Jueves 31 Agosto Los príncipes vinieron a mí, diciendo: El pueblo de Israel y los sacerdotes y levitas no se han separado de los pueblos de las tierras… han tomado de las hijas de ellos para sí y para sus hijos, y el linaje santo ha sido mezclado con los pueblos de las tierras… Cuando oí esto, rasgué mi vestido y mi manto, y arranqué pelo de mi cabeza y de mi barba, y me senté angustiado en extremo. Esdras 9:1-3 Después de la cautividad en Babilonia (25) Tristes noticias Esdras y los que lo acompañaban solo llevaban unos días en Jerusalén cuando recibieron una triste noticia: muchos israelitas, incluso sacerdotes y levitas, se habían casado con personas paganas de los pueblos que los rodeaban. Sus líderes y gobernantes fueron los primeros en hacerlo. Su reacción fue inmediata: ayunó, rasgó su ropa y se arrancó el pelo y la barba, y se sentó desesperado hasta el sacrificio de la tarde. Quienes temían ante la Palabra de Dios se unieron a él en su angustia.
En el momento del sacrificio de la tarde -la hora en que nuestro Señor Jesús, varios años más adelante, murió en la cruz por nuestros pecados- Esdras se puso de rodillas y comenzó a orar con vergüenza y humillación, llorando y confesando este gran pecado: habían desobedecido al Señor al casarse con mujeres paganas. Al orar, se identificó con las personas que habían pecado. Orando con toda humildad, reconoció que Dios es justo. Dijo varias veces “nosotros” en su oración, pero nunca dijo “ellos”. Muchos hombres, mujeres y niños se unieron a él durante su oración, y todos lloraron amargamente.
Nuestra tendencia natural, cuando el pecado sale a la luz, es culpar a los que han pecado, haciéndonos quedar bien por efecto de comparación. Sin embargo, ante Dios, no solo somos personas individuales, sino también parte del grupo al que pertenecemos, ya sea una asamblea, una comunidad o una nación. Que Dios nos ayude a ocupar nuestro lugar en la humillación ante él. Esdras no se dio por vencido ni regresó a Babilonia para asociarse con mejores personas. Él, junto con quienes lo acompañaban, necesitaban no solo confesar, sino también abandonar su pecado para hallar misericordia (Pr. 28:13).
Cuando me pidieron que escribiera sobre el dominio propio y la ira, mi respuesta inmediata fue: «¡Soy la última persona que debería escribir sobre este tema!». No dije esto porque no tenga problemas en esta área, sino porque, en el momento en que me preguntaron, estaba lidiando con cosas que revelaban ira dentro de mi propio corazón. Simplemente había tantas situaciones que estaban alimentando este pecado en mí. Para comenzar, a mi familia le habían pedido que se mudara inesperadamente y lo encontré injusto. Luego, mi esposa enfermó durante más tiempo del esperado y tuve que hacerme cargo del cuidado de los niños, labor en la cual, mis frustraciones, irritabilidad e ira pasaron a primer plano y asomaron su fea cabeza. Además, la mudanza a la nueva casa significó más tiempo en el tráfico y, a menudo, me encuentro frustrado y molesto con otras personas —con mi ira hirviendo al máximo— por sus habilidades de conducción o la falta de ellas. Entonces, escribo estas cosas como un compañero pecador que constantemente está tratando de hacer morir estos pecados.
Diferenciando entre la ira justa y la ira pecaminosa Muchas veces, cuando surge el tema de la ira, queremos pasar inmediatamente a la idea de la ira justa y al hecho de que las Escrituras nos dicen que debemos o podemos estar enojados, pero no pecar (Ef. 4:26). Debido a este pasaje, concluimos que nuestra ira es justa o tratamos de excusarnos o justificar nuestra ira. Buscamos justificarla diciendo que otros han actuado de maneras que han provocado nuestra justa ira.
HTML tutorial Necesitamos comprender rápidamente, que la ira justa es la que viene porque vemos que se quebranta la ley de Dios. Así que, podemos fácilmente reflexionar y darnos cuenta de que, lo más probable, es que nuestra ira generalmente no proviene de algo que podríamos llamar justo y, muchas veces, no es algo que controlamos bien.
Pero ¿qué es la ira? Creo que podemos reconocer fácilmente que la ira no es amor porque el amor es paciente y amable. Pero ¿qué es la ira? La ira es el descontento con los demás, y con las cosas o situaciones a las que reaccionamos con palabras, emociones, actitudes o acciones pecaminosas; y mientras nos comportamos de este modo, estamos dirigiendo este diluvio de maldad hacia el que se cree que está causando nuestro problema. Pero si queremos (y debemos) ser honestos, reconoceremos que, ante todo, y sin excusa alguna, la ira es pecado.
Dominio propio ante la ira A lo largo de las Escrituras se nos dice que debemos tener dominio propio y hemos visto, poco a poco, cómo aplicarlo a varios aspectos de la vida, todo en dependencia del Espíritu Santo. Nuestra ira es otra área, otro pecado que debe ser dominado. Como todos habrán experimentado, la ira suele tomar control. No le gusta contenerse. No quiere tener riendas que lo sujeten. Entonces, tener dominio propio nos ayudará a controlar nuestra ira, irritabilidad y frustración. Para esta titánica labor, la clave es la forma en que pensamos acerca de nuestra ira y el dominio propio. Cuando Pablo escribe acerca de los líderes de la iglesia, dice que deben se sobrios y poseer dominio propio (Tit. 2:2). Pedro también habla de tener una mente sobria y dominio propio (1 P. 5:8-10). A menudo parece haber una conexión con el dominio propio y la forma en que pensamos. Y nuestros pensamientos deben ser, principalmente, nutridos y saturados por las Escrituras.
Por lo tanto, una de las primeras cosas de las que debemos darnos cuenta sobre el dominio propio y nuestra ira es que nuestro enojo nos ha hecho pensar incorrectamente acerca de Dios. Cuando nos enojamos, principalmente afirmamos que lo que Dios ha hecho está mal. Regularmente se encuentra que la ira es olvidar la gracia de Dios en nuestras propias vidas y la bondad con la que Dios nos ha tratado. Mencioné anteriormente nuestra mudanza inesperada. En ese acontecimiento, en el centro de mi ira estaba la sensación de que me habían tratado injustamente y estaba olvidando la bondad de Dios para con nosotros en su sabia providencia. Aunque quería justificar mi ira sobre la base de lo que alguien más había hecho, en verdad, en ese momento me faltó el control de mí mismo, porque me había olvidado de que nuestro Dios realmente no me trataba como se merecen mis pecados.
¿Cómo buscar dominio propio ante la ira? Entonces, las formas más obvias de asegurarme de que tengo dominio propio y una mente sobria son la dependencia constante de la Palabra de Dios para informar mi pensamiento. La forma en que tengo la victoria sobre mi ira y otros pecados que son hermanos de esta, es teniendo mi mente constantemente transformada por la Palabra de Dios. Pablo dice en Romanos 12:2 que debemos ser transformados «mediante la renovación de [nuestra] mente». También les dice a los Efesios que deben ser «renovados en el espíritu de su mente» (Ef. 4:23)..
Si queremos matar nuestra tendencia a gritarles a los niños, dejar que las opiniones de otras personas nos molesten, enojarnos con esos corredores de la fórmula 1 en nuestras calles, hablar mal de otros, tener resentimiento hacia los demás y toda una serie de otros pecados, entonces debemos tener constantemente nuestras mentes transformadas por la Palabra de Dios. Nunca podrás luchar contra la ira si constantemente piensas de manera incorrecta al respecto.
¿Cómo pensamos incorrectamente acerca de nuestra ira? Debemos dejar la tendencia de querer decir que la mayor parte de nuestra ira se debe a lo que otros han hecho, para eso, es útil recordar que nadie nunca causa nuestra ira, sino que proviene de nuestro interior. Debemos dejar de culpar a otros. Las personas pueden darnos la oportunidad de responder con ira, pero nuestra ira no es su culpa.
Por lo tanto, lo que eso debe producir en mí es una rápida y veloz respuesta a mi ira. Debo reconocer mi enojo y confesarlo regularmente cuando sé que estoy fallando en tener dominio propio y ser sobrio con mi enojo. Cuando tengo esa respuesta insistente de decirle a alguien lo que pienso, criticar a otros por cómo han hecho algo, o frustrarme con las personas en mi vida por no estar a la altura de mis expectativas, debo ir a Cristo y confesarlo. La forma de tener dominio propio es reconocer la existencia del pecado y sacarlo a la luz en lugar de ocultarlo o encubrirlo. Es ser rápido para ir a aquellos con los que me he enfadado, pedir perdón y confesar mis malas acciones. Esto es lo que hace una persona de mente sobria y con dominio propio. Ve la profundidad de su depravación y la confiesa abiertamente, arrepintiéndose y luego se esfuerza por una nueva obediencia en Cristo. Parece que el recaudador de impuestos en Lucas 18 se inclinó clamando a Dios por misericordia porque su pecado lo deshizo. Eso debe pasar en nuestro corazón al pensar en la maldad remanente en nuestras almas. ¡Cuando pensamos sobriamente acerca de nuestro pecado, nos ayuda a ser honestos para que podamos tener más dominio propio!
Conclusión Finalmente, en un nivel práctico, quisiera cerrar dando algunos consejos como experto en la ira. Usa el tiempo entre tus temporadas de ira para establecer formas de luchar contra ella. Nota que tu enojo tiene consecuencias y comienza a utilizar los momentos en que no estás enojado para tratar el enojo por lo que es: un ataque moral a la ley de Dios. Busca formas de ver señales de cuándo la ira tiende a alejar lo mejor de ti. Memoriza y estudia las Escrituras que renuevan tu mente para ver las profundidades de tu pecado. Ora regularmente para que Cristo te dé ojos para ver cómo tu ira te hace perder el dominio propio. Pide a otras personas cercanas a ti que te ayuden a ver las formas en que permites que la ira se apodere de tu vida.
Sugiero estas cosas porque la ira le da al diablo un punto de apoyo, entonces, sin duda, querrás asegurarte de que tratas con la ira apropiadamente. En otras palabras, debes darle la muerte legítima que merece junto con cualquier otro pecado del que debes huir mientras corres hacia Cristo. En definitiva, querido santo, ahí es donde encontrarás descanso. Tu ira y falta de dominio propio nunca producirán paz. ¡Oh, pero correr a un Salvador que voluntariamente murió por ti, te otorgará paz y la capacidad de hacer morir este pecado de ira al otorgarte dominio propio que solo proviene de su Espíritu a través de la obra de la Palabra renovando tu mente! ¡Alabado sea Jesús por eso!
Aaron Halbert, estadounidense, sirve en Tegucigalpa, Honduras, como uno de los pastores de la Iglesia Presbiteriana Gracia Soberana. Disfruta largas conversaciones sobre la plantación de iglesias, todo lo relacionado con los Voluntarios de la Universidad de Tennessee, casi cualquier comida hondureña (excepto la sopa de mondongo) y los Tottenham Hotspur. Aaron está casado con Rachel y tienen 5 hijos, a quienes les encanta servir junto a sus padres a través de la hospitalidad y encontrar formas de establecer relaciones en la iglesia, en actividades de los niños y con los vecinos.
Miércoles 30 Agosto En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. Isaías 6:1 La visión de Isaías ¡Qué efecto tuvo esta impresionante visión del Señor en el joven profeta! Vio al Señor en su majestad -sentado en un trono alto y sublime; en su santidad- los serafines exclamaban: “Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos”; y en su gloria: “toda la tierra está llena de su gloria”. No es de extrañar que el templo temblara y se llenara de humo.
Podemos suponer que Isaías también tembló. En el capítulo anterior había pronunciado seis ayes sobre aquellos en Israel que deshonraban a Dios con sus actitudes y acciones. Pero cuando vio al Señor, dijo: “¡Ay de mí!”. Ese siempre será el efecto de la presencia de Dios en los hombres. En este lugar santo, perdemos de vista los “labios inmundos” de los demás, porque descubrimos que nuestros propios labios son inmundos.
Pero el Señor tenía algo más en mente para Isaías. Un carbón encendido, tomado del altar por uno de los serafines, tocó sus labios, y el “ay” de su confesión da paso al “he aquí” de la purificación. Citemos las palabras del serafín: “He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado” (v. 7). Estas palabras ilustran maravillosamente el efecto purificador de la obra de Cristo en favor de aquellos que reconocen que lo necesitan. El apóstol Juan lo expresó así: “La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Jn. 1:7).
Y finalmente, al “he aquí” de la purificación da paso al “anda” de la comisión. Habiendo sido purificado por el Dios cuya santidad había sido ultrajada, Isaías asumió con valentía el desafío que le presentó el Señor: “¿A quién enviaré?”, y respondió: “Heme aquí, envíame a mí”. Una comprensión de la santidad de Dios y de su obra purificadora nos capacita para proclamar el mensaje de Dios.
¿Es pecado decir groserías, malas palabras y maldecir?
Definitivamente es un pecado decir malas palabras (maldecir, decir groserías, etc.). La biblia deja esto muy claro. Efesios 4:29 nos dice, «Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes». Primera de Pedro 3:10 declara, «El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño». Santiago 3:9-12, resume el problema: «Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce».
Santiago deja claro que la vida de los cristianos o los «hermanos», no debe caracterizarse por hablar mal. Haciendo la analogía tanto del agua salada como del agua dulce que proviene de la misma fuente (algo que es inusual de una fuente), él explica que es inusual para un creyente que tanto la bendición como la maldición salgan de su boca. No podemos alabar a Dios mientras que al mismo tiempo maldecimos a nuestros hermanos.
Jesús explicó que lo que sale de nuestra boca es lo que llena nuestros corazones. Tarde o temprano, la maldad en el corazón sale a través de la boca en forma de maldiciones e insultos. Pero cuando nuestros corazones están llenos de la bondad de Dios, se derramará la alabanza para él y el amor por el prójimo. Nuestras palabras siempre van a indicar lo que está en nuestros corazones. «El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca» (Lucas 6:45).
¿Por qué es pecado decir groserías, malas palabras y maldecir? El pecado es una condición del corazón, de la mente y «el hombre interior» (Romanos 7:22), que se manifiesta en nuestros pensamientos, acciones y palabras. Cuando decimos groserías y maldecimos, estamos dando evidencia de la contaminación del pecado en nuestros corazones que debe ser confesado y del cual debemos arrepentirnos. Cuando ponemos nuestra fe en Cristo, recibimos una nueva naturaleza de Dios (2 Corintios 5:17), nuestros corazones son transformados y nuestras palabras reflejan la nueva naturaleza que Dios ha creado en nosotros (Romanos 12:1-2). Afortunadamente, cuando fallamos, nuestro gran Dios es “fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad» (1 Juan 1:9).
Martes 29 Agosto Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del hombre. Lucas 17:26 Los días de Noé y nuestros días La maldad se había propagado por todas partes en los días de Noé. La gente cometía actos malvados de forma continua y deliberada. La tierra estaba llena de violencia, hasta que finalmente Dios la declaró corrupta, llena de la putrefacta decadencia del pecado (Gn. 6:1-12). Sin embargo, Noé halló gracia a los ojos del Señor (v. 8). Es significativo que Noé y su familia fueran alcanzados por la gracia de Dios, lo cual está en línea con el principio inmutable de la Biblia de que nadie puede ganarse el favor de Dios por sus propias obras.
Al mismo tiempo, vemos que el temor del Señor había producido características piadosas en la vida de Noé (v. 9). En primer lugar, y ante todo, él era justo en la práctica. Se comportaba honorablemente con todos. No tenía favoritismos, tratando a algunos bondadosamente y a otros de forma áspera. Decidió hacer lo correcto en cada situación. En segundo lugar, Noé era perfecto, lo que en este contexto no significa sin pecado, sino recto, es decir, irreprochable en todos los aspectos de su vida. Además, Noé caminó con Dios, lo que sugiere que buscaba el camino de Dios en todo. Dondequiera que Dios iba, Noé quería seguirlo.
Esta conducta era tanto más visible cuando se contrastaba con el mundo pecaminoso en el que habitaba. En ese aspecto, Noé es un ejemplo para nosotros, los cristianos, que vivimos en un mundo que se precipita hacia otro día de juicio. No debemos desesperarnos cuando las tinieblas se espesan, y no debemos burlarnos de los pecadores que aún no han respondido al llamado de arrepentimiento. En lugar de eso, debemos manifestar el carácter de Cristo, como hizo Noé. El Espíritu de Dios nos fortalecerá para amar la justicia y vivir irreprochablemente, haciendo lo que es correcto y honorable. Entonces caminaremos con Dios en la senda de la piedad, en medio de nuestros vecinos y conocidos, entre quienes debemos resplandecer como luminares en el mundo (Fil. 2:15).
Personalmente quisiera compartirles que me encanta la historia de Rut lejos de todo el romanticismo que pueda tener me gusta su lealtad, obediencia y virtud de ella vemos como en el capítulo 3; un capítulo que puede ser controversial porque Noemí le pide a Ruth que busque a Booz por la noche, que se vista, se perfume y que lo busque en donde él dormirá; es interesante leer esto, cualquiera pensará que Noemí le pide a Rut que se vista de una forma determinada para seducirlo o que se vista con lo mejor que ella tiene; pero no, ella no estaba buscando seducir a Booz; lo que Noemí le pide es que le vaya a proponerle que la redima debido a su parentesco con Eli Melec (el esposo de Noemí); Rut si se arregló y perfumó, lo buscó y estando a sus pies; él dijo “Bendita seas tú de Jehová, hija mía; has hecho mejor tu postrera bondad que la primera, no yendo en busca de los jóvenes, sean pobres o ricos”; esta es una respuesta llena de gracia para Rut “bendita seas del Señor” y lo que él piensa de Rut es que su piedad y lealtad hacía Noemí lo ha hecho a él interesarse en ella debido a su virtud; no su atuendo y tampoco su perfume; también vemos que le dice “Ahora pues, no temas, hija mía; yo haré contigo lo que tú digas, pues toda la gente de mi pueblo sabe que eres mujer virtuosa”. Rut era una mujer virtuosa y él lo sabía, pero también su pueblo; la palabra “virtud” es la misma que se utiliza en proverbios 31 que elogia a este tipo de mujer, a la mujer que confía en Dios y que eso la hace virtuosa y no su atuendo o adorno.
NUESTRO ARREGLO COMO CRISTIANAS 1 Pedro 3:3-4
3 Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos,
4 sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.
Hermanas, Pedro dirige estas palabras a las mujeres y realiza el énfasis con la palabra atavío que hace alusión a vestidos, adornos y a nuestro arreglo personal; pero este versículo no es una prohibición o hace el énfasis a que la mujer cristiana debe estar mal vestida o mal arreglada, a lo largo de los años han existido varias malas interpretaciones de este texto en donde se opina que la mujer cristiana no debe de utilizar cosméticos o interesarse en el buen vestir, pero, el autor no es lo que nos dice, Pedro a lo que nos exhorta es a huir de toda exageración con nuestro arreglo exterior, como mujeres cristianas podemos vestir a la moda con un buen gusto y sentido común, esta es la verdadera forma en la que como mujeres seremos atractivas y no siendo exageradas mostrando de más de nuestro cuerpo o siendo ostentosas en nuestro adorno, si bien es bueno cuidar nuestro cuerpo y también tener el deseo de querer lucir bien, el vernos bien es algo que nos gusta y nos atrae; esta atracción también es para el sexo opuesto ¿por qué? porque el querernos ver bien puede ser para sentirnos bien, pero también para atraer, vemos en los versículos de 1 Pedro 3:1-2, el énfasis recae en que ninguna mujer puede ganar a un hombre por medio de su atractivo físico y mucho menos por medio de una exageración en nuestro adorno.
¿CUÁL ES TU MOTIVACIÓN? En el capítulo 2 de 1 Pedro vemos instrucciones de cómo vivir para un creyente: nosotros somos maliciosos gracias al pecado sin embargo debemos anhelar permanecer en Cristo, porque linaje escogido somos, antes de ser rescatadas no habíamos alcanzado su misericordia y ahora, por los méritos de Cristo la tenemos, somos exhortados a abstenernos de los deseos de la carne, debemos evitar los deseos de nuestra naturaleza caída, públicamente y en lo privado. Se nos llama a abstenernos de nuestros deseos carnales y a mantener una buena manera de vivir entre los no creyentes ¿con qué fin? para que ellos vean la obra de Cristo y nosotros no seamos estorbo y tampoco los causantes de la caída de alguien que necesita su salvación y termino mi mención del capítulo 2 con el versículo 17: Amad a los hermanos; hermanas, no seamos causantes de tentación para nuestros hermanos varones; también vemos en 1 Pedro 3:4 como se nos aconseja a estar motivadas por el adorno interior un adorno suave y apacible, esta es la belleza que no se marchita; nuestra verdadera belleza inicia el interior (Prov. 31:30), debemos concentrarnos en desarrollar ese carácter virtuoso y reverente en la semejanza de Cristo (Prov. 15:13) y no en llamar la atención de los hombres mostrando nuestro cuerpo o siendo exageradas con nuestro adorno, seamos como Rut quien por gracia encontró a Booz.
REFLEJEMOS A CRISTO Hermanas, hemos sido compradas por sangre y este acto de gracia nos debe motivar a amar a nuestros hermanos, ayudarlos, ser compasivos, misericordiosos y no estorbar a la obra del Evangelio en sus vidas (1 Pedro 3:8) y nuestra forma de arreglarnos reflejará a Cristo en nosotras, cuidemos nuestros cuerpos; si estás casada tu cuerpo es de tu esposo (1 Corintios 7:4) y si estás soltera es de Cristo (1 Corintios 7:34) y no importando tu estatus civil estamos llamadas a cuidarlo y de no ser causante de lujuria para nuestros hermanos, porque gracias a Cristo quien no solo sufrió como ejemplo para nosotros sino que llevó la condena y el castigo en nuestro lugar, gracias a sus méritos hemos sido declaradas justas y santas, se nos ha concedido una nueva vida para que lo reflejemos siendo modelos de belleza interior, que es lo que verdaderamente importa.
ACERCA DEL AUTOR María Isabel Arenas se congrega y sirve a sus hermanos en Iglesia Reforma. Puedes seguirla en Twitter.
28 agosto, 2023
Lunes 28 Agosto Murmurasteis en vuestras tiendas, diciendo: Porque Jehová nos aborrece, nos ha sacado de tierra de Egipto… las ciudades grandes y amuralladas hasta el cielo; y también vimos allí a los hijos de Anac. Deuteronomio 1:27-28 Argumentos sin sentido ¡Qué rara prueba de odio! ¡Cuán altamente absurdos son los argumentos de la incredulidad! Si verdaderamente los hubiera odiado, nada más sencillo que haberlos dejado morir entre los hornos de ladrillos de Egipto, bajo el látigo de los crueles capataces de Faraón. ¿Por qué tomarse tanto trabajo con ellos? ¿Para qué esas diez plagas mandadas sobre el país de sus opresores? ¿Por qué, si los aborrecía, no permitió que las aguas del mar Rojo los sepultaran, como sepultaron a sus enemigos? En una palabra: ¿por qué todas esas maravillosas liberaciones?
¡Ah! Si no hubiesen estado poseídos por un espíritu de ciega e insensata incredulidad, tantas evidentes y magníficas pruebas de amor los hubiesen conducido directamente a una conclusión totalmente opuesta a la que osaron expresar. No hay nada bajo el cielo más irracional que la incredulidad; no hay nada más lógico, claro y justo que la sencilla confianza de una fe sencilla, como la de un niño.
La incredulidad no solo es un razonador ciego e insensible, sino también un murmurador oscuro y pesimista. No considera el lado bueno de las cosas. Siempre está del lado equivocado, porque pone a Dios a un lado y solo mira a las circunstancias. La fe habría dicho: “Bien; aunque las ciudades estén amuralladas hasta el cielo, Dios está por encima de ellas porque está en el cielo. Si la tierra estuviese cubierta de ciudades amuralladas desde Dan hasta Beerseba, y si los gigantes fuesen tan numerosos como las hojas del bosque, serían como el tamo de las eras ante Aquel que ha prometido dar para siempre la tierra de Canaán a la descendencia de Abraham, su amigo”.
En la misma época en que Martín Lutero escribía sus tesis, Enrique VIII se abría camino para sus ocho esposas y Juan Calvino publicaba su Institución, la reina Isabel conquistaba América Latina para España y el papa.
Ella suprimía «cualquier cosa no católica a través de medios de coerción, como la inquisición española», dijo a The Gospel Coalition Juan Sánchez, miembro fundador del consejo pastoral de Coalición por el Evangelio. «Los indígenas y las tribus fueron forzadas a abrazar el catolicismo, morir o ser esclavos… como resultado, no hubo Reforma en el mundo hispanoamericano».
La lealtad al Vaticano se mantuvo durante varios siglos. Todavía en los años sesenta, más del 90 % de los latinoamericanos eran católicos.
A medida que el protestantismo fue decayendo en Estados Unidos, encontró un nuevo punto de apoyo en América Latina. Esto no siempre fue de la mejor manera: la teología de la prosperidad pentecostal es tan popular que la mayoría de los protestantes latinoamericanos están de acuerdo en que «Dios concederá riqueza y buena salud a los creyentes que tengan suficiente fe».
Pero también hay en marcha una reforma más pequeña, centrada en el evangelio.
Coalición —la versión en español de TGC— comenzó en 2013 con cuatro artículos al mes. Hoy publica quince artículos a la semana. El sitio tiene más de 445 000 usuarios y un promedio de 1,3 millones de páginas vistas al mes.
Crece el número de conferencias y libros que enseñan teología reformada. Este año, el ministerio Charles Simeon Trust (CST) realizará treinta y nueve talleres presenciales en español sobre predicación expositiva y «las peticiones son de al menos el doble», dijo Jeremy Meeks, quien dirigió el programa en español del CST hasta 2018. «Es una locura».
Si la Reforma está llegando por fin a América Latina, su catalizador es fácil de encontrar.
Miguel Núñez / Cortesía de Miguel Núñez «Yo diría que Santo Domingo, con Miguel Núñez a la cabeza, ha sido nuestra Ginebra», afirmó Sánchez.
«Junto con Sugel Michelén, Miguel Núñez es uno de los padrinos del despertar de la teología reformada en América Latina», confirmó Meeks. «Son como Calvino y Lutero; no son iguales, pero tienen una estatura significativa en la mente de muchos pastores del campo reformado y que tienen entre treinta y cincuenta años».
«La apasionada predicación de Núñez, su estudio profundo y relevante de las Escrituras, su influencia en la esfera pública y su compromiso con la unidad y el crecimiento saludable de la iglesia dejarán una huella duradera en la iglesia latinoamericana», dijo el director ejecutivo de Coalición, Fabio Rossi.
Es una descripción extraordinaria de un hombre que hace cuarenta años era médico en Nueva Jersey y que ni siquiera iba a una iglesia protestante.
Infancia dominicana Núñez era el menor de siete hermanos, nació tan atrás de sus hermanos que «estuvo a punto de no llegar». Es solo seis meses mayor que su sobrina mayor.
Como casi todo el mundo en la República Dominicana, Núñez creció culturalmente católico. Su padre —el único verdadero creyente de la familia— le enseñó a leer la Biblia, lo envió a una escuela cristiana y le dijo que si la Iglesia no estaba de acuerdo con las Escrituras, que siguiera las Escrituras. Aunque Núñez absorbía las lecciones de su padre, la fe de su juventud estaba tan poco desarrollada que no está seguro de que existiera.
Miguel Núñez de niño / Cortesía de Miguel Núñez El padre de Núñez trabajaba en el Ministerio de Educación y pudo enviar a sus hijos a buenas escuelas. Tenía buenos contactos: conocía al entonces presidente Joaquín Balaguer y rechazó varias ofertas de altos cargos en el gobierno. Tenía unos ingresos de clase media, pero era sensible a las necesidades de su entorno, hasta el punto de que, cuando visitaba a una familia pobre, se quitaba el reloj de oro (regalo de jubilación) para no ofenderla. Cuando le regalaban un par de zapatos caros, los vendía, compraba dos con el dinero y regalaba un par.
«Todavía estoy aprendiendo de su ejemplo», dice Núñez ahora.
Cuando Núñez tenía doce años, a su padre le diagnosticaron cáncer de colon. Su pronóstico era bueno: tenía apenas sesenta años y el cáncer no se había extendido. La operación debería haber sido sencilla. Pero el padre de Núñez contrajo una peritonitis seguida de septicemia y murió.
«Yo diría que fue negligencia médica», dijo Núñez, quien está en una buena posición para hacer esa afirmación. Unos diez años después de la muerte de su padre, Núñez se licenció en la Facultad de Medicina del Instituto Tecnológico de Santo Domingo.
Sus planes de graduación eran claros: trasladarse a Estados Unidos, especializarse en enfermedades infecciosas, convertirse en estadounidense y no volver nunca a vivir en la República Dominicana.
Cathy
Miguel y Cathy / Courtesía de Miguel Núñez Núñez invitó a una chica a su graduación de la Facultad de Medicina, una estudiante llamada Catherine Scheraldi. Ella era de Queens, Nueva York, y estaba en Santo Domingo porque las facultades de medicina estadounidenses preferían un título universitario en química o biología, que ella no tenía. Un amigo le habló del programa de Santo Domingo.
Scheraldi era hermosa, inteligente y atea. Cuando empezaron a relacionarse, Núñez oraba y oraba por su conversión, lo que ahora le parece extraño. «Probablemente yo era un incrédulo que oraba para que ella se convirtiera en creyente», dice.
Ella no lo hizo, pero él estaba cautivado y ambos se casaron en otoño de 1982. Siete meses después, se marcharon juntos a Estados Unidos.
«Ese fue el año en que todo cambió», afirma.
Giro inesperado A las 11:45 de la mañana del 18 de marzo de 1983, el piloto de una avioneta llamó por radio al aeropuerto de North Adams, Massachusetts. No conocía la zona y el tiempo era malo para volar: mucho viento y nubes bajas y espesas.
El piloto era el hermano de Núñez y, menos de diez minutos después, su avioneta se estrelló contra la ladera de una montaña que no podía ver. Él y el pasajero murieron; los equipos de rescate tuvieron que abrirse paso entre la nieve hasta la cintura para llegar a la avioneta derribada.
«Fue un shock emocional para toda la familia», dijo Núñez. Su hermano tenía cuarenta y dos años y se había convertido al cristianismo evangélico el año anterior. Al igual que su padre, había muerto siendo el único creyente de la familia.
La familia Núñez. Miguel es el cuarto desde la izquierda en la fila de atrás. Su hermano Nápoles, el piloto, está sentado bajo la foto de su padre. / Cortesía de Miguel Núñez Consternado, Miguel decidió investigar la fe de su hermano.
«Quería conocer a los evangélicos, de los que no sabía nada, y los distintos movimientos que surgieron tras la Reforma protestante», explica. «Así lo hice. Compré los dos volúmenes de History of Christianity [Historia del cristianismo] de Kenneth Latourette».
Todavía lleno de curiosidad, encontró una librería cristiana. Eligió sus libros en función de su tamaño —«quería detalles»— e hizo que Cathy también los leyera. Eventualmente, le preguntó a la empleada de la librería a qué iglesia iba, y resultó ser una iglesia no denominacional que predicaba la Biblia y que dirigía la librería.
«Así que fuimos», dijo Núñez. Siguieron yendo y leyendo. Creer en Jesús no fue tan difícil: para ellos tenía sentido y se bautizaron juntos. Pero les costó más entender doctrinas como la predestinación.
«¿Puede ser que el hombre no tenga participación en esto?», pensó Núñez, leyendo versículos como Efesios 1:4-5 y Romanos 8:28-30. Un domingo, sintió que el Espíritu le planteaba sus opciones: O aceptas lo que lees en la Biblia y lo crees, o te conviertes en un hipócrita y lo niegas.
Núñez se arrepintió y creyó, luego trató de convencer a Cathy.
«Discutíamos todo el tiempo», dijo. Los dos se tropezaban en los pasillos o ascensores del hospital donde ambos trabajaban, discutían un rato sobre teología y luego seguían su camino.
Durante los diez años siguientes, ambos crecieron espiritualmente y en conocimientos médicos. Núñez se convirtió en instructor clínico en la Escuela de Medicina Mount Sinai y se unió a la Asociación Médica y Dental Cristiana (CMDA). Cierto año, R. C. Sproul fue el orador en un fin de semana de la CMDA.
«Leí su libro y escuché su serie de seis partes sobre la santidad de Dios en casetes», dijo Núñez. «Esa serie lo hizo».
Núñez estaba enganchado. Empezó a seguir las conferencias de Ligonier, comprando las cintas de las charlas. Quedó impresionado por las doctrinas de la gracia.
«Formar parte de un plan que Dios tenía en mente desde toda la eternidad, desempeñar un papel dentro de Su historia… ¿qué podría haber mejor?», dijo. «No se me ocurre nada».
Creo que quiero hacer esto con mi vida, pensó. Decidió proponerle la idea a Cathy. «Señor, si quieres que lo haga, muéstramelo a través de su reacción», oró.
Formar parte de un plan que Dios tenía en mente desde toda la eternidad, desempeñar un papel dentro de Su historia… ¿qué podría haber mejor?
Le mencionó la idea del seminario.
«Ella estaba totalmente en contra», dijo.
«¿Por qué querrías hacer algo diferente?», le preguntó. «Está claro que el Señor te ha dado dones en medicina que estás utilizando. También puedes dedicarte al ministerio. Sigue haciendo el buen trabajo que ya estás haciendo».
Ella le recordó la junta de una organización cristiana de misiones juveniles en la que trabajaba y el estudio bíblico que había iniciado para sus pacientes de sida los jueves por la noche.
«No discutí con ella», recuerda. «Ni siquiera le pedí que orara al respecto. Le dije al Señor: “La respuesta obviamente es no. Pero quizá sea un no por ahora”».
Del “no” a volver a casa Pasaron dos años. Un domingo, el pastor de jóvenes de la iglesia le dio a Núñez material cristiano en español para que se lo diera a su familia en la República Dominicana. Estaba ojeándolos en casa cuando Cathy pasó por allí.
«Quizá deberías revisarlo», ella le dijo.
«¿Revisar qué?», preguntó.
«Entrar en el ministerio», dijo ella.
Núñez se sorprendió, pero es rápido de reflejos.
«Hay un problema», dijo él. «Hace dos años, cuando te hablé del ministerio, mi intención era quedarme en Estados Unidos. Pero en los últimos dos años, hemos vuelto a Santo Domingo cuatro veces. He visto a mucha gente educada que está tan perdida como cualquiera. La mayor parte del trabajo misionero en el Tercer Mundo se ha hecho con gente sin estudios. De hecho, quiero volver a Santo Domingo y plantar una iglesia para personas con un nivel de educación universitario y enseñarles nuestra responsabilidad de llegar a los que tienen menos medios».
Cathy es tan rápida como Núñez.
«Eso es lo que quise decir que deberíamos hacer», dijo.
Al final, Núñez necesitaba esos dos años tanto como Cathy. «No quería volver al Caribe», dice. «Obtuve la ciudadanía estadounidense porque nunca iba a volver allí. Pero en esos dos años, Dios cambió su corazón y el mío».
Iglesia Bautista Internacional La primera iglesia que visitaron los Núñez en Santo Domingo se llamaba Iglesia Bautista Internacional (IBI). Desde el púlpito, el pastor misionero recordó a la congregación que se marcharía en tres semanas y que debían seguir orando por su reemplazo.
La primera sede de la IBI / Cortesía de Miguel Núñez Cathy miró a Núñez.
«No», le dijo. «Solo hemos estado en el país un par de meses. Jamás habíamos estado aquí. Estas personas no nos conocen».
Además, esta iglesia hablaba inglés y Núñez quería una congregación de habla hispana. Pero siguió asistiendo a la IBI mientras comenzaba un estudio bíblico de habla hispana en su casa. Comenzó a enseñar la escuela dominical allí, y luego aceptó la oferta de la iglesia de un espacio para una plantación.
Al no encontrar un pastor sustituto, la congregación de habla inglesa preguntó a Núñez si también sería su pastor. En enero de 1998 empezó a predicar, primero en inglés y media hora después en español.
Inmediatamente, Núñez atrajo la atención. Era el único médico estadounidense que predicaba en Santo Domingo. En su congregación había muchos profesionales —médicos y abogados— influyentes, sobre todo en una isla donde solo el 10 % de la población va a la universidad.
«Desde el primer día, Miguel enseñó buena teología», dijo Luis Méndez, que fue pastor bautista reformado en la República Dominicana antes de trasladarse a Estados Unidos. El estilo de Núñez es reflexivo y lógico, «como el pastor Keller, pero con sabor latino», dijo.
Los que le oían volvían y traían a sus familiares y amigos.
Núñez predicando en la segunda sede de IBI / Cortesía de Miguel Núñez La congregación hispana de la IBI creció vertiginosamente. En seis años, necesitaron trasladarse a un espacio más grande. Cuando las quinientas cincuenta sillas se llenaron el primer domingo, Núñez pensó que era porque la gente estaba entusiasmada con la gran inauguración.
Pero el espacio estaba igual de lleno la semana siguiente, y la siguiente. En pocos años, predicaba tres cultos en español los domingos por la mañana y uno en inglés por la noche. En 2013, la IBI se trasladó a un espacio con capacidad para más de dos mil personas.
Una vez allí, la asistencia a IBI se estabilizó. «Lleva varios años en torno a los dos mil doscientos, divididos en dos servicios», dice Núñez. «No hemos crecido más porque en el estacionamiento no caben más vehículos».
Expansión en los medios de comunicación Otra cosa que atrajo a las personas a la IBI fueron los ministerios de Núñez en los medios de comunicación. En 2004, su iglesia fundó el Ministerio Integridad y Sabiduría, cuyo objetivo era administrar la influencia de la IBI mediante la difusión del evangelio y la formación de líderes.
Bajo esta sombrilla, Núñez creó un programa de televisión llamado Respuestas: Verdades absolutas para un mundo relativo. Durante ocho temporadas, respondió a preguntas como: ¿Es la Biblia la verdad absoluta? ¿Dividió la Reforma a la iglesia verdadera? La guerra espiritual: ¿es realidad o ficción? ¿Cómo puedo salvar mi matrimonio? ¿Cómo puedo luchar contra mi resistencia al cambio?
Núñez en Respuestas: Verdades absolutas en un mundo relativo / Cortesía de Miguel Núñez «Fue un nivel de claridad como el de Sproul, pero con el trasfondo médico», dijo el pastor dominicano Jairo Namnún. «Estaba bien producido y bien investigado, a un nivel sin precedentes para un programa cristiano en América Latina. Yo ni siquiera iba a la IBI en ese momento, pero no me perdía un episodio».
No fue el único al que le encantó. En Santo Domingo, la serie se emitió en horario de máxima audiencia. Cuando el DVD de Núñez llegó a manos de un ministerio satélite de Costa Rica, emitieron la serie completa en toda América Latina.
«Eso nos puso en el mapa», dice Núñez. Abrió la puerta para que el evangelio se extendiera de la forma que él había estado anhelando desde sus días en Nueva York.
Núñez no dudó. Golpeó, abrió, empujó y atravesó todas las aberturas que encontró. Empezó a escribir artículos, luego libros. Empezó un podcast al estilo de Ask Pastor John de John Piper, en el que respondía a las preguntas de los oyentes desde una cosmovisión bíblica. Fundó el Instituto Integridad y Sabiduría para enseñar a los líderes de las iglesias.
En 2010 organizó una conferencia. Fue un paso decisivo, no por la enseñanza, aunque fue estupenda. Pero lo más importante fue la reunión en sí.
Esta era la prueba. En una región dominada por el catolicismo cultural y el pentecostalismo, ¿había otros pastores latinoamericanos con una cosmovisión reformada? ¿Estarían dispuestos a viajar a Santo Domingo para estar juntos?
Por Su Causa «Básicamente, Miguel estaba soñando con una conferencia con John Piper en la que hubiera siete mil personas», dijo Méndez. «Fue entonces cuando dije: “Este tipo está loco”».
Era una idea descabellada. Piper nunca había estado en la República Dominicana, donde lo único que atraía a una multitud tan grande era el béisbol. Las grandes conferencias como TGC y T4G aparentemente solo funcionaban en Estados Unidos, donde había mucha gente reformada, centros de conferencias y presupuestos de iglesias para pagar los gastos de viaje.
Pero Núñez conocía a Méndez, que era pastor en la Bethlehem Baptist Church por aquel entonces. A través de él, Piper fue invitado y aceptó.
El siguiente reto era el espacio: lo único suficientemente grande era básicamente una gran sala vacía. Núñez tendría que alquilar sillas, pantallas, un sistema de sonido, iluminación y cien toneladas extra de aire acondicionado. También tendría que construir una plataforma. Si cobrara $40 o $50 dólares a cada persona, probablemente lo cubriría. Pero nadie podría costeárselo.
«Esto es lo que ocurrió: Estaba en la iglesia, celebrando un servicio de adoración», dijo Núñez. Estaba pensando en el tema de la conferencia, que era «Volver a la cruz». ¿Iba a cobrar a la gente para que volviera a la cruz?
«Empecé a llorar», dijo. Más tarde, preguntó a su comité financiero si la IBI podría intentar cubrir el costo de la conferencia. El entusiasmo fue unánime.
«Lo hicimos», dijo. Todos los gastos se cubrieron con donativos. «¿Y sabes qué? Sobraron $20.000 dólares cuando pedimos a personas de nuestra propia iglesia que hicieran donaciones para el evento».
El desafío final: ¿vendría la gente?
Núñez y Piper en la primera conferencia de Por Su Causa en 2010 / Cortesía de Miguel Núñez Lo hicieron. Siete mil personas.
«Ver esa enorme conferencia fue increíble», dijo Méndez. Entusiasmado, Núñez volvió a organizar la conferencia al año siguiente, y al siguiente, y al siguiente.
«La República Dominicana se convirtió en el centro» del movimiento reformado, dijo Méndez. «Los pastores volaban desde Argentina, Bolivia o Colombia para asistir a la conferencia porque creían que necesitaban formación y nadie más la estaba ofreciendo. Además, porque podían formar parte de algo más grande que tu país».
Influencia En los últimos veinticinco años, Núñez no ha dejado de moverse. Además de liderar una IBI en crecimiento, obtuvo una Maestría en Teología del Southern Baptist School for Biblical Studies y un Doctorado en Ministerio del Southern Baptist Theological Seminary, escribió dieciséis libros, editó un estudio bíblico y habló en varias partes del mundo. Junto con Juan Sánchez, fundó Coalición por el Evangelio, el sitio en español de TGC.
Durante todo ese tiempo, nunca dejó de atender a los pacientes. «Sigo atendiendo a unos cinco o seis pacientes ambulatorios a la semana, y a unos pocos hospitalizados», dice. «Son casos complicados o que necesitan una segunda opinión».
Núñez grabando podcasts durante la pandemia / Cortesía de Miguel Núñez Para ello, no se limita a mantenerse al día en medicina, sino que estudia las últimas investigaciones. Durante el COVID, asesoró al gobierno dominicano y produjo treinta y un episodios de podcast para ayudar a las personas a reflexionar sobre la pandemia desde una perspectiva bíblica.
La vida familiar de Núñez se lo permite: su esposa Cathy también es una persona dinámica, dicen sus amigos. Es endocrinóloga a tiempo completo, trabaja en el ministerio de mujeres, escribe libros y presenta un podcast llamado Mujer para la gloria de Dios. Aunque estaban dispuestos a tener hijos, y están criando a un sobrino nieto, Cathy nunca llegó a quedar embarazada.
«Eso le da tiempo para centrarse en cosas que otras personas no podrían hacer», dice Sánchez. Aun así, la productividad de Núñez es legendaria.
Un ejemplo: «Miguel y yo publicamos un libro juntos», cuenta Méndez. «Teníamos que escribir seis capítulos cada uno, y disponíamos de cinco meses para hacerlo. En una semana, Miguel me envió dos capítulos para que los revisara. ¡Yo ni siquiera había empezado todavía!».
Si le preguntas a Núñez cómo lo hace, no te dirá que se levanta temprano o se queda despierto hasta tarde, aunque hace ambas cosas. Tampoco te dirá que lee un libro a la semana, aunque lo hace. El mejor consejo de Núñez es mucho más fácil —y difícil— que eso.
En espera A veces algunos le preguntan a Núñez: «¿En qué profesión eres mejor: en teología o en medicina?».
«En ninguna de las dos», les dice. ¿Su mejor logro? Esperar.
«Creo sinceramente que Dios es soberano», dijo. «Dios está a cargo. No necesita ayuda. Él te convencerá a ti o a cualquier otro de hacer lo que sea. Así que espera».
Algunas de las esperas son buenas, como la anticipación de un nuevo edificio para la iglesia o la publicación de un nuevo libro. Otras son duras, como la lucha de Cathy contra la depresión durante siete años, los dolores de espalda de Núñez antes de la operación o las críticas en Internet de antiguos amigos.
Núñez orando al final del servicio / Cortesía de Miguel Núñez «Hay poder en esperar en el Señor», dijo Núñez. Lo ve en toda la Biblia, desde los cuarenta años de Israel en el desierto hasta los cuatrocientos años que transcurren entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, pasando por los treinta años que esperó Jesús en comenzar Su ministerio.
«Incluso ahora estamos aguardando durante dos mil años a que Él vuelva», dijo Núñez, que nunca confundiría la espera con la inacción. Está constantemente haciendo preguntas, estableciendo contactos o explorando nuevas vías de ministerio.
«Miguel ha creado un nuevo nivel de credibilidad para el evangelio y la iglesia en América Latina», dijo Méndez. «Nuestros líderes políticos no han sido dignos de confianza, y nuestros líderes religiosos han sido aún peores. Pero ahora este hombre me está desafiando a profundizar en mi Biblia, está explicando el evangelio, está viviendo lo que dice».
Eso está ayudando a encender una reforma por primera vez en América Latina, dijo Giancarlo Montemayor, director de publicaciones globales de Lifeway Christian Resources. «Hemos vendido más de quinientos mil ejemplares de sus libros, y no somos su única editorial. Más de un millón de personas probablemente han sido alcanzadas a través de su literatura, videos y conferencias… Tener una doctrina sólida difundida en esos números en América Latina es un milagro».
«Dios está obrando», dijo Núñez. «Si Dios no está obrando, no importa en qué me centre… Efesios 2:10 dice que somos hechura Suya, para hacer buenas obras que Dios preparó de antemano para nosotros. Así que no trates de crear obras que Él no ha preparado. Vas a perder tu tiempo. Solo camina en las obras que Él preparó de antemano».
Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Eduardo Fergusson. Sarah Eekhoff Zylstra es escritora para The Gospel Coalition. Ha sido reportera freelance y editora en Christianity Today. Tiene una maestría en periodismo de Northwestern University.
Domingo 27 Agosto Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió, y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. Jesús lloró. Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba. Juan 11:33-36 La simpatía de Jesús Jesús, el Hijo de Dios, está parado junto a la tumba de Lázaro, y lo vemos llorar. Visitaba a menudo esta acogedora casa de Betania, donde se respiraba una atmósfera de amor. En medio de toda la agitación, el Extranjero celestial podía llegar allí y hallar almas unidas a él, junto con una gran calma. Pero las cosas han cambiado porque ha entrado otro visitante: la muerte, ese intruso inoportuno, acababa de traer consigo la tristeza y el dolor. Jesús llegó justo en medio de estas tristes circunstancias.
Leemos en Isaías 63:9: “En toda angustia de ellos él fue angustiado”. La escena junto a la tumba muestra claramente el cumplimiento de esta profecía. Jesús compartió el dolor de Marta y María, y sintió su pena como nadie más podría hacerlo. No solo mostró una simpatía incomparable, sino que fue capaz de aportar esperanza a esta escena de tristeza y muerte. De hecho, este era el propósito de su venida. Todos los enemigos deben huir de su presencia. Sí, vencerá a todos los enemigos, incluida la muerte, y triunfará sobre ellos (cf. 1 Co. 15:26).
Cristo vino a quitar de en medio el pecado por el sacrificio de sí mismo. Vino a derrotar con su muerte al diablo, quien tenía el poder de la muerte. Además, vino a traer vida e incorruptibilidad a este mundo en el que reinaban el pecado y la muerte. Nuestro precioso Salvador no solo lloró con los que lloraban y se vio afectado por los sentimientos de dolor y simpatía, también llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, así como todo el peso del pecado y el juicio de Dios contra este. Cristo venció, y su victoria es nuestra. “Sorbida es la muerte en victoria… ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?… gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Co. 15:54-57).
Sábado 26 Agosto Cuando nosotros entremos en la tierra, tú atarás este cordón de grana a la ventana por la cual nos descolgaste… Cualquiera que saliere fuera de las puertas de tu casa, su sangre será sobre su cabeza. Josué 2:18-19 El cordón de grana ¡Qué hermosa imagen de la salvación de Dios! Rahab tuvo que atar el cordón de grana a su ventana para que todos pudieran verlo. Los lugareños no sabían para qué servía; tal vez pensaban que era solo un adorno. Los dos espías le dijeron a Rahab que reuniera en su casa a su padre, su madre, sus hermanos y otros miembros de su familia. El cordón de grana que colgaba de la ventana los mantendría a salvo el día en que el juicio llegara a Jericó.
En su Palabra, Dios nos ha dado un cordón de grana (el color de la sangre); Él salva a todos los que se ponen bajo su protección, todos los que están dentro de esa casa. Todos los que están en Cristo están protegidos por su preciosa sangre. Esto es una señal segura, ya que el Padre la está mirando. Cristo murió por mí; por eso mi alma está a salvo. En otras palabras, estos hombres le dijeron a Rahab: “Responderemos por tu seguridad; tú y toda tu casa se salvarán, porque están a salvo por el cordón de grana”. Cristo es la seguridad para todos los que ponen su confianza en su preciosa sangre. Pero si Rahab, o cualquiera de su familia, no se ponía bajo la protección del cordón de grana, era bajo su propio riesgo.
Si te niegas a poner tu confianza en el Señor Jesucristo, si te niegas a refugiarte bajo su preciosa sangre, el día en que Dios venga a sacudir poderosamente la tierra, todas las cosas en las que los hombres han puesto su confianza se harán añicos. Entonces serás una pobre alma, perdida y arruinada, y tu sangre estará sobre tu propia cabeza, porque has despreciado el sacrificio ofrecido por nuestro Señor Jesucristo.