La ira de Sansón – 3/6

Iglesia Evangélica de la Gracia

El Evangelio según Sansón

La ira de Sansón – 3/6

David Barceló

David Barceló

David es licenciado en Psicología y graduado de los seminarios Westminster en California (MA) y Westminster en Filadelfia (DMin). Es miembro de la NANC y graduado en Consejería Bíblica por IBCD. David ha estado sirviendo en la Iglesia Evangélica de la Gracia, desde sus inicios en mayo de 2005, siendo ordenado al ministerio pastoral en la IEG en junio de 2008.

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Rechace los falsos credos

Agosto 21

Rechace los falsos credos

Vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina… Pero tú sé sobrio en todo. (2 Timoteo 2:15)

El profeta Isaías dio este buen consejo respecto a reconocer la falsa doctrina: “¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido” (Is. 8:20). Las doctrinas heréticas y los falsos credos no pueden resistirse al escrutinio de la luz divina de la Biblia.

Los falsos credos nunca enseñan la necesidad de entrar por la puerta estrecha de Cristo o andar por su camino angosto. A primera vista su contenido pudiera parecer ortodoxo y exigir verdadera fe, pero al final su mensaje radicará en el fundamento de las obras humanas y enseñara la salvación por el esfuerzo humano. Tales credos no mostrarán la profundidad o el peligro del pecado y de la depravación humana, y como consecuencia no presentarán la necesidad del arrepentimiento, del perdón y de la sumisión al Señor.

El mensaje de todos los falsos credos es un mensaje de deficiencias, y la mayor de todas es la omisión de la verdad del evangelio que salva.

Del libro La Verdad para Hoy de John MacArthur DERECHOS DE AUTOR © 2001 Utilizado con permiso de Editorial Portavoz, http://www.portavoz.com

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¿Qué dice la Biblia acerca del legalismo?

Got Questions

¿Qué dice la Biblia acerca del legalismo?

La palabra “legalismo” no se encuentra en la Biblia. Es un término que usan los cristianos evangélicos para describir una posición doctrinal enfatizando un sistema de reglas y reglamentos, para alcanzar tanto la salvación como el crecimiento espiritual. Los legalistas creen que es necesaria la estricta adherencia literal a esas reglas y reglamentos. Doctrinalmente, es una posición esencialmente opuesta a la gracia. Aquellos que sostienen una postura legalista, pueden fallar aún en ver el propósito real de la ley, especialmente el propósito de la Ley de Moisés en el Antiguo Testamento, el cual debe ser nuestro “ayo” o “tutor” para traernos a Cristo. (Gálatas 3:24).

Aún los creyentes verdaderos pueden ser legalistas. En vez de eso, somos enseñados a ser misericordiosos unos con otros. “Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones” (Romanos 14:1). Tristemente, existen aquellos que se sienten tan seguros acerca de doctrinas no importantes, que te excluirán de su círculo, antes de permitirte que expreses otra opinión. Eso, también, es legalismo. Muchos creyentes legalistas de hoy cometen el error de demandar solidaridad incondicional a sus propias interpretaciones bíblicas, y aún a sus propias tradiciones. Por ejemplo, hay aquellos que sienten que, para ser espirituales, uno simplemente debe evitar el tabaco, las bebidas alcohólicas, los bailes y el cine, etc. La verdad es que el evitar esas cosas no es ninguna garantía de espiritualidad.

El apóstol Pablo nos advierte del legalismo en Colosenses 2:20-23: «Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos tales como: No manejes, ni gustes, ni aun toques (en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso? Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne». Los legalistas pueden parecer justos y espirituales, pero el legalismo en última instancia no logra los propósitos de Dios porque es una actuación externa en vez de un cambio hacia adentro.

Para evitar caer en la trampa del legalismo, podemos comenzar por asirnos firmemente a las palabras del apóstol Juan, “Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo…” (Juan 1:7), y recordar el ser misericordiosos, especialmente hacia nuestros hermanos y hermanas en Cristo. “¿Tú, quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme” (Romanos 14:4). “Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo” (Romanos 14:10).

Aquí es necesaria una palabra de precaución. Mientras que necesitamos ser misericordiosos unos con otros y tolerantes sobre desacuerdos y asuntos disputables, no podemos aceptar la herejía. Somos exhortados a contender por la fe que una vez nos fue confiada a los santos (Judas 1:3). Si recordamos estos lineamientos y los aplicamos en amor y misericordia, no caeremos ni en el legalismo ni en la herejía. “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo” (1 Juan 4:1).

Usado con permiso del Ministerio Got Questions

Tomado de GotQuestions.org. Todos los Derechos Reservados

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Una cosa te falta

Miércoles 21 Agosto

Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.

Marcos 10:21-22

Una cosa te falta

El joven que fue a ver a Jesús tenía todo para ser feliz: posición social, cultura religiosa, bienes materiales. Además llevaba una vida ejemplar: respetaba la ley de Dios desde su juventud y buscaba con sinceridad la vida eterna. La Biblia especifica: Jesús “le amó”. Y ese amor ayudó al joven a descubrir un problema en su vida: “Una cosa te falta… Ven, sígueme”. Esto también es cierto para nosotros: Jesús desea mostrarnos lo que nos impide seguirle, porque nos ama. Para ese joven, sus riquezas eran el obstáculo entre el Señor y él.

Las redes sociales, las películas, las diversas publicidades o clips envían el mismo mensaje: «Para ser feliz necesitas dinero». Y la mentalidad de hoy está muy marcada por esta consigna. Jesús revierte esta concepción de felicidad. Nos enseña que los bienes materiales son una fuente de tristeza si nos impiden seguirle. Esto es verdad para conocerle como Salvador y también en el transcurso de nuestra vida cristiana. Dejémonos interpelar: ¿Qué nos cuesta dejar para seguir al Señor? ¿Qué debo abandonar en mi vida, porque me impide seguirle?

No se trata de ganar la vida eterna, como ese joven, sino de seguir a Jesús por la fe. Se trata de cortar los vínculos que nos atan al mundo y nos impiden consagrarnos a nuestro Maestro. ¡Sin embargo vale la pena!

“¿Qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Mateo 16:26).

2 Crónicas 6:22-42 – Lucas 24:1-35 – Salmo 97:8-12 – Proverbios 21:27-28