La casa sobre la arena

La casa sobre la arena

8/28/2017

Cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena. (Mateo 7:26)

La casa edificada sobre la arena simboliza una vida espiritual edificada sobre el fundamento de las opiniones, las actitudes y las voluntades humanas, que siempre son cambiantes e inestables. Si edifica su vida sobre ese fundamento, la está edificando sobre la obstinación, la autosuficiencia, la justicia propia, los propósitos egoístas y la realización de los propios deseos. Si escoge cimientos arenosos, su vida se fundamentará en falsas enseñanzas y no alcanzará la salvación; “siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad” (2 Ti. 3:7).

No sea como el que superficial y descuidadamente escoge una sección de la arena del mundo para edificar sobre ella su esperanza. Más bien preocúpese por la profundidad de la recompensa espiritual que resulta de considerar sabiamente y escoger con cuidado el sólido cimiento de Dios.

Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org
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Perdonados por amor al nombre de Jesús

AGOSTO, 28

Perdonados por amor al nombre de Jesús

Devocional por John Piper

Oh Señor, por amor de tu nombre, perdona mi iniquidad, porque es grande. (Salmos 25:11)

La justicia de Dios es el infinito celo y gozo y placer que él tiene en lo que es supremamente valioso, es decir, en su propia perfección y valor. Si en algún momento Dios decidiera actuar en contra de esta pasión eterna por su propia perfección, él sería injusto, sería un idólatra.

¿Cómo puede un Dios tan justo tener algún tipo de afecto por pecadores como nosotros que menospreciaron su perfección? La maravilla del evangelio es que en esta justicia divina también se encuentra el fundamento mismo de nuestra salvación.

La infinita estima que el Padre tiene por el Hijo hace posible que alguien como yo, un vil pecador, sea amado y acepto en el Hijo, porque en su muerte Jesús vindicó el valor y la gloria de su Padre.

Ahora yo podría orar con un nuevo entendimiento junto al salmista: «Oh Señor, por amor de tu nombre, perdona mi iniquidad, porque es grande» (Salmos 25:11). El nuevo entendimiento consiste en que Jesús ha sido la expiación por nuestro pecado y ha reivindicado el honor del Padre, por lo cual nuestros pecados son perdonados «por su nombre» (1 Juan 2:12).

El deleite infinito del Padre en sus propias perfecciones es la fuente de nuestro gozo eterno. El hecho de que el deleite de Dios en su Hijo sea deleite en sí mismo no es vanidad. Es el evangelio.


Devocional tomado del libro “Los Deleites de Dios”, páginas 43-44 

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«Regocíjate, oh estéril»

28 de agosto

«Regocíjate, oh estéril».

Isaías 54:1

Aunque hemos dado algunos frutos para Cristo y tenemos una jubilosa esperanza de que somos «la planta que plantó [su] diestra» (Sal. 80:15), sin embargo, hay ocasiones cuando nos sentimos muy estériles. La oración no tiene vida, el amor se ha enfriado, la fe es débil y cada uno de los dones del jardín de nuestro corazón se agosta y cae a tierra. Somos como las flores bajo el ardiente sol, que requieren el refrigerio de la lluvia. En tal situación, ¿qué debemos hacer? El texto nos habla a nosotros, a quienes precisamente nos hallamos en ese estado: «Regocíjate, oh estéril […] levanta canción y da voces de júbilo». No obstante, ¿acerca de qué puedo yo cantar? No me es posible referirme al presente, y aun el pasado aparece lleno de esterilidad. ¡Ah, pero puedo cantar de Jesucristo! Puedo hablar de las visitas que el Redentor me hizo en tiempos pasados; y si no logro exaltar el gran amor con que él amó a su pueblo cuando vino desde lo alto para redimirlo, iré de nuevo a la cruz. Ven, alma mía, muy cargada estabas tú en otro tiempo, pero aquí dejaste tu carga. Ve otra vez al Calvario. Quizá aquella misma cruz que te dio vida, te pueda otorgar fertilidad. ¿Qué es mi esterilidad? Es la plataforma donde se manifiesta el poder de Dios para producir frutos. ¿Qué es mi desolación? Es el engaste para el zafiro de su amor eterno. Iré con mi pobreza, con mi debilidad y con toda mi vergüenza y mis caídas, y le diré a Dios que aún soy su hijo. Confiado en la fidelidad de su corazón, hasta yo, el estéril, levantaré canción y daré voces de júbilo.

Canta, oh creyente, porque el canto alegra tu corazón y el de otros afligidos. Sigue cantando, pues, ahora que te sientes realmente avergonzado de tu esterilidad: pronto serás fructífero; ahora que Dios te ha hecho aborrecer la falta de fruto: pronto te cubrirá de racimos. La experiencia de nuestra esterilidad es penosa, pero las manifestaciones del Señor resultan placenteras. Un sentido de nuestra propia pobreza nos lleva a Cristo; y allí es donde debemos estar, pues nuestro fruto está en él.

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 251). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

Que la pugna cese

28 Agosto 2017

Que la pugna cese
por Charles R. Swindoll

Salmos 46

Una vez más, el escenario cambia. Los muros de la ciudad ya no están sitiados, y ahora es el momento cuando el compositor le da un vistazo al campo de batalla. Él nos invita a ver los recuerdos mudos de una guerra, un terreno lleno de escombros y restos humanos. Las carrozas destruidas, quemadas y oxidadas. Polvo y desechos cubren los arcos rotos y las lanzas partidas. La guerra misma ha sido diseminada. La canción describe un escenario similar al de la Segunda Guerra Mundial. Las playas de Normandía; las ciudades de Berlín e Hiroshima, las islas de Iwo Jima, Guadalcanal y Okinawa. Tanques oxidados, botes hundidos, refugios de concreto. Un silencio llena el lugar. Es como si Dios hubiese dicho: «¡Ya basta! Cuando Dios actúa, lo hace completamente.

En este momento (v. 10), el escritor habla por Dios quien dice:

“Estén quietos y reconozcan que yo soy Dios. Exaltado he de ser entre las naciones; exaltado seré en la tierra”.

El mandato, «estén quietos», viene de un verbo imperativo hebreo que significa descansar o detenerse. La mayoría de las personas leen este versículo utilizando un tono suave, como si fuera una invitación serena a disfrutar la comunión con Dios. Pero en realidad es una reprensión. Algunos eruditos dicen que esa frase ve dirigida a aquellas naciones que atacan al pueblo del pacto de Dios.

Otros dicen que Dios está reprendiendo a los hebreos por su falta de confianza en él. Ambas cosas son sumamente probables. El compositor muestra al Señor como un padre molesto que detiene un pleito entre hermanos. Aunque él está enojado con las naciones que están peleando contra su pueblo, también está igualmente enojado con la violencia de su pueblo, que ha preferido volverse a las armas en vez de tener confiar plenamente en Dios. Hay una sugerencia sutil de que estos intentos agresivos de defenderse solo están empeorando las cosas en vez de mejorarlas.

¿Esto le suena familiar? ¿Vive usted en pánico? ¿Tiene usted una actitud fastidiosa? ¿Sus intentos de autoprotección le causan más daño que bien? ¿Sabe usted que Dios quiere que usted descanse? Hebreos 4: 9 nos promete: «Por tanto, queda todavía un reposo sabático para el pueblo de Dios». Cuando usted se da cuenta de su debilidad personal, Dios quiere que usted reaccione «cediéndole a él la lucha» y permitiéndole que él termine con ese afán frenético y perpetuo de querer resolver las dificultades por sí mismo.

¿Significa esto que no vamos a hacer nada? Por supuesto que no. Significa que entramos primero en el descanso que Él ha provisto para nosotros (Hebreos 4: 11) y luego enfrentamos la situación sin pánico. Si Él quiere que participemos en la lucha, Él aclarará nuestras mentes y quitará cualquier duda acerca de lo que debemos hacer. Nuestra responsabilidad entonces es entrar deliberadamente en su santuario invisible para descansar y confiar en él completamente, sabiendo que nos dará la seguridad y la provisión. Esa es nuestra mejor preparación para la batalla: llenarnos y rodearnos de su descanso sabático. Es asombroso cómo eso detiene el afán de la debilidad personal.

En última instancia, es Dios el que nos da la victoria en cada una de nuestras debilidades. Él puede encargarse de todo lo que necesitamos. Luchar por nosotros mismos no se compara con la fortaleza de Dios. ¡Selah!

Afirmando el alma
Tome una hoja de papel o mejor aún, un diario y haga una lista de sus problemas más persistentes, aquellas situaciones que usted no puede resolver. Haga la lista tan larga como lo desee. Lea el primer problema de la lista en voz alta. Luego lea en voz alta el Salmo 46. Entrégueselo a Dios. Él se encargará. Mañana, haga lo mismo con el siguiente problema. Y así con los demás también. Hágalo tantas veces cómo sea necesario.

Una vez más, el escenario cambia. Los muros de la ciudad ya no están sitiados, y ahora es el momento cuando el compositor le da un vistazo al campo de batalla. Él nos invita a ver los recuerdos mudos de una guerra, un terreno lleno de escombros y restos humanos. Las carrozas destruidas, quemadas y oxidadas. Polvo y desechos cubren los arcos rotos y las lanzas partidas. La guerra misma ha sido diseminada. La canción describe un escenario similar al de la Segunda Guerra Mundial. Las playas de Normandía; las ciudades de Berlín e Hiroshima, las islas de Iwo Jima, Guadalcanal y Okinawa. Tanques oxidados, botes hundidos, refugios de concreto. Un silencio llena el lugar. Es como si Dios hubiese dicho: «¡Ya basta! Cuando Dios actúa, lo hace completamente.

En este momento (v. 10), el escritor habla por Dios quien dice:

“Estén quietos y reconozcan que yo soy Dios. Exaltado he de ser entre las naciones; exaltado seré en la tierra”.

El mandato, «estén quietos», viene de un verbo imperativo hebreo que significa descansar o detenerse. La mayoría de las personas leen este versículo utilizando un tono suave, como si fuera una invitación serena a disfrutar la comunión con Dios. Pero en realidad es una reprensión. Algunos eruditos dicen que esa frase ve dirigida a aquellas naciones que atacan al pueblo del pacto de Dios.

Otros dicen que Dios está reprendiendo a los hebreos por su falta de confianza en él. Ambas cosas son sumamente probables. El compositor muestra al Señor como un padre molesto que detiene un pleito entre hermanos. Aunque él está enojado con las naciones que están peleando contra su pueblo, también está igualmente enojado con la violencia de su pueblo, que ha preferido volverse a las armas en vez de tener confiar plenamente en Dios. Hay una sugerencia sutil de que estos intentos agresivos de defenderse solo están empeorando las cosas en vez de mejorarlas.

¿Esto le suena familiar? ¿Vive usted en pánico? ¿Tiene usted una actitud fastidiosa? ¿Sus intentos de autoprotección le causan más daño que bien? ¿Sabe usted que Dios quiere que usted descanse? Hebreos 4: 9 nos promete: «Por tanto, queda todavía un reposo sabático para el pueblo de Dios». Cuando usted se da cuenta de su debilidad personal, Dios quiere que usted reaccione «cediéndole a él la lucha» y permitiéndole que él termine con ese afán frenético y perpetuo de querer resolver las dificultades por sí mismo.

¿Significa esto que no vamos a hacer nada? Por supuesto que no. Significa que entramos primero en el descanso que Él ha provisto para nosotros (Hebreos 4: 11) y luego enfrentamos la situación sin pánico. Si Él quiere que participemos en la lucha, Él aclarará nuestras mentes y quitará cualquier duda acerca de lo que debemos hacer. Nuestra responsabilidad entonces es entrar deliberadamente en su santuario invisible para descansar y confiar en él completamente, sabiendo que nos dará la seguridad y la provisión. Esa es nuestra mejor preparación para la batalla: llenarnos y rodearnos de su descanso sabático. Es asombroso cómo eso detiene el afán de la debilidad personal.

En última instancia, es Dios el que nos da la victoria en cada una de nuestras debilidades. Él puede encargarse de todo lo que necesitamos. Luchar por nosotros mismos no se compara con la fortaleza de Dios. ¡Selah!

Afirmando el alma
Tome una hoja de papel o mejor aún, un diario y haga una lista de sus problemas más persistentes, aquellas situaciones que usted no puede resolver. Haga la lista tan larga como lo desee. Lea el primer problema de la lista en voz alta. Luego lea en voz alta el Salmo 46. Entrégueselo a Dios. Él se encargará. Mañana, haga lo mismo con el siguiente problema. Y así con los demás también. Hágalo tantas veces cómo sea necesario.

Adaptado del libro, Viviendo los Salmos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2013). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright
© 2017 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

Jonatán y David

28 AGOSTO

1 Samuel 20 | 1 Corintios 2 | Lamentaciones 5 | Salmo 36

No hay muchos capítulos en la Biblia que le dediquen bastante espacio al tema de la amistad, pero 1 Samuel 20 es uno de ellos.

Hablando estrictamente, 1 Samuel 20 no trata sobre la amistad per se, de la manera en que un novelista dotado exploraría el tema. El relato se encuentra dentro de la extensa narración de la decadencia de Saúl y el ascenso de David, un momento importante de cambio en la historia de la redención. No obstante, la manera como se desarrolla el relato le da un énfasis importante en la relación entre Jonatán y David.

Jonatán resultó ser un joven sumamente admirable. Con anterioridad, había demostrado considerable valentía física cuando él y su escudero derrotaron a un contingente de filisteos (1 Samuel 14). Cuando David vino a formar parte de la corte real, uno podría esperar que Jonatán demostrara muchas emociones malignas: celos ante la popularidad de David y su competencia militar, e incluso temor de que algún día le usurpara su derecho al trono. Pero “el alma de Jonatán quedó ligada con la de David, y lo amó Jonatán como a sí mismo” (18:1). Hizo un “pacto” con David que le convirtió, efectivamente, en su propio hermano (18:3–4); es impresionante que un miembro de la realeza tome semejante paso con un plebeyo. Al llegar al capítulo 20, Jonatán es consciente de que algún día David será rey. No podemos estar seguros de cómo adquirió este conocimiento. Debido a su amistad, puede que David le contara a Jonatán el ungimiento que Samuel le hizo.

Jonatán no sólo no comparte la maldad de su padre, sino que, habiendo efectuado anteriormente una reconciliación entre Saúl y David (19:4–7), le cuesta creer que su padre esté tan implacablemente determinado a matar a David, como piensa David (20:1–3). Así, entra en vigor el plan elaborado de este capítulo. Jonatán descubre que su propio padre está decidido a matar a su mejor amigo. De hecho, su padre está tan furioso, que el mismo Jonatán está en peligro de muerte (20:33).

David y Jonatán se encontraron. Renovaron su pacto, algo que volverán a hacer más adelante (23:17–18). David, por su parte, promete cuidar a la familia de Jonatán cuando ya no esté, un presagio de lo que vendrá y muy distinto de la acostumbrada masacre que por lo general acontecía cuando un rey buscaba eliminar todos los potenciales herederos de una dinastía previa.

Pero tal vez lo más chocante es que Jonatán se queda en la ciudad con su padre. La realidad es que elegimos a nuestros amigos, pero no a nuestra familia; sin embargo, nuestra responsabilidad hacia nuestra familia ocupa un lugar primordial. De otra manera, la amistad misma se convierte en una excusa para un nuevo tipo de egoísmo.

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 240). Barcelona: Publicaciones Andamio.

El arrebatamiento de los creyentes

Los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.

1 Tesalonicenses 4:16-17

El arrebatamiento de los creyentes

Estamos esperando la venida del Señor Jesús para que nos lleve al cielo. Es, en efecto, la promesa que hizo a los que creen en él. Examinemos lo que nos dice la Palabra de Dios sobre el arrebatamiento.

–¿Cuándo tendrá lugar?

En la Biblia, Jesucristo no nos da ninguna fecha exacta, pero prometió: “Vengo en breve” (Apocalipsis 22:20).

–¿Quién irá al cielo?

Todos los que durante su vida reconocieron que necesitaban el perdón y depositaron su confianza en Dios. Todos los creyentes, desde Adán hasta que Jesucristo regrese.

–¿Qué sucederá cuando tenga lugar el arrebatamiento?

Todo sucederá en un instante, “en un abrir y cerrar de ojos” (1 Corintios 15:52). Los creyentes que hayan muerto resucitarán con un cuerpo nuevo. Luego los creyentes que estén vivos en ese momento serán transformados y también tendrán un cuerpo nuevo (1 Corintios 15:52). Todos juntos serán llevados al cielo, al encuentro del Señor, quien vino a buscarlos.

–¿A dónde irán los creyentes cuando sean arrebatados?

Junto a Jesucristo, al cielo, a la casa del Padre. Cuando estaba en la tierra, el Señor Jesús declaró: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay… Si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:2-3).

2 Crónicas 13 – 1 Corintios 6 – Salmo 101:5-8 – Proverbios 22:8-9

Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
ediciones-biblicas.ch – labuena@semilla.ch