¿QUÉ LO HACE FUNCIONAR A USTED?

¿QUÉ LO HACE FUNCIONAR A USTED?

12/3/2017

Fui hecho ministro, según la administración

de Dios que me fue dada para con vosotros. (Colosenses 1:25) 

¿Qué lo motiva a usted? ¿Qué ocupa su energía, domina su tiempo y lo hace funcionar? Para el apóstol Pablo era el progreso del evangelio. Lo que pudiera ocurrirle a su propio cuerpo o a su carrera tenía poca importancia para él. En Hechos 20:24 dijo: “Ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús”. Rindió su vida, sus bienes, sus ropas, su reconocimiento, su reputación y su prestigio a una meta: “para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios” (v. 24).

Pablo escribió a la iglesia de Roma: “En cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma” (Ro. 1:15). Y en 1 Corintios 9:16 da testimonio de lo que lo impulsaba: “Me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!”

Pablo se sentía impulsado a ver que el evangelio siguiera adelante. Él es un ejemplo para todo cristiano. ¿Es su vida como la de Pablo?

DERECHOS DE AUTOR © 2017 Gracia a Vosotros
Usted podrá reproducir este contenido de Gracia a Vosotros sin fines comerciales de acuerdo con la política de Derechos de Autor de Gracia a Vosotros. Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org

La visitación más esperada

DICIEMBRE, 03

La visitación más esperada

Devocional por John Piper

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque nos ha visitado y ha efectuado redención para su pueblo, y nos ha levantado un cuerno de salvación en la casa de David su siervo, tal como lo anunció por boca de sus santos profetas desde los tiempos antiguos, salvación de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos aborrecen… (Lucas 1:68-71)

Observemos dos puntos dignos de destacar en las palabras de Zacarías de Lucas 1.

En primer lugar, nueve meses atrás Zacarías no pudo creer que su esposa daría a luz un hijo. Ahora, lleno del Espíritu Santo, está tan convencido de la obra redentora de Dios en el futuro Mesías, que lo expresa en tiempo pasado. Para la mente que tiene fe, una promesa hecha por Dios equivale a estar ya cumplida. Zacarías había aprendido a confiar en la palabra de Dios y por eso hizo una afirmación notable: «¡Dios nos ha visitado y nos ha redimido!».

En segundo lugar, la venida de Jesús el Mesías es una visitación de Dios al mundo: «el Señor, Dios de Israel… nos ha visitado y ha efectuado redención». Durante siglos, el pueblo judío había languidecido bajo la convicción de que Dios se había apartado de ellos: el espíritu de profecía había cesado e Israel había caído bajo el Imperio Romano. Todas las personas piadosas de Israel esperaban la visitación de Dios. Lucas 2:25 dice que el devoto Simeón «esperaba la consolación de Israel». Y en Lucas 2:38, Ana oraba sin cesar porque «esperaba la redención de Jerusalén».

Eran días de gran expectativa. La tan esperada visitación de Dios estaba a punto de acontecer. De hecho, llegaría de la forma menos esperada.


Devocional tomado del sermón “Jesus Is the Horn of Salvation

Todos los derechos reservados ©2017 Soldados de Jesucristo y DesiringGod.org

«El SEÑOR, poderoso en batalla»

3 de diciembre

«El SEÑOR, poderoso en batalla»

Salmo 24:8 (LBLA)

Bien puede nuestro Dios ser admirable a los ojos de su pueblo, si tenemos en cuenta las grandes maravillas que él ha obrado por ellos, en ellos y por medio de ellos. Por ellos, el Señor Jesús venció a todos los enemigos en el Calvario, haciendo pedazos las armas del adversario mediante su perfecta obra de obediencia expiatoria. Por medio de su triunfante resurrección y ascensión, acabó con cada una de las esperanzas del Infierno: llevando cautiva la cautividad, exhibiendo públicamente a nuestros enemigos y triunfando sobre ellos en la cruz. Todo dardo acusador que Satanás pudiera arrojarnos está quebrado, ¿porque quién puede tramar algo para acusar a los escogidos de Dios? Inútiles resultan las afiladas espadas de la malicia infernal y los perpetuos combates de la simiente de la Serpiente; pues, en la Iglesia, el cojo arrebata presa y los soldados más débiles salen coronados.

Bien pueden los salvados adorar a su Señor por las conquistas que él ha obtenido en ellos, pues los dardos de su natural enemistad ha sido quebrados y las armas de su rebelión han quedado rotas. ¡Qué victoria ha logrado la gracia divina sobre nuestros malvados corazones! ¡Cuánta gloria recibe Jesús cuando la voluntad resulta sometida y se destrona el pecado! En cuanto a las maldades que nos quedan, estas también sufrirán una derrota segura, y toda tentación, toda duda y todo temor se verán enteramente destruidos. En la Salem de nuestros pacificados corazones, el nombre de Jesús es incomparablemente admirable. Él ha conseguido nuestro amor y lo llevará sobre sí. También podemos esperar nosotros victorias seguras, obtenidas por nosotros mismos: Somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. A través de nuestra fe, nuestro celo y nuestra santidad, derrotaremos a las potestades de las tinieblas que están en el mundo; ganaremos a los pecadores para Jesús; trastornaremos falsos sistemas y convertiremos a naciones enteras; pues Dios está por nosotros y nadie nos podrá resistir. ¡Entone cada soldado cristiano en esta noche el cántico de guerra y prepárese para el combate de mañana: «Porque mayor es el que está en vosotros que el que está en el mundo» (1 Jn. 4:4)!

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 348). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

2 Crónicas 2 | 1 Juan 2 | Nahúm 1 | Lucas 17

3 DICIEMBRE

2 Crónicas 2 | 1 Juan 2 | Nahúm 1 | Lucas 17

Bien podríamos preguntarnos por qué se debe alabar a Dios por amar al mundo (Juan 3:16) si a los cristianos se les prohíbe amarlo (1 Juan 2:15–17).

El mundo, como se presenta habitualmente en Juan y 1 Juan, es el orden moral en rebelión contra Dios. Cuando se nos dice que Dios ama al mundo, debemos admirar ese amor porque el mundo es demasiado malo. El amor de Dios es el origen de su obra de redención. Si bien su santidad genera su ira (Juan 3:36), su carácter de amor (1 Juan 4:8, 16) engendra su misión redentora.

Lo que Dios prohíbe en 1 Juan 2:15–17, sin embargo, es algo muy diferente. Dios ama al mundo con el amor santo de la redención; nos prohíbe amar al mundo con el amor escuálido de la participación. Dios ama al mundo con el amor sacrificado que le costó la vida a su Hijo; no debemos amar al mundo con el amor egocéntrico que quiere gustar todo el pecado del mundo. Dios ama al mundo con el poder redentor que transforma a los individuos de tal manera que estos dejan de pertenecer al mundo; se nos prohíbe amar al mundo con la debilidad moral que seduce un aumento de la cantidad de gente mundana al convertirnos nosotros mismos en participantes plenos. El amor de Dios por el mundo debe ser admirado por su combinación única de pureza y sacrificio; el nuestro incita al horror y al asco por su impureza y maldad rapaz.

El mundo que Juan visualiza no es agradable. Se caracteriza por todos los deseos de nuestra naturaleza pecaminosa (“los deseos de la carne”, 2:16), todas las cosas de afuera que nos asedian y nos tientan a alejarnos del Dios vivo (“la codicia de los ojos”, 2:16), toda la arrogancia de la dominación, apropiación y control (“la arrogancia de la vida” 2:16). Nada de esto proviene del Padre, sino del mundo.

Pero los cristianos hacen sus evaluaciones a la luz de la eternidad. “El mundo se acaba con sus malos deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (2:17). Lástima de la persona cuya identidad personal y esperanza dependen de cosas transitorias. De aquí a diez billones de años, en la eternidad, resultará un poco tonto presumir del coche que hoy día conduces, de la cantidad de dinero o educación que recibiste, de cuántos libros poseías, de la cantidad de veces que saliste en los periódicos. Haber ganado o no un Oscar en ese entonces será menos importante que haberle sido infiel a tu cónyuge. Si fuiste o no una estrella de baloncesto será menos significativo que cuánto de tu riqueza donaste generosamente. “El que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (2:17).

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 337). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Su nombre es Admirable

Un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.

Isaías 9:6

Su nombre es Admirable

“Un niño nos es nacido, hijo nos es dado”, escuchamos en varios villancicos de Navidad. Estas palabras son una profecía de la Biblia anunciada unos 700 años antes de que se cumpliese el nacimiento de Jesús.

“Un niño nos es nacido, hijo nos es dado”. Ese niño es el “Hijo del Padre”, quien estaba junto a Dios y ahora nos es dado.

“El principado sobre su hombro”. Un día gobernará al mundo con justicia; pero antes, renunció a todos sus derechos para morir en una cruz.

“Se llamará su nombre”. Recibe varios títulos concentrados en una misma persona:

“Admirable”. Toda su persona hace que sea admirable. Su nombre es Jesús, Dios salva, y también es “Emanuel”, Dios con nosotros.

“Consejero”. Creó todo con el Padre; formó el proyecto eterno de Dios; es la sabiduría de Dios.

“Dios Fuerte”. Es el poder de Dios y cumplirá su proyecto. Hizo la purificación de los pecados y es la “resurrección y la vida” (Juan 11:25).

“Padre Eterno”. No tiene principio ni fin, dio origen al tiempo y es el Maestro de la historia.

“Príncipe de Paz”. Este último título evoca su bondad y abnegación por la humanidad, “haciendo la paz mediante la sangre de su cruz” (Colosenses 1:20)

“Dijo Manoa al ángel del Señor: ¿Cuál es tu nombre, para que cuando se cumpla tu palabra te honremos? Y el ángel del Señor respondió: ¿Por qué preguntas por mi nombre, que es admirable?” (Jueces 13:17-18).

Job 41 – Santiago 2 – Salmo 136:23-26 – Proverbios 29:3-4

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
ediciones-biblicas.ch – labuena@semilla.ch