sido comprados; por tanto, glorificad a Dios en vuestro cuerpo. (1 Corintios 6:20)

Dios no creó el universo físico y material de un modo arbitrario. Él tenía un propósito: agregar maneras para que su gloria sea externalizada y hecha manifiesta. «Los cielos proclaman la gloria de Dios, y la expansión anuncia la obra de sus manos» (Salmos 19:1).

Nuestro cuerpo entra en la misma categoría de cosas físicas que Dios creó por esta razón. Él no va a volverse atrás en el plan de glorificarse por medio de los seres humanos y cuerpos humanos.

¿Por qué Dios decidió tomarse la molestia de ensuciarse las manos, por así decirlo, con nuestra carne decadente y manchada de pecado, a fin de reestablecerla como cuerpo de resurrección y vestirla de inmortalidad? La respuesta es: porque su Hijo pagó el precio de la muerte para que el propósito del Padre respecto al universo material se cumpliera, o sea, que Dios fuera glorificado en él por siempre y para siempre, incluyendo nuestros cuerpos.

Eso es lo que el texto bíblico dice: «Por precio habéis sido comprados [por la muerte de su Hijo]; por tanto, glorificad a Dios en vuestro cuerpo». Dios no desestimará ni deshonrará la obra de su Hijo. La honrará al levantar nuestros cuerpos de entre los muertos, y nosotros haremos uso de nuestro cuerpo para glorificarlo por los siglos de los siglos.

Ese es el motivo por el que tenemos un cuerpo ahora. Y ese es también el motivo por el que ese cuerpo será resucitado para ser como el cuerpo glorioso de Cristo.

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Y mientras iba…

3 de agosto

«Y mientras iba…»

Lucas 8:42

Jesús pasa entre la multitud en dirección a la casa de Jairo, con objeto de resucitar a la hija de este. No obstante, es tan pródigo en su bondad que efectúa otro milagro mientras va de camino. Esta vara de Aarón, al tiempo que produce los renuevos de un milagro incompleto, da también almendras de una perfecta obra de misericordia. En cuanto a nosotros, si nos hemos propuesto hacer algún bien, es suficiente con que vayamos y lo hagamos directamente. Sería imprudente por nuestra parte gastar nuestras energías en el camino. Si nos apresuramos a salvar a un amigo que se está ahogando, no podemos agotar nuestras fuerzas salvando a otro que se halla en idéntico peligro. Es suficiente que un árbol dé una clase de fruto; y también lo es que cada uno cumpla con su propia vocación. Sin embargo, nuestro Maestro no conoce límites que se opongan a su poder ni tiene barreras en su misión. Él cuenta con tal abundancia de gracia que, a semejanza del sol —que alumbra a medida que recorre su órbita—, su paso irradia bondad. Él es una flecha de amor que no solo alcanza su objetivo, sino que también perfuma el aire que atraviesa. Siempre está saliendo poder de Jesús, como perfume de las flores delicadas. Y ese poder seguirá brotando perpetuamente de él como el agua de una fuente. ¡Qué delicioso estímulo nos comunica esta verdad! Si nuestro Señor está pronto a sanar al enfermo y bendecir al necesitado, entonces, alma mía, no tardes en ponerte en su camino para que te bendiga. Si él es tan pródigo en el dar, no seas tú negligente en el pedir. Presta mucha atención a su Palabra ahora y en todo momento, para que Jesús pueda hablar a tu corazón por medio de ella. Acude adonde puedas encontrar al Señor, a fin de obtener su bendición. Si él está presente para sanar, ¿acaso no te sanará a ti? Pero, sin duda, él está presente ahora mismo; pues siempre se allega al corazón que lo necesita. ¿Y no lo necesitas tú? ¡Ah, él sabe cuánto le necesitas! ¡Oh tú, Hijo de David, vuelve tus ojos, mira el dolor que tienes delante de ti y sana al que te suplica!

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 225). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

Una actitud de gratitud

3 Agosto 2017

Una actitud de gratitud
por Charles R. Swindoll

Salmos 26

El rey David conocía bien el aguijón del trato injusto, tanto como cualquiera. Para evitar que el maltrato socavara su relación con Dios, escribió seis resoluciones en una canción. Se comprometió a mantenerse transparente ante el Señor y a recordar su amor. Además de eso, David resolvió dejar que Dios sea el juez del pecado de los demás.

3. Resolución: Rehusaré  caer en la tentación de vengarme (vv. 4 -5).

No me he sentado con los hombres falsos
ni tengo tratos con los hipócritas.
Aborrezco la reunión de los malhechores;
nunca me he sentado con los impíos (vv. 4 -5).

Tendemos a involucrarnos con la gente equivocada como derivado de la duda y el desvío. Si nos han maltratado, somos muy vulnerables a esta trampa. Siempre encontraremos un grupo de personas que se pondrán de nuestro lado, invitándonos a revelarnos y a transigir. Esas son las personas que nos dicen: «¿Por qué tienes que aguantar eso? Tú mereces justicia, así que véngate. ¡Contraataca!»

Considere la situación de David. Quizás era cuando Saúl lo estaba persiguiendo debido a su envidia. David no se merecía un trato tan injusto.

Seguramente tuvo amigos bien intencionados que le decían que se vengara de Saúl. En varias ocasiones David deliberadamente resistió vengarse aun cuando varios de sus amigos le dijeron que le hiciera. David sentía que si el Señor podía protegerle, él también podía encargarse de sus enemigos.
Este es un buen momento para que haga una pausa y lea 1 Samuel 24: 1-20 y 26: 6-12.

O tal vez, David escribió esta canción mientras sufría el tormento de aquellos días cuando su hijo Absalón conspiró contra él y le arrebató el trono de Israel injustamente (2 Samuel 15: 1-6). ¿Cuál fue el resultado? David tuvo que huir para salvar su vida. Aún cuando recibió el maltrato, David sabiamente nunca intentó vengarse de su hijo o aceptar la retórica maliciosa de los hombres que estaban con él.

Quizás usted ha caído presa del consejo erróneo de malos amigos. Cuando esto ocurre usted está sentándose, en palabras del Salmo  26, “con los hombres falsos» y tratando «con los hipócritas».

Deténgase un momento y medite en las palabras de 1 Corintios 15: 33: » No se dejen engañar: ‘Las malas compañías corrompen las buenas costumbres’».

¡Qué palabras tan veraces! Uno no puede asociarse con malas compañías y no salir afectado. El punto es claro: no permita que el maltrato le lleve a buscar la compañía de personas incrédulas o adoptar la forma en que ellas se encargan de sus situaciones. Puede parecer lógico, pero la venganza, por lo general, trae sus consecuencias y nunca glorifica a Dios.

4. Resolución: Mantener una actitud positiva (vv. 6 -7).

Lavaré mis manos en inocencia
e iré alrededor de tu altar, oh Señor,
para proclamar con voz de agradecimiento
y contar todas tus maravillas.

David quería que su corazón se mantuviera recto. Por esa razón se refiere a «lavarse las manos» y estar alrededor del «altar de Dios». Estos simbolismos eran muy conocidos por los judíos. En Éxodo 30: 17-21, se menciona la fuente de bronce que estaba en el tabernáculo. Era utilizada para que los sacerdotes se lavaran las manos y los pies antes de acercarse al altar para ministrar. Si no lo hacían, podían arriesgarse a morir.

David menciona este principio importante en su canción y lo aplica a su situación. Él se mantuvo muy cerca de su Señor durante esos momentos, asegurándose de confesar sus pecados y de que su corazón se mantuviera limpio. Haciendo eso, se mantenía puro y positivo. Esto sin embargo no garantizaba que el maltrato acabaría súbitamente. Considere  el Salmo  73: 13-14. Allí el compositor admite el peligro interno causado por el maltrato.

¡Ciertamente en vano he mantenido puro mi corazón
y he lavado mis manos en inocencia!
Pues he sido azotado todo el día,
empezando mi castigo por las mañanas.

No pensemos que una vida limpia recibe inmediatamente la bendición de circunstancias placenteras. Eso no es cierto. No obstante, sepa que mantener una relación adecuada con el Señor sigue siendo la mejor manera de enfrentar el maltrato. Y finalmente esa actitud será gratificada.

También note que el Salmo  26: 7 se refiere a una actitud de agradecimiento.

David le proclamó palabras de agradecimiento a Dios cuando era maltratado. Interesante, ¿no es cierto? Esa si que es una actitud positiva. La prueba crucial de dar gracias a Dios en todo (1 Tesalonicenses 5: 18) ocurre cuando sufrimos el maltrato. Ahí se encuentra la prueba suprema de una actitud de gratitud.  Es en el momento del maltrato donde tendemos a olvidar darle gracias a Dios por el privilegio de ser un ejemplo a los demás cuando nos hacen daño. Aprenda a reaccionar primero con un genuino: «Gracias, Señor», cuando un ataque inmerecido se ponga en su camino. Si lo hace, usted será una persona singular. Y por si eso fuera poco, una actitud positiva quita de nuestra mente la basura mental que siempre contrarresta el consejo de la Escritura.

Afirmando el alma
Rehusar vengarse y mantener una actitud positiva literalmente es una característica sobrehumana. ¿Cuáles son algunas formas prácticas en las que alguien puede buscar y recibir la ayuda de Dios? ¿De qué manera los amigos cristianos pueden ayudarle a alguien a implementar esta resolución de manera constante?

Adaptado del libro, Viviendo los Salmos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2013). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright
© 2017 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

Las señales de la decadencia moral

3 AGOSTO

Jueces 17 | Hechos 21 | Jeremías 30–31 | Marcos 16

Las señales de la decadencia moral, espiritual e intelectual de Israel durante la época de los jueces ahora se multiplican, algunas obvias y otras sutiles. A pesar de que Jueces 17 es un capítulo corto, está saturado de tales señales.

(1) Un hombre adulto llamado Micaía aparentemente le ha robado mil cien siclos de plata a su madre. Esto no nos habla muy bien de sus relaciones familiares, aunque, por supuesto, esto es sólo un incidente. Él le confiesa el delito a su madre (17:2). Juzgando por sus palabras, al hombre no le motiva tanto el amor a su madre ni la conciencia de su pecado, sino más bien un temor supersticioso porque su madre había pronunciado una maldición sobre el ladrón, quien hasta ese momento le era desconocido.

(2) La madre de Micaía le recompensa con una expresión piadosa: “¡Que el Señor [es decir, Yahvé] te bendiga, hijo mío!” (17:2)—lo cual demuestra que sigue habiendo una conciencia fuerte del Dios del pacto que los sacó de Egipto, o al menos la retención de su nombre. Pero muy rápidamente el lector puede percibir que lo único que ha sobrevivido es la capa externa de la lealtad al pacto. El sincretismo está dominando. Agradecida por el recibo de su dinero, se lo devuelve a su hijo, consagrándolo solemnemente “al Señor [Yahvé]” para hacer “una imagen tallada y un ídolo de fundición” (17:3), lo cual, por supuesto, estaba prohibido claramente por el pacto en el Sinaí.

(3) Él devolvió rápidamente la plata a su madre para este fin, la cual le dio doscientos siclos (por lo que le quedan novecientos, a pesar de que ella lo había “consagrado”) a un fundidor para que hiciera un ídolo. La avaricia triunfa aún sobre la idolatría. Luego, sitúan al pequeño ídolo en la casa de Micaía, como un talismán y como recordatorio de las relaciones familiares restauradas después de un robo; incluso tal vez como algo para ahuyentar la maldición que su madre había pronunciado (17:4).

(4) El sincretismo religioso de Micaía es más profundo aún. Tiene su propio altar e instala a uno de sus hijos como su sacerdote personal para que ofrezca oraciones y sacrificios, y le prepara una vestimenta sacerdotal (el efod, 17:5). Las infracciones se multiplican. Bajo el pacto, sólo debía haber un “santuario”—en este momento, el tabernáculo—y únicamente los levitas podían ser sacerdotes.

(5) Micaía recordaba algunas estipulaciones del pacto, de modo que, al encontrarse en un viaje a un joven levita, ¡lo contrata como su sacerdote privado! Micaía está convencido de que así asegurará que el Señor le prospere (17:13). La religión del pacto ha perdido gran parte de su estructura y toda su disciplina y obediencia. Es un triste desorden lleno de superstición pagana.

Por primera vez, leemos las palabras: “En aquella época no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía mejor.” (17:6).

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 215). Barcelona: Publicaciones Andamio.

¡Ahí está la cruz!

Lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo.

Gálatas 6:14

Jesús… sufrió la cruz.

Hebreos 12:2

¡Ahí está la cruz!

Cuando unos excursionistas que salieron de Chamonix (Francia) dejaron el valle, al despuntar el día, para subir a un pico del macizo del Mont Blanc, llovía ligeramente, pero nada dejaba suponer que afrontarían una tempestad de nieve tan violenta que los mismos guías estaban angustiados. Se detuvieron para tomar una decisión. «Si el viento se vuelve a levantar como hace un momento, declaró uno de los guías, estamos perdidos. Debemos caminar con mucha prudencia. A cada paso corremos el riesgo de caer en un precipicio que no hayamos visto debido a la borrasca».

¡De repente se oyó un grito de alegría! El guía que iba a la cabeza del grupo exclamó: «¡Ahí está la cruz! ¡Estamos a salvo!». Todos se reunieron al pie de la cruz ubicada en ese lugar para orientar a los caminantes. ¿Cada una de esas personas se daría cuenta del verdadero significado de esa cruz?

En el camino de la vida existen muchos precipicios en los cuales corremos el riesgo de caer, hay muchas tempestades que pueden desviarnos de nuestro camino. Por medio de este relato queremos llevar a cada uno de nuestros lectores a sentir la necesidad de ser perdonado, de conocer al único Salvador que puede librarnos de la muerte eterna.

En la cruz, Jesús se dejó crucificar para llevar sobre sí mismo el castigo que nosotros merecíamos por nuestros pecados. Hizo “la paz mediante la sangre de su cruz” (Colosenses 1:20). La salvación, la vida eterna, es creer en Jesús, elevar nuestra mirada hacia esa cruz donde murió por mí.

1 Crónicas 16 – Lucas 13:18-35 – Salmo 90:1-6 – Proverbios 20:22

Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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