LA MEDIDA DE LA MADUREZ ESPIRITUAL

LA MEDIDA DE LA MADUREZ ESPIRITUAL

12/1/2017

En esto me gozo, y me gozaré aún. (Filipenses 1:18) 

Puede medirse la madurez espiritual de un creyente por lo que puede quitarle el gozo. El gozo es un fruto de una vida guiada por el Espíritu (Gá. 5:22). Debemos regocijarnos siempre (Fil. 4:4; 1 Ts. 5:16). En todas las circunstancias el Espíritu Santo produce gozo, de modo que no debe haber ningún momento en el que no estemos regocijándonos de alguna manera.

El cambio, la confusión, las pruebas, los ataques, los deseos insatisfechos, el conflicto y las relaciones tirantes pueden quitarnos el equilibrio y despojarnos del gozo si no tenemos cuidado. Entonces hemos de llorar como el salmista: “Vuélveme el gozo de tu salvación” (Sal. 51:12).

Jesús dijo: “En el mundo tendréis aflicción” (Jn. 16:33), y el apóstol Santiago dijo: “Tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas” (Stg. 1:2). Dios tiene su propósito en nuestras aflicciones, pero nunca nos quita el gozo. A fin de mantener nuestro gozo debemos asumir la perspectiva de Dios respecto a nuestras pruebas. Cuando nos rendimos a la obra de su Espíritu en nuestra vida, no nos agobiarán nuestras dificultades.

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Preparemos el camino

DICIEMBRE, 01

Preparemos el camino

Devocional por John Piper

Él hará volver a muchos de los hijos de Israel al Señor su Dios. E irá delante de Él en el espíritu y poder de Elías para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los desobedientes a la actitud de los justos, a fin de preparar para el Señor un pueblo bien dispuesto. (Lucas 1:16-17)

Aquello mismo que Juan el Bautista hizo por Israel, el Adviento (el mes previo a Navidad) puede hacerlo en nosotros. No permita que la Navidad lo halle desprevenido. Me refiero a que se prepare en el sentido espiritual. ¡El gozo y el cambio en su vida serán mucho mayores si está listo!

Para prepararnos

Primero, meditemos en el hecho de que necesitamos un Salvador. La Navidad, antes de convertirse en un gozo, es una acusación. No tendrá el efecto deseado en nosotros a menos que nos sintamos desesperados por nuestra necesidad de un Salvador. Que estas breves reflexiones de Adviento despierten en usted la sensación agridulce de necesitar al Salvador.

Segundo, emprenda un serio auto examen. El Adviento es a la Navidad lo que la Cuaresma es a la Pascua. «Escudríñame, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis inquietudes. Y ve si hay en mí camino malo, y guíame en el camino eterno». Que cada uno le prepare morada…limpiando su corazón.

Tercero, cree en su hogar un clima de expectativa y entusiasmo enfocado en Dios, en especial para los niños. Si usted está entusiasmado con Cristo, ellos también lo estarán. Si solo puede generar entusiasmo respecto de la Navidad valiéndose de bienes materiales, ¿cómo provocará en los niños una sed por Dios? Concentre toda su imaginación en hacer que la fascinación por la llegada del Rey se vuelva tangible para los niños.

Cuarto, invierta más tiempo en la lectura de las Escrituras, ¡y memorice los pasajes más importantes! «¿No es mi palabra como fuego?», dice el Señor. Reunámonos alrededor de esa llama en esta temporada previa a la navidad. Es cálida y destella con los colores de la gracia. Es sanidad para miles de heridas. Es la luz para las noches oscuras.


Devocional tomado del articulo “Prepare the Way of the Lord!”

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1 de diciembre

«Den gracias al SEÑOR por su misericordia, y por sus maravillas para con los hijos de los hombres».

Salmo 107:8 (LBLA)

Si nos lamentáramos menos y alabásemos más al Señor, seríamos más felices y Dios recibiría más gloria. Alabemos, pues, a Dios diariamente por los favores comunes: «comunes» —como los llamamos frecuentemente—, pero tan sumamente valiosos que cuando se nos priva de ellos somos propensos a perecer. Bendigamos a Dios por los ojos que tenemos para contemplar el sol; por la salud y las fuerzas que nos da para andar por todas partes; por el pan que comemos y la ropa que vestimos… Alabemos a Dios porque no se nos arroja entre los desesperados, ni se nos confina con los culpables. Démosle gracias por la libertad, por los amigos y por la unión y el bienestar de nuestras familias. Alabémosle, en verdad, por todo lo que recibimos de su generosa mano; porque poco merecemos y, sin embargo, se nos enriquece con gran abundancia.

Pero, querido amigo, la nota más melodiosa y más alta de nuestros cánticos de alabanza debiera ser aquella del amor redentor. Las obras redentoras de Dios para con sus elegidos son por siempre los temas favoritos de las alabanzas de estos. Si sabemos lo que significa la redención, no rehusaremos entonar nuestros sonetos de acción de gracias. Se nos ha redimido del poder de nuestra maldad, hemos sido levantados del abismo del pecado donde, por naturaleza, estábamos hundidos. Se nos condujo a la cruz de Cristo y nuestras cadenas de pecado quedaron rotas allí. Ya no somos esclavos, sino hijos del Dios viviente, y podemos aguardar anhelantes ese tiempo cuando se nos presentará delante del Trono sin mancha ni arruga ni cosa semejante. Aun ahora, por la fe, agitamos las ramas de palmera y nos cubrimos con el hermoso lino fino que ha de ser nuestro atavío eterno. ¿Cómo no habremos de dar gracias incesantemente al Señor nuestro Redentor? Hijo de Dios, ¿puedes tú permanecer en silencio? ¡Despierta, despierta, heredero de gloria, y lleva cautiva tu cautividad, mientras clamas como David: «Bendice, alma mía, al Señor, y bendiga todo mi ser su santo nombre» (Sal. 103:1, LBLA)! Hagamos que este nuevo mes comience con cánticos renovados.

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 346). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

1 Crónicas 29 | 2 Pedro 3 | Miqueas 6 | Lucas 15

1 DICIEMBRE

1 Crónicas 29 | 2 Pedro 3 | Miqueas 6 | Lucas 15

El relato del cronista sobre la muerte de David está precedido por la historia de los generosos regalos que luego financiarían la construcción del templo después de la partida de David, así como por la oración que David pronunció (1 Crónicas 29). Lo más chocante no es la cantidad de dinero que David y los demás ofrendaron, sino la teología de la oración de David. Se destacan los siguientes puntos:

(1) En la doxología inicial (29:10–13), David reconoce que todo le pertenece a Dios (29:11). Si los seres humanos “poseemos” algo, debemos confesar con franqueza: “De ti proceden la riqueza y el honor; tú lo gobiernas todo” (29:12). Por tanto, en el núcleo de su oración, David dice: “tú eres el dueño de todo, y lo que te hemos dado, de ti lo hemos recibido” (29:14); nuevamente, en cuanto a toda esta riqueza que se está recolectando, “de ti procede todo cuanto hemos conseguido para construir un templo a tu santo nombre ¡Todo es tuyo!” (29:16). Esta postura destruye por completo cualquier noción de que podemos “darle” algo a Dios en términos absolutos. Se convierte en un placer ofrendarle a Dios, no sólo porque le amamos, sino porque con alegría reconocemos que todo lo que “poseemos” le pertenece a él.

(2) No debe sorprendernos, entonces, que la oración comience con expresiones exuberantes de alabanza (29:10).

(3) David reconoce que toda la existencia humana es transitoria. Dios mismo debe ser alabado “desde siempre y para siempre” (29:10), pero en cuanto a nosotros, “somos extranjeros y peregrinos, como lo fueron nuestros antepasados. Nuestros días sobre la tierra son sólo una sombra sin esperanza” (29:15). Este pasaje es extraordinario. Los israelitas están en la tierra prometida, en el “descanso”; no obstante, al igual que se refleja en el Salmo 95 y Hebreos 3:6–4:11; 11:13, este no puede ser el descanso final, pues todavía son “extranjeros y peregrinos”. David es rey, la cabeza de una dinastía poderosa y duradera. Sin embargo, individualmente, tanto el monarca como el plebeyo deben confesar que sus días sobre la tierra son como una sombra (29:15). Aquí tenemos a un hombre de fe que sabe que necesita estar fundamentado en Aquel que habita en la eternidad o, de otra manera, no tiene valor alguno.

(4) David enfatiza sobremanera la integridad: “Yo sé, mi Dios, que tú pruebas los corazones y amas la rectitud… y he visto con júbilo que tu pueblo, aquí presente, te ha traído sus ofrendas” (29:17). El éxito de esta recaudación de fondos no se mide en términos de valor monetario, sino por la integridad con la que se dio toda la riqueza.

(5) En el análisis final, David reconoce con honestidad que la devoción constante y la integridad de vida son imposibles fuera de la gracia providente de Dios (29:18). Por ello, cualquier posibilidad de orgullo personal basado en la cantidad de dinero donada se disipa en un reconocimiento agradecido de la soberanía misericordiosa de Dios.

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 335). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Preso del cuerpo, mas no del alma (1)

viernes 1 diciembre

El Señor miró desde los cielos a la tierra, para oír el gemido de los presos, para soltar a los sentenciados a muerte.

Salmo 102:19-20

Me ha enviado… a pregonar libertad a los cautivos… a poner en libertad a los oprimidos.

Lucas 4:18

Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.

Juan 8:36

Preso del cuerpo, mas no del alma (1)

Esta fue la feliz expresión de un presidiario liberado de la terrible opresión del pecado, cuando decidió entregar su vida a Cristo. Esta persona extorsionaba desde la misma cárcel, con severas amenazas de muerte a una cristiana. Ella, sin dejarse intimidar por las amenazas, le presentó a Jesucristo, su Salvador personal. Este hombre creía que no alcanzaría el perdón de Dios debido a la multitud de sus graves hechos. La cristiana le replicó: –Eso es lo que te dice tu jefe, Satanás, ya vencido por el mío, Jesucristo, quien te ofrece el perdón de todos tus pecados, si decides recibirlo como tu Salvador. Acepta a Cristo y serás salvo de la condenación eterna (Hechos 16:31).

Después de esta conversación, las amenazas y la extorsión se acabaron. El Espíritu Santo empezó su trabajo (Juan 16:8). Redarguyó ese duro corazón. Y lo maravilloso fue que una noche, a altas horas, la cristiana recibió en su teléfono móvil un mensaje de texto que decía: «Preso del cuerpo, mas no del alma». ¡Qué felicidad para ambos!

Todavía hoy el Evangelio se anuncia por todo el mundo para el perdón de pecados. Así lo ordenó el Señor Jesucristo: “Que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén” (Lucas 24:47).

(mañana continuará)

Job 38 – Colosenses 4 – Salmo 136:1-9 – Proverbios 28:27-28

Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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