Sigue vivo

Sigue vivo

4/25/2018

Pero vivificado en espíritu. (1 Pedro 3:18)

El versículo de hoy hace una mención específica del espíritu de la vida de Jesucristo; no se refiere al Espíritu Santo. El apóstol Pedro está comparando lo que le ocurrió a la carne (o cuerpo) de Jesús con lo que le ocurrió a su espíritu. Su espíritu estaba vivo pero su carne estaba muerta.

Algunos piensan que “vivificado en espíritu” se refiere a la resurrección física de Cristo, pero eso necesitaría una declaración como: “Siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en la carne”. La resurrección fue un hecho espiritual y físico. Así que lo que Pedro quiere decir es que, aunque Cristo estaba físicamente muerto, su espíritu seguía vivo.

En la cruz, el espíritu de Cristo experimentó una breve separación de Dios. Él dijo: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mt. 27:46). Sin embargo, la separación terminó pronto, ya que poco después del lamento de nuestro Señor, Él dijo: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc. 23:46). De modo que ya su espíritu no estaba separado de Dios; le fue entregado al Padre.

Edificaré mi Iglesia (1)

Miércoles 25 Abril

http://labuenasemilla.net/20180425

Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella.

Efesios 5:25

Edificaré mi Iglesia (1)

En la guía telefónica de mi ciudad, que no es muy grande, hay registradas unas diez iglesias diferentes. A menudo oigo a cristianos hablar de «su» iglesia. Sin embargo, en la Palabra puedo leer que “Jesús había de morir… para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos” (Juan 11:51-52). Los apóstoles hablan de iglesias (iglesias locales ubicadas en una u otra localidad, pero todas hacen parte de la misma Iglesia). La palabra “iglesia”, traducida también por “asamblea”, suele estar en singular en la Biblia. Y cuando el Señor Jesús anuncia su formación, dice: “Edificaré mi iglesia” (Mateo 16:18). Al principio de su historia, recopilada en el libro de los Hechos, “todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas” (Hechos 2:44).

¿Qué debo concluir? Sin duda, que las divisiones son obra de Satanás y que nosotros, los cristianos, le hemos ayudado mucho mediante nuestros egoísmos y desvíos con respecto a la enseñanza bíblica.

No obstante me alegra tener la seguridad de que Jesús mismo edifica su asamblea y garantiza su unidad y su futuro. “Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella”, “la sustenta y la cuida”, “para santificarla” (Efesios 5:25-29). Él añade cada día nuevas “piedras vivas” (1 Pedro 2:5). Y pronto él mismo vendrá a buscarla (1 Tesalonicenses 4:16) para tenerla junto a él en el cielo.

Sí, tristemente los creyentes dan una imagen muy dividida de la Iglesia, pero yo me esfuerzo en verla como Jesús la ve y ocupar mi lugar de una forma que agrade al Señor.

(mañana continuará)

Isaías 37 – Marcos 1:21-45 – Salmo 48:9-14 – Proverbios 14:13-14

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