Una herramienta para el maestro

Lunes 9 Octubre
Hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo.
1 Corintios 12:4-6
Una herramienta para el maestro
En los primeros capítulos de esta epístola podemos encontrar ejemplificado lo que leemos en el texto de hoy. En el capítulo 2, versículos 1 al 5, encontramos un ejemplo de cómo el Espíritu Santo actúa como el poder detrás de los diversos dones espirituales. Pablo llegó a Corinto con mucha debilidad, temor y temblor. Sin embargo, les habló “con demostración del Espíritu y de poder”. ¡Qué contraste! Cuando no confiamos en nuestra propia sabiduría y fuerza, el Espíritu Santo nos dará poder y nos usará como instrumentos suyos para glorificar a Cristo (Jn. 16:14). Cuando nos damos cuenta de que somos débiles, incluso en el servicio, entonces somos fuertes (2 Co. 12:10).

En el capítulo 3 vemos que es el Señor quien distribuye los servicios. Le da a cada siervo el trabajo que tiene que hacer. Él le encargó a Pablo que plantara en Corinto, y a Apolos que regara lo plantado (vv. 5-6). Este capítulo 3 también nos presenta a Dios como el que obra todo en todos. Pablo había plantado, Apolos había regado, pero solo Dios es quien podía dar el crecimiento (v. 7).

Como siervos debemos llevar a cabo la tarea que se nos ha encomendado y dejar espacio para que otros hagan lo que el Señor les ha encomendado. Sin embargo, no podemos producir el resultado en los corazones. Esa es la obra de Dios, para su propia gloria, y a otro no dará su gloria. Esto elimina toda oportunidad de gloria en el hombre, ya sea en nosotros mismos o en otros siervos del Señor. Cada uno tiene su papel de siervo, y debemos apreciar a cada siervo por su trabajo (1 Ts. 5:12, 13). Pero toda la gloria le pertenece solo a Dios. “El que se gloría, gloríese en el Señor” (1 Co. 1:31).

Kevin Quartell
© Believer’s Bookshelf Canada Inc.

El rol de la mujer en la iglesia local | Richard B. Ramsay

El rol de la mujer en la iglesia local
Richard B. Ramsay

El tema del papel de la mujer en la Iglesia es muy complejo, y no pretendo resolver todas las dudas, pero
me gustaría tratar de contestar las siguientes preguntas: ¿Las mujeres pueden ser pastores, presbíteros,
o diaconisas? ¿Las mujeres pueden predicar en los cultos? Ofrezco los siguientes comentarios:
Hay dos extremos: Por un lado, algunos descartan los pasajes acerca del ministerio de la mujer en la
iglesia, porque piensan que se aplicaban solamente a las iglesias antiguas del tiempo del Nuevo
Testamento. Piensan que las enseñanzas acerca de la mujer estaban vinculadas con las normas
culturales de aquel tiempo, pero que ahora esas normas han cambiado, y ya no hay distinciones en los
roles de hombres y mujeres. Por otro lado, otros limitan su participación en la iglesia solamente a
observadoras. Algunos piensan que las mujeres deben quedarse totalmente calladas en los cultos, o que
deben cubrir su cabeza, o que deben sentarse en el otro lado, separadas de los hombres. Mi opinión es
que ninguno de estos extremos es correcto.
Es importante comenzar esta discusión destacando el hecho de que según la Biblia, los hombres y las
mujeres son iguales en honor, y pueden tener los mismos dones espirituales. También debemos
reconocer el gran aporte que normalmente hacen en nuestras iglesias. Frecuentemente son
colaboradoras muy fieles y muy comprometidas en nuestras iglesias. Hay muchos ministerios para las
mujeres, y debemos animarles a usar sus dones, no aplastarlas. Creo que hemos fallado a las mujeres en
nuestras iglesias, sin mostrarles claramente cuáles son sus oportunidades de ministerio. Las mujeres
normalmente son la mayoría en nuestras iglesias, y si no les ofrecemos ministerios significantes,
estamos perdiendo mucho.
Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros
sois uno en Cristo Jesús. GÁLATAS 3:28
Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. 1 CORINTIOS 12:7
Sin embargo, tenemos que distinguir entre los dones espirituales que pueden tener todos los cristianos
y los oficios o las funciones. Obviamente, una persona nombrada a un oficio o asignada a una cierta
función también debería tener los dones necesarios, pero no todos que tienen esos dones serán
necesariamente designados para un puesto de liderazgo. Por ejemplo, muchas personas pueden tener el
don de la enseñanza, pero no todos son pastores o presbíteros.1
El pasaje clave está en 1 Timoteo 2:11-15. Note que en este capítulo, Pablo está hablando de reuniones
públicas, de oración y enseñanza.
La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni
ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Porque Adán fue formado primero,
después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en
transgresión. Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación,
con modestia. 1 TIMOTEO 2:11-15
La pregunta importante para interpretar este pasaje es si las estipulaciones de Pablo están vinculadas
con las normas culturales de aquel tiempo de tal manera que no se apliquen hoy. Es decir, ¿la aplicación
de los principios está condicionada por el contexto cultural? En este estudio tendremos que aprender a
distinguir entre normas universales y normas que son más flexibles en su aplicación, porque dependen
del contexto. Parte del problema es que en los dos versículos anteriores, pareciera que las normas están
conectadas con el contexto social:
Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado
ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a
mujeres que profesan piedad. 1 TIMOTEO 2:9-10
Observe las palabras relacionadas con normas culturales: «decorosa», «pudor», «modestia», «ostentoso»,
y «costoso». El significado de estos términos tiende a variar de un país a otro, y de una generación a
otra. Para una mujer que vive en algunos países musulmanes, mostrar la cara sería una falta de «pudor»,
pero para mujeres de otros países es totalmente apropiado. Para mujeres que viven en algunos países,
usar ropa de muchos colores fuertes puede ser «ostentoso», mientras para mujeres de otros países, es lo
más común. ¿Qué es un peinado «ostentoso»? Depende de la cultura. Obviamente el significado del
término «costoso» varía de un país a otro, incluso de un sector de la ciudad a otra. En el sector oriente
de Santiago de Chile, muchas mujeres se visten de abrigos que cuestan más de US$200, y no parece
extravagante para la gente que vive allí. Sin embargo, si la misma mujer camina por las calles de un
sector pobre de Santiago, llamaría la atención. La reacción al uso de joyas de oro y de perlas también
varía mucho entre un lugar y otro. Mi conclusión es que el propósito de estos versículos no es dar una
lista absoluta de cosas que las mujeres deben evitar en todo lugar y en todo tiempo, sino exhortarles a
evitar lo que parece «ostentoso» y «costoso» en el contexto en que se encuentre, y a vestirse de una
manera que parece «decoroso» y «modesto» en el contexto en que se encuentre.
Ahora observe una diferencia importante en los versículos 11-15 de 1 Timoteo 2: la base usada para
defender estos principios éticos no tiene ninguna relación con la cultura de aquel tiempo. Incluso, es
algo que no va a cambiar nunca, porque son dos hechos históricos: Adán fue creado primero y Eva fue
engañada. Son dos verdades que no cambiarán con ninguna cultura, ni ahora ni nunca.
Pablo no está diciendo que Eva haya sido más culpable que Adán por la Caída, o que la razón que la
mujer debe someterse al hombre sea porque él es de alguna manera superior. Incluso, en otro pasaje,
Pablo enseña que Adán es responsable por la Caída (ver Romanos 5:12). Siendo la cabeza de la familia,
debería haber ayudado a Eva, pero aparentemente aprobó el acto en silencio como un cobarde.
Después, él mismo tomó de la fruta. Pero no podemos cambiar los hechos históricos que Adán fue
creado primero y que Eva fue engañada primero.
El punto principal es que la mujer no debe ejercer autoridad sobre el hombre o ejercer dominio sobre el
hombre en las reuniones de la iglesia. La palabra griega usada en el versículo 12, traducida con la frase
«ejercer dominio sobre», es (authentéo) , que significa tener plena autoridad sobre, dominar.

Toda organización funciona mejor con alguna estructura, con distinciones en los roles de los líderes. No
todos pueden dirigir o tener autoridad. Y tener un cierto rol no necesariamente indica superioridad o
inferioridad como persona. Aun la Trinidad refleja eso. Son tres personas del mismo honor y gloria, pero
tienen distintas funciones. En algunos aspectos, el Hijo se somete al Padre, y en algunos aspectos el
Espíritu Santo está sometido a Jesús. Pero son iguales. De una manera similar, Dios ha ordenado que el
hombre sea la cabeza de la familia, y ha ordenado que los hombres sean los dirigentes de la Iglesia. Pero
no son superiores.
¿Qué del «silencio»? La palabra traducida «silencio» es (hesuchía), que significa: silencio
tranquilidad, descanso. El problema con interpretar esto de una manera en que la mujer no puede
nunca hablar en las reuniones públicas es que Pablo da a entender en otros pasajes que pueden orar y
profetizar.
Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza; Porque si la
mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el
cabello o raparse, que se cubra. 1 CORINTOS 11:5
Aquí Pablo no prohíbe orar o profetizar, sino dice que no debe hacerlo con la cabeza «descubierta.» Esto
probablemente significa usar un estilo de peinado con el pelo arriba, como señal de sumisión a su
marido (11:10). El punto clave es no rebelarse en contra del marido.
Este pasaje también contiene aspectos vinculados con la cultura. En ese tiempo si una mujer casada
andaba en público con el pelo suelto, era un acto de rebeldía, actuando como si no estuviera casada. En
ese caso, dice Pablo, sería lo mismo que cortarse el cabello o raparse, señal de una mujer siendo
castigada por infidelidad. (Vea Números 5.11-18.) La forma en que se manifiesta esa rebeldía, o esa
«vergüenza» varía de una cultura a otra. En muchas culturas hoy en día, cuando una mujer tiene el pelo
corto o tiene el pelo suelto, no indica nada de rebeldía. Posiblemente un paralelo hoy sería una mujer
casada que asiste las reuniones de la iglesia sin su anillo de boda, o con ropa muy llamativa, o que se
sienta sola en otro lugar de la iglesia, en vez de sentarse con su marido.
¿Qué significa entonces que la mujer esté en «silencio» en 1 Timoteo 2:11-12? El contexto ayuda a
entenderlo. Cada vez que Pablo menciona el «silencio» de la mujer, también menciona su relación con el
hombre. Dice que debe estar en «sumisión», y que no debe «ejercer dominio» sobre el hombre. El
«silencio» es prácticamente sinónimo de «sumisión» en este pasaje.
James Hurley, quien ha escrito un libro excelente, muy completo y muy exegético, sobre el tema de la
mujer opina que el «silencio» de la mujer está relacionado con la evaluación de las «revelaciones» y de
las «profecías». Cuando estaban en el culto, y muchos estaban participando con sus profecías, otros
tenían que juzgar si eran realmente de Dios. Era este papel de juzgar que no correspondía a la mujer.
Tampoco le correspondía enseñar con la autoridad de un líder espiritual.
Hay apoyo para esta interpretación en 1 Corintios 14. En este capítulo, hay una prohibición similar a lo
que dice 1 Timoteo 2:11-12.

Vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que
estén sujetas, como también la ley lo dice. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus
maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación. 1 CORINTIOS 14:34-35
El contexto de los versículos anteriores demuestra claramente que Pablo está hablando de reuniones
públicas en que hay profecías que tenían que ser «juzgadas»:
¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina,
tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación. Si habla
alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno; y uno interprete. Y si no
hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para sí mismo y para Dios. Asimismo, los profetas
hablen dos o tres, y los demás juzguen. 1 CORINTIOS 14:26-29.
Así que creo que Hurley tiene razón acerca de 1 Corintios 14:34-35, pero creo que 1 Timoteo 2:11-15
tiene una aplicación más amplia. En todos los pasajes que hemos visto, el tema principal es que la mujer
no debe ejercer dominio sobre el hombre. La evaluación de profecías no es la única situación en que
esto se aplica.
El problema en algunas iglesias en el tiempo del Nuevo Testamento era que se adelantaban en su
manera de vivir, como si Cristo hubiese vuelto a establecer la forma eterna y final de Su reino. Los
corintios cometían el error de la «escatología sobre realizada.»6
Es decir, pensaban que todos los beneficios del Reino de Dios se experimentaban ya. Así que las mujeres vivían como si no estuvieran casadas.

Y algunos esclavos (o siervos) querían vivir como libres. Pablo tuvo que recordarles que las
mujeres casadas deberían mantenerse fieles a sus maridos y que los esclavos (siervos) deberían seguir
sometidos a sus maestros (1 Corintios 7:10-24). El problema de este malentendido se manifestaba
cuando algunas mujeres querían juzgar las revelaciones.
Para comprender esto, veamos una ilustración. En las reuniones oficiales de los presbiterios en nuestra
denominación, solamente participan hombres (pastores y presbíteros). Y la costumbre es que, cuando
alguien desea participar en una discusión, se pone de pie y pide permiso al moderador. Solamente
cuando el moderador le da permiso, puede hablar. Ahora supongamos que en una reunión del
presbiterio, algunas mujeres asisten que son esposas de los pastores. Se sientan solas, no con sus
maridos, remuevan sus anillos de boda, y actúan como si no fueran casadas. Cuando hay un tiempo para
discutir un tema importante, las mujeres también se paran y piden permiso para hablar. En un contexto
así, el moderador quizás diría que las mujeres deben quedarse sentadas o que se mantengan en
«silencio». Con eso no les está diciendo que nunca pueden hablar, sino que no pueden participar en la
discusión en forma oficial. Creo que Pablo está diciendo algo así.
Jesucristo trajo más respeto por la mujer, y el Nuevo Testamento admite cambios en la aplicación de
algunos principios. Pero no cambia su rol de sumisión en la familia y en la Iglesia. Según la Biblia, es igual
al hombre en valor, y tiene los mismos dones, pero tiene otra función. La mujer tiene el rol importante
de apoyo, quizás algo parecido al rol del Espíritu Santo dentro de la Trinidad. El hombre tiene el papel
similar al rol del Padre en su liderazgo, pero también tiene el papel de Jesús en darse a sí mismo por su
esposa y por sus hijos.

El liderazgo del hombre implica responsabilidad, más que poder. El hombre tendrá que rendir cuentas
frente a Dios por su familia y por la iglesia, más que la mujer. El liderazgo también implica que debe
asumir una actitud de entrega y sacrificio, tratando a la mujer con amor y respeto. Debería imitar a
Cristo, quien se dio a sí mismo por la iglesia (Efesios 5.21-33, Filipenses 2.3-8). Si los hombres
actuáramos así, ¡las mujeres no tendrían dificultad en someterse!
No debemos ver esto como un castigo de la mujer. No es una forma de poner un «bozal» o cinta
adhesiva sobre la boca de la mujer. Debemos recordar las otras dimensiones del término «hesuchía»; es
una «tranquilidad» para la mujer, un «descanso» de liderazgo y supervisión, dejando al hombre cumplir
esa tarea.
Hablando de aspectos más específicos, parece bastante claro en estos pasajes que la mujer no debe
tener un oficio de autoridad en la iglesia, como pastor, presbítero, o diácono. También queda claro que
no debe enseñar con «autoridad» sobre los hombres. Yo creo que esto incluye especialmente la
predicación en el culto de adoración. Si predicar en el culto no es enseñar con autoridad, ¡entonces no
sé qué actividad sería enseñar con autoridad!
James Hurley nos deja una buena pauta: la mujer puede hacer en la iglesia cualquier actividad que
pueda realizar un hombre que no sea ordenado a un oficio de liderazgo.
Es decir, el límite es el oficio,
pero se aplica a las actividades que corresponden al oficio. Por ejemplo, las mujeres también tienen
dones de enseñanza (Pablo exhorta a las mujeres a enseñar a las mujeres más jóvenes en Tito 2.4), pero
no deben ejercerlos en las ocasiones cuando representa autoridad, como en los sermones del culto.
Tampoco deben predicar hombres que no sean presbíteros. Creo que la administración de los
sacramentos es otra actividad en que debería ser realizada por un presbítero ordenado.
1 Timoteo 3:2 dice que el presbítero debería ser «marido de una sola mujer». Esto presupone que será
un hombre. También tenemos el trasfondo del Antiguo Testamento, en que los ancianos eran hombres.
No vemos ninguna indicación de cambiar eso en el Nuevo Testamento.
Alguien podría objetar que Tito 2:3 habla de «ancianas», como si fueran también oficiales de la iglesia.
Sin embargo, según el contexto, parece que no está hablando de un oficio aquí. En el capítulo anterior,
sí está hablando de un oficio. Pablo dice a Tito que debe «establecer ancianos» en cada ciudad (Tito 1:5).
Después, habla de «ancianos» de nuevo en Tito 2:2, pero en el segundo capítulo no usa la misma forma
de la palabra que usa en el primer capítulo. En Tito 1:5 es [presbíteros], y aquí es
 [presbítes]. El primero es comparativo (más), y el segundo no lo es. Sería como la diferencia
entre «más anciano» y «anciano», o entre «mayores» y «hombres viejos».
La forma [presbíteros] que se encuentra en el primer capítulo había llegado a ser un
término técnico para dirigentes religiosos, para el oficio. Se usa en los evangelios y en Hechos
frecuentemente en una frase como «los principales sacerdotes y los ancianos» (Mateo 21:23, Hechos 4:8
y 23). En el relato del concilio de Jerusalén, se usa el término cuando dice que «los apóstoles y los
ancianos» se reunieron para discutir el asunto (Hechos 15:4,6). Pablo lo usa en 1 Timoteo 5:17 donde
habla de los «ancianos que gobiernan bien».

Por alguna razón, Pablo no usa la misma forma de la palabra en capítulo 2. El cambio lingüístico sugiere
que ha cambiado de tema. Ahora está hablando de hombres mayores de edad, y no específicamente de
los oficiales de la iglesia.
Después de hablar de los hombres mayores de edad, habla de las «ancianas» (Tito 2:3). El término es [presbítis], la forma femenina de [presbítes]. Tampoco es un término técnico.
Concluyo que no se refiere a un oficio, sino simplemente a mujeres mayores de edad.
Esto todavía deja muchos otros ministerios para las mujeres. Pueden enseñar en otras situaciones que
no sea el culto, como la escuela dominical y en grupos de mujeres. Pueden evangelizar, orar, dar su
testimonio, cantar, llevar a cabo actividades de servicio a la comunidad y a los necesitados, y organizar
actividades de compañerismo, por ejemplo. En fin, las mujeres pueden usar todos sus dones y practicar
todos los aspectos del ministerio de la iglesia, pero sin ser ordenadas a un oficio de autoridad. En
general, no deben ejercer autoridad sobre los hombres.
Personalmente, no tengo problema en que haya mujeres «diaconisas», siempre que no sean ordenadas
al oficio. En muchas iglesias, hay un cuerpo de diáconos que dirige el ministerio diaconal, pero también
hay un grupo de mujeres que realizan actividades diaconales, siempre bajo la supervisión del cuerpo
oficial. Tampoco tengo problemas en que haya mujeres que manejan las finanzas de la iglesia, siempre
que estén bajo la supervisión de los presbíteros o los diáconos ordenados.
Cómo se explica en un capítulo anterior del libro, 1 Timoteo 3:11 menciona a las mujeres en el contexto
de hablar de los diáconos. Algunos piensan que este versículo autoriza la ordenación de mujeres al oficio
de diácono. En griego la palabra es («gunaikas»), que se puede traducir como «mujeres» o
como «esposas.» Esto ha sido interpretado como las mujeres que ocupan el cargo de diácono, las
mujeres que no tienen el cargo de diácono pero que hacen trabajo diaconal como ayudantes de los
diáconos, o como las esposas de los diáconos. Puesto está insertado aquí dentro de un pasaje que trata
con hombres diáconos (observe que el versículo 12 vuelve a hablar de los hombres diáconos que deben
tener una sola esposa), me inclino a pensar que Pablo está hablando de las esposas de los diáconos en
este versículo.
También creo que puede haber excepciones en situaciones especiales. Por ejemplo, aunque los jueces
en Israel eran casi siempre hombres, Débora fue una excepción (Jueces 4). En una isla donde los únicos
creyentes son mujeres, ¿será un pecado que una mujer sea la pastora de la iglesia? Sin embargo, la
excepción no cambia la norma.
Quizás ayude pensar en esto: Si el hombre ha sido asignado por Dios como cabeza de la familia (no por
ser mejor o tener más dones que la mujer), causaría un problema si no lo fuera también en la iglesia. Si
él está enseñando en la iglesia, pero su esposa es la pastora o dirigente quien evalúa su enseñanza,
produce un conflicto. Y si su esposa predica sermones autoritativos desde el púlpito, cuando él está
sentado en la banca, produce una inversión de roles.