Sufrimiento con propósito

Sufrimiento con propósito

4/22/2018

Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre. (Hebreos 6:20)

El propósito de Cristo al llevar nuestros pecados en la cruz y soportar las tinieblas de la muerte fue abrir el camino hacia Dios. El apóstol Pedro dijo que Cristo murió “para llevarnos a Dios” (1 P. 3:18). Dios mostró simbólicamente esa verdad al rasgar el velo del templo de arriba abajo, abriendo el lugar santísimo al acceso inmediato de todos los adoradores (Mt. 27:51). Como sacerdotes, todos los creyentes pueden entrar a la presencia de Dios (1 P. 2:9; He. 4:16).

El verbo griego traducido como “pueda llevarnos” (1 P. 3:18) expresa el propósito de la obra de Jesús. Se empleaba a menudo el verbo cuando se estaba presentando a alguien. La forma nominal de la palabra se refiere al que hace la presentación. En la época de Cristo, los funcionarios de las cortes antiguas controlaban el acceso al rey. Una vez que estaban convencidos del derecho de ese acceso de una persona, el funcionario llevaba a esa persona a la presencia del rey. Y esa es precisamente la función que Jesucristo desempeña por nosotros ahora. Como Él dijo: “Nadie llega al Padre sino por mí” (Jn. 14:6). Él vino para llevarnos a la presencia del Padre.

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El culpable

Domingo 22 Abril

http://labuenasemilla.net/20180422

No hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia (la de Dios); antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.

Hebreos 4:13

Los caminos del hombre están ante los ojos del Señor, y él considera todas sus veredas.

Proverbios 5:21

El culpable

Esta mañana escuché en la radio que un ex ministro había sido llamado a rendir cuentas de sus actividades. Al mediodía un diputado de su movimiento político precisó: «El ministro simplemente es examinado; esto solo significa que tendrá que responder a algunas preguntas del magistrado. Por ahora no es culpable».

Efectivamente, en la mayoría de los países, en derecho una persona es presuntamente inocente mientras su culpabilidad no haya sido establecida por un tribunal. Pero ante Dios, si cometemos un acto ilegal, somos culpables, estén o no estén establecidos los hechos por la justicia de los hombres. La falta puede permanecer oculta y no ser demostrada nunca, pero de todas maneras fue cometida.

Lo principal, piensan algunos, es que no me descubran. ¡Pero esto es ver las cosas a corto plazo! Pues habrá un día en que “Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala” (Eclesiastés 12:14). “Ha establecido un día en el cual juzgará al mundo” (Hechos 17:31).

Ese día aún es futuro, pero seguro que vendrá, y el juicio será justo. Por ello es urgente ponernos en regla con Dios. Él prometió perdonar y olvidar los pecados de todos los que se arrepienten y creen en Jesucristo, su Hijo. Él pagó el precio de este perdón al dar su vida por nosotros los culpables.

¡No tarde en reconocer su culpabilidad y acepte la gracia que Dios le ofrece!

Isaías 33 – 2 Pedro 2 – Salmo 46:8-11 – Proverbios 14:7-8

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