Sábado 26 Agosto Cuando nosotros entremos en la tierra, tú atarás este cordón de grana a la ventana por la cual nos descolgaste… Cualquiera que saliere fuera de las puertas de tu casa, su sangre será sobre su cabeza. Josué 2:18-19 El cordón de grana ¡Qué hermosa imagen de la salvación de Dios! Rahab tuvo que atar el cordón de grana a su ventana para que todos pudieran verlo. Los lugareños no sabían para qué servía; tal vez pensaban que era solo un adorno. Los dos espías le dijeron a Rahab que reuniera en su casa a su padre, su madre, sus hermanos y otros miembros de su familia. El cordón de grana que colgaba de la ventana los mantendría a salvo el día en que el juicio llegara a Jericó.
En su Palabra, Dios nos ha dado un cordón de grana (el color de la sangre); Él salva a todos los que se ponen bajo su protección, todos los que están dentro de esa casa. Todos los que están en Cristo están protegidos por su preciosa sangre. Esto es una señal segura, ya que el Padre la está mirando. Cristo murió por mí; por eso mi alma está a salvo. En otras palabras, estos hombres le dijeron a Rahab: “Responderemos por tu seguridad; tú y toda tu casa se salvarán, porque están a salvo por el cordón de grana”. Cristo es la seguridad para todos los que ponen su confianza en su preciosa sangre. Pero si Rahab, o cualquiera de su familia, no se ponía bajo la protección del cordón de grana, era bajo su propio riesgo.
Si te niegas a poner tu confianza en el Señor Jesucristo, si te niegas a refugiarte bajo su preciosa sangre, el día en que Dios venga a sacudir poderosamente la tierra, todas las cosas en las que los hombres han puesto su confianza se harán añicos. Entonces serás una pobre alma, perdida y arruinada, y tu sangre estará sobre tu propia cabeza, porque has despreciado el sacrificio ofrecido por nuestro Señor Jesucristo.
El movimiento de los cuáqueros surge en Inglaterra en el siglo XVII. Fue fundado por George Fox (1624-1691), hijo de un tejedor, conocido en su comunidad como un hombre de indudable rectitud cristiana. Su madre también era una mujer reconocida por su piedad, de manera que Fox recibió una profunda formación religiosa que lo movió a procurar desde su juventud una vida cristiana coherente, apartada de la mundanalidad que se percibía en aquellos días en Inglaterra entre muchos que profesaban la fe.
Aunque Fox creía que la Biblia es la Palabra de Dios, también creía que era un libro cerrado para cualquiera que lo leyera sin una obra de iluminación de parte del Espíritu de Dios, a la que él llamaba la Luz Interior.
Fox congregó alrededor de sí a un grupo de seguidores que fueron conocidos originalmente como «Hijos de Verdad», y luego como «Hijos de Luz». Ellos creían que algo dentro de ellos les decía lo que estaba bien y lo que estaba mal, y que los movía de la falsedad a la verdad, de lo impuro a lo puro. El historiador Justo L. González dice al respecto:
Esta luz es una semilla que existe en todos los seres humanos, y es el verdadero camino que debemos seguir para encontrar a Dios. La doctrina calvinista de la corrupción total de la humanidad le parecía una negación del amor de Dios y de su propia experiencia. Al contrario, decía él, en toda persona queda una luz interna, por muy eclipsada que esté por el momento. A su vez, esto quiere decir que, gracias a ella, los paganos pueden salvarse. Pero esa luz no ha de confundirse con el intelecto ni con la conciencia. No se trata de una razón natural, como la de los deístas, ni tampoco de una serie de principios de conciencia que señalen hacia Dios. Se trata más bien de algo que hay en nosotros que nos permite reconocer y aceptar la presencia de Dios. Es por la luz interna que reconocemos a Jesucristo como quien es; y es también gracias a ella que podemos creer y entender las Escrituras. Luego, en cierto sentido, la comunicación con Dios mediante la luz interna es anterior a todo medio externo.
En cuanto a las iglesias existentes en Inglaterra en aquellos días, Fox no aceptaba ninguna de ellas, así como tampoco ninguno de sus credos ni de su teología. Tampoco creía en las escuelas teológicas ni en el entrenamiento formal para el ministerio.
Algunos creen que el nombre de «cuáqueros» se derivó de una frase que Fox pronunció ante un magistrado inglés, a quién Fox exhortó a temblar ante la Palabra del Señor. Otros piensan que se trata más bien de una referencia al entusiasmo que manifestaban en sus primeros días los seguidores de Fox y que los llevaba a temblar de emoción. Pero ellos preferían llamarse a sí mismos como «Sociedad de Amigos», basados en el texto de Juan 15:15.
Sus lugares de reunión eran excesivamente simples. No tenían púlpito. No cantaban… Se sentaban y esperaban en silencio a que el Espíritu los moviera. Si no había movimiento del Espíritu en cierto lapso de tiempo, ellos partían sin pronunciar ninguna palabra. Pero el Espíritu podía mover a uno de los «amigos» presentes, sea hombre o mujer, así como a varios a la vez. En ese caso, aquellos que eran movidos se levantaban y daban sus mensajes.
Este movimiento tuvo un crecimiento sorprendente, por cuanto habían muchos en Inglaterra que se sentían inconformes y disgustados por la tibieza y la mundanalidad que manifestaban muchas iglesias en aquellos días. El grupo de los cuáqueros era de apenas sesenta personas en 1654. Cuatro años más tarde, el número ascendió a treinta mil. Aunque fueron severamente perseguidos, no solo crecieron en Inglaterra, sino que llevaron sus doctrinas a Europa, África y América.
Una versión de este contenido apareció primero aquí. Sugel Michelén (MTS) es miembro del concilio de Coalición por el Evangelio. Ha sido por más 35 años uno de los pastores de Iglesia Bíblica del Señor Jesucristo, en República Dominicana, donde tiene la responsabilidad de predicar regularmente la Palabra de Dios. Es autor de varios libros, incluyendo De parte de Dios y delante de Dios y El cuerpo de Cristo. El pastor Michelén y su esposa Gloria tienen 3 hijos y 5 nietos. Puedes seguirlo en Twitter.