Vida Plena

Vida Plena

Samuel Perez Millos

Llegue mi clamor delante de ti, oh Jehová; dame entendimiento conforme a tu palabra” (Sal. 119:169).

Llegamos a la última estrofa del Salmo (vv. 169-176). Un tesoro lleno de enseñanzas para nuestra vida, en cada circunstancia y en cada ocasión. Quiero tomar esta final como el resumen de todo el contenido, cerrando la reflexión como el secreto para una vida plena.

COMPROMETIDO CON LA ORACIÓN

Primeramente, esa vida debe estar comprometida con la oración (vv. 169-170). La oración fue la tónica del Salmo. En ocasiones pidió ayuda sobre los enemigos (v. 153), otras aliento en la prueba (v. 153b), pidiendo ayuda para entender las razones por las que se produce (Stg. 1:5). La oración será en ocasiones un clamor que sube delante de Dios (v. 169a); otras un ruego: “dame entendimiento” (v. 169b); a veces un diálogo con Dios, que es la oración (170a).

En esto seguimos el ejemplo del Señor, y obedecemos Su mandamiento que nos insta a “orar sin cesar”. La razón para orar es la promesa de Dios: “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jer. 33:3).

COMPROMETIDO CON LA ALABANZA

En segundo lugar, una vida plena es aquella en que la alabanza se manifiesta (v. 171). En cada momento hay razones para alabar a Dios, Él ha mostrado “su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Ro. 5:8). Sus misericordias son nuevas proveyendo una salvación segura, el aliento en cada circunstancia adversa, la restauración en las caídas y la suprema esperanza de gloria, que es Cristo en nosotros (Col. 1:27). Hoy tenemos razones para alabarle. Ningún problema es mayor que Su gracia.

VIVIR EN DEPENDENCIA

En tercer lugar, se nos llama a una vida de dependencia (v. 173). Necesitamos sustento y socorro, no hay recursos en nosotros, pero Su mano está siempre pronta para socorrernos. Debo entender que, separado de Él, nada puedo hacer (Jn. 15:5). Debemos oír Su advertencia: “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zac. 4:6). Es el tiempo para volvernos en dependencia a Dios y decir delante de Él, como el antiguo himno: Por fe yo voy, sintiendo mi flaqueza”.

VIVIR EN SANTIDAD

También la vida plena se desarrolla en la santificación (v. 174). Nuestra salvación se desarrolla en la santidad: “como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo” (1 P. 1:15.16).

AMAR LA PALABRA

La penúltima base es amor por la Palabra. El Salmo nos enseñó que es fuente de orientación (v. 24); de consuelo (v. 77); de esperanza (v. 92); de liberación (v. 143). El secreto no está en conocer la Biblia, sino en vivir conforme a ella.

DAR TESTIMONIO

Finalmente, la vida plena es una vida de testimonio (v. 175). Miro todo esto y me doy cuenta que debo confesar delante del Señor que muchas veces fracaso porque soy “como oveja extraviada” (v. 176). Quiero reconocer que no siempre estoy en el camino correcto que Él me marca. Pero, se también que es en mi debilidad donde se manifiesta el poder de Dios. Por eso tengo una petición que quiero expresar delante de Él: “busca a tu siervo”, de otro modo “sostén a tu siervo”.

Mi mayor bendición no es la de ser restaurado, sino la de ser sostenido.

 Me doy cuenta, cada vez más, al cabo de mis años, que esta es mi mayor necesidad.

Señor, dame un corazón que ore siempre, mientras Tú me sustentas en la gracia.

Samuel Pérez Millos, es pastor en la Iglesia Evangélica Unida de la ciudad de Vigo, España, desde el 26 de septiembre de 1981. – Cursó los estudios de Licenciatura en Teología, en el Instituto Bíblico Evangélico, graduándose el 10 de junio de 1975.

¿Por qué damos testimonio?

Febrero 5

¿Por qué damos testimonio?

En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. (Juan 15:8)

Es probable que la mayoría de las personas piensen que debemos ser salvos por otras razones que no sean glorificar a Dios. Muchos cristianos por lo general darán las siguientes como las razones de que den testimonio:

• Mantener a las personas fuera del infierno.

(Quieren que no sufran el castigo eterno.)

• Manifestar el amor de Dios.

• Obedecer el mandato de Cristo.

En Mateo 28:18-20 y en Hechos 1:8, Jesús nos dice que evangelicemos.

Todas esas son razones válidas y bíblicas para la evangelización, pero la principal razón de que debamos predicar el evangelio es para la gloria de Dios.

Del libro La Verdad para Hoy de John MacArthur DERECHOS DE AUTOR © 2001 Utilizado con permiso de Editorial Portavoz, http://www.portavoz.com

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Una terrible pregunta

Martes 5 Febrero

Del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre.

Mateo 15:19-20

Una terrible pregunta

El escritor ruso Solzhenitsyn, quien conoció los horrores de los campos de trabajo forzado, escribió sobre sus verdugos: «¿Cómo apareció esta horda de lobos? ¿No tienen las mismas raíces que nosotros? ¿No tienen la misma sangre?». Y él mismo da la respuesta: «Sí, somos de la misma sangre. Y cada uno debería preguntarse: si mi vida hubiera sido de otra manera, ¿no hubiera sido yo también como uno de estos verdugos? Es una terrible pregunta, si se la quiere responder honestamente».

Este hombre conoció la perversidad del corazón humano. Lo vio de cerca, cuando nada lo retenía, libre de llevar a cabo todas sus locuras. Y toda esa maldad lo espantó.

Podríamos esperar que el juicio del escritor solo alcanzara a «la horda de lobos». Sin embargo, también encontró que en el corazón de los torturados, así como en el suyo propio, existía la misma naturaleza, la misma fuente de mal que en el de los verdugos.

Reconocer que el corazón humano es totalmente malo es un punto importante. Pero no debemos quedarnos ahí: existe un remedio. ¿De dónde viene? ¿De la aplicación de un principio filosófico o de una regla moral? ¡En absoluto! Ese remedio viene del cielo, de Dios. Sí, Dios vino para salvar al hombre caído en el pecado. ¿Cómo? Dando a su Hijo en rescate.

Solo es necesario abrir el corazón a Dios, pasar por un nuevo nacimiento espiritual y recibir así un corazón nuevo.

1 Samuel 30 – Mateo 22:23-46 – Salmo 19:7-10 – Proverbios 7:6-23

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