Buscando un falso Mesías | Sydney J. Harris

»Buscando un falso Mesías»

por SYDNEY J. HARRIS
Octubre de 1972
Estrictamente personal

La gente continúa diciendo «Necesitamos un líder», o «Necesitamos mejor
dirección», pero eso no es, en realidad, lo que quieren decir. Lo que la
mayoría busca no es realmente un líder, sino un Mesías.
Quieren alguien que les dé la Palabra. Y la Palabra, para ellos, significa
aquello que les agrada y apela a sus preferencias y prejuicios, de modo que
puedan seguirla de todo corazón.
Pero eso no es lo que un verdadero líder hace; un líder dice a las gentes
verdades duras, les muestra un camino difícil a seguir, demanda sus más
elevadas cualidades, nunca los más bajos instintos. Un verdadero líder no nos
dice lo que queremos oír, sino lo que debemos oír.
En verdad, ésa es la diferencia entre un verdadero y un falso Mesías. Un
falso mesías —tal como Hitler, en nuestro tiempo— se acomoda e inflama los
temores, odios, iras y resentimientos de su pueblo y les guía a la destrucción
en lugar de la salvación o autorrealización.
Un verdadero Mesías —como Jesús, aun tomado en un plano mundano—
reprende a su pueblo, le muestra sus errores, hace que deseen ser mejores, no
más fuertes o más ricos, y les pide que se sacrifiquen por el bien común y por
el bien de sus propias almas. Nunca es seguido por muchos, comúnmente
muerto por la mayoría, y venerado solamente cuando está muerto de seguro y
no es necesario que se le tome seriamente.
Lo que buscamos, me temo, no es ni un verdadero líder ni un verdadero
Mesías, sino un falso mesías: un hombre que nos dé respuestas sobresimplificadas, que justifique nuestro modo de ser, que castigue a nuestros
enemigos, que defienda nuestro egoísmo como modo de vida y nos haga
sentir cómodos dentro de nuestros prejuicios y premisas.
Buscamos la clase de dirección que reconcilie lo irreconciliable, moralice lo
inmoral, racionalice lo irrazonable y prometa una sociedad donde podamos
seguir siendo tan estrechos, envidiosos y miopes como nos gustaría ser sin
sufrir las consecuencias. En resumen, estamos invocando la magia, estamos
orando por la venida del Brujo.
Pero no hay Brujo. Solamente hay falsos profetas y vienen lo mismo de la
derecha que de la izquierda, del centro como de abajo. De dondequiera que
venga, no importa en qué se diferencien, todos se distinguen por la misma
señal: los que nos gustan nos hacen sentir mejor, en vez de peor. Queremos
seguirles porque «nos entienden».
Pero todos los verdaderos profetas, desde el Antiguo Testamento hasta
Jesús, nos hacían sentir peor. Sabían y decían que el mal no estaba en
nuestros enemigos, sino en nosotros mismos. Demandaban que nos
despojásemos de lo viejo y nos hiciésemos hombres nuevos. Y eso es lo último
que deseamos hacer. Lo que buscamos es un líder que nos muestre cómo ser
los mismos viejos hombres y mujeres sólo más exitosamente, y su nombre
antiguo es Satanás.

Sydney J. Harris (14 de septiembre de 1917 – 7 de diciembre de 1986) fue un periodista estadounidense para el Chicago Daily News y, más tarde, el Chicago Sun-Times . Escribió 11 libros y su columna del día de la semana, «Estrictamente personal», se distribuyó en aproximadamente 200 periódicos de los Estados Unidos y Canadá . 

El final de la batalla cultural está escrito | Josué Barrios

El final de la batalla cultural está escrito
Josué Barrios

«Estamos en medio de una batalla cultural». Esto afirman muchas voces desde todo el espectro ideológico y político. Todo parece indicar que tienen razón, a medida que hay agendas que buscan avanzar en su propósito de redefinir la realidad moral de nuestros países.

En medio de esto, para los cristianos bíblicos es fácil pensar que el mundo cada día está peor y así preguntarnos qué será del futuro de la iglesia y de nuestros hijos. ¿Cómo podemos mantener la calma en momentos como este? Aquí una clave: necesitamos recordar que ya hemos estado antes en esta situación varias veces a lo largo de la historia, en las que personas con influencia llaman a lo malo «bueno» y a lo bueno «malo» y en la que los valores bíblicos eran sostenidos por una minoría.

Como ejemplo de esto, tenemos las cartas del Nuevo Testamento, que nos muestran cómo la depravación sexual era común en la sociedad en tiempos de la iglesia primitiva (ver por ejemplo Romanos 1). «No hay nada nuevo bajo el sol» (Ec 1:9).

Esto tiene muchas implicaciones para nosotros. Te invito a reflexionar en ellas por ti mismo, pero aquí tienes una en la que te animo a pensar: Dios prevaleció en aquel entonces y todavía prevalece ahora. En otras palabras, no tenemos por qué temer al futuro en un mundo con políticas que atentan contra la familia, y películas que promueven la homosexualidad frente a los niños, por dar un par de ejemplos de cosas que preocupan (con cierta razón) a los cristianos.

Estamos seguros en las manos de Dios. Él dio a la iglesia la sabiduría —mediante Su Palabra— para vivir con fidelidad en épocas de profunda confusión moral en el pasado. Él sigue dándonos sabiduría ahora si somos humildes para pedirla y caminar en Su voluntad. Por lo tanto, una pregunta para hacernos es si estamos escuchando a Dios en primer lugar o nos estamos dejando intimidar por la «batalla cultural» de nuestros días y las voces de quienes hacen demasiado ruido en nuestra sociedad.

La extinción de la iglesia y los valores cristianos ya ha sido predicha incontables veces, pero aquí estamos. Como dice la Biblia: «El mundo pasa, y también sus pasiones, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre» (1 Jn 2:17). Esto significa que es el mundo presente —todo sistema de valores opuesto al orden bondadoso de Dios— lo que en verdad está en extinción, no el cuerpo de Cristo.

En otras palabras, ya tenemos los spoilers de cómo termina la batalla cultural en este mundo. El final ya está escrito. Así que, ¿por qué llenarnos de temor ante cualquier cosa aparte de nuestro Dios?

Fuente: https://josuebarrios.com/final-batalla-cultural/