El Eclesiastés y el cristiano (4) | Eclesiastés 3:1-2

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Todo tiene su tiempo… Tiempo de nacer, y tiempo de morir.
Eclesiastés 3:1-2
El Eclesiastés y el cristiano (4)
En el plano natural, hay un momento concreto en el que alguien nace y otro en el que muere. Moisés dijo: “Los días de nuestra edad son setenta años; y si en los más robustos son ochenta años, con todo, su fortaleza es molestia y trabajo… Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría” (Sal. 90:10, 12). Es sabio que el hombre, en general, medite en el hecho de que un día morirá, porque está “establecido para los hombres que mueran una sola vez” (He. 9:27). Como creyentes, tenemos la maravillosa perspectiva de no tener que morir si el Señor Jesús viene antes a buscar a su Esposa (la Iglesia).

Dios, en su soberanía, tiene el derecho exclusivo de determinar el momento de nacer o el de morir en la vida de un ser humano. Sin embargo, el hombre natural siempre ha intentado torcer la soberanía de Dios, tanto al inicio de la vida del hombre (aborto) como al final de su vida (eutanasia o suicidio asistido).

Pero hay otro aspecto en este versículo que es aún más importante. Hay un tiempo para nacer en el plano espiritual, lo que conocemos como “nuevo nacimiento”. Y este tiempo es ahora: “He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación” (2 Co. 6:2); hoy: “Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones” (He. 3:15). Si alguien no aprovecha el tiempo para nacer de nuevo, inevitablemente llegará el momento en el que morirá, aquello que la Biblia denomina “la muerte segunda” o “lago de fuego” (Ap. 20:14). Sin embargo, todos aquellos que son salvados por la sangre de Cristo, no tienen por qué tener miedo a la segunda muerte. “Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre estos” (Ap. 20:6). ¡Qué grave sería si se dijera de usted lo que se dijo de Faraón: “Dejó pasar el tiempo señalado” (Jer. 46:17)!

Michael Vogelsang
© Believer’s Bookshelf Canada Inc.

La CORRUPCIÓN no soy «YO» | Rubén Montoya

La CORRUPCIÓN no soy «YO»

Rubén Montoya

Este artículo fue escrito en 2019 por el periodista ecuatoriano Rubén Montoya y hoy para tristeza y dolor de todos los ecuatorianos honestos nada a cambiado en nuestro querido Ecuador y más bien coexistimos con más corrupción siendo esta casi un estándar de vida donde lamentablemente todavía no nos damos cuenta que el mayor problema del hombre es MORAL y que solo existe un camino para poder solucionar esto:

Si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca y abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra. 2 Crónicas 7:14

Por su calidad y actualidad, AEA lo reproduce:

Soy el médico que ordena exámenes complejos, quizás innecesarios, en el laboratorio que me paga por cada cliente que le doy. Soy el abogado que se inventa gastos que no hace y coimas que no reparte. Y de los que estafan al fisco, yo soy el contador.

Soy los 40,000 burócratas que alargan o entorpecen un trámite por el cual el Estado les paga a tiempo, y bien. Soy los 15,000 conductores multados cada mes por estacionar en doble fila, y los miles más que no lo fueron por manejar viendo el celular.

Soy el tendero que usa balanzas amañadas. Soy el proveedor que infla los costos y el gerente de Suministros que se lleva el sobreprecio. Soy el supermercado que paga a sus proveedores cada 3 meses, aunque recibe a diario el fruto de sus ventas. Soy los cientos de jueces o fiscales que tarifan sus providencias y sus dictámenes. Y soy los tribunales que cobran por liberar o encarcelar, sin que cuente la inocencia o la culpabilidad.

Soy quien contrata a extranjeros para «ayudarlos» y les paga menos del sueldo vital. Soy el empresario que retiene los aportes al ISESS de sus trabajadores, y soy los trabajadores que pasan 2 horas chateando vía WhatsApp. Soy la Comisión que amaña concursos que llama de méritos, pero son de compadrazgos. Soy el profesor que no va a clases o va poco, pero cobra todo el sueldo sin titubear. Soy el alumno que plagia sus tesis o sus tareas. Y soy tooodas las universidades que lo saben, pero no hacen nada para cambiar.

Soy las 120 mil amas de casa que no afilian a sus empleadas y soy las empleadas que roban comida a sus jefas. Soy el bacán que escucha música como si viviera en un descampado, bota basura donde se le canta e insulta a quien le reclama. Soy el padre que inculca a su hijo que lo importante es tener, llegar como sea. Ganar.

Soy, en fin, el ciudadano bueno, devoto y honesto, patriota y trabajador, que maldice haber nacido en Ecuador. Porque alguien nos desgració la vida llenándola de políticos corruptos. Son ellos los culpables, los que joden a la nación. ¡¿Quién diablos los habrá elegido?! Siempre me lo pregunto.

Porque la corrupción son ellos: la corrupción no soy yo.

¿Ay, nación pecadora, pueblo cargado de iniquidad, generación de malvados, hijos corrompidos! Han abandonado al SEÑOR, han despreciado al Santo de Israel, se han apartado de Él. Isaías 1:4

Por tanto, para que sean borrados sus pecados, arrepiéntanse y vuélvanse a Dios, a fin de que vengan tiempos de descanso de parte del Señor. Hechos 3:19

Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad. 1 Juan 1:9

El Señor su Dios es compasivo y misericordioso. Si ustedes se vuelven a él, jamás los abandonará. 2 Crónicas 30:9b

El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan. 2 Pedro 3:9

Pero vayan y aprendan qué significa esto: “Lo que pido de ustedes es misericordia y no sacrificios”. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.Mateo 9:13

Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes. ¡Pecadores, límpiense las manos! ¡Ustedes los inconstantes, purifiquen su corazón. Santiago 4:8

Rásguense el corazón y no las vestiduras. Vuélvanse al Señor su Dios, porque él es bondadoso y compasivo, lento para la ira y lleno de amor, cambia de parecer y no castiga. Joel 2:13