¿Eres un hombre de integridad? | Edgar Nazario

¿Eres un hombre de integridad?
Introducción:
La integridad es un aspecto vital del carácter cristiano. Engloba la honestidad, la rectitud moral y la adhesión constante a los estándares de Dios en todas las áreas de la vida. Como hombres cristianos, nuestro objetivo debe ser reflejar el carácter de Cristo, quien personificó una integridad perfecta. En este artículo, exploraremos la importancia de vivir una vida marcada por la integridad, comprendiendo su fundamento bíblico y descubriendo formas prácticas de cultivarla en nuestra vida diaria.
Punto 1: Comprendiendo el Fundamento Bíblico de la Integridad
Definición de Integridad:
La integridad, según la Biblia, va más allá de simples apariencias externas. Implica la alineación de nuestros pensamientos, palabras y acciones con la verdad y la justicia de Dios. Proverbios 10:9 dice: «El que camina en integridad anda confiado; más el que pervierte sus caminos será descubierto». Este versículo enfatiza que una persona íntegra camina con confianza, sabiendo que está guiada por los principios de Dios.
Imitar el Ejemplo de Cristo:
Jesucristo es nuestro modelo supremo de integridad. Demostró consistentemente una perfecta alineación entre su carácter, sus palabras y sus acciones. En Juan 8:29, Jesús dice: «Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo siempre hago lo que le agrada». Como hombres cristianos, estamos llamados a imitar el ejemplo de Cristo y esforzarnos por tener integridad en todos los aspectos de nuestras vidas.
Punto 2: La Importancia de la Integridad
Un Reflejo del Carácter de Dios:
La integridad no es simplemente una virtud personal; es un reflejo del propio carácter de Dios. Salmo 25:21 dice: «Integridad y rectitud me guarden, porque en ti he esperado». Cuando vivimos vidas de integridad, honramos a Dios y señalamos a otros hacia su justicia. Nuestro compromiso con la honestidad y la rectitud moral se convierte en un testimonio del poder transformador del evangelio.
Ganar Confianza e Influencia:
La integridad es el fundamento de la confianza y la influencia. Cuando otros ven que vivimos consistentemente según nuestras convicciones, es más probable que confíen en nosotros. Proverbios 20:7 afirma esto al decir: «El justo camina en su integridad; ¡dichosos serán sus hijos después de él!». Al cultivar la integridad, impactamos no solo nuestras propias vidas, sino que también influenciamos positivamente a quienes nos rodean, incluyendo a nuestras familias y las futuras generaciones.
Punto 3: Cultivando la Integridad en la Vida Diaria
Cuidando Nuestros Corazones y Mentes:
Cultivar la integridad requiere esfuerzo intencional. Proverbios 4:23 nos aconseja: «Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón, porque de él mana la vida». Debemos cuidar nuestros corazones y mentes contra las influencias corruptoras del mundo. Sumergirnos regularmente en la Palabra de Dios y buscar su guía a través de la oración nos equipa para tomar decisiones justas y mantener la integridad.
Responsabilidad y Comunidad:
Ser parte de una comunidad de creyentes brinda responsabilidad y apoyo en nuestra búsqueda de la integridad. Proverbios 27:17 dice: «El hierro con hierro se aguza; y así el hombre aguza el rostro de su amigo». Rodearnos de personas afines que nos animen y nos desafíen a vivir con integridad es crucial. Esto incluye participar en una iglesia local, unirse a un grupo pequeño o encontrar un mentor que nos ayude a crecer en esta área.
Tomar una Postura y Hacer Enmiendas:
La integridad a menudo nos exige tomar una postura por lo que es correcto, incluso cuando es difícil. Efesios 4:25 nos recuerda: «Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros». Cuando cometemos errores, es esencial humillarnos, buscar perdón y hacer enmiendas. Una persona íntegra asume la responsabilidad de sus acciones y busca la reconciliación.
Conclusión:
La integridad no es un atributo opcional para un hombre cristiano; está en el núcleo de nuestra identidad como seguidores de Cristo. Al comprender el fundamento bíblico de la integridad, reconocer su importancia como un reflejo del carácter de Dios y cultivarla intencionalmente en nuestra vida diaria, podemos esforzarnos por ser hombres de integridad que glorifiquen a Dios en todo lo que hacemos. Al imitar el ejemplo de Cristo, ganar confianza e influencia, y buscar activamente la integridad, nos convertimos en catalizadores de un cambio positivo en nuestras familias, comunidades y en el mundo que nos rodea. Que busquemos continuamente la guía y el poder del Señor mientras nos embarcamos en este viaje de vivir vidas marcadas por la honestidad, la integridad y la rectitud moral.
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Edgar Nazario

Mostrar nuestros verdaderos colores

Miércoles 9 Agosto
Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
Mateo 5:16
Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.
Marcos 8:38
Mostrar nuestros verdaderos colores
Hace mucho tiempo, cuando Francia e Italia estaban en guerra, un hombre que vivía en la zona fronteriza se vio muy afectado por estas batallas, ya que su propiedad estaba justo en la frontera de estas dos naciones en guerra. Para garantizar su seguridad, se había hecho una chaqueta reversible con las banderas francesa en un lado e italiana en el otro. Mientras observaba el desarrollo de la batalla, llevaba los colores de los vencedores en el exterior para demostrar su lealtad a los ganadores. Así es como trató de vivir pacíficamente, disfrutando del favor de uno u otro de los dos enemigos.

No hay nada inusual en las acciones de este hombre. Simón Pedro, el discípulo audaz y seguro de sí mismo, le dijo al Señor: “Mi vida pondré por ti” (Jn. 13:37). Pero cuando entró en la casa del sumo sacerdote, donde el Señor fue llevado bajo arresto, fue reconocido y denunciado como uno de los seguidores de Jesús. Sin embargo, negó al Señor, maldiciendo y jurando no conocerlo. De esta forma, Pedro, simbólicamente, le dio vuelta a su chaqueta y ocultó sus verdaderos colores.

Pero luego vemos cómo actuaron José de Arimatea y Nicodemo. Después de la muerte del Señor Jesús en la cruz, José, un discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos, dejó de ocultarse y se identificó con Cristo, junto con Nicodemo. Lo hicieron cuando muchos habían huido. Estos dos discípulos cuidaron del cuerpo de su Señor cuando su rechazo por parte de los hombres estaba en su punto más álgido.

¿Qué hay de nosotros? ¿Mostramos nuestros verdaderos colores!

Albert Blok
© Believer’s Bookshelf Canada Inc.