El juzgar los frutos espirituales

Agosto 19

El juzgar los frutos espirituales

No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. (Mateo 7:18)

Un árbol frutal puede ser hermoso y decorativo, y dar una sombra refrescante en el verano. Pero su principal propósito es dar frutos, y por tanto se le juzga por lo que produce y no por lo que aparenta. De igual manera, a cualquiera que diga que habla en nombre de Dios se le ha de juzgar por su vida, no simplemente por su apariencia ni por sus palabras.

A veces los falsos profetas pueden engañar incluso a los cristianos genuinos. Si se vuelve descuidado respecto a la Palabra de Dios, perezoso en cuanto a la oración e indiferente acerca del reino de Dios, es fácil que lo engañe un maestro talentoso, ameno y con facilidad de palabra que aparenta ser ortodoxo.

Por lo tanto, es importante que siga vigilante y preparado. Los malos frutos de un árbol malo son sencillamente inaceptables, sin que importe cuán bueno puedan ambos parecer. Se les debe examinar con cuidado (vea He. 5:14).

Pero para el creyente de experiencia hay una verdadera garantía en las palabras de Jesús: “por sus frutos los conoceréis” (Mt. 7:20). No hay por qué ser engañado si se observa cuidadosamente.

Del libro La Verdad para Hoy de John MacArthur DERECHOS DE AUTOR © 2001 Utilizado con permiso de Editorial Portavoz, http://www.portavoz.com

Usted podrá reproducir este contenido de Gracia a Vosotros sin fines comerciales de acuerdo con la política de Derechos de Autor de Gracia a Vosotros. Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org

Estatuas de cera

Lunes 19 Agosto

Conoce el Señor a los que son suyos.

2 Timoteo 2:19

No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

Mateo 7:21

Estatuas de cera

Durante unas vacaciones pasadas en Londres con mis nietos, fuimos al famoso museo de cera de Madame Tussaud. Les expliqué quiénes eran esos personajes célebres del pasado, vestidos a la usanza de sus tiempos y ubicados dentro del marco de la época. Sin embargo, las personalidades históricas no les interesaron tanto como las estatuas de cera que representaban a los visitantes sentados en bancos u observando otras estatuas.

Trataban de adivinar quiénes eran estatuas y quiénes eran personas reales. El juego se complicaba cuando algunos bromistas imitaban a las estatuas quedándose completamente inmóviles. ¡Había que tocarlos para notar la diferencia!

Esperando a los niños pensé en el falso cristianismo que aparenta tener la verdadera vida, la vida eterna. El parecido es perfecto, no falta nada, excepto lo principal: la vida divina. Una religión no puede comunicar la vida. El bautismo tampoco es suficiente. Los falsos cristianos pueden engañar al mundo, hacerse ilusiones, pero nunca podrán engañar a Dios.

Nosotros también deberíamos hacernos la pregunta –y no es un juego: ¿Soy un cristiano auténtico, tengo una relación personal con Jesucristo o, al contrario, soy un cristiano ficticio? ¿Cuál será mi respuesta, y la suya? ¿Ha recibido usted la vida eterna?

“Mis ovejas oyen mi voz, y yo (Jesús) las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano” (Juan 10:27-28).

2 Crónicas 5 – Lucas 23:1-25 – Salmo 96:7-13 – Proverbios 21:23-24