La reacción ante los falsos profetas

Devocional Diario

La reacción ante los falsos profetas

8/17/2017

Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. (Mateo 7:15)

En la breve carta de Judas a los creyentes, el apóstol advierte categóricamente contra los falsos profetas y nos dice cómo reaccionar ante ellos. “Conservaos en el amor de Dios” (Jud. 21). Nuestra primera reacción ante la falsa enseñanza es sencillamente estar en armonía con Dios, estar seguros de que estamos en comunión con Él y recibir su bendición y su poder. Entonces podemos convencer “a algunos que dudan” (v. 22). Los creyentes que dudan de su fe por culpa de los falsos maestros necesitan que se les aliente.

Otra reacción necesaria pudiera ser salvar a otros, “arrebatándolos del fuego” (v. 23). Hay que rescatar a los incrédulos que van rumbo al infierno por oír falsas enseñanzas antes de que sea demasiado tarde.

Por último, Judas presenta una tercera reacción ante los falsos profetas: “De otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne” (v. 23). A veces debemos confrontar a los falsos profetas y a sus seguidores, haciéndolo con una especial dependencia del Señor y teniendo el cuidado de no contaminarnos con sus falsas enseñanzas.

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Lo que significa bendecir al Señor

AGOSTO, 17

Lo que significa bendecir al Señor

Devocional por John Piper

Bendice, alma mía, al Señor, y bendiga todo mi ser su santo nombre. (Salmos 103:1)

El salmo empieza y termina con el salmista predicándole a su alma que bendiga al Señor—y también a los ángeles y a los ejércitos celestiales y a las obras de las manos de Dios—. El salmo está asombrosamente enfocado en bendecir al Señor. ¿Qué significa bendecir al Señor? Significa hablar bien de su grandeza y bondad.

Lo que David hace en el primer versículo y en los últimos, donde dice «bendice, alma mía, al Señor», es decirnos que hablar de la bondad de Dios y su grandeza debe venir desde el alma.

Bendecir a Dios con la boca pero sin el corazón sería hipocresía. Jesús dijo: «Este pueblo con los labios me honra, pero su corazón está muy lejos de mí» (Mateo 15:8). David conocía este peligro y se predicaba a sí mismo para que esto no sucediera.

Ven, alma mía, mira la grandeza y la bondad de Dios. Acompaña a mi boca, y alabemos al Señor con todo nuestro ser.


Devocional tomado del sermón“Bendice, alma mía, al Señor” 

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«Esta enfermedad no es para muerte».

17 de agosto

«Esta enfermedad no es para muerte».

Juan 11:4

De las palabras de nuestro Señor aprendemos que hay un límite para la enfermedad. Aquí tenemos un «para» dentro del cual se inscribe el último término de la misma y más allá la enfermedad no puede llegar. Lázaro pudo traspasar la muerte, pero la muerte no tenía que ser el ultimátum de su enfermedad. En toda enfermedad, el Señor dice a las olas de dolor: «Hasta aquí llegarás, y no pasarás adelante» (Job 38:11). Su propósito permanente no es la destrucción sino la instrucción de los suyos. La sabiduría cuelga el termómetro a la puerta del horno y regula el calor.

1. El límite es alentadoramente amplio. El Dios de la providencia ha limitado el tiempo, el modo, la intensidad, la repetición y los efectos de todas nuestras enfermedades. Todo latido ha sido decretado por él; toda hora de insomnio, predestinada; toda recaída, ordenada; toda depresión de ánimo, prevista; y todo resultado santificador, designado desde la eternidad. Nada grande o pequeño escapa a la mano organizadora de Aquel que cuenta los cabellos de nuestras cabezas.

2. Este límite está sabiamente ajustado a nuestras fuerzas, al fin designado y a la gracia distribuida. La aflicción no viene por accidente; la intensidad de cada golpe de la vara está cuidadosamente medida. El que no cometió errores al diferenciar las nubes y medir los cielos, tampoco se equivocará midiendo los ingredientes que componen la medicina de las almas. No podemos sufrir más de la medida ni recibir demasiado tarde el alivio.

3. El límite está cariñosamente fijado. El bisturí del Médico celestial nunca corta más profundamente de lo que es absolutamente necesario: «No aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres» (Lm. 3:33). El corazón de una madre clama: «Conservadme a mi hijo». No obstante, ninguna madre es más compasiva que nuestro bondadoso Dios. Cuando consideramos lo duros de boca que somos, nos admira que no se nos guíe con un freno más áspero. Este pensamiento está cargado de consuelo: el que ha fijado los límites de nuestra habitación, ha establecido también los linderos de nuestra tribulación.

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 240). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

Confiese su pecado y quede limpio

17 Agosto 2017

Confiese su pecado y quede limpio
por Charles R. Swindoll

Salmos 32

Nadie puede decirme que la Escritura, aunque fue escrita hace más de dos mil años, ha dejado de ser relevante en la actualidad. El poema de David es hermoso y práctico. Una vez que celebró la fidelidad de Dios y reconoció la dificultad de la confesión, él amonesta al lector para que deje su arrogancia.

Aplicación para cada creyente

No sean sin entendimiento
como el caballo o como el mulo,
cuya boca ha de ser frenada con rienda y freno;
de otro modo, no se acercan a ti”.
Muchos dolores tendrá el impío;
pero la misericordia cercará al que espera en el Señor.
Oh justos, alégrense en el Señor y gócense;
canten con júbilo todos los rectos de corazón.
David resume todas las lecciones en tres fuertes exhortaciones:

Primero, no sea obstinado (v. 9). En lo que respecta a enfrentarse al pecado, no sea como el mulo o el caballo. ¡Ríndase a Dios! Manténgase integro ante el Señor. No permita que la maldad crezca en su vida. Deje de distanciarse de Dios.

Segundo, decídase ahora (v. 10). Al leer estas palabras concluyentes, usted notará dos senderos: el sendero del impío, el cual trae «muchos dolores» y el camino del justo, el cual trae «misericordia». Considere el destino de cada sendero y tome una decisión (dice el compositor).

Tercero, manténgase recto (v. 11). Detenga la caída al pecado lúgubre y dañino manteniendo un caminar recto. El término hebreo que se utiliza en el texto para la palabra, «justo» tiene que ver con un trato honesto ante Dios y ante los demás. Describe a alguien que no tiene nada que esconder. Un pastor amigo mío solía describir esta clase de conducta como una conducta «limpia y pura». Una persona así busca ser justo en cada contrato, cada transacción y cada decisión que haga ya sea en público o en privado.

Allí no hay secretos. Una transparencia completa. Si usted está buscando los pastos verdes, sólo los encontrará si usted vive honestamente con su Señor. Manténgase recto. La gracia de Dios puede ayudarle.

Él ha planeado una vida para sus hijos que resulta en paz interna, fortaleza externa y optimismo. Pero somos pecadores y con frecuencia decidimos caminar a nuestra manera. Aun cuando él prefiere que no pequemos, Dios está dispuesto a perdonarnos y guiarnos a través de la recuperación y la restauración. Él nos perdonará y nos restaurará si nos arrepentimos completamente; o sea,  si confesamos nuestro pecado y buscamos que él nos limpie.

Afirmando el alma
Anteriormente, le pedí que escribiera una confesión completa de su pecado; que se la presentara a Dios en oración y que luego se la confiara a un consejero cristiano. Ahora, escriba acerca del futuro que tendría si fuese liberado de la tiranía de una conciencia acusadora. Describa su relación con Dios y con sus amados. Describa la libertad y el gozo que usted experimentaría. Luego, presénteselo a Dios como una petición sincera.

Adaptado del libro, Viviendo los Salmos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2013). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright
© 2017 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

El inestable carácter de Saúl

17 AGOSTO

1 Samuel 9 | Romanos 7 | Jeremías 46 | Salmo 22

De vez en cuando, aparece alguien que muestra un potencial excepcional desde su juventud y luego cumple con las expectativas que eso genera. Pero esa no parece ser la norma. ¿Quién hubiera pensado que un desconocido pintor de Viena se convertiría en el coloso monstruoso que el mundo conoció como Adolfo Hitler? ¿Quién hubiera pensado que un mercero fracasado de Missouri, sin educación universitaria, sería el sucesor de Roosevelt, quien soltó la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki, despidió al general Douglas MacArthur y ordenó la integración racial de las fuerzas armadas?

Considera a Saúl (1 Samuel 9). Era benjamita; es decir, de la pequeña tribu que había perdido personas y prestigio en los horribles eventos de Jueces 19–21 (ver meditaciones del 5 al 7 de agosto). Ni siquiera era de un clan principal dentro de esa tribu (9:21). Físicamente, era un joven robusto que trabajaba en el campo en las tareas que su padre le asignaba, sin pretensiones (que sepamos) de gloria ni de poder. De hecho, en el siguiente capítulo la gente tiene que convencerle para que salga de su escondite entre el equipaje y acepte la aclamación que el pueblo quería darle.

Aún no es el momento de detallar todo lo que salió mal—algunas de esas cosas las mencionaré en meditaciones más adelante. Pero cualquiera que tenga al menos un mínimo conocimiento de las Escrituras sabe cuán inestable resultó ser el carácter de Saúl y lo trágico de su fin. ¿Qué debemos aprender?

(1) Si nos encontramos en una curva ascendente muy prometedora, debemos proponernos perseverar en las pequeñas marcas de fidelidad y humildad. Un buen inicio no garantiza un buen final.

(2) Si tenemos la responsabilidad de contratar personas, ya sean pastores y otros líderes cristianos o ejecutivos para una corporación, aunque algunos tenemos una visión a largo plazo y hay quienes son más sabios que otros, todos cometemos errores. La sencilla razón es que, aparte de todas las malas decisiones que podamos tomar, una buena se puede convertir en mala (y viceversa) porque la gente cambia.

(3) Podemos concluir que cada organización, sobre todo la iglesia local, necesita algún tipo de mecanismo para deponer de manera piadosa a los líderes que resulten ser malvados o terriblemente inadecuados. Eso no era posible en el Israel antiguo, en relación al rey. En cuanto al liderato del Nuevo Testamento, no sólo se permite, sino que se ordena.

(4) Sólo Dios sabe el final desde el principio. Después de que hayamos ejercitado nuestro mejor juicio, nada es más importante que entregarnos a Dios, buscar agradarle, intentar conformar nuestros juicios a lo que él ha revelado de sí mismo en su Palabra y confiar de manera absoluta en el Único que conoce el final desde el principio.

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 229). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Respuestas a mis temores

jueves 17 agosto

 

 

(Jesús) les dijo: ¿Dónde está vuestra fe?

Lucas 8:25

No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo.

Apocalipsis 1:17-18

No te desampararé, ni te dejaré.

Hebreos 13:5

Respuestas a mis temores

Lea Lucas 8:22-25

A menudo las dificultades de la vida hacen que en mi corazón nazcan dudas y preguntas, pero en la Palabra de Dios encuentro respuestas que me dan paz.

¿Por qué sentirme solo cuando Jesús me recuerda que siempre está conmigo y que nunca me desamparará? (Hebreos 13:5). “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20).

¿Por qué inquietarme si puedo descargar mi ansiedad sobre Cristo, quien cuida de mí? “Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:7).

¿Por qué dejar que las presiones de la vida cotidiana me abatan, cuando puedo estar animado gracias a la victoria de Jesús sobre el mundo? “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).

¿Por qué temer que me falte algo, si tengo la seguridad de que Dios suplirá todas mis necesidades? “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19).

La Biblia me dice que el Señor es la fuerza de mi vida y que puedo actuar con confianza porque conozco a Dios. “El Señor es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? El Señor es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?” (Salmo 27:1).

2 Crónicas 1-2 – Lucas 22:24-46 – Salmo 95:6-11 – Proverbios 21:19-20

Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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