UNA IGLESIA TOLERANTE | Apocalipsis 2:12-15

UNA IGLESIA TOLERANTE

La iglesia de hoy, la iglesia «de Jesucristo», se esfuerza mucho por parecerse lo más posible a la cultura, en lugar de huir de esas cosas.

Durante décadas, ha sido popular para los líderes de la iglesia hacer que la gente venga a la iglesia y se sienta como si estuviera en algún evento mundano. La iglesia se ha vuelto amigable con el pecador en lugar de asustar al pecador. Se ha convertido en afirmadora en lugar de condenatoria, sentimental en lugar de teológica, informal en lugar de solemne, entretenida en lugar de edificante, engañosa en lugar de honesta, frívola en lugar de cultual… ya nos hacemos una idea.

A las iglesias no les gusta la idea de que son una ofensa para la cultura, y piensan que si pueden acercarse a todo lo que la gente disfruta en la cultura, de alguna manera podrán ganársela.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Hay corrientes filosóficas que nos han empujado en esta dirección, como el pragmatismo. El pragmatismo es una filosofía que dice que el valor de cualquier cosa viene determinado por sus consecuencias prácticas. Eso es un poco diferente de otra corriente filosófica, el utilitarismo. El utilitarismo dice que la utilidad es la norma de lo que es bueno. Si funciona, si produce el efecto deseado, entonces lo hacemos. Esta es la filosofía.

La iglesia, por extraño que parezca, ha comprado en la filosofía del pragmatismo y el utilitarismo y decidió que si atrae a una multitud, es bueno; y si funciona, vamos a usarlo, incluso si no logra ser una separación del mundo.

Así que la iglesia se ha adaptado al mundo pagano. Los líderes de la iglesia hablan menos de teología y más de metodología. Hablan menos de doctrina y más de estrategia.

A medida que el mundo pagano se vuelve más hostil a la verdad de Dios, a medida que se vuelve más hostil al pueblo de Dios, las iglesias transigirán. Ya han demostrado que lo harán. Transigirán para ser más atractivas. No quieren ser perseguidas, no quieren ser rechazadas, no quieren ser ignoradas, no quieren ser perseguidas, y entonces se alinearan con las expectativas del mundo. Cortejarán al mundo siendo como el mundo.

Jesús le dice esto a la iglesia de Pérgamo:

12 Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada aguda de dos filos dice esto:

13 Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás. 14 Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación. 15 Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco. (Apocalipsis 2:12-15)

Tienes algunas personas allí que están jugando con la idolatría y la inmoralidad. Es algo así como Balaam, y es lo que los nicolaítas defienden. Hay gente que es arrastrada de nuevo a los pecados muy familiares de los cuales han sido liberados.

Balaam, según Deuteronomio 23, es un personaje del Antiguo Testamento. Era un famoso hechicero de un lugar llamado Pethor en Mesopotamia. Conocía al Dios de Israel – todo el mundo conocía al Dios de Israel por lo que el Dios de Israel había hecho al liberar a Su pueblo de Egipto. Pero Balaam era un hechicero que estaba en esto, como todos los hechiceros, por el dinero. Así que puso sus servicios esotéricos a disposición de cualquiera que le pagara.

Recuerdas la historia. Tres veces Balaam intenta maldecir a Israel, pero no puede hacerlo. Así que desarrolla otra estrategia. Si no puede maldecirlos, decide que los corromperá. Así que consiguió que un grupo de mujeres de Moab sedujeran a hombres judíos para que se casaran entre ellos; y así arrastró a esos hombres a una vida idólatra e inmoral en Moab. Volvieron a comer cosas sacrificadas a los ídolos, y volvieron a cometer idolatría – las mismas cosas que habían visto en Egipto.

La maldición no funcionó, pero la corrupción sí. La unión blasfema con el mundo destruyó el poder de Israel y le quitó su protección. El plan tuvo éxito. Pero Dios, en Números 24, intervino, castigando severamente a Israel y a los líderes y detuvo su caída.

Así que el punto que nuestro Señor está haciendo a la iglesia en Pérgamo es, “Ustedes tienen algunas personas allí que están actuando como Balaam, y los están seduciendo para que regresen a la misma cultura de la que han sido liberados, para que participen en su idolatría y su inmoralidad.” Algunos en Pérgamo estaban cayendo ante las seductoras sirenas de la cultura del diablo.

Hablando en términos prácticos, ¿cómo se veía esto? Algunos en la iglesia de Pérgamo estaban asistiendo a fiestas paganas con libertinaje e inmoralidad, y luego venían a la iglesia. Y aparentemente la iglesia no había tomado acción para confrontarlo y corregirlo.

¿Y que de los Nicolaítas? ¿Cuál era su problema? Era esencialmente lo mismo que los que seguían el error de Balaam. Estaba llevando a la gente de vuelta al mundo del que habían sido rescatados.

Dos de los primeros padres de la iglesia, Ireneo y Clemente de Alejandría, escribieron esto sobre los nicolaítas: “Viven vidas de indulgencia desenfrenada, abandonándose al placer como cabras, llevando una vida de autoindulgencia.”

La iglesia en Pérgamo tenía gente viviendo como paganos, y la iglesia había tolerado esta enseñanza y este compromiso, corrompiendo la casa del Señor. No estaban separados.

Así que Jesús ordena: “Arrepentíos.” Vuélvete y vete por el otro camino. Deja de tolerar el compromiso mundano.

Si usted tiene personas en su asamblea que vienen a adorar a Cristo y luego regresan y caen en los pecados de la cultura, usted debe confrontarlos. La iglesia de hoy no debe dejar de excluir a los incrédulos de la comunión del cuerpo de Cristo. Siempre nos alegramos cuando los no creyentes vienen y escuchan el mensaje, pero no pueden participar con el pueblo de Dios hasta que sean hijos de Dios.

La iglesia debe confrontar a los creyentes que profesan vivir vidas pecaminosas, que afirman haber sido liberados y redimidos del mundo, pero que literalmente viven como vive el mundo. Tienen que ser confrontados.

Si no hacemos eso, mira el “pues si no”: “pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca.” Esta es una iglesia al borde del juicio.

Ahora, por supuesto, queremos alcanzar. Queremos dar la bienvenida a los no creyentes para que escuchen el evangelio y sean redimidos. Queremos que los creyentes pecadores reciban gracia y abundante perdón. Pero no toleramos el pecado como si fuera aceptable, y no vivimos lo más cerca posible de la corrupción del mundo.

Gloria terrenal, gloria celestial | 1 Corintios 9:25-26

Audio: https://podcasts.captivate.fm/media/16199cf6-e30f-4ea4-9cbc-b5363481f188/12-02-2024.mp3

Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura.
1 Corintios 9:25-26
Gloria terrenal, gloria celestial
Un día, mientras leía mi Biblia, alguien encendió un televisor y me encontré con un constraste sorprendente. En la pantalla, un hombre saltaba en paracaídas desde la cascada más alta del mundo. No era ficción; era real. Esta persona estaba intentando realizar algo que le había quitado la vida a otros antes que él. Luego miré mi Biblia abierta y leí el relato de Hechos 7, donde vi a otro hombre arriesgando su vida. Este hombre no estaba saltando desde la cima de una cascada ante una multitud de fotógrafos y aficionados; estaba en medio de una multitud de personas hostiles y violentas que querían apedrearlo hasta la muerte.

Entonces me pregunté por qué el primer hombre se arriesgó. ¿Será que quería triunfar donde otros fracasaron? ¿O tal vez buscaba llevar sus habilidades al límite? ¿O quizás solo buscaba fama terrenal? No lo sé. Pero sé por qué el otro hombre, un creyente llamado Esteban, estaba dispuesto a enfrentar la hipocresía, la injusticia y las amenazas de muerte: no era un temerario ni un buscador de emociones, sino un seguidor fiel de Cristo que consideraba un honor morir por su Señor y Salvador.

El paracaidista vivió. Las cámaras captaron su momento de gloria mientras se levantaba y saltaba en el aire, con una sonrisa en su rostro por aquel momento de triunfo. ¡Qué emoción!

Esteban murió. Pero en sus últimos momentos los cielos se abrieron y vio la gloria de Dios. Lo suyo no fue la emoción de un momento, sino gozo eterno, justo en el momento en que la furia de sus enemigos se desvaneció y la gloria del Hijo del hombre llenó su visión. El odio de los hombres en la tierra fue sustituido por el amor del Hombre del calvario. La muerte corporal dio paso a la vida eterna, y la derrota fue absorbida por la victoria.

¿Cuál de estas experiencias cree usted que vale la pena buscar?

Grant W. Steidl
© Believer’s Bookshelf Canada Inc.